15
El ruido del taladro opaca el de los pájaros de afuera pero no me quejo mientras hojeo una revista en mi nuevo sofá. En mi casa. Sólo hace unos días que me he mudado pero me siento más cómoda aquí que en cualquier otro sitio donde me he quedado en el pasado.
Y eso teniendo en cuenta que es Forks.
Pero Forks se ha vuelto mucho más interesante últimamente. Desvío la vista hacia algunas cajas que aún quedan apiladas contra la pared, cerca de la chimenea. Tendría que deshacerlas pero en realidad me da bastante pereza.
Quizás es mejor que espere a Carlisle. Sí, cuando se pase después de su turno le pediré que me ayude. Es una buena excusa para deberle un favor.
Como el favor de ayudarme con la mudanza...aún me tiemblan un poco las piernas al recordar cómo celebramos el hecho de ocupar mi nuevo hogar. Fuimos...concienzudos en ello.
Estoy tan inmersa en los recuerdos que no noto el repentino silencio. Charlie aparece en mi campo de visión, aún con el taladro en la mano y mirándome con ambas cejas alzadas.
-¿En qué piensas? –cuestiona curioso antes de sentarse en uno de los sillones orejeros y robarme mi cerveza para darle un trago.
-En algo que un hermano mayor no deber saber nunca de su hermana pequeña. –respondo con fingida inocencia lo que provoca que se atragante.
-Jesús, Carol...-farfulla limpiándose los restos de cerveza y aprovecho para robársela con una sonrisa victoriosa. –Por eso estás tan feliz, eh.
-Deberías probar.
Charlie pone los ojos en blanco mientras se echa hacia atrás en el sillón, poniéndose cómodo. Aunque al principio no estaba muy de acuerdo, ha acabado admitiendo que esta casa tiene cierto encanto. A pesar de que haya tenido que arreglarme la vieja puerta de madera.
-Hablando de eso...necesito un favor.
Alzo ambas cejas, sorprendida.
-¿Quieres que te busque un ligue? Hay alguna compañera de trabajo soltera.
Agita una mano, espantando esa idea como si fuera un insecto molesto.
-No, quiero que hables con Bella. De...eso.
Intento ahogar la carcajada que se me forma en la garganta bebiendo otro sorbo de cerveza.
-Por amor de Dios, Charlie, has tenido una hija. Puedes decir la palabra sexo. –le miro con una fingida y repentina seriedad. –Te acuerdas de cómo se hace, ¿verdad? Cuando dos personas se quieren mucho mucho, se quitan la ropa y...
-Oh, cállate. –espeta pero su queja es ahogada por mi carcajada. Se ha puesto rojo y eso me hace reír aún más. -¿Podrías hablar con ella sobre sexo? Ya sabes, tiene dieciocho años, y novio y...
Y probablemente él le saque varias decenas de años de experiencia, pienso pero no lo digo.
-Está bien, hablaré con ella. –cedo al fin.
Charlie parpadea, aparentemente sorprendido por mi rápida concesión.
-¿En serio? ¿Sin protestas?
Pongo los ojos en blanco, volviendo a centrar mi habitación en la revista.
-Soy madura, Charlie, y si tú le das la charla sexual a Bella probablemente tengamos un mini Edward en nueve meses. –le explico aunque Carlisle me dijo que no se pueden reproducir. Pero son las palabras justas para que mi hermano bufe, indignado.
-Bella es más inteligente que eso.
-Y nadie quiere un mini Edward.
-No.
-En absoluto.
Hay un silencio entre ambos antes de que rompamos a reír.
-Así que, Bells, ¿qué tal todo?
Mi sobrina me lanza una mirada confusa mientras mete las galletas que he propuesto hacer esa tarde en el horno. Ya es raro que sea yo la que proponga cocinar pero que encima pregunte de manera casual es altamente sospechoso.
-¿Por qué? –su tono está cargado de recelo.
Maldita sea, tengo que aprender a ser sutil.
Me encojo de hombros con deliberada lentitud mientras noto la solidez de la madera de la mesa de mi cocina cuando me siento en el borde.
-¿Qué tal con Edward? ¿Todo bien? –lanzo las preguntas ignorando la suya propia y veo cómo se cruza de brazos con los ojos entrecerrados.
-Genial. –responde de forma escueta.
-¿Y qué hacéis cuando estáis juntos? ¿Qué planes tenéis? Carlisle me ha contado que pasáis las noches juntos. –obvio el detalle de que me impidió ir a disparar a Edward o a pegarle con algo muy contundente después de que me dijera que lleva colocándose en la habitación de mi sobrina casi desde que se conocieron por primera vez.
-¿A dónde quieres llegar?
-Jesucristo-mascullo, notando como mi sutileza llega a su tope a la par que mi paciencia. –Que si os entretenéis juntos, ya sabes...
Para acompañar mis palabras gesticulo con mis dedos la explicación universal: hago un agujerito con mi mano derecha y meto un dedo dentro del agujero. La cara de espanto de mi sobrina es como si le hubiera dicho que mato niños y me los como para merendar.
-¡Tía Carol! –exclama indignada y agita las manos en el aire como si pudiera borrar así mis palabras.
Yo veo toda su reacción anonadada.
-Bells, tienes dieciocho años y un novio que, aunque no me cae bien, es objetivamente guapo. –le explico como si le estuviera contando que el cielo es azul y la tierra marrón. Algo evidente. –No tienes que avergonzarte de tener sexo.
El rostro de Bella está empezando a adquirir un tono rojo brillante y no sé si preocuparme o reírme.
-Edward es...tradicional. –explica antes de dejarse caer en una de las sillas de madera blanca que rodean la mesa, como si esas palabras le hubieran robado toda la energía. Me dejo caer en la de al lado para estar a su altura.
-¿Eso quiere decir que sólo hacéis el misionero? Porque su padre tiene varias posturas que...
-SOY VIRGEN. –grita para ahogar mis palabras. Vale, quizás mencionar a Carlisle no ha sido la mejor idea.
Ahora es mi turno de mirarla estupefacta. Ante su mirada firme no puedo evitar reírme.
-Ya, sí, claro. Estás saliendo con un vampiro de cientos de años y me vas a decir que no disfrutáis de su experiencia.
-Tiene 105 años. –replica ella, parece que su tono está empezando a ser rosa en vez de rojo radiactivo. –Y él es virgen también.
Ahora sí que no doy crédito. Alzo ambas cejas hasta que noto que pueden tocarme la raíz del pelo.
-Me estás vacilando.
Ella niega.
-Quiere esperar al matrimonio. –replica.
-¿Ha estado más de un siglo sin tener sexo? –no doy crédito a mis propias palabras. -¿En serio?
Ella vuelve a asentir, esta vez más firme.
-¿Y sabe que tú no quieres casarte...como, nunca? –le pregunto y ella se muerde el labio, señal evidente de su nerviosismo.
-Respecto a eso...-clava la mirada en la madera como si la encontrara realmente interesante. –Me ha pedido que me case con él.
Agradezco estar sentada porque si no me habría caído de culo.
-¡Tienes dieciocho años!
-Aún no le he dicho que sí. –se defiende. –Lo estoy...pensando.
Pero por la forma en la que lo dice sé que dirá que sí. Sé que ama a ese chico y que no se separará de él. Y también sé que a mi hermano le dará un infarto cuando se entere.
-Avísame cuando se lo digas a Charlie, tengo que descargar su escopeta.
-Edward no puede morir si le dispara.
-Ya, pero tendremos que explicar por qué no muere. -Ante mis palabras sólo le cabe asentir, dándome la razón. Suspiro, agitando mi cabeza aún sin salir de mi asombro. –Podríais follar y ya está, ¿sabes? No hace falta una boda para eso.
Parece que la charla la ha animado a dejar su vergüenza a un lado porque ya no se pone tan roja como antes al volver a hablar.
-Edward dice que...que podría hacerme daño mientras soy así.
Eso me hace fruncir el ceño.
-Será cosa de Edward porque Carlisle es...-a mi mente vienen escenas que no debería pensar con mi sobrina presente. Sí, Carlisle puede ser algo salvaje y dominante pero nunca me ha hecho daño. –Nunca me ha hecho daño.
En sus ojos baila la duda cuando me mira.
-¿Quizás es por su falta de experiencia?
-Quizás. Deberías hablarlo con él más en profundidad, dejad de ser unos críos tímidos.
Acaba asintiendo de nuevo justo cuando el horno pita para indicar que las galletas están listas. No caigo hasta mucho después, hasta que estoy en mi turno de trabajo, que pienso en las palabras de Bella.
Mientras soy así.
Mierda.
Mi sobrina planea convertirse en vampira. Y eso me lleva a otra línea de pensamiento. A mi propia conversión, algo a lo que ni siquiera me he atrevido a pensar demasiado. Porque me aterra la inmortalidad extendida a mis pies.
Pero quizás...quizás con Carlisle no me aterra tanto. Cuando estoy con él, cuando pasamos tiempo juntos...No es sólo el sexo o la química, es mucho más. Es estar a gusto no sólo con él sino también conmigo misma.
Pienso en tener esa sensación durante todos los días de mi vida. Decenas de años. Siglos enteros.
Y no es aterrador en absoluto.
HOLIS DE NUEVO. Sí, sé que ha pasado demasiado tiempo y lo siento pero es que la inspiración es una dama caprichosa...
EN FIN. Sé que nuestro papi Carlisle no sale aquí aunque hay menciones de que se lo han pasado muy bien juntos😏.
Prometo que saldrá en el siguiente capi🤭
Recordar darle amor y comentar si os apetece, amo leeros🥰
P.D: estoy más activa en mi nueva historia de Charlie porque chique, no sé qué me ha dado por explorar los lados dominantes de todos los hombres de crepúsculo🤣. Echadle un vistazo si os apetece❤️
https://www.wattpad.com/story/368287817-prohibido-charlie-swan
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