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Capítulo diez


Un año después.

—Señorita Sáez necesito que firme aquí. —Escucho la voz de Emilia, avanzo por el pasillo mientras agarro el portafolio y firmo. Para luego entregárselo. —Por cierto los candidatos para ser su asistente están en la puerta de la oficina.

—Gracias Emilia.

Digo justo cuando llego a mi oficina y veo a diez chicos entre chicas esperando. Entro a mi oficina y me dirijo a mí a sillón. La puerta se abre y entra una chica alta con una falda tubo.

—Buenos días señorita aquí está mi currículum. —Asiento a su dirección y agarro el folder.

—Buenos días, puede sentarse. —Sus manos están nerviosos, mejor dicho toda ella. Empiezo con la entrevista. —¿Por qué quiere este puesto?

—Ya tengo experiencia siendo secretaria o asistente y estoy segura de que lo haría bien. —Escucho su voz mientras observo hoja por hoja. Veo que tiene razón tiene mucha experiencia.

—¿Qué le pasó en su último trabajo?

Levanto la mirada para observarla y cierro el folder. La noto que muerde su labio inferior y sus manos se cierran y se abren.

—Un compañero robó mi trabajo además él era mi jefe y divulgó que era una mujerzuela.

—¿Lo eres?

—¿Qué? No, eso es falso. —La miro detalladamente y sé que miente, desvió la mirada cuando contó esa historia. Lo que más me confirmó su sus pupilas dilatadas.

—Muy bien. Eso es todo, puede retirarse. —Le entrego su folder y se despide formalmente. Uno a uno pasa por la puerta de mi oficina.

Hace un año que estoy divorciada, mi vida cambió dando un giro. Desde ese día no tengo noticias de él, lo veo en las revistas y siempre está con una sonrisa en la cara pero no en sus ojos. Dejé de verlo cuando conseguí mi trabajo siendo sub-directora de una empresa de hoteles. Me contactó el dueño de la empresa ya que recibió referencias de mí y quedó satisfecho al saber cómo era. Pasé de ser secretaria a sub-directora. Ese día estaba tan feliz que con Kade nos fuimos a una fiesta, pero a la hora que llega mis tuve que venirme a dormir ya que no quería llegar tarde el primer día de trabajo.

Cada día me integre con todos mis colegas, cada vez que ocurre un problema es a mí a quien vienen. Me encargué de que cada detalle de los hoteles esté a la medida de cada huésped. Siempre hay personas que quieren destruirnos pero no llegan a concluir su propósito ya que de mí no pasan. Así estuve por lo menos cinco meses hasta que recibí el primer ramo de rosas. Me sorprendí al verlas en mi oficina. La tarjeta decía unas palabras que las leí más de diez veces.

"Querida Danne,

Todos los días te observo y cada día se ha vuelto especial, tanto por hacerme sentir vivo y hacer latir mi corazón con sólo verte en ese escritorio. Verte feliz es el mayor regalo que me das todos los días, sé que dirás ¿Quién eres? Pensarás que quiero hacerte daño pero eso jamás, antes muerto de hacerlo. Pero yo te admiro de lejos es lo único que puedo hacer.

Con cariño S.L."

Pensé que era Chese pero aquí firma S.L. lo cual no concuerda ya además estaba en otro país lo que dejaba que pudiera ser un admirador mío, pero ¿De quién llamaría la atención? Todos los días y a la misma hora recibía las cosas que me gustaban, lo cual era raro ya que me conocía mejor. Ya sea flores, una taza de café, una tarta o sólo detalles como artesanía hecho a mano. Lo sé por la forma que fue hecho, los collares o pulseras hechos de hilos o de piedras brillantes. Pero algo me decía que podía ser Chese pero ya no sé.

Los últimos siete meses fue para mí una ilusión al conocer a la persona detrás de esas frases o detalles. Cada vez que recibo esos detalles mi corazón empieza a latir. Lo que más me intriga es en no conocerlo, pero tengo sentimientos profundos hacia esa persona. Me quiero dar cabezazos ¿Por qué me gustaría alguien que ni conozco?

—¿Disculpa puedo pasar?

Escucho la voz de un joven, le hago señas con los dedos y él se sienta. Le observo y veo que su ropa está bien cuidada pero desgastada. Trata de no sentirse nerviosos pero yo sé que lo está.

—Buenos días, su currículum por favor.

—Aquí está. —Me lo da con tembladera.

Le entrego una botella de agua y le doy, él se las toma de un sorbo.

—No estés nervioso, voy hacerte preguntas y quiero que estés tranquilo.

Asiente aún con la botella en las manos.

—Aquí veo que sólo tienes trabajos en otros ámbitos que no son de ser asistente. —Cierro el folder que me dio para observarlo mejor.

—Lo sé, pero sé que puedo hacer un buen trabajo, soy rápido aprendiendo.
—Sabes que hay personas que dicen lo mismo. ¿Por qué tengo que darte una oportunidad a ti y no a las demás?

—Sé que no tengo experiencia, sé que no soy la única persona en pedir un trabajo, pero yo tengo un motivo que me permite seguir adelante y poner fuerza en cada trabajo que tengo. Así que soy rápido y me integro con los demás.

Asiento sé que lo dice con firmeza y siento que dice la verdad. Levanto la mano y espero a que me lo agarre.

—Bienvenido a la empresa señor Abel. Le espero mañana a las ocho de la mañana.

Cuando digo esas palabras los ojos del chico se abren para luego llenarse los ojos de lágrimas.

—Muchas gracias señorita le agradezco que me dé la oportunidad de trabajar aquí.

—Le espero aquí y con ropa casual no me gusta ver a las personas con ropa de oficina. —Se mira y asiente varias veces. —Vas hacer la persona que va estar siempre a mi lado. Así que quiero mucha puntualidad y responsabilidad. Mañana vamos a hablar con más detalles de su trabajo y sueldo.

Sale eufórico de la oficina y sonrío al ver esa actitud, conozco a la gente cuando lo veo y siento mi corazón satisfecho por haberle dado una oportunidad al joven. Conozco gente que viene aquí siendo profesional pero hay casi nada de personas que vienen sin conocer lo de ser asistente.

La puerta se abre y entra Emilia con un sobre y una caja marrón con un lazo. Me lo entrega con una sonrisa y sé de quién es. Levanto la mano y las agarro con delicadeza. Emilia sale de la oficina sin hacer mucho ruido. Abro la carta delicadamente y veo mi nombre con esa letra hermosa cursiva.

La dejo de lado para abrir la caja y observo su contenido, es una pulsera de color blanco.

"Querida Danne,

Siempre te escribo una carta con todo el cariño que te tengo, pero esta va ser la última. Tu pensarás ¿Por qué? quiero me conozcas, yo te quiero te lo hacía saber en cada carta que te escribía. Pero tengo un temor de que me odies eso es lo íntimo que quiero, quiero que está noche a las siete te reúnas conmigo en el restaurante, tu sabes cual siempre te lo menciono. Ese restaurante es muy significativo y quiero que estés ahí. Por cierto me olvidaba, usa esa pulsera yo tendré una igual.

Con cariño S.L"

Me pongo la pulsera y la toco. Ahí me doy cuenta que se parece al collar celta que tengo puesto. Sé que debería tener miedo, quien sabe es un maniático o un asesino. Ya me estoy asustando yo misma. Voy a ir además va ver varias personas y no creo que me haga algo delante de todos. La mañana pasó volando ya que justo para hoy no tenía nada que hacer uno que otro trámite. Kade me llamó a las dos de la tarde para avisarme que no va venir ya que es su aniversario con su novio. No sé qué le abra visto a su supuesto novio pero para gustos hay colores. Además me hizo recordar sobre la cita que tengo que ir con el psicólogo. Cosa que no quiero ir ya que es lo mismo. Me dijeron que no era la única, aunque hicieran estudios no encontraron nada anormal en mí. Según lo que me dijo el psicólogo hubo una mujer que le pasó lo mismo y en algo concordamos es cuando vemos fotos de nosotros nos vemos como terceras personas. Ya no quiero volver y que me digan lo mismo.

—Señorita Sáez, la reunión está por empezar, los socios están aquí. — Miro la hora y veo que es las tres de la tarde, me levanto de mi silla y me dirijo a la sala de reunión. Va ser un día emocionante eso espero.

***

Estoy sentada en el restaurante nervioso viendo a las personas conversando y riendo mientras mi cabeza gira en cada persona que entra, miro la hora y veo que falta un minuto para las siete. Salí de la empresa faltando sólo quince minutos pero llegué con tiempo de sobra.

Agarro el vaso de agua que pedí y me la tomo. Cuando estoy por terminar de tomar escucho mi nombre.

—Danne.

La voz exalta mi cuerpo, volteó mi mirada y veo a un hombre alto con esos ojos profundos. En la muñeca trae una pulsera igual al mío sólo en color negro.

—Chese...pero ¿Cómo...?.

—Te lo dije la última vez. —Recuerdo esa vez que estábamos por bajar del yate y me susurró en el oído. —«Te volvería a enamorar».

Me agarro de la mesa para sostenerme, tenía miedo de que fuera verdad pero lo olvidé con el tiempo.

—Tú...tú fuiste-...

—Sí, nena fui yo. No me alejes por favor. Todas las palabras que te dije son ciertas jamás te mentiría, te hablé de mis miedos. Conoces todo de mí, sólo te pido que me conozcas más.

Se sienta en frente mío, me quedo muda al saber que me enamoré de él. ¿Por Dios me enamoré de nuevo de él? Y que pensé que no me volvería a enamorar de Chese. 



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