Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

8

El acosador

Meto el auto al estacionamiento y me preparo para realizar mi ultimo intento y usar mi última opción.

No he conseguido ningún empleo para Belcebú, y la idea de que sea un ladrón me mata.

Bajo del auto y me preparo para hablar mientras me dirijo al pequeño supermercado.

Entro con calma y agradezco que el lugar esté vacío.

Una chica está en una de las dos cajas vacías y es a quien me acerco.

—Hola — saludo tan amable como me es posible.

—¿Puedo ayudarte en algo? — pregunta igual de amable.

—Pues... verás, tengo un... un primo — eso se oye mejor —, acaba de llegar a la ciudad y necesita un trabajo, pero ya sabes, muchos lugares piden experiencia, esas cosas...

—Entiendo — acepta —, mira, chica, hay una vacante en la tienda — y siento un alivio gigantesco al escucharla —, pero si me dejas darte un consejo... — y habla más bajo —, búscale un trabajo diferente a tu primo, el sueldo de este lugar es una mierda, el dueño es un maldito que nunca quiere pagarnos, no paga horas extras, no da días de descanso, no pide o contrata un poco de seguridad para el lugar y van tres veces en lo que va del mes que nos asaltan. Si valoras la vida y el esfuerzo que tu primo puede dar y valer, ni siquiera tomes en cuenta este trabajo.

Excelente.

El último trabajo que me quedaba por conseguir está oficialmente descartado.

—Creo que tomaré en cuenta eso... — pienso.

—Suerte, consíguele algo mejor que esto.

Asiento y le doy una sonrisa.

Salgo nuevamente y me pongo a pensar.

Me he quedado sin posibilidades.

Sin nada más que hacer.

He visto todos los trabajos existentes en el lugar, incluso algunos un tanto retirados.

Pero ya no queda nada.

¿Voy a rendirme tan fácilmente?

¿Solo aceptaré lo que el otro par quiere y ya?

Pues qué más puedo hacer, agoté mis opciones, ya no hay nada más para intentar.

Entro al auto y me pongo en marcha, lo mejor que puedo hacer es relajarme y no perder la calma. No podré cambiar nada de lo que ha pasado de todas formas.

Ahora solo me queda ir a un lugar antes de volver a casa y ponerme al corriente con los apuntes de la escuela ya que falté hoy por buscar un empleo.

Manejo tranquilamente y prendo el radio para no estar en silencio total.

Archer dijo que me vería en casa al salir de la escuela, por lo que supongo ya está en camino y eso significa que el demonio no estará más tiempo solo.

(...)

Cuando vuelvo a casa todo está en orden.

Escucho el ruido de la T.V y murmullos, por lo que camino hacia la habitación de huéspedes.

Abro la puerta entreabierta con cuidado y entro al notar que los dos chicos están dentro teniendo una plática relajada.

Ambos están tirados en la cama charlando.

Echo a la cama una bolsa de ropa y llamo la atención de Belcebú.

—¿Qué es esto? — pregunta.

—El uniforme de tu nuevo empleo.

Saca las prendas de la bolsa y comienza a examinarlas.

—¿Qué es esto?

—Un pasamontañas — respondo —, cada que pienses en comenter un crimen recuerda ponerte eso en la cabeza.

—¿Bromeas? — pregunta sorprendido.

—Eso quisiera.

—¿Desististe? No lo puedo creer.

—Calla de una vez, podría arrepentirme y evitarlo.

Archer y Belcebú cuchichean un poco, pero ni siquiera hago el intento por escuchar algo de la platica.

—Pero — decido volver a hablar —, quiero dejar en claro las cosas que tienes prohibidas hacer.

—Bien, dímelo — acepta poniéndome atención.

—No puedes lastimar a nadie, robarle a alguien pobre o sin muchos recursos, los ancianos están vetados de tus listas, los niños también, y nada de robar en tiendas pequeñas y locales.

—Entiendo.

—Y de preferencia, sé discreto, no quiero nada de confrontaciones.

—Ya lo tengo, no voy a defraudarte.

—Ni siquiera lo digas, no quiero tener que recordar lo que haces, voy a fingir que eres honesto.

—Está bien.

—Y ten cuidado con dejar pistas — agrega Archer —, usa guantes, pasamontañas... y si es posible unos lentes.

—¿Unos qué?

—Yo te daré unos después — digo.

—Y no uses nada distintivo con lo que alguien pueda reconocerte.

—Entiendo — asegura el demonio y no hago más que odiarme y sentenciarme a mí misma sobre la estadía en el infierno cuando muera.

—Y lo más importante — agrego —, nada de robar y venir directamente aquí. Ve a otro lugar, haz que pierdan el rastro y después regresas.

—Sé lo cuidadoso que debo ser, no tienen de qué preocuparse, creanme que mis mañanas tengo.

—Ya te lo creo, pero este mundo es quizá un poco más complicado que los otros en los que has estado.

—Lo sé, pero ya he estado aquí antes.

—Pues espero que no hace mucho.

—Bien, pues... — Arch se levanta de la cama —, tengo que irme, solo he venido a darte los apuntes.

El chico me entrega su mochila azul marino y me da un abrazo reconfortante.

—Gracias.

—No es nada, si necesitan algo llámenme — pide —, ah, y asegúrate de no hacerlo explotar — se dirige a Belcebú.

—¿Hacer explotar que cosa? — pregunto con miedo de que algo así esté en manos del demonio.

—Le he regalado mi antiguo móvil a Bael — explica —, no lo usaba y creí que a él podría servirle suficiente ahora.

—Ah.

—Me voy, cuídense.

Nos damos un beso en la mejilla y dejo que se marche.

Bien, problema resuelto, casi no tengo que hacerme cargo más de Belcebú, creo que ya está listo para salir al mundo.

—Nos hemos quedado solos — denota cómo si no fuera lo suficientemente obvio.

—Así es.

—¿Tienes algo por hacer?

—Tengo que ponerme al corriente con las clases a las que no asistí hoy. 

—Lo haré por ti — se ofrece saltando de la cama.

—No creo que tú...

—Lo sé, sólo tengo que transcribir las notas de tu amigo a tu libreta.

Y lo pienso un momento.

Quizá no sea demasiada tarea, pero de igual forma no tener que hacerla me quitaría un peso encima.

—Está bien — acepto y pongo la mochila de mi amigo sobre la cama —, iré por mis cosas.

Abandono la habitación y entro a la mía rápidamente, busco unas libretas en la mochila, otra en el escritorio y solo tomo un par de bolígrafos.

Regreso a donde estaba y dejo el resto sobre la cama.

—Iré a darme una ducha — informo.

—¿Necesitas ayuda?

—Eres tan divertido...

Escucho que ríe, pero gracias al cielo (o al infierno) no dice más y consigo marcharme sin tener que discutir o reprochar comentarios estúpidos.

Me desnudo hasta que estoy en el baño, cepillo un poco mi cabello y entro a la ducha.

El agua caliente me provoca un ligero ardor en la piel al contacto. Sin embargo tras unos segundos de adaptarme desaparece.

Necesito relajarme, tomarme un respiro de mi estrés habitual y dejar que la vida corra conforme debe.

Pero el demonio no permite que mi mente se despeje del todo, y como si de verdad pudiese empeorar, un simple detalle que pareciera diminuto acaba haciendo un mar de ideas en mi cabeza.

—Te preocupas demasiado por mí — una voz completamente externa a mi mente se escucha en el lugar.

Tiro de la cortina de baño para mirar fuera, pero una vez que lo hago suelto un grito.

—¡Qué estás haciendo! — reprocho cerrando la cortina otra vez y deteniéndola contra el muro como si eso fuera suficiente para salvarme.

—Solo venía a hacerte compañía — explica tranquilo.

—Largo, vete de aquí, ¡estoy desnuda!

—Y mojada.

—Lógicamente, estoy en la ducha.

—Eso lo hace más interesante.

—¡No lo hace interesante! ¡Lo hace incómodo y aterrador!

—A mí me parece divertido — dice asomándose por la cortina y casi provocándome un infarto.

—¡Largo de aquí! — ordeno y le arrojo la botella de shampoo en el rostro.

Aunque claro, como era de esperarse esquiva mi ataque.

—Está bien, me voy — acepta sin molestias —, pero me llevaré esto.

Y esa palabra me basta para tensarme.

Vuelvo a asomarme y veo como lleva mi toalla en las manos.

—¡No! ¡Deja mi toalla donde estaba!

—Y también esto, parece interesante — ignora mi orden tomando mi ropa también

—¡Belcebú, detente! — estoy tan asustada que se me sale su nombre en voz alta y me siento más preocupar por mi ropa que por haber sido escuchada.

—Te la daré — decide mirándome —, sólo pasa por la habitación cuando termines y yo mismo te la pongo. 

El demonio abandona el baño y yo me quedo helada donde estoy.

No lo puedo creer, ¿como puede tener el maldito descaro de hacer esto? Maldita sea, soy capaz de quedarme en este baño hasta que alguien llegue al rescate.

Pero también soy capaz de salir y plantármele enfrente para que vea que conmigo no se juega.

Definitivamente esto es una mierda, y la vida me está poniendo a prueba obligándome a hacer cosas que no quiero hacer.

*Nota mental: cierra la puerta a con seguro si quieres privacidad*.

__________________

Perdón por el atraso, me he quedado sin internet.

Sigue leyendo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro