Ustedes saben que yo siempre llego tarde a todas partes, y bueno, hoy no es la excepción.

Mi primer día como universitaria y ya voy diez minutos tarde, pero no es mi culpa, lo juro. Fue culpa de mi compañera, duró casi una hora encerrada en el baño con música a todo volumen, lo que aprendí es que debo levantarme mucho más temprano para así entrar primero que ella.

Llegué a la universidad y sin detenerme a ver fuí directo en busca del salón donde tenía clases, los pasillos estaban casi desiertos, salvo por un par de estudiantes y profesores que iban de un lado a otro, cuando encontré el salón me detuve en la puerta pues la profesora ya se encontraba explicando la clase, poco tiempo después se dio cuenta de mi presencia y luego de una advertencia sobre mi impuntualidad, me dejó entrar y continuó con su explicación.

Para ser mi primer día de clases sentía que el tiempo avanzaba demasiado rápido, unas cuentas intervenciones y dudas aclaradas; y la clase estaba por finalizar, todos estaban saliendo y cuando me disponía a hacer lo mismo la profesora me recordó que no toleraba la impunidad y que para la próxima no me permitiría entrar.

Anotado, llegar si posible media hora antes.

Salí y fui en busca del próximo salón donde tendría clases, me senté y poco tiempo entró la profesora y el resto de los alumnos, sé que alguien se sentó a mi lado pero sinceramente no me molesté en voltear y saber quien era.

El típico momento de la presentación de la profesora y como serían sus métodos de evaluación llegó, mientras ella hablaba, yo disimuladamente respondía un mensaje de Fabia. No voy a mentir, no oí la mayoría de lo que dijo en ese transcurso de tiempo, solo alcancé a oír que dejaría un ensayo para la próxima clase y que sería con nuestro compañero de banco, justo en ese momento sí me digné a voltear a ver con quién me tocaba, y hubiese deseado que fuese otra persona.

A mi lado estaba ese chico con el que peleé mi maleta, viéndome con una ceja alzada y los brazos cruzados por sobre su pecho.

—¿Alguna duda? —preguntó la profesora apoyada en su escritorio.

Tenía que preguntar. Debía hacerlo.

—¿Obligatoriamente tiene que ser con nuestro compañero de banco?

—Sí.

NO.

Con godzilla no, con cualquier otro menos él.

—¿Tienes algún problema con hacer el ensayo conmigo?. —su voz se hizo oír y volví a fijar mi vista en él, estaba serio, tenía un antebrazo apoyado en la mesa y con la mano derecha sostenía un cigarrillo nuevo dándole vueltas entre sus dedos.

—El cigarrillo es malo para la salud. —ni siquiera sé por qué lo dije.

—Yo no te pregunté, entrometida.

La antigua yo tal vez que se hubiese quedado callada, pero ya no, ya no soy esa Venus.

—Mira, godzilla, estas equivocado si crees que me voy a quedar callada. No me conoces —puntualicé mientras con mi dedo índice tocaba su pecho. —intento de macho pecho peludo.

Su mandíbula estaba tensa, una vena se marcaba en su cuello y su mirada era más intimidante de lo normal.

—Tú tampoco me conoces, mocosa. —con una de sus manos apartaba la mía, no fue brusco ni nada pero su respiración pesada dejaba ver que estaba muy molesto.

Me había enfrascado en esa discusión con él y olvidé por completo que seguíamos en clase, un carraspeo se oyó cerca de nosotros y cuando ambos subimos la mirada vimos a la profesora frente a nuestra mesa.

—Cuando terminen de discutir pueden retirarse. —tomó su maletín y camino hasta la puerta pero antes de salir se detuvo y volteó en nuestra dirección. —Y... señor Romero, creo haberle repetido bastante que en mi salón no se fuma.

Giré hacia el chico y sí, tenía un cigarrillo encendido entre sus labios, giro su rostro encontrándose con el mío y botó todo el humo contenido haciendo que cerrara los ojos y empezara a toser por la intromisión del humo.

Maldito bastardo.

Cuando abrí los ojos para decirle todas las palabrotas que cruzaban por mi mente ya no había nadie, se había ido.

==============♡=============

Increíblemente ya había logrado hacer una nueva amiga, en la última clase que tuve, una chica se sentó a mi lado y durante todo ese rato no dejó de parlotear.

Era como un muñeco al cual no se le encontraba botón de apagado.

—...te quería preguntar si querías ir conmigo.

—Claro, supongo que está bien. —no sé ni siquiera que me estaba diciendo pero, para no parecer maleducada, respondí esperando haber acertado en una respuesta correcta.

—Genial, nos vemos luego.

Se fue por uno de los pasillos de la universidad y sacando mi teléfono y auriculares del bolsillo de mi pantalón, los conecté para oír música en el trayecto hasta las residencias.

Caminaba lentamente hasta la salida con la vista puesta en mí teléfono, estaba respondiendo mensajes de mi prima, mi hermano y hasta unos de Donovan.

Me había enviado una foto de él en un templo chino, se veía bastante feliz, su sonrisa lo demostraba.

Sé que no estaba prestando atención a mi alrededor y esa fue la razón por la que choqué con alguien, el golpe no había sido fuerte pero aún así mi teléfono fue a parar al suelo, me agaché para recogerlo pero justo cuando lo hice, una mano se posó sobre la mía. Levanté la mirada y mi respiración se atascó, como si fuese una jodida broma allí estaba él, de rodillas, frente a mí, y con un semblante igual o más sorprendido del que yo también debía tener.

Semanas intentando encontrarlo y cuando me rendí choqué con él en un pasillo de la universidad.

Oí como murmuró un lo siento y de manera rápida se puso de pie y retomó su camino, no pude apartar mi vista de él hasta que se perdió entre las personas que por allí deambulaban.

No sé en qué momento mis manos comenzaron a temblar y mi respiración se volvió un tanto dificultosa, solo sé que él aún sigue provocando esas sensaciones en mi.

NOTA: no sé que hice jaja pero bueno, volví a aparecer.

A partir del próximo capítulo retomo las dedicaciones, quien quiera una ya sabe que hacer.

Bueno... ya sabemos el apellido de godzilla, ahora solo falta que sepan el nombre.

Bye.

Un beso grandote 💋

Att: Oriana.