Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

35

Oh sorpresa

—¡Despierten! — el grito consigue traerme a la consciencia en un instante —. Se nos hace tarde, nuestra práctica comienza en media hora.

Eso es suficiente para alterarme.

Pego un brinco de la cama y busco mi maleta por todos lados.

Archer ya está vestido y prácticamente listo mientras yo busco la manera de cambiarme.

—Oh dios... — escucho que musita, pero me preocupa más alistarme que mirarlo —. ¡Oh Dios! — lo miro y noto que ve horrorizado hacia la cama en la que estaba acostada.

Belcebú está ahí, con la cobija sólo cubriéndole las piernas y completamente adormilado.

Y a Archer parece que está a punto de explotarle la cabeza.

Tras unos segundos de confusión, al mirar que solo tengo la playera del demonio encima caigo en cuenta de lo que ocurre.

—Relájate — ordeno antes de que enloquezca.

—¿Ustedes...? — ni siquiera se atreve a pronunciarlo, y yo recuerdo que mi amigo no está al corriente de los últimos sucesos de mi vida.

—Shh, no es lo que parece — aseguro al borde de la histeria.

—¿No? — duda.

—Bueno, sí — confieso y su rostro se desencaja —. Pero no digas nada, silencio, sé que puedes mantener la calma.

Le veo claras ganas de explotar, sin embargo lucha por mantenerse sereno.

—¿Perdiste tu virginidad anoche con el demonio? — cuestiona en susurros para no despertarlo.

—Eh... no, en realidad no fue anoche... — confieso nerviosa y su expresión asombrada me recuerda que no le conté nada de eso.

—¿Qué?

—Escucha, esta no... — Belcebú se mueve y ambos nos sobresaltamos por ello —. Esta no es la primera vez que tengo algo con él — admito en susurros casi imperceptibles.

—¿¡Cómo!?

—¡Shhh!

—Vamos, Archer, Aradia me folló antes de venir aquí — escuchar al demonio nos deja paralizados a ambos, y éste sigue acostado con los ojos cerrados.

—Lo siento... sé que no te dije nada antes — me disculpo con el chico.

—Creí que tendría sexo primero, y ahora vienes y me dices que me has ganado y no sólo eso, sino con un demonio — admira sonriente.

Escucho que Belcebú empieza a reír y termino ruborizándome por lo incómodo que se ha tornado todo.

Recojo mi maleta del piso y la echo a la cama sobre Belcebú, pero la intercepta antes de que le caiga encima.

—Dense prisa si quieren llegar a tiempo — presiona Arch mientras voy a sacarme algo de ropa.

—Buenos días, Pecado — saluda Belcebú cuando me acerco a donde está.

—Buen día, Monstruo — correspondo.

Mi ropa del día son shorts de mezclilla y playera de tirantes negra.

Belcebú se para segundos después que comienzo a alistarme y está arreglado antes de que yo pueda terminar.

Corro al baño a lavarme los dientes y arreglar mi cabello y rostro tanto como me sea posible.

—Me adelantaré a apartar sus lugares — oigo que informa Arch quitándome un peso de encima.

Mientras termino noto que en el piso está tirada la ropa que Belcebú y yo teníamos puesta anoche al regresar.

La recojo rápidamente, como si alguien más atuviese a punto de entrar y ver una escena del crimen.

Salgo nuevamente, echo las prendas a la cama y busco mi teléfono para marcharnos de una vez.

—Aquí está — avisa el chico enseñándolo.

—Vámonos — pido acelerada por la maldita sensación de estar atrasada y tomo la delantera a la salida.

—Llegaremos a tiempo — tranquiliza Belcebú muy seguro mientras vamos caminando por el pasillo hacia el ascensor.

—¿Lo sabes?

—Lo sé — asegura.

Eso es suficiente para mí.

Se empareja conmigo cuando espero que abran las puertas, que para mi fortuna no tardan más que algunos segundos en hacerlo. Además, por si eso fuera poco, el lugar está vacío, y con más suerte llegaremos abajo sin escalas.

—¿Cómo te encuentras? — pregunta mientras nos recargamos en lados diferentes.

—Comienza a darme dolor de cabeza — contesto masajeando mis sienes con movimientos circulares.

—¿Demasiado alcohol?

—Y demasiado es poco.

Ríe y yo intento no arrepentirme de nada de lo que hice anoche, pero me desconozco totalmente.

En definitiva no era yo la chica de anoche que cometió todas esas locuras.

El recuerdo de mi encuentro con Belcebú en la playa me estremece y siento un calor terriblemente bochornoso.

—¿Qué piensas? — pregunta de pronto y me sobresalto.

—N-nada.

—Cuando quieras mentirme al menos intenta no tartamudear.

Si pudiera golpearme la frente contra uno de los muros lo haría ahora mismo.

—No era nada — repongo con voz más tranquila y segura.

—Recuérdame por qué se sonrojan los ángeles.

—Aún no lo sé.

—Porque están enamorados — dice.

Eso es suficiente para que a pesar de que no soy un ángel, mis mejillas ardan como el fuego.

—Pero yo no soy un ángel — recuerdo intentando desviar la atención de mi rostro.

—No, nunca lo fuiste — reconoce, y eso me deja pensativa.

—¿Nunca?

Belcebú suspira con pesar y me pone tensa por ello.

—No, jamas — confirma.

—Pero... ¿entonces lo que tú y Lucifer dijeron acerca de mí era mentira...? — incluso me sorprende notarle un tono desilusionado a mi voz.

—No — niega y veo que esboza una pequeña sonrisa.

—No estoy entendiendo nada...

—Es un tema complicado — decide.

—¿Piensas explicarme?

—¿Estas lista para escucharlo?

Bueno, reconozco que me agrada cuando lo pregunta, no se niega por completo a darme una respuesta, pero me hace pensar bien si quiero escucharla o no.

—No lo sé... — murmuro.

—Eso significa que no estás lista — denota.

El ascensor se detiene y las puertas abren al instante.

Belcebú me deja salir primero y se pone junto a mí al estar fuera.

Nos encaminamos en dirección al restaurante y quedo helada un segundo después.

Mi mano ha sido tomada por el demonio, entrelaza los dedos con los míos y sigue andando con naturalidad.

Mi corazón de hielo ha sido derretido por el fuego ardiente de Belcebú.

Y palpita atolondrado por la demostración afectiva que no esperaba y jamás pensé siquiera fuera a ocurrir.

—Mi Pecado volvió a sonrojarse — denota sin siquiera mirarme.

—Mi Monstruo volvió a tomarme por sorpresa — correspondo mirándolo, percibiendo que ha sonreído.

Hay unas cuantas personas en la alberca, sin embargo no son demasiadas. No es algo sorprendente, esta no es precisamente una temporada alta para las cadenas hoteleras, y estoy segura que la mayor parte de los huéspedes somos todos nosotros.

Mientras veo que algunos grupos no demasiado grandes andan juntos hacia las escaleras para marcharse a alguna práctica, otros son guiados por algún personal del hotel que les da una plática mientras recorren el sitio.

Asimismo, mi grupo está reuniéndose fuera del restaurante.

—Son una belleza — la voz de Zarah casi consigue acabar con mi burbuja de paz, pero la compañía de Belcebú no permite que el pinchazo le afecte.

—Yo lo sé, siempre lo he sido — acepto con un comportamiento demasiado egocéntrico para ser yo. Pero eso toma por sorpresa a la chica que seguro esperaba escuchar una negación o algo hostil.

—Vaya, hoy amanecimos con autoestima — observa.

—Y si fuera tú me iría acostumbrando.

—Pues ojalá que la acostumbrada seas tú y no estés bajando la cabeza para dentro de cinco minutos.

Pienso rápidamente en un contraataque para soltar, sin embargo la misma chica interrumpe mis pensamientos alzando una mano par llamar la atención de alguien más.

—¡Aquí estamos! — llama y por reflejo doy una mirada a mi espalda para ver a quien le habla.

El rostro que veo consigue darle un pinchazo eficaz a mi burbuja de paz, y noto que el autoestima y seguridad no me han durado ni los cinco minutos pronosticados.

Percibo que la mano de Belcebú se tensa al rededor de la mía y siento más miedo de una reacción por su parte que otra cosa.

Christian está aquí.

Las marcas de la paliza que sufrió por nuestra parte hace unos días siguen vigentes en su rostro, aunque la mayoría de los hematomas ya han comenzado a desvanecerse un poco.

El rubio llega a donde estamos, y tenerlo tan cerca me pone muy incomoda.

Saluda a Zarah y nos mira a ambos.

Me sorprende notar que esa expresión perversa y penetrante con la que me veía sigue vigente ahora que lo vuelve a hacer.

—Mantente alejado de Aradia si no quieres que termine lo que comencé — amenaza Belcebú yéndose sobre él y afianzándolo de la playera.

Una vez advertido, lo suelta agresivo y vuelve a tomarme de la mano para alejarnos de él.

—No lo puedo creer — musito.

—Escúchame — llama buscando mi mirada con la suya y sosteniéndome de los hombros firme —. No tengas miedo, no va a tocarte siquiera.

—No tengo miedo — niego generándole confusión —. Pero no me creo su perseverancia.

—La perseverancia es admirable hasta que la enfocas en un mal fin.

Confieso que la presencia del tipo aquí me pone incómoda, sin embargo no vuelvo a sentir ese miedo desmedido hacia él.

Tampoco puedo decir que no le tengo sentimientos negativos en contra, pero estos no me afectan directamente. Solo puedo aseverar que lo odio por la clase de malnacido que es.

—¡Hey, chicos! — el profesor Peck está a unos cuantos pasos de distancia de nosotros dos e intenta llamar la atención del resto —. Los quiero ordenados ya, entraremos al restaurante y no quiero desorden ni accidentes.

A diferencia del profesor Benzon, éste hombre no es tan simpático, es un poco hosco y serio. Lo que es curioso ya que tiene siquiera veinte años menos.

Ya que no quiero ser la primera en entrar me encuentro un lugar luego de unas tres parejas, y tras una revisión rápida del profesor nos ordena entrar.

—¿Qué se supone que vamos a hacer? — pregunta Belcebú por lo bajo mientras subimos las escaleras.

—Algo que tenga que ver con alimentos y bebidas — recuerdo la materia.

—No suena muy divertido.

—Es mejor que otras cosas.

En el restaurante hay algunas mesas ocupadas, pero al costado contrario en el que estamos noto que han juntado varias en una hilera, haciendo una sola y larga mesa para todos nosotros.

En la entrada hay dos meseras a cada lado, junto a ellas una hielera repleta de botellas pequeñas de licor que reparten a cada pareja de alumnos conforme entran.

A mí me ha tocado una botella de Absolut Vodka, y aunque no consigo ver lo que tiene belcebu, escucho que alguien menciona que es ron.

—Genial, bebidas gratis — piensa el demonio.

—No son bebidas gratis, es para la práctica — aclaro antes de que vaya a beber la suya de un solo trago.

Conforme nos acercamos a tomar nuestros lugares encuentro al profesor Benzon cerca, y al mirarme me sonríe.

—Chicos, revisen los mensajes del grupo — pide cundo nos estamos sentando —. He enviado un nuevo trabajo para ustedes.

Escucho quejas desanimadas por el aviso de tener un trabajo más cuando todavía no comenzamos con este, sin embargo reservo mis quejas, pues la expresión divertida del hombre me hace dudar en que sea algo desagradable.

No pierdo tiempo y busco dicho mensaje.

—¿Qué tan malas son las noticias? — pregunta Belcebú.

—Hmm... — me apresuro a terminar mi lectura antes de responder —. Todo lo contrario. Hoy es Halloween — explico —. Nos ha pedido que salgamos del hotel a ver los diferentes festejos que hay en la ciudad y escribamos un reporte de ello. Será divertido.

—¿Halloween? — indaga.

—Sí, es...

—Sé lo que es — se adelanta a mi explicación, y veo una sonrisa emocionada en su rostro —. Es el mejor puto día del año humano.

No me sorprende que un demonio piense eso. Y en realidad tiene razón.

—¿Eso crees? — pregunto.

—Es el festejo humano al infierno — dice —. En realidad una conmemoración a los caídos y la guerra de liberación celestial que conseguimos. Festejar Halloween es... festejar la rebelión.

Bueno, el significado humano erróneo es diferente, pero el verdadero me agrada más.

—Y — agrega —. Es el cumpleaños de Belial.

—Eso no lo sabía.

—¿Saldremos a festejar Halloween? — pregunta con el rostro digno de un niño que quiere salir a pedir dulces.

—Pues claro, puedo olvidar navidad, pero este día jamas.

—Navidad es el repugnante día del nacimiento del bastardo de Dios — opina aborrecido.

—Jesús — especifico.

—Si vuelves a decir su nombre no volveré a besarte — advierte —. No pienso besar una boca que diga tal palabra.

Me echo a reír ante el comentario que ha sido genuino y no le causa gracia.

—Los hombres normales dirían eso de una mujer que diga palabras como "verga". Eres muy elocuente.

—Los hombres son las bestias más idiotas que han pisado la tierra. Yo siento que me gustas más ahora que te atreviste a decir esa palabra.

—Muy elocuente de verdad — corrijo mi comentario anterior.

Presiento que este día, y sobre todo esta noche, serán de esos muy largos e inolvidables.

________________
Sigue leyendo. 💕

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro