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Caroline POV

Me despierto con un dolor latente en la cabeza, casi como si fuera una muy mala resaca. Abro los ojos sólo para darme cuenta de que no estoy en mi casa. Ni esto es una resaca. Los recuerdos vienen a mí de golpe mientras mis ojos intentan reconocer el lugar donde estoy.

La llamada a la puerta de casa. Yo abriendo sin mirar porque estoy impaciente por saber qué ha ocurrido en la batalla.

Las paredes y el suelo del lugar son de piedra. Sólida y oscura piedra por la que se filtra humedad, probablemente por el agua subterránea porque aquí no hay ventanas.

El vampiro que se lanza hacia mí. Apenas puedo ver un destello de sus ojos rojos.

La luz es tenue y titilante. Me doy cuenta de que la fuente no proviene de dentro sino de fuera. Vislumbro el costado de una antorcha que alarga las sombras de la puerta enrejada. Barrotes. ¿Una cárcel?

Mi cuerpo impactando contra la pared, noto cómo algo se me clava en la pierna. La sangre empapa mi pantalón, bajando por el corte de mi muslo.

Intento ponerme de pie pero un dolor sordo me atraviesa la pierna. Alguien me ha vendado la herida. La venda blanca e impoluta contrasta con el lugar, antiguo y oscuro.

Intento luchar, intento levantarme; como no puedo, le lanzo lo primero que tengo a mano. El jarrón con flores que Esme me regaló se estrella contra él pero ni siquiera pestañea. Se lanza a por mí. Y entonces, oscuridad.

No es una cárcel. Es una mazmorra.

Una jodida mazmorra.

-Por fin despiertas.

La voz me hace saltar y me provoca una mueca de dolor. Una figura aparece entre los barrotes. Parpadeo porque no me creo lo que estoy viendo. Es una chica, apenas una adolescente que me mira con algo que parece entre impaciencia y curiosidad. La luz de la antorcha provoca que su rostro esté parcialmente oscuro pero puedo distinguir sus ojos carmesí, su tez perfecta, el rubio de sus cabellos recogidos en un apretado moño. La capa oscura que lleva sobre los hombros y casi le hace camuflarse con la pared de piedra.

-¿Dónde estoy? –tengo la sensación de que no he hablado en mucho tiempo porque mi voz suena algo rasposa. ¿Cuánto llevo inconsciente?

-Volterra. Es una mazmorra para ser exactos.

El nombre resuena en mi mente, lo he escuchado antes pero mi mente está nublada, no puedo recordar dónde. ¿Quizás en alguna visita rápida durante mi estadía en Italia?

El sonido del cerrojo al abrirse me saca de mis cavilaciones. Es un chirrido agudo que resuena en la silenciosa mazmorra.

-¿Qué hago aquí? –cuestiona mientras observo desde mi posición sentada en el suelo cómo la adolescente rubia ingresa en la celda. No se molesta en cerrar la puerta. Ambas sabemos que no puedo moverme demasiado pero aún así apoyo las manos en la pared para intentar ponerme de pie. El dolor es punzante en la pierna y mientras me dejo caer de nuevo al suelo, veo cómo una mancha roja se extiende por la venda antes impoluta.

-Los Cullen no cumplieron su palabra.

El corazón se me sube a la garganta. Por supuesto, Carlisle no dejaría que esto hubiera ocurrido a no ser que...

-¿Están muertos? –me siento patética por lo débil que suena mi voz ante esos ojos rojos que me miran con desinterés, como si hubiera esperado algo distinto.

-No. El amo Aro se ha mostrado benévolo, les dará una segunda oportunidad. –veo cómo una mueca de desagrado aparece en su rostro tallado en mármol. Parece un ángel, un ángel caído. –Los Vulturi casi nunca las damos. Son afortunados.

Vulturi. Volterra. Por supuesto, la maldita realiza vampírica me ha secuestrado.

Intento poner en orden mis pensamientos, decidir qué es lo más importante, extraer toda la información que pueda de esta vampira.

-¿Qué tienen que hacer?

Su cabeza se inclina, como si de repente le resultara interesante algo de mí.

-No te lo han dicho. Los dejamos marchar de aquí la última vez.

-Eso lo sé. –replico con tono hosco, más molesta de lo que sería recomendable ante una vampira que puede matarme en un pestañeo pero detesto el tono que usa, como si disfrutara sabiendo cosas que yo no.

-¿Te dijeron a cambio de qué? –supongo que puede ver la confusión en mi rostro porque una sonrisita de suficiencia aparece en el suyo. –Esa humana que el lector de mentes tiene de compañera tendrá que convertirse.

Por supuesto. Por eso Bella siempre ha dejado ver que se quería convertir. No es sólo su deseo, es su promesa.

Dejo caer la cabeza hacia atrás hasta que choca contra la fría piedra sin decir nada. Observo la figura que es esta chica inmortal, me pregunto cómo será ser eternamente adolescente. Eternamente atrapada en un cuerpo que va a medio camino entre la niñez y la adultez.

-¿Cómo te llamas? –digo por fin.

Parpadea un par de veces antes de contestar, supongo que la pregunta le ha pillado por sorpresa.

-Jane. –responde finalmente.

-Yo soy Caroline. –no hace amago de acercarse para darme la mano ni nada parecido. -¿Qué me pasará si no cumplen su promesa, Jane?

-Carlisle tendrá que buscarse otra compañera. –su tono está desprovisto de emoción, como si estuviera dándome la hora. Como si informar a alguien de su condena a muerte fuera algo que hace a diario. Probablemente así sea.

Ni siquiera pregunto cómo sabe que soy su compañera. Sabían quién era, donde vivía. Supongo que conocer nuestra relación no ha sido muy difícil.

Asiento de manera algo seca.

-Gracias por ser sincera.

Vuelve a parpadear, como si le hubiera vuelto a pillar por sorpresa.

-El amo Aro vendrá a verte en unas horas. –acto seguido gira sobre sus propios pies y camina hacia la puerta. Justo cuando la cierra, con el chirriante cerrojo como sentencia, me observa de nuevo. –Procura estar de pie cuando venga.

Juraría que he visto algo similar a la duda en sus ojos antes de irse pero probablemente sea el juego de sombras que brinda la antorcha del pasillo.

Me quedo sola.

Probablemente muera en esa maldita mazmorra. Lo contrario es que Bella se convierta. Demasiado rápido. Demasiado joven.

Aprieto los dientes y me obligo en pensar en algo agradable.

El rostro de Carlisle acude a mí, su sonrisa cálida como el sol, sus manos firmes y seguras.

¿Qué estará haciendo él en estos momentos? Ojalá esté bien, ojalá esté entero.

Porque necesitamos salir de este lío.


❋❋❋


Carlisle POV

Las voces de mi familia me rodean. Palabras dichas con prisa, con tonos alterados que muestran la urgencia de la situación. Pero yo lo escucho todo como si estuviera baja el agua, como si mi cerebro de repente estuviera cubierto de una niebla espesa.

¿Caroline estaría bien? ¿La estarían torturando en ese momento? ¿Jane, quizás? O tal vez Alec. En mi mente Aro aplaude gozoso, como cuando realizaba esas carnicerías que él llamaba espectáculos en el gran salón.

-Carlisle. –una mano se apoya en la mía y parpadeo varias veces para enfocar la vista. Me encuentro con la mirada preocupada de Esme. -¿Qué opinas tú?

Miro a mi alrededor. Todos me observan, expectantes. Siempre suelo tener el voto dirimente en todos los dilemas de la familia. Mi mirada recae en Bella, tiene un asiento alrededor de nuestra mesa, es parte de la familia. Y una parte muy importante en estos momentos.

-No quiero que te veas forzada a hacer algo que no desees. –su gesto se tuerce, sé que ella desea la inmortalidad. Al menos el dilema moral no será un problema, no para ella, pero sí para Edward. Así que evito cuidadosamente los ojos de mi hijo cuando sigo hablando. –Pero quiero salvar a Caroline. No puedo no salvarla.

-Lo haré, ahora mismo. –me asegura Bella y antes de que Edward pueda volver a protestar, alza la mano para frenarlo. La mirada de Bella recorre a toda la familia, más firme de lo que la he visto nunca. –Caroline es mi tía. Es mi familia. Y está en esta situación sólo porque hemos retrasado algo que llegará de todas formas.

>>Edward, te amo. Quiero pasar la eternidad contigo. Y sé que tú sientes lo mismo pero, te juro, que si no evitar tu malditos dilemas morales me convertirá cualquier otro. No voy dejar morir a Carol.

Hay un silencio tan denso que parece tener textura después de sus palabras.

-¿En qué ayudaría convertirte hoy mismo? –replica finalmente Edward, su voz tiene un filo tenso en cada palabra. -No tenemos ninguna excusa preparada para Charlie y no podemos ir a Volterra contigo recién convertida.

-Podemos ir nadando. –sugiere Emmett.

-Tardaríamos demasiado y en tierra podríamos encontrarnos a alguien. –Jasper tira por tierra la sugerencia. Casi veo sus engranajes girar, evaluando las posibilidades.

-¿Y en avión? –la idea es más una duda por parte de Esme.

-¿En un avión comercial? Bella no aguantaría. –replica Edward.

-En uno comercial no, pero en uno privado sí. Podríamos alquilarlo. –sugiere Rosalie, se ha mantenido en silencio casi todo el tiempo pero parece haberse decidido a ayudar. Cuando nuestras miradas se cruzan, se encoge de hombros. –Has tardado mucho en encontrar a tu compañera, no la vas a perder. Nos diste la oportunidad de una nueva vida, es hora de que te devolvamos el favor.

-No me debéis nada. –aseguro pero mi voz sale tomada por la emoción. Esa es mi familia, mi maravillosa familia que no duda en trazar estrategias que rozan la locura sólo para ayudarme. La mano de Esme aprieta la mía con cariño en muestra de apoyo.

-Si tomamos un avión privado hay bastantes posibilidades de llegar a Volterra. –la voz de Alice está algo ausente, habla pero su atención está puesta en un futuro que sólo ella ve. Sus labios se fruncen. –Sigo sin ver qué hará Aro, parece que no ha tomado ninguna decisión.

-Probablemente espere al último momento, quiere ocultártelo. –razona Jasper y Alice le da un breve asentimiento. Su complicidad me duele en el pecho. Echo de menos a Caroline.

-Un piloto humano puede ser un problema. –objeta Edward.

-Pues no respiraré. –replica Bella, fulminándolo con la mirada.

-Puedo pilotar yo. –cuando todos miramos sorprendidos a Rosalie, ésta se aparta el pelo del hombro en un gesto natural que en realidad está más que estudiado. Es mi hija, reconozco cuando sale a la luz su timidez, que suele ser pocas veces. –Emmett apostó a que no podría así que me saqué la licencia.

-Sólo dije que no podrías hacerlo en un mes. –contradice su marido pero con una pequeña sonrisa de orgullo en sus labios.

-Entonces todo está planeado. –la voz de Bella se alza un poco más, cuadra los hombros. -¿Quién lo hará?

Debería responder. Debería decirle que yo lo haré, que soy el que más experiencia tengo. Pero siento que el control se escapa de entre mis dedos al igual que lo ha hecho Caroline.

-Yo lo haré. –los ojos de Edward se cruzan con los míos, los suyos repletos de preocupación. Soy consciente de que mis pensamientos no son especialmente tranquilizadores respecto a mi estabilidad. –Pero me gustaría que me acompañases, por si...pierdo el control.

Asiento con toda la firmeza que puedo.

Es hora de que Bella Swan se una a nuestra familia de manera oficial.

Es hora de cumplir nuestra palabra con los Vulturi.

Y después salvaremos a Caroline.

Aunque tenga que quitársela de las manos a Aro.





Todes odiamos a Aro, lo sé, al menos en esta historia🤭.

¿Qué os ha parecido? Recordar darle amor y comentar si os apetece, nos leemos!🥰

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