⚛Capítulo 42⚛
Bastante tarde me había despertado, Alan ya no estaba en la cama y cuando salí de la habitación me encontré en el pasillo con Donovan quien iba arrastrando los pies caminando con desgano. El chico que iba por delante de mí llegó hasta la cocina y tomó asiento en uno de los taburetes junto a la encimera, lo detallé un poco y vi que vestía una franela básica blanca y un mono de pijama a cuadros rojo y negro, su pelo azulado caía en mechones tapando algunos su rostro y con su mano restregaba su ojo derecho. La imagen que tenía en este momento era la de un niño atrapado en el cuerpo de un adulto joven.
Del otro lado de la encimera se encontraba mi novio —ahora esposo — agregando condimentos a algo que revolvía en la sartén, este solo vestía un mono de pijama dejando su torso al desnudo, ya estaba acostumbrada a encontrarmelo así siempre que me quedaba, pero eso no quiere decir que deje de sorprenderme lo bien tonificado que está su cuerpo, ¿en qué momento del día hacia ejercicio?.
—Una foto creo que te durará más.
Al oír las palabras de mi amigo salí del trance en el que estaba, eso ocasionaba Alan en mi, que siempre me olvidara de todo a mi al rededor y solo me quedaba observándolo.
—¿Durmieron más cómodos que en los bancos de cemento?. —el chico de ojos verdes se giró con la sartén en la mano y empezó a servir el contenido en tres platos sobre la encimera.
—Mucho. Pero aún así eso no arregló este perfecto rostro. —decía Donovan señalando los moratones en el labio y al rededor de su ojo izquierdo.
Volví sobre mis pasos pero esta vez pasé de largo la habitación hasta entrar al baño, busqué en los cajones que estaban detrás del espejo y cuando encontré lo que necesitaba volví a la cocina donde estaban los chicos. Tomé un pequeño frasco que tenía una pomada y me acerqué hasta donde estaba sentado mi chico de ojos verdes, sostuve su rostro con una de mis manos y con la otra unté mis dedos en la crema para después pasarla lentamente sobre el moretón en su pómulo, cuando terminé dejé un pequeño beso sobre sus labios y di la vuelta para ir ahora hacia donde estaba mi amigo. Destapé el frasco de alcohol y tomé un algodon para mojarlo, Donovan hizo una mueca de dolor apenas el algodón rozó el corte que tenía en la ceja, cuando terminé de limpiar esa área le coloqué un pequeño punto adhesivo y proseguí ahora a hacer lo mismo con el corte que tenía en el labio, una vez terminado tomé el frasco de pomada para aplicar un poco sobre el moratón que tenía al rededor del ojo, estaba bastante hinchado, apenas podía abrirlo.
Cuando me separé para tomar todo lo que había en la encimera, me di cuenta que mi amigo tenía los ojos cerrados y los labios fruncidos como esperando a que dejara un beso sobre ellos. Me hizo gracia, cuando iba darle un pequeño golpe en los labios Alan se adelantó estampando una tostada con nutella sobre estos, provocando que Donovan abriera los ojos y por el movimiento de sus labios la tostada cayera al piso.
—Pensé que el beso era una especie de recompensa como la paleta que le dan a los niños cuando van al doctor.
—Mía. Yo me casé con ella. —dijo Alan señalandolo con un tenedor.
Solté una risita al ver como Donovan refunfuñaba diciendo que si no fuese por el eso no hubiese pasado. Los dejé solos un momento y volví al baño para dejar en su lugar todo lo que había tomado. Cuando volví a la cocina ya Donovan se había ido a sentar a la sala y Alan estaba terminando su almuerzo, tomé asiento y empecé a comer el mío que aún seguía sobre la encimera, el chico frente a mi tomó su plato y tenedor para meterlos al lavavajillas y luego se acercó a mí para abrazarme por la espalda.
—Me gusta dormir contigo. —su respiración chocaba contra mi cuello. —Me gusta tener tu brazo sobre mi abdomen y tu cabeza apoyada sobre mi pecho. La mejor parte de eso es despertar y saber que no era un sueño.
—Cada vez me enamoro más de ti.
—¿Te gustaría vivir conmigo?. —su pregunta me sorprendió. Sinceramente no me lo esperaba. —Algún día iba a pedirtelo, pero al despertarme y verte a mi lado me di cuenta que quiero despertar así todos los días... quizás creas que es pronto y te sientas incómoda, y si es así lo entienderé, pero si te atreves a dar un paso más junto a mí prometo no fallarte.
No sabía que decir, era como si las palabras fueran de un lado a otro y no lograra formular alguna respuesta. Quería mudarme de la residencia, de hecho ese era mi meta, por eso estaba reuniendo dinero para poder mudarme sola el próximo curso. Y esta propuesta es... bastante interesante.
—Si aceptas prometo hacer maratones de las películas que tanto te gustan cuando quieras.
—Me estas convenciendo. —dije dándome vuelta en el banquillo para quedar frente a él, separó un poco mis piernas y se hizo un lugar entre ellas dejándome acorralada entre sus brazos al poner las manos en la encimera.
—También prometo dejar que ordenes este lugar a tu gusto.
Él sabía sobre mi costumbre de querer ordenar todo de manera diferente cada cierto tiempo. Eso lo descubrió cuando yo aún vivía en casa de mi madre, siempre que pasaba por mi y le hacía esperarme un momento se daba cuenta que todo estaba organizado diferente a la vez anterior.
—Y si eso no es suficientemente también prometo hacerte ver las estrellas siempre que se dé la oportunidad. —tras decir esto, se acercó hasta morder suavemente mi labio inferior. —¿Que dices, quieres intentarlo?.
—¿Y si no funciona nuestra convivencia? —quería saber si habría algún plan b, porque aunque nos llevemos de maravillas y congeniemos bien las veces que me he quedado, eso no asegura que viviendo juntos todo será color de rosas.
—Lo intentaremos una y otra vez hasta que funcione.
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Pasamos el resto del día encerrados cada uno en las habitaciones correspondientes, contrario a lo que pudieran creer, no pasó nada. El rato se nos fue hablando de diferentes temas, entre ellos, mi próxima mudanza.
Cuando el reloj marcó las 6:30 de la tarde fuimos a la biblioteca porque mi jefa así me lo había pedido horas antes. Apenas entramos la vimos en su lugar habitual, se notaba contenta. Nos acercamos hasta ella y rodeó el mostrador para darnos un abrazo a cada uno, nos preguntó por Donovan pero al decirle que se había quedado en el departamento de Alan hizo una mueca.
—Pensé que vendría a buscar los libros que le ofrecí.
Los tres caminamos hasta una de las mesas desocupadas y tomamos asiento, hasta ese momento no me había fijado que traía consigo una carpeta, la puso sobre la mesa y de ella sacó un un par de hojas.
—Hay buenas noticias, encontré quien comprara la biblioteca y siguiera con esto que tanto me ha costado mantener. —su voz era alegre. Se notaba su felicidad. —Solo debes firmar aquí —señaló un lugar específico de las hojas —y seguras teniendo tu trabajo.
—¿Por qué debo firmar eso?. —pregunté confundida.
—Oh, es mero formalismo. Así el próximo dueño sabrá que tu estás trabajando aquí desde hace meses y serás una persona confiable.
Sin muchos rodeos firme en el lugar que me había indicado, no dudaba de mi jefa; y si era para conservar mi empleo, todo estaba bien. Como ella dijo, solo era para asegurar mi puesto de trabajo. Le entregué la carpeta con las hojas y ella se retiró de la mesa.
—Después de todo, creo que hoy cerramos el día con buenas noticias. ¿Quien será el nuevo dueño?.
—Quizás pronto lo conozcas. —el chico junto a mi se encogió de hombros y se levantó para ir hacia una de las estanterías.
Yo imité su acción pero en vez de ir por un libro caminé hasta el mostrador donde estaba Julie, de una pequeña caja sacaba unos cuantos libros y los iba apilando sobre el mostrador.
—¿Qué harás con eso?
—Es para que se los entregues al chico que vino con tu novio la vez pasada. Comentó que pronto se iría y que iba a comprar unos cuantos libros, entonces me ofrecí a regalarle unos que estaban en las cajas en el cuarto de atrás. —ordenó cinco en total y los puso frente a mi. —Tiene el primer libro de Los juegos del hambre. Mencionó que quería leer ese, así que revisando las cajas conseguí uno de su primera edición.
Justo en ese momento Alan llegó a mí lado y dejó sobre el mostrador un par de libros referentes a su carrera, Julie ingresó a la computadora los datos de los libros que Alan llevaría y luego los dejó junto a los otros. Alan tomó los suyos y yo los de Donovan, nos despedimos de Julie y salimos hasta el estacionamiento para emprender el camino de regreso al departamento de Alan.
Capítulo dedicado a mis bebés:
*cristal_perdomo45
*Kandy07P
*GlayUwU
*Nordalys_vargas
*montielvale16
En el próximo capítulo sigo con las dedicaciones.
Recuerden que hay un grupo de Facebook: Lectores de Oriana por si quieren unirse y compartir cositas que les recuerden a los chicos.
Página de Facebook como escritora: OrianaB. (Esa es para dar noticias sobre nuevas historias)
Sin más que decir, nos leemos después.
Bye.
Un beso grandote 💋
Att: Oriana.
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