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Siete

Habían pasado días, desde aquella situación, desde ese momento, Espresso comenzó a pedirle a Red Velvet que se quedara en casa, realmente no quería que aquello sucediera y más si en esos días ya estaba por llegar una Soulstone. Ya faltaba poco, su cuerpo no había cambiado en absoluto, pero ya faltaban alrededor de cuatro meses para a ese pequeño cookie con el.

Suspiro cansando, Espresso no tenía derecho a usar su magia, ya que toda era para el pequeño ser, solo hacer pequeñas cositas, Pure Vanilla iba a visitarlo y siempre demostraba un gran interés, afirmando que debía cuidarse muy bien.

Red Velvet comenzo a comprarle cosas, eran lindas y pequeños regalos para ambos, Red pensó que de esta manera sería más sencillo que el hechicero pudiera sentir algo por él, sin embargo la monja le indico todo lo contrario y eventualmente Pure Vanilla hizo lo mismo.

Red Velvet no se negó a ayudarle a pesar de no conseguir algún tipo de afecto de él, le gustaba la compañía, le hacía sentir feliz verlo sonreir, mientras leía libros y cosas habitual en ese joven hechicero.

Pero sabía que alguien más lo tomaría y lo alejaría, se estaba dando  cuenta, se estaba resignando que su amor, por así decirle no sería correspondido, porque si... Sentía amor por ese hechicero.

— Es muy lindo de tu parte este pequeño obsequio. Bueno, obsequios.

— Supongo quería dártelo, como muestra de confianza y aprecio que le tengo.

— Red Velvet... Perdón por todo, se que posiblemente te aburras estando conmigo, tu eres un general, fuistes un excelente líder en su tiempo.

— Si, a decir verdad, me gustó a verte tenido de compañero cuando fue el momento.

Espresso rio, sabía que se refería, ya que en aquel entonces Espresso seguía las órdenes de aquella cookie y ahora parecía ser al revés.

— Descuide, siempre me he sentido protegido a su lado. Solo deseo su bienestar en un futuro. Yo no deseo a nadie, una vez tenga al pequeño en brazos me iré. No quisiera que nadie más se entere de la cruel realidad.

— Entonces iré con usted.

— No, levantariamos sospechas, de que hemos sido traidores una vez más.

— Pero lo tomarán contigo.

— Eso es lo de menos, por el momento prefiero que sea solo yo.

De nuevo esa sonrisa surgió. Red Velvet se sentía algo desanimado, ver qué realmente esa sonrisa no lo haría él por demostrar afecto, se estaba resignando que de nueva manera perdería a ese hechicero para siempre.

Red termino por dejar solo a Espresso, diciendo que iba a salir a tomar aire fresco, sin saber que el destino le jugaría una mala pasada. Más cuando camino a lado de su pequeño amigo, esa rebanada de pastelito.

Pure Vanilla iba a de camino a casa cuando se encontró con este ex-general. Quien parecía estar tan desanimado.

— Veo que te has llevado una mala noticia.

— Bueno... Supongo que sí...

— Tranquilo, todo saldrá bien. Solo debes tener fe.

— No es eso, me ha dejado claro que solamente se irá.

— Vaya y dejar su travesura atrás.

— ¿A qué se refiere?

— Olvida, olvida, he estado tan feliz que solo puedo decirte que saldrá bien, el nacimiento puede ser pronto ¿No? Y pienso que va necesitar de ti ya que el padre no estará presente.

— Cierto... No debo rendirme.

— Correcto, Espresso va a necesitar de alguien que lo protega a su pequeño y a él.

— Vaya interesante dato Pure Vanilla...

Pure abrió sus ojos, lleno de sorpresa, solo para girarse y encontrarse con el joven paladín. El paladín demostraba una sonrisa, Red Velvet se colocó enfrente de Pure Vanilla en seña de protección.

— ¿Crees que podras defenderlo? Ni siquiera te has enfrentado a mi de una manera descente.

— Entonces no perdamos tiempo.

— Me parece bien, solo nosotros dos. Si gano, tendrán que decirme todo lo que Espresso oculta.

— Y si yo gano... Quiero que te alejes de Espresso, para siempre.

— ... Hmp... Trato...

— Red, no vas a poder ganarle...

Pure Vanilla le susurra, estaba temeroso. Sujeto el brazo de aquel ex-general.

— Hare mi esfuerzo, no puedo permitir que él se siga saliendo con la suya y siga dañando a Espresso o a usted.

— Es que no lo entiendes, él de igual manera ira detras de él, porque el está ligado con él de alguna manera u otra.

— ¿Eh?  ¿De qué hablas?

— Espresso, no te ha dicho...

— ¿Decirme que?

Madeleine llamo a su contricante, estaban retirados del pueblo, en un sitio seguro para todos, Pure Vanilla miraba algo preocupado, no sabía que pudiera suceder a decir verdad.

— Vamos traidor, haz lo que tengas que ofrecer, tus ataques debe de ser débiles.

— Eres un maldito estúpido.

Red Velvet se lanzó sacando su espada, viendo cómo el paladin fácilmente cubro el ataque con solo una espada que era sostenida por un brazo.

— ¡Ha ha! No me serviras, ni siquiera en guerra, no entiendo cómo es que has sido un general.

— Me lo gane a base de sudor y no solo por nacer en una familia noble.

— Sabes no solo por nacer en familia noble tiene potencial, yo siempre lo tuve, desde que he nacido, tuve potencial para llevar la luz a dónde la oscuridad yace. Y tú eres la poca oscuridad que queda...

Madeleine comenzó a atacarlo, Red esquiva y bloquea, pero los golpes son duros y le hace retroceder en algunos casos sin contar que el escudo que rodea al paladín es fuerte.

Pure nota aquello, siente algo de preocupación, el antiguo monarca cubre sus ojos al ver cómo Red Velvet cae al suelo por el impacto de la rafaja de energía color púrpura que emitió el paladín, quien para esos momentos ya demostraba otro rostro.

— Vamos, vamos, No que muy fuerte... No entiendo cómo fue que ustedes tuvieron el poder para derribar el imperio de Cacao si apenas puedes ponerte de pie.

Antes de que pudiera hacer otra cosa, puesto Madeleine ya tenía la espada cerca del cuello del derrotado, Pure Vanilla se iba a acercar a defender a Red, de no ser por un ataque pequeño, incapaz de herir a alguien.

Madeleine solamente logro cubrirse con sus escudos, notar con sorpresa al moreno quien de manera débil camino algo cerca, su respiración estaba acelerada.

— Deja en paz a Red Velvet el solo me cuidaba porque yo se lo pedí...

— ...

Madeleine no dijo nada, solo camino hasta Espresso, Espresso retrocede, siente algo extraño en ese paladín, no es el mismo que había conocido hace un tiempo, mientras que Red Velvet trata de ponerse de pie, debido a los ataques le es imposible y solamente mira como el paladín lleva en brazos al hechicero.

Pure Vanilla trata de acercarse pero parece que el paladín se niega a tenerlo cerca, en cambio, Espresso exige.

— Ten cuidado, el está débil, su cuerpo no va resistir si crea magia... Espresso, liberalo de su malestar... Apenas así podrás estar a salvó, ya que el no sabe cómo...

— ¿Eh?

Ambos se miran, Espresso trata de comprender a qué se refiere y a pesar de ser sanado por Pure Vanilla aún es sostenido por Madeleine.

Pure Vanilla le había advertido que nadie podía pasar la barrera que dividía al reino del palacio.

— ¿Por qué aquí?

— Porque no pienso dejarte libre.

— ¿Que? Eres un idiota... Bájame.

— No. Quiero tenerte cuando tengas el nacimiento de tu hijo.

— ¿Q-Quien te dijo eso?

Está vez Espresso se preocupo de sobremanera, su cuerpo estaba tenso, para cuando obtuvo la respuesta fue cuando estuvo en cama, en una gran cama.

— Eso es lo de menos, pero realmente quiero detalles.

A pesar de estar acostado, Madeleine logro acorrolarlo, colocando ambas manos a los costados mientras estaba sentando en la orilla de la cama. Acerca su rostro al cuello de éste, solo para darle pequeños besos. Una de sus manos caminan un poco hasta que llegan al vientre plano de Espresso.

— Sería agradable entrenarlo para ser un paladín.

— No, ni lo sueñes... Él se irá conmigo lejos de este pueblo.

— ¿Que te hace creer que podrás salir de aqui?

— ¿Quien te hace creer que es hijo tuyo?

Aquello hizo que Madeleine se alejara, le brindo una mirada tan fría, cosa que hizo temblar al moreno quien no supo que hacer o decir.

— ¿Quien es el padre? Pure Vanilla menciono algo así, así que quiero escucharlos de tus labios.

— ¿Para que? Hay algún sentido si te lo digo, es mi hijo, no... Necesito de alguien más.

— Entonces porque te sigue ese idiota.

— Porque lo conozco y me ha brindado protección, y siempre le estaré agradecido.

— Dime algo, Espresso, antiguamente... En la guerra del imperio de cacao, conocistes al hechicero oscuro...

Espresso quedó sorprendido, palideco cuando noto aquella expresión de frialdad de parte del mayor. Fue ahí cuando recordó algo, antes de desaparecer y alejarse de aquella guerra solo para dedicarse a sus experimentos y estudios, fue él quien había recibido uno de sus ataques, aquellos ataques que aprendió por parte de Pomegranate cookie. En ese entonces solo servía como un ataque certero capaz de defenderlo y así huir en caso de ser necesario, sin embargo no pensó que ese ataque tuviera otra intenciones.

No iba a responder, sintió un temor recorrer su cuerpo, y solamente se alejo un poco, pero no tuvo éxito, puesto Madeleine lo tomo abrazándolo y apegandolo a su cuerpo, Espresso noto el cambio de cabello, esos ojos azules ya no eran los mismos eran otro y demostraban frialdad.

— ¿Sabes quién fue?

De nuevo esa pregunta surgió, temió enormemente. Y de manera suave y con hilo pequeño, logro responder.

— No...

Madeleine quedó en silencio, sin alejarse del cuello, abrazándolo, sintiendo ese cuerpo pequeño. Y de manera sutil, una sonrisa suave surgió del paladín, se alejo de Espresso aún demostrando aquella sonrisa.

— Una vez que encuentre a ese hechicero, juro que lo voy a matar, me causo tantos problemas y me sigue causando tantos problemas.

Espresso sintió un escalofríos, su rostro demostró temor. Viendo cómo el paladin demostró una sonrisa siniestra, mientras sus ojos brillan con intensidad.

— Ese tipo. Solo causo sufrimiento, la poca gente del café murió en mis manos tras estarlo buscando es una lastima que no haya encontrado su paradero en ese tiempo.

— ¿Que? ¡Tu! Mataste... a mi gente...

La voz de Espresso se quebró, sintió un hueco enorme en su pecho, a pesar de no estar ligado a aquello, le hizo sentir un poco de molestia. Miro horrizado, acaso ese paladín, sonriente y de corazón inocente era otro ser maligno.

— Eres... Eres un monstruo.

— No lo soy... No soy un monstruo, solo hago todo lo que está en mi poder para buscar al culpable. Y hasta donde he visto, aún quedado más habitantes del café. Entre ellos estan los padres de Latte y tú...

La mirada de Madeleine se dirigió hacia Espresso, quien lo miro con detenimiento.

— Entiendo que es un duro golpe, pero si te das cuenta, crees que no hay más tribus del café por todo el mundo. Y lo más seguro él se encuentra en una de esos pueblos.

Espresso no dijo nada, ahora sentía un temor, realmente él era ese mismo paladin que desde hace unos meses demostró otro interés, en dónde la justicia e inocencia permanecía sobre ese aspecto, dónde la "luz divina" era aquel que lo guiaba. Espresso estaría en una situación demasiado complicada de ahora en adelante.

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Hola dejo un aviso.

Se viene cosas peores

Bien con esto concluyó, espero y les haya gustado este capítulo. Aviso que ya está por terminar. Así que que les gustaría un final feliz, trágico o sad. XD

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