11. Siempre hay un después.
11. Siempre hay un después.
Verena.
¡Me beso! ¡Lo bese! ¡Nos besamos!
¿Cómo sucedió esto? Estábamos siendo sinceros, le estaba diciendo lo importante que fue para mí durante estos meses. Y luego estábamos besándonos, besándonos de esa forma tan... tan...
No hay palabras para describir qué fue eso, me lleve la mano a la boca.Todavia tenia sus sabor en mis labios, y podía sentir su cabello en mis dedos.
¿Qué carajos sucede conmigo? Malditas hormonas del embarazo, y maldito Luca... ¿Por qué tiene que besar tan bien?
— ¿Estas lista? — Luca apareció en mi cuarto, tenía el bolso que habíamos preparado para Dafne por las dudas ella se olvidara de hacerlo.Me miraba con cautela.
— Si, vamos. — me puse mi abrigo, y cambié mis pantuflas por unas zapatillas.
Al pasar por el lado de Luca, me tomó por el brazo y me dedicó una mirada, que me hizo saltar el corazón.
— ¿Estamos bien?
Una pregunta tranquila, que según mi respuesta podía hacer todo más complicado.
No era el momento de hacer las cosas complicadas, y no era el momento para hablar de lo que pasó hace unos minutos.
— Estamos bien, hablaremos de esto cuando tengamos a nuestro sobrino en brazos. — respondí, tome su mano entre las mías. — Vamos.
Luca asintió, pero no dijo nada. Dejamos a Wendy en casa, y ambos salimos disparando hacia la casa de Dafne. En el camino ambos estuvimos callados, un silencio incómodo y aplastante. Sabía que mi respuesta había sido ambigua, quizás no fui del todo clara con lo que quise decir.
— Voy a entrar a buscarla, ¿Puedes llamar a los demás? — pregunto antes de bajarse del auto.
— Si, los llamo... — Cuando baja, abro la puerta del copiloto. — Luca. — lo llame, cuando baje del auto, él se volvió hacia mí. Me pare de puntillas, y lo bese otra vez en los labios.Luca me rodeo con su brazo por la cintura, haciendo que el beso dure un poco más. — Hablaremos de esto, pero ahora es Dafne quien importa.
— Después. — prometió, acaricio mi mejilla con su mano, gire mi cara y besé su palma.
—Si, después.
Cuando él entró a la casa a buscarla, yo me había subido al auto. Con el corazón latiendo desenfrenado en mi pecho, las manos me temblaban.
Esto podría salir realmente mal, pero por primera vez en meses sentía algo más que dolor y pena... Pero por ahora no, después. Si después lo pensaría.
***
Llegamos al hospital en menos de diez minutos, Luca conduce como un demente. Y los gritos de Dafne eran aterradores, me tuve que pasar al asiento trasero para acompañarla y ayudarla a respirar. Tal y como nos enseñaron en la clase de maternidad.
Toda esta situación era una locura, ya me estaba asustando. Al llegar al hospital, tuvimos que ayudar a bajar a Dafne del auto y caminar hasta la entrada.
— ¡Duele muchísimo! — grito Dafne, con Luca la teníamos de ambos brazos para ayudarla a moverse. — ¡ME DUELE!
Los gritos de Dafne hicieron que todos se nos acercaran, una enfermera apareció con la silla de rueda.
— Siéntese aquí. — Pidió con amabilidad. Luego nos miró a ambos. — Pueden llenar la planilla de ingreso, y uno puede acompañarla.
— Ven conmigo. — me pidió Dafne, tomándome de la mano. Miré a Luca, quien asintió en mi dirección.
— Si, yo la cuido. — dije mirándolo a él.
—Se que sí.
— ¡Ya dejen de mirarse así! No ven que soy YO, la que está por parir. — chillo Dafne.
La enfermera sonrió, pero nos dijo que nos apuramos. Tome el bolso que traía Luca, Dafne no tenía nada armado, pero fue porque la tomó por sorpresa.
Seguí a la enfermera, hasta un cuarto. Me dio lo que ella llamó ropa quirúrgica y unas indicaciones para Dafne, quien no dejaba de gritar del dolor.
—¿Por qué tiene que doler tanto? — lloró, mientras apoyaba los brazos sobre la cama, y se inclinaba hacia adelante.
—Porque tu bebe, está por salir al mundo. Por eso duele, pero es por ratito. — intenté consolarla, pero por dentro me estaba muriendo de miedo.
¿Así me va a doler a mi?
— ¿Tú crees? — pregunto suspirando.
Me acerqué a ella y le hice círculos en la espalda con la mano.
— Si pequeña. Vamos, cambiate y quítate el maquillaje y todas tus alhajas. — le dije.
—¿Qué? ¿Cómo tengo que estar sin maquillaje? — pregunto confundida. — No, no. Debe ser un error.
— ¡Dafne por una maldita vez has silencio! — la regañé, ella dejó de lloriquear, me dedico una mirada cautelosa. — Ahora, vas a quitarte tus alhajas, y te pondrás la bata esta. — le tendí la cosa celeste. —Luego te quitas el maquillaje, es por la seguridad tuya y del bebe.
—Está bien.
Con mi ayuda, en un par de minutos ella estaba recostada en la cama. Haciendo muecas de dolor, las contracciones eran cada diez minutos. Pero a ella le dolía un montón, su embarazo había sido tan distinto al mío. Su bebe no se dejó mostrar nunca, pero si había comenzado a patear hace un mes y medio.
— Necesito que hagas algo por mi. —me pidió con los ojos llenos de lágrimas. —¿Podrías llamarle al papá de mi bebe? — preguntó con un suspiro.
Me quedé estática, mirándola con la boca abierta.
— Pero... No se quien es.
— Yo te lo diré, pero prométeme que cuando llegue él. No le harás preguntas .— me suplico. — Yo tengo miedo, mucho miedo y lo necesito aquí. Al igual que necesito a mis hermanos. — mordió su labio inferior. — Pero Ezra no responde mis llamadas, y yo... No quiero que él me rechace también, si él decide no venir. No me lo digas, pero...
No sabía si lo que iba a hacer era correcto. Quizás el padre del bebe es un drogadicto o mala persona, o quizás es el hombre bueno que ella dice. Aunque debería consultarlo antes con Luca... Pero si yo estuviera en su lugar, quisiera que se respetara lo que pido.
— ¿Quién es él papá de tu bebe? Lo llamaré.
Entonces ella me lo dijo, y quedé sorprendida. Nunca, ni en mil años, hubiera pensado que ese nombre saldría de sus labios.
Dafne.
Cuando Verena salió de la habitación para llamar al padre de mi bebé. Me largue a llorar, llore por tantas cosas. Sentía un dolor horrible adentro mío y miedo, mucho miedo.
Estoy a punto de dar a luz, y todavía no sé si sería una buena madre. Me mantuve sobria los últimos meses, pero... Pero tengo miedo, una sensación horrible crece en mi pecho cada vez que siento una contracción.
Vivir en mi cabeza, es lo peor que le puede pasar a una persona.La ansiedad y la depresión, me tienen cansada y asustada. No puedo estar un día sin pensar en que necesito esa liberación, aunque sea por un ratito. Pero no me puedo permitir sentir miedo, tengo un bebe que me va a necesitar... Aunque su mamá sea un fracaso, ni siquiera le pude decir a su papá que estoy embarazada.
La puerta de mi habitación privada, se abrió con cuidado. Luca apareció mirando a todos lados, hasta que enfocó su vista en mi.
Rodé los ojos, necesitaba pelear con alguien. Así que no pienso en estas cosas tan depresivas.
— No la busques, la mande a hacer algo a otro lado. — dije en un tono molesto.
— No estaba buscando a nadie. — dijo a la defensiva.
— Si claro, como no. — sentí una contracción y no pude evitar gritar. Esto duele un montón.
Luca se me acercó mirándome con preocupación, odiaba esa mirada. Estaba cansada de ser una carga para él. Para todos, para mí misma.
— Mira, vi este ejercicio con Verena. En clases de maternidad — dijo Luca. — Ven levántate de la cama.
— Pero me duele.
No le importaron mis quejas, me hizo salir de la cama y sentarme en una silla, pero no de la forma tradicional. Sino que al revés, con las piernas a cada lado del respaldo. Luego me hizo sentarme casi al borde e inclinar la espalda hacia el respaldo.
— Ahora quiero que respires hondo y sueltes por la boca. — dijo con voz calmada. — Te voy a hacer unos masajes en la espalda.
— Está bien. Espero que funcione.
Hice lo que me dijo, respiré hondo y solté profundamente el aire por la boca. Mientras Luca me hacía masajes en mi lumbar. Los dolores disminuyeron un poco.
— Gracias. — murmure.
— No tienes por qué agradecer. ¿Cómo estás?
— Cagada hasta las patas, tengo miedo Luca. — confesé al borde de las lágrimas. —Lo llame, como treinta veces. Y él no respondió.
Luca dejó de hacerme masajes por un segundo. Pero luego continuó.
— ¿Al papá del bebe?
— No, a nuestro hermano — lo sentí tensarse. — Quiero que esté aquí, pero... Me ignoró.
— No es tu culpa, él se lo pierde. Pero nos tienes a nosotros, a mi, a Verena, a Lidia, Lisandro y nuestros padres.
Me sequé las lágrimas. Sentía mucho dolor en el corazón, me siento abandonada por alguien que debería estar aquí. Nunca pensé que no estaría, en mi boda estuvo, en mi momento más humillante él estuvo. Pero ahora, en el nacimiento de mi bebe decide desaparecer...
— Y se los agradezco, enserio.
No mentía, sabía todo lo que había conseguido durante estos meses. Fue gracias a que nunca me dejaron sola.
— Ahora ¿Me podrias decir por que tardaste en entrar a mi casa? —pregunté con inocencia fingida. — Porque yo escuché el auto, y como diez minutos después entraste.
Se quedó quieto por un segundo, pero luego siguió con lo suyo. Solté una risita, porque sabía que lo estaba incomodando.
—No te metas. — masculló.
Iba a decirle que los vi besándose, pero justo la puerta se abrió dejando pasar a mis padres.
— Mi pequeña. — chilló mamá, quien se acercó. Me levanté de mi asiento, para saludarlos. — Por dios, no puedes estar con la bata así.
La mire con mi peor cara.
— Estoy con contracciones cada diez minutos, me duele mucho todo. Si lo que vas a decir es desagradable,puedes esperar afuera. — demande enojada. Mi madre me miró sorprendida.
— Ay, Dafne deberías calmarte. — me pidió en un tono afable. Luego miró a mi hermano. — Hijo, que gusto verte. Hace semanas que no te apareces por casa.
— Hola. — la saludó con frialdad. Luego miró a nuestro padre. Puso una mano sobre mi hombro. — Si quieres acostarte en la cama, iré a buscar al doctor.
Las cosas estaban tensas entre ellos, sabía el motivo. Pero ahora, sentía mucho dolor como para meterme en este asunto.
— Hija, ¿Cómo te sientes? —papa se acerco a mi y me rodeo con sus brazos, me deje abrazar.
— Adolorida.
Pero en realidad quise decir angustiada, sentía una punzada en mi panza. Como si algo fuera a pasar.
Sentí un dolor insoportable en mi vientre, una contracción más fuerte y larga que las demas. Juro que vi todo de color rojo.
— MIEERDAAA, LLAMEN A LA DOCTORA. — Grité haciendo que mis padres saltaran en su lugar, luego mi padre salió corriendo en busca de la doctora.
Mi mamá me acompañó a la cama, tomé asiento y espero que menguara un poco mi sufrimiento, pero no. El dolor seguía siendo insoportable. Mierda, duele mucho. Muchísimo.
Solo espero que Verena, logre hacer que el aparezca,
Verena.
Luego de cortar con él, volví a la habitación de Dafne. En la puerta me encontré a Lidia y Lisandro, ambos se giraron a verme. Los dos me escanearon de arriba abajo.
Lidia se acercó a mí, sin decir nada me abrazó. Ella me abrazó, Lisandro nos miraba con la boca abierta. Yo me apresure a devolverle el abrazo con fuerza, porque esto no iba a suceder de nuevo.
—Dios, no te veía por ningún lado. Pensé que no quisiste salir de casa...
— ¿Qué? — pregunte sin entender nada de lo que dijo.
— Que sos una tonta, haces que me preocupe por tu inestabilidad emocional. — se quejó, luego me soltó. Como si mi contacto la quemara, miro mi vientre. — Esa niña es enorme, será una bebe fuerte.
Me quedé mirándola un segundo más, antes de abrazarla. Esta vez, se quejó del contacto físico.
— Gracias por ser mi amiga, por entender que necesitaba tiempo. — dije, deje de abrazarla. Ella me miró con cara de pocos amigos. — Me alegra que mi hija, te tenga como tía y madrina.
Ahora fue su turno, de abrir la boca hasta el piso. Nunca pensé que yo terminaria haciendo que Lidia Ferrari, se emocionara.
— Si, entiendo porque me elegiste como madrina. Si mueres, esperas que tu hija tenga una mujer fuerte, inteligente, poderosa y bella como ejemplo. Es entendible, acepto lo que me estás proponiendo.
— ¡Por Dios Lidia! Deja de ser tan rara, y abrazala. — se quejó Lisandro, quien se me acercó y me dio un beso en la mejilla. — Estas hermosa Vere, ese corte de cabello te hace ver mas joven y bella. — Me pidió permiso para poner la mano sobre mi vientre, asentí con la cabeza. — Mi porotita, cada día más grande.
— Gracias. — mi hija pegó una patadita justo en donde estaba la mano de Lisandro. — A ella le agrada verte.
— Y si soy el mejor tío, además me extraño.
— No lo dudo. — sonreí.— ¿Vieron a Luca? — pregunté mirando a mi alrededor.
— Está adentro, con sus padres y los doctores. — respondió Lidia. — Al parecer, van a llevarla a cesárea.
— ¡Mierda!
Rogué que él viniera rápido, Dafne lo necesita y por cómo tomó la noticia. él la necesita a ella.
La puerta de la habitación se abrió de golpe, dejando ver a Luca. Al vernos vino hacia nosotros, su semblante no me gusto para nada.
— ¿Qué ocurre? — pregunté.
— Dicen que algo va mal, le harán una cesárea de emergencia. Porque no se puede visualizar como viene el bebe.
—¿Qué? ¿Acaso son inútiles los doctores? — cuestionó Lidia. — Déjenme hablar a mi, con esa ridicula.
— Que ni se te ocurra. — habló su hermano, quien la tomó del brazo para evitar que fuera tras la doctora.
— No son inútiles, su embarazo es complicado.
— Ojalá llegue rápido. — murmure, pero no tan bajo como pensé. Ya que los tres Ferraris me miraban con sospecha.
— ¿De quien hablas? — pregunta Luca.
— De...
En ese momento comenzaron a escucharse gritos provenientes de la habitación de Dafne.
Dafne.
— ¡No puedo ir a la cesárea! — grite molesta, estoy tan enojada y tan cansada. — ¡No puedo tener una cesárea!
— Hija, pero los médicos dicen que es lo mejor. Para no poner en peligro la vida del bebe.
Comencé a llorar, porque no podía decir lo que sentía. Lo que me molestaba era no poder esperar al papá del bebe, ¿Sino venía? Si ese era el caso, yo estaba haciendo sufrir a mi bebe por nada.
Mi cuerpo me dolía, mi cabeza me dolía, mi corazón me dolía. Todo me duele, quiero que esto acabe, que todo acabe. Necesito no sentir más, no puedo con esto. Es mucho, mucho para afrontar. Mucho para superar, yo sola.
— Vamos a cesárea. — dije en un tono bajito. Creo que escuche a la doctora suspirar aliviada.
Mientras me llevaban en la camilla, procese todo lo que estaba sintiendo. Deje ir todo lo que sentía, todas esas dudas, miedos, inseguridades,dolores y pérdidas. Abandone cada pensamiento negativo, cada mierda que hice en mi vida.
No quería ser una miedosa ahora, no cuando mi bebe me necesitaba más fuerte que nunca.
— ¡Dafne! — grito él, reconocí su voz a la distancia. —¿En dónde está Dafne? — lo escuche justo antes de atravesar la puerta de mi cuarto.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó mi hermano.
Mis padres, se miraron confundidos. Yo no podía hablar,no quería hacerlo porque sabía que en cuanto abriera la boca lloraría.
Salimos de la habitación, vi a mis primos, a Verena con su enorme panza, a Luca y a él. Cuando sus ojos café chocaron con los míos, sentí que mi mundo se detenía y volvía a girar con más lentitud.
Estaba aquí, lo vi acercarse a mi tomar mi mano. Y mirarme, de esa forma que solía hacerlo. Con calma, con delicadeza, como si mirarme fuera algo novedoso y maravilloso.
Quizás en otra vida, yo no la hubiera cagado. En otra vida, él no estaría con ropa de gimnasio, ni todo despinado. Ni tampoco mis padres nos mirarían, con cara de horror.
— Viniste.
— ¡Joder mujer! — insulto. — Quería volverte a ver, pero esto me sorprendió. — dijo con ese estupido acento que tanto me gustaba.
— Viniste, Ciro.
— Siempre, preciosa.
¿Se lo esperaban? JEJJEJE BESITOS, NOS VEMOS DESPUES.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro