Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

31

La advertencia

Conseguimos que en la recepción del hotel nos prestaran un auto parecido a los que se usan en los clubes de golf, y dado que Archer es todo un miedoso he tenido que manejar yo.

—Ari, vas muy rápido — repite sosteniéndose de todas partes con nervios, pues ya que el auto no tiene puertas teme salir volando de el.

—¿Quieres calmarte? Esta cosa no llega ni a sesenta kilómetros por hora — supongo, pero es algo que podríamos averiguar —. Creo...

—Oh no... no, ¡no! — los gritos enloquecidos de Arch me hacen reír sin parar mientras acelero a fondo en un intento de averiguar el límite de velocidad de esta cosa —. ¡Aradia, detente! ¡Para! 

Escucho que detrás de mi Belcebú comienza a reír, y eso no hace más que potenciar mis carcajadas.

Al menos los dos o tres kilómetros de bajada del hotel son una sola calle recta y sin cruces, por eso mismo no me preocupo por ir a tal velocidad.

Sin embargo los gritos desesperados de Archer llaman la atención de las personas que caminan por las aceras, y noto que muchos miran en nuestra dirección por su culpa.

Esto es tan divertido.

—¡Tope! ¡Tope! ¡Tope! — Archer está histérico señalando el tope de unos metros al frente, y mi cerebro entra en controversia. Desde que aprendí a manejar he visto los topes como un gran obstáculo, y a la velocidad que vamos lo miro como una trampa mortal.

No tengo el tiempo suficiente para frenar, eso podría llevarnos a un terrible accidente.

Así que hago lo que mejor sé hacer, me armo de valor y acelero a fondo.

Archer estira los brazos y se sostiene del tablero del auto mientras cierra los ojos con fuerza preparado para impacto.

El carrito sale volando y mi amigo suelta un grito hasta que volvemos a aterrizar en el camino.

Miro por el retrovisor que Belcebú viene cubriéndose la cara con una mano, pero su sonrisa me indica que está riéndose.

Bajo la velocidad cuando estamos cerca del crucero y atravieso la avenida con calma, pues no quiero que ningún carro nos pase encima.

Acelero cuando la calle nuevamente es recta y veo la entrada a la playa a poca distancia.

Hay un lugar disponible para estacionarnos y freno de golpe cuando estamos ahí.

—Oh, Dios — empieza el chico —. Dios, te debo la vida.

—Eso es una terrible falta de respeto a mi persona — externa el demonio.

—¡Aradia casi nos mata y tú sólo estabas riéndote! — acusa.

—Lo sé, mentiría si dijera que no temí por mi vida — exagera —. Pero tus gritos podían más que mi miedo.

—Tú ni siquiera sientes miedo — acuso —. ¡Ni siquiera te puedes morir! — alzo los brazos y solo me sonríe.

—Hiciste que dudase de mi inmortalidad — dice.

—Cállate — ordeno y río al recordar el momento en el que estábamos en el aire.

Archer toma la delantera y le seguimos en silencio, sin embargo Belcebú me da un codazo suave.

Cuando le miro tiene una sonrisa gigante en el rostro y señala hacia enfrente, burlándose de mi amigo y haciendo que me entren ganas de carcajearme aquí mismo.

Paro en la acerca a un solo paso de donde comienza la arena, me quito los tenis para que no se llenen de ésta y la piso con los pies desnudos.

El chico de mi lado decide hacer lo mismo y lo espero hasta que vuelve a andar.

Caminamos rápidamente para recuperar los metros que Arch nos lleva de ventaja y ni siquiera parece mirar que nos atrasamos.

—Joder, tengo los zapatos llenos de arena — se queja sacudiendo los pies.

—Por eso se quitan antes de entrar a la playa, genio — digo enseñándole los tenis que tengo en la mano.

—La mala suerte me persigue — piensa.

—No es mala suerte, es que eres algo tonto — responde Belcebú y mi amigo le hace una mala cara por el comentario.

La playa no está muy ocupada, hay muy pocas personas y se han establecido en partes de la arena alejadas entre sí, dándose privacidad y espacio.

Archer abre su mochila, saca un bloqueador solar y mete sus zapatos ahí, nos hace una seña para guardemos los nuestros también y luego comenzamos a ponernos el protector en la piel.

Mientras me froto los brazos Archer le ofrece un poco a Belcebú.

—¿Qué es eso? — pregunta.

—Protector solar — explica.

—¿Para?

—¿Para proteger tu piel del sol? — vacila por la pregunta. 

—El sol no le hace daño a mi piel — explica.

—Yo siento envidia de eso — me dice Archer.

—Yo también — concuerdo, pues si no uso el bloqueador terminaré carbonizada en diez minutos.

—Ponme un poco en la espalda — pido al chico ya que me es imposible de hacerlo por mí misma. 

—Ponle en la espalda — se dirige a Belcebú y le arroja la botella.

—Gracias, amigo — me quejo y él solo sonríe muy satisfecho de su gran trabajo.

Belcebú se me acerca, se pone detrás de mí y retira mi cabello hacia un lado del cuello para tener libre acceso a mi espalda.

Siento su mirada clavada sobre mí y eso me pone de nervios mientras debo permanecer quieta.

Escucho que destapa el bloqueador, saca un poco y vuelve a cerrarlo antes de comenzar.

Su mano entra en contacto con mi piel, frota la crema con movimientos circulates y un escalofrío amenaza con atacarme.

Pero consigo controlarlo mientras el demonio continúa con lo suyo.

—No vas a escapar para siempre, Pecado — musita cerca de mi oreja y al fin me estremece.

—Tampoco es que quisiera escapar de ti — repongo retirándome y mirándole a los ojos de manera seductora —. Sólo me gusta provocarte de vez en cuando, Monstruo.

Me lo quedo mirando un momento y luego camino en dirección al mar.

La arena que piso es caliente, tanto que siento comienza a quemarme la piel y las ganas por llegar al mar me provocan ansias.

Archer deja la mochila cerca de donde las olas llegan, pero con la distancia suficiente para que no se moje, y después se echa a correr.

Un par de brazos me alzan del suelo sin aviso, gira un par de veces haciéndome reír y se echa a correr al mar conmigo aún encima.

Oigo el reventar de las olas y mi piel es salpicada por la brisa fresca.

Un momento después me mese para arrojarme al agua.

Grito hasta que estoy dentro y me apresuro a salir de nuevo a la superficie.

Ambos chicos están riéndose de mí. Echo mi cabello para atrás quitándolo de mi rostro  mientras el movimiento de la marea me mece.

El agua me cubre el pecho y me pongo tensa al notar que estamos más adentro de lo que mis nervios permiten.

—Archer — llamo en busca de su apoyo, pero el maldito huye cuando estoy por sostenerme de su brazo.

—Joder, Archer, ven aquí — ruego intentando alcanzarle.

Todo lo miedoso que tiene para otras cosas, el mar es lo único que no le provoca horror.

Belcebú toma una de mis manos y el agarre es suficiente para brindarme tranquilidad.

Tira de mí hasta tenerme enfrente y me abraza protector, haciéndome sentir segura y desvaneciendo el miedo que tengo de ser llevada por una ola para ahogarme después.

—De nada — añade Archer mirándonos con satisfacción.

—Uy sí — me quejo.

—No te decía a ti — aclara —. Se lo dije a él.

Belcebú tiene una ligera sonrisa en el rostro y una idea brinca en mi mente.

—¿Hay algo que no sepa? — pregunto.

—Para nada — niega Archer muy sospechoso.

—Ah, claro que hay algo — aseguro buscando respuestas por parte de cualquier de los dos.

—¿No confías en la palabra de tu amigo? — cuestiona Belcebú.

—Sé cuando está mintiendo — indico —. Como ahora.

Archer me mira travieso, confirmando completamente mis sospechas, pero nada dispuesto a confesar.

—Deja a Archer en paz — pide el demonio intentando desviar mi atención del otro chico.

Me sostiene el rostro con ambas manos y me examina un segundo antes de besarme.

Escucho un chillido por parte de Archer y sonrío sin separarme de Belcebú.

—¡Sí! — oigo —. ¡Al fin! Dios escucho mis plegarias — Belcebú interrumpe nuestro beso para mirarle —. Bueno... era un decir.

Niega con la cabeza divertido antes de regresar a mis labios.

Siento que comenzamos a movernos, quizá porque el chico quiere más privacidad por un momento o debe decirme algo.

Se separa de mí, noto sus intenciones por hablar, pero alza la vista y se le crispa el rostro.

Miro a mi espalda y un vuelco ataca mi corazón.

—¿Se divierten? — interroga permaneciendo con una sonrisa "amistosa", pero su tono de voz es claramente amenazante.

—¿Es un pecado hacerlo? — infiere Belcebú con su típica forma de evadir a los problemas.

—Apuesto a que si lo fuera lo cometerías con más gusto — asegura Lucifer.

—Bueno, si vas a pecar haz que valga la pena — citar.

—Creí que era un viaje escolar — comenta.

—Lo es — confirmo —. Pero tenemos un tiempo libre hasta nuestra primer práctica.

¿Que hago defendiendo a Belcebú? No lo sé, debería dejarlo solo en esto.

—Bien, deberé creerlo entonces — acepta una vez que yo se lo he dicho, cosa que me sorprende, pues ya no parece ser tan cerrado conmigo.

El ambiente es un poco tenso, Lucifer parece molesto y no comprendo la razón.

—¿Todo bien...? — Archer se acerca a donde estamos, y el demonio le mira con un desagrado parecido al que usó al verme por primera vez.

—¿Está cosa que es? — cuestiona estudiando a mi amigo.

—¿Podrías dejar de ser tan desagradable? — reprocho tomando a Archer del brazo.

—Él es Archer — presenta Belcebú —. El mejor amigo de Ari.

—¿Ya le dices Ari? — observa perdiendo la atención de mi amigo segundo.

—¿Te molesta?

—Son tan complicados... — suspiro sin poder creer que de todo detalle consigan crear un problema.

—No entiendo nada... — admite Arch incómodo de lo que ocurre.

—Normal, no tienes demasiada cabeza para comprender cosas detalladas — responde Lucifer.

—¿Quién es este tipo? — me pregunta.

—Y encima se siente con el derecho a preguntarlo — sigue quejándose el demonio.

—Ya basta, Lux — ordena su hermano.

—Es hermano de Bael — le explico a Archer.

—¿Her-hermano? — tartamudea rígido.

—Y aparte tartamudo — continúa Lucifer.

—Bueno, ya cállate — ordeno —. Él es Archer, es mi mejor amigo, gracias a él también es que rescatamos a tu hermano, y deberías dejar de ser tan pesado.

Tiene una mala cara que ni siquiera él soporta, pero al menos ha dejado de hablar.

—Bien, amigo de Aradia — se dirige así a Arch como si no hubiéramos repetido ya muchas veces su nombre —. Los humanos no me agradan, no serás la excepción pero al menos tendré que soportarte sin oportunidad de deshacerme de ti, y para eso debes saber tres cosas: 1. Soy superior que tú en todos los sentidos. 2. No somos ni seremos amigos, así que no te tomes confianzas conmigo. Y 3. Soy Lucifer, pero mi nombre para ti es impronunciable, así que solo dime príncipe. ¿Entiendes?

—¿El príncipe no puede ser un gramo más egocéntrico? — Archer se dirige a mí.

—Puede — confirma Belcebú —. Mejor no lo retes.

—¿El príncipe gusta algo de beber? — ofrece.

—Hmm, sí, está bien, ve por algo — acepta.

—Estaba siendo sarcástico — denota.

—Si te portas bien te enseñaré como serlo, porque tú tienes de sarcástico lo que yo de noble. Ahora corre, Tarta, ve por algo de beber.

—¿Me dijo Tarta? — cuestiona sorprendido posando una mano sobre el pecho.

—Tartamudeaste en el peor momento — indica Belcebú.

Archer camina en dirección contraria al mar para salir de él.

—Vamos, iré por la bebida del príncipe — pide a Belcebú, quien tras darle una mirada a su hermano sale con mi amigo.

Admito que quedarme a solas con este tipo no me es muy cómodo, pero no tengo otra opción.

—Lo pesado jamás se te va a quitar, ¿verdad? — reprocho cuando se han alejado.

—Aléjate de Belcebú — ordena con seriedad, ignorando por completo mi pregunta y tomándome por sorpresa.

—¿Qué? — no puedo preguntar algo diferente, incluso creo que he oído mal su petición.

—Aléjate de Belcebú — repite dejando el claro que le escuché bien.

—¿Alejarme de él?

—Lo que escuchas. Haz lo que te digo.

—¿Te sientes bien? ¿O es que el sentimiento fraternal por mí te ha brotado?

—Puede ser, pero no lo digo por eso. Belcebú solo está usándote.

Debo admitir que la noticia pone mi corazón en juego, pero no es algo que esté dispuesta a creer solo porque él viene a decírmelo.

—Vamos por partes — pido manteniéndome serena —. ¿Por qué...?

—Escucha — me interrumpe —. Sé lo que piensas, y esto no es una clase de sobreprotección fraternal de mi parte. Conozco a mi hermano mejor de lo que conozco a nadie y por eso mismo te lo digo, porque sí, comienzo a estimarte por ser prácticamente mi hermana y eso mismo me genera ciertas preocupaciones por ti. Creí que todo habría quedado en un simple desliz entre ustedes dos, pero ahora veo que no es así, por eso mismo te lo pido, aléjate de él. No estoy diciéndote que dejes de hablarle ni nada parecido, pero mantén tus sentimientos lejos de su alcance.

—¿Por qué me dices todo esto?

—¿Prefieres confiar en mis palabras o escuchar la cruda y cruel verdad?

Aquí vamos de nuevo con las peligrosas desiciones.

—La verdad — elijo, pues me conozco, y necesito herirme para aprender.

—Belcebú no tiene sentimientos reales por ti — suelta —. Le atraes y demasiado, pero la atracción y el amor no están ni cerca de ser parecidos. Sus demostraciones afectivas se acabarán cuando tome de ti lo suficiente y sacies su deseos carnales. Después te verá como algo reemplazable y hará lo mismo con alguien más. Si quieres jugarte el corazón en una apuesta que sabes perderás, adelante, descubre la realidad por ti misma. Incluso si te crees apta de sacarle provecho a la "relación" tanto y de la misma forma que él, adelante. Pero si sabes que no eres capaz de salir ilesa, mejor retírate del juego de una vez.

Mentiría si negara que me siento desconsolada por la noticia.

Belcebú me hizo creer que incluso sentía algo por mí, y a mí corazón comenzaba a gustarle la idea de sentir algo por alguien.

Una mano se desliza por mi espalda hasta detenerse en mi cintura, y aunque el tacto del demonio me provoca la sensación de ligeros toques eléctricos, esta vez ellos repercuten en una dolorosa punzada en mi pecho.

Le miro y está sonriéndome cálido, lo que empeora el malestar.

—¿Todo bien? — pregunta al notar mi desconcierto, y mira a Lucifer un segundo en busca de alguna señal acerca de lo que ha pasado.

—Claro — acepto rápidamente y obligo a mi rostro a no demostrar mínimamente lo que siendo por dentro —. Es solo que a tu adorable hermano le dio por contarme cosas horribles del infierno — invento mirándole con mala cara para hacerlo más creíble.

—¿No dejarás de molestarla por cinco minutos al menos? — litiga mirando a su hermano serio.

—Qué te digo, esa es mi esencia — responde sonriente el otro sin desmentirme.

________________
Mañana hay doble actualización. 🎀✨

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro