Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

42

Planes

Miro el reloj ansiosa mientras el salón permanece vacío.

La repentina aparición de los ángeles ha provocado que los demonios tomaran nuevas decisiones.

Y ahora Lucifer y Belial se han mudado al departamento de mortales de su hermano.

Y sí, se ha hecho un desastre.

Si casi muero en el intento de cuidar a Belcebú, tener que hacerlo con otro dos más es terrible.

Y ahora sólo espero que entren al lugar, pues según las cosas, Belcebú iba a darles una rápida guía acerca de lo que deben y no hacer aquí.

La puerta se abre, miro en su dirección esperando encontrarme con los demonios.

Pero el único ser infernal con el que me encuentro esa bestia de rizos dorados que aún tiene bien puesta su máscara de ángel para poder cazar a sus presas con facilidad.

Por si fuera poco tener a Christian cerca, el escenario es perfecto para ser una escena del crimen.

Estoy completamente a solas con él, y dado que ya ha dejado muy claro que es un psicópata, me quedo tiesa donde estoy mientras le miro actuar.

Mira todo alrededor evitando por completo pasarme la vista encima. Fingiendo que busca un lugar vacío entre las treinta bancas sin dueño del lugar.

Y como era de esperarse, acercándose a donde estoy al fin.

Debo confesar que ya no me causa el mismo terror despavorido de antes, ahora sólo me siento alerta y un poco tensa al tenerlo cerca.

—Buenos días — saluda seductor, algo que para mí suena de una manera más amenazante y peligrosa —. ¿Cómo amaneciste este día, linda Ari?

—No me llames Ari — ladro mientras él se sienta a mi lado.

—¿Por qué no? Es un apodo de cariño, y yo te lo digo con mucho cariño — suaviza su voz, haciéndola sonar aterciopelada y dulce, pero para mí se siente como algo amargo y lleno de espinas.

—Si has venido a jugar te recomiendo que esperes, Bael no tarda en llegar, y no viene solo, seguro que te hace bien hacer nuevas amistades.

—Yo no quiero amigos, sólo una divertida partida de mi juego contigo.

Antes de que su voz consiga ponerme tensa, Christian suelta su primer ataque.

Se ha parado de golpe de la silla, empujando ésta hacia atrás contra el resto de la fila y llegando frente a mí en un segundo.

Una de sus grandes manos toma mi rostro con violencia, arrancándome de donde estaba y arrinconándome contra la pared.

Si Belcebú no llega pronto este idiota me mata.

Mientras me debato entre intentar salvar mi vida o esperar que un milagro lo haga por mí, le suelto un rodillazo en la entrepierna.

Empujo al chico del pecho alejándolo de mí, sin embargo su tiempo de recuperación es fugas y lo tengo listo para el ataque en segundos.

Lo veo listo para golpearme, y solo se me ocurre resguardar mi rostro entre mis brazos.

Oigo que ha soltado el golpe, sin embargo sigo intacta, y la idea de ver a Belcebú aquí me pone los nervios de punta.

Alzo la cara.

Como lo creí alguien ha salido a mi rescate, pero éste sujeto me es desconocido.

—Sé que no te importa, pero hoy comencé el día con el pie izquierdo — dice el desconocido aún sosteniendo el puño de Christian y sin intención por soltarlo —. Solo buscaba alguien con quien desquitarme y de pronto se me cruza en el camino una rata cobarde que se cree superior a una chica solo por tener verga — algo me dice que este tipo y Belcebú harán buenas migas.

El chico atraviesa a Christian con la mirada, al cabo de unos segundos lo empuja co un solo brazo, y aunque esperaba una reacción agresiva que desencadenara la pelea a golpes por parte de éste, me sorprende ver que su rostro parece asustado.

Se marcha. Sin pelea. Sin amenazas. Solo se va aterrado.

Y yo no me puedo creer lo que veo, intento convencerme de que acabo de alucinar la última parte, pero por más que quiero nada cambia.

—¿Te encuentras bien, pequeña en problemas? — la voz del héroe del día me trae a la realidad fuera de mi divago.

—¿Qué? Ah, digo... sí... — asiento poniéndome de pie de una banca y acomodándome la ropa en medio de mis nervios.

—¿Llegué a tiempo entonces? — pregunta.

—Más de lo que crees — confirmo imaginando el buen golpe que traería encima de no haber sido así.

Al fin me tranquilizo y mis ojos no pierden oportunidad de analizar al tipo.

Alto, fornido, con ropa negra y facha de rudo, cabello rubio, corto de los lados y muy largo por en medio.

Nuestras miradas se cruzan.

Sus ojos invasores y penetrantes son azul cobalto, el tono perfecto para parecer morados con la luz adecuada.

Pero su mirada es tan fuerte, tan intimidante... que estar debajo de ella te hace querer confesar todos tus pecados.

Es en este momento cuando comprendo el porqué del repentino miedo de Christian por un tipo con el que casi pelea.

Sus ojos son las dos más letales armas que han existido en la historia. Estar debajo de su mirada es como estar a la vista del cañón de un revólver. Como tener una feroz espada rozándote la garganta.

Su rostro por otro lado es agradable, no menos impetuoso y persuasivo, pero sí lo suficientemente bello como paran pasar por alto todo lo anterior.

Salgo de mi largo momento de análisis y me pongo en marcha, regreso a la banca en la que estaba antes del ataque y tomo el lugar dejando atrás el mal momento.

El chico oscuro avanza por el pasillo y termina sentándose en la silla de enfrente, permitiendo que le analice más.

Es atrayente.

Sencillamente llamativo.

No hay manera de que pase por un lugar sin capturar las miradas. Incluso ahora que quiero perder la atención en él me es imposible y mi vista se niega a quitársele de encima.

Me hace sentir hechizada y comienza a preocuparme.

—Y bien, pequeña en problemas... — habla relajado y luciendo más amigable de lo que me pareció a simple vista —. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

No sé si la pregunta la ha hecho por su recién rescate, o por mis largas miradas hacia su persona.

—No, nada — niego apartando la vista y obligándola a centrarse en algo más.

—¿Cuál es tu nombre, pequeña? — consulta y aunque cumple con todas las característica necesarias para que me moleste que me llame de esa forma, no me incomoda.

—Aradia — me presento un poco menos arisca.

—Mi nombre es Caín — dice metiéndose algo dorado a la boca. Es tan largo como mi meñique, pero delgado como mis auriculares.

Este chico me parece interesante. Incluso más que eso. Puedo percibir algo extraño mientras lo tengo cerca.

Quisiera decir que mi sexto sentido señala que es de los tipos a los que puedo considerar como malos. Pero no es así. No me parece alguien malo.

Más bien es peligroso.

Alguien con quien hay que irse con cuidado.

Puedo verlo en sus ojos. Hay una perversidad en ellos que no es fácil de ocultar o disimular.

La puerta del salón es abierta nuevamente, y esta vez entran a quienes esperaba desde hace tiempo.

Ninguno pone mucha atención a nada y se dirigen hacia mí.

Belcebú se detiene a unos pasos de donde me encuentro, mira al rubio de enfrente y entorna los ojos sobre él.

—¿Qué hace un bastardo como tú aquí y en mi banca? — interroga cruzándose de brazos muy indignado

—¿No crees que esa pregunta te la deberían hacer a ti? — corresponde mirando al demonio sin demasiado interés —. O mejor dicho, a ustedes. Miren nada más a quién tenemos por aquí, el escuadrón de la rebelión. Tres príncipes en la tierra... eso no se ve todos los días.

—Pues acostúmbrate.

—Y si es posible, mejor lárgate — decide Lucifer —. Los bastardos como tú no me agradan.

—Basta ya — intervengo en la injusta discusión —. ¿A ustedes dos que les pasa? No pueden llegar a un lugar y tratar mal a alguien solo porque sí.

—¿Lo conoces? — cuestiona el de ojos verdes.

—Pues no...

—Ya lo sabía. Y tú deberías saber que no puedes defender a alguien que no conoces — regaña.

—¿Y tú sí lo conoces?

—No.

—Pues tú deberías saber que no puedes llegar y atacar a alguien a quien no conoces.

—Ahí hay una falla, y es que yo puedo atacar a quien quiera cuando quiera por la razón que quiera — aclara com grandeza.

—Eres tan pesado...

—Más bien egocéntrico — corrige.

—Joder — refunfuño. Este idiota es mas insoportable con un puto cólico menstrual.

—No me digas que conoces a estos tipos — investiga irónico Caín.

—¿Estás de broma? Son casi como mi familia — exagero sarcástica poniéndome las manos en el pecho.

Oigo que se ríe y consigue sacarme una sonrisa.

—¿Qué da tanta gracia? — discute Lucifer.

—¿Cómo los soportas? — pregunta ignorando al demonio.

—Pues, él solo es un poco inoportuno — señalo a Belcebú —. Él es tranquilo — hablo de Belial —, incluso mi favorito si me lo preguntas, es callado, tranquilo y sensato. Al que no soporto es a ese idiota — miro a Lucifer —. Si fuera un elemento químico, el mercurio sería como el agua a su lado.

—¿Por lo pesado?

—Y lo tóxico también.

Como ya se ha hecho costumbre, la mirada pesada de Lucifer se me clava, pero le ignoro a toda costa.

Aún me deja pensativa la situación de Caín. Puedo notar que algo perverso en su interior, quizá algo malo, pero eso no me repele ni aleja, al contrario, llama más mi atención.

(...)

—¿Estás lista? — pregunta Lucifer mirando de lejos en la seguridad del auto.

—¿Puedo no estarlo? — cuestiono.

—No — niega y enciende el motor de nuevo —. Ahora, harás lo que repasamos, bajarás allí, buscarás al tipo y charlarás con él... que sé yo, usa tus encantos. Tienes que conseguir cualquier manera de acercarnos a la Torkaly de Belcebú.

—Ya sé, ya sé — afirmo —. Date prisa porque comienzo a arrepentirme.

Atravesamos la calle, bajo del auto deprisa y busco al detective Backer mientras los demonios se marchan.

—Aradia — al parecer él me encuentra primero.

—Vaya, justo te buscaba — digo algo nerviosa.

—¿De verdad? Eso es genial... pues dime, ¿puedo ayudarte con algo?

¿Por dónde empiezo? Mi mente se quedó en blanco.

—Pues... escuché algo sobre el cadáver que encontraron recién, y quiero saber que ocurre. He dejado de sentirme segura por aquí.

—Bueno, ocurrió la madrugada de ayer. Estamos investigando aún, hasta ahora no hay ningún testigo y eso nos complica todo un poco.

—¿Ya han resuelto el primer caso? — interrogo.

—No hemos descubierto más acerca de ello — niega meneando la cabeza con pesar —. El caso está por cerrarse entonces.

Eso me suena muy interesante, aunque aún no puedo decidir si es bueno o malo.

—Seguro eso es un peso menos de encima — pienso.

—Algo, aunque no me agrada demasiado cerrar un caso por falta de pruebas.

—¿Qué piensan hacer con lo que encontraron en la investigación? — indago sin mucho interés, pues nos hemos puesto a caminar mientras charlamos.

—Supongo que el collar será guardado — dice encogiéndose de hombros —. Aún no tengo idea, no se le toma demasiada importancia a los objetos luego de que su caso se cierra.

—¿Solo eso? ¿Yo no he podido sacar de mi mente la idea del collar encontrado y ustedes solo lo van a guardar? — espero que el cerebro del chico divague un momento y la señal que intenté enviarle llegue.

—¿Te gustaría verlo? — pregunta bajo pero con complicidad.

—¿Podría? — cuestiono interesada.

—Hmm, creo que podríamos intentarlo — dice dedicándome una dulce sonrisa —. Escucha, el caso estará cerrado oficialmente para el jueves de la siguiente semana, el viernes podrías salir conmigo y yo mostrarte el collar como quieres.

De acuerdo, una cita con el chico es el menor pago que pueda hacer a cambio de la posibilidad de recuperar esa cosa.

—De acuerdo, me parece bien — acepto sin darle muchas vueltas al asunto.

—Entonces ya está, el sábado saldremos — dice muy satisfecho de su trato conmigo —. ¿Te parece si paso por ti a las ocho?

—De acuerdo, me parece bien.

Ya he conseguido la manera de acercarnos a la cadena, ahora sólo falta que alguno de los demonios idee un verdadero plan para conseguir recuperar el objeto y no solo verlo de cerca.

_______________
Siguiente actualización, lunes 19 de julio.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro