16
Marcada
La casa permanece en total silencio durante los siguientes quince minutos a que Belcebú y sus amigos demonios se marchan, y mi estado perturbado no me ha permitido hacer más que permanecer en la cama.
Aún no me recupero.
Cada que cierro los ojos el lugar oscuro de la visión o sueño que tuve aparece en mi mente como si estuviera viéndolo.
Y en ocaciones también siento que estoy cayendo al vacío.
Me incorporo y termino sentada, respiro profundo e intento relajarme y volver a la realidad.
Solo fue una pesadilla.
Una broma de un demonio y ya.
Recuerdo el momento exacto en el que tuvimos contacto y vuelvo a sentir el fantasma de esa descarga en la mano.
Miro mi dedo índice y noto algo fuera de lo normal en el.
Hay una línea rojiza de la punta de mi dedo hacia abajo, encaminándose hacia la parte externa de mi mano, pasando sobre mi nudillo, por el dorso, y continuando por mi brazo.
Me deshago de la chaqueta enseguida y sigo el rastro de la línea sobre mi piel.
Por más que miro, la marca continúa subiendo y no se detiene hasta llegar a mi hombro, donde cobra una forma extraña y diferente.
De la línea principal salen otras dos cortas, ligeramente curvadas hacia arriba y casi paralelas.
La línea principal termina curvada, casi como una letra "S", y del par extras salen dos pequeñas rayas hacía abajo.
Paso la punta de los dedos sobre mi piel marcada esperando sentir un relieve, pero se siente liza como el resto de mi brazo.
La marca parece estar dibujada con algún plumón o tinta, por lo que salgo deprisa al baño para intentar quitarla, pues se me pasa por la cabeza la idea de que esto sea una broma de Belcebú.
Tomo la toalla del baño, mojo una de las puntas y la paso sobre una parte de la marca roja.
No pasa nada.
Aplico un poco de jabón sobre la tela y vuelvo a tallar con fuerza el mismo lugar.
Pero sólo consigo irritar mi piel, y la línea enrojecida sigue intacta.
Esto no es una broma.
Vuelvo a la habitación y me siento en la orilla de la cama otra vez.
Quiero guardar la calma y no sé qué hacer en estos momentos, y para que lo primero funcione quizá sólo deba esperar aquí sentada.
Me quedo quieta, pero mi mente no actúa igual, y mientras mi cuerpo está aparentemente relajado mi cabeza está hecha un torbellino.
¿Qué mierda ha pasado? ¿Este día podría ser aún peor?
Seguramente sí, así que prefiero no preguntarlo o aseverar lo contrario.
¿Pero qué es todo esto?
Intento mantenerme serena, por lo que ahora el torbellino deja de arrasar con todo y comienza a actuar en orden también.
Todo comenzó el fin de semana pasado cuando Aradia curiosa fue a meterse a un cementerio en la noche.
Encontré a un demonio recién vencido de una guerra contra Dios, y como soy tan noble y atenta no pude permitirme dejarlo ahí herido y a su suerte.
Aunque claro, en esos momentos pensaba que era un tipo cualquiera que quizá había sufrido un accidente, lo de ser demonio me enteré hasta que lo tuve dentro de mi casa.
Y extrañamente, tenerlo aquí no ha sido tan malo y desastroso como pude imaginarme.
Sí, me ha hecho bromas pesadas, pero sé que bien podría hacerme algo realmente malo y no lo ha hecho, y fuera de sus bromas ha sabido comportarse.
Pero hoy, ese no tan malo y desastroso se ha convertido en eso mismo.
Dejando de lado mi propio olvido de la toalla de baño, salgo para encontrarme al demonio y no solo, con su supuesto hermano Lucifer.
Jamás pensé que pudiera ser peor y aún así logró serlo.
¿Lucifer y Belcebú en mi casa? Eso debería ser una broma.
Pero no lo ha sido, y no conforme con lo pésimo de la situación, aparece uno más.
Belial.
Por si todo eso fuera poco, éste último en cuestión me ve y parece que ha visto la cosa más rara del mundo.
Esa parte ha sido muy confusa, tanto que aún no logro asimilarla.
Más que verme, Belial pareció sentirme, y en cuanto cruzamos miradas el mundo pareció desvanecerse a nuestro alrededor.
Mi ser pareció quedarse bloqueado completamente y luego de tener un mínimo contacto, por lo que entiendo, he caído inconsciente.
Mientras tanto, he tenido una horrible pesadilla sin el menor sentido, y ni se diga de cómo se han puesto de tensas y confusas las cosas luego de que reaccionara.
Ahora estoy aquí.
Sola, confundida, y con una marca extraña que me recorre todo el brazo y no puedo quitar.
La puerta de la casa vuelve a abrirse, miro en su dirección al instante y Belcebú entra, pero esta vez viene solo.
Trae ropa diferente y negra y entra directamente a la habitación.
—¿Todo bien? — no encuentro una pregunta más buena para hacer.
—Hmm, sí.
—Bien...
—Necesito algo — dice.
—¿Algo como qué?
—Un collar. O alguna joya tuya de valor.
—¿A qué nos referimos con valor?
—Sentimental, no necesito que sea de oro.
Me quedo pensando por un momento en algo que cumpla con el requisito.
—Que no sean cruces ni nada que tenga que ver con ellas o su significado — agrega.
—No uso ninguna de esas cosas.
—Excelente.
—¿Para qué la quieres? — pregunto antes de decidirme por algo.
—Eso no importa, solo dámelo.
—¿Volveré a verlo?
—Sí, seguro.
Sin más remedio me quito la pulsera roja que tengo en la muñeca y se la entrego.
Éste la examina en cuanto la tiene en las manos.
—Me agradan los cráneos — dice acerca de las pequeñas calaveras que tiene atadas.
—¿Que pasará con ella?
Vislumbro una sombra junto a él antes de que Lucifer aparezca nuevamente aquí.
—Te haremos brujería para mantenerte cautiva a nuestros pies — responde el tipo tomando la pulsera y siento que mi rostro palidece —. Los demonios no practicamos brujería, niña, deberías saberlo.
El tipo vuelve a desaparecer.
—Solo bromea — aclara Belcebú.
—No lo pareció.
—No es muy bueno con ello, su personalidad tan fría no se lleva con la diversión que lleva de por medio una broma.
—Ya veo...
—Ahora ven — pide extendiendo la mano.
Me pongo de pie tras aceptarla y tira de mí para acercarme a él.
Saca algo del pantalón y lo pasa sobre mi cabeza. El contacto que tiene con mi piel es tan gélido que me dan escalofríos y me eriza el vello de la nuca. Siento un peso considerable colgando de mi cuello y miro lo que es.
—¿Qué es esto? — pregunto tocando la cadena que me ha puesto.
—La Torkaly de Belial — contesta —, ahora debes llevarla en todo momento.
—¿Qué?
—Que no puedes quitártela — especifica exasperado.
—Sí lo entendí, bestia, lo que no entiendo es el por qué de ello.
—Monstruo.
—¿Qué?
—Mi apodo es Monstruo, no bestia.
—No te lo dije como apodo, te lo dije como insulto para no decirte idiota.
—Bien, tienes que llevarla contigo siempre.
—¿Y eso por qué?
—¿Vas a hacer preguntas?
—Las estoy haciendo ya.
—Pues me niego a darte las respuestas a ellas.
—¿Disculpa? No tienes derecho a negarte.
—Tú no tienes derecho a exigirlas.
—¡En realidad sí lo tengo!
—Aradia — nombra poniéndose frente a mí y agachándose para mirarme de frente —, por favor, no pidas explicaciones, no me creerías si te digo que yo también las quiero y las estoy buscando.
—¿A qué te refieres con eso?
—Solo olvida todo lo acaba de pasar.
—Eso es imposible, ¿cómo voy a olvidarlo?
—No lo harás, pero se que al menos podrías fingir que lo has hecho.
—¿Qué es esto? — pregunto tocando mi hombro marcado con la otra mano.
Belcebú hace un gesto cuando ve, pero se acerca más y siento sus manos sobre mi brazo mientras lo examina totalmente.
—No puede ser... — musita soltándome y se vuelve a alejar mientras piensa.
—¿Qué pasa?
—Bien, hablemos — acepta, por lo que comienzo a tensarme al notar que no soportó mantener el secreto guardado.
—¿Qué ha pasado? ¿Qué es todo esto?
—Todo está bien, primero que otra cosa debes mantenerte calmada — pide —, Amm... realmente yo no sé cómo decir esto, el tema es bastante complicado y delicado como para tratarlo como si fuese cualquier cosa.
—No necesito darle vueltas al asunto.
—Ya lo sé, pero yo sí — admite de manera casi graciosa, pero imaginar que mi vida corre riesgo no me permite reír.
—Solo dime qué está pasando — exijo con seguridad para darle valor de hablar.
—Belial cree que eres una persona excepcional — contesta —, no hablando de manera sentimental ni nada parecido, sino que ha tenido esa percepción de ti. Cree que tu alma trasciende de alguien importante... quizá de alguien conocido.
—¿Yo?
—Tú — acepta —, solo son ideas, no hay nada seguro ni posible siquiera, por eso mismo se supondría que me mantendría callado sin decirte nada hasta no comprobar lo contrario. Pero ya que no suelo seguir las reglas...
—¿Creen que soy una reencarnación? — cuestiono entonces.
—Básicamente lo eres, la mayor parte de las almas existentes lo son, a excepción de casos como almas en pena, o castigadas.
—No estoy entendiéndote...
—Digo que tú eres la reencarnación de alguien más en el caso que sea, Belial tenga razón o no.
—¿Y esto qué? — alzo la cadena.
—Eh... — y otra vez se queda pensando —, Belial cree que soy un peligro e imán andando, además de que sin la mía no soy nada. Pero también ha pensado que la necesitas más que yo.
—¿Y a mí para qué me sirve esto?
—Para más de lo que imaginas.
—¿Y esto? — vuelvo a mostrar la marca de mi brazo.
—¿No sientes que has hecho suficientes preguntas?
—Creo que era más necesario responder esta que las otras dos.
—No tengo la respuesta a ello — niega desviando la mirada —, sería fácil inventar cualquier cosa, pero pienso que no buscas mentiras.
—No me serviría de nada.
—Pronto tendré una respuesta a ello, hasta entonces tendrás que esperar.
—Supongo que sí — acepto sin ganas, pero sin alternativas a ello.
—Quizá no tenga la fuerza que antes y sí riesgos mayores, pero voy a cuidar de ti así tenga que dar mi vida a cambio.
La idea me cosquillea el estómago y busco algo a lo que prestarle atención antes de que mis mejillas se sonrojen y así pueda distraernos a ambos de ellas.
—Bueno... llamaré a Archer — decido buscando el móvil que realmente está perdido.
Veo que Belcebú se acerca a la cama junto a mí, y aunque de primera instancia pienso que va a ayudarme con la búsqueda, termina haciéndome mirarle.
—Explícame por qué razón se le ponen rojas las mejillas a los humanos — pide mirando mi rostro, que seguramente en vez de regresar a su tono natural se ha puesto más carmesí que antes —, al menos eso para un ángel es sonrojarse.
¿Qué digo?
Dios, si me escuchas y te apiadas de mí a pesar de estar dándole techo a un demonio, estaré en deuda contigo para siempre.
—¿Te vuelves loco? Unos minutos con tus hermanos y ya alucinas — invento desviando las mirada y sigo buscando mi móvil.
—Aradia mentirosa — alardea con un ligero tono aniñado y no puedo controlar mi risa.
—¿Yo mentirosa?
—Sí — asiente seguro —, te sonrojaste; ahora si gustas puedes decirme por qué ocurrió, o actuar como cobarde y negarme algo que yo mismo vi.
El chico se cruza de brazos y yo sigo buscando mi teléfono porque realmente no lo encuentro por ningún lugar.
—¿Podrías buscar mi celular? Era una excusa hasta que realmente lo perdí — confieso.
El chico rueda los ojos y me entrega en móvil personalmente.
—¿Quien te ha dicho que tomes las cosas que no son tuyas? — regaño.
La pantalla del teléfono se prende y la cara de Belcebú aparece nítida ahí.
—¿Qué hiciste? — reprocho casi asustada de lo que miro.
—Archer me enseñó — contesta muy satisfecho de su trabajo y yo no sé a quién de los dos matar primero.
—Voy a matar a Archer — musito.
—Ese sería el acto más traicionero que veré en la vida, y yo planeé la revuelta contra mi padre.
—No sería capaz de asesinar a alguien, pero ganas de darle una tunda a Archer no me hacen falta.
Desbloqueo el móvil y la pantalla de inicio tiene una foto diferente pero también del demonio.
—Si te soy sincera, tengo miedo de mirar las fotos del móvil — admito.
—¿Temes ver mi rostro y enamorarte de mí?
—No, temo que no sea tu rostro lo que encuentre.
El chico se echa a reír y yo mantengo el móvil encendido en la mano, pues de verdad no me atrevo a usarlo por miedo a que el demonio de las bromas me haya dejado una sorpresa en la galería.
—Me gusta la espontaneidad — dice —, ademas, es más divertido hacerlo en persona.
—¿Eso qué significa?
—Que las únicas fotos que tomé son de mi rostro.
Asiento, y aunque no debería confío en su palabra.
Entro al registro de llamadas y llamo el primer número que es de Archer.
Espero en silencio y no demora nada en responder.
"—Más te vale estar lista, porque si intentas negarte te sacaré de casa con lo tienes puesto — esa es la amenaza de bienvenida.
—No planeaba cancelar — respondo.
—Ah, genial, ¿qué pasa? — pregunta sin voz amenazante.
—Solo quería saber si estabas listo — explico —, y si iría a casa por ti, o nos vemos en la fiesta...
—Estaba por llamarte — dice —, pasaré por ustedes.
—De acuerdo.
—Hey, te has puesto maquillaje, ¿verdad?
—No.
—Que va, pues hazlo ya, llego en quince minutos y no sales de casa sin al menos una línea sobre el ojo.
—Quien te ha dicho que a mí me interesa usar esas cosas.
—Sé que tienes maquillaje, ahora hazlo.
—Ni lo sueñes.
—Quince minutos, Ari, corre".
Y cuelga.
Me deja con la cabeza hecha humo al tener muchísimos reclamos para darle y no poder hacerlo.
—Te noto roja y esta vez no he sido yo — observa Belcebú.
—Ha sido Archer, se está ganando una nariz rota.
_______________
Siguiente actualización, martes 25 de mayo. 💫
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro