2.Atando cabos o atando manos.
2.Atando cabos o atando manos.
Lidia.
Llevo 24 años siendo parte de esta familia, he aprendido muchas cosas a lo largo de mi vida. La apariencia es lo más importante, el dinero es imprescindible, pero el poder es algo invaluable.
El poder podía hacer que tuvieras las otras dos cosas, sin que nadie lo cuestione. Pero cuando algo o mejor dicho alguien intenta tumbar ese poder, allí comienza el verdadero juego. Uno en el que los Ferrari siempre tenían ventaja, algunos más que otros.
En ese momento el tablero estaba distorsionado, había fichas en el juego que se habían perdido y otras que permanecían ocultas. Como por ejemplo Cloe, una ficha sin duda singular.
Jugó muy bien, desaparición con Ezra sin dejar evidencia. Por lo poco que había logrado encontrar, nadie de la familia sabía que Ezra y Cloe se habían fugado. Lo cual resultaba sospechoso si me lo preguntan.
Una mujer embarazada, escapa de su prometido para irse con su ex. Sin contar que dicho prometido y ex son primos, mis primos, es algo que debería saberse. Pero no, las fichas siguen cubiertas, así que ahora es mi turno de hacer una jugada.
Dejé el auto frente a la entrada de la casa de mi tía Petunia, la hermana menor de mi padre. Ella, Vicenzo y mi padre, eran hermanos de sangre, lo cual me convertía en una sobrina directa. Y a diferencia de Dafne, Serena y alguna otra, yo soy la favorita de mi tía.
No solo porque detesta a la familia del tío Vizcenso, sino porque siempre fui demasiado directa y honesta, además ella fue la mejor amiga de mi madre. Quizás, le recuerdo a ella.
Al tocar el timbre de su hermosa y extravagante casa, no pasaron ni diez segundos que el ama de llaves me abrió. Me dijo que esperara en la sala de estar, que mi adorada tía bajaría en un momento.
Aproveche este momento para inspeccionar todo en la casa. Había cientos de cuadros de Misael, esas fotos y pinturas horribles. Me parecen de mal gusto, pero como no era mi casa no opino.
— Sobrina, que placer me da verte. — me saludó con demasiado entusiasmo.
Me di vuelta para mirarla, y regalarle una sonrisa de oreja a oreja. Recibí su abrazo gustosa, había aprendido que a las personas le gustaba que fueras efusiva en las muestras de cariño.
— Tía querida, estaba resolviendo unos negocios por aquí cerca y decidí pasar a saludarte. — Petunia me tomó de la mano, y me guió hacia el horrible juego de sillones.
Tomamos asiento una al lado de la otra. Su cabello castaño rojizo, está pulcramente peinado, su maquillaje impecable. Ningún indicio de que las cosas estuvieran fuera de control.
— Que lindo que es eso, la verdad hace tiempo que no te veo. ¿Quieres té o café?, mi hijo me trajo uno especial de Colombia. Es buenisimo debes probarlo.
— Con gusto.
— Patricia. — grito ella, aturdiendome en el proceso.
— ¿Qué desea señora? — la mucama que me abrió, llego tan rapido. Que me hizo creer que estuvo todo el tiempo detrás de la puerta.
— Tráeme dos tazas de café, ese colombiano. Y algunas cosas dulces para compartir con mi sobrina.
Patricia asiento, antes de irse a la cocina.
— ¿Tu hijo está de viaje? — pregunte de manera casual.
— Si, después de lo sucedido. Necesitaba un tiempo a solas.
Enarqué una ceja, al mismo tiempo que crucé mis piernas.
— ¿A solas? ¿Cloe no está a punto de dar a luz? — pregunte confundida, obviamente estoy fingiendo. Pero lo hago tan bien, que Petunia pone una de sus manos sobre la mía, al mismo tiempo que mira hacia todos lados.
— Te lo diré a ti, únicamente porque sé que no dirás nada. — me confió ella. Asiento acercándome más a ella. — Cloe perdió al bebe hace un par de semanas atrás. Misael y ella discutieron terriblemente luego de eso, entonces ellos se separaron. Ella dejó todas sus cosas y se marchó. No sabes lo destrozado que estaba mi...
—¿Cloe perdió al bebe? — pregunté interrumpiendo sus estúpidos lamentos.
¿Qué carajos? ¿Qué jodida mierda?¿Cómo es que esto no se sabe?
Mi cerebro quedó en estado de shock, no podía asimilar toda la información que venía a mi cabeza.
Una por una las fichas del juego comenzaron a aparecer. No me gusta para nada estar en desventaja.
— Si, fue un desafortunado accidente... Ellos estaban discutiendo, cuando ella cayó y rodó por las escaleras. — me comentó, sus ojos se llenaron de lágrimas. — La llevé al hospital, pero no había nada que hacer. No pasó una semana de la perdida del bebe que ella se fue, nadie sabe a donde.
¡Maldición! Esto es peor de lo que pensaba, Cloe perdió al bebe y luego se dio cuenta de que Ezra era la única persona en el mundo que la ayudaría.
— Lamento mucho la pérdida de tu nieto, tia. — me lamente, porque el bebe no tenia la culpa de tener a esos imbeciles como padres.
— Gracias mi niña, esta situación es horrible. Encima después de todo lo que hicimos por ella, se fue en cuanto las cosas se pusieron feas ¿Sabes cuantas miradas horribles me lleve en las cenas por su culpa? — comentó indignada. Como si ese fuera el peor de los hechos.
Trato de que no se note en mi cara, como su comentario me desagradó por completo. Así que tomó su mano, en un gesto reconfortante que grita "Espero que tu dolor sane pronto".
— ¿Se llevó algo con ella?
— Nada, aunque Misael no le daría un centavo. Sabes, no es por hablar mal de ella. — Claro que no, pensé con ironía. — Pero creo que tiene un amante, porque irse sin nada. Ni siquiera sus joyas o dinero, me pareció sospechoso.
¿Un amante? ¿Otro más? Vaya, vaya, si que es toda una sorpresa esta mujer.
— ¿Un amante? Aunque no lo dudo, ¿Quien en su sano juicio estaría con una mujer embarazada sabiendo que tiene un prometido?
— Algún sinvergüenza.
¿Como su hijo, tia? Quise preguntar, pero sabía que comportarme una perra ahora, no serviría de nada, porque necesitaba información.
— Seguramente, pero ¿Porque lo dices? Podría haberse ido con algún familiar...
— Eso es imposible, Cloe no tiene familia, o eso es lo que ella dice. Pero la razon de mi sospecha es que ella se iba algunas noches y un auto extraño color negro la dejaba en la casa. Y a veces cuando mi hijo salía de viaje, ella se iba y no volvía en días....
En ese momento entró Patricia con una bandeja llena de masas finas y dos tazas de café. Casi no acepté la taza, pero el olor que emanaba me hizo agua la boca.
Una vez que la mucama se retiró, me volví hacia mi tia.
— ¿Estás segura de que no tiene familia?
— Segura, sabes que mi hijo me dijo que ella no tenía padres. Ambos murieron cuando ella era una niña, y tampoco tuvo hermanos... Así que dudo mucho que tuviera familia, pero me hace pensar que no la tiene. Es que días antes de la pelea con Misael, la escuche hablando por teléfono.. Y dijo algo como "No puedes tenerme escondida para siempre, si me quieres debes hacer que todos lo sepan."
Mierda, esto cada vez se pone peor y más complejo. ¿Con cuantos tipos andaba Cloe?
O tal vez.... ¿Tal vez todo este tiempo estuvo saliendo con Ezra?
Tengo tantos pensamientos en mi cabeza, que no se que hacer con ellos, es decir ¿Que carajos estaba pasando todo este tiempo? Acá hay algo de lo que me estoy perdiendo.
— Esto es algo grave. — atino a decir, porque llevo varios segundos en silencio. Nunca me había quedado tan en blaco como ahora. — No le digas a nadie que Cloe se fue, por ahora lo mejor es guardar las apariencias.
— Lo sé hija, por eso no dije nada. Esto será un secreto hasta que ya no pueda ocultarse...
Por el bien de todos, ojalá se quede callada. Porque si se llega a saber que Cloe andaba con otro, y ese otro resulta ser mi primo...
Alguien va a sufrir mucho, y por su bien, deseo con toda mi alma estar equivocada.
***
Camino hacia mi oficina apresuradamente, sin pararme a mirar a nadie. No quería entablar conversación.
Trabajo en una de las sedes petroleras de la familia, me encargo de la parte logística. A mis cortos 25 años, logré llegar a ser vicepresidente, claro porque el cargo de CEO, lo tiene mi padre. Ese viejo debería jubilarse de una vez por todas.
Al llegar a mi oficina, mi secretario Izan, se para a mi lado como si hubiera estado esperando por mi. Me detengo frente a la puerta de mi oficina, para mirarlo.
Su cabello oscuro está perfectamente peinado hacia atrás, sus ojos me miran con intrigada, no puedo ver bien el color de sus ojos por culpa de sus lentes de montura negra. Pero son de un tono azul oscuro, casi podría confundirse con gris.
Sus labios son una curva carnosa y perfecta, no tiene barba y huele como el mismísimo cielo.
— Se tardó demasiado en la casa de su tía. — comentó.
— Necesito que te metas en el celular de esta mujer, y veas cuales fueron sus últimas llamadas en los últimos 6 meses. — ordene entregando un papel con todos los datos necesarios. — ¿Puedes hacerlo?
Izan me regaló una sonrisa de labios apretados, antes de tomar con delicadeza el papel de mis manos, rozando sin querer mis dedos.
— No será ningún problema.Siempre estoy dispuesto a hacer, llo que usted desee.
No deje pasar el tono sugerente con el que hablo, le dedique una mirada.Antes de abrir la puerta de mi oficina.
Camine un par de metros, antes de sentir la puerta cerrándose detrás mio, seguidos de unos pasos apresurados. Para después sentir unos brazos que me rodearon la cintura.
Su cara se escondía en mi cuello, embriagándose con mi perfume, al mismo tiempo que depositó un beso húmedo en él. Por un segundo le permiti tocarme, y que tuviera el control.
Giré sobre mi propio eje mirando a Izán a los ojos. Su respiración estaba agitada, sus manos se aferraron a mi cintura. Me incline sobre la punta de mis dedos, para poder alcanzarlo y dejar mi boca a milímetros de la suya.
Su respiración se amoldaba con la mía, errática y frenética.
Pase mi lengua por su labio inferior, deleitándome con su sabor. Hizo el amague de querer besarme, pero corrí mi cabeza.
Lleve mi mano derecha hacia su cuello, para enredar mis dedos en su cabello y tirar de este, haciendo que se arrodille ante mi.
— ¿No te dije que nunca debes tocar a tu ama sin permiso? — pregunté tirando de su cabello más fuerte. Izan soltó un gemido.
— Lo siento ama, yo la extraño demasiado. — murmuró, tire de nuevo de su cabello.
— ¿Quién te dio permiso de responder? — volví a preguntar en un tono demandante.
Me incliné sobre él, para lamer sus labios. Una de sus manos me tocó la cintura, rápidamente le pegué. Como me gustaría tener mi fusta en este momento, pero bueno me tomó por sorpresa.
— Me parece que alguien no entiende unas simples órdenes.
Verlo de rodillas ante mi, con una mirada de excitación mezclada con deseo, me volvía loca.
— Levántate, camina hacia mi escritorio y pon tus manos sobre él. — solté su cabello. — Ahora.
Izan hizo lo que dije, su pantalón negro de corte chino. Se ajusta perfectamente a sus muy marcadas piernas y trasero. Un hermoso hombre, completamente mío.
— Inclínate.
— Si, ama.
Me acerqué a él de forma sutil, para posicionarse detrás de él. Con mis manos recorrí su espalda, hasta llegar a su torso. En donde desprendí uno por uno los botones de su camisa, cuando ya no quedan más botones, le quite su camisa tirándola al suelo.
Beso entre medio de sus omóplatos, y luego comienzo a bajar con mi lengua por su espalda.
Lo siento estremecerse, sus manos se sujetan con fuerza del escritorio. Muerdo con fuerza justo arriba de la cinturilla de su pantalón.
— Por favor... — gimoteo haciéndome estremecer, si antes estaba excitada. Ahora era puro calor, pase una de mis manos por su entrepierna sintiendo lo duro que estaba contra el pantalón.
— ¿Por favor? Puedes pedirselo a tu ama.
Me pegue a su espalda, pasando mis manos por su torso y tanteando esa zona. Haciéndolo suspirar.
— Tocame,ama.
Esas palabras me asfixiaron en una abrumadora sensación de deseo y placer, necesitaba darle a mi sumiso lo que pedía.
Desabroche su cinturón, tirándolo a un lado y luego baje su pantalón con todo. Dejándolo desnudo, pase mi mano por su erección. No podía verla, pero la sentía dura, caliente y gruesa.
Lo hice girar haciendo que me mirara, sus pupilas estaban tan dilatadas que casi no quedaba nada del azul grisáceo.
— Quieres que te toque... — afirme haciendo que su miembro se agite en consecuencia. — Quiero sentirte en mi boca, pero... No puedes tocarme.
Agarre el cinturón que antes tenía él puesto, para atar sus manos adelante. Izan no decía nada, solo me miraba expectante y jadeante.
— Besame, ama. — suplico, y por esta vez le concedo el deseo.
Sus duros labios capturaron los míos, en un beso. La sumisión a la que Izan estaba sometido no significó nada, cuando su lengua ávida y caliente, penetró mi boca. Haciéndome olvidar mi papel por un segundo.
Un solo segundo que lo deje tener el control, antes de tomarlo entre mis manos y masturbarlo.
Mordí su boca, con ligereza no quería lastimarle el labio.
Gimió contra mis labios cuando mi pulgar rozó la punta de su miembro hinchado y goteante.
Me arrodille ante él, de abajo se veía tan sexy. Atados de manos, con los labios rosados e hinchados, y completamente desnudo para mi.
La mi mis propios labios, antes de meterlo a la boca. Podía sentir como sus piernas temblaban y como se retorcia por soltarse. Levante la mirada, para verlo sus lentes estaban empañados. Izan emite un grito agudo y breve, apretando sus manos en un puño.
—Maldita sea, Lidia — gruñó en medio de un jadeo.
Escucharlo llamarme por mi nombre me volvía líquido entre las piernas.
Me lo saque de la boca, al mismo tiempo que comenzó a masturbarlo con mi mano, antes de que siquiera hablar volví a tomarlo en mi boca. Sintiendo su sabor en mi lengua.
Segui chupando, succionando y jugando mis manos, mientras lo sentía arquearse y hacer sonidos tan placenteros.El calor y el deseo abundaban en la habitación casi podía sentir el inminente orgasmo de Izan a rozar mi lengua.Cuando lo sentí aproximarse, lo saque de mi boca.
Soltó una maldición que me hizo reír, una risa ronca. Comencé a desnudarme frente a él, me quite mi blusa quedando en un sexy juego de lencería rosa claro. Sin mentir, podría decir que mis senos se ven exquisitos, dado la forma en la que él se muerde los labios debe estar pensando en algo similar.
Me acerqué a él, mis senos se aplastaron contra su torso desnudo y pude sentir su erección contra la parte baja de mi abdomen.
Le quite sus empañados lentes, y bese sus labios. Deje los lentes sobre el escritorio, para luego soltarse las muñecas.
— Me has hecho caso, pero por decime Lidia. No obtendrás tu liberación... — gruño frustrado, justo cuando libre sus manos. — Tienes permiso para buscarlo por ti mismo.
—¿De la forma y manera que yo quiera? — cuestiono mirándome con hambre.
— De la forma que tú quieras.
No termine de hablar, que sus manos me tomaron la cintura. Con un rápido movimiento enredé mis piernas en su cintura. El giro haciéndo me quedar contra el escritorio.
Nuestros labios se encontraron en una deliciosa explosion de calor y llamas, lo sentía refregarse contra la tela de mi pantalón. Una molesta prenda, que quería que desapareciera cuanto antes.
Creo que pensábamos igual, ya que se apresuró a quitarme el pantalón. Su mano rozó mi intimidad humedad, sin ningún tipo de pudor de por medio.
— Te quiero dentro mío, ahora. — ordene.
Mi orden no se hizo esperar, Izan se metió de lleno dentro mio. Somos una maraña de gemidos, brazos, piernas, besos, mordiscos y duras embestidas. Tenerlo entre mis piernas era una adicción que no me podía quitar, la forma en que nuestros cuerpos se entienden me desarma y me arma por completo.
***
— Señorita Ferrari, tengo lo que me pidió. — Izan entró a mi oficina sin siquiera tocar la puerta, en sus manos tenía varias hojas.
Luego de nuestro candente encuentro, nos vestimos y cada uno siguió con sus tareas diarias. No había tiempo que perder.
— ¿Encontraste algo inusual? —pregunte, tome los papeles.
Mire su contenido, viendo que había varios números marcados.
— Si, al parecer la mujer dueña de ese teléfono. En los últimos seis meses tuvo varias llamadas, algunas eran números sin importancia. Pero note que estos tres se repiten.
Revisé los números, uno de ellos lo reconocí. Eran mis primos y el otro era desconocido.
— ¿Sabes de quiénes son los números?¿Pudiste rastrearlos?
— Uno de esos números es de su primo Misael Ferrari, y el otro de su primo Ezra Ferrari, el cual fue el último número que este celular marcó antes de ser desechado.
Lo mire con confusión.
—¿Qué quieres decir?
— Que la señorita Cloe, desecho su celular luego de hacer la última llamada. — se cruzó de brazos. — Pero lo más extraño es que el número desconocido también fue desechado. Y no puedo acceder a los mensajes de textos de ninguno de los dos celulares.
¿Cuál carajos es el número desconocido? ¿El otro amante? No puede ser, cada vez que se algo de esta mujer tiene otro pito por ahí.
— Eso es una mierda, pero es de gran utilidad ¿De quién será ese número? — pregunte en voz alta.
— Por desgracia es imposible saberlo, era un chip de prepago. No hay forma de rastrearlo, y el móvil del cual se usó fue descartado. Así que no pude recuperar nada, lo siento.
Lo mire, se veía realmente molesto por no lograr lo que le pedí.
— No te preocupes, esto es más que suficiente. Por lo menos, espero no estar errada y pensar que el amante que tuvo todo este tiempo Cloe, no era Ezra. — dije algo aliviada, porque no quería ser quien le de esa noticia a Verena.
— Si tu sospecha del amante es cierta, debería decirte que ella hablo con este número durante mucho tiempo. Las llamadas se remontan a casi dos años atrás.
—¿Qué carajos? ¿Estás seguro?
— Si, muy seguro. Ella tuvo llamadas con ese número durante casi dos años, eso quiere decir que ella conoce al sujeto desconocido desde hace tiempo.
¿Entonces ella tenía otro amante a parte de Misael?
La cabeza comenzó a dolerme, dolerme de verdad. El tablero ni siquiera existe ahora, las cosas son más complicadas de lo que creía.
— Lo importante es descubrir quién es ese amante. — dije, me levanté de mi asiento. — Porque si de algo estoy segura, esa arpía no quiere a Ezra y lo está usando.
— Perdon que me meta, pero... Su primo decidió irse con ella, sabiendo o no de su hipotético amante.
Izan tenía razón, pero este no era el momento de ser racional.
— Quizás me estoy basando en muchas hipótesis, pero es importante saber quienes están en este juego. Nada se me pasa por alto nunca, pero ahora no vi venir nada de esto...
— Yo creo, que no deberías involucrarte. Siento que este tema es de tu amiga Verena, y tus primos. No tuyo.
Lo mire con la peor de la caras.
— Son mi familia, claro que debo involucrarme. Verena carga en su vientre a un bebe Ferrari, a mi sobrino. — dije cansada, no tenía porque dar explicaciones. — Y la verdad, no me importa en absoluto lo que vos creas.
Izan levantó sus manos, en un gesto de tranquilización. Decidí ignorarlo, pero él no quería dejar las cosas así. Porque me tomó por el brazo.
— Lo que quiero decir, es que esta mujer tiene algo muy sucio y peligroso escondido. Y que ese "amante" del que hablas, no es solo una persona. Es parte de una gran bola de mierda, de la cual no quiero que te involucres.
Lo miré con incredulidad.
— No entiendo nada, Izan ¿Qué descubriste? Deja de decirme todas las cosas a medias.
— Recuerdas el Clan Castillo, pues Cloe es hija de los difuntos dueños.
Maldición estamos jodidos hasta el cuello.
Holissss, primeroo... perdon por la demora, los siguientes capitulos los voy a subir mañana. Ahora me voy con mi te y mi pastillas a dormir, porque estoy enferma. Pero mañana continuo.
Segundo ¿Qué les pareció Lidia?
Tercero ¿Que carajos con Cloe? ¿Clan castillo?
¿Quién mas esta perdida? Yo les dije, nada es lo que parece.
Un beso, nos vemos prontito.
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