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FINAL Capítulo 33: "El mejor verano de mi vida"

¿Por fin?

Sí, por fin.

Ah, claro, no se entiende a lo que me refiero...

¡Alisson recapacitó! O eso parecía. El punto era que no iba a molestarme más en los pocos días que quedaban de vacaciones... Aunque ¿Eso debía alegrarme? Solo quedaban unos tres días, o mejor dicho, dos días y medio para que todo terminara. Me sentía confusa, sin saber cómo debía sentirme al respecto porque al fin y al cabo, las peores vacaciones de mi vida, habían concluidos como las mejores produciendo un gran giro de ciento ochenta grados en cuanto Ryan me demostró sus sentimientos. Gracias a esta reserva.

Pero no iba a ponerme a lloriquear aun. Ese era uno de mis defectos. Ya me entristecía a pesar de que faltara tiempo... Pero... Si las cuatro semanas en la reserva habían pasado volando, no me imaginaba los dos días y medio que restaban. Con tranquilidad y amor ante todo.

-¿Amy? ¿Estás bien? -preguntó Alisson pasando su mano ante mi rostro para desconcentrarme. Había olvidado donde y con quién estaba.

-Lo siento, me quedé pensando.

-Me he dado cuenta -comentó ella riendo.

-Esto es raro -recapacité.

-Sí, demasiado.

-Es bastante claro que no seremos amigas ni nada de ello, pero por lo menos llevémonos bien en lo que resta de vacaciones antes de la escuela ¿Bien?

-Estoy de acuerdo... Y Amy... Gracias por todo -dijo ella sonriente. La Alisson oscura aún no había desaparecido por arte de magia y se notaba lo dificultoso que era para ella dejar de lado su orgullo.

-No hay de que -mascullé.

Al cabo de diez minutos nos encontramos con Brian y Ryan que nos observaban pálidos. Supe al instante de que estaban preocupados.

-Alisson, dime que no has asesinado a Amy y lo que traes ahí es su cuerpo sin vida, solo que tú le das movimiento como una marioneta y... -decía Brian desesperado.

-Calla tonto -respondió Ryan dándole un golpe en el brazo.

-Eso dolió...

-Chicas ¿Pueden explicarnos que es lo que sucede aquí?

-Las cosas han tomado el rumbo correcto -dijo Alisson sin dar demasiado detalle.

-Eso ¿Es bueno? –preguntó Brian.

-¿Eres o te haces? –le respondió su prima burlona.

Brian se tragó la risa y volvió a hablar.

-Bien ¿Entonces? –levantó la mirada.

-¿A divertirnos? –pregunté insegura.

Algunos observaron dudosos y otros solo se encogieron de hombros, pero estuvimos totalmente de acuerdo en que lo que quedaba de viaje, debíamos hacer que sea un gran recuerdo en nuestras mentes por un largo tiempo.

Yo en especial, que jamás iba a olvidar este viaje.


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Sorprendentemente, el día había transcurrido normal y con suma tranquilidad, algo que no sentía hacía mucho. Habíamos estado en el lago, salpicándonos un poco, habíamos armado una fogata, luego hablamos de muchísimas cosas, Ryan y Brian se habían arreglado también, los primos Hunter se disculparon por algunos errores que habían tenido en este viaje y demasiadas cosas que se catalogaban como bastante buenas.

Francamente, hacía bastante que no me divertía. 

Pero cuando llegamos a la cabaña, ya a la tarde, la mayoría de adultos nos estaban esperando dentro. Ya el corazón se nos estaba deteniendo en cuanto abríamos la puerta.

-Niños –murmuró el padre de Alisson.

-No somos niños –dijo ella.

-Oigan ¿Dónde estaban? ¿Olvidaron que hoy partíamos a las caravanas?

Los cuatro quedamos mudos.

-Todavía no es demasiado tarde, así que iremos caminando con linternas.

-Oh no, ni piensen que me arriesgaré a que me asesine un oso –gritó Ally.

-No hay osos cariño –murmuró Sarah, que limpiaba algunos platos con mi madre.

-Da igual, ni loca saldré por allí.

-Lo harás –dijo el señor Hunter.

-¿Quién lo dice?

-Yo, tu padre.

-Pero... -al no poder quejarse, se desquitó lanzando un gritito de frustración que me dio gracia-. Y tú no te rías –me dijo.

Levanté los brazos mostrando mi inocencia y me adelanté a hablar.

-Iré a buscar un par de cosas que dejé en la habitación.

-No te tardes que en quince minutos saldremos.

Asentí y me pasee por el pasillo con distintas placas en muchas puertas que las separaban. Busqué la mía y la de Alisson, y entré. Las camas estaban hechas y por un momento sentí pena de no haber dormido allí, porque al fin y al cabo, había escapado con Ryan. Me recosté en ella, sabiendo que en realidad no tenía que tomar nada de la habitación, sino que quería recordarla, porque iba a pasar mucho tiempo hasta que volviera, si es que lo hacía.

Cerré los ojos, dejando que los minutos pasaran hasta que sentí la puerta abrirse y luego cerrarse. No me moleste en abrir los ojos para ver quién era. Sentí que la cama se hundió a mi lado y una mano paso por mi estómago.

Ryan.

Quedamos en silencio, recostados por un rato, sabiendo que los minutos volaban y que en menos de lo que pensábamos debíamos hacer una caminata de horas.

-Se supone que tendría que estar en mi habitación –murmuró él.

-Se supone... -susurré.

-Pero no lo haré.

-Se nota –reí.

-Hey, me alegra que todo se haya arreglado con Alisson, según lo que contaron ustedes dos esta tarde en lago, todo ha salido más que bien... Sabía que podías hacerlo –abrí los ojos y lo miré. Bueno, tuve que levantar un poco la cabeza porque era más alto que yo.

-No fue fácil, incluso creí que mis últimos días de viaje serían arruinados por ella, pero creo que pude despertarla de su pasado, gracias por ayudarme y contenerme–murmuré, dándole un ligero beso en la barbilla.

-Lo siento, pero estaba obligado a hacerlo –dijo en broma. 

Pasé mis brazos por su cuerpo y quedamos en esa posición, acurrucados con cansancio. El día había sido agotador y en tan solo pensar que debíamos caminar varias horas en medio de la noche, era frustrante.

Y allí estábamos, uno hundido con los recuerdos del otro, pensando en que la reserva había cobrado demasiada importancia como para olvidársela jamás. Forma una parte importante de nuestra relación. Bueno, era el producto de ella.

La puerta fue golpeada minutos más tarde de silencio absoluto, absortos en nuestro propio mundo de paz y completa tranquilidad, donde nada ni nadie ejercía presión sobre nosotros.

Nos separamos lentamente, sabiendo que podría ser Alisson. A pesar de que todo ya estaba bien, no queríamos estar acaramelados delante de ella. Las cosas no se superan de un día a otro, es un proceso que lleva esfuerzo, tiempo y fuerza de voluntad.

Una vez sentados en la cama, la puerta se abrió, dejando entrar a una Alisson curiosa y tímida, faceta que desconocía completamente de ella.

-Lamento interrumpir –murmuró.

-Está bien... Supongo que necesitas hablar con alguno de nosotros puesto a que no hay nada que tengas que buscar aquí –murmuré curiosa.

-Sí... En realidad es con ambos... -dijo sentándose en la cama de enfrente-. Permítanme un segundo para aprovechar que estamos completamente a solas.

Los dos asentimos al mismo tiempo. Sabíamos lo que se venía pero de todas formas, dejamos que pase, ella lo necesitaba.

-Oigan, siento muchísimo todo lo que hice, la verdad es que en frío noté todo lo que he hecho y me apena demasiado. Claro que me continúan molestando un poco, no es como si todo fuese a cambiar en mi interior en un abrir y cerrar de ojos, pero supongo que pensar y hablar de todo sobre Paul a una persona, me ha ayudado demasiado. Él no es mala persona... Comprendí que yo era la típica niña inocente que buscaba un amor de película, Paul era mayor que yo y solamente era un chico que buscaba divertirse, de eso estoy segura y de que está arrepentido, también.

Ambos la observamos, dándonos cuenta de que aún tenía cosas que expulsar. Por el momento, solo había dicho eso, pero debíamos estar atentos para estar presente y que nos cuente el resto para descargarse.

-No te preocupes, al principio era extraño, no molesto porque no sabíamos que sucedía contigo o si habíamos hecho algo mal nosotros, pero sabíamos que ibas a conseguir darte cuenta en algún punto.

Ally asintió sonriente en cuanto Ryan terminó de hablar. 

-¡Hey! ¡Arriba todo el mundo! –gritó Brian abriendo la puerta. Se quedó perplejo -. ¿Hicieron una fiesta y no me invitaron?

-Que va... Si tú eres experto en fiestas –dijo Ryan, levantándose y colgándose de su cuello.

Alisson y yo, reíamos. Todo parecía sacado de una novela, por fin parecíamos unos amigos normales o a lo sumo, compañeros de campamento.

Por fin disfrutábamos  como debía ser.

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No había pasado mucho tiempo con Sarah, la dueña de la cabaña, pero era muy amorosa con nosotros y fue la que nos preparó casi todo lo que necesitábamos durante nuestra estancia en aquel lugar. Ni hablar que fue la que le prestó todo a Ryan para que pudiésemos escaparnos aquella noche. De todas formas, por el poco tiempo en que había permanecido en el lugar, no había llegado a conocerla muy bien, y desee que algún futuro, pudiese volver a esa preciosa cabaña.

Ya nos habíamos despedido de ella hacía casi una hora, pero ahora estábamos en pleno camino a las caravanas, a nuestros lados las pendientes se precipitaban como antes, como si nos amenazaran en acercarse y hacernos rodar por ellas. Intenté parecer valiente.

Alisson había chillado unas doscientas mil veces por su propia imaginación; quizá algún que otro momento, un insecto se había posado en su ropa o había trastabillado de verdad. En cambio, Brian seguía con su teléfono celular, intentando agarrar señal.

Nuestros padres, iban adelante parloteando. Se había notado en todo el viaje que siempre quisieron mantenerse apartados para darnos un espacio entre los jóvenes. Ellos eran unos padres diferentes. Sin intentar controlar nuestros tiempos y permitiéndonos divertirnos cuando era lo que buscábamos. Algo de lo cual estábamos bastante agradecidos.

Ryan iba a mi lado, respirando el aire fresco en silencio. Por mi parte, intentaba prestar más atención a las raíces sobresalidas de los árboles que a otra cosa, pero... ¡Demonios, tenía a Ryan a mi lado! Jamás conseguiría concentración con él presente.

Reí para mis adentros, por el solo hecho de mis pensamientos descabellados.

El camino continuó, incluso cruzamos el claro en el cual el día anterior habíamos almorzado. Ahora ya no se veía casi nada, estaba todo oscuro. Las linternas eran de exteriores, por lo tanto permitían ver a lo lejos y alumbraban demasiado bien. Solamente teníamos tres linternas para diez personas... Magnífico, nótese el sarcasmo.

-¿Tienes miedo? –me había preguntado Ryan.

-Claro que no.

-Tómame la mano si tienes miedo –había murmurado contra mi oído, produciendo un leve estremecimiento en mí ¿Iba a quedar muy mal si lo besaba salvajemente delante de todos? Sí, esa fue la única razón que me detuvo.

Le había tomado la mano solamente porque... sí, tenía miedo. Los barrancos me daban terror en la oscuridad por el simple hecho de que podía caer si me desconcentraba, y como había dicho antes, Ryan era la razón de ello. 

Bueno, sí, exagero, era bastante difícil caer de un barranco pero ya saben, soy Amy O'Donnell y soy propensa a los accidentes.

Pero ahora, diez minutos después habíamos llegado al claro. Las luciérnagas brillaban por el césped y quise llorar. Hacía años que no veía un espectáculo tan hermoso como ese. Para colmo y mi buena suerte, junto a toda la familia.

-¡Wow! Esto es hermoso –sonrió Alisson. Su padre le echó una ojeada como si no la conociera. Me alegré por ambos.

-¿Podemos descansar aquí? –preguntó Brian, pero no esperó una respuesta y se sentó en Indio sobre el césped, con las lucecitas alejándose de él.

-Las luciérnagas no te quieren Brian –murmuró Alisson, atrapando una entre sus manos y sonriendo-. Es el único insecto que me encanta.

-Bien, quedémonos aquí un rato –decidieron los adultos.

Ryan sonrío a mi lado y me senté en el césped. Me siguió. 

-Mañana...-comencé-. ¡No! –grité un poco bajo.

-¿Qué sucede? –preguntó sobresaltado.

-Lo siento, es solo que cuando pienso en que mañana por la tarde volveremos cada uno a nuestra casa, siento un nudo en el estómago, y ese "No" fue un pensamiento en voz alta, solo quise detenerme para no pensar con ese sentimiento –pasó su brazo por mis hombros.

-¿Quién dice que no seguiremos divirtiéndonos aún sin esta reserva?

-No lo sé, es solo que...

-Amy, creo que será aún más maravilloso cuando nos marchemos. Piensa en nuestra primera cita...

-¿No fue ayer por la noche cuando nos escapamos?

-Hablo de la oficial –susurró con una mirada seductora. Reí nerviosa y dejé mi cabeza en su hombro.

-Lo sé, solo... No dejaré de extrañar este lugar. Aún no puedo creer que haya volado tanto el tiempo.

-Ni yo... Me parece como si hubiese sido ayer cuando rompí tu teléfono móvil... -se quedó pensativo y su cara se inundó repentinamente de pánico -. Por cierto, pienso comprarte otro ahora que lo recordé, apenas lleguemos.

-Fue un accidente, no hace falta, de todas formas tengo ahorros –dije sonriente por su propuesta. Era un chico muy atento.

-No, en serio, me importa un comino que te compres uno antes de que yo lo haga, te comprare otro así bien tengas dos.

Reí y asentí. Observé mis piernas y vi una pequeña marca casi invisible.

-¿La recuerdas? –dije señalándola.

-Sí, el día en que te lanzaste del árbol rodeado de abejas.

-¡Caí encima de ti! –reí.

-Y nos perdimos.

-Te perdiste –corregí, haciendo énfasis en el "Te"

-Bueno, pero gracias a ello, encontramos nuestro lago.

-Es cierto... Hemos pasado tantas cosas que quedaran de por vida en mí, en tan solo un mes. Soy muy feliz de no haber ido a la fiesta de Gerty.

-¿De qué hablas? –preguntó confuso.

-No sé tú, pero cuando a mí me comentaron del viaje, fue en el mismo día de partida, arrasando mis planes de raíz.

-Yo acepté en cuanto supe que ibas –dijo él. Le besé rápidamente en una sonrisa.

-Gerty debe de odiarme.

-¿Gerty? ¿Es esa amiga tuya que anda con gafas y siempre me observa como si quisiera encerrarme en una jaula para torturarme?

-En realidad, esa expresión extraña de ella, no es justamente ganas de torturarte –"sino que de desearte" quise decirle, pero no, porque ahora Gerty ya no iba a poder verlo de esa forma nunca más.

Estaba segura que no iba a enfurecerse conmigo, era mi amiga y sabía que iba a estar incomunicada por mucho tiempo. Lo único que esperaba era sus millones de preguntas acerca de todo lo que ocurrió.

-Creo que será mejor no saber a qué se debe esa mirada de su parte –dijo.

-Gracias, me ahorras el mal momento –comenté divertida.

-¿Mañana visitarás a Bruce?

-Sí, tengo que hablar de mucho con él.

Ryan solo asintió.

-¿Estuviste celoso de Bruce antes? –la pregunta se escapó de mis labios antes de que siquiera pudiese pensar.

-¿Qué? –preguntó levantando la mirada a la velocidad de la luz-. ¿Quizá, es respuesta?

-Dímelo tú.

-Cuando no lo reconocí, sí.

-Wow, Ryan "Cara de piedra" Cooper estuvo celoso de mí... Ya puedo recibir un gran premio por eso.

-Vamos, ni que tú fueras un angelito. Cuando Alisson tuvo su episodio de sonambulismo y tuve que tomarla en brazos para sacarla de allí, tu rostro fue épico, por un momento creí que había conseguido mi objetivo de conquistarte.

-La princesa y el príncipe perfectos –murmuré mirando una luciérnaga.

-¿Qué?

-Eso creí cuando los había visto, que parecían dos seres perfectos que eran compatibles. Al fin y al cabo, todo fue al revés.

-Y ahora sí encontré la perfección –dijo él, acercándose para besarme otra vez. 

Justo cuando estaba a punto de conseguirlo, Brian se abrió paso entre nosotros, sentándose en medio.

-A ver tortolitos... ¿En qué año finalizó la primera guerra mundial? –preguntó con su teléfono en las manos.

-1918 –respondió Ryan.

-¿Sigues con ese juego? ¿Preguntados?

-No, solo le paso respuestas a mi mejor amigo para su examen de verano. Es decisivo para pasar de curso, ya sabes –se encogió de hombros, como si fuese lo más natural del mundo.

En mi caso, sería la perdición. Jamás había ido a clases de verano y esperaba nunca tener que hacerlo.

Los tres reímos y Alisson se acercó a nosotros luego de terminar su charla divertida con su madre. Se sentó a mi lado.

-¿De qué cotillean? Yo también quiero saber.

-Solo le pasábamos respuestas a un amigo de Brian por teléfono.

-Wow, que divertidos que son.

-Discúlpame Miss simpática –murmuró Brian, levantando sus manos delicadamente y poniendo voz fina.

-No hagas eso, pareces un marica –dijo Alisson con una expresión de horror.

-¿Acaso nunca te has dado cuenta de ello? –preguntó él con voz y movimientos afeminados. Todos estallamos en risas. 

Brian era un completo cómico.

Las risas invadieron el claro bajo la luz de la luna, haciendo que nuestros padres se acercaran y preguntaran por nosotros. Les explicamos nuestra relación actual y Alisson confesó que Brian era un marica, haciendo que él intentara explicar que era una broma en tartamudeos y todos riéramos.

 Era una bonita noche. Calurosa y divertida.

Alrededor de media hora más de caminata y agotamiento, mis piernas pedían a gritos detenerme allí. No podía, pues no sé qué podrían llegar a ofrecerme y no quería ser una molestia. Observé a Alisson, dormida en la espalda de su padre; él no parecía estar haciendo un gran esfuerzo, así que supuse que era demasiado liviana. No como yo.

Cuando más quería disimular mi agotamiento, más piedras pequeñas me clavaban el pie en las zapatillas, y más se notaba mi incomodidad. 

Definitivamente era la ley de Murphy.

Fallé, pues Ryan se volteó hacia mí y se detuvo en la oscuridad. Pude verlo, porque él llevaba una de las linternas.

-¿Estás bien?

-Sí, sí...

Apresuré el paso, sin darle importancia, pues solo quedaba una media hora más, aunque la tarde que pasamos en el lago entre los cuatro y todas las carreras y juegos que habíamos hecho, hacían más peso en mi cuerpo. Me odié por un momento.

Me detuve. Me ardían mis pies y mis pantorrillas.

-Amy, dime la verdad –esta vez, detrás de la voz de Ryan, noté que todos se habían detenido. Mi padre se acercó rápidamente.

-Estoy un poco agotada, pero no es nada que no pueda pasar –dije.

-Te llevo en mi espalda –dijo Ryan.

-O puedo hacerlo yo –dijo mi padre, en forma cortes para que Ryan no se esforzara.

-Tu no harás nada –apareció rápidamente mi madre y lo tomó por el cuello trasero de su playera, arrastrándolo lejos de mí y guiñándome un ojo.

Quise matar a mi madre.

-¿Amy? –preguntó Ryan.

-Olvídalo, soy demasiado pesada –en realidad solo estaba un poco de kilos arriba, pero tenía buen físico.

-Te lanzaste sobre mi desde un árbol y estoy vivo ¿Crees que no puedo llevarte en mi espalda?

-¿Cuándo sucedió eso? –preguntó Brian curioso. Ryan le hizo una seña de que hiciera silencio.

-¿Estás seguro?

Él asintió y se inclinó un poco de espaldas.

Seamos realistas, una cosa era estar pegada a él y otra cosa era estar sobre él, a ahorcajadas. 

Me atraganté pero de todas formas, tomé un impulso y salté a su espalda. Era como siempre imaginé, cálida y musculosa.  Pase mis piernas por su cadera sexy... Lo siento, no tenía que mencionarlo así... Y él me tomó de los muslos con las manos. Todo era muy... ¿Nuevo? Quizá.

Me quedé en silencio por un momento hasta que todos volvieron a caminar.

-¿Soy pesada? No me mientas Ryan.

-¿Estás loca? Sabes que toda mi vida te he dicho cosas peores, así que podría decirte que estás un poco pasadita de peso, pero la verdad es que eres perfecta.

Me derretí y mi corazón palpitó en mi pecho. Recordé que él podía sentirlo, pues estaba recostada en su espalda. Dejé mi frente en su hombro y continuamos caminando no sin antes advertirle que me bajara en cuanto se agotara.

Mis pies por fin tenían un respiro.

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La mañana de mi último día desperté diferente. Tenía la sensación de que debía disfrutar al máximo el día que quedaba. 

Mi brazo estaba alrededor del pecho de Ryan y una de mis piernas pasaba por encima de una de las suyas. Parecíamos una pareja de recién casados y eso me hizo retorcer el estómago. Respiré su aroma, a frutas cítricas y me pregunté por qué no había usado nunca su shampoo en el baño de la caravana. De todas formas, también se mezclaba con su aroma natural embriagador y lo hacía único.

Aún mantenía los ojos cerrados, completamente dormido.

Me deslicé un poco y tomé un marcador negro que estaba guardado en uno de mis bolsos.

Sí, volví a hacerlo. Dibujé unos bonitos bigotes bajo su nariz y luego volví a meter el marcador donde estaba.

Volví a recostarme, pero cuando pose la mirada en su rostro, él estaba despierto.

-¿Por qué hay olor a marcador? –preguntó enarcando una ceja.

Sonreí al mismo tiempo que él, abrí la cremallera y comencé a correr por el bosque con mi pijama de "Los Rugrats" Supuse que jamás iba a usar uno maduro y como la gente.

Recordaba como  la primera vez hacía unas cuantas semanas, cuando Ryan y yo peleábamos, ni siquiera nos soportamos y le había jugado una broma... Una muy mala que lo molestó. Por alguna razón inexplicable, me entraron ganas de revivirlo. 

Pasé entre los árboles, con Ryan gritando mi nombre a lo lejos y comencé a reír. Eso me producía más jadeos desesperantes por aire. Me comencé a colgar de un árbol pero Ryan me tomó de la camiseta y tiró hacia abajo. 

-Ni se te ocurra –dijo tiernamente tomándome entre brazos.

-Te van de maravilla esos bigotes –le murmuré cerca.

-¿Rememorando?

-Por cierto ¿Dónde estamos? –pregunté de repente.

-Esto me está asustando... ¿Volvimos hace dos semanas atrás?

Volví a reír. El día había comenzado de maravilla. De todas formas, ya sabíamos el camino hacia el lago, así que solamente nos tomamos de las manos en cuento le borré el bigote de tinta, y llegamos a ella.

Estaba igual que siempre, los únicos cambiados éramos nosotros con todos nuestros sentimientos ¡Incluso la rama! Bueno, parecía que había pasado una eternidad desde que nos habíamos marchado a la cabaña. Muchas situaciones habían sucedido en aquel lugar en menos de un día ¿No?

-Señorita O'Donnell, venga hacia mí –dijo.

-Estoy a su lado señor Cooper –le susurré.

-No me refiero a eso –dijo y se inclinó un poco, dándome la espalda.

-Ni lo sueñes.

-¿Por qué? Vamos, no eres pesada.

Dudé pero de todas formas me colgué de él y en menos de lo que canta un gallo salió disparado al lago, adentrándose y sosteniéndome fuertemente. Ambos caímos en un cierto punto bajo el agua. Reí y tragué un poco de agua. Casi muero cuando recordé que era un lago y no una piscina. Salí para tomar aire y en cuanto lo vi a Ryan le lancé un poco en el rostro. 

-¡Oye! –lanzó otra oleada hacia mí, impactando en mi boca. Otra vez había vuelto a tragar agua.

-Ya para o me convertiré en Aquawoman –reí ante mi propia estupidez.

-Mi Aquawoman ¿Vendrás a salvarme?

-Claro que sí –contesté.

Me acerqué y rodee mis brazos en su nuca, casi colgándome por la altura. Lentamente se fue inclinando y depositó un beso suave en mi boca. 

-Nada conmigo.

-¿Cómo?

-Me subo a tu espalda y nadamos unidos, a no ser que no puedas.

-Vaya que le has agarrado el gusto en esto de subirte a mi espalda –dijo y al instante puso mirada de pervertido, le pegué.

Se inclinó en una sonrisa y me subí. Solamente mi trasero tocaba el agua por la altura y mis piernas rodeaban su cadera. Antes de que se lanzara bajo el agua fría, que por cierto no había notado, levanté su poco cabello en la nuca pero largo y besé su marca de nacimiento, haciendo que se tensionara. Me encantó esa reacción en él pero también el hecho de haber explorado y haber besado su cuello.

-Te amo –murmuró.

Y luego el agua volvió a taparnos antes de que pudiese pensar en responder.

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Casi una hora de juguetear por el agua, volvimos a tierra firme, a un lado del tronco caído que había hecho de asiento incontables veces. Ryan se sacó sin pensarlo dos veces su camiseta empapada, dejando ver esos increíbles músculos. Había hecho una buena gimnasia, vaya... En cambio, yo me quedé con toda la ropa mojada, pues no podía sacarme nada.

-Algo tendrás que quitarte –dijo Ryan acercándose lentamente con voz y mirada seductora.

-Sé lo que estás pensando y no.

-Amy, soy responsable de ti, pues tus padres no están y yo soy el mayor, no dejaré que te enfermes.

-Eso no tiene nada que ver, podría denunciarte como abusador por ser mi responsable y querer que me quite la ropa –dije en una sonrisa triunfante.

-A ver, explícame esto... 

-¿Qué?

-¿Qué le ves de diferente a una bikini que a ropa interior? Son iguales –dijo cruzándose de brazos.

-Buen punto.

¿Pero pretendía que quedara en ropa interior frente a él? Ni que estuviera loca, no aún... Pero, tampoco podía tener vergüenza con él, es más, creo que el noventa por ciento de mi vergüenza, era por la ropa interior que tenía. 

Muy aniñado, con dibujitos de Hello Kitty. Quise morir.

-Espera, promete que no te reirás ¿Bien? –Ryan pasó de tener expresión divertida a una seria.

-Amy, era broma, no tienes que hacer nada si no quieres –se acercó pero levanté la palma para que se detuviera.

Rápidamente me quité la camiseta, quedando solo en sostén... de Kitty. Digamos que mis senos no eran ni demasiados grandes y ni demasiados chicos, creo que era lo ideal. Algo de lo que realmente estaba feliz. Levanté la mirada al ver que Ryan no emitió sonido, pues creí que iba a reír como desesperado pero solamente observé a un Ryan sorprendido, quizá por mi decisión o por mi cuerpo. No lo supe.

-Y ahora... -no me di tiempo, pues toda la vergüenza la había perdido en aquel momento. Me sentía plena y divertida. Me quité los shorts quedando totalmente en ropa interior.

Agradecí de ir a una depiladora y gimnasio antes de venir a la reserva. Al fin y al cabo, todo había servido para sorprender a mi chico ¿No fue así?

Ryan estaba un poco boquiabierto y le guiñé un ojo, seductora con mezcla de diversión. 

-No hagas eso si quieres salir viva de aquí –dijo señalándome con un dedo acusadoramente.

Reí y me senté libremente en el tronco. Por más que lo ocultaba, mi corazón latía con fuerza como nunca antes. Era muchísima presión, incluso en mi cabeza que hacía fuerza hacia dentro. Era una sensación extraña pero a la vez hermosa. Poder desinhibirme frente a él. Jamás había estado en ropa interior frente a un chico, y Ryan había robado una nueva experiencia mía. Pero sabía que seguiría haciéndolo.

Oí el sonido del agua y vi a él dentro. No oí lo que dijo, pero me señaló a mi lado. Observé sus pantalones de pijama y supe que él también lo había hecho. No dudé en salir corriendo hacia él y lanzarme al agua.

Los dos la pasamos en el lago semidesnudos ¿Quién lo diría dos semanas atrás?

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Aún tenía el pelo mojado y sentía esa felicidad interna por lo ocurrido en el lago horas atrás. Quería gritarle al mundo lo sucedido, pero era un secreto mío y de Ryan, solo de ambos.

Caminábamos de la mano hacia el centro Roshmore conversando como si nada hubiese ocurrido, pero la realidad era que éramos conscientes. Suponía que Ryan no iba a olvidar mi cuerpo semidesnudo ni yo el suyo, aunque de todas formas, hablábamos con pura comodidad, como si fuese lo más natural del mundo, algo que realmente amé.

Al cabo de un largo rato, distinguimos a unos cuantos niños jugando en el pequeño parque. Estaba emocionada por ver el rostro de Bruce en cuanto me viera con Ryan. Me mataría.

Lentamente caminé hasta su parrilla y me encontré con su madre, quien saludamos. La mujer observó por un momento a Ryan, creyendo que era otro chico porque bueno, la última vez que habíamos venido nos odiábamos como los mil demonios, pero luego se encogió de hombros.

Llamó a Bruce y me preparé para lo que se venía. Apareció con un delantal blanco atado solo a su cadera y levantó la mirada extrañado.

-¡Amy! Me has abandonado aquí –murmuró.

-Lo siento, es solo que estuvimos visitando la reserva...

-¿Qué hacen? –preguntó sonriente.

-Solo veníamos a visitar, en unas cuantas horas nos iremos de la reserva.

-Cierto, eso habías mencionado...

-Pero no sin antes despedirme de ti –murmuré chocando su hombro con el mío.

-Díganme la verdad, que rayos sucede –dijo cruzado de brazos y marcando tiempos con el pie.

-Bien... Ryan y yo somos novios –dije. Fue extraño decírselo a otra persona, pero salió.

Bruce me observó a punto de reír pero se contuvo, luego cuando vio que no reía como señal de broma, levantó una sola ceja.

-¿Estás hablando en serio? –preguntó, pero no a mí, sino a Ryan.

¿Qué rayos...?

-¿Al final...? ¿Finalmente tú...? –Ryan asintió-. No puedo creerlo.

-¿Qué sucede aquí? –pregunté.

-Amy... Lo siento, Ryan me amenazó.

-¿Qué? –volví a preguntar.

-No la asustes de esa forma.

-¡Me has amenazado maldito! –dijo él sorprendido.

-¡Cuando teníamos nueve! –le devolvió él.

-¿¡Pueden explicarme que sucede aquí!? –pregunté gritando y callando a ambos.

-De pequeños me di cuenta de cómo te miraba y le pregunté por lo que sentía hacia ti... Me amenazó con una espada de juguete para que jamás te lo dijera.

-Y vaya que lo has hecho –murmuré totalmente sorprendida.

-E intentado, pero cuando iba en camino a hacerlo, me pegó con la espada de juguete y tuvieron que llamar a mis padres porque tenía un huevo en la cabeza más grande que los mí...–Ryan lo cortó y yo puse cara de asco. Gracias Bruce.

-En fin, eso –dijo él.

-De todas formas, no puedes molestarte, me has dicho que lo odiabas así que era estúpido decirte algo por lo cual luego intentarías matarte.

Buen punto.

Suspiré y abracé lentamente a Bruce. Él me había aconsejado de todos modos.

-Gracias amigo... ¿Volverás?

-Eso espero.

-Promételo, aunque sea a la universidad, solo... No perdamos el contacto ¿Sí?

-Solo unos días de reencuentro y ya siento que te extraño.

Al final, pasamos gran rato hablando con él y Ryan y Bruce parecían llevarse mejor. Hasta que este último, metió la pata.

-Hey, díganme un cosa... ¿Qué hicieron cuando jugaron aquella revancha? Recuerdo salieron corriendo y... -me puse roja y maldecí.

-No me digan que...

-¿Qué? –pregunté nerviosa.

-Calma, solo preguntaba si ustedes dos se be... -asentí y le tapé la boca con la mano. Que lo dijera una persona que no fuéramos nosotros dos, era extraño.

Al final todo terminamos riendo y pasando una linda tarde. Casi todo estaba hecho, incluso hablé con su madre y me dio unas cuantas galletas para el viaje, aquellas que tanto amaba de pequeña. 

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Solo quedaba Alisson y Brian. Esta vez, habíamos ido a despedirnos todos, incluso los adultos.

Solo salieron la señora y señor Hunter de su caravana con una gran sonrisa. Se dedicaron unas grandes palabras y agradecimiento entre los adultos por el magnífico viaje. Claro que preguntamos por los adolescentes.

Ellos estaban recogiendo ramitas.

Los buscamos, pues a pesar de que a Brian lo veríamos en la escuela al día siguiente, a Alisson no.

Ella tenía puesto un vestido de verano y Brian no tenía el teléfono móvil en sus manos. Un milagro. Nos acercamos lentamente y los sorprendimos.

-¡Hey! ¿Qué hacen aquí? ¿No partieron aún?

-No, solo veníamos a despedirnos. En cuanto volvamos a nuestra caravana, guardaremos todo y nos marcharemos –un latido anormal se presentó a mi pecho. Noté que era la angustia.

-Bueno... ha sido un verano sumamente alejado de lo común, pues todos pelearon por mi culpa, pero... terminamos de esta forma, con ganas de seguirnos viendo ¿No? –dijo Alisson.

Los tres asentimos.

-Ha sido interesante... Gracias –dijo ella, y se notó que fue sincero.

-A todos, gracias, la hemos pasado de maravilla –murmuré.

Cada uno se abrazó con el otro, pero cuando llegué a ella, hablé.

-No dejes que nadie te aplaste, eres una muy buena chica y tu pasado, como dice el dicho, ya está pisado ¿Okey? –la sentí asentir y me despegué en una sonrisa.

Cuando me tocó a Brian, tuve que ponerme en puntillas.

-Tú, siento lo que pasaste este verano...

-No te preocupes, fue un aprendizaje, digamos que nadie me había rechazado antes, pero vamos... Soy Brian Hunter ¿Qué chica no quisiera estar conmigo? Exceptuando a Amy O'Donnell... Créeme que diré tu nombre cuando haga esa pregunta.

-Pero ¿No eres un marica? –Brian empujó suavemente mi hombro y rió-. Nos vemos mañana.

Los cuatro habíamos terminado inesperadamente de esa forma, y ahora la angustia venía para quedarse. Las despedidas nunca eran fáciles, pero el tiempo corría y nuestros padres ya chillaban. Corrimos con las manos en alto y también nos despedimos de los padres de Alisson.

Sentí angustia.

Me dije que iba a disfrutar cada rama, hoja y partícula de mí alrededor mientras guardara todo en la caravana junto a los demás, pero ni llegué, porque todo sucedió muy rápido. 

Me dolió desarmar la tienda de mía y de Ryan. Me dolió despedirme de nuestro lago, Bruce, Alisson y Brian. Todo dolía, pero mientras los recuerdos quedaran, ya estaba hecho. Mi cámara era un portador de recuerdos al igual que la mente de cada uno, de cada diablita y de cada ser humano que pasa por momentos estupendos.

Extrañaría la reserva, porque ella me entregó a Ryan y me hizo ver cosas que jamás iba a sentir de no ser por ella.

Me sentí completa.

Todos comenzaron a entrar en la caravana, al fin y al cabo, mi verano había sido precioso y jamás iba a arrepentirme de venir. Agradecí que hoy hubiera revivido muchos momentos preciosos y que hubiera disfrutado mi último día.

Ryan me llamó en cuanto el motor de la caravana se encendió, me voltee y allí estaba, con un pie dentro de la casa rodante y otro en el césped. Me hizo una seña para que vaya, y dejara de estar sola mirando a mí alrededor. Caminé hasta él, que subió y luego yo subí el peldaño. Hasta que cerré la puerta y la caravana retrocedió lentamente para tomar el camino.

Observé de la pequeña ventanita que tenía la puerta, con Ryan a mi lado y le susurré por pleno impulso, porque el nombre me había saltado a la cabeza y simplemente, sentí la necesidad de decírselo.

-Siempre supe que tenías que ser tú... -como respuesta me besó en la mejilla con ternura.

Mi viaje... Mi precioso viaje había terminado de la mejor manera. Con Ryan, amor y un hermoso recuerdo que jamás olvidaría.

El mejor verano de mi vida.

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