2
El fugitivo.
Archer está a punto de desmayarse del miedo y yo quiero rehusarme a creer en las palabras del tipo.
Seguramente el golpe le está haciendo alucinar. No tengo dudas de ello.
—¿Por que no me crees? — pregunta.
—Básicamente un desconocido está diciéndome que es un demonio, ¿de verdad preguntas por qué no te creo?
—Sé que es complicado para un humano creer algo así. Sobretodo porque nunca nos han visto, pero no tengo por qué mentirte.
—¿Y si sólo estás alucinando por el golpe que te diste? Es más, ya sé que ha pasado... — decido —. Hmm... por algún motivo extraño que ni siquiera voy a preguntar, estabas en el cementerio, y accidentalmente uno de todos esos rayos que cayeron ahí te cayó específicamente a ti. Por eso estás lastimando y ahora alucinas con que eres un ángel.
—Sí — me apoya Archer —, me parece una buena especulación, seguramente es eso.
—¿Ves algún rastro de que me haya caído un rayo? No lo sé, ¿me ves la piel quemada o con marcas que indiquen que tu especulación es cierta?
—No — acepto pero me niego a creer la historia del demonio.
—Es porque no me cayó ningún rayo, yo caí junto con uno. Eso es muy diferente.
—Pues no te creo — debato muy segura de mis palabras —, busca su billetera, o algo en lo que queda de su pantalón — le ordeno a Archer y sale disparado a la habitación —, no pudo haberse salido todo de sus bolsillos.
—Esto ni siquiera tiene bolsillos — se queja Arch mientras busca entre las telas algo.
—Obviamente no los tiene, y es más obvio que no tengo billetera. Por favor, los demonios no usamos dinero — se queja el tipo un poco molesto de que nos rehusemos a creer su historia.
—Bien — acepto —, eres un demonio.
—Sí.
—Caíste del cielo.
—Sí.
—Y tengo que creerte aunque no tenga pruebas de que seas un demonio pero tampoco de que no lo seas.
—Exacto.
—De verdad no puedo creerte.
—Por favor, dime a cuántos hombres conoces que caigan del cielo y vivan. Mírame, no soy como cualquier hombre. Es más — dice parándose y me sobresalta, haciendo que me vuelva a voltear para no mirarlo —, mira, mira esto. ¡Ni siquiera tengo ombligo!
Y aunque no quiero mirarle termino haciéndolo y constatando lo que dice.
—No puede ser — me quejo al darme cuenta que solo está diciendo la verdad.
—Por favor dime que no le crees — pide Arch asustado.
—Dime a cuántas personas conoces que no tengan ombligo — respondo resignada —, ¡a ninguna! Es imposible no tener ombligo, ¡imposible!
—Solo relájense — pide el chico sentándose de nuevo.
—Si nos permites, estamos un poco asustados de habernos encontrado a un demonio en un cementerio. Ya tenía como un mes que no nos pasaba eso.
—No creo que sea una buena idea ponerse sarcásticos — opina mi amigo.
—Lo siento, es un mecanismo de defensa que evita que me eche a llorar o me de un paro cardiaco, no es mi intención.
—Escucha — pide el chico —, si te causo miedo o cualquiera de esas cosas lo siento, créeme que no es mi intención, lo que menos quiero es que me tengas miedo. Y si es así no te preocupes, me iré de aquí y no volverán a saber de mí.
(...)
—¿Crees que hicimos bien en dejarlo ir? — pregunto.
—No lo sé, en este poco tiempo me he puesto a pensar y creo que no debimos dejarlo — niega para mi sorpresa, pues lo que quería al principio era que se fuera.
—Tal vez no hubiera estado tan mal dejarlo aquí...
—No lo sé, Ari, creo que dice la verdad. Y tomando en cuenta que así sea, algo me dice que no va a lograr estar en la calle mucho tiempo. Porque, vamos, no puede buscar un lugar donde quedarse. No tiene identificaciones, y lo más importante. No tiene dinero. No creo que logre hacer mucho...
—Creo que debemos salir a buscarlo — decido.
—No debe andar lejos. Salgamos por él — acepta sin chistar.
Nos paramos de la cama y salimos rápidamente de mi habitación.
Tomo las llaves del auto mientras Archer abre la puerta y bajamos las escaleras a paso rápido.
Puedo observar algunas gotas y rastros de sangre mientras bajo. Lo que me hace sentir mal por ello. ¿De verdad fui a rescatar a ese tipo para luego sólo dejar que se fuera?
Salimos del edificio y nos echamos a correr.
Cuando llego al auto me las arreglo para quitarle ambas placas en segundos y subo mientras Arch corre a abrirme la reja para poder salir.
Enciendo el radio para no estar tan tensa y paso a recoger a Arch en la entrada.
Me abrocho el cinturón y acelero a fondo.
No sé hacia donde pudo haberse ido, pero le hago caso a una corazonada y me decido hacia una dirección.
—Abre bien los ojos, puede estarse escondiendo — alerto a mi amigo para que busque bien, ya que yo no puedo buscarlo de lleno.
—Sería buena idea que abra la ventanilla y grite algo como: "¡amigo demonio, vinimos por ti!".
—No creo que sea buena idea que alguien nos escuche. Solo abre bien los ojos.
Acelero un poco más y veo a lo lejos un par de patrullas que parecen buscar algo.
¿Acaso nuestro amiguito se metió en problemas tan rápido?
Vamos un poco lento mientras lo buscamos afuera del cementerio, pero al parecer no hay nada.
El sonido de las sirenas de las patrullas me asustan, sin embargo me avisan que la policía lo acaba de encontrar antes que nosotros.
—Dime por favor que el tipo que buscamos no es el que va corriendo ahí — ruego.
—Tú decides, lo ayudamos arriesgándonos nosotros, o damos la vuelta y nos vamos.
Lo pienso un solo segundo y me dan ganas de golpear el volante con la frente.
—Joder — suelto mi queja y acelero.
Las patrullas comienzan a alejarse y tengo que alcanzarlas rápido.
—Muy bien, nos meteremos en problemas — expresa Archer.
—Cállate, no nos meteremos en problemas, veré la forma de rescatar a ese idiota y escapar.
Rebaso al par de patrullas y miro al chico que está corriendo por la acera.
Me acerco y le toco el claxon con la esperanza de que me escuche y nos vea.
Archer se mueve del asiento y veo que se pasa a la parte trasera.
Abre la puerta del copiloto y la sostiene tanto como puede.
—¡Demonio! — le grita al chico y afortunadamente voltea a mirarnos —, ¡sube!
No sé cómo logra hacerlo, pero en un par de segundos está adentro del auto.
—Siento haberte dejado ir — me disculpo —, te creo. Creo que eres un demonio.
Acelero y la prueba verdadera comienza, pues tengo que huir de la policía y volver a casa.
Giro bruscamente en la gasolinería y la atravieso hacia la calle paralela a la que íbamos.
Veo las patrullas seguirme aún y comienzo a ponerme tensa.
Acelero más y comienzo a entrar a todas las calles que puedo.
La policía comienza a quedarse atrás hasta que dejo de escucharla.
Sin embargo no me detengo y sigo yendo rápido hasta que logre regresar.
—¿Por que decidiste salir a buscarme? — pregunta.
—Sabía que no ibas a sobrevivir afuera, me sentí culpable y ahora estás aquí.
Logramos llegar de vuelta, Arch baja corriendo a abrir la puerta y entro rápidamente al aparcamiento.
—Siento no haberte creído y todo eso — me disculpo una vez que apago el motor —, sólo que es un poco difícil para mí todo esto.
—Yo entiendo, no tienes que disculparte.
—Vamos arriba — pido abriendo la puerta y saliendo del auto —. ¿Estás bien?
—Sí. Solo comencé a caminar y ellos se detuvieron junto a mí. Me preguntaron que hacía a esta hora afuera, y cuando me vieron así sospecharon algo.
—¿Y sólo huiste?
—¿Qué podía hacer? No iba a dejar que me llevaran.
—Pudiste atacarlos o algo parecido, supongo que podrías hacer algo así.
—Podría hacerlo, pero no lo haría. No voy a atacar personas solo porque puedo hacerlo. Preferí huir y no hacerles daño.
Nuevamente subimos las escaleras. Yo esperando que ningún vecino chismoso esté mirando por el picaporte, aunque dada la hora que es, supongo que todos están dormidos.
Abro la puerta del apartamento y entramos deprisa sin hacer ruido.
Vamos hacia mi habitación de nuevo y casi repetimos los pasos de la primera vez.
—Bien — comienzo mientras camino hacia la ventana para cerrar la cortina —, antes de seguir con esto quiero saber algunas cosas.
—De acuerdo — acepta sin oponerse.
—¿Por que caíste? Hasta donde yo sé los demonios no viven en el paraíso como para caer de nuevo.
—Ahora mismo hay una guerra en Edén — explica y me pongo tensa —, formaba parte de ella, como segundo comandante al mando, pero alguien consiguió vencerme y aquí estoy.
—¿Hay algo importante que deba saber?
—Creo que no.
—Quítate esas cosas de encima — ordeno dándole la toalla de hace un rato —, hasta los vagabundos del país tienen mejores prendas que tú.
Veo que sonríe y no parece molestarse por mi comentario.
En vez de eso hace lo que le pido.
—Creo que puedo darte algo de ropa interior — menciona Archer tomando su mochila del suelo.
Yo doy la vuelta y me dirijo hacia mi armario en busca de algo de ropa que pueda darle.
Pero me parece imposible encontrar algo que pueda quedarle.
Busco entre mis playeras, pero cada una de ellas es realmente diminuta para el chico.
Luego de casi perder la esperanza encuentro una que podría quedarle.
Es completamente negra y tiene el logo de Batman en el pecho.
—Toma esto — me volteo para entregarle la playera y lo encuentro de pie semidesnudo, únicamente con los bóxers rojos de Archer puestos.
Su desnudes consigue distraerme momentáneamente, pero le entrego la playera y regreso al armario para buscar más ropa.
Necesita pantalones o cualquier cosa para ponerse sobre las piernas y no provocarle más distracciones a nadie.
Pero si a duras penas conseguí una playera, dudo totalmente encontrar pantalones para él.
—¿Encontraste algo? — pregunta Archer.
—Apenas y me entran los pantalones a mí.
Sigo buscando, pues mi guardarropa siempre me sorprende apareciendo cosas que ni sabía que tenía.
—Ah, mira esto — hablo sacando lo que buscaba —, encontré algo.
El chico mira ceñudo la prenda.
—No voy a ponerme eso — niega.
—Es esto o nada, y de una vez te digo que no aceptaré que andes en ropa interior aquí.
—Esas cosas de colores no van a estar sobre mis piernas ni amenazándome con cortarme las bolas.
—Esas cosas de colores se llaman pantalones de pijama.
—No me refiero al pantalón, hablo de lo que está pintado en el.
—Arcoíris — aclaro —, se llaman arcoíris.
—Pues tus lindos arcoíris no van a tocar mis piernas.
Lo miro con la mandíbula trabada y echo al piso la prenda.
Vuelvo a adentrarme en el armario y busco unos pantalones que le queden y sean de su agrado.
—Bromeas — asegura cuando saco otro.
—¿Qué te sienta mejor, Monstruo, las flores o los arcoíris?
—Busca algo que de verdad me quede antes de que tus lindos pantalones coloridos terminen siendo cenizas.
La amenaza hacia mis pijamas me hace tomarme más en serio la búsqueda, y lo último que encuentro sé que no será de su agrado pero al menos le quedaría mejor que las flores.
—Solo ponte esto y deja que mis pantalones de colores sobrevivan — ruego.
El chico alza una ceja inspeccionando mi último recurso y parece darse por vencido, pues aunque rueda los ojos extiende una mano para que le dé la prenda.
Se cubre las piernas rápidamente y se examina un momento.
—Pues... — comienzo mirándole —, el conjunto de Batman te sienta bien — halago.
—Gracias, los murciélagos me agradan.
—¿Quieres una chaqueta?
—¿Qué?
—¿Una chamarra...? ¿Sudadera? ¿Algo con que cubrirte más?
—Una como esta — enseña Archer la chamarra que tiene puesta.
—Ah, un abrigo — comprende.
—Bueno, un abrigo en realidad es algo más formal... pero sí, cumple la misma función.
—Sí, está bien — acepta y giro sobre mí misma para buscar alguna.
Aunque esta vez cualquiera podría quedarle, pues la mayoría de mis chaquetas son grandes.
—Si tienes algo que combine me harías feliz — agrega mientras paso más prendas.
Saco una chaqueta negra y le quito el gancho antes de arrojársela.
—Que obediente — sonríe.
—Yo diría cortés.
Observo como tiene una pequeña pelea con la prenda, pues al parecer no sabe cómo colocársela y se enreda en el intento.
Ni Archer ni yo nos acercamos a auxiliarlo, creo que ambos preferimos mirar el espectáculo de lejos.
Nuevamente nos quedamos en silencio, pues esta vez ya no hay nada más por decir.
El tipo solo dura unos segundos quieto hasta que comienza a inspeccionar el lugar.
Lo seguimos con la mirada atentamente, y él simplemente parece estar en un museo observando las cosas peculiares y extrañas que hay alrededor.
Cuando llega a la cama se inclina a mirar nuestra charola de comida que no terminamos por salir a buscarlo.
Alza el vaso de mi sopa instantánea y lo inspecciona atento.
—¿Esto qué es?
—Una sopa — respondo.
Saca el tenedor y se come mi sopa directo del vaso, vuelve a ponerlo donde estaba y toma la de Archer también.
—Claro, cómetelas si quieres — digo con cierto sarcasmo.
—Voy a morir dentro de pocas horas, necesito comer algo antes.
Y me quedo helada con sus palabras.
¿Un muerto? ¿En mi casa? Oh Dios.
Archer me mira con los ojos bien abiertos y una clara expresión acusatoria.
—Bromeas — aseguro.
—Claro que bromeo — confirma —, yo ya estoy muerto, no puedo volver a morir.
E increíblemente, Archer cae como tabla al piso.
—¡Archer! — grito yendo hacia donde está tirado.
Le doy palmadas suaves en la cara para hacerlo reaccionar, pero esta lívido en el piso.
—¿Puedo comerme esto? — pregunta el otro tipo, y cuando volteo tiene las galletas de Archer en la mano.
—Ya, cómete lo que quieras — acepto más preocupada por mi amigo que por la comida —. ¡Archer, despierta!
Pero mi amigo sigue desfallecido.
Mientras busco ideas para revivirlo, el otro tipo llega a mi lado y se agacha.
Le miro un poco asustada y simplemente pone una mano sobre el cuello de mi amigo.
Y reacciona.
Pega un brinco y termina sentado, retrocediendo tanto como le es posible hasta chocar contra la pared.
—T-tú, estás mu-muerto — su palabras suenan a una combinación de afirmación y pregunta que termina confundiéndonos a ambos.
—Mira, pequeño amigo — y hasta parece ridículo que le llamen pequeño a un tipo de metro ochenta —, soy un demonio, prácticamente estoy muerto desde que me desterraron. Pero no es algo que debiese asustarte.
Archer no puede estar más pálido, y aunque también siento miedo en estos momentos, consigo mantenerme tranquila.
—¿Tienes algún lugar donde pueda descansar? — pregunta el demonio dirigiéndose a mí.
—Amm, claro, sígueme.
Esquivo a Archer que sigue en el piso y camino unos pasos hasta llegar a la puerta de la habitación de huéspedes.
Entro y prendo la luz rápidamente.
La pieza es sencilla, hay una cama individual, una mesita de noche y un televisor.
—¿Necesitas algo? — pregunto.
—No, estoy bien — asegura —, pero, posiblemente pase unos días inconsciente, así que... no te preocupes por ello.
—Ah... pues bien, te dejaré solo entonces.
Salgo del lugar y cierro la puerta, regreso a mi habitación y me encuentro con Archer sentado a la orilla de la cama.
—¿Todo bien? — pregunto.
—¿Qué vamos a hacer?
—Bueno, por ahora creo que estaremos bien, él dijo que era posible que pasara unos días inconsciente — explico.
—¿Unos días inconsciente?
—Sí...
—Aradia, ¡¿no has pensado que puede morir?!— reprocha en susurros.
—Él dijo...
—¡No repitas sus palabras! Cada que escucho la palabra demonio siento ganas de desmayarme de nuevo.
—Lo siento...
—Y si... — comienza pensativo.
—¿Si qué?
—¿Si esperamos a que esté inconsciente y lo vamos a echar a orilla de alguna carretera?
—Ni lo pienses, ¡no vamos a hacer eso!
—¿Y si se muere de verdad? ¿Ya pensaste que haríamos si eso pasara? ¿Cómo vamos a explicar un muerto aquí?
—Ya está, silencio — ordeno —, si por un motivo increíble, llegase a morir, entonces haremos lo que querías.
—¿Echar su cuerpo a orilla de carretera? — cuestiona asustadísimo.
—Ya no suena tan bien, ¿verdad?
—Es diferente.
—Me suena más cruel abandonar así a un inconsciente que a un muerto.
—Pero eso sería un delito...
—Cállate ya, Archer, la mayoría de las cosas que hemos hecho esta noche son delitos.
—Oh no... ¿y si dios nos castiga por haber salvado a un demonio y cometer delitos por él? — supone con miedo.
—¡Que dios se vaya a la mierda! La mayoría de los humanos hacen cosas realmente horribles y malas y no reciben castigos a cambio, si voy a ser castigada por haber ayudado a alguien, entonces bien recibido el castigo.
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Siguiente actualización, viernes 30 de abril. ✨
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