16.Algo no está bien.
16.Algo no está bien.
Verena.
Dos días después de esa intensa charla en la sala de la casa, estoy en camino hacia la cárcel en donde tienen retenido a Renato Castillo, el supuesto padre de Cloe.
Era un viaje largo, casi tres horas lejos de la ciudad. Para mi mayor comodidad, me había acomodado en el asiento trasero. Adelante iba Luca como conductor y Gino como copiloto. Ambos abogados, fueron los elegidos para acompañarme.
Aunque claramente Luca, había dicho que él venía y no dejó lugar a la objeción.Puedo entender su sobreprotección a esta altura, quedan solo tres semanas para que nazca la bebe. Me sorprendió que me dejara venir, pero sabíamos que si posponemos más esta visita, quizás nunca podríamos volver a tener esta oportunidad.
Lidia me preparó una minuciosa lista de preguntas que debía hacerle a Enzo, preguntas que memorice y practique con Luca la noche anterior. Antes de que este se cansara, comenzará a besarme.
No podía creer que habíamos tenido esa conversación, y que ahora estábamos juntos. Casi podía pensar que esto era un sueño, una fea alucinación creada por mi mente rota y depresiva.
Pero cuando desperté esta mañana, lo vi mirándome con esos ojos llenos de amor. Supe que era tan real, como el aire que respiro y que sin duda alguna merecía que él hiciera estallar mi corazón cada vez que me besaba, o me abrazaba. Aunque la sombra de la duda de lo que podría pasar si esto llegaba a oídos de sus padres...Negué con la cabeza, eso es algo que no quiero pensar... No ahora.
— ¿Nerviosa? — interrogó Gino, haciendo que mi cabeza deje de divagar.
— Algo....Nunca había estado en una cárcel antes.
Luca y Gino compartieron una mirada, que pude visualizar a la perfección.
— ¿Qué?
— Nada. — se apresuró a responder Luca.
— Es que sin dudas, eres toda una princesa. No solo palabrería de este bocon. — se burla Gino.
Frunzo el ceño en dirección a Luca totalmente enojada. Este no me mira y fija toda su atención al camino por delante.
— No puedo creer que me llamaras princesa, con personas que todavía no me conocían. — me quejo, la imagen que el pobre de Gino y la pobre Paz, debían tener de mi. — Eso es grosero.
— Pero, nunca fue con mala intención. — intentó defenderse del maldito pelirrojo.
— Además yo te conocía, va conocía tu nombre por lo menos .— intervino Gino, antes de que pudiera insultar a su amigo. — Y sabía que debías ser alguien decente, si mi amigo me encargaba personalmente de tu caso.
— ¿Mi caso?
— Si, para que tu abuela vuelva. Tuve que ir varias veces a Londres, para interceder y aunque habíamos decidido decirlo después. — miró a su amigo con una sonrisa. — Creo que necesitas escucharlo ahora.
Mi corazón dio un respingo en mi pecho, las manos comenzaron a sudar y temblar. Cualquiera que sea la noticia que me den, estoy lista.
— ¿Qué sucedió?
— Tu abuela, ahora libre de hacer lo quiera con su vida. Costo demasiado, pero al declararla mentalmente estable y con buena salud, el juicio salió beneficioso para nosotros. A partir de mañana ella es una mujer libre, que puede venir a ver a su nieta.
Las lágrimas se arremolinaron en mis ojos, al fin. Al fin había acabado todo este sufrimiento y esta pelea con mi familia. Había hablado con mi abuela cada vez que podíamos para contarnos cosas, pero las llamadas las últimas semanas habían sido escasas ya que estaba más vigilada de lo normal.
Pero eso se acabó, no más llamadas a escondidas o horas extrañas. Y no más lejanía, ella estaría aquí para el nacimiento de la bebe.
— Muchas gracias, gracias enserio a ambos. — murmure, quería sacarme el cinturón y saltar al cuello de Luca para abrazarlo y besarlo. Al igual que Gino, salvo la parte de besar. — Enserio, no saben cuánto les agradezco esto que hicieron por mi.
— No tienes porque, es mi trabajo. — aseguró Gino. — Pero podrias darme esas galletas de color rojo, que me compartiste el otro día.
Le regale una sonrisa.
— Lo que quieras. Te armaré una canasta llena de postres. — Gino me regaló una sonrisa mostrando todos sus dientes. — Muchas gracias.
Como si fuera magia, la presión aplastante que llevaba conmigo constantemente. Desapareció.
No quedaba nada para poder ver a mi abuela. Al fin estaría conmigo, con mi hija y con Luca. Debería contarle acerca de que ahora no solo somos compañeros de casa... Pero lo dejaré para cuando vuelva a verla.
— Y estamos en contacto con ella. Seguramente la semana que viene a más tardar, ella estará con nosotros. — comenta Luca.
— ¿En serio?
— Si, dijo que tenía que acomodar unos papeles. Pero volaría aquí el jueves que viene, ella quiere estar para el nacimiento de la pequeña.
Asentí con la cabeza, agarre mi celular para escribirle a mi abuela.
Yo: Hola, me acabo de enterar de las buenas noticias. Te amo, y ya quiero que estés aquí.
Mande el mensaje, allá es de madrugada. Así que no me va a responder enseguida, guardo el celular en mi bolso.
— No puedo creer que se acabó esta tortura. — dije aliviada. — Ahora queda decirle lo nuestro y explicarle porque compartimos habitación. — comente con una mueca, ante eso último.
Gino soltó una carcajada, al igual que Luca.
— Bueno, yo creo que ya estás embarazada. Como que sabe que comparten habitación.. — se burla Gino.
Sentí mis mejillas pintarse de rojo.
— Ella me ama, no se va a ofender. — dice Luca. — Además, Wendy actúa como chaperona todas las noches.
— ¡Luca! — iba a pegarle en el brazo, pero estaba manejando.
— ¿Qué dije? — pregunta con total inocencia.
— Hermano, creo que no entiendes que dormirás en el suelo. — Gino me mira, luego a Luca. — Pero hablando de todo un poco ¿Como se va a llamar la bebe?
Esta vez compartimos una mirada cómplice con Luca, a través del espejo.
— Es sorpresa, pero tiene dos nombres. — dije, Gino nos miró con mala cara. — Uno lo eligió Luca y el otro yo.
— ¿Enserio no me van a decir? — pregunto totalmente indignado.
— No metido, por el momento es secreto.
— Bueno, qué aburridos. — se quejó, pero no insistió más.
Estuvimos toda la noche hablando con Luca, acerca de cómo llamaríamos a la bebe. Nos costó un poco, pero a mi criterio habían quedado lindos. Me muero de ganas de poder tenerla en mis brazos.
***
Llegamos a la cárcel, es un establecimiento gigante en medio de la nada. Nada mas que campo, y la ruta.
Aunque estábamos llegando a la primavera, en este lugar soplaba un viento fresco. Que hizo que Luca me pusiera una campera encima.
No dejaron a ninguno de los dos acompañarme adentro, no podían acercarse. Un oficial nos pidió nuestras identificaciones, y al ver la de ellos. Los escoltaron afuera y me dejaron pasar a mi.
Me hicieron firmar un contrato de confidencialidad, al parecer en esta cárcel estaba encerrado todo tipo de criminales que eran conocidos o que fueron conocidos en alguna época. Me dijeron que no podía decir a quien había visto o quienes estaban esperando para visitar a alguien.
Luego me revisaron, por completo. Una mujer entró y me pidió que me quitara la ropa, por un segundo estuve tentada en irme y mandar todo al diablo. Pero la mujer fue paciente conmigo, ya que mi enorme estómago actuaba como un empatizador. Así que solo debí quitarme el abrigo y dejar que me revisara.
Lo cual también fue de gran ayuda, ya que Lidia pensó en eso.Y me escondió un micrófono en el escote de mi vestido, para grabar y escuchar todo lo que hablara con Enzo.
Después de eso, me hicieron seguir por un largo pasillo. No se si será por las luces, o por la situación pero empecé a sentirme nerviosa, a sudar y mi corazón latía a mil por hora.
Las dudas comenzaron a azotarme una a una. ¿Si venir fue un error? ¿Si se enoja al saber con quien se casó su hija ? ¿Si me quiere lastimar? Por un momento comencé a dudar de si seguirle el paso a la policía, podría darme la vuelta e irme.
¡Al carajo con todo!
¡NO! Todos ellos me ayudaron cuando lo necesite, incluso Gino sin conocerme me ayudó con lo de mi abuela. No puedo decepcionarlos así, no puedo fallarles de esta forma.
— Por allí señorita, el señor Castillo la espera en el box 6. — me indicio.
— Muchas gracias.
Respire hondo una vez más, y entre al cuarto de visitas. Era igual que en las películas, boxes que separaban al preso de quien lo visitaba. Comunicados a través de un celular, de esos antiguos.
Las palmas de mi manos sudaban contra la chaqueta que tenia puesta, suspire y me arme de valor.
¡Vamos Verena! Que no se de cuenta de tu miedo, de tu pánico porque sepa los motivos que te han llevado a este feo lugar.
Actúa, actúa como hiciste toda tu vida.
Recordé cómo era ser Lady Verena, como era ser la secretaria seria y snob, como era tener una mirada gélida, pero al mismo tiempo una sonrisa cálida en los labios. Como no mostrar mis sentimientos en la mirada, actuar tranquila pero al mismo tiempo atenta.
Caminé con pasos firmes, tomé asiento en el box indicado. Y mire a la persona que me sonreía cínicamente a través del vidrio.
Ambos tomamos nuestros respectivos teléfonos, sentí que su respiración era pesada de otro lado de la línea.
— No recuerdo haber dejado ninguna embarazada. Es más no te recuerdo, como parte de mis visitas conyugales. — dijo con descaro.
Sin dudas Enzo es el padre de Cloe, o es un pariente muy cercano. Los mismos ojos grises, la misma mirada altanera pero contemplativa, estar encerrado en este lugar no lo desmejoro..Sigue siendo atractivo, pero en vez de lucir su cabellera negra. Ahora está adornado con alguna canas y mechones blancos.
— No me recuerda, porque nunca participé en esas visitas. — respondí, intentando que el asco no se me notara en la voz. — Usted no me conoce Enzo, pero yo si a usted. Y tengo que hablar de algo.
— Mira preciosa. — Su tono era lascivo y al mismo tiempo aburrido. Como si hablar conmigo o con la pared, fueran la misma cosa. — Solo acepté la visita, porque cuando dijeron que una jovencita venía a verme. Enserio pensé que sería una de las largas sesiones de.... Esas que hacen menos apestoso este aguero.Pero no me interesa para nada hablar con una desconocida. — hizo el amague para levantarse, lo cual me obligó a decir lo primero que se me vino a la cabeza.
— Vengo a hablarle de su hija. — dije con firmeza. Eso hizo que se desplomé en su asiento —¿Ahora si me quiere escuchar?
Enzo dejó de lado su actitud aburrida y descarada, para mirarme con curiosidad y sorpresa.
— ¿Mi hija? — me miró con seriedad. — Mi hija murió en un accidente de auto, junto con mi esposa. Hace años, culpa de los que me encerraron en este lugar. — bramó con brusquedad.
Lo mire con aburrimiento, curve mi boca con una pequeña sonrisa.
— ¿En serio espera que me crea esa mentira? — pregunté, lo mire a los ojos. Fríos y calculadores, los míos eran un reflejo de los suyos. — ¿Crees que no sé que Cloe sobrevivió al accidente? ¿Qué en su lugar pusieron el cuerpo de un niño huérfano y que ella pasó varios años en el orfanato Hermanas de caridad? — mis preguntas directas y provocadoras, tuvieron el efecto deseado.
Enzo se removió incómodo en su asiento.
— ¿Quién demonios eres?
— No te importa, lo único que quiero es que respondas a mis preguntas con la verdad.
— ¿Por qué lo haría? ¿Acaso trabajas para alguno de los Ferraris? — preguntó furioso.
— No trabajo con nadie. Solo estoy preocupado por ella. — fingí tal cual lo había practicado. — Estuvimos juntas en el mismo orfanato, cuando ella fue adoptada perdimos el contacto. No fue hasta hace poco que la volví a ver, cuando me enteré que se había casado con uno de ellos.
Enzo dejó de lado su careta, me miró como si de verdad estuviera prestando atención ahora.
Estupido, cayó redondito. Ahora no debo salirme de mi papel de amiga preocupada.
— ¿Con quien se casó mi hija?
— ¿No era que estaba muerta? — pregunté con sorna, él me miró con odio. Listo primer paso, había confirmado que ella era su hija.
— ¡No juegues conmigo! — ordenó molesto. — No sabes a quién te estás enfrentando.
— A un hombre que no pudo cuidar a su hija, que terminó en peores condiciones de la que esperaba y encima se casó con uno de ellos.
El grito, soltando el teléfono comunicador y golpeando con fuerza sus manos contra la mesa. Su reacción me sorprendió, haciendo que pegara un salto de mi lugar.
Los policías se acercaron a calmarlo y estaban por llevárselo. ¡Maldición! No quería irritarlo tanto.
Pero él se sacó de su agarre, para sentarse nuevamente. Los miro con furia a todos los que se habían acercado.
— ¡Me voy a comportar! Mi hora de visita no terminó aún. — gruñó a los guardias, quienes lo soltaron y dieron dos pasos atrás. Volví mi mirada a él, quien me miró con odio. — ¿Qué pasó con ella? ¿Cómo es que se terminó casando con un Ferrari?
— Ella sufrió bastante, la familia que la adoptó la maltrato y ella volvió al orfanato. Entonces alguien se hizo cargo de ella, un tal marmota y esa persona está obsesionada con la familia Ferrari. — le expliqué, mi actuación era de diez. Los ojos llorosos,la mirada cargada de culpa y de dolor. — Ella era mi amiga, ella quería ser feliz y lo merecía. Pero me temo que este tal marmota la está obligando a hacer estas cosas.
La cara de Enzo era un poema, pasaba por todas las emociones. Culpa, ira, enojo, desesperación y dolor, dolor por no haber protegido a su hija.
Por un segundo, me dio lastima. Porque la historia de Cloe es dura, pero por otro lado...
— ¿Cómo sabes todo esto? — pregunto. — ¿Cómo sabes de marmota?
— Cuando supe la noticia, me obligué a investigar. Tengo amigos todavía en el orfanato, las paredes escuchan y venden todo lo que se dice allí.
Él se quedó pensando, callado y contemplativo.
— No se quien puede ser marmota, pero si se que hay alguien obsesionado con los Ferraris hace más de 22 años. — dijo, me volvió a mirar. — Deje a mi hija en ese orfanato, esperando que esta vieja rivalidad no la tocara. — se quedó callado, mirando a la nada. — Si ese tal marmota, es quien yo creo...
— ¿Quién es? — preguntó algo exasperada por sus pausas.
— Es una persona que lleva tiempo con los Ferraris, fue el causante de la muerte de esa estúpida mujer. De Luisana Ferrari, nos cargó a nosotros ese muerto. — confesó molesto.
— Pero...
— Si, la historia cuenta otra cosa. Pero no fuimos nosotros, nuestra familia quería la paz. Estábamos cansados de esta situación, pero ellos no escucharon. Y destruyeron a mi familia.
Un nudo se me instaló en la garganta, la amargura y el dolor de ese hombre. Me hizo sentir mal por estar mintiendo, por estar reviviendo estas cosas. Pero me hace ruido todo esto, si él no mató a la madre de Lidia y Lisandro.
¿Quién fue? ¿Marmota es alguien cercano a la familia? ¿Algún esposo o esposa?
— No tenía ni idea, yo pensé que era un problema entre familias...
— Eres una niña, y por lo que veo serás madre dentro de poco. — dijo mirando mi vientre. — Mi consejo, alejate de eso. De esa familia, está maldita, ellos destruyen todo lo que tocan. Acomodan todo para verse como víctimas y nunca pagar las consecuencias de sus actos.
— Pero Cloe esta con ellos, quiero ayudarla.
— Ella es una adulta, ni siquiera es la niña que perdí hace tanto tiempo. Ella decidió que hacer, ella no sabe de mí y hasta ahora yo no sabía de ella. — Su mirada dura, me hizo tragar en seco. — Si Marmota está involucrado, eso quiere decir que ya está perdida. Ojala no, pero ella tomó sus decisiones... Y yo tome las mias.
— ¿La dejará en manos de esa familia? ¿Acaso no le importa su hija? — pregunte indignada.
— Mi hija murió hace años, y con lo que me acabas de decir solo confirma lo que ya sabía. — me miró, sus ojos eran de hielo. — Yo viviré por siempre dentro de estas paredes, mi esposa murió, mi familia no existe y mi hija está involucrada con esas personas. Ellos ganaron. — murmuró abatido. — Yo solo quiero paz, después de todo esto... Solo quiero paz, así que no planeo meterme. No me importa.
Me quedé pasmada, no esperaba nada de esto. No esperaba que, no tuviera ningún interés en involucrarse. Después de todo, es de su hija de quien hablamos.
— No sé qué decir.
— Que te iras, si eres lista no investigaras más. Serias muy idiota si creyeras que pudiste espiear al lobo, y pensar que él no te estaba viendo.
***
Como tuve todo el tiempo el micrófono puesto, no fue necesario que me quedará en la reunión que los demás tendrán. Así que con la excusa de que estaba cansada, pedí que me dejaran en casa.
En donde Dafne, me esperaba en la sala de estar. Tenía una taza de té y miraba un programa de televisión. Creo que es un raro reality show.
Me quité los zapatos, suspire aliviada en cuanto mis dedos tocaron el suelo fresco. Tenía los pies muy hinchados, ni mis botas me quedaban ahora.
— Hola, ¿Cómo salió todo? — preguntó Dafne, cuando tomé asiento a su lado.
De inmediato apareció Wendy, quien se subió al sillón y se acostó encima de mi regazo. Puse una de mis manos en sus orejas peludas.
— Fue un caso, ese lugar, ese tipo... Me pusieron los nervios de punta.
— ¿Pero al menos sabes si son ellos lo que están detrás de todo?
— Por lo que me dijo, y por lo averiguado. Enzo no tiene nada que ver con Marmota, pero sí sabe cosas. — procedí a contarle a Dafne, todo lo que sucede.
Ella me escuchó atenta, mientras le explicaba todo. Incluso lo último que me dijo, que alguien nos observaba.
— ¿Y si nos miente? ¿Si solo dijo eso para desestabilizarte? — pregunto.
— Él piensa que quiero ayudar a su hija, pero tampoco estaba interesado en hacerlo.
— Y es que nadie se gastaría en mover un pelo, por un desperdicio como ella. — dije con desagrado. Haciéndome hacer una mueca. — ¿Qué pasa?
— Es que... La verdad me dio lástima y pena.
— Es el embarazo, te altera las hormonas. Pero no debes sentir pena por ninguno de ellos.
— No son ellos, es la situación en sí. — Suspiré y pasé una mano por mi vientre. — Si yo estuviera en su lugar y me dijeran que mi hija se casó con alguien peligroso, haría trizas el mundo por ayudarla, aunque no la hubiera visto en años. Porque es mi niña, mi pequeña, mi todo...
— Yo también, sinceramente creo que ella tiene peores padres que los míos. — comentó... — Sabes, a veces creo que la razón de que mi Simon no haya vivido, es porque no estaba preparada para ser madre.
Con Dafne casi nunca hablábamos de esto. Es más, lleva semanas sin hablar de esto.
— No creo que esa sea la razón. Si fuera así, yo tampoco estaría lista para ser madre.
— Oh créeme que lo estas, eres una mamá gallina. — me aseguró ella. — Tienes el cuarto preparado hace semanas, llevas a todos lados el bolso de mamá. — así le apodo a mi bolso con mis cosas, y las cosas del bebe. — Tienes un cuaderno con todo lo que te dijo el médico. Yo no tenia nada de eso...
— Si lo tenias, Luca y yo lo tenemos guardado...
— Si ustedes dos, los padres perfectos. Los padres que me cuidaron durante mi embarazo y durante todo este tiempo. — ella tomó mi mano. Sus ojos verdes me miraron con dulzura. — Ustedes me cuidaron y tenían todo, yo no.
Me quedé callada, las lágrimas se acumularon en mis ojos. La mire a los ojos, la niña malcriada de algún modo había crecido.
— No seas injusta contigo misma, hiciste todo lo que podías. Estabas cumpliendo con tu tratamiento, con tus pensamientos y sentimientos. Hiciste todo bien...
— Pero no fue suficiente. — los ojos de ella, se llenaron de lágrimas.
La abracé lo mejor que pude, dejando que ella lloré en mis hombros. Ambas llorábamos, las dos nos dejamos llevar por todos lo sentimientos que teníamos adentro.
— Fue suficiente. — le aseguré.
— Yo sé que sí, pero no puedo aceptarlo todavía.
Su confesión estaba cargada de un agudo dolor. De una tristeza que la acompañaría por mucho tiempo.
Ella necesitaba tiempo todavía, pero estaría mejor. Todos estaríamos mejor luego, solo teníamos esperar.
— Cuando llegue Luca, quiero hablar con los dos de algo. — dijo después de un largo tiempo.
Me acomode para mirarla a los ojos. Me sequé las lágrimas con el dorso de la mano.
— ¿De qué quieres hablar?
— De mi futuro.
Holis, con esto cerramos algo. Y abrimos un nuevo camino. Tendremos ahora la segunda parte de la historia.... Y si al fin aparecerá Ezra.
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