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⚛Capítulo 20⚛

Los últimos días se me habían ido en un abrir y cerrar de ojos, con todos lo de la universidad y la biblioteca a veces se me olvidaba que tenía vida más allá de eso, si no fuera por Alan andaría como un jodido robot programado para un par de tareas específicas, si no fuera por él y sus salidas espontáneas sería un saco de huesos y sangre que va por la vida sin ningún propósito.

—¿Como va todo?. —hablé en voz alta para que Fabia alcanzara a oír a travez de la videollamada.

Como si nunca hubiese pasado nada. Hasta me regaló un ramo de rosas y chocolates, y cada vez que puede me dice cuánto me ama ¿puedes creer hasta donde llega su cinismo?.

—Quizá su conciencia lo está torturando. —seguí buscando en el clóset una muda de ropa.

Yo quiero torturarlo lanzándole una y otra vez ese feo jarrón que tenemos en la sala. —tomé una toalla, mi shampoo con olor a canela y demás cosas del aseo personal. —Solo dame un par de días y ya vera la sorpresa que se va a llevar.

Salí de mi habitación y me dirigí hacia el baño, mi compañera aún no llegaba así que podía usar el baño por cuanto tiempo quisiera.

—¿Que harás?

Ya lo verás querida prima. —nos despedimos quedando en volver a vernos para el cumpleaños de godzilla.

Me desvestí y abriendo la regadera dejé que el agua mojara mi piel, aún tengo suficiente tiempo para llegar puntual a mi trabajo.

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Después de disfrutar todas las canciones de mi playlist mientras me bañaba me di cuenta que tomé más tiempo del necesario, y como ya es normal en mí, terminé llegando tarde 15 minutos. Por suerte y mi jefa es un amor porque si no ya me hubiesen despedido.

—¿Y hoy que te pasó?. —preguntó Julie apenas me situé a su lado detrás del mostrador.

—Tuve tres giras mundiales en la ducha. —tomé unos libros que estaban apilados en una repisa baja del mostrador.

—Estos jóvenes de hoy en día. —murmuró mi jefa mientras seguía ojeando el libro de historia británica que tenía en sus manos.

Me dirigí a las repisas donde estaban los libros de medicina para dejar unos cuantos y luego hacer lo mismo con unos de historia y unos de romance juvenil.

Me encanta este lugar, tiene desde libros bastante antiguos hasta una sección especial dedicada a la juventud, romance, novelas juveniles, paranormal y todo aquel libro que te ayude a salir de la realidad por un momento, esta biblioteca lo tiene, aunque sea un ejemplar pero de que está, está.

Una vez terminé de dejar los libros en sus lugares volví junto a Julie, a lo lejos vi a un chico sentado en unos de los sofás individuales que estaban cerca de los ventanales, aunque su vista estaba puesta en un libro sabia perfectamente quien era.

Caminé hasta donde estaba y me senté en un sofá frente a él, apenas hice un ruido con mi garganta Ian subio la mirada acomodando los lentes de pasta que usaba para leer.

—Tenías bastantes días sin venir. —el cerró el libro y lo puso encima de la mesita de cristal junto con sus lentes.

—Había estado ocupado.

—Entiendo... ¿y cómo te ha ido?. —suspiró y se dejó caer en el respaldo del sofá.

—Académicamente hablando, bien, como siempre. —un suspiro cansado brotó de su labios. —he ido a una cita con una chica muy simpática.

—¿Y eso que tiene de malo? —pregunté confundida.

—Que quiere volver a salir conmigo y yo ya no se de que hablar. Le hablé hasta del perro de mi vecino. —se echó hacia adelante y teniendo los codos apoyados en sus rodillas, ocultó su rostro entre sus manos. —¿puedes creerlo?, ¡del jodido Chihuahua de mi vecino!

Su tono de voz fue un poco más alto de lo permitido en una biblioteca y al darse cuenta que varios fijaron su vista en él, se disculpó avergonzado.

—Invitala por una malteada. —sugerí.

—Me hace daño la lactosa.

—Entonces invítala al parque de atracciones. —propuse una nueva idea.

—Me dan miedo las montañas rusas y me marean todos esos juegos que dan vueltas. —bueno, estaba empezando a quedarme sin ideas.

—¿Que tal si... —iba a iterrumpirme así que lo señalé con mi dedo índice. —Cierra la boca y déjame hablar. Como te decía, ¿que tal si la invitas al cine?.

Se mantuvo en silencio pensando la idea durante unos minutos hasta que habló:

—De hecho esa es una buena idea, gracias Venus. —se levantó de su asiento se acercó a mí dejando un beso en mi mejilla. Tomo sus lentes de encima del libro y se despidió de mí. —Nos vemos luego.

Agitando su mano en mi dirección lo vi dirigirse a la salida de la biblioteca, una sonrisa me invadió al notar los pequeños cambios en mi amigo, cambios de los que tal vez ni el mismo se daba cuenta.

Luce más confiado en si mismo, y supongo que debió haber conectado bien con esa chica como para animarse a repetir la salida.

Tomé el libro que Ian había dejado sobre la mesa y caminé hasta el pasillo sobre mitología griega para dejarlo en su lugar correspondiente. Iba a dirigirme hacia el mostrador donde estaba mi jefa pero justo cuando iba a llegar, un grupo de chicos desocuparon una de las mesas y tomando sus bolsos se marcharon, me dirigí hasta allí y apilé los libros que habían usado, tomándolos entre mis manos caminé nuevamente hacia las estanterías donde estaban los libros de ingeniería y leyes.

Cuando por fin dejé cada uno en su lugar correspondiente fui hasta donde estaba Julie, contrario a como estaba cuando llegué, ahora se encontraba sacando cuentas en un gran libro que tenía sobre el mostrador.

Su ceño estaba fruncido y cada cierto tiempo acomodaba sus lentes para mejorar la visión, tecleaba números en la calculadora y luego copiaba las cantidades resultantes en el libro.

—¿Todo bien Julie?. —subió la vista posando sus ojos marrones en los míos y una cálida pero cansada sonrisa apareció en sus labios.

—A la biblioteca no le está yendo muy bien. —informó. —si seguimos a este paso deberé cerrarla en unos cuantos meses.

Mi corazón se apretó al oír sus palabras y el gesto afligido que la anciana frente a mí tenía.

—Debe haber una solución. Tal vez el alcalde pueda ayudarte.

—No pueden ya que al ser una biblioteca de índole privada no tienen permitido intervenir. —sus palabras me confundieron un poco.

—¿Privada?. —pregunté.

—Esta biblioteca fue construida por mi abuelo, la heredó mi padre y luego yo. Por esa razón, ni el alcalde ni alguna otra autoridad puede ayudar,  a menos que  se le venda al Estado. Esas es la única forma en la que ellos pueden intervenir y sinceramente no quiero venderla.

En pocas palabras, si la biblioteca no obtenía un sustento pronto perdería mi empleo.

—Debe haber una solución.

—Venderla o cerrarla, no veo más opciones que esas. —su voz era triste. —Aunque no quiero venderla, preferiría eso a ver cerrado el lugar por el que mi padre y abuelo se esforzaron tanto.

No podía imaginarme la magnitud de sus sentimientos pero podía entenderla un poco, durante el poco tiempo que he estado trabajando aquí me he acostumbrado a pasar mis tardes entre libros, entre estos pasillos me oculto de ella a veces para leer uno que otro libro que llama mi atención, en este lugar conocí a mi pequeño amigo Ian, al cual se hizo más cercano a mí después de una desastrosa tarde de compras en el centro comercial.

En estas mesas me he sentado muchas tardes con Alan a estudiar...

—Encontraremos una solución. —aseguro tomando su mano por encima del mostrador y regalándole una pequeña sonrisa que es correspondida por ella.

Realmente espero que haya más opción que cerrar este lugar.

Capítulo dedicado a mis bebés:

*alejandravom
*User_Howland
*nikkycarrera18
*ManyelisCastillo
*isaarinn
*valeripan
*yeee26
*belqui-35

NOTA: holis✌ estuve bastante perdida, lo sé. La universidad no me deja vivirrrr.

Espero que les haya gustado, nos leemos el próximo capítulo.

Bye.

Un beso grandote 💋

Att: Oriana.

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