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Capitulo 5

¡Conociendo a una Kiramman interesante!

Un repentino destello rompió la tranquilidad de la tarde en un callejón de Piltover. Dos figuras aparecieron de la nada, cayendo sobre el suelo de aquel callejón con un ligero golpe. Eran Satoru y Ezreal, escapando del caos que habían dejado atrás tras enfrentarse a la pandilla y su líder.

Ezreal se tambaleó ligeramente al aterrizar, llevándose una mano a la cabeza mientras miraba a su alrededor. -¿Dónde demonios estamos, Satoru?- Preguntó con un tono de ligera irritación, claramente mareado por el repentino cambio de lugar.

Satoru, siempre tranquilo, observó los alrededores con sus Seis Ojos. -Estamos en un callejón alejado de ese lugar. Los vigilantes estaban muy cerca de la zona, y no quería que nos metiéramos en problemas innecesarios. Aquí estamos a salvo.-

Ezreal miró a su alrededor, notando el aire fresco y las vistas de los edificios cercanos de Piltover. Suspiró aliviado, pero no pudo evitar fruncir el ceño. -Bueno, gracias, supongo. Pero... ¿Cómo es que haces todo eso?- Su tono cambió, ahora dominado por la curiosidad. -¿Eres un mago o algo así? Porque lo que haces no tiene sentido.-

Satoru sonrió levemente, metiendo las manos en los bolsillos. -Algo así. Aunque prefiero llamarme un Hechicero, tiene más clase.-

-¿Hechicero? Eso suena aún más raro.- Ezreal alzó una ceja ante las palabras de Satoru.

-Es un termino que usó, pero te lo pondré más simple.- Satoru hizo una pausa, mirando a Ezreal con calma. -Tengo tres habilidades principales: El infinito y sus variables, los cortes, y el uso de sombras. Pero eso es todo lo que necesitas saber por ahora.- Contesté tranquilo, solamente diciéndole lo básico de las habilidades que tengo.

Ezreal lo miró con incredulidad. -¿Solo eso? ¿Nada de más detalles? Vamos, acabo de pelear y casi muero, creo que merezco un poco más de información.- Ezreal se veía un poco enojado ante la falta de información.

Satoru soltó una pequeña risa. -Cumplí mi parte del trato. Te dije lo básico, pero si quieres saber más, tendrás que demostrarme que mereces saberlo- Contesté con calma y con una sonrisa en mi rostro.

Ezreal bufó, cruzando los brazos mientras una ligera sonrisa se formaba en su rostro. -De acuerdo, "hechicero". Pero tarde o temprano voy a descubrir todos tus secretos.- Ezreal hizo el gesto de comillas con sus manos al decir la palabra Hechicero.

Satoru lo miró de reojo, su sonrisa ensanchándose. -Buena suerte con eso.- Fue su única respuesta antes de acercarse a Ezreal y ponía sus manos en su espalda.

Ezreal se tensó al instante, girando ligeramente la cabeza para mirarme con el ceño fruncido. -¿Qué estás haciendo?- Preguntó, su tono mezclando confusión y sospecha.

Satoru no respondió de inmediato. Simplemente cerró los ojos y comenzó a canalizar la Técnica Maldita Inversa. Una cálida energía producto de la energía positiva comenzó a fluir a través de las manos de Satoru, recorriendo el cuerpo de Ezreal.

Ezreal parpadeó, sorprendido, mientras una sensación de alivio y calidez se extendía por todo su cuerpo. Era algo completamente nuevo para él, algo que no podía explicar con palabras. Las heridas y los moretones que había acumulado durante la pelea comenzaron a desaparecer, dejando su piel intacta como si nada hubiera sucedido.

Cuando Satoru finalmente retiró las manos, Ezreal se quedó inmóvil por un momento antes de volverse hacia él, claramente incrédulo. -¿Qué...? ¿Ahora qué demonios fue eso?- Preguntó, con los ojos bien abiertos y la voz llena de asombro.

Satoru sonrió con tranquilidad, como si no fuera gran cosa. -Considera que te he dado un regalo. Lo hiciste bien, a pesar de la desventaja contra ese grandulón. También podrías llamarlo mi cuarta habilidad.- Fue mi única respuesta ante las preguntas de Ezreal.

Ezreal entrecerró los ojos, cruzando los brazos con una expresión molesta. -Gracias, supongo. Pero aún no me gusta que guardes tantos secretos.-

Satoru dejó escapar una pequeña risa, divertido por la actitud de Ezreal. -Los secretos hacen todo más interesante, ¿no crees? Pero si quieres saber más, tendrás que ganártelo.-

Ezreal bufó, pero una ligera sonrisa se formó en sus labios. -Bueno, más te vale que esos secretos no me metan en problemas. Y... supongo que tengo que cumplir mi parte del trato. Pero que quede claro, no voy a hacer de niñera todo el día.-

Satoru alzó una ceja, divertido. -¿Niñera? Mocoso, me estás subestimando. En todo caso yo sería tu niñero para evitar que te metas en más problemas que yo o que algún extraño te termine dañando- Contesté tranquilo y con una voz calmada junto a una sonrisa, mirando fijamente a Ezreal.

Ezreal soltó un suspiro mientras se recargaba en la pared del callejón. -Sí, sí, lo que digas. Pero tendrá que ser otro día. Me acabo de acordar que necesito comprar algunas cosas para la cena de esta noche.-

Satoru arqueó una ceja y sonrió con picardía. -¿Cena? No me digas que invitaste a alguna chica. ¿Quién es la pobre alma que tuvo la mala suerte de aceptar?-

Ezreal rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír ante el comentario. -No es con ninguna chica, idiota. Aun no...- Murmuró la última parte con un tono apenas audible.

-¿"Aún no"?- Satoru inclinó la cabeza hacia él, claramente disfrutando de molestarlo.

Ezreal suspiró, esta vez con una sonrisa genuina en su rostro. -Olvidalo, la cena es con mis padres. Vienen después de varios meses sin verlos, y quiero que sea especial.-

Satoru parpadeó, sorprendido por la sinceridad en su voz. -Vaya, eso suena emotivo. ¿Tus padres son viajeros o algo así? ¿Qué hacen para estar meses fuera?-

Ezreal se encogió de hombros, aunque su mirada se desvió un poco al suelo. -Mi madre es arqueóloga, y mi padre... también. Ambos están siempre viajando, buscando ruinas antiguas, mapas y esas cosas.-

Satoru apoyó su espalda contra la pared, cruzando los brazos. -Interesante. Así que lo llevas en la sangre, ¿eh? Ese espíritu explorador.-

Ezreal sonrió de nuevo, esta vez con un toque de orgullo. -Claro que sí. Aunque no siempre es fácil, ¿sabes? A veces pasan meses sin que sepa nada de ellos. Pero cuando vienen, siempre es como si el tiempo no hubiera pasado.-

Satoru lo miró en silencio durante un momento antes de sonreír con suavidad. -Eso suena bien. Supongo que eso explica por qué actúas tan independiente. Aunque... aún tienes que trabajar en no dejar que te golpeen tanto.-

Ezreal soltó una carcajada. -No todos podemos tener un truco como los tuyos, ¿sabes? Pero, oye, al menos me las arreglé para ganar una pelea.-

Satoru se encogió de hombros, sonriendo con suficiencia. -Cierto. Y te felicito por eso, pero creo que deberías aprovechar esta noche para descansar y estar con ellos. No tienes que preocuparte porque tus padres te vean con la cara llena de moretones-

Ezreal rió entre dientes. -Gracias por curar mis moretones. También gracias porque ahora tendré suficientes historias para la cena de esta noche. ¿Qué hay de ti? ¿Vas a quedarte por aquí molestando a alguien más?-

-Tal vez. O quizás encuentre a alguien más interesante que tú para pasar el rato. Pero, Ezreal... disfruta la cena. Y asegúrate de decirles a tus padres que criaron a un mocoso interesante.- Satoru puso las manos en los bolsillos y comenzó a caminar hacia la salida del callejón.

-Eres un idiota.- Ezreal lo observó alejarse, sacudiendo la cabeza con una ligera sonrisa.

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Ambos aventureros se habían despedido después de aquella batalla intensa, sin saber que una sombra los había estado vigilando desde la distancia. Esta figura oscura, envuelta en un aura de misterio, observaba con atención cómo los vigilantes de Piltover inspeccionaban la zona, buscando pistas del enfrentamiento. Aunque se mantenía a una distancia prudente, su mirada parecía perforar cada detalle del lugar, como si analizara los fragmentos de una intrincada red que solo ella podía comprender.

Los ojos amarillos de la figura brillaban con una intensidad inquietante, como si en ellos se escondieran mil secretos. Con un leve movimiento, la sombra desapareció, deslizándose entre las fisuras del mundo. Lo que había visto era suficiente, por ahora.

En algún lugar desconocido en Noxus:

Momentos antes...

En un lugar oscuro y que radiaba una elegancia casi teatral, una mujer se encontraba observando atentamente una proyección mágica que flotaba ante ella. Mostraba el enfrentamiento que se desarrollaba en Piltover, donde dos jóvenes combatían con habilidad contra una pandilla. Sus ojos, dorados como el amanecer pero fríos como el acero, seguían cada movimiento de los combatientes con precisión calculada.

Frente a ella, una proyección mágica mostraba el caos en las calles de Piltover: disparos, gritos y un joven peliblanco enfrentándose con una confianza que rozaba la arrogancia.

-Piltover siempre ha sido un lugar de inventos interesantes... pero esto no es algo que sus científicos puedan explicar. Que interesante- murmuró LeBlanc, su tono suave y cargado de intriga mientras sus dedos trazaban un símbolo en el aire para mantener estable la proyección.

Observó con detenimiento cómo las balas, disparadas con intención letal, se detenían al acercarse al joven, suspendidas en el aire como si el tiempo mismo se hubiera rendido ante él.

-Interesante. Una especie de barrera que desafía las leyes naturales... ¿Infinito? así que ese es su nombre- Su mirada se estrechó cuando escuchó la palabra salir de los labios del joven, pronunciada con una seguridad que parecía iluminar la sala donde LeBlanc se encontraba.

Los reflejos en los espejos mostraban distintas versiones de ella, todas mirando la proyección con el mismo interés. Era raro que algo en el mundo captara por completo su atención.

-El nombre es peculiar, pero lo que puede hacer... es otra historia.- Su sonrisa se ensanchó ligeramente mientras observaba cómo el joven repelía cuchillas con la misma facilidad que balas, manteniéndose imperturbable.

LeBlanc se inclinó ligeramente hacia la proyección. -No es solo su poder. Es su actitud... esa arrogancia disfrazada de confianza. Fascinante. Es como si ya supiera que el mundo girará a su favor.-

LeBlanc que seguía observando la escena con una atención que rara vez concedía a los eventos de Piltover. La proyección ante ella mostraba al joven peliblanco enfrentándose a sus enemigos con una confianza casi insolente. Pero su mirada se fijó rápidamente en una figura que surgió de las sombras: la líder de la pandilla, con una cuchilla aparentemente común en sus manos.

Al principio, LeBlanc no le dio importancia. -Otra arma sin relevancia... Qué decepcionante- Murmuró mientras trazaba con los dedos un símbolo en el aire para estabilizar la proyección.

Sin embargo, lo que sucedió a continuación hizo que sus ojos se entrecerraran con una mezcla de intriga y sorpresa. La cuchilla, que parecía inofensiva, atravesó la barrera que hasta entonces había protegido al joven. Las balas y cuchillas anteriores habían sido inútiles, pero esta arma ignoraba por completo las reglas que él había impuesto.

-Interesante... Muy interesante.- LeBlanc inclinó la cabeza, una sonrisa sutil apareciendo en su rostro. -Esa arma no solo es especial, es única. Capaz de detener su "infinito" ¿De dónde proviene? ¿Y quién la forjó?-

Mientras el joven caía al suelo, su cuerpo marcado por heridas profundas, LeBlanc continuó observando, su mente ya analizando las implicaciones. -Parece que incluso este joven tiene límites. Una lástima... Aunque si sobrevive, será aún más fascinante.-

Tan pronto dijo esas últimas palabras, ocurrió lo inesperado. Una risa baja y contenida comenzó a resonar en la proyección, creciendo en intensidad. LeBlanc alzó una ceja mientras veía al joven levantarse, con las heridas cerrándose rápidamente como si nunca hubieran existido.

-Ah... ¿Eso es regeneración? No, esto es algo más que eso. Esto se ha puesto realmente interesante.- Su sonrisa se ensanchó mientras sus ojos brillaban con un interés renovado.

LeBlanc observaba con atención mientras el joven de cabello blanco comenzaba a realizar poses con sus manos. Sus movimientos eran calculados, casi ritualísticos, y lo que ocurrió a continuación capturó por completo su interés.

La sombra del joven comenzó a expandirse, deformándose de una manera que no obedecía las leyes de la naturaleza. Desde aquella oscuridad emergieron pequeñas figuras: conejos de sombra que se movían rápidamente, posicionándose entre él y la pandilla.

-Interesante... Una táctica de distracción, pero no cualquiera. Esos conejos no son simples ilusiones, tienen sustancia. ¿Una magia basada en sombras?- Murmuró para sí misma, su mente ya analizando las posibilidades.

Antes de que pudiera profundizar en sus pensamientos, el joven realizó otro gesto con sus manos. Esta vez, de la misma sombra surgió una figura imponente: un lobo de pelaje negro con marcas blancas que brillaban tenuemente bajo la luz de las calles. El animal proyectaba una sensación de peligro tan palpable que incluso LeBlanc, acostumbrada a enfrentarse a lo desconocido, sintió un ligero escalofrío.

-Una criatura de sombras, pero no es un mero constructo. Esto es algo más que eso, como si fuera algo que no pertenece del todo a este mundo.-

LeBlanc continuó observando mientras el lobo se lanzaba hacia los pandilleros armados. Su velocidad era descomunal, moviéndose con la gracia de un depredador y la precisión de un guerrero. Esquivó las balas con facilidad, como si predijera los movimientos de sus enemigos, antes de acabar con ellos con una ferocidad inhumana.

La sangre manchó las calles mientras los gritos de los pandilleros llenaban el aire. LeBlanc, sin embargo, no desvió la mirada. Al contrario, su sonrisa se ensanchó.

-Un poder devastador, pero también elegante. No son simples invocaciones... Parecen ser extensiones de su voluntad.- Su tono era bajo, casi un susurro, mientras seguía evaluando al joven. -Cada movimiento, cada criatura, es parte de un rompecabezas. Y yo quiero resolverlo.-

Por un momento, sus ojos se fijaron en el lobo, observando cómo desaparecía de nuevo en la sombra de Satoru después de cumplir su tarea. -Él no solo parece controlar las sombras... Las domina. Es peligroso, pero también... útil.-

LeBlanc continuó observando la proyección, su atención completamente centrada en el joven peliblanco. Cuando levantó su mano derecha y esta comenzó a brillar con un tono azul tenue, sus ojos se estrecharon ligeramente, percibiendo algo fuera de lo común.

Entonces sucedió. Una fuerza invisible jaló a la líder de la pandilla, junto con pequeños objetos a su alrededor, hacia él como si fueran atraídos por un imán. El aire en la sala donde LeBlanc se encontraba parecía tensarse mientras ella analizaba cada movimiento, cada destello de poder que el chico desplegaba.

-Manipulación gravitatoria o algo más primitivo. No, esto no es magia común. Es algo que trasciende lo conocido.- Susurró para sí misma, su mente ya trabajando en posibles explicaciones.

Cuando el joven acabó con la líder, LeBlanc no apartó la mirada. Observó con atención el intercambio de palabras, notando cómo las últimas palabras de la mujer parecían calar profundamente en el chico. Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa.

-Incluso en la muerte, la desesperación puede ser una semilla poderosa... Si él decide actuar en nombre de Zaun, podría convertirse en un catalizador más grande de lo que él mismo imagina.-

Entonces, algo más llamó su atención. La sombra del joven pareció cobrar vida, envolviendo el arma que había sido usada contra él y llevándola hacia su interior. Ese acto fue suficiente para hacer que LeBlanc se inclinara ligeramente hacia la proyección, intrigada.

-Así que ahora esa reliquia está en su posesión. Un arma que puede desafíar las leyes de la magia y el poder.- Su tono era bajo, casi un susurro, mientras consideraba las implicaciones de esa combinación.

Cuando la proyección mostró cómo el joven desaparecía junto al chico que lo acompañaba, LeBlanc permaneció inmóvil, sus ojos fijos en el lugar donde él había estado. Por unos momentos, el silencio llenó la sala, hasta que finalmente habló.

-Un chico fascinante, con un poder que aún desconozco por completo.- Su voz era suave, pero había un tinte de emoción contenida en sus palabras. -Es demasiado pronto para acercarme. La ignorancia siempre es peligrosa... y él no es alguien que se deba tomar a la ligera.-

LeBlanc dejo de ver aquella proyección, su figura reflejada infinitamente en los espejos que la rodeaban. Caminó lentamente por la sala, sus dedos trazando un patrón invisible en el aire mientras reflexionaba.

-Lo vigilaré desde las sombras. Por ahora, observar será suficiente. Pero cuando llegue el momento adecuado...- Su sonrisa enigmática volvió, y sus ojos destellaron con determinación. -Me aseguraré de que esté de mi lado. O al menos, bajo mi control.-

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Regresando con Satoru...

Satoru caminaba tranquilamente por las calles de Piltover después de despedirse de Ezreal, ignorante a lo que estaba sucediendo con Leblanc. Con las manos en los bolsillos y la mente divagando, apenas notó cómo sus pasos lo llevaban más allá de la ciudad principal, hasta un bosque cercano. El cambio de escenario no lo incomodó; al contrario, el ambiente tranquilo le daba una excusa para perderse aún más en sus pensamientos.

El bosque estaba sereno, los rayos del sol atravesaban las hojas creando patrones danzantes en el suelo, y el aire tenía un aroma fresco, ligeramente húmedo. Satoru respiró profundamente, dejando que la calma del lugar lo envolviera.

-No está mal, esto es un buen cambio de ritmo- Pensé con una sonrisa ligera mientras seguía caminando sin rumbo definido.

Sin embargo, su tranquilidad fue interrumpida por un sonido que resonó a la distancia: el eco de un disparo. Satoru se detuvo en seco, su sonrisa ensanchándose ligeramente al identificar el ruido.

-¿Un disparo? En un lugar tan tranquilo como este...- Murmuré, girando su cabeza hacia la dirección de donde provenía el sonido. Por un momento, consideré seguir con su camino, pero la curiosidad me superó.

-Pensé que mi día ya no podía volverse más interesante después de lo sucedido con Ezreal, pero parece que estaba equivocado.- Una chispa de emoción cruzó por sus ojos mientras ajustaba su postura y comenzaba a caminar hacia el origen del disparo.

Satoru avanzaba con pasos tranquilos pero decididos, dejando que el eco de los disparos lo guiara. Había algo intrigante en la precisión rítmica de esos sonidos, como si pertenecieran a alguien que sabía exactamente lo que hacía.

No tardó mucho en llegar a un claro entre los árboles, donde la escena se desplegó ante él. Una chica, aproximadamente de su edad, estaba de pie con un rifle en las manos. Sus movimientos eran calculados, fluidos, casi hipnotizantes.

Su cabello azul oscuro estaba recogido en una cola de caballo, y la luz que se filtraba a través de las ramas resaltaba sus ojos azules brillantes, concentrados en su objetivo. Satoru notó cómo sus labios se fruncían ligeramente antes de disparar.

El sonido del disparo resonó en el aire, y cuando el humo se disipó, el blanco había sido alcanzado con una precisión impecable.

-Interesante no solo es linda, sino que también tiene talento.- Pensó Satoru, con una sonrisa que mezclaba admiración y un toque de picardía.

Por un momento, simplemente se quedó observándola, apreciando la determinación en su postura. Finalmente, decidió que era hora de presentarse.

-Nada mal, tienes buena en esto que podrías haberlo hecho con los ojos cerrados, ¿no crees?- Dije dejando que mi voz atravesara la calma del claro con un tono relajado y seguro.

La chica se giró rápidamente, levantando ligeramente el rifle y apuntando hacia Satoru en reflejo defensivo. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el tiempo pareció detenerse.

Satoru avanzó un par de pasos más, deteniéndose en cuanto notó el cañón del rifle apuntándole directamente. La chica frente a él tenía una postura firme y ojos azules brillantes que irradian determinación, pero para Satoru, esa seriedad solo la hacía ver más encantadora.

-¿Quién eres y qué haces aquí? Este no es un lugar para deambular.- Dijo aquella chica con voz firme y con seriedad en su rostro, ella me está mirando a los ojos mientras seguía apuntando su arma.

-Tranquila, pequeña tiradora. No estoy aquí para causarte problemas. Solo estaba explorando el bosque cuando escuché disparos y, bueno, mi curiosidad me trajo hasta aquí. No todos los días encuentras a alguien practicando su puntería en un lugar tan tranquilo.- Contesté levantando mis manos en un gesto de paz, mi sonrisa despreocupada no abandonaba mi rostro.

Aquella chica arqueó una ceja ante mis palabras, manteniendo su rifle alzado. Aunque su postura seguía siendo cautelosa, había un destello de curiosidad en sus ojos.

-Eso no responde a mi pregunta. ¿Quién eres realmente? La mayoría de las personas evitarían acercarse a los disparos, pero tú...- Dijo mientras me mira de arriba abajo, como si me evaluará- Parece que no tienes sentido del peligro.- Contestó con un poco de curiosidad en su voz, mirándome aún con una expresión seria en su rostro.

Satoru rió suavemente, encogiéndose de hombros con una confianza desbordante.

-¿Y perderme la oportunidad de conocer a una tiradora tan talentosa? Ese no sería yo. Pero tienes razón, fue descortés no presentarme. Soy Satoru. ¿Y tú, cuál es tu nombre?- Me presente con una pequeña risa suave, encogiendome de hombros mientras se notaba la confianza en mi voz.

Caitlyn dudó por un momento ante mis palabras pero parecían ser sinceras, bajando un poco su rifle pero sin dejarlo completamente. La sonrisa de Satoru y su tono relajado no parecían esconder malas intenciones, pero aún así, ella no estaba dispuesta a confiar tan rápido.

-Caitlyn. Llámame Caitlyn.- Contestó la chica ahora conocida como Caitlyn. Por un momento, sus ojos se encontraron con los míos, y aunque Caitlyn mantuvo su expresión neutral, algo en la manera en que Satoru la miraba con tanta facilidad y seguridad la desconcertó.

-Satoru... Un nombre extraño. Aunque... hay algo en él que es diferente y atractivo. No pienses en eso, Caitlyn, todavía es un desconocido.- Pensó por un momento antes de regañarse suavemente así misma por pensar de esa manera por alguien desconocido.

-Así que Caitlyn, ¿eh? Es un nombre fuerte, como tu mirada. Ahora entiendo por qué las balas dan exactamente en el blanco. Parece que tienes todo bajo control aquí.- Contesté, inclinando suavemente mi cabeza, evaluandola con un poco de administración y diversión en mi mirada.

Caitlyn sintió cómo sus mejillas se calentaban ligeramente ante el comentario y un pequeño sonrojo se notaba en sus mejillas, pero rápidamente volvió a centrarse, sosteniendo el rifle con más firmeza.

-No creas que eso significa que confío en ti. Aún no sé si vienes con buenas intenciones.- Contestó ella regresando a su expresión seria en su rostro, pero pude notar que ese pequeño sonrojo seguía en sus mejillas.

-Entendido. Supongo que me toca ganarme tu confianza. ¿Qué tal si empezamos con algo divertido? Te reto a una pequeña competencia de puntería. Tú con tu rifle y yo con... lo que encuentre por aquí.- Contesté manteniéndome tranquilo y con una sonrisa amistosa, haciendo el esfuerzo para ganarme la confianza de Caitlyn.

Caitlyn lo miró incrédula ante sus palabras, pero una sonrisa se escapó de sus labios antes de que pudiera evitarlo.

-¿De verdad crees que puedes vencerme con un palo o una piedra? Está bien, acepta tu derrota desde ahora, Satoru.- Contestó Caitlyn con una pequeña sonrisa en su rostro, aceptando la propuesta de Satoru para saber más sobre sus intenciones.

-Entonces, voy a usar esta simple piedra. Parece que tienes mucha confianza en ti misma, Caitlyn. Sería un poco vergonzoso para ti perder contra un forastero armado solo con piedras, ¿no crees?- Observé a Caitlyn con una sonrisa en mi rostro mientras hacia girar la piedra que está en mi mano.

-¿Vergonzoso? No te emociones demasiado, Satoru. Suena entretenido, pero no creo que tengas oportunidad. Solo no te quejes cuando pierdas, Satoru.- Caitlyn sonó determinada y aún con su sonrisa mientras un destello de diversión brillaba en sus ojos, su desconfianza inicial estaba disminuyendo.

-Te noto muy segura de ti misma, pero ¿qué tal si hacemos las cosas más interesantes? Algo como... una apuesta.- Contesté después de haber dejado escapar una pequeña carcajada ante sus palabras. Mirándola con un toque travieso en mis ojos.

-¿Una apuesta? Bien, ¿qué tienes en mente?- Pregunto Caitlyn, inclinando ligeramente su cabeza mientras la curiosidad es evidente en sus palabras.

- Eso es fácil. Elegimos cinco objetivos diferentes y tendremos que acertar a todos, el que falle pierde. Si gano, tendrás que enseñarme a usar un rifle y me invitarás a un helado. Suena justo, ¿no?- Hice mi propuesta mientras miro a Caitlyn, encogiendome suavemente de hombros con una sonrisa despreocupada en mi rostro, lazando la piedra al aire y atrapandola con facilidad.

-¿Y si yo gano? Porque te aseguro que lo haré.- Pregunto Caitlyn mientras me mira por un momento antes de ver cómo sus labios están curvándose con una sonrisa divertida y desafiante al mismo tiempo.

-Eso ya dependerá de ti, deja volar tu imaginación. Dime qué quieres y yo con gusto aceptaré- Contesté tranquilo y con una pequeña risa, mirando a Caitlyn.

Caitlyn lo pensó por un segundo antes de responder, su tono lleno de confianza.

-Si gano, responderás todas mis preguntas con sinceridad, sin trucos, y tú me invitarás a un helado.- Fue la respuesta confiada de Caitlyn después de haberlo pensado mucho tiempo.

-Vaya, suena como un trato peligroso para mí, pero acepto. Al menos así podré disfrutar de tu compañía un poco más.- Contestó Satoru tranquilo, asintiendo mientras miraba a Caitlyn antes de guiñarle sutilmente un ojo.

Caitlyn parpadeó, ligeramente sorprendida por el comentario y nuevamente apareció un sonrojo en sus mejillas mientras miraba hacia otro lado, pero rápidamente recuperó la compostura.

-No te confíes demasiado. Te daré un minuto para prepararte antes de que comience tu humillación.- Contestó ella intentando verse determinada, pero ese sonrojo en sus mejillas la delató un poco.

Satoru giró ligeramente el cuerpo, dejando que Caitlyn evaluara el área con cuidado. Su sonrisa tranquila nunca desaparecía, y sus ojos brillaban con diversión mientras esperaba su respuesta.

-Está bien, comencemos con esto. ¿Qué objetivo crees que sería ideal para empezar? Estoy abierto a sugerencias.- Dije mirando a Caitlyn, en búsqueda de que ella eligiera el primer objetivo.

Caitlyn entrecerró los ojos, escaneando el área a su alrededor hasta que su mirada se posó en una roca grande, parcialmente cubierta por musgo, a unos metros de distancia haciéndolo un objetivo perfecto para ambos.

-¿Qué tal esa roca? Parece lo suficientemente desafiante para un novato como tú.- Pregunto Caitlyn tranquila mientras señala aquella roca con su rifle y me mira, esperando una respuesta de mi parte.

-Es un objetivo perfecto. Una elección interesante, aunque no puedo evitar notar que ya estás subestimando mi talento natural. Pero como soy todo un caballero te daré el honor de ir primero.- Contesté después de haber soltado una pequeña risa ante las palabras de Caitlyn mientras asiento con mi cabeza, estando de acuerdo con su elección.

-¿Seguro que no es porque estás buscando aprender algo antes de intentarlo?- Pregunto Caitlyn rodando los ojos pero con una pequeña sonrisa juguetona asomándose por sus labios.

-Tal vez sea cierto. O tal vez estoy disfrutando en primera fila el espectáculo que puedas darme- Contesté tranquilo mientras me encogía suavemente de hombros, mirando a Caitlyn.

Caitlyn dejó escapar un suspiro ligero, ajustando su postura mientras levantaba el rifle con una calma casi ensayada. Su mirada, fija en la roca, se afiló con determinación mientras respiraba profundamente.

A través de mis Seis Ojos, observé cada uno de sus movimientos: la forma en que inclinaba el cuerpo ligeramente hacia adelante, el firme agarre en el arma y el momento preciso en que apretó el gatillo. El disparo resonó por todo el bosque, y la bala del rifle se astilló justo en el centro.

Caitlyn bajó el rifle, su rostro iluminándose con una pequeña sonrisa triunfante.

-Listo, Satoru. Espero que puedas hacerlo mejor o al menos acercarte. Aunque no culparía a un principiante por fallar.- Dijo Caitlyn rompiendo el silencio, bajando su rifle y sin darse cuenta, una pequeña sonrisa triunfante iluminaba su rostro.

-Vaya, eso sí que es impresionante. Además de tener buena puntería, resulta que eres una chica linda con talento. Lo malo es que ahora tengo que derrotarte... aunque no quisiera herir tu orgullo.- Contesté fingiendo sentir lástima mientras giraba mi cabeza hacia ella, dejando escapar una leve risa ante sus palabras confiadas, pero con un toque juguetón.

Empecé a jugar tranquilamente con la pequeña piedra en mi mano, lanzando ligeramente al aire y atrapando la pequeña piedra con facilidad. Caitlyn levantó una ceja, cruzando los brazos mientras me observaba con ese ligero sonrojo que intentaba ocultar, pero era inútil por mi buena vista.

-Deja de hablar y demuestra lo que puedes hacer. Aunque, para ser honesta, dudo que una piedra pueda competir con mi rifle.- Dijo Caitlyn queriendo ver de lo que soy capaz.

-Solo espera y verás. A veces, un arma simple puede hacer maravillas en las manos correctas. No quiero presumir, pero creo que tengo el toque mágico que estás a punto de ver- Mi sonrisa se ensanchó, disfrutando este momento con Caitlyn y de sus desafíos.

Caitlyn reprimió una pequeña risa, aunque no pudo evitar que una ligera sonrisa se asomara en sus labios. Desde que Satoru apareció en el bosque, había sentido algo distinto en la forma en que él hablaba y se comportaba.

Aunque su desconfianza inicial aún latía ligeramente en el fondo, no podía ignorar lo que tenía frente a ella: un chico atractivo con un carisma natural y unos ojos que parecían ver más allá de lo superficial. Por primera vez en mucho tiempo, Caitlyn sintió que no estaba siendo vista como "la heredera Kiramman", sino simplemente como Caitlyn.

Era un sentimiento refrescante, casi desconcertante, pero también agradable. Satoru la trataba con una mezcla de respeto y camaradería que hacía que cada momento a su lado se sintiera único. No había reverencias, ni falsos cumplidos sobre su apellido o su posición social. Solo era ella, y eso era algo que pocas veces experimentaba.

Por un instante, dejó que su mirada vagara hacia él mientras jugaba con la piedra en su mano, su sonrisa relajada y confiada iluminando el ambiente.

-Es raro... pero este momento se siente diferente. No es como hablar con otras personas. Satoru tiene algo que lo hace único para ella.- Pensó Caitlyn por un momento, dejando que su mirada vagara hacia Satoru mientras jugaba tranquilamente con la piedra en su mano.

En ese momento también se dio cuenta de lo linda que es su sonrisa relajada y confiada que ilumina el ambiente. Pero rápidamente sacudió ligeramente la cabeza, volviendo a centrarse después de haberse perdido en sus pensamientos sobre Satoru. No quería que él notara que sus pensamientos habían comenzado a divagar.

-Entonces, ¿vas a seguir jugando con esa piedra, o vas a demostrar esas palabras tuyas?- Dijo Caitlyn en voz alta, mirando a Satoru quien agarro la pequeña piedra con su mano.

Satoru levantó la mirada, su sonrisa ampliándose al notar el desafío en los ojos de Caitlyn.

-Solo estaba dándote tiempo para asimilar lo que está a punto de pasar. Pero está bien, Caitlyn, prepárate para quedar impresionada.- Contesté con una sonrisa juguetona, preparandome para lanzar la piedra.

Caitlyn cruzó los brazos, su sonrisa creciendo ligeramente mientras esperaba expectante de lo que es capaz Satoru, todo esto mientras lo observa esperando saber de lo que es capaz.

Satoru dejó escapar un pequeño suspiro, balanceando la piedra en su mano mientras sus ojos analizaban la distancia entre él y el objetivo. Su expresión tranquila no cambió, pero una chispa de diversión brilló en su mirada cuando visualizó lo que estaba a punto de hacer.

-No necesito energía maldita para esto. Solo mi fuerza será suficiente.- Pensé con una actitud tranquila y preparándome para lanzar aquella piedra.

Caitlyn, al notar cómo Satoru se preparaba, alzó una ceja, cruzando los brazos con una sonrisa ligeramente burlona.

-¿Qué pasa? ¿Te estás arrepintiendo? Puedo darte otra oportunidad para admitir tu derrota.- Contestó Caitlyn con una sonrisa juguetona y ligeramente burlona, mirando a Satoru mientras cruza los brazos.

-¿Arrepentirme? Solo estoy decidiendo si quiero ganar con estilo o con mucha ventaja. Pero gracias por la preocupación, Caitlyn.- Contesté con una pequeña risa y también con una sonrisa juguetona en mi rostro.

Antes de que ella pudiera replicar, Satoru se enfocó completamente en la piedra. Sus dedos la acomodaron con precisión mientras calculaba la fuerza necesaria. Sin más preámbulos, lanzó la piedra con un movimiento rápido y fluido, sin aplicar ni un rastro de energía maldita.

La piedra salió disparada como un proyectil, atravesando el aire a una velocidad tan impresionante que Caitlyn apenas pudo seguirla con la mirada. Un fuerte impacto resonó por todo el bosque, haciendo que ambos giraran hacia la roca.

Caitlyn abrió los ojos de par en par al ver el resultado: la pequeña piedra se había incrustado profundamente en la roca, dejando un pequeño cráter que hablaba de una fuerza sobrehumana.

-¿Cómo es que lo hizo? Él realmente hablaba en serio, eso fue igual de rápido que una bala- Ese fue el pensamiento que cruzo por la menté de Caitlyn con incredulidad en su rostro.

-Bueno, parece que la roca no estaba preparada para enfrentar a mi piedra. Quizá debí haber elegido algo más resistente para que fuera más justo contigo.- Fueron las palabras de Satoru que sacaron a Caitlyn de sus pensamientos, pudo ver cómo su sonrisa mostraba confianza y un toque de picardía.

Caitlyn se quedó en silencio por un momento, su cabeza se giro para mirar el cráter. Finalmente, apartó la vista hacia Satoru, frunciendo ligeramente el ceño mientras trataba de ocultar la mezcla de asombro y admiración en su rostro.

-Admito que fue... impresionante. Pero aún quedan cuatro objetivos, y no pienso ponértelo tan fácil.- Contestó Caitlyn admitiendo lo sorprendida que estaba, pero sin darse por vencida en la competencia con Satoru.

-Eso me gusta, Caitlyn. Nada como una competencia reñida para hacer las cosas más interesantes. Ahora, ¿qué sigue?- Pregunté con una sonrisa suave en mi rostro, inclinando mi cabeza y disfrutando del desafío en la voz de Caitlyn.

Pasaron varios minutos mientras ambos nos concentramos en nuestra competencia de puntería. Caitlyn señalaba diferentes objetivos, comenzando con los más simples y progresando a desafíos más complicados. A pesar de la creciente dificultad, ninguno de los dos falló. Cada disparo, ya fuera un proyectil de su rifle o una piedra lanzada con precisión por mí, daba en el blanco.

Finalmente, después de varios intentos impecables, nos quedamos frente al último objetivo. Ambos habíamos acertado todos los disparos, dejando la competencia en un empate perfecto.

-Así que ninguno ganó. Parece que eres tan bueno como dices, Satoru. No pensé que encontraría a alguien que pudiera igualarme en puntería. Pense que debería molestarte, pero me sorprende que estés relajado.- Dijo Caitlyn con un destello de emoción y frustración en sus ojos, mirandome al mismo tiempo que baja ligeramente su rifle.

-¿Molestarme? Nah, esto fue divertido. Aunque tengo que admitir, Caitlyn, no esperaba que alguien como tú, tuviera este nivel de habilidad. Es impresionante.- Contesté dándole un elogio genuino a Caitlyn mientras me encogía suavemente de hombros con una sonrisa despreocupada en mi rostro.

-Eres el primero en decirlo, pero no te acostumbres a verme tan impresionada. Si algo aprendí hoy, es que acabo de encontrarme a un verdadero rival.- Contestó Caitlyn también con una sonrisa en su rostro ante el cumplido genuino que recibió de Satoru, él primer cumplido genuino que recibía por ser ella y no solo por quedar bien.

-Rival, ¿eh? Me gusta cómo suena eso. Aunque- Hice una pequeña pausa y la miré directamente a los ojos con una sonrisa tranquila. -si seguimos haciendo esto, podrías terminar siendo algo más que solo una rival.- Dije con una risa ligera después de haberme inclinado hacia ella como si fuera a contarle un secreto.

Por un breve momento, Caitlyn parpadeó con un sonrojo más evidente en sus mejillas, claramente sorprendida por el comentario, pero rápidamente recuperó su compostura y dejo a un lado cualquier pensamiento, levantando la barbilla con un toque de orgullo.

-Primero intenta superarme, Satoru. Luego hablamos de apuestas más grandes.- Contestó Caitlyn aún con su sonrisa en su rostro, no descartando ser algo más que una rival para Satoru.

-Tienes razón, pero hablando de apuestas ¿Qué hacemos con esta? Ambos empatamos, así que parece justo que cumplamos nuestras partes.- Contesté tranquilo junto a mi sonrisa al ver qué Caitlyn no se había negado a mis palabras anteriores.

-De acuerdo. Tú aprendes a usar un rifle, yo consigo respuestas y ambos conseguimos un helado. Suena justo, ¿no crees?- Pregunto Caitlyn bajando su rifle completamente mientras me mira con una mezcla de satisfacción y diversión en sus ojos.

Me incliné ligeramente hacia ella, dándole un pequeño gesto de aprobación con la cabeza.

-Perfecto. Aunque debo advertirte, Caitlyn, aprendo demasiado rápido, así que asegúrate de no asustarte demasiado cuando aprenda a usar ese rifle- Contesté despreocupado y con una voz que demuestra mi confianza haciendo que Caitlyn riera un poco.

Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar que una ligera risa escapara de sus labios.

-Eso lo veremos, Satoru. Pero primero, asegúrate de no dispararte en el pie cuando te enseñe a manejar un rifle.- Contestó Caitlyn, rodando los ojos pero su sonrisa no desaparecía mientras disfrutaba de este momento.

-Te sorprenderías de lo que puedo hacer, Caitlyn. Pero como soy un hombre de palabra, es hora de cumplir mi parte del trato. ¿Qué quieres saber de mí?- Pregunté, dejándome caer sobre el pasto y soltando un pequeño suspiro, mirando a Caitlyn con una sonrisa tranquila en mi rostro.

-Para empezar, ¿cuál es la verdadera razón por la que estás aquí? ¿De dónde vienes exactamente? Porque estoy segura de que nunca te he visto antes en Piltover y créeme, no olvidaría a alguien como tú.- Sentí la mirada de Caitlyn llena de curiosidad, sentándose a mi lado en el pasto. Su rifle descansaba sobre sus piernas mientras sentía su mirada.

La última parte de su comentario escapó de sus labios antes de que pudiera detenerse. Al darse cuenta, rápidamente apartó la mirada, intentando no mostrar lo que sentía. Nuevamente note el leve rubor en sus mejillas, pero no dije nada al respecto. En cambio, mi sonrisa se amplió ligeramente.

-Tienes razón, no soy de Piltover. Vengo de Zaun, sabes que es un lugar un poco más caótico que aquí. Estoy aquí porque quería explorar, conocer Piltover y tal vez entender un poco más cómo funcionan las cosas aquí arriba. Encontrarte fue una casualidad interesante; escuché los disparos y mi curiosidad me trajo hasta ti. Y, para ser sincero, no esperaba encontrarme con alguien de la alta sociedad, pero debo admitir que no eres tan mala como pensaba que serían las chicas de tu mundo de alta sociedad.- Contesté con calma y con una pequeña risa ante mis últimas palabras.

-¿Chica de la alta sociedad? No recuerdo haber mencionado nada de eso. Solo te dije mi nombre, y no mi apellido. ¿Cómo llegaste a esa conclusión, genio?- Pregunto Caitlyn alzando una ceja, mirándome con una mezcla de confusión y de interés.

-Es más simple de lo que parece, Caitlyn. Primero está tu ropa. Es de alta calidad, el tipo de cosas que no ves en alguien común. Luego está la forma en que hablas y te mueves, con una elegancia y cuidado que solo alguien bien educado puede tener. Digamos que tengo buen ojo para esos detalles.- Contesté con calma, poniéndome más cómodamente en el pasto.

Caitlyn frunció el ceño por un instante, evaluando sus palabras, pero luego dejó escapar una pequeña risa.

-Vaya, puede que tengas razón aunque no sé si me gusta que seas tan observador. Pero ahora tengo una pregunta más: si eres de Zaun, ¿Qué te hace tan diferente del resto de las personas de allá? No pareces encajar con el tipo de persona de las historias que siempre he escuchado sobre Zaun.- Pregunto nuevamente Caitlyn aún con más curiosidad y frunciendo levemente el ceño, esperando recibir una respuesta.

-Zaun es ciertamente un lugar complicado. Es un lugar donde lamentablemente tienes que aprender a sobrevivir rápido. Además de que hay personas que son buena gente que pueden enseñarte buenos valores y no los hace que sean tan distintos de las personas que viven aquí en Piltover. En ambos lugares hay gente buena y gente mala, afortunadamente me tocó ser cuidado por alguien genial- Contesté tranquilo y con un tono reflexivo mientras recordaba el cuidado de Vander hacia mi.

-Bueno, parece que eres más interesante de lo que pensé. Quizá explorar Piltover te haga bien aunque te advierto que no es tan perfecto como parece.- Contestó Caitlyn mirando a Satoru, por un momento quiso preguntar más, pero decidió dejar esas preguntas para otra ocasión.

-Gracias por la advertencia, se que lo perfecto no existe, Caitlyn. Pero por ahora, Piltover me ha dado algo interesante, esa eres tú. Así que no me puedo quejar.- Contesté dejando escapar una risa ligera, disfrutando molestar y hacer sonrojar a Caitlyn.

También no me he olvidado de Ezreal, con él pase un buen momento en esa carrera interrumpida además de la buena pelea que tuvimos ambos contra esos pandilleros. Pero ahora mi atención estaba centrada en Caitlyn, aunque ambos son lo más interesante que paso en mi visita a Piltover.

-Deja de coquetear y mejor vamos por ese helado. Aún tenemos un trato que cumplir.- Contestó Caitlyn regresando a su voz firme, tratando de ocultar el calor que sentía en sus mejillas mientras se levantaba del pasto.

-Por supuesto, señorita alta de la sociedad. Pero espero que no te arrepientas de haberme dado la oportunidad de conocerte más.- Contesté con una sonrisa despreocupada, levantandome también del suelo y estirándome un poco.

Caitlyn no dijo nada ni contesto a las palabras de Satoru. Solamente rodó los ojos pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara en su rostro mientras empezaba a caminar por el bosque, siendo seguida por Satoru. Ambos caminan en silencio después de una buena competencia amistosa entre ambos mientras disfrutaban de ese momento entre ambos.

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Aquí termina el capítulo del día de hoy.

Espero que les guste esté nuevo capítulo y estén disfrutando de este Fanfic. Muchas gracias por el apoyo con sus estrellas, se los agradezco mucho.

Son libres de comentar, siempre con respeto.

Eso sería todo, cuídense y sean felices.

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