30
La idea
Este maravilloso viernes ha comenzado con un accidente automovilístico provocado por un tipo ebrio, que ha causado que perdiéramos una hora intentando pasar de el.
Son alrededor de las seis de la mañana y nosotros estamos por llegar a la primer caseta para entrar a la carretera.
Por si fuera poco, y algo que ya no me extraña, ha comenzado a llover desde hace diez minutos y Archer no ha parado de enviarme mensajes completamente desquiciado por eso.
Pues teme que la lluvia provoque un accidente y terminemos matándonos a media carretera.
Pero al menos finge estar perfectamente frente a Daisy, ya que no creo que desee que su amor platónico mire lo cobarde que es.
"—Hazme un favor y duérmete, si tenemos un accidente y morimos al menos morirás dormido y no sentirás nada".
Tras enviar el mensaje guardo el móvil, pues no quiero leer más lloriqueos de Archer.
—Archer es muy miedoso, ¿no crees? — pregunta el demonio chismoso que ha estado mirando los mensajes todo el tiempo.
—Es una persona despavorida — respondo —. No hay manera de que algo normal lo mire sin miedo.
—Seguro que tu amigo es virgen por temor a ser padre.
—Oye, eso es cierto — confirmo y nos reímos ante tal idea.
Conforme avanzamos por la carretera la lluvia se hace más fuerte, y el sonido que provoca al chocar contra el autobús es lo único que se escucha en el ambiente de por sí silencioso.
—Faltan qué, ¿siete horas más? — pregunta.
—Para como pinta el clima, podrían ser más, y gracias al idiota del auto chocado nos retrasamos ya.
—¿Que cosas interesantes pueden hacerse durante siete horas encerrado en un camión?
—Dormir.
—Dormir no es divertido.
—No, pero sí la manera más fácil de perder el tiempo sin notarlo.
—Debe haber otras maneras.
—Leer un libro — pienso.
—A veces no eres nada inventiva.
—Bueno, entonces propón algo divertido para que perdamos el tiempo.
—Hmm, tengo una idea — declara.
—Dímela.
—No sería buena idea decirlo, sería mejor hacerlo — opina.
—No me digas... eso suena malicioso.
—Puede que sí, ya comienzas a conocerme.
—Pues bien, Bael, muéstrame tu grandiosa idea — suspiro preparada para una nueva de sus locuras.
—Bien, primero debes cambiarme el lugar — comienza.
—Ya me conozco ese truco para robarme la ventana, temo que no.
—Vamos, Ari, hay un par de lugares vacíos al frente y atrás, si quisiera un lugar con ventana iría a alguno de esos.
Buen punto.
—Está bien, pero lo quiero de regreso después — condiciono poniéndome de pie.
El chico se desplaza rápidamente y tomo su lugar, acomodo la manta sobre mi regazo de nuevo y espero nuevas indicaciones.
—Ven — el chico tiene la espalda recargada entre el asiento y la ventana y me permite recostarme sobre su pecho, se las arregla para pasar la pierna izquierda sobre los asientos y así permitirme estar más cerca de él.
—¿Para dónde va todo? — interrogo.
—Le quitas la emoción a las sorpresas — reprocha.
—Más bien te quito el factor sorpresa en mi contra.
—Calla ya — ordena con gracia.
—Ya sé, seguro que sientes frío y haces esto para usar mi cobija también.
—Claro, Aradia, considérate afortunada de que no robase tu linda cobijita y fuera a sentarme solo al frente para mirar por la ventana — se burla.
—Bien, entonces estoy esperando el momento divertido, porque hasta ahora todo indica que el libro era mejor opción — exagero.
—Shh — susurra en mi oído y me dan escalofríos.
Me abraza cálidamente, cosa por la que no siento más que confusión.
¿Hizo todo esto solo para abrazarme?
Una de su manos se mueve, encuentra el borde de mi chaqueta y se cuela por debajo.
El contacto que tiene con la piel de mi abdomen me estremece, pero eso no es lo peor.
Baja hasta encontrar mis pantalones, desabrocha el botón y baja el cierre muy lentamente.
Una vez libre y sin nada que le impida o dificulte el paso, se desliza por debajo de mi ropa interior, dejándome congelada.
Quiero impedirlo, sacar su mano de mi ropa y preguntarle si ha enloquecido.
Pero no puedo.
Una vez que sus dedos entran en contacto conmigo mi cuerpo se queda hipnotizado y nada dispuesto a detenerlo.
¿Qué estoy haciendo?
¿En qué momento mi vida se convirtió en esto? ¿Cuándo me convertí en una chica que se deja tocar de esta forma en un autobús mientras vamos de viaje con compañeros de colegio y un profesor alrededor?
Tal vez estén dormidos, es lo más seguro, pues hay total silencio, no escucho pláticas e incluso oigo algunos ronquidos. Pero el peligro por ser descubiertos está latente, y eso me pone los nervios de punta.
Admito que la mezcla de emociones es excitante, y esta vez no quiero hacer lo correcto y parar.
Quiero continuar sin importar lo riesgoso que pueda ser.
Los dedos de Belcebú trazan delicados círculos sobre mi piel y no puedo parar de retorcerme entre sus brazos por las deliciosas sensaciones que eso provoca.
Por si fuera poco, con la mano libre me rodea el cuello firmemente, dejándome sin aliento y haciéndome ladear la cabeza para atacarlo con besos lentos y húmedos que me dejan agitada.
—Nadie se dará cuenta si no haces ruido — susurra en mi oído, enfatizando el hecho que estoy luchando por conseguir.
—No estás ayudándome — jadeo tan bajo como él y en respuesta aprisiona mi cuello con más fuerza.
—Disfruto viendo el sufrimiento agendo — dice mordiendo delicado el lóbulo de mi oreja y un cosquilleo me recorre el cuerpo completo erizándome la piel.
—Seguro que disfrutaré cuando te toque sufrir a ti — me burlo con una sonrisa cínica en el rostro y siento algo abultado entre sus piernas —. Lo que probablemente esté pasando ahora.
Me gustaría reírme en su cara por esto, pero retoma los movimientos de la mano que conserva entre mis piernas y tengo que morder mi labio para que ningún sonido escape de mi boca.
—Me lo cobraré en unas cuantas horas — musita y veo venir su venganza.
—Eso si me alcanzas — siempre está la opción de huir, correr lejos y no detenerse más.
—Por favor, Aradia, sabes que después de esto vas a correr directo a mis brazos por voluntad propia.
(...)
Como ya es costumbre, la recepción del hotel al que por fin llegamos hace unos minutos está que revienta de tantas personas.
Todos hablan, ríen, hacen cientos de cosas menos organizarse en un solo grupo como las personas civilizadas que se supone somos, y algunos profesores hacen el intento por crear orden mientras otros arreglan el hospedaje de todos.
—Bueno... que raza tan fatídica son — opina Belcebú —. Ni siquiera los demonios más estúpidos del infierno son tan desorganizados.
—Este es nuestro propio infierno, Monstruo — informo.
—Y ahora hay más orden que antes — comenta Archer —. Debiste ver el primer viaje que hicimos.
El recuerdo de eso me deja helada la sangre.
—¿Todo bien, Pecado? — consulta Belcebú.
—Siento terror al recordarlo — explico intentando sacar las terribles imágenes de mi cabeza.
Mientras miramos todo desde un punto tranquilo pegados a un muro, noto que una trabajadora del hotel intenta cruzar la recepción, pero como si de un mar real se tratase, va de un lado a otro entre todos los chicos que son más mortíferos que las olas reales.
Consigue detenerse en medio y alza una mano intentando hablar, pero tiene que darse un respiro del ajetreo primero.
—Aradia Nabiev — llama jadeante y su voz casi consigue perderse entre la multitud.
Pero le he escuchado y alzo la mano rápidamente.
Ella sonríe aliviada de haber encontrado rápidamente a quien buscaba, y atravieso el lugar hasta donde está.
—¿Aradia? — pregunta una vez que estoy frente a ella.
—Sí — respondo un poco confundida.
—Sígueme, tu madre ha pedido una habitación para ti y... dos de tus amigos — recuerda no muy segura.
No me había sentido tan aliviada en tanto tiempo.
Le hago una seña al par de chicos que se han quedado donde estaba, y Archer es el primero en moverse rápidamente.
Cruzamos el resto de la recepción con dificultad, recibiendo empujones, pisadas y demás.
Una vez que salimos del lío comenzamos a subir escalones en dirección al área principal del hotel.
Pasamos junto al área de villas y terminamos de subir las escaleras.
El lugar se abre paso a nuestra vista, la alberca brilla con el sol, y escucho risas por parte de las pocas personas que hay dentro.
Del lado derecho se encuentra el restaurante, y por fuera, a pocos metros de donde comienzan sus escaleras permanece un pequeño bar para pedir bebidas mientras estás en el area de la alberca.
Al fondo está el gran edificio del hotel, y es a donde nos dirigimos justo ahora.
—También hay de esas en el infierno — susurra Belcebú señalando la piscina.
—¿De verdad? — pregunto un poco sorprendida.
—Sí, pero son de lava — explica.
Perfectas para la gente molesta que se queja de la "frialdad" del agua de las piscinas.
Subimos al ascensor junto con la chica que nos guía, y cuando estamos dentro presiona el botón del piso veinte.
—¿Mi madre está aquí? — pregunto con esperanza de verla, pues tiene más de un mes que estamos sin vernos.
—No, cariño, sigue en la Riviera — niega mirándome compasiva —. Pero cuando hablé con ella dijo que quizá venía para acá, este fin de semana habrá un evento en el centro por Halloween, y es posible que forme parte de la coordinación. Pero no ha confirmado nada.
Bueno, al menos aún quedan esperanzas.
El ascensor llega al piso indicado y salimos ordenados, la vista desde nuestro punto da hacia la parte trasera del hotel, justo al cerro que se encuentra cerca y luce verde, dejando ver algunas casas y sus respectivas albercas brillando con colores azules.
Caminamos por el pasillo detrás de la trabajadora, siendo recibidos por la brisa fresca y húmeda que consigue llegar desde el mar.
Abre una de las puertas y nos cede el paso.
El par de caballeros con los que vengo acompañada hacen lo mismo conmigo y soy la primera en entrar.
La habitación está a oscuras, pero consigo ubicar una cama y dejo la mochila que llevo en los hombros ahí.
Pasan unos cuantos segundos hasta que escucho las cortinas correrse, la luz ilumina cada rincón de la habitación y por la ventana queda a la vista el paisaje.
El mar se ve al fondo, y el resto de cosas visibles son árboles y naturaleza en general.
—¿Necesitan algo? — pregunta ella.
—Estamos bien — aseguro sonriéndole —. Gracias.
—No es nada, si necesitan algo pueden llamar a la recepción y con gusto vendré a atenderlos.
Archer agradece la atención y deja que la chica se marche.
Hay dos camas matrimoniales y Archer pone su equipaje en la que aún queda libre.
Belcebú pone nuestras maletas junto a mi mochila y veo que comienza a quitarse la chaqueta, pues el calor del lugar es sofocante.
Miro la hora en el móvil, apenas están dando las dos y me pregunto si el resto de la escuela ya consiguió salir de la recepción.
—Tenemos tres horas libres antes de nuestra primera práctica — informa Archer mirando su celular.
—¿Con qué comenzamos? — pregunto.
—Coctelería — responde tras leer en la pantalla.
—Bien.
—¿Vamos a la playa? — propone.
—¿Con sólo tres horas disponibles? — inquiero indecisa.
—Tenemos que reunirnos en la alberca pequeña a las cinco treinta, si salimos ahora con ropa para cambiarnos podríamos llegar de la playa directo a la práctica — planea haciendo cálculos mentales —. Además nadie va a ser puntual, por lo que tendremos tiempo extra.
Y me lo quedo pensando un momento, no es mala idea.
—De acuerdo, vamos — acepto y abro rápidamente mi maleta para buscar un traje de baño y ropa que ponerme, pues no pienso ir a la playa con jeans.
Encuentro un bikini rosa, y aunque por un momento dudo en elegirlo, alejo las inseguridades de mi mente.
Saco unos shorts de mezclilla clara, una playera de tirantes blanca y entro al baño con toda la ropa en las manos.
Me desvisto rápidamente, suplo mi ropa interior por el traje de baño y encima me cubro con la ropa que elegí.
Vuelvo a ponerme los converse y salgo con el atuendo puesto, hago bola lo que cambié y lo dejo sobre la cama debajo de mi mochila.
Ambos chicos están cambiados ya, Archer con el traje de baño rojo y una playera blanca, y Belcebú vestido igual pero completamente de negro.
—¿Nos vamos? — pregunto.
—Sí, vámonos — confirma mi amigo guardando algunas cosas rápidamente en una mochila.
Salimos veloces de la habitación en dirección al ascensor, y mi amigo presiona el botón repetidas veces, como si eso apresurara a las puertas a abrir.
En cuanto lo hacen entramos, y nuevamente presiona el botón de la planta baja hasta que quedamos encerrados.
—Presionarlo diez veces por segundo no nos bajará más rápido — comento con gracia.
—Quizá y sí.
Cuando vamos en el piso quince el ascensor se detiene, y veo que Archer enloquece por eso.
Las puertas se abren para dejar entrar a alguien más, y la que tiene ganas de copiar su mueca ahora soy yo.
Zarah nos mira con una sonrisa en cuanto nos ubica, y entra con sus aires superiores como es costumbre. Seguida de ella vienen sus dos amigas pesadas.
—¿Ya hay planes para este día? — pregunta mientras continuamos bajando.
—Sí, iremos a la iglesia — respondo para que no intente pegársenos.
—Por supuesto que sí, Aradia — se burla —. El hecho de que vayas a arrodillarte no amerita que inventes que lo harás frente a Jesus y no a Bael — si no fuera yo la ofendida eso me daría risa.
—Habla de pura envidia — le digo bajo a Archer, quien asiente cómplice.
Y Belcebú sólo está recargado en uno de los muros con una sonrisa.
—Y ella de puro miedo de quedarse sin novio si Bael experimenta lo que puedo hacer — contraataca de la misma forma con sus amigas.
—Bueno, al menos no te pesa demostrar que eres zorra — ataca Archer con una sonrisa y barriéndole con la mirada.
—Mejor zorra que mojigata — dice alzando la voz en la última palabra mientras me mira.
—Bueno que lo de mojigata ya no le queda... — comenta abiertamente el demonio.
Zarah me mira alzando las cejas y noto que piensa rápidamente como atacar de nuevo.
—¿Pedo felicitarte por dejar de ser Virgen? — pregunta.
—Bueno, tú siempre has supuesto que así era — me encojo de hombros.
—La ultima vez que te dije virgen no lo negaste — recuerda.
—Y tú negaste haberte operado las tetas — recuerda Archer —. Paradojas de la vida.
—¿Y qué si me operé? — salta molesta.
—¿Y qué si soy Virgen? — le copio, y es ahí donde se queda trabada de no poder seguir con sus burlas en mi contra. El ascensor vuelve a abrirse y salimos todos sin excepción —. Los implantes te quedaron increíbles — admito —. Lastima que no hay cirugía plástica para quitarle lo negro a tu alma.
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Siguiente actualización, jueves 24 de junio. 🌺
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