19. Brina Carys.
19. Brina Carys.
Luca.
El corazón me palpita con rapidez en el pecho. Siento la cabeza como si estuviera sumergida en agua.
Todavía no soy consciente del momento que estoy viviendo.
Todo pasó como un borrón rápido. Nos guiaron hasta el quirófano. Me hicieron poner una bata, barbijo y algo raro en el cabello antes de ingresar.
Verena lloraba y gritaba de dolor, recuerdo que le di la mano. Ella me apretó con fuerza, mientras gritaba con todas sus fuerzas. Recuerdo como la doctora decía cosas, que no lograba comprender. Solo miraba a mí mujer, quien sufría y lloraba.
Me dolía muchísimo no poder hacer nada por ella.
No podía ayudarla en nada, besaba su frente transpirada, y le decís que solo aguanta un poquito más. Le hablaba y le recordaba en todo momento que no estaba sola, que estábamos juntos y que ella podía con esto.
Entonces, ella salió.
Tan perfecta, llorando y gritando al mundo que la pequeña Brina Carys, había nacido. Con tan sólo 47 cm,y pesando 2,800 Kg.
Me permitieron cortar el cordón umbilical, y me dejaron besar su cabecita. Antes de limpiarla y entregársela a Verena.
Ella sujetó a la bebé contra su pecho, mientras lloraba. Me acerqué a ella y besé su frente mientras miraba a nuestra hija, porque no importaba los factores biológicos. Yo amaba a esa pequeña desde el primer momento que supe de ella, ahora solo iba a vivir para hacerla feliz y protegerla.
— Es pelirroja. — murmuró riendo. Seque con mí dedo, su lágrima.— Y es perfecta, mí pequeña.Te amo Carys.
— Te amo tanto,hija. — dije tomando su manito, con mí dedo.
Verena me miró, sus ojos estaban cargados de lágrimas y de felicidad.
No pude evitar besarla con suavidad los labios. Saboreando las lágrimas de ella, que se mezclaban con las mías.
Demasiado, estaba sintiendo demasiadas cosas en ese momento. Tanto por ella, tanta emoción. Ni había palabras que pudieran expresar o explicar lo que ahora estaba viviendo.
Parecía un sueño.Uno maravilloso.
— Te quiero tanto, Luca. — murmuró contra mí boca.
Antes de que pudiera decir otra cosa. La enfermera dijo que ahora debía retirarme un segundo, mientras vestían a la bebé y llevaban a Verena a la sala de internación.
Cuando iba saliendo del quirófano. La doctora Sandra, palmeó mí hombro.
— ¡Felicidades papá!
— Muchas gracias.,— respondí con la voz rasposa. Tenía un nudo en la garganta y estaba seguro de que me caían algunas lágrimas.
Salí del quirófano y me quité las cosas. Antes de ir en busca de los demás. No tuve que ir muy lejos, ya qué al llegar a la sala de espera.
Dafne, Lida, Lisandro, Gino y Paz. Me esperaban atentos, se levantaron al mismo tiempo. Todos me preguntaban cosas y hablaban apresuradamente.
Sentía sus nervios y el miedo, la última vez que estuvimos en una sala de espera. No habíamos recibido buenas noticias.
— ¿ Qué pasó ?
—¿Verena está bien ?
— ¿Y la bebé?
Me bombardearon a preguntas, respire hondo antes de poder responder. Me tiembla todo el cuerpo.
Creo que todavía no caigo, en qué soy papá y tío a la vez.
— Ambas están bien, la bebé pronto estará aquí al igual que su mamá. — me sequé las lágrimas con el dorso de la mano. — La pequeña nació muy fuerte y sana.
Daf fue la primera en reaccionar, vino corriendo y me abrazó con fuerza mientras lloraba y me felicitaba. Luego le siguieron Lisandro y Gino. Paz estaba llorando cuando llego a abrazarme mientras me felicitaba.
Lidia vino al final, para mí sorpresa ella me abrazó con fuerza.
— Más te vale que seas el mejor padre del mundo,sino como madrina. Te voy a golpear tan fuerte, que van a tener que acomodar los dientes.
No sabía si reirme, asustarme o llorar. Pero la abrace riendo,mientras le juraba que sería el mejor.
Sin dudas sería todo lo que Brina, necesité. Su tío, su padre , su amigo.
Verena.
Luego de lo que fue una eternidad, así fue como lo sentí. Me llevaron de nuevo a mí habitación, en donde Luca me esperaba sonriendo.
Sentí como mí vientre cosquillas, quizás eran los nervios o el dolor que todavía sentía. Pero estoy segura de que eran los nervios por mirarlo. Le había dicho que lo quería ,no es la primera vez que lo hacía. Pero esta vez no lo decía como amiga.
Nos dejaron a solas unos minutos, en los cuales él se sentó a mí lado en la cama. No dijimos nada solo nos abrazamos, y besamos.
Puse mí mano en la cara, sintiendo el escozor de su barba contra mí piel.
— Te quiero. — repetí, con la voz quebrada. — Te quiero mucho más de lo que alguna vez pensé que podría volver a querer. No habría logrado esto sin ti.
Porque eso era cierto, no podría haberlo hecho sola. Tal vez sí, pero él me dio toda la fuerza que necesitaba para hacerlo.
Toda mi vida busqué un lugar en el cual me sintiera segura, lejos del frío con el que había crecido toda mi vida. Creí que había encontrado eso con Ezra, pero no se siente igual con Luca. Con él siento más, mucho más.
Con Luca, siento que en cualquier parte del mundo. Es mi lugar seguro.
— Te quiero. — murmuró contra mis labios.
Cuando estaba por decir algo más. Al cuarto entró la enfermera con la cuenta. Los ojos se me llenaron de lágrimas, empecé a sentir una emoción a medida que ella se acercaba a mí cama.
Cómo Luca estaba del lado derecho, la enfermera dejó a la bebé en el lado izquierdo.
Me hizo control rutinario, luego de darme una explicación de cómo darle el pecho. Nos dejó solos, no sin antes advertirles que solo podían entrar de a tres personas al cuarto.
Tomé a Carys en brazos, tan pequeña y tan preciosa. La habían vestido con el conjunto rosa que habíamos dejado.
— Es tan hermosa. — dije al borde de las lágrimas.
Me giré para mirar a Luca, quien miraba embelesado a nuestra pequeña.
Un calor se extendió en mí pecho, haciéndome suspirar aliviada. Me sentía plena, completa.
Cómo si ella viniera a ser todo lo que necesitaba, para ser feliz. Como si ellos dos hubieran llegado a mi vida cuando más rota estaba.Y cuando más necesitaba recordar que era amada, que podía volver a amar.
Que merecía volver a sentirme así.
No se si fue muy rápido, pero en este momento. Teniendo a un hombre así a mi lado. ¿Cómo podría pensar que esto está mal? Si al mirarlo se que estoy justo, en donde quiero estar.
— Gracias... — balbuceé, las lágrimas rodaban por mis mejillas. — Por quererme aún cuando sigo siendo un desastre.
Me dedicó una mirada cargada de amor, sincero y puro. Acercó su rostro al mío para besar mis lágrimas,una a una, un gesto tan reconfortante y tierno.
— Te quiero porque eres un desastre. — murmuró contra mi frente antes de dejar un suave beso. — Quererte fue lo más sencillo que hice en toda mi vida.
Quizás en ese momento deje de respirar. ¿Era posible morirse por tener el corazón rebosante de amor? ¿Es real esto?
Uni nuestras bocas en un beso, uno en el cual quería transmitirle cuanto lo amo. Lo feliz que estoy por tenerlo en mi vida.
— ¡No puedes decirme algo como eso! — lloriqueé, haciéndolo sonreír. — Yo creo que me equivoque. — murmuré. Luca me miró asustado. — Al creer que solo te quiero.
— ¿Qué quieres decir? — su voz apenas era un susurro.
— Porque no solo te quiero. — Acomode mejor a Carys en mis brazos. —Te amo, porque haces que mi pecho estalle de amor cada vez que te veo. Te amo porque sos el príncipe con el cual siempre soñé. Y te amo, porque me haces inmensamente feliz.
Luca ahora es quien estaba llorando.Me beso otra vez, dejaba un beso en mis labios. Se alejaba para mirarme, como si corrobora que era algo real y que enserio lo dije.Luego volvió a besarme, me beso los labios, la nariz hasta mis mejillas fueron víctimas de su ataque de besos.
— Te amo, Verena Williams. — me abrazó con fuerza, no pude evitar quejarme porque todavía me dolía todo. — Perdón.
— Estoy bien. — lo mire a los ojos. — Ahora sé que siempre voy a estar bien.
Pasamos un par de minutos mirándonos. Besandonos, dando mimos a la recién nacida más bella del mundo.
Luca la tomó en brazos, con tanto cuidado. Mirándola con tanta adoración.
— Mí hermosa Brina. — hablo Luca. Su dedo acariciaba con delicada mano su manito.
— Me encanta como lo pronuncias.
Besó mí mejilla, y luego mí boca.Un beso corto y delicado, como si no quisiera lastimarme.
— Es que es un nombre perfecto. Para una niña perfecta.
— Siento qué vamos a volverla muy creída. Pero no podemos mentir, es perfecta en todos los sentidos.
Quizás es el amor de madre, pero era perfecta. Sus manitas pequeñitas son hermosas y ella huele a maravillas.
Todavía tenía sus ojitos cerrados, una nariz pequeñita y hermosa. Y su cabello, pequeñas hebras pelirrojas. Apenas perceptibles, quizás su color cambiaría con el tiempo. Pero sin duda sería pelirroja.
Ambos nos reímos,mientras la mirábamos.
La puerta de mí habitación se abrió de golpe. Haciendo que ambos miramos a quien había entrado.
Lidia empujó a Dafne para ser la primera en ingresar. Se acomodo su saco formal, estirandolo con las manos. Acomodo su cabello hacia atrás, al mismo tiempo que cerraba la puerta dejando a todos afuera.
— ¡Yo soy la madrina! Tengo derechos que ustedes no. — gruño en dirección a los demás. Luego sus ojos se fijaron en mí, ella me regaló una sonrisa y yo hice lo mismo. — ¡Felicidades Verena!
Se acercó a mí y me besó la mejilla.
— Muchas gracias. — sentía un nudo en la garganta. Mientras miraba hacia la puerta, cuando Lisandro y Dafne entraron dejando a Gino y Paz afuera. — ¡Felicidades a los tíos!
Dafne entró llorando, se acercó a mí para abrazarme con fuerza. Solté un quejido y ella se alejó con rapidez.
— Cuanto me alegro por ti, estoy muy feliz. — sollozo. — Quiero conocerla.
Luca acarició mí mano, con la bebe en brazos se levantó haciendo que todos lo miren. La acomodo en un ángulo, para que sea visible para todos.
— ¡Es hermosa y pelirroja!— chillo Dafne.
— Que hermosa. — murmuró Lidia.
— ¿Cuál es nombre? — preguntó Lisandro. Acercándose a Luca para ver a la bebé. La miraba con dulzura. — ¡Felicidades Vere! Es hermosa, lo hiciste muy bien. Mira que cosita pechocha.
Solté una risita que me hizo doler en el vientre bajo. Pero no me importo, nada me importaba ahora. Solo vivir este hermoso momento.
— Brina Carys Ferrari. — respondí con una sonrisa.
— Literalmente le pusieron a su hija, princesa— comentó Lisandro. Antes de tomar a la bebé en brazos. — ¡Me encanta!
Luca lo miró molesto, había sostenido a la bebé apenas unos minutos. Intentó ir por su primo, pero Lisandro no tenía ninguna intención de soltarla. Le hice un gesto con la mano, para que se acercará.
Mirando con odio a su primo, se acomodo a mí lado. Tomo mí mano entre las suyas.
—¿Eso es en serio ?— cuestionó Dafne. Quien se había acercado a Lisandro con intención de robar a la bebé. Pero este le dedicó una mirada mordaz para que se alejara.
— Brina, en italiano significa princesa. — explicó con naturalidad Luca. —Y ella es mí princesa. Ese nombre lo elegí yo.
Amaba ese nombre, porque cuando me lo dijo, vi la emoción en su mirada y entendí el peso que tenía ese significado para él. Era mucho más que un simple nombre; era un reflejo del apodo que me decía todos los días, un título que llevaba el amor y la adoración que sentía por mí. Lo mismo siente por mi pequeña.
Lidia sonrió, mirándonos a ambos. Podía notar un atisbo de orgullo en esos ojos verdes.
— Y Carys significa muy amada, en Gales. — dije , me acomode sobre el hombro de Luca. — Quizás no son nombres comunes.
—Para nada. No todos los días escuchas que tu sobrina se llama princesa amada. — acotó Lidia. — Mí turno, es mí ahijada.
Se levantó, empujó a Dafne quien se quedó a un lado mirándola con odio. Lisandro entregó a mí hija, porque todos sabíamos que Lidia daba miedo.Además era la jefa de todos ellos, si ella ordenaba se hacía.Y ahora no sería la excepción.
Lidia tomó a la bebé en sus brazos.Carys, se removió un poco, pero luego volvió a quedarse quieta entre ellos brazos de su tía.
— Pero son únicos, como ella. — admitió Lisandro. — ¿Entonces llevará nuestro apellido?
Lisandro se acomodo en una silla cerca de la cama. Lidia hizo lo mismo, pero en uno de los silloncitos. Beso la cabeza de ella, podía jurar que sus ojos se pusieron vidriosos.
Mire a Luca,lo habíamos hablado con anterioridad.
— Ambos decidimos que ella merece tener su identidad. Y aunque no esté aquí Ezra, ella es parte de nosotros y es mí hija tanto como lo es de Verena. — habló con firmeza. El corazón se me estrujó en el pecho al escucharlo hablar así. — Y va a tener mí apellido.
— Ella es nuestra. — hablé haciendo que todos me miren .— Y al final, no importa de quién sea el apellido que lleve. Sino que sea de las personas que la aman y van cuidar de ella. Ustedes son Ferrari, y fueron quienes me ayudaron cuando no debían y no tenían porqué hacerlo. — mire a cada uno de ellos. — Y por esa razón, ella tiene su apellido. Porque honro a los que me ayudaron.
Dafne se acercó a mí y me abrazó, ahora con más cuidado. Besó mi cabeza, susurró muchas palabras tiernas, me dijo cuan orgullosa estaba de mi y cuanto agradece poder ser parte de la vida de Carys.
— Creo que hoy,sumamos una nueva integrante a la familia. — dijo Lidia. — Espero que aprendas a leer rápido, tengo mucho que enseñarte.
Todos nos reímos de las ocurrencias de Lidia. Aunque el fondo dudaba muchísimo de que fuera una broma. Pero de eso me ocuparé después.
***
Luca.
Los demás se habían ido hace un par de horas. Cuando la doctora entró a revisar a Verena. Nos regañó y dijo que ella necesitaba descansar, y Carys necesitaba alimentarse.
Luego de que ambas comieran. La bebe se durmió al igual que Verena. Me quedé sentado en el sillón, mirando a mi mujer y sosteniendo a mi bebe en brazos.
Todo sentimiento de culpa referido a estar ocupando un lugar, que podría ser de mi hermano. Quedó completamente de lado cuando sucedió todo.
Yo amo a mi pequeña, mi Brina, así que no voy a renunciar al puesto que me gane.
Además saber que ella me ama, cambió muchas cosas. Ciro me dijo que lo había encontrado, conociendo a mi hermano no sé cómo va a reaccionar cuando se entere de todo esto. Pero estoy preparado para decirle que esta es mi familia,que ellas son mías. Tanto como yo soy suyo.
No voy a prohibirle nada a mi hermano, si él quiere se parte de la vida de la pequeña. Puede hacerlo, pero va a tener que entender que yo también formo parte de su vida.
Mire a Brina, duerme plácidamente en mis brazos. Ella llegó a este mundo siendo amada por muchas personas. Y no voy a permitir que la estupidez de Ezra la lastime.
Mi celular comenzó a sonar, haciendo que la pequeña se remueve inquieta y amenace con empezar a llorar. Atiendo sin siquiera ver de quien trata.
— Espera un segundo. — dije.
Deje el celular sobre la mesita de luz. Para poder recostar a Brina sobre la cunera. Tomé el celular y salí del cuarto, para no despertar a Verena.
— ¿Quien habla? — pregunté llevándome el celular a la oreja.
— Soy George, asistente de Margaret. — dijo un hombre con voz ronca, y un acento inglés muy marcado.
— Hola, si es por el viaje de Margaret. Mañana la recogeremos como dijimos, le mandamos un mensaje diciendo que Brina acaba de nacer...
— Lamento informarle que la ex duquesa, acaba de fallecer.
Me quedé mudo. Sin palabras, sin entender cómo es que Maggie había fallecido. Habíamos hablado hace apenas un día o quizás menos.
— ¿Señor Ferrari sigue ahí?
— Estoy aquí. — mire al cuarto en donde Verena dormía plácidamente.
¿Cómo le explicaría esto? Esto la va a destrozar, no puede ser que esté ocurriendo.
— Margaret dejó instrucciones precisas de lo que debían hacer, en el caso de que ella falleciera en Inglaterra.
Sus últimas palabras cuidalas por mi. De algún modo lo sabía o quizás soy yo imaginando cosas.
— Lo escucho.
3 Meses después.
Verena.
Los últimos tres meses habían sido un borrón. Una mancha nublada por sentimientos agridulces. Las cosas habían cambiado, mi abuela falleció, Carys era una bebe que necesitaba de toda mi atención y Luca se convirtió en lo único que me dio fuerza para no desmoronarme.
Luca me dijo sobre mi abuela, cuando llegamos a casa después de volver del hospital. Ese día lloré todo el tiempo en sus brazos. No podía creer que nuestro último adiós fue por celular, fue esa llamada. Que jamás conocería a su nieta, que no se enteró que ella estuvo tan cerca de ganar la apuesta.
Ella no supo que su muerte me dejó desecha, porque ella era mas que mi abuela.La mujer que había criado con amor, que me apoyó en cada cosa que me propuse.Quien renunció a su título con tal de no separarse de mi. Quien escondió que tenía un problema cardiaco para no preocuparme.
Luca no me soltó en toda la noche, fue la peor semana de mi vida. Me tenía que amoldar a una vida sin ella y a ser mamá. Creo firmemente que si no hubiera sido por ella, no me hubiera levantado de la cama.
Las semanas pasaron y no tuve noticias de mis padres o hermano. Hasta un mes atrás, en el cual solicitaron mi presencia en Bedford. Ya qué mi abuela me había puesto en el testamento.
A tres meses de su muerte, volví al lugar que había sido mi hogar. Pero nunca se sintió como uno.
Estábamos parados frente al ducado, una enorme mansión hecha de piedra antigua hace muchos años. El lugar es hermoso, parece un cuento encantado. Pero para mí, no era más que un lugar lúgubre manchado de recuerdos amargos.
Luca me acompañaba, tomaba mi mano mientras esperábamos que nos abrieran las pesadas puertas de roble.
Carys se había quedado en el hotel, a cargo de Lisandro quien se ofreció a cuidarla mientras yo resolvía esto. No tengo que mencionar que dos días después de que Carys naciera, él se autoproclama padrino.
No esperaba volver a este lugar. No después de todo lo que me habían hecho, pero me trague ese nudo en la garganta y no deje que ninguna lágrima escape de mis ojos.
Luego de largos minutos, las puertas se abrieron. Un par de empleadas domésticas, que no conozco, nos permitieron entrar.
Con la cabeza en alto, mentón levantado y espalda derecha como un clavo. De la mano de mi pareja, caminamos por el salón. Siendo víctimas de las miradas indiscretas de todos.
Porque sí, allí se encontraban todos mis familiares. Primos, tíos, tías, personas importantes. Los escuché murmurar a medida que pasaba, ninguno de los dos le dedicó siquiera una mirada.
Ninguno de ellos valía la pena.
Al final del pasillo, justo en la entrada de la biblioteca. En donde habitualmente se tiene este tipo de reunión. Estaban mis padres, mi hermano y su mujer.
Todos se quedaron mirando cuando llegué. Puedo sentir la tensión flotando en el aire, la incomodidad de mi cuñada. La mirada cargada de desdén de mi hermano, la mueca en la boca carmesí de mi madre y la cara de piedra de mi padre.
Mi cara es un reflejo de la suya, de su frialdad y crueldad.
— Solo la familia puede ingresar. — fue lo primero que dijo mi padre. Claramente hablaba en inglés.
Luca apretó mis dedos. Estoy aquí, no estás sola. Su presencia me reconfortaba.
— Te voy a esperar afuera. — dijo Luca, hablando un fluido inglés. Que los dejó a todos boquiabiertos. — Si me disculpan.
Quería gritarle que no me dejara sola con ellos. Pero era el plan, entrar sola e irnos juntos. Esto era un trámite, simplemente saber porque mi abuela organizó todo esto.
— Deberías estar feliz, nuestra abuela murió por culpa de todas las cosas por la que la hiciste pasar. — hablo mi hermano.
Juro que escuche los pasos de Luca detenerse a la mitad del camino. Luche contra el dolor que sus palabras me causaron. Porque sin duda eran falsas, pero lastimaban igual.
— Feliz deben estar quienes se aprovecharon de una mujer enferma para ocupar un puesto. — mire a mi padre a los ojos. — El cual te queda grande. Porque no importa lo mucho que te esfuerces, eres un pobre intento de lo que alguna vez fue Margaret.
La furia cruzó la cara de mi padre. Quien dio un paso hacia adelante con toda intención de golpearme. Pero en ese preciso momento el juez abrió la puerta de la biblioteca.
— Si ya estamos todos aquí. Comencemos la sesión.
Mi padre dio media vuelta y entró hecho una furia. Mi madre ni siquiera me miró. Mi cuñada, en cambio, me dedicó una mirada cargada de lástima. Pero fue mi hermano quien se acercó.
— Vuelve a hablarle así a nuestro padre, y haré que esa bastarda que tuviste se entere de la clase de mierda que tiene como madre —me amenazó en silencio.
Sus ojos, idénticos a los míos, me miraban con odio. No me dolió, porque sabía que nuestra relación quedó rota por culpa de quien nos crió.
No cambié el gesto en mi cara, pero sí me acerqué a él. Con una calma letal, dije.
— Vuelves a referirte a mi hija de esa forma, y no tendrás que preocuparte por decir nada nunca más.
— ¿Me estás amenazando?
— Tómalo como un adelanto de lo que puede suceder. — dije con una sonrisa en la boca. Pase por su lado ignorándolo.
Al entrar a la biblioteca, tome asiento sin mirar a nadie en particular. Mi hermano y cuñada entraron unos segundos después, se sentaron lejos de mí.
— Bien, como es de puro conocimiento. La lectura del testamento se retrasó debido a las circunstancias de la señorita Verena Williams. — comenzó diciendo el juez. — A pedido de la difunta duquesa Margaret Guillermina Williams. Esperaríamos tres meses luego de que Verena Williams diera a luz a su primogénita.
Mis padres se enteraron de mi hija el día en el que falleció mi abuela. Ya que ninguno de ellos esperaba que su cuerpo se enfriara para pedir el testamento. Sabía por George, el antiguo mayordomo de mi abuela, que ellos habían dicho toda clase de cosas sobre mí.
El juez comenzó diciendo lo que le había sido otorgado a mi padre, a mi hermano, a mi sobrino y hasta a mi madre. Mi cuñada recibió su colección de joyas. No me importaba lo que le dejaba a los otros. Quería saber por qué razón ella quería que estuviera aquí.
— Por último a mi nieta Verena Williams, quien demostró tener un conocimiento del manejo y funcionamiento de una compañía. Le dejó a ella y a su primogénita, los pozos petroleros ubicados en Villa Bedford. Confío en que ella sabrá administrarlos y qué hacer con ellos.
— ¡No puede ser cierto! — gritó mi padre. — Los pozos petroleros, son parte del ducado. Mi madre había dejado de ser duquesa...
— Solo una semana dejó de serlo. Fue por sucesión no por deserción .— explicó el juez. — Ella estaba en plena facultades físicas y mentales para realizar su testamento. Por lo cual, lo escrito y dicho aquí es la realidad.
— Pero ella no es parte del ducado.. — comenzó diciendo mi hermano.
Mientras ellos gritaban, comencé a reírme a carcajadas. Como si estuviera completamente loca.
Mire hacia el techo, como si de alguna manera mi abuela estuviera mirando todo. A ella le encantaba ver al mundo arder.
Todo tenía sentido ahora, las preguntas sobre mi trabajo a Ezra de cómo era mi desempeño. Los malditos ingleses que no querían vender, eran de mi familia.
Recuerdo que a veces ella me preguntaba cosas en nuestras largas videollamadas, pero nunca pensé que sería para esto.
Mi abuela estaba pensando en todo esto. Ella me dejó más de 40 pozos de petróleo, sabiendo que eso quitaria miles de millones a mi familia. Poniéndolos en una situación complicada.
Por poco los deja en la ruina total. Si no fuera por los otros negocios, pero el ducado se mantenía por esa fuente de ingreso. Dejarlos sin esto sería como darles un golpe duro a su ego y economía.
Deje de reirme, tome aire para poder serenarme. Me senté derecha y mire a mi padre con una sonrisa en los labios.
— Creo que al final, hiciste bien en pagar mi educación. Ahora puedo administrar la fuente de ingresos más importante del ducado... Pero corrígeme si me equivoco señor juez. — dije con seriedad. — Si mi título no hubiera sido revocado, un porcentaje de los pozos aunque fueran heredados hacia mi persona. Si o si tendrían que ser para el ducado ¿No es así? — pregunte.
Mi padre comenzó a ponerse blanco. Por primera vez manifestaba una emoción, miedo.
— Eso es cierto.
— Pero como no soy parte del ducado, no soy más una lady. — mire a mi hermano. — Eso quiere decir que tengo el control total y absoluto sobre los pozos petroleros. y además no les corresponde ningún porcentaje a ellos.
El juez miraba a mi padre, quien parecía estar a punto de desmayarse.
— Eso es correcto señorita.
— Gracias. — mire a mi padre, e hice una reverencia. — Espero que intente estar a la altura, Duque de Bedford.
Salí de esa habitación sin mirar a nadie más, excepto al juez a quien saludé y me indico cuales eran los pasos a seguir. Mañana tendré una reunión con uno de mis abogados, para arreglar todos los trámites de sucesión.
Me temblaban las piernas, me sentía mareada y ligeramente aturdida. Pero había triunfado, los había dejado hecho mierda. Nunca olvidaré la cara de ellos, al darse cuenta de que ahora yo tenía más poder que ellos, si hablamos monetariamente.
Mire hacia el techo, ay abuela los agarraste a todos de las pelotas.Pensé mientras sonreía, juro que sentí su risa raspar mi odio.
Y ojala no te hayas equivocado en cederle esto a mi.
Llegue hasta la puerta sin ser interrumpida por nadie. No tenía intenciones de hablar con ninguno de estos buitres. Apoyado contra una pared, con la mirada perdida. Estaba él.
Luca sonrió al verme, se despegó de la pared para venir hasta mi.
— ¿Todo en orden?
— Si, tengo mucho que contarte. Pero primero vámonos, no quiero gastar un segundo más de mi vida en este lugar.
¿Qué les parecio? ¿Les gusto? ¿Que piensan del nombre?
Ahhhh se viene el dramaaaaaaaa, bueno más drama. Creo que por ahora ya no muere más nadie ejejejej, no quise hacer tan largo el sufrimiento de Verena sino no llega más el fatidico momento.
bueno besos y amor.
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