11
Me despierto de buen humor después de haber dormido unas cuantas horas seguidas, lo que es todo un éxito considerando la gigantesca cantidad de información que se acumula en mi cabeza.
Cuando bajo a la cocina a por mi dosis de cafeína, Charlie está sentado tomando la suya propia con la vista clavada en el periódico.
-Buenos días. –tarareo.
Mi hermano suelta un gruñido sin levantar la vista de su lectura así que lo tomo como saludo. Sólo me mira cuando me siento en la silla libre, justo delante de él.
-Anoche saliste. –me anuncia con la seriedad dominando su rostro.
Alzo una ceja mientras tomo un sorbo de mi café antes de contestar. Disfruto de regusto amargo en mi paladar.
-Tus habilidades de detective son increíbles. –replico con ironía. Había contado con que Charlie se enterase más pronto que tarde de mi incipiente relación con el mejor médico del pueblo, aunque estoy sorprendida de que sea tan pronto.
Mi hermano suspira como si se estuviera preparando para una batalla y dobla el periódico antes de volver a hablar.
-Está casado, Carol.
-Divorciado.
-Apenas.
Dejo la taza de café en la mesa, provocando un ruido seco que ocupa el silencio que se extiende entre nosotros mientras nos fulminamos con la mirada.
-¿A qué viene todo esto? –le espeto, mi buen humor se ha esfumado.
-¿Estabas con él mientras estaba casado? –me responde con otra pregunta que hace que mi mal humor se despierte dentro de mí como una bestia sedienta de sangre (y sí, soy consciente de la comparación).
-¿De verdad crees que soy de ese tipo de personas? –mi voz suena más dolida de lo que me gustaría.
-Eso no es una respuesta.
-Y esto no es un interrogatorio. –echo la silla hacia atrás, provocando un agudo ruido cuando las patas se arrastran por el desgastado suelo, y me levanto; el enfado me impide estar sentada. –Y no, no estaba con él cuando estaba casado.
Omito el detalle de que su divorcio es por mi aparición o que su matrimonio no funcionaba como tal desde hace decenas de años según me había contado; no es algo que Charlie necesite saber.
Sus hombros se hunden un poco y puedo ver cierto recelo en su mirada pero mezclado con algo similar al arrepentimiento.
-La gente dice que...
Mi carcajada seca lo interrumpe.
-Vaya, así que ahora le haces caso a la gente.
Niega con la cabeza, sus dedos tamborilean encima del periódico.
-No es eso, es sólo que...-vuelve a suspirar mientras su mirada recorre la cocina, como si las palabras estuvieran escondidas en algún rincón de la estancia. –No quiero que tengas cierta fama.
Me cruzo de brazos, noto como el enfado tensa mi columna vertebral.
-¿Fama?
Por fin su mirada se encuentra con la mía, hay un eco de mi propia furia en sus ojos.
-Por el pueblo ya dicen que te has metido entre un buen matrimonio. Que eres una...-su voz se apaga, dejando la frase incompleta pero vuelve a hablar más firme. –No quiero que digan eso de ti.
-Quizás deberías hablar con ellos y no conmigo.
-Carol...-está usando el tono que usaba cuando me metía en algún lío en el instituto o cuando me peleaba con nuestros padres y él intentaba introducir sentido común en mi cerebro. –Quizás deberías dejar de verlo.
Doy un par de pasos hasta que agarro el respaldo de la silla con tanta fuerza que mis nudillos se ponen blancos.
-Soy una adulta independiente.
La palmada que da en la mesa me sorprende tanto que suelto el agarre.
-¡Pues comportarte como tal! ¡Te está usando, Caroline! Se acaba de divorciar y lo único que quiere es un revolcón con la chica nueva.
Mi mandíbula se tensa al apretar los dientes, estoy segura de que voy a romperme alguno.
-¿Sabes, Charlie? Algunos hombres me ven más que para un simple revolcón.
Su enfado se evapora en un segundo al ver las lágrimas de furia acumularse en mis ojos.
-Carol, no que-
-Que os jodan. A ti y a este puto pueblo.
Sin darle opción a réplica salgo de la cocina y subo las escaleras para esconderme en mi habitación, dando un portazo. El sentimiento de que iba a ser un buen día ha muerto por completo.
Paso todo el día con un humor de perros y en el trabajo no mejoro porque Carlisle no se pasa por la cafetería en toda la noche. Sólo cuando veo la lista de cafés que tengo que repartir por todo el hospital y compruebo que está su nombres es cuando mi humor se aligera un poco.
Dejo su café el último, toco a su puerta y un educado adelante me hace pasar. Veo cómo su rostro se ilumina ligeramente al verme y cierro la puerta tras de mí. Me empapo de su imagen mientras camino hacia él: pelo rubio peinado hacia atrás, mangas de su impoluta camisa azul claro enrolladas en sus definidos brazos y una sonrisa que tira de la comisura de sus labios.
-¿Sabes? Es una pena que vayas a tirar este café. –le digo mientras deposito el vaso tapado sobre su mesa, esquivando los diferentes papeles que ocupan casi toda la superficie y me apoyo en el borde de la misma; mis piernas rozan las suyas. -¿Mucho trabajo?
Suspira echándose hacia atrás en su sillón mientras su mirada hace el mismo recorrido que la mía, acabando en mi rostro.
-Sólo un poco, algunos compañeros quieren que revisen varios de sus casos más complicados. –extiende la mano para empujar el vaso hacia mí sin dejar de sonreír. –Es todo tuyo si lo quieres.
No espero a que se arrepienta, agarro el vaso y le doy un sorbo. La presencia de Carlisle y el café azucarado me ayudan a ver el mundo un poquito más brillante.
-Uhm, es lo que necesitaba. –aseguro aunque quizás necesitaba más la mano del doctor Cullen apoyada sobre mi rodilla de manera casual. Es como si necesitara que nuestros cuerpos estuvieran en contacto cuando estoy cerca; no me quejo, siento el mismo impulso.
-¿Un día duro? –pregunta con delicadeza.
-He discutido con Charlie. –respondo mientras ahueco el vaso con ambas manos y bajo mi mirada hasta donde su mano está apoyada en mi rodilla. Su palidez contrasta con la tela oscura de mi pantalón de trabajo. –Alguien nos vio en el restaurante y se lo han contado.
-Y no se lo ha tomado bien. –adivina. Asiento a sus palabras y su suspiro me hace alzar la vista para encontrarme con su mirada empañada de culpabilidad. –Lo lamento, Caroline. No he tenido en cuenta lo rápido que vuelan las noticias en este pueblo.
-Pueblo pequeño, infierno grande. –intento bromear pero aún sigo tensa por la discusión así que opto por tomar otro trago de café y esperar a que el azúcar me endulce el tono. –No es tu culpa. Son sólo una manada de hienas esperando ver a quién destripan.
Su ceño se frunce mientras su mano aprieta ligeramente mi rodilla.
-Pero no quiero que te destripen a ti.
Formo una sonrisa irónica.
-Puedo soportar un par de cotilleos. Nosotros sabemos la verdad, es suficiente.
-¿Y Charlie?
Me encojo de hombros con deliberada indiferencia.
-Entrará en razón.
-Quizás deba hablar con él.
Alzo ambas cejas.
-Si vas a pedirle mi mano te juro que voy a echarte el café por encima en este mismo momento. –amenazo y eso hace que su rostro se relaje mientras una sonrisa divertida posee sus labios.
-Es tradición, ¿sabes? Vives bajo su techo.
-No por mucho tiempo. Voy a mudarme.
Es la primera vez que lo digo en voz alta y se siente...correcto. Llevo con la idea en la cabeza todo el día, tengo un buen sueldo y me puedo permitir un alquiler de algo pequeño. Sus cejas se alzan con sorpresa.
-¿Estás segura? -Asiento, el plan se va haciendo cada vez más solido en mi cabeza. –Quizás deberías hacer las paces con Charlie antes. Al fin y al cabo creo que sólo quiere protegerte.
Resoplo poniendo los ojos en blanco.
-Sé protegerme solita. Buscaré una casa para mí, algo propio.
Su mano se aparta sólo para rebuscar entre sus papeles. Apunta un par de números de teléfono en un trozo de papel y me lo tiende.
-Es el número de Esme. –explica señalando el primero. –Es experta en buscar casas y restaurarlas. Sabrá cuáles están en alquiler por un buen precio.
Arqueo una ceja.
-¿Quieres que tu exmujer me ayude?
Sus ojos brillan con diversión.
-Créeme, Esme es la que más nos apoya en todo esto.
-¿Y el segundo número?
-El mío. Si necesitas hablar en algún momento quiero que sepas que estoy disponible, a cualquier hora.
La emoción se me atraganta en la garganta y carraspeo, guardándome el papel en el bolsillo del pantalón.
-¿Es otro paso en el cortejo? –bromeo para camuflar la calidez que me provoca que esté dispuesto a estar ahí para mí en cualquier momento. Llevo años apañándomelas sola, sin establecer ningún vínculo sólido más allá de Charlie y Bella.
-Oh, no. –de repente tira de mí con tanta rapidez que no lo veo moverse hasta que acabo sentada sobre sus rodillas. La velocidad del movimiento me ha quitado el aire pero es la intensidad en sus ojos lo que acelera mi corazón. –Esto sí.
Y antes de que pueda decir nada su mano se apoya en mi mejilla y me besa con gentileza, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, como si no estuviéramos en nuestro lugar de trabajo. Como si no existiera nada más que nosotros, y, por un momento, es así.
-Me gusta el cortejo. –murmuro cuando nuestras bocas se separan. Suelta una risa baja mientras sus dedos recorren mi cuello, provocándome escalofríos.
-A mí también. –asegura antes de besarme de nuevo.
Salgo apenas unos minutos después, con el corazón acelerado y una sonrisa estúpida en la cara. De repente, el día ya no ha resultado tan malo.
¿Qué os ha parecido la reacción de Charlie? La verdad es que yo lo entiendo, lo único que quiere es proteger a su hermana🙈
Y la relación de Carol y Carlisle me gusta demasiado, me encanta cómo van adquiriendo confianza además de la tensión que siempre hay entre ellos🤭
Recordar darle amor y comentar, adoro leeros❤️
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