Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17

Pecado y Monstruo

He pasado desde la llamada de Arch encerrada en el baño, principalmente para maquillarme como lo pidió, y ahora porque no me atrevo a salir después de terminar con lo primero.

No ha quedado mal, pero a mis ojos tampoco se mira bien.

Es como tener frente al espejo a una chica parecida a mí, pero completamente diferente.

Las líneas de mis ojos son un poco gruesas, pero han quedado simétricas y perfectas, he puesto rímel a mis pestañas y se ven mucho más largas de lo habitual. Me he oscurecido ligeramente las cejas y el único labial que he encontrado es de un color rojo escarlata que ahora estoy arrepentida de haberme puesto.

Quiero creer que de verdad me veo bien, pero mi yo pesimista, inseguro y sin un gramo de amor propio me jura que parezco niña de cuatro años robando el maquillaje de su madre.

Oigo que la puerta del apartamento se abre, y tras algunos segundos dos voces varoniles se escuchan aunque no son claras.

Archer está aquí, de eso no hay duda.

—Ari, ya llegué — informa dando unos golpecitos a la puerta, misma a la cual pego la espalda para evitar que sea abierta aunque tiene el seguro puesto.

—No lo haré — niego cerrando los ojos —, no pienso salir de aquí.

—Hey, ¿te encuentras bien? — oigo que Belcebú se acerca rápidamente y se escucha preocupado.

—Por favor, Aradia, no vas a hacer esto — pide Archer con voz divertida, pues él sabe por qué me niego a salir —, es solo maquillaje.

—No es solo maquillaje, lo convertí en un enemigo en cuanto lo he tenido en las manos — sollozo a punto de llorar.

—Aradia — nombra Arch, sin embargo una carcajada le impide continuar —, vamos, a veces eres más exagerada de lo normal. Solo abre la puerta, si algo no ha salido bien podemos arreglarlo.

—Es que todo ha salido bien y parezco integrante de Mayhem luego de tirarme agua encima.

La comparativa es suficiente para que mi amigo se eche a reír con fuerza.

—Anda, seguro que Death envidiaría el maquillaje que te has hecho.

—No quiero — me niego con voz aniñada. 

—Ari, no puedes permanecer encerrada en el baño de por vida, eso es algo que ambos sabemos. Abre la puerta.

Si fuera posible seguro si me quedo de por vida aquí adentro.

—Está bien — acepto —, pero al primero que se burle de mí le rompo la nariz — sentencio.

—De acuerdo, abre ya.

Respiro profundo y despego la espalda de la madera. Espero unos segundos mientras decido si apagar la luz o dejarla prendida, pero al final la dejo como está.

Giro la perilla y me doy unos segundos extra antes de dejarme al descubierto.

Ambos están ahí, parados a menos de un metro de la entrada y mirándome.

—Si ya me vieron una vez dejen de hacerlo ahora, me ponen nerviosa — pido.

—Cuando usaste a Mayhem de ejemplo creí que las cosas pintaban mal — se queja Archer —, te ves bellísima, te imaginaba con un delineado al estilo Amy Winehouse.

Siento que las mejillas me arden de vergüenza y quiero volver a encerrarme en el baño, pero Archer no para de examinar el maquillaje y Belcebú solo me mira en silencio, con rostro agradable pero sin decir nada.

—Estás preciosa, serás el centro de atención en la fiesta — asegura Arch.

—No, me niego a que más de una persona me mire en toda la noche.

—Pues vete acostumbrado porque estoy seguro que no habrá ni una sola que no te mire — el chico me saca del baño y apaga la luz antes de cerrar la puerta —, nos vamos.

—Archer, no estoy segura de esto...

—No voy a dejarte faltar hoy — asegura llevándome hacia la habitación —, pase lo que pase esta noche estarás en esa fiesta sí o sí.

Toma uno de los perfumes que tengo y comienza a llenarme de el sin oportunidad siquiera de cerrar los ojos primero.

Me cepilla rápidamente el cabello, toma una chaqueta negra de la cama y nos hace salir nuevamente.

—¿Todo listo? ¿Podemos irnos? — pregunta.

—Sí — es el demonio quien confirma y terminan sacándome del apartamento a la fuerza. 

—No me siento lista, algo me dice que estoy firmando mi sentencia de muerte — sigo quejándome de camino a la salida.

—Con ese drama seguro te dan el protagónico en el teatro.

—Estoy hablando en serio — confieso.

Los tres caminamos por todo el conjunto hacia la salida del extremo contrario al que estamos, pues seguramente Archer ha dejado su auto en el aparcamiento de visitas.

Yo sigo deseando que me ocurra un milagro y evite que siquiera salga del lugar.

Pero jamás he sido tan suertuda.

Una vez que hemos salido, Archer se adelanta al aparcamiento y nosotros le esperamos afuera.

Ya que no he tenido la suerte de librarme del plan de hoy, comienzo a mentalizarme para aceptar mi destino.

Lo mejor será llegar lista para cualquier cosa, y no quejándome aún de lo que no pude evitar.

—Te ves hermosa — el elogio de Belcebú es suave, y su voz parece acariciarme, lo que resulta aún peor porque tengo que fingir que no me provoca cosquillas en el vientre e intentar convencer a mis mejillas de permanecer como están.

—¿No dijiste que no eras mentiroso? — recuerdo evadiendo su mirada y buscando distracciones en el entorno.

—Sí, lo dije — acepta —, e insisto, no soy mentiroso.

Siento que lo tengo demasiado cerca de mí, y eso termina empeorando mi deplorable y desesperada situación.

—¿Entonces debo llamarle acto de lástima a tu halago?

—No, podrías llamarle seducción — indica y eso me pone el rostro como lumbre.

¿Cómo alguien puede intentar ser ciego cuando ya le han dicho la verdad a la cara?

Aún cuando quisiera fingir exceso de inocencia y nobleza, necesitaría ser totalmente estúpida para hacer como que no me ha quedado claro lo que dice y con que intenciones lo dice.

—Bien, entiendo lo que haces, pero si te soy honesta no me siento preparada para afrontar la realidad de tus intenciones — admito y para mi fortuna Archer aparece en su auto.

Le rodeo y pienso rápidamente si subir en la parte delantera, sin embargo eso significaría tener una responsabilidad que prefiero dejarle a su nuevo mejor amigo Belcebú.

Subo atrás y espero a que el demonio entre.

Tardamos unos segundos más en ponernos en marcha, y por si fuera poco me encuentro los auriculares de Arch junto a mí.

No espero más tiempo y me los pongo para distraerme con algo de música.

Noto que mientras me aíslo de los ruidoso de mi entorno, el par comienzan a tener una plática, y aunque era mi intención evadir al mundo me da curiosidad escuchar un poco de lo que dicen.

Archer está riéndose, y aunque el otro sonríe no lo hace igual.

—Le robé doscientos pesos a Zarah — cuenta con gracia, y aunque la acción sigue molestándome, la persona en cuestión le quita lo desagradable al robo —, no creí decirlo, pero la salida de hoy fue mucho mejor de lo que pensé.

—¿No fue la única?

—Para nada, ahora llevo más de mil en el bolsillo — la cifra consigue abrumarme a pesar de que realmente tampoco es una cantidad exorbitante, ni mucho menos una buena para un ladrón.

Sin embargo algo en la situación me hace verlo como más de lo que es, seguramente porque soy "responsable" del individuo responsable de los robos, y entre mayor sea la cantidad, más grande es mi remordimiento.

Decido ponerme nuevamente los audífonos e ignorar el resto de información de los actos delictivos de Belcebú; pues después de todo, creo que si no tengo conocimiento de ellos conseguiré mantenerme en paz conmigo misma.

(...)

Sigo mirando por la ventanilla sin sentirme segura para salir del auto aún.

—¿Podemos bajar ya? — pregunta Arch.

—¡No! Aún no estoy lista — me niego.

—Ari, si esperamos a que te sientas lista va a llegar el baile de fin de año.

—Bajemos ya, Aradia funciona mejor bajo presión — sugiere Belcebú y su idea es tomada sin cuestionamientos.

Ambos bajan del auto y yo no sé si bajar con ellos o esperar más tiempo.

Pero abren la puerta de mi lado, dejando claro que la segunda idea queda totalmente descartada.

—No puedo hacerlo — confieso aún sentada.

—Vamos de una vez, entrarás ahí tarde o temprano — anima Archer.

—Adelántate — sugiere el demonio —, me encargaré de bajar a Aradia del auto.

Archer me mira un momento, pues noto que no está seguro de hacer lo que le han pedido.

—Deberías hacerlo, es posible que decida huir de todas formas — apoyo la idea, y tras una mirada cómplice de ambos, Archer sonríe y se encamina a la casa.

Hay un silencio mientras el chico se marcha, y a pesar de que la calle está llena de voces, música y ruido, nosotros dos permanecemos callados.  

Sé que voy a terminar bajando y yendo al lugar, pero aún no me siento en condiciones para llevarlo a cabo.

—¿Por qué te cuesta tanto hacer esto? — pregunta sentándose en la acerca justo donde está la puerta abierta.

—Vamos, Bael, deberías entrar con Archer y disfrutar la noche en lugar de perder tu tiempo conmigo.

—No me interesa entrar a ese lugar ahora. El motivo por el que estoy aquí no es ese, solo he venido para pasar un tiempo contigo, no soportaría estar rodeado de tantos humanos si no formas parte de ellos.

Nuevamente sus palabras bonitas me ruborizan, sin embargo mi tensión y nervios por salir del auto son mayores que eso y tampoco es notorio.

—Quiero estar sola — explico para convencerlo de que se vaya.

—No quieres estarlo, nadie quiere estar solo realmente, pero la soledad es la forma más rápida de evadir las cosas a las que no nos queremos enfrentar.

—Sí, posiblemente. Eso significa que quiero evadir lo que no me deja bajar del auto.

—No voy a irme — niega —, no porque no pueda, ni siquiera porque no sea capaz de darte tu propio espacio, pero creo que ya te acostumbraste a estar sola y prefiero ayudarte a enfrentar el motivo que te tiene atada al anonimato.

No respondo.

Prefiero quedarme callada.

Más porque quizá mi hermetismo acabe por aburrirlo y termine marchándose de todas formas.

—Yo sé lo complicado que puede resultar algunas veces hablar — continúa —, pero es necesario hacerlo para liberarse de las cadenas que muchas veces nos mantienen esclavizados en algún lugar. Y te aseguro que a pesar de sentirse familiarizado con los grilletes jamás serás feliz con ellos alrededor de tus muñecas.

—No puedo hablar...

—¿Por qué no?

Y me quedo sin palabras cuando abro la boca. No puedo dar respuestas a ello, ni siquiera simples excusas o mentiras.

Mi interior pide a gritos que hable, mi alma desea que pida ayuda de una vez por todas, pero la piel y huesos que tengo por cascarón no ceden en orgullo y se sienten lo suficientemente fuertes como para seguir adelante sin necesitar de nada más.

—No puedo.

—Aradia...

—¡Dije que no puedo!

—¡Hey! — Belcebú me toma con fuerza de los hombros y me inmoviliza obligándome a mirarlo —, no importa si no te sientes lista para hablar ahora, solo quiero que sepas que yo voy a estar disponible en el momento que lo necesites para lo que necesites.

Me mira con tanta gentileza y amabilidad que me siento vulnerable y termino cayendo justo al lugar que tanto quise mantenerme lejos.

En sus brazos.

Me rodea con ellos con cariño y me hace sentir segura, más que antes, más de lo que en cualquier otro momento o lugar en mi vida.

Siento que se pone de pie, nos aleja unos pasos y cierra la puerta del auto.

Vuelvo a separarme de él y estoy parada en la acera.

—Vamos a entrar — decide —, y sin importar cualquier cosa vas a llegar a esa fiesta con la frente arriba y sin dudas de que eres la mujer más bella de todas.

Nos ponemos en marcha, y aunque quisiera me es imposible vencer los nervios en un abrir y cerrar de ojos, pero al menos consigo mantenerlos controlados.

La última vez que fui a una fiesta tenía dieciséis años, de eso ya cuatro.

Y estar aquí, en una, luego de tanto tiempo me pone tensa.

Mientras atravesamos el jardín paso desapercibida, y eso me da esperanzas de pasar así el resto de la noche.

Sin embargo, en cuanto entro al lugar repleto de personas las cosas cambian, y aunque me concentro en atravesar la entrada atascada de chicos, noto varias miradas encima.

No permito que eso influya y no me relajo hasta que he llegado a la seguridad y soledad de la cocina.

Hay personas presentes, pero es una cantidad nula a comparación del resto de la casa, y entre ellos está Arch.

—Lo conseguiste — se dirige a Belcebú y junto a su amigo se acercan a nosotros.

—Solo se sentía algo nerviosa — explica mirándome con complicidad y me guiña un ojo.

—Vaya, Aradia... te ves tan bien... — admira Oliver comiéndome y desnudándome con la mirada, haciendo que me sienta incómoda.

—¿Se te perdió algo en el escote de Aradia? — interroga el demonio que sigue detrás de mí, y siento que me pega a su cuerpo en un acto protector.

El despreciable de Oliver quita la mirada de mi pecho por eso, y ahora Archer también le está mirando.

—¿Quieres algo de tomar? — pregunta éste para hacerme olvidar el mal momento.

—Claro.

—Bien — acepta y se mueve de donde está. 

Cruzo miradas con Oliver, quien a pesar de todo intenta parecer divertido conmigo, pero fracasa y no consigue más que generarme repulsión.

Es un tipo nada atractivo, más alto que yo, flaco, de piel blanca y pálida, su cabello oscuro está alborotado y parece grasoso, tiene la cara llena de granos y un aspecto que grita a los cuatro vientos la falta de higiene persona que tiene.

Su aspecto es muy semejante al de los tipos rechazados de las películas juveniles cliché, sin embargo su personalidad y actitud es todo lo contrario, pues se comporta como el bravucón de esas películas, lo que lo hace doblemente odioso, pues al no poseer mínimo el físico de ese personaje, no hay nada soportable en él.

Y lo peor de este caso es que a pesar de todo yo fui la elegida para gustarle.

Archer me ofrece una botella de cerveza y doy tres tragos en cuanto la tengo en las manos, pues para como van las cosas mi última esperanza es el alcohol.

Archer ofrece la misma bebida a Belcebú, y a pesar de no tener idea de lo que es acepta como si nada.

Hay más movimiento en el lugar, algunos salen, otros entran, y todo luce tranquilo hasta que quien llega es compañero del mi mismo grupo.

Le ignoro totalmente una vez que le he visto, y dado que jamás me ha prestado atención a pesar de conocerme, ni siquiera me preocupa ser vista.

Escucho lo que Archer comienza a platicar tanto a nosotros como a Oliver, y aunque el tema me es indiferente le pongo atención.

—¿Aradia? — alguien me menciona y no puedo evitar buscar al responsable.

Al parecer luego de un par de años de conocernos y nunca dirigirme siquiera la palabra, Roger ahora hasta resulta saber mi nombre.

Me le quedo mirando sin interés, pero esperando a que diga algo en vez de solo mirarme.

—No me lo creo — continúa recargándose del otro lado de la mesa de concreto que está sobre la cocina —, te ves tan... bueno, hasta me dejaste sin palabras.

Escucho una queja de exaspero detrás de mí, y ni siquiera necesito mirar para saber que ahora mismo Belcebú está poniendo los ojos en blanco para poner su cara de desprecio después.

—Tan hermosa, bonita, perfecta — sugiere al fin —, hay los suficientes adjetivos como para quedarse sin palabras.

—Sí, eso, perfecta — toma una de las opciones e ignora totalmente al demonio después.

—Supongo que gracias — contesto sin demasiado interés y deseando que los halagos terminen ya.

—No deberías agradecer, creo que nosotros deberíamos agradecer que hayas venido hoy.

—Estoy a punto de romperle la cabeza a este puto con la botella — musita Belcebú dándole un trago a la cerveza para enfatizar que es esa botella con la que piensa atacar.

—Por el bien de todos reprime ese salvaje deseo — respondo.

—Debería ir al gimnasio del campus — opina uno de sus amigos tras darme una rápida mirada —, quizá hasta nos enseña cómo levantar pesas.

—Y con suerte te ayuda a tener mejores piernas, que yo no me explico como no se te han roto — responde Roger muy defensor.

—Sí, seguro me enseña cómo tener el cuerpo de un verdadero hombre.

—Solo el cuerpo, porque lo maricón no te lo quita ni Dios — interviene Belcebú y vuelve a beber.

—¿Quieres repetirlo?

—Sé que me oíste, no parecerás más varonil por exigir que lo repita.

—Me dice maricón el que tiene cara de muñeca de porcelana — contraataca.

—A leguas se nota que te gustan las vergas, pero no las exijas tan descaradamente, pequeño.

El resto de tipos consiguen sostener al humillado antes de que inicie una pelea, y Belcebú permanece tan despreocupado como estaba antes.

—¡Cobarde!

—Golpeo mucho peor de como insulto, si no quieres una humillación que no puedas ocultar cierra la boca y lárgate — advierte el demonio.

A pesar de negarse, tras un minuto consiguen sacar al tipo del lugar y todo vuelve a la normalidad sin incidentes.

—Vamos, Bael, hiciste mierda a ese tipo sin usar las manos — elogia Archer riéndose.

—Nadie va a meterse con Pecado sin toparse con un Monstruo primero — advierte rodeándome los hombros con un brazo y mirándome con una sonrisa.

_______________
Siguiente actualización, viernes 28 de mayo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro