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Capitulo 6

¡Pasando tiempo en Zaun!

Calles de Zaun...

Las calles de Zaun estaban envueltas en el característico aroma a metal oxidado y humo químico. Entre los callejones oscuros y los destellos esporádicos de luces neón, una figura destacaba. Satoru caminaba con las manos en los bolsillos, su postura relajada contrastando con la intensidad de sus pensamientos.

Su mente volvía una y otra vez a los momentos recientes. Recordó la risa confiada de Ezreal después de su victoria contra aquella pandilla, y luego el brillo en los ojos de Caitlyn cuando aceptó encontrarse con él nuevamente en el bosque después de ir por aquel helado después de su competencia de puntería.

-En dos días veré a Caitlyn nuevamente. Quién diría que alguien como ella podría emocionarse tanto por algo tan simple como un helado y una charla.- Una ligera sonrisa apareció en mi rostro, recordando los últimos momentos del día que había pasado junto a Caitlyn.

Flashback:

La tenue luz de las farolas iluminaba la calle solitaria de Piltover mientras Caitlyn y Satoru avanzaban tranquilamente hacia la mansión Kiramman. Ambos se encontraban inmersos en su conversación, compartiendo risas y comentarios ligeros. Parecían tan cómodos en compañía del otro que el resto del mundo se desvanecía.

Finalmente, se detuvieron frente a las imponentes puertas de la mansión. Caitlyn giró para mirar a Satoru, quien observaba el lugar con una mezcla de curiosidad y admiración.

-Vaya, si que tienes una linda casa. Es mucho mejor que el lugar donde vivo, eso seguro.- El tono en mi voz era relajado, con una sonrisa ligera en mi rostro mientras señalaba las puertas con un leve movimiento de la cabeza.

-Bueno, gracias Satoru. Pero no creo que donde vivas sea tan malo como dices. Seguro tiene algo que lo hace especial.- Contestó Caitlyn dejando escapar una risa suave, ladeando ligeramente su cabeza mientras me miraba.

-Si consideras un bar lleno de gente borracha y ruidosa como algo especial, entonces sí, supongo que tienes razón. Vivo en un bar, aunque tengo mi propia habitación, así que no es tan terrible.- Contesté soltando una risa corta, sacudiendo mi cabeza.

-¿Un bar? ¿En serio? No esperaba eso... Es algo, digamos, diferente. Supongo que tiene sus ventajas, ¿no?- Pregunto Caitlyn mientras sus ojos se abrían ligeramente por la sorpresa, pero también por curiosidad.

-Tiene sus ventajas y desventajas. Pero honestamente, comparado con esto- Dijo, señalando la mansión con un gesto casual.
-Es como comparar una posada de mala muerte con un castillo.- Contesté asintiendo, apoyando las manos en mis bolsillos mientras mi mirada se relaja un poco.

-Bueno, suena peculiar. Pero es interesante, como tú. Aunque me debes más detalles la próxima vez que nos veamos.- Comentó Caitlyn, sonriendo suavemente mientras me mira con un brillo juguetón en sus ojos.

-Ah, ¿así que estás segura de que habrá una próxima vez? Qué confianza.- Respondí con una sonrisa amplia, alzando una ceja mientras sacaba mis manos de mis bolsillos por un momento, acercando mi mano para empezar a jugar con un mechón de pelo de Caitlyn.

-Claro que habrá otra vez. Me divertí contigo, Satoru. Es bueno estar con alguien que me trate como Caitlyn, sin el peso del apellido Kiramman detrás.- Contestó Caitlyn con seriedad en su voz y viéndose un poco vulnerable, sonrojandose un poco ante mi gesto pero sin hacer algo para apartarse.

-Bueno, entonces supongo que debo sentirme honrado. Y sí, habrá otra vez. Todavía me debes una revancha en nuestra competencia de puntería, Caitlyn.- Contesté después de verla por un momento en silencio ante sus palabras.

-Está bien, acepto el desafío. Pero prepárate, la próxima vez no será tan fácil para ti.- Respondió Caitlyn con determinación en sus ojos junto con una sonrisa en su rostro que no pudo evitar.

-Eso quiero verlo cuando volvamos a vernos. Pero por ahora, descansa, pequeña tiradora. Tienes talento, pero aún necesitas práctica si quieres vencerme.- Conteste con un tono juguetón en mi voz, inclinandome ligeramente hacia ella y soltando su mechón de cabello con suavidad.

-Gracias por el día, Satoru. Realmente fue diferente y divertido. Nos vemos pronto.- Dijo Caitlyn mientras negaba suavemente con la cabeza, reprimiendo una pequeña risa mientras se dirige a la entrada. Deteniéndose un momento antes de mirar a Satoru una vez más.

-Nos vemos en dos días, Caitlyn. Y recuerda, no es bueno pensar tanto. A veces, solo tienes que disfrutar el momento.- Fue la respuesta de Satoru mientras alzaba la mano en un gesto de despedida, con una sonrisa que Caitlyn conoce perfectamente.

Caitlyn parpadeó, sorprendida por sus palabras, pero rápidamente escondió su reacción mientras entraba a la mansión esperando que esos dos días pasaran rápido para ver a Satoru.

Al cerrarse las puertas, Satoru permaneció unos segundos más, mirando el lugar con una sonrisa tranquila mientras piensa un momento en el momento que paso junto a Caitlyn antes de girarse y desaparecer en las sombras de Piltover.

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Regresando a la actualidad, las miradas a su alrededor no eran amables. Algunas personas lo miraban con respeto, otras con una admiración incómoda. Pero la mayoría desviaba la vista rápidamente, ocultando el miedo que sus rostros no podían disimular.

En los últimos tres años, Satoru se había convertido en una fuerza imparable en Zaun. Tanto por elección, como por necesidad. Había destruido pandillas enteras, frustrado algunos esquemas de criminales y prácticamente había acabado con todos los que intentaron meterse con él.

-Todo esto por mantener un poco de equilibrio y un par de monedas. Aunque no puedo negar que ver sus caras cuando pierden ante mí y esa desesperación en sus ojos es bastante satisfactorio- Pensé con una pequeña sonrisa en mi rostro al recordar a las diferentes personas que intentaron meterse conmigo.

Los susurros sobre su nombre se habían convertido en rumores. Los líderes de pandillas, agotados de ver a sus mejores hombres desaparecer cada vez que intentaban cazarlo, habían dado la orden de evitar al peliblanco a toda costa y si se encuentran con él, deberán huir a toda costa. Algunos ni siquiera se atrevían a pronunciar su nombre en voz alta, como si fuera un conjuro maldito.

Por supuesto, no todos se habían rendido. El mercado negro de Zaun había puesto una cifra exorbitante por su cabeza, una recompensa que crecía con cada mes que pasaba. Los ojos de mercenarios y asesinos brillaban con codicia al escuchar sobre la oportunidad de acabar con un "simple" niño. Pero aquellos que se atrevieron a intentar cobrar esa recompensa jamás regresaron para contar la historia.

Satoru avanzaba, ajeno a los cuchicheos a su alrededor, pero consciente del peso de su reputación. Cada paso suyo resonaba como una advertencia silenciosa. Algunos transeúntes se apartaban instintivamente de su camino; otros se limitaban a observar desde las sombras, intentando no llamar su atención.

Satoru caminó por las calles desgastadas de Zaun, sus manos en los bolsillos y su expresión relajada, ignorando las miradas furtivas que recibía de los transeúntes. El eco de sus pasos resonaba mientras avanzaba hacia la taberna de Vander, pero entonces algo llamó su atención.

A través de sus Seis Ojos, percibió un movimiento particular en un callejón cercano. Era un grupo de personas reunidas, y entre ellas reconoció algunas figuras familiares. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro mientras cambiaba su rumbo, desviándose hacia el lugar con una curiosidad evidente.

Le tomó solo unos minutos llegar. Lo primero que vio fue a Vi en el centro de la reunión, moviéndose con energía y lanzando golpes al aire. Los demás, incluyendo a Powder, Mylo, Claggor y Ekko, la observaban atentamente. Incluso había otro grupo, una pequeña pandilla de cinco personas: una chica y cuatro chicos, que también parecían interesados en las demostraciones de Vi mientras que Vi estaba concentrada, moviéndose de un lado a otro mientras daba consejos.

-¡No basta con golpear fuerte, también tienen que ser rápidos! Y nunca bajen la guardia, ¿entienden?- Su tono era firme, pero lleno de confianza, algo que logró captar la atención de todos.

Satoru observó la escena en silencio por un momento antes de decidir intervenir. Dio un par de pasos hacia adelante, dejando que el sonido de sus pisadas anunciara su presencia.

-Vaya, no pensé que mi linda cereza se hubiera convertido en toda una maestra de combate.- Mi voz resonó en el lugar, haciendo que todos los presentes giraran hacia él. Vi también se detuvo abruptamente, sus ojos encontrándose con los de Satoru.

-¡Satoru! ¿Qué haces aquí?- Preguntó con un ligero ceño fruncido, pero también había un destello de sorpresa y de entusiasmo en su mirada al ver a Satoru.

El otro grupo, que acompañaba a Vi y los demás, se quedó en completo silencio al ver a Satoru. Sus miradas eran inquisitivas, y algunos parecían tensos. Aunque nunca lo habían visto en persona, las historias que circulaban en Zaun sobre el "peligroso peliblanco" eran conocidas por todos.

-Satoru Gojo...- Murmuró Deckard para si mismo, estando recargado contra una pared, entrecerrando sus ojos.

Los demás integrantes de su pandilla compartían miradas de incertidumbre, evaluando al recién llegado. Pero había alguien que no pudo evitar mostrar una reacción distinta está es la única mujer del grupo de Deckard observó a Satoru con curiosidad y expectativa en sus ojos.

-Así que este es el famoso Satoru Gojo. No esperaba que fuera tan... atractivo.- Pensó mientras sus ojos se fijaron en Satoru, su porte confiado junto con el aire despreocupado y de autoridad que emanaba. Sin Darse cuenta, mordió ligeramente su labio inferior mientras lo analiza de arriba a abajo.

Mientras tanto, Powder, al verlo, no pudo contenerse y se levantó de su lugar de inmediato. Una gran sonrisa apareció en su rostro mientras corría hacia él con evidente emoción.

-¡Satoru! Sabía que volverías. ¿Dónde estuviste?- Preguntó mientras lo miraba con ojos brillantes de curiosidad y alegría.

-Sí, Satoru, ¿dónde te metiste todo el día? No te hemos visto. Y, ¿qué pasa con esas gafas? ¿Dónde está tu venda?- Pregunto Vi, sin moverse de su lugar mientras se Cruza de brazos y mantuvo su mirada en Satoru. Aunque intentaba sonar molesta, su tono la traicionó al mostrar una preocupación por Satoru.

-Tranquilas, no es para tanto. Estuve ocupado con algunas cosas en Zaun, pero ya volví. Y sobre las gafas, digamos que me di un pequeño lujo con unas monedas que tenía guardadas. ¿Les gustan?- Hizo una pausa y sonrió con tranquilidad junto a una pequeña mentira antes de añadir. -Aunque... no me digan que me extrañaron tanto.- Contesté tranquilo y con una pequeña risa suave, levantando las manos en un tono relajado mientras acaricio suavemente el cabello de Powder con una mano.

-¡Sí, te extrañé, Satoru! Y también Vi te extrañó. Ha estado de mal humor todo el día porque no te vio.- Contestó con inocencia aunque con una ligera intención de molestar un poco a su hermana.

Las palabras de Powder arrancaron una risa de Claggor, Mylo y Ekko, quienes intentaron disimular pero no pudieron evitar reírse suavemente de la reacción de Vi, haciendo lo posible para no ser oídos por ella.

-Powder sí que sabe cómo decir las cosas.- Comentó Claggor con una sonrisa haciendo que Ekko y Mylo asintieran, también con una ligera risa.

Vi, por otro lado, sintió cómo su rostro se encendía en un tono rojo intenso. Se giró hacia Powder, con una mezcla de vergüenza y enojo, mientras levantaba una mano para intentar detenerla.

-¡Powder! No digas esas cosas... Yo no...- Intento explicarse, pero sus palabras se vieron interrumpidas por una mirada burlona de Satoru, quien se inclinó ligeramente hacia Vi con una sonrisa pícara.

-Oh, ¿de verdad, mi linda Vi? ¿Me extrañaste tanto?- Pregunté con una voz juguetona y con una sonrisa pícara en mi rostro, viendo como el sonrojo en las mejillas de Vi aumentaba aún más.

-¡Claro que no! Solo... es que desapareciste todo el día sin decir nada. Eso es todo.- Negó rápidamente con la cabeza mientras hacia lo posible por ocultar el sonrojo, lanzándome una mirada desafiante y tratando de recuperar la compostura.

-Esta bien, Vi, te creo. Pero dime, ¿Quiénes son tus nuevos amigos? No parecen muy felices de verme.- Contesté dejando escapar otra risa, disfrutando la reacción de Vi y no comiéndome su mentira. Girando mi atención hacia Deckard y su grupo.

Satoru cruzó los brazos, su postura relajada pero con esa aura que hacía que la atmósfera del callejón se sintiera más densa. Observaba al grupo de Deckard detrás de sus gafas oscuras, con una mirada tranquila que parecía atravesarlos. Vi permanecía a su lado, con los brazos cruzados y una postura firme.

-Satoru, ellos son Deckard y su grupo. Vinieron aquí mientras les enseñaba algunas cosas a Powder y a Ekko.- Su tono era neutral, pero había un destello de firmeza en sus palabras, como si estuviera preparada para cualquier comentario de Satoru.

-Sí, Satoru. Ellos quisieron venir. No vi ningún problema en que nos acompañaran, aunque... tal vez se sienten un poco nerviosos ahora.- Contestó Ekko siendo más relajado que Vi, mientras se acercaba a nosotros 3.

Satoru dejó escapar un suspiro leve, sin dejar de mirar al grupo de Deckard. Su expresión permanecía inmutable, aunque una ligera sonrisa se formó en sus labios al escuchar las palabras de Ekko.

-Con que es así...- Susurré, aunque lo suficientemente alto para que Vi, Ekko y Powder lo escucharan, provocando que ambos asintieran en silencio.

Antes de que alguien pudiera intervenir o cambiar el tema, la única mujer del grupo de Deckard dio un paso al frente. Con un movimiento audaz, se apartó de su grupo y se dirigió hacia Satoru con una seguridad palpable. Esto hizo que los tres intercambiaran miradas de confusión y alerta.

-Así que tú eres el famoso Satoru. No esperaba que alguien con tanta reputación fuera tan relajado... y tan atractivo.- Dijo aquella mujer, cruzándose de brazos mientras me miraba con un toque de picardía en sus ojos.

Satoru arqueó una ceja detrás de sus gafas, una sonrisa juguetona apareciendo en su rostro. Dio un paso hacia adelante, reduciendo la distancia entre ambos, lo suficiente para incomodarla ligeramente, pero sin romper su compostura.

-Vaya, parece que alguien tiene buen gusto. Pero déjame advertirte, así como soy de atractivo y relajado, también puedo ser muy peligroso. ¿Estás segura de querer acercarte más?- Pregunté de manera tranquila y con una sonrisa juguetona en mi rostro, pero también con una ligera advertencia de fondo.

Vi, Powder y Ekko mantenían la mirada fija en la interacción entre Satoru y la chica del grupo de Deckard. Aunque Vi intentaba proyectar una expresión neutral y serena, sus nudillos apretados y el fruncimiento apenas perceptible en sus cejas contaban otra historia. Ese sentimiento extraño que se arremolinaba dentro de ella, algo que no lograba identificar completamente, comenzaba a manifestarse como una mezcla de irritación y celos.

-¿Qué sucede, Vi? Estás muy seria... ¿No te gusta esa chica?- Pregunto Powder mirando con curiosidad a su hermana, ladeando la cabeza sin darse cuenta de la tensión en ese momento.

La pregunta de Powder fue tan directa y natural que hizo que Ekko soltara una pequeña risa. Él, quien había pasado tiempo aprendiendo de Satoru, el propio Satoru le había estado enseñando a ver y entender el lenguaje corporal de las personas, y la postura tensa de Vi le había dado una ligera idea.

-Yo creo que Vi está celosa.-
Murmuró Ekko hacia Powder con una pequeña risa, aunque sin querer fue lo suficientemente alto como para que Vi lo escuchara.

Vi se giró rápidamente hacia él, su rostro ligeramente sonrojado por la mezcla de irritación y algo más que no quería admitir ni a sí misma.

-¡Cállate, Ekko! No estoy celosa de nada.- La voz de Vi, aunque baja, tenía un tono cortante. Sus ojos se clavaron en Ekko con una mirada penetrante.

Al escuchar el comentario de Ekko y notar la reacción de su hermana, Powder pareció captar la idea rápidamente. Una pequeña sonrisa pícara apareció en su rostro, y sin dudarlo, decidió unirse a las bromas de Ekko.

_Puede que sea cierto, Vi. Pero... tu rostro está rojo. Nunca te había visto sonrojada antes.- Comentó Powder, fingiendo inocencia mientras mantenía aquella sonrisa en su rostro. Ekko, divertido por el respaldo de Powder, soltó una pequeña risa ligera.

-Tampoco te había visto así antes, Vi. Esto es bastante raro para ti. Tal vez...-
Ekko dejó la frase en el aire notando la creciente molestía de ella, sabiendo que cualquier palabra más solo encendería aún más el humor de Vi.

Vi, claramente acercándose a su límite, tomó un profundo respiro. No quería perder el control frente a su hermana ni a Satoru. Cerró los ojos por un segundo y finalmente giró hacia Powder y Ekko con una sonrisa que parecía forzada y tratando de mantener una expresión neutral en su rostro.

-No es nada, Powder. Solo... no confío del todo de esa chica.- Aunque trataba de sonar firme, el leve rubor en sus mejillas no hacía más que traicionar sus palabras.

En parte, había algo de verdad en lo que decía. Apenas conocía a Deckard y su grupo. Habían llegado mientras enseñaba movimientos básicos de combate a Powder, Ekko, Mylo y Claggor, y aunque sus amigos no encontraron nada malo en permitirles quedarse, Vi no compartía el mismo sentimiento. Su desconfianza hacia el grupo era palpable, especialmente hacia esa chica que ahora estaba cerca de Satoru, coqueteando con él de manera descarada.

Mientras tanto, Satoru, con sus Seis Ojos captando cada pequeño detalle, no podía evitar encontrar toda la situación entretenida. La tensión sutil en el aire y la reacción de Vi eran como un libro abierto para él. Una sonrisa divertida cruzó su rostro mientras giraba ligeramente la cabeza hacia Vi, fingiendo inocencia pero claramente consciente de lo que hacía.

-Vi, ¿todo bien allá atrás? Parece que alguien está... un poco distraída.- Mi tono de voz era juguetón, una provocación calculada que buscaba una reacción por parte de ella, mientras volvía a centrarme en la chica frente a mí.

Aun así, no perdió de vista a Vi de reojo, esperando su respuesta. La respuesta llegó cuando Vi bufó suavemente, intentando ocultar cualquier emoción mientras cruzaba los brazos con fuerza.

-Haz lo que quieras, Satoru. Solo no pierdas demasiado el tiempo.-
Aunque su voz tenía un tono cortante, un leve temblor en sus palabras dejaba entrever lo que realmente sentía, algo que intentaba ocultar desesperadamente mientras desviaba la mirada hacia otro lado, fingiendo estar indiferente ante la situación.

El ambiente seguía cargado de tensión, como si cada respiración en el callejón pesara más de lo normal. Aunque la mayoría del grupo de Deckard trataba de mantenerse al margen, la presión era evidente. Fue entonces cuando Deckard decidió intervenir. Dio un paso adelante, separándose un poco de su grupo y poniéndose al lado de la chica que había estado hablando con Satoru. Su mirada, aunque pretendía ser desafiante, reflejaba una mezcla de nerviosismo e inseguridad.

-Así que tú eres el gran Satoru del que todos hablan. Honestamente, viéndote bien, no pareces gran cosa. Pensé que serías más intimidante.- Su voz sonaba áspera, cargada de sarcasmo, aunque la rigidez de su postura traicionaba sus verdaderos sentimientos.

Al escuchar esas palabras, Vi apretó los puños con fuerza, su rostro mostrando una mezcla de enojo y frustración. Dio un paso al frente con intención de decir algo, pero Satoru levantó una mano con calma, deteniéndola en seco.

-Tranquila, Vi. Me encargaré personalmente de esto.- Dije en un tono tranquilo, mi mirada no abandonaba a Deckard mientras mis labios esbozan una ligera sonrisa.

El pequeño intercambio hizo que Powder y Ekko, que minutos antes se reían, cambiaran su expresión por una más seria. Ambos estaban tensos, mientras Mylo y Claggor habían dejado su lugar y se acercaban lentamente, observando con cautela al grupo de Deckard.

-¿De verdad? Es curioso escuchar eso de alguien débil que lidera a un grupo de personas aún más débiles. - Contesté con tranquilidad, aunque mi tono era claramente una provocación. Una sonrisa calmada se formó en mis labios mientras mis ojos, detrás de las gafas, no dejaban de analizar cada movimiento del grupo de Deckard.

El comentario hizo que el rostro de Deckard se contrajera ligeramente, aunque trató de mantener la compostura mientras sus compañeros junto a la chica a su lado lo observaban en silencio. Sin embargo, uno de los chicos del grupo no pudo contenerse. Con el rostro encendido por la rabia, al parecer toque algo que no debía porque dio un paso adelante, apuntándome con el dedo mientras su voz resonaba en el callejón.

-¡Tú! ¡Maldito desgraciado!- Gritó mientras avanzaba hacia mí con rapidez, sus movimientos desbordaron ira, aunque también imprudencia.

Antes de que pudiera hacer algo más, desaparecí de su vista, moviéndome a una velocidad que ninguno de ellos pudo seguir. La expresión del chico cambió rápidamente de enojo a confusión cuando notó que ya no estaba donde esperaba. Pronto aparecí frente a él en menos de un segundo, mi rostro ahora mostrando una expresión completamente fría, dejando a un lado aquella sonrisa característica.

-¿Quién carajo te crees que eres?- Mi voz resonó con un tono peligroso, gélido como un filo de acero, mientras lo miraba directamente a los ojos.

Antes de que pudiera responder, mi puño impactó en su estómago con una fuerza descomunal. Su cuerpo se arqueó completamente, escupiendo una bocanada de sangre mientras el aire abandonaba sus pulmones. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para lanzarlo hacia atrás, estrellándolo contra la pared del callejón. Su cuerpo quedó inerte, desplomado en el suelo y completamente inconsciente.

El sonido del impacto hizo eco en el lugar, dejando a todos en silencio. Deckard y su grupo miraban la escena con los ojos abiertos de par en par, claramente aterrados por lo que acababa de suceder. Incluso Vi, Powder, Ekko, Mylo y Claggor parecían impresionados, aunque menos sorprendidos por estar acostumbrados al poder de Satoru.

El ambiente se llenó de tensión nuevamente, como si el aire en el callejón se hubiera vuelto más denso con mi sola presencia. Los ojos de todos estaban fijos en mí, y con un movimiento tranquilo di un ligero paso al frente. Mi mirada, cargada de calma, se posó en Deckard y los tres miembros restantes de su grupo, quienes estaban inmóviles por el miedo.

-Qué decepcionante.- Mi voz resonó en el lugar, fría y serena a la vez. Mis palabras parecían penetrar en la mente de cada uno de ellos como cuchillas invisibles. -Parece que solo quedan ustedes cuatro, pero tranquilos... no me tomará mucho tiempo.- Dije con un tono despreocupado, mientras alzaba lentamente mis manos, haciendo un signo simple pero preciso.

-Orochi.- Susurré, casi como si hablara con la misma sombra bajo mis pies.

En ese momento, algo increíble sucedió. Desde mis sombras comenzó a emerger una figura imponente. Una gran serpiente de un tono blanco, con escamas brillantes que parecían absorber la poca luz del lugar, se alzó de mi sombra como si hubiera estado esperando mi llamada. Sus ojos, brillando con un siniestro tono peligroso, se clavaron directamente en Deckard y su grupo, haciendo que sus rostros palidecieran al instante.

-¿Qué demonios es eso?- Murmuró uno de los chicos, su voz temblorosa mientras retrocedía instintivamente.

La serpiente no les dio tiempo de reaccionar. En cuestión de segundos, Orochi se movió con una agilidad abrumadora, envolviendo su largo cuerpo alrededor de Deckard y los tres miembros restantes. Su cuerpo era tan grande y fuerte que los atrapó con facilidad, apretándolos lo suficiente como para inmovilizarlos, pero sin causarles un daño inmediato. El sonido de sus escamas rozando el suelo resonaba en el callejón, aumentando la sensación de peligro.

Powder, Ekko, Mylo y Claggor miraban la escena con los ojos abiertos de par en par. Incluso Vi, quien siempre trataba de mantener la compostura, parecía sorprendida por la aparición de Orochi.

-No sabía que Satoru podía invocar una serpiente gigante, ¿Acaso será un nuevo Shikigami?- Pensó Vi mientras miraba cómo Satoru manejaba la situación con total calma. Recordando en el pasado como Satoru le había explicado un poco más a profundidad sobre su poder.

-Esto es increíble... ¡Satoru tiene una serpiente gigante!- Exclamó Powder en un susurro emocionado, mirando a Orochi con fascinación mientras tiraba suavemente de la camisa de Ekko para llamar su atención.

La tensión en el aire seguía siendo palpable. Powder, con sus ojos brillantes de emoción, parecía ser la única que no se percataba de lo extraño que era admirar una serpiente gigante que podía aplastar a cualquiera con facilidad. Vi, Ekko, Mylo y Claggor compartían miradas de confusión, aunque ninguno de ellos se atrevía a comentar nada sobre la reacción de Powder, al menos no en ese momento.

Deckard y su grupo seguían atrapados entre los anillos de Orochi, sus respiraciones agitadas delataban el pánico que sentían al estar a merced de una criatura tan imponente. Satoru, con una calma absoluta, se acercó lentamente, sus pasos resonando en el callejón mientras su mirada permanecía fija en Deckard. Su expresión relajada solo hacía que la situación pareciera aún más aterradora.

Deckard intentó reunir algo de coraje, aunque era evidente que estaba perdiendo la batalla contra el miedo.

-¡Suéltanos, maldito! Esto es injusto.- Gritó con la voz temblorosa, tratando de sonar desafiante. Sin embargo, su tono traicionaba su intento, mostrando el temor que lo consumía.

Satoru se detuvo frente a él, inclinándose ligeramente hacia adelante para estar a su altura. Sus ojos, aunque ocultos detrás de las gafas, parecían perforar directamente a través del alma de Deckard.

-¿Injusto?- Repetí con una leve sonrisa burlona mientras ladeaba la cabeza. -No digas tonterías. Ustedes fueron los que me buscaron retarme desde el principio, ¿o me equivoco?- Mi tono era tranquilo, casi indiferente, pero el peso de mis palabras parecía aplastarlos aún más.

Orochi, como si entendiera el momento, apretó un poco más su cuerpo alrededor de ellos. No lo suficiente para hacerles daño real, pero sí para que sintieran la amenaza de lo que podría pasar si la serpiente recibía una sola orden mía. El sonido de sus escamas moviéndose resonó en el callejón, haciendo que uno de los miembros del grupo de Deckard soltara un pequeño gemido de terror.

-Y seamos honestos...- Continué, acercándome aún más a Deckard, reduciendo al mínimo la distancia entre nosotros. Mi voz se volvió un susurro frío y calculador. -Ustedes nunca tuvieron una oportunidad.-

Deckard tragó saliva con dificultad, intentando apartar la mirada, pero mi presencia parecía impedirle hacerlo. El resto de su grupo estaba completamente paralizado, ninguno de ellos se atrevía a hablar o a moverse.

Vi, Powder, Ekko, Mylo y Claggor miraban la escena con atención. Vi estaba lista para intervenir si las cosas se salían de control, aunque una parte de ella confiaba en que Satoru sabía lo que estaba haciendo. Powder, por otro lado, parecía fascinada con todo lo que estaba ocurriendo, mientras que Ekko, Mylo y Claggor observaban con una mezcla de cautela y asombro.

Me incliné un poco más hacia Deckard, mi voz bajó aún más, lo suficiente para que solo él y su grupo pudieran escuchar mis palabras.

-Tienes suerte de que hoy esté de buen humor. Así que aquí está lo que vas a hacer: le vas a llevar un mensaje a tu jefe, Silco.- Dije con una frialdad que hizo que Deckard temblara. -Dile que deje de estar rompiéndome las pelotas mandando a sus inútiles lacayos a vigilarme. A menos que quiera quedarse con aún menos gente.-

Mis palabras estaban cargadas de una amenaza tan clara como el filo de una espada.

-Y si tiene algo que decirme, que lo haga personalmente.- Hice una pausa, dejando que mis palabras se hundieran profundamente en su mente. Mi expresión se tornó aún más seria. -Porque si no lo hace, iré personalmente a acabar con él. Y créeme, Deckard, no tendrá una segunda advertencia.-

Ante mis palabras, Deckard asintió rápidamente, su cuerpo temblaba ligeramente mientras trataba de controlar el miedo que lo invadía. Era evidente que mis palabras habían calado profundamente en él, y no necesitaba decir nada más para hacerle entender la gravedad de la situación. Una vez que note que había entendido, simplemente dejé de prestarle atención; ya no valía la pena gastar más tiempo en alguien tan patético.

Sin embargo, mi mirada pronto se dirigió hacia la chica del grupo de Deckard, aquella que antes había tenido el descaro de acercarse a mí con una confianza y picardía casi admirables. Ahora, su actitud era completamente diferente. Sus ojos reflejaban un miedo evidente, sus manos temblaban ligeramente y evitaba cruzar mi mirada directamente, sin importar que seguía siendo sometida por mi serpiente.

Di un par de pasos hacia ella, mi sonrisa relajada permanecía en mi rostro, pero mis ojos, ocultos tras las gafas, seguían cada movimiento suyo. Me incliné ligeramente hacia ella, mi voz descendió a un susurro que sólo ella podía escuchar.

-Te lo dije. Aunque sea atractivo y relajado, también soy alguien muy peligroso.- Mi tono era tranquilo, casi amistoso, pero con un filo que no podía ignorarse. Observé cómo tragaba saliva con dificultad mientras mantenía la mirada baja. -Me pregunto... ¿A dónde se ha ido toda esa seguridad y picardía de hace unos minutos?-

Ella intentó responder algo, pero las palabras parecían haberse quedado atrapadas en su garganta. Su respiración era pesada, y su cuerpo seguía rígido, incapaz de moverse.

-No te preocupes, sigues siendo un buen partido- Continué, dejando que una ligera risa escapara de mis labios. -Pero lamento decirte que estás muy por debajo de mi linda cereza. -Al decir esto, lancé una rápida mirada hacia Vi, quien estaba observando la escena desde el grupo con el ceño ligeramente fruncido. -Así que no te hagas ilusiones, porque, después de todo, mi cereza es mucho mejor que cualquier mujer de Zaun.-

Antes de que pudiera reaccionar, levanté suavemente mi mano y le di un par de palmadas en la cabeza, un gesto casi burlón pero cargado de confianza. Luego, me alejé sin prisa, ignorando por completo su expresión de vergüenza y confusión mientras me dirigía hacia donde estaban Vi, Powder, Ekko, Mylo y Claggor.

Al acercarme al grupo, noté cómo Powder tenía una expresión entre admiración y emoción, mientras que Ekko parecía impresionado por lo que acababa de presenciar. Mylo y Claggor intercambiaban miradas como si no estuvieran seguros de si lo que acababan de ver era genial o aterrador. Y finalmente, estaba Vi...

Ella cruzó los brazos y me miró con una mezcla de molestia y algo que parecía ser orgullo o administración. Su ceño fruncido apenas lograba disimular el leve rubor en sus mejillas cuando nuestros ojos se encontraron.

-¿Qué pasa? ¿Te quedaste tan impresionada con mi actuación que no encuentras las palabras?- Pregunté con una sonrisa burlona mientras miraba a Vi de reojo. Sabía exactamente lo que estaba haciendo y lo estaba disfrutando. -Sabes bien que no dejaré que nadie se meta con ustedes... y mucho menos con mi linda cereza.-

Vi chasqueó la lengua y me miró con su ceño fruncido característico, aunque esa leve sombra de rubor en sus mejillas le restaba algo de seriedad a su intento de enojo.

-Ya te he dicho muchas veces que no me llames así, Satoru.- Intentó sonar firme, pero su voz traicionó una ligera nota de timidez y vulnerabilidad que no pasó desapercibida para mí.

-Lo dices, pero nunca me detienes... lo que me hace pensar que, en el fondo, te gusta.- Había aprovechado el momento para inclinarme más hacia ella, mi sonrisa es visible en mi rostro.

Vi abrió la boca para replicar, pero antes de que pudiera decir algo, resopló con frustración y miró a un lado.

-No sé si debería agradecerte por lo que hiciste o darte un golpe por lo dramático que eres.- Murmuró, cruzándose de brazos. A pesar de su tono seco, noté cómo la esquina de sus labios se curvaba apenas en una pequeña sonrisa.

-Lo tomaré como un "gracias", mi linda cereza.- Respondí sin dudar, rodeando su cuello con mi brazo y acercándola a mí en un gesto despreocupado.

Vi se tensó por un segundo, pero, curiosamente, no hizo ningún esfuerzo real por alejarse. Al ver esto, Powder y Ekko compartieron una mirada cómplice antes de soltar una pequeña risa entre dientes. Mylo y Claggor, por su parte, intercambiaron miradas de diversión, dejando escapar carcajadas al ver la situación.

-Oh, sí puedo ver qué le gusta estar cerca de Satoru.- Susurró Ekko con una sonrisa, lo suficientemente bajo para que solo Powder lo escuchara.

-Eso pensé. Vi no deja que nadie se le acerque tanto...- Respondió Powder, cubriéndose la boca con ambas manos para disimular su risa.

Vi, dándose cuenta de que estaba perdiendo el control de la situación, dejó escapar un suspiro exasperado.

-¡Vamos ya, antes de que haga algo de lo que me arrepienta!- Gruñó, mirando de reojo a Satoru, quien solo aumentó su sonrisa con diversión.

Sin decir más, el grupo comenzó a avanzar para salir del callejón. Cuando estábamos a punto de salir, chasqueé los dedos y, de inmediato, la gran serpiente se desvaneció en sombras, liberando a Deckard y su grupo.

Los sujetos cayeron al suelo, jadeando y temblando, pero ya no les presté atención. No valía la pena gastar más energía en ellos.

Mientras nos alejábamos, sentí cómo Vi intentaba apartar mi brazo de su cuello con suavidad, aunque sin demasiada convicción.

-Relájate, cereza. Te ves más linda cuando no frunces el ceño.- Le susurré al oído en tono juguetón y con una sonrisa cómplice en mi rostro.

Ella resopló y finalmente logró apartarse, aunque no sin antes darme un ligero codazo en las costillas que hizo que mi espalda se arqueara un poco porque en ese momento no tenía mi Infinito activado.

-Eres insoportable.- Murmuró, pero su rostro seguía rojo, y eso, para mí, valía más que cualquier respuesta verbal de su parte. Solo es cuestión de tiempo.

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Lugar desconocido de Zaun...

El aire en la habitación era denso, cargado con el aroma metálico del aceite quemado y las sustancias químicas que emanaba del laboratorio de Singed. Deckard estaba arrodillado en el suelo, sus brazos atrapados en el agarre de dos hombres corpulentos con rostros inexpresivos. Silco permanecía de pie frente a él, su único ojo visible iluminado por el resplandor tenue de una lámpara cercana.

La expresión de Silco era indescifrable. Su rostro, normalmente sereno en su frialdad, no reflejaba ni sorpresa ni enojo. Solo una calma peligrosa mientras observaba a Deckard, quien apenas podía sostenerle la mirada.

-Así que tuviste el privilegio de encontrarte cara a cara con Satoru Gojo, el mismo que se pasea por Zaun como si le perteneciera y me envías un mensaje de su parte.- La voz de Silco era baja, grave, pero con un tono afilado como una hoja bien afilada.

Deckard tragó saliva con dificultad, el agarre de los hombres a su espalda se tensó levemente, como advirtiéndole que eligiera bien sus palabras.

-Sí, señor.- Intentó sonar firme, pero el leve temblor en su voz lo traicionó. -Él... dijo que es el responsable de eliminar a las personas que usted ha enviado a vigilarlo. Y que si tiene algo que decirle, lo haga personalmente, porque si sigue enviando gente a molestarlo... él vendrá por usted.- El silencio que siguió fue sofocante después de las palabras de Deckard.

A un costado, Singed, quien hasta ahora había estado concentrado en sus experimentos, dejó de trabajar por unos segundos. Sus ojos, brillando con el reflejo de las sustancias burbujeante en su mesa, se giraron levemente hacia Silco, observando su reacción sin decir nada.

Ambos habían oído rumores sobre Satoru Gojo.

Un mocoso con una fuerza ridícula, que había destrozado pandillas enteras con la facilidad de quien aplasta un insecto. Alguien que caminaba por Zaun sin miedo, enfrentando mercenarios, criminales y asesinos como si fueran meras distracciones.

Pero más allá de los rumores, lo que realmente inquietaba a Silco no era solo su poder, sino la influencia que estaba amasando. Zaun estaba comenzando a mirarlo como una fuerza real, un símbolo de poder que, aunque no estaba interesado en liderar, sin quererlo se estaba convirtiendo en un pilar para muchos. Y ese tipo de poder... Era peligroso.

-Interesante... un chico con tal nivel de habilidad y resistencia. He estado siguiendo sus movimientos, y su recuperación tras heridas fatales no parece ser común. Me pregunto... ¿acaso su fisiología es diferente?- Su tono era neutro mientras rompía el silencio de la habitación, pero su mirada reflejaba un interés genuino por ese mocoso.

Silco no respondió de inmediato. Dio un paso hacia adelante, inclinándose levemente para observar a Deckard de cerca.

-Dime, Deckard... cuando lo miraste a los ojos, ¿qué viste?- Su tono era calmado, pero la pregunta cargaba un peso peligroso.

Deckard sintió cómo el sudor frío le recorría la espalda. Recordó la forma en que Satoru lo había mirado, la frialdad en sus palabras, la certeza de su fuerza.

-Él... él no nos tomó en serio. Nos trató como si no fuéramos más que un juego para él.- Admitió con la voz tensa. -Ni siquiera nos veía como una amenaza real.- Fueron las palabras de Deckard ante él encuentro con Satoru Gojo.

-Lo suponía.- Contestó Silco dejando escapar una leve exhalación, sin ser una sonrisa, pero con un toque de burla en su rostro.

Se giró, caminando hacia la mesa de Singed, observando los frascos con químicos que el alquimista manipulaba con precisión quirúrgica.

-Lo que tenemos aquí...- Susurró, casi para sí mismo. -es un problema o una oportunidad si lo sabemos aprovechar bien- Termino Silco, mirando por unos segundos a la nada mientras se distraía en sus pensamientos.

Singed no respondió de inmediato. Sus manos continuaban con precisión quirúrgica, mezclando y ajustando sustancias en los frascos frente a él. El burbujeo de los químicos era el único sonido en la habitación, interrumpido ocasionalmente por el leve raspado del vidrio contra la mesa de trabajo.

Silco, con su único ojo iluminado por la tenue luz de la habitación, exhaló lentamente, cruzando las manos detrás de su espalda mientras reflexionaba.

-Está decidido. En los próximos días, enviaré a alguien a buscar a Satoru Gojo. Quiero que lo traigan aquí... sin incidentes- Finalmente, tras unos segundos de silencio, Silco habló con voz firme, pero medida.

Deckard, aún de rodillas y con la respiración pesada tras su experiencia, levantó la vista con incredulidad.

-¿Qué? ¿Realmente quiere traer a ese mocoso aquí? ¡Es un maldito monstruo! No se va a dejar capturar sin más...- Contestó Deckard, aún de rodillas y con la respiración pesada al recordar la experiencia con Satoru, levantando su vista con incredulidad.

Silco inclinó la cabeza levemente, su mirada afilada como una hoja recién afilada.

-¿Y quién dijo algo sobre capturarlo?- Su tono era frío, carente de cualquier emoción. -Si algo nos ha demostrado Satoru, es que la fuerza bruta no servirá con él. Así que intentaremos algo distinto... una conversación.- Dijo Silco, inclinando su cabeza levemente, su mirada afilada como una hoja recién afilada.

-Si es tan peligroso como dicen, ¿qué te hace pensar que aceptará hablar?- Pregunto en un susurró en voz baja Singed, sin apartar la vista de su trabajo.

Silco sonrió levemente, pero su mirada seguía calculadora.

-Porque todo hombre fuerte tiene algo que desea... y si aún no lo sabe, nosotros se lo mostraremos.- Silco sonrió levemente, pero su mirada seguía siendo calculadora.

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Eso sería todo por este capítulo, espero sea de su agrado.

Les agradezco mucho su apoyo, espero que esté nuevo capítulo les guste. Son libres de comentar, siempre y cuando sea con respeto.

Eso sería todo, espero que les siga gustando este Fanfic como a mí me gusta escribirlo. Nos vemos.

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