Uno
Espresso siempre fue una cookie misteriosa, él no a revelado más allá que solo su antiguo pueblo.
Y a pesar de que las pocas cookies que viene de afuera suelen sorprenderse, no saben más de él.
Espresso es reservado, tiene un simple objetivo, sus experimentos y ser sumamente listo, poder lograr comprender la magia y ser más fuerte, aunque este último lo ignora por completo.
Espresso es sabio, fue un fundador de la escuela de magia, muchos le temen debido a su compostura sería, muchos creen que es un seguido de esa bruja malgina, sabe de magia como nadie, sus símbolos son desconocidos para los magos y aprendices, se dicen que él estudio y aprendiendo todo con más brujas, las creadoras de todo.
Que ironía ¿Cierto?
Latte cookie había logrado acercarse a Espresso, sin embargo no había obtenido mucha información de éste, aparte, no ansiaba mucho en preguntarle, puesto lo más seguro se molestaría y adios a la pequeña amistad que nacía con el pasar de los tiempos.
Algunas cookies, sobre todos los caballeros del reino, acusaban a Espresso por ser el causante de atraer a los montruos, de provocar ciertos y misteriosos atentandos. Espresso no se atrevía a responder, simplemente los dejaba con las palabras en la boca y de manera tranquila iba y arreglaba todo aquellos problema. Espresso lo tomaban de esa manera, como un villano debido a su origen desconocido, hasta que Pure Vanilla Cookie le demostró lo contrario.
Cuando está cookie llegó al pueblo, se sorprendió al notar que las cookies del café aun sostenía su estatus como los mejores magos, explicando que para ellos la vestimenta oscuras era una manera casual, verse elegante era debido a su estatus en el palacio del antiguo monarca Dark Cacao Cookie.
Eso era cierto, el recuerda que solo era un simple niño vagabundo, que al cierto tiempo, logro ingresar al palacio, en dónde el monarca de esa región vio potencial y termino por incluirlo en su corte de magos del café. No solo por ser de esa misma, sino por su gran potencial en la magia, puesto el niño no había estudiado libros para obtener gran poder, debido que para esos tiempos, el niño podía levitar sin problema alguno, cosa que las otras cookies del café tardaban y a la edad de adultos lograban ese pequeño logro.
Pure Vanilla Cookie solamente se encariño tanto con ese mago, haciendo que en varias ocasiones le ayudará y pasará tiempo con él, esto llamo la atención de los caballeros, quien por algún motivo temian que aquella cookie del café dañará al antiguo monarca de la región de Vainilla.
No fue tiempo después, que entre los caballeros se le fue dada una tarea, fue simple, solo estar cerca de ambas cookies y así poder descubrir los planes que tenía sobre Pure Vanilla Cookie.
Madeleine había sido elegido, él no era de andar detrás de alguien, era realmente un caballero capaz de dejar la vida en la zona de batalla, sin embargo, tener en cuenta que la misión se requería de astucia sería complicado.
— ¿Quien eres tu?
La voz de Espresso sonó sería y confundida, afuera de su puerta se encontraba aquel caballero, sin embargo este demostró una gran sonrisa y hablo con energía.
— Hola. Soy Madeleine Cookie y vengo en la protección de Pure Vanilla Cookie.
— ¿Yo? Pero estoy bien joven paladín. Espresso me ha enseñado sus libros de encantamientos.
La cookie se colocó a un costado de Espresso, sin embargo la cookie de ojos bicolor lo invito a pasar ignorando la posible respuesta del cookie del café. La cookie del café solo se limito a ver a ese paladín entrar a su hogar, sentía que algo malo iba a suceder después de todo.
El paladín miro cada rincón, notando los cientos y cientos de libros que había en la sala principal y de como el monarca de vainilla se muestra interesado en la cookie del café.
— Esto es demasiado, pensé que la librería estaba cerca del palacio real.
— Lo está. Que nuestro querido Espresso le guste la lectura lo hace ver interesante, podría decirse que se acerca demasiado a la realidad, más bien dicho la verdad.
— No me interesa saber la verdad, me interesa saber el origen de la magia del café. Todos saben que la magia del café es demasiado misteriosa.
— He he he~ Los misterios hacen más interesante la vida ¿No crees, Madeleine?
El paladín reacciona, cuando se siente que ha Sido descubierto husmemado entre la pila de libros que está sobre la mesa de centro.
— Bueno, realmente no se que decirte...
La respuesta es sencilla, realmente le parece tan extraño, sin embargo Espresso no se atreve a ver a ese paladín, siente un aura extraño que rodea a ese caballero, haciéndole sentir incómodo.
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Las horas han pasado, el monarca de vainilla se retira y antes de que el paladín pueda irse solamente se dedica a darle una mirada a Espresso.
— Quiero disculparme, supongo que usted y Pure Vanilla Cookie, fue incómodo mi presencia.
— No, realmente para él no lo fue, para mí, si, no suelo invitar a personas a mi casa.
— Perdone.
Hace una leve reverencia para luego retirarse, Espresso siento diferente sentimientos, no sabe cómo diferenciarlo, siente que lo odia pero a la vez siente una atracción que le hace querer verlo, es confuso, se siente incómodo, cierra la puerta y solo se dedica a continuar con sus estudios.
Con el pasar de los días, Espresso nota de vez en cuando a Madeleine siempre a la lejanía, rodeado de cookies, mientras el va a la escuela de magia a darle enseñanza a esos muchachos. Sin embargo entre todas esas clases logra destacar una, dónde una cookie pequeña, demuestra gran potencial para mago de dulces. Por así decirlo. Espresso siente que esa cookie logrará grandes cosas a futuro, por ende tiene una tutora especial para ella y esa viene siendo Latte.
Espresso está sentando enfrente, mientras la niña se encuentra enfrente de la pizarra.
Tiene una mesa en donde posee varios frascos de líquidos extraños, Espresso anota en su libreta, la nota y algunas observaciones de la pequeña maga. Latte se encuentra afuera mira de reojo atraves de la puerta, deseando que la joven cookie pase la prueba final de ese semestre.
Espresso es estricto cuando se trata de magia, pero basado a las teorías y leturas puede ser sencillo, sin molestias alguna.
La niña logra hacer si experimentó, hasta que comienza a decir las palabras mágicas, Espresso conoce bien cada palabra que se dice a los hechizos, sin embargo la magia también proviene de pociones y a base de eso, Espresso nota el error, al ver cómo la cookie iba combinar un líquido con otro, que posiblemente causaría una explosión y efectivamente la causo.
El joven mago logra salvar a la cookie, sin embargo recibe gran parte de.la onda espansiva de la explosión, sin contar los resto de magia que se encuentran en el aire. Espresso ordena que salga mientras esté la sigue detrás, Latte nota aquello, pero cuando entra ambos ya salen de aquella sala de estudios.
— Lo lamento, lo lamento, prometo que no sucederá de nuevo.
La niña comenzó a sollozar mientras caminaba hacia Espresso, quien solo se limita a asistir.
— Descuida... Ve a la enfermería, procura que estés bien, yo me quitaré los residuos...
La niña es acompañada por Latte cookie, mientras que el solo caminaba su oficina, siente mareo pero eso se debe al olor de la magia que logro consumir. Una vez en su oficina prepara un café, el aroma del café amargo hace que sus sentidos regresen, pero eso no quita la fiebre que está aumentando en este.
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Para la tarde, Espresso está regresando a casa, se encuentra cansando, sus mejillas están rosadas, se siente caliente, es evidente que no se encuentra bien, Posiblemente se esté enfermando, siente un ligero dolor en su parte baja, lleva su mano hasta la zona solo para mirar a su alrededor, busca un asiento dónde pueda descansar por unos minutos y así continuar, pero no, no hay lugar donde pueda tomar asiento, estaba por dar otro paso cuando alguien logra sostenerlo, en brazos.
Logra notar unos colores tan llamativos, mira al rostro, notando unir orbes zafiro brillantes, solo para recargarse en el pecho de este. Es cargado como si fuera una princesa, Espresso aún siente el dolor leve, solo para dar un leve suspiros.
— Vaya estás caliente, estás tomando un resfriado.
La voz no es parecida a nadie, no la conoce, acaso es alguien nuevo que llegó al pueblo. No puede distinguirlo, solo logra ver esos orbes azules que tanto parecen brillar. Con un solo brazo es llevado hasta su hogar quien de manera confusa y mal direccionado, lo hace llegar.
— Gracias... Yo... Me haré cargo...
Espresso habla, su voz es cansada, su respiración hace más difícil una conversación fluida y simple, aleja los lentes de su rostro, solo para darle la espalda, en cambio y antes de que pudiera dar más pasos se marea, está por caer de no ser por aquella cookie que lo sujeta con facilidad.
— Déjame aroparte.
De manera respetable entra a la casa, sin provocar algún enojo en el dueño, este simplemente se siente como un niño, cansando y solo quiere dormir, cosa extraño en este.
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Afuera y lejos de aquella casa, guíen observa con rotunda seriedad, tal parece que no le agrada tal visita.
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Espresso es ayudado, mientras la cookie le prepara la tina con algo de agua fría, esperando que baje la temperatura en Espresso. La cookie del café se deshace de su ropa, dejándose en aquella camisa corta que deja ver sus piernas bien formadas, sin contar que su pecho y hombros son visibles.
La cookie de ese momento solo logra ignorar, no tiene algún sentimiento por aquella cookie, solamente se limita a ayudarlo como debe de ser. No fue hasta que entró a la tina, en dónde Espresso se deshace se la última prenda, dejando ver si cuerpo, la cookie visitante solo se limita a alejar la mirada, ambos son hombres, no debe de a ver alguna vergüenza, sin embargo la cookie presente no conoce muy bien a Espresso, lo único que sabe es que es un hechicero de magia del café y tiene un trabajo como profesor, siendo uno de los fundadores de la escuela.
Le brinda la gracia, puesto la escuela que logro fundar es la misma donde su antiguo dragón ataco.
Mira extrañado una marca que parece tener reacción, notando la extraña forma de un corazón que en el centro de este yace el extraño símbolo, como si se tratara de un ojo. Esto le hace recordar en el antiguo reino del chocolate, en dónde los antiguos magos a menos los de alto rango usaban esa simbología y facilmente eran manipulados ya sea para el bien o para el mal.
Le parecía extraño que aquella estuviera en esa cookie, sobre todo en el centro de ese extraña marca de corazón.
Después de ayudarlo a darse la ducha, logro alejar la mirada de esa cookie, puesto cada roce con su mano habia sido de una manera tan extraña.
— ¿Que le sucede a está cookie?
Se pregunta mentalmente, al escuchar los suaves suspiros y jadeos con cada roce que hace la cookie visitante, logra vestirlo y le seca el cabello, solo para darle una mirada y notar como la fiebre a bajado en cierta forma.
— ¿Te encuentras mejor?
Solo tiene un afirmativo, finalmente Espresso camina hasta la cama, metiéndose en esta y cubriéndose por completo.
— Gracias por todo~
Su voz suena delicado, era como si realmente se escondiera de algo, la cookie solo se limita a asistir y de manera tranquila responde.
— Si necesitas ayuda puedes buscarme, mi nombre es Red Velvet Cookie.
Con aquello, solo salió, dejando a Espresso descansar.
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