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7

El mensaje

Mientras espero pacientemente mi cabeza da mil vueltas.

En ocaciones me culpo.

En otras me felicito.

Pero a fin de cuentas el motivo de ambas es el mismo.

Belcebú.

Me culpo por tener una carga extra que es altamente peligrosa.

Y me felicito por haberle salvado la vida a un ser vivo por muy malo que pueda ser.

Sí, me metí en donde no debía, hice cosas no debía y salvé a la persona que tampoco debía.

Pero, ¿qué tenía que hacer? Ya estaba allí en el cementerio con el extraño enfrente y prácticamente metida en problemas.

De igual manera tenía que huir de ahí, así que, ¿por qué no ofrecerle al chico huir conmigo?

Ni siquiera sé porqué me engaño, la realidad de todo es que además de temeraria, soy demasiado noble como para dejar a un desamparado en la calle.

Sí, aún cuando el desamparado aparece ensangrentado en medio de un cementerio.

Soy patética. Mi vida era tan aburrida que busqué desesperadamente la oportunidad perfecta para ponerle un poco de intensidad a las cosas.

Pero me pasé de la raya.

—Hey — alguien llama mi atención y la imagen de Belcebú ensangrentado desaparece de mi mente.

—¿Sí?

—Aquí está lo que pediste — dice y extiende un sobre grande y amarillo —, todo está dentro.

Lo abro rápidamente y hojeo lo que hay dentro sin observar a fondo nada.

—Bien, toma — doy el dinero acordado y me apresuro a salir del lugar.

Atravieso la calle luego de observar que ningún carro vaya a pasarme encima y me subo al auto sin detenerme.

—¿Todo listo? — pregunta Archer.

—Aquí está — confirmo y al fin saco los documentos de donde están —, acta de nacimiento, identificación...

Belcebú me quita las hojas de las manos y las mira él mismo.

—Bael Jackson — lee en voz alta —, tengo... ¿tengo veintitrés años? — cuestiona irónico.

—Sí, y no se te olvide, la gente pregunta mucho la edad de los chicos guapos como tú.

—¿Guapos como yo? — inquiere asomándose entre los asientos y mirándome con mucho interés.

—Eres atractivo, y no deberías sentirte demasiado porque te lo diga. Más bien tómalo como una advertencia para el futuro.

—¿Te parezco atractivo?

—No me pareces de ninguna forma, pero sé aceptar cuando alguien es de una manera u otra.

—Y yo soy atractivo...

—Pues sí, ¿o no?

—Seguro.

—Bueno ya está — digo cuando pasan muchos segundos y sigue mirándome muy sonriente —, siéntate bien, me pones mal.

—¿Te pongo mal? — curiosea.

—Sí, me pones de nervios y tensa.

—Interesante... ¿puedes explicarme el por qué de tus emociones? Me serviría demasiado para comprender un poco más acerca de la sensibilidad emocional humana.

—Vete a la mierda.

—Maravilloso, aunque el enojo es la emoción más fácil de conseguir.

—En verdad, Belcebú, cierra la puta boca ahora o te aventaré del auto.

—No me molestaría ser arrojado.

—En movimiento.

—¿Qué te hace pensar que temo ser arrojado de tu pequeño auto? Niña, caí cientos de kilómetros hasta llegar al piso de tu asqueroso mundo, caer de aquí significaría unos cuantos rasguños menores.

—Dios, dime que le pusiste botón de apagado a esta cosa — musito.

—El botón te pertenece a ti, Pecado, yo sólo tengo una palanca.

—¡Ve a decir tus obscenidades a otro puto lado! — reclamo mientras él se ríe abiertamente.

—Eres demasiado impulsiva, Pecado.

—Y tú demasiado estúpido.

—Solo estoy haciéndote una broma, no deberías tomártelo tan apecho.

—Solo deseo que cierres la boca y dejes de decir cosas inútiles y ridículas.

—Soy un demonio, no un genio para cumplir tus deseos, Aradia.

Y me da un cólera mortífero que no sé como aguantarme.

—¿Podrías dejar de portarte tan fastidioso? Sé que te divierte jugar conmigo, pero en estos momentos no estoy en posición de soportarte.

—Eres muy divertida, Aradia, me agradas.

No sé si eso sea un cumplido.

—Toma, juega con esto y mantente callado — le doy un cubo mágico y guardo los papeles donde estaban.

—¿Qué se supone que debo hacer con esto?

—Es un cubo mágico, tiene seis colores y seis caras, tiene que dejar cada cara de un solo color.

—Bien.

—Sin usar poderes ni nada de eso.

—Bien — repite algo pesimista por la especificación.

—¿Ahora qué? — pregunta Archer tras el nuevo y pacífico silencio.

—No lo sé, supongo que deberíamos volver a casa.

—¿Ya pensaste algo sobre el trabajo?

—He tenido algunas ideas — digo —, quizá mañana vaya a ver.

—De acuerdo.

Y mientras continuamos en silencio hago un recuento de los lugares en los que pensé que podría buscarle trabajo al chico, y pienso en nuevas posibilidades.

Alguna debe funcionar.

No puedo tener tan mala suerte ni él tan buena.

(...)

Mientras busco cientos de trabajos en el móvil, Archer prepara la comida, y dado que Belcebú me sirve más quieto que haciendo algo, ahora mismo está armando toda la colección de cubos mágicos que tengo.

Estoy frustrada.

Ningún trabajo es adecuado para él, la mayoría son pésimos, con pagas del asco y horarios prolongados.

Algunos accesibles requieren de cierta experiencia laboral previa.

Y los pocos buenos que he conseguido piden carreras técnicas.

Todo luce cada vez más imposible y comienzo a sentirme frustrada.

—Bien, llegó la comida — avisa mi amigo entrando a la habitación.

Yo asiento pero sigo con la mirada fija en el teléfono.

—¿Cómo va tu búsqueda? — pregunta.

—Es un asco, cada segundo encuentro trabajos mucho peores.

—¿Lo ves?

—No voy a rendirme tan fácilmente — advierto.

—De hecho vas a rendirte pronto — asegura Belcebú.

—No intentes hacerte el que todo lo sabe para intentar manipularme.

—Es que no es un intento, yo lo sé todo.

Ruedo los ojos y sigo buscando sin rendirme.

Debo encontrar algo, no puede ser tan imposible.

—¿Qué es esa cosa? — escucho la voz alterada de Archer y cuando alzo la vista me topo con algo extra.

No es muy grande y flota tranquilamente en el aire.

Es parecido a una burbuja, sólo que más grande y muy luminoso.

Me quedo quieta mirando de lejos pero muy atenta la cosa extraña.

Belcebú por un contrario la mira con esperanza y ojos brillantes.

—Príncipe, me han enviado a darle un comunicado — la burbuja habla.

Sí, habla.

—Dímelo — pide con ansias. 

—El mensaje ha sido mandado por su hermano, el príncipe Lucifer — comienza y se me eriza la piel —: hermano, cuando me dijeron que Rafael había conseguido sacarte de Edén era demasiado tarde como para poder hacer algo. Las cosas no han acabado bien y han conseguido vencernos. No sé dónde te encuentres, sé que vives y estás bien, pero pase lo que pase no vuelvas al abismo aún. Todo terminó mucho peor de lo que creímos, no es seguro que te presentes, me serás de gran ayuda donde estés. El abismo está pasando por un mal momento, pero puedes sentirte tranquilo, todo está en orden y será solucionado pronto. Aguanta un poco más, te buscaré cuando haya resuelto el problema.

Y así es como termina, dejando a Belcebú muy pensativo y algo preocupado.

—Príncipe — llama la burbuja al demonio —, ¿desea dar alguna respuesta?

Y parece dudar en la respuesta que dará.

—No — niega después de todo —, esperaré noticias de Lucifer.

La burbuja se desvanece poco después y la habitación se queda en silencio.

—¿Te encuentras bien? — pregunto.

—Sí — responde rápidamente —, todo está bien.

—¿Seguro? Eso no se oía muy bien...

—Todo está perfectamente — asegura —, pequeñas secuelas de una guerra, nada malo.

—¿Y ya?

—Sí, mi hermano ya ha dado señales de vida, si tiene todo bajo control haré lo que me pide y dejaré que él mismo venga cuando todo esté arreglado.

¿Y ya?

¿Todo está de maravilla?

—Pues... bien.

Y el demonio sigue en lo suyo sin más.

—Tengo que irme en unas horas — Archer se acerca a mí —, ¿te sientes en condiciones de quedarte con él? Podrías venir conmigo si quisieras...

—Todo estará bien — prometo —, es tranquilo y se comportará.

—Está bien, pero prométeme que llamarás si algo raro pasa.

—Lo juro, pero puedes estar tranquilo.

—De acuerdo...

Y así es como la verdadera aventura comienza.

No con el descubrimiento del demonio en un cementerio.

Ni con el intento de esconderlo y mantenerlo libre de la policía.

No, todo comienza cuando tengo que quedarme sola con el loco demonio perverso, de intenciones desconocidas y rara forma de ser.

—Aradia va a estar bien — habla él —, me encargaré de ello.

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Siguiente actualización, lunes 10 de mayo. 🎀

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