Tengo un fantasma en casa. No lo veo. No lo siento. No me habla. Pero sé que allí está. Lo sé por las cosas que cambian cuando no estoy. Por los mensajes del celular que nunca reviso. Por los regalos simples que hay de vez en cuando. Algunos me hacen feliz. Otros no tanto. Pero los aprecio. Al menos siento que él trata de no ser un fantasma. Pero todo me demuestra lo contrario.

Ya no está aquí nunca. No lo veo. Dice que está allí. Pero no lo está. Dice que allí estará. Pero sé que nunca lo hará. Dice que hace lo que más puede por mi. Pero sé que él no sabe que yo sé dónde está cuando no está. Lo amo. Quiero creer que él también a mi. Pero todo me indica que no es así.

¿Por qué? Antes él era el que más estaba conmigo. El que más me acompañaba. Y el que mejor me comprendía. Siempre estaba allí. Siempre se podía estar seguro de que él estaría allí. Pero ahora no. A veces creo que él es un fantasma porque quiere serlo. Y duele. Duele porque lo quiero. Duele porque lo amo. Duele porque él nunca está pendiente. Duele por qué si me enfermo él no vendrá. Duele porque fue de los primeros que creyó en mí. Y duele porque confío en él. O confiaba.

El otro día tuve una reunión importante. No estaba. Él es importante para mí. Esa reunión era importante para mí. ¿Por qué no estaba allí? Entiendo que tenía un viaje en esos días. Y que él tenía que organizar todo. Las personas con las que él trabajaba, ellas me conocen. ¿No creen que sería justo que él me regalara algo de tiempo? Ellos lo aceptarían. Sé que es algo egoísta y que... Y que yo también estoy haciendo las cosas mal. Pero no llevo tanto tiempo vivido como él. No tengo tanta experiencia. Solo quiero una compañía. Su compañía.

Si me enfermo, él no vendrá. Si le pido un favor él se tardará. Si quiero compañía, él nunca estará. Y si quiero apoyo, él se lo dejará a otra persona. Solo es un fantasma. Solo me da regalos para asegurar su existencia. Él nunca está. Supongo que es mi culpa. Me dicen que no lo es pero yo desisto.

¿Por qué has decidido ser un fantasma?