Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18

Encontrando problemas

De nuestra llegada apenas y han pasado un par de horas, ya ha terminado de oscurecer y aunque es muy temprano la noche recién comienza.

Mi cerebro buscó tan desesperadamente un mecanismo de defensa contra mi entorno, que acabó por adoptar lo primero que se le puso enfrente.

La solución fue alcohol, y aunque estoy en perfectas condiciones he bebido lo suficiente para dejar de pensar en mis inseguridades y convivir con los demás sin conflictos conmigo misma.

Mientras estoy tranquilamente sentada, Belcebú se aleja unos pasos, noto que va a quitarse la chaqueta y no desvío la vista como siempre.

En el intento la prenda de abajo sube con la que quiere quitarse, y aunque logra separarlas le he visto parte del abdomen desnudo.

Y noto algo que no había visto antes a pesar de haberlo tenido desnudo enfrente.

Pero supongo que no lo había visto por siempre intentar evadirlo.

Tiene una cicatriz bastante centrada en el abdomen, aunque ligeramente cargada hacia su costado izquierdo. La línea no parece protuberante a pesar de ser bastante ancha, y mide cerca de quince centímetros de largo.

Luego de acomodarse la ropa y dejar la prenda junto a la de Archer, se acerca de nuevo.

La duda acerca del origen de esa marca comienza a abrirse paso en mi cabeza, y en segundos ya domina la mayor parte de mis pensamientos.

—¿Cómo conseguiste esa cicatriz? — pregunto algo bajo para que solo él me escuche.

—¿Qué cicatriz?

—La del abdomen.

Veo que desvía la vista e intuyo que comienza a buscar maneras de evadirme.

—Es una larga historia.

—¿Y no tenemos demasiado tiempo y poco que hacer?

—No suficiente — niega.

Supongo que ha peleado muchas guerras, y esas guerras han traído marcas de por vida en él, sin embargo la manera en la que intenta evadir los recuerdos de ésa en específico me dice que no solo le ha dejado la piel marcada.

—Tiene que ver con la rebelión, ¿no es cierto? — pregunto sin siquiera detenerme a pensar, pero mi estado de ebriedad lo que menos desea es pensar.

—¿Por qué tendría que ver con eso? — pregunta adoptando una postura más defensiva.

—Porque supongo que eres alguien que ha participado en demasiadas guerras como para tener las cicatrices suficientes en el cuerpo, y por eso mismo dudo que te cueste trabajo hablar de cualquier otra, eso significa que la que he visto tiene un buen motivo para no hablar de ella.

—Eres muy inteligente, pero tu intuición no lo es todo.

—Sabes que no estoy equivocada.

—Y tú no sabes una mierda — apunta bastante hostil, lo que mi instinto de supervivencia identifica como un foco rojo del cual debo huir.

—Igual que tú, pero aún así no te abstienes de opinar.

Me levanto de donde estoy y salgo del lugar sin esperar más.

Me adentro en el mar de personas y avanzo conforme el movimiento de todos me lleva.

Estoy lo suficientemente sobria como para mantener de pie, pero lo necesariamente ebria como para no saber cómo salir de aquí.

Me las arreglo para liberarme, y luego de analizar el lugar comprendo que debo salir de la casa para tener un poco de paz.

Fuera todo permanece mucho más tranquilo, el jardín no se encuentra vacío, pero podría jurar que hay más personas en la cocina que aquí.

Al pasar unos segundos el aire helado me congela la piel desnuda y me arrepiento de no tener puesta una chaqueta.

No sé qué hago aquí, pero al menos tengo en mente que no deseo entrar.

El alcohol me ayuda a no tener frío, sin embargo no reduce el riesgo de que acabe con un resfriado mañana.

Mientras me recargo sobre la pared para no correr el riesgo de perder el equilibrio y caer, noto que un tipo se acerca a donde estoy.

—Hola — saluda examinándome a fondo, cosa por la que comienzo a ponerme tensa.

—¿Se te ofrece algo? — mi voz no es hostil, pero sí reservada.

—Mis amigos y yo notamos que estás aquí sola — señala hacia atrás de sí donde hay otros tres tipos —. Y creímos que quizá te gustaría acompañarnos.

—Hazle un favor a tus bolas y lárgate antes de que te las rompa — suelto sin tacto, pero consigo sonar más amenazante por ello.

—¿Tú y quien más?

—Solo yo, ¿para qué quieres más?

Le veo reírse, sin embargo mi rostro sigue igual de serio ya que no estoy bromeando.

El tipo voltea hacia sus amigos y escucho que silba. Posteriormente me toma de la muñeca y me jala para que vaya con él.

Pero me resisto.

A pesar de ello comprendo que no piensa soltarme, por lo que no pierdo más el tiempo y cumplo mi amenaza.

Le suelto una patada entre las piernas con fuerza, consiguiendo que me suelte y se encorve por el dolor.

Me dispongo a volver adentro, sin embargo una mano más vuelve a aprisionar mi mueca, y cuando intento defenderme por segunda vez mi mano libre es apresada también.

Es aquí cuando los efectos del alcohol dejan de jugar a mi favor y van en mi contra.

Comienzo a forcejear, consigo golpear a otro tipo igual que al primero, y cuando libera una de mis manos la uso para darle un puñetazo en la cara al otro.

Sin embargo no consigo esquivar el puño que va contra mí, se estrella en mi pómulo izquierdo con tal fuerza que termino en el piso totalmente aletargada y dándole el tiempo necesario a los otros tres de reponerse de mi ataques.

Antes de que pueda levantarme, arrastrarme o al menos pedir ayuda, mi cabello es capturado y jaloneado.

Me quejo mientras los cuatro tipos juguetean conmigo, y aunque intento defenderme me sueltan un segundo puñetazo que pega en mi nariz y boca al mismo tiempo.

Escucho festejos burlescos y las manos que me jalaban el cabello o los brazos comienzan a tirar de mi ropa.

—¡Déjame! — grito cuando siento que comienzan a arrancarme la playera, y posteriormente escucho un tercer golpe seco.

Sin embargo por más que espero sentir el dolor no sucede, y no es hasta que me echo el cabello para atrás cuando comprendo que la atacada no fui yo.

Uno de los tipos está totalmente inmóvil en el piso y los otros tres ya están yendo a atacar a Belcebú.

Pero ninguno consigue darle; mientras tira a uno le encesta un golpe en el estómago a otro y le da un cabezazo al último.

—La próxima vez que quieras huir de mí para presionarme hazlo en un lugar donde pueda verte y no termines poniéndote en peligro — regaña tomándome del brazo y me acomoda la ropa antes de llevarme adentro de nuevo.

Yo estoy más confundida que cuando recién salí, con los golpes me siento más aturdida y estúpida y voy luchando para no caerme con todas las personas que parecen ser obstáculos mientras Belcebú me lleva a un lugar que aún no logro ubicar.

Cuando llegamos a las escaleras me siento afortunada hasta que comprendo que también las tengo que subir, y siento que se mueven bajo mis pies cuando lo hago.

El agarre del demonio es un arma de dos filos, pues aunque impedirá que caiga, su manera de guiarme es lo mismo que provocará que pierda el equilibrio.

No me deja de zangolotear hasta que no hemos entrado a un baño y todo termina dándome vueltas.

—¿Estás bien? — pregunta mientras yo intento detener el mundo que sigue girando a mi alrededor.

—Mareada.

—Esos hijos de puta te golpearon — nota mirando mi rostro, pero estoy tan mareada que ni siquiera puedo prestarle atención a eso ahora.

—Les rompí las bolas a los dos y la nariz a uno — digo y noto que sonríe por ello.

—No esperaría menos de ti — admira con orgullo.

—Estoy ebria, eso no jugó a mi favor.

—Seguro los matas si no lo estás — exagera.

—No, pero habría esquivado los golpes.

—Malditas bestias, si pudiera les arrancaría la cabeza...

—Estoy bien — aseguro.

—No lo estás, cuatro malditos intentaron violarte y te golpearon por mi culpa.

—Tú no tienes la culpa de que haya idiotas como ellos — niego.

—Hice que te marcharas y eso ha sido culpa mía, no soy responsable de sus conductas despreciables, pero sí de que hayas caído en sus manos.

—Tampoco ha sido tu culpa — insisto.

—Sí tiene que ver — dice fuera del contexto original —, la cicatriz es de ese día, y más que eso es la señal de una derrota.

—Belcebú, para — ordeno levantándome del retrete donde me senté un momento —, no me importa.

—Sé que sí te importa.

—No, te equivocas — aseguro —, es solo una cicatriz, yo también tengo y muchas, y ninguna significa nada ni demuestra nada, lo único que enseña es que soy de carne y hueso y mi piel no es de metal. Me hiero, sano y la marca que deja no es una cicatriz, en realidad es una enseñanza. Eso mismo es la tuya, y eso significa. La historia detrás de ella no importa, solo importa lo que aprendiste de ello — el chico parece recapacitar acerca de lo que digo y pensaba —, yo sé que hay historias que nos aterra contar, que no tenemos la fuerza y el valor suficiente para hablar de ellas y es menos doloroso guardarlas y continuar.

—No me gusta oír eso.

—A nadie le gusta escuchar sus realidades.

—No lo digo por mí — niega —, sino por ti, no es agradable mirarte mientras dices eso.

—Entonces no me mires.

—No es la acción, ni siquiera las palabras, sino el significado de ellas.

—No esperabas ser el único herido de los dos, ¿o sí?

—Lo preferiría.

—Te encuentras en el mundo equivocado, aquí no eres el que tiene las preferencias para los demás, sino por el que alguien más tiene preferencias por ti o no.

—Vaya cosa, y yo que pensaba que eran la creación privilegiada.

—Pues ya no — nunca lo hemos sido, o al menos ha pasado mucho de que lo fuimos.

Me mira a los ojos y me hace acercarme a donde está, inspecciona el golpe de mi pómulo y me acaricia la piel golpeada con cuidado.

—¿Duele? — pregunta.

—No tanto como dolerá mañana — pienso.

—Lo supongo.

—Al menos a alguien le dolerán más las bolas de lo que a mí la cara.

Se ríe y yo solo sonrío.

—Se toparon con la presa equivocada — opina sin dejar de sonreír.

El chico está demasiado cerca, su atención se centra completamente en mí y comienza a ponerme nerviosa, sin embargo no me siento incómoda y pienso que todo es bastante agradable.

—Ari — llama mientras me acomoda el cabello hacia atrás y va arreglando todo lo que está fuera de su lugar —, ¿puedo hacer algo de lo que no podré arrepentirme aunque lo desee?

—Mientras no sea un delito está bien — acepto al imaginar un posible asesinato.

Sonríe, y al cabo de unos segundos se inclina hacia mí, sus labios rozan los míos y entro en pánico. Me quedo congelada donde estoy sin saber qué hacer ni poder moverme.

Quiero hacer esto, pero estoy paralizada y me aterra dar el primer paso e intentarlo.

La boca de Belcebú genera más presión sobre la mía y es este el momento donde sé que debo entrar yo, aunque no sé específicamente como hacerlo.

Este bien podría ser el peor beso de su vida y no tengo dudas de ello.

Salgo de mi transe y al fin le correspondo; mis labios inexpertos no tienen la menor idea de lo que deben de hacer, pero al menos llevan la intención.

Y mi ebriedad juega conmigo en este momento luego de haber permitido que me golpearan antes.

Belcebú me guía, y al cabo de unos segundos mis nervios dejan de entorpecerlo todo y se mantienen controlados, mis labios toman el ritmo adecuado y se acoplan perfectamente a los del chico.

No hay más.

Aunque quisiera animarme a dar un beso apasionado, sé perfectamente que mi nula experiencia sólo conseguiría un trágico y vergonzoso escenario del cual nunca me perdonaría.

El chico me aprisiona entre el mueble del lavamos y su cuerpo, siento que la situación comienza a subir de temperatura, y a pesar de que mi estado ayuda perfectamente a ello, un miedo se apodera de mi cuerpo y termino evitando todo.

—Detente — pido separándome del chico —, no puedo hacerlo... perdón, no estoy lista para esto.

Abro la puerta y salgo del baño rápidamente, dejo a Belcebú ahí mientras yo huyo a la parte baja de la casa.

La fiesta sigue igual a cómo la dejé, e intento tan desesperadamente huir que termino siendo absorbida por las personas y no consigo salir más.

_____________
Sigue leyendo. 💫

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro