
1.Dos corazones latiendo, en un mismo cuerpo.
1.Dos corazones latiendo.
Verena.
La doctora, Sandra Delgado, una mujer de casi treinta años. Cabello castaño y unos ojos claros que transmiten mucha tranquilidad. Es la ginecóloga obstetra que atiende a Dafne, y por órdenes de Luca ahora me atiende a mi.
— Buenos días, mamá. — entra saludando, a su lado una enfermera trae un aparato enorme. — Soy Sandra, seré tu obstetra durante tu embarazo. Lamento la demora, pero tuvimos que pedir tu historia clínica a tu ginecóloga.
— Buenos días, está bien. — respondí algo cohibida. Apreté la mano con fuerza, cuando vi que pusieron la máquina a mi lado. — ¿Qué es eso?
—Eso es un ultrasonido, es más chico que los otros. Porque a este lo puedo movilizar por las áreas de emergencia sin ninguna complicación. — me explicó ella.
— Ah, bien.
— No estes nerviosa. — murmuró Luca. — Ella es muy buena doctora.
— Su esposo no se equivoca, — responde Sandra. Casi estuve tentada de decir "No es mi esposo, es mi ex cuñado." Pero decidí guardar silencio.— Yo atiendo a su cuñada, y mirela 16 semanas de un embarazo perfecto y relativamente sano.
— Eso es verdad, hasta vos misma fuiste a una de las citas.
— Claro, allí escuchamos el corazoncito del bebe. — dice la enfermera. —¿Quieres escuchar los latidos del tuyo?
Se me formó un nudo en la garganta, y la emoción se hizo mariposas en mi estomago. ¿Escuchar el corazón de mi bebe? ¿Se puede?
— Si, por favor.
— Bien, primero veremos de cuantas semanas estas y controlaremos que todo esté bien. Luego escucharemos sus latidos.
Ambos asentimos con la cabeza, en dirección a la doctora. Parecíamos dos niños que siguen a su maestra.
La doctora me puso un gel frío en el estómago. Y luego apoyó el ultrasonido sobre mi vientre, haciendo una pequeña presión.
Durante unos dos minutos, nadie dijo nada. Yo ni siquiera podía divagar en mi cabeza porque estaba demasiado nerviosa.
No sabía que estaba embarazada, tampoco tenía conciencia de que tenía que cuidar otro ser vivo dentro mío. Así que si, estaba asustada hasta las narices por lo que podría llegar a suceder.
— Bien, tienes un pequeño bebe que mide 77 mm y pesa 14 gramos. — dijo.
— ¿QUÉ?— chile asustada. Haciendo que Luca apriete mi mano con firmeza. — Es mi culpa, no estuve comiendo bien esta última semana. — me lamente, comencé a llorar de la nada.
Por mi culpa mi bebe es tan chiquito.Todo esto es mi culpa.
— Tranquila, es normal. — comenzó a decir Luca. Solté su mano y lo miré con odio.
—¿Cómo va a ser normal? Tiene el tamaño de un poroto. — señaló la pantalla. La doctora nos miraba sorprendido a ambos.
Luca no pudo aguantar la risa. Lo mire furiosa. ¿A este que mierda le pasa?
— ¿Qué te causa tanta gracia? ¿Que sea una mala madre que no comió bien y su bebe está demasiado flaco?
El gesto divertido de Luca cambió, dejó de reírse para mirarme con seriedad.
— No sos una mala madre, es normal que el bebe pese y mida eso. — me explico.
Estaba por replicarle, y pedirle a la doctora que me dijera si era normal o no eso.
— Lo que su esposo dice es verdad, usted Verena. Se encuentra transitando su semana 12 de embarazo,para ser más exactas 12,1. — ella señala la pantalla. — Eso que estoy señalando es su bebe, se encuentra en perfecto estado. Se pueden distinguir con claridad la cabeza, el tórax, el abdomen y las extremidades.
Las lágrimas volvieron a salir, pero esta vez no eran de miedo o terror. Eran de pura felicidad, mi bebe parecía una cosa marrón en la pantalla. Pero podía distinguir su cabeza y su cuerpito.
— ¿Se encuentra bien?
— Si, está muy bien desarrollado. Es pequeño, pero está muy bien. Solo que ahora deberás comenzar a tomar vitaminas, ácido fólico y demás cosas que te voy a explicar. Pero ahora, te haré escuchar los latidos de tu bebe.
— Viste princesa, no tienes que preocuparte de nada. — señala Luca, volvió a buscar mi mano y la tomó entre las suyas.
Justo cuando estaba por decirle algo, pero un sonido fuerte, como si fuera un tambor. Se llevó mi atención por completo.
El ritmo era rápido y vibrante, como un pequeño tamborilero lleno de vida. Cada latido resonaba con una claridad asombrosa, como si pudiera sentir cada pulso de ese pequeño ser en crecimiento.
Fue un sonido reconfortante y lleno de energía, casi como una promesa de lo que está por venir. Me llenó de una profunda emoción que me hizo llorar, mejor dicho seguir llorando.
Antes no hubiera derramado ni una sola lágrima frente a desconocidos, literalmente frente a nadie. Porque no era parte de mi hacerlo, pero ahora. No me podía contener, si tenía ganas de llorar simplemente lo hacía.
Sentía tantas cosas dentro mío miedo, emoción, ansiedad, felicidad, alegría, esperanza y alivio. Era un torbellino que me recorría por completo.
— Como les dije a ambos, el bebe está bien. — habló la doctora al cabo de un tiempo.
— Ahora le creo. — dije con una sonrisa triste. Luca me pasó un pañuelo. — gracias.
Cuando lo mire, no pude evitar reírme. Tenía la cara llena de lágrimas, sus ojos verdes estaban llorosos y sus mejillas y nariz estaban coloradas. Casi del mismo tono que su cabello.
— No te rías, soy una persona emocional. — se defiende.
— No me río de ti, lo hago contigo.
— Qué pareja tan encantadora. — habla Sandra. — Ahora vamos con las recomendaciones, de ahora en adelante vos tenes...
Sandra comenzó a decirme todo, yo como buena secretaria que soy. Tome mi celular, comencé a escribir todo lo que ella me decía. Luca hacía lo mismo en su celular, la verdad ambos parecíamos los padres.
De pronto un sentimiento agrio me invadió, yo si soy la madre. Pero Luca es el tío, porque el padre... Ezra se está perdiendo de todo esto.
No quería quitarle este momento, no quiero que él se pierda de estas cosas. Cómo escuchar el latido de su corazón, o los próximos controles... Intentaría contactar con él, quiero que lo sepa y que decida por él mismo si estar o no.
De un momento a otro, solo pensaba en eso. ¿Cómo le diría? Él querría saber sobre el bebe. ¿Si no lo quiere? Eran muchas las cosas que podrían salir mal.
Una vez que la doctora nos dejó, dijo que pasaría esta noche en observación pero mañana podría irme a casa. Nos dejaron solos, Luca parloteaba sobre cómo debería cuidarme y qué comidas debo comer.
Mientras yo lo observaba, era muy parecido a Ezra. Pero su mandíbula era más redondeada, tenía barba pelirroja y la nariz respingada. Sus ojos son preciosos, verdes y cálidos.
— Espero que mi bebe tenga sus ojos. — Dije sin pensarlo. Haciendo que Luca deje de hablar.
— Los tuyos son hermosos.
— Lo sé, pero ustedes tienen esos ojos verdes... Tan característicos de los Ferraris... Me gustan.
— Si, son por parte de nuestro abuelo. Él tenía los ojos verdes.
Asiento, sin saber muy bien qué decir. En ese momento la puerta se abre, dejando ver a Lidia, Lisandro y Dafne. Todos tenían algo en sus manos, Dafne un oso color blanco, Lisandro tenía hamburguesas miniaturas y Lidia traía papas fritas.
—¿Cómo hicieron para entrar con todo eso? — preguntó Luca.
— Contactos hermano. — responde Dafne.
Quien se acercó a mí, me tendió el peluche sin decirme nada. Lo tomé algo confundida, abrí la boca para agradecerle. Pero ella me abrazó.
Dafne me abrazó con fuerza, y al mismo tiempo con una delicadeza que me abrumó. Porque sus manos acariciaban mi cabello con cuidado, como si fuera una muñeca.
Miré a Luca, quien tenía la mandíbula abierta. Literalmente podrían entrar moscas por ahí.
Antes de que Dafne dijera algo, la abrace. No se porque, pero creo que ella lo necesitaba más que yo, y la verdad yo si queria este abrazo. Necesitaba mucho de estos.
— Siento haber sido una perra. — se disculpa. Antes de soltarme.
— Está bien.
— Yo digo que la insultes. — interviene Lidia, quien se acerca a mí y besó mi mejilla. — ¿Una papa? — pregunta.
— Si.— aceptó, porque el olor a la fritura me dio hambre. — Gracias.
Lisandro se sentó al lado de Luca, y le ofreció una hamburguesa.
— ¿Cómo estás Vere? — preguntó mirándome con media sonrisa. — ¿Cómo está el bebe?
— Chicos, la están acosando. — se queja Luca.
Dafne y Lidia, lo fulminan con la mirada.
— Lo dice el que se autoproclama esposo. — se burla Lidia.
— Si, la doctora Sandra me dice "¿Cómo no me presentaste a la esposa de Luca?" — dijo intentando imitar la voz de la doctora. — Yo me quedé tipo, "Es que nunca preguntó".Y por cierto, me acabo de enterar.
Solté una risita.
— Bueno, hay que darle crédito. Me hubiera quedado solita, hasta el horario de visita. — lo defiendo, miro a Lisandro. — Ahora me siento mucho mejor, y el bebe está bien. ¿Me das una hamburguesa?
—Me alegro que estés bien, y por supuesto. — me tiende una en una servilleta.
Lidia me regala otra papa y también pide una hamburguesa. Dafne, hace lo mismo y toma asiento del otro lado de la cama.
Era una escena cómica y un poco irreal. En esta habitación estaban las personas con la educación más cara, los mejores modales y mucho dinero, demasiado dinero. Pero aquí estamos comiendo hamburguesas en la cama de un hospital.
— ¿Entonces cuántas semanas tienes?
— Exactamente 12,1 semanas.— señaló a Dafene. — Casi estamos igual.
— ¿Concebiste a mi sobrino en semana santa? — pregunto sin ningún tipo de pudor Lidia.
Sentí mis mejillas enrojecer.
— Yo...
— Ay no, en semana santa. Nada catolico de tu parte — se burla Lisandro.
— Entonces cuando bailamos, el bebe seguramente daba vueltas. — comenta Lidia mordiendo una papa.
— Dios, tome tanto esa noche.... — me lamente. — Y también los días posteriores a ese...
— Bueno, si quieres competir yo me drogaba en ese momento. — acota Dafne, ganándose una mirada de todos. —¿Qué? Mi terapeuta dijo que tengo que reconocer mis errores.
Solté una carcajada, pero una carcajada de esas que duran segundos haciendo que todos se rían.
— Es bueno ver, que aplicas eso de "Mis traumas, mis chistes"— dije secándome una lágrima.
— Ay, el humor de las embarazadas es demasiado bipolar. — se queja Luca.
— Tú cállate. — dijimos al mismo tiempo con Dafne.
— Si vos, cerra el culo. — acotó Lida tirándole una papa al pelo.
— Eso. — se único Lisandro.
— No me gusta que sea todo contra mi. Es tan difícil ser yo. — dramatizo.
***
Las semanas pasaron volando, y las cosas no hacían más que cambiar. Intenté contactarme con Ezra, pero fue imposible. No respondía las llamadas de Luca, ni las de Dafne o de alguno de sus primos. Yo evitaba a toda costa a los padres de Ezra, ellos pensaban que estábamos ocupados con el trabajo. O eso me había dicho Luca.
Todavía seguía sin trabajo y sin saber qué hacer con mi vida. Aunque tenía dinero, no podía vivir toda la vida sin trabajar. Pero sí, como para ver qué hacer.
Me había acostumbrado a Wendy, y ella a mí. Hasta me había acostumbrado a Luca, nos habíamos vuelto buenos compañeros.
Aunque su vida social era más pobre como la mía, de no ser por el trabajo y el gimnasio, solo salía para acompañar a Daf o a mi, a las citas médicas. O ir a ver a sus padres, y sus salidas eran los sábados conmigo y los demás.
Siento que lo hace por mi, por lastima. Los días de semana hace lo imposible por cenar conmigo y Wendy, o salimos a caminar como nos recomendó la doctora.
— ¿Soy una carga? — pregunte de repente, haciendo que Luca deje de mirar la televisión y me vea a mi. — Porque es viernes por la noche, y estás conmigo mirando Legalmente rubia II. Cuando podrías estar con una rubia de verdad, y haciendo cosas no legales.
Mi intento de chiste lo hizo reír, soltó un suspiro y dejó el tarro de los pururu a un lado.
— No eres una carga. — dice con seriedad. — Además, no necesito una rubia.
— Bueno pelirroja, pelinegra, calva o castaña. Da igual, pero no digas que no es por mi. Porque dudo que tu vida social sea tan...
— ¿Solitaria? — completo. — No es por ti, aunque mi vida si cambio algo. Por lo menos no estoy 18 horas en la oficina, ahora solo estoy ocho.
—¿18 horas? ¿Acaso dormías?
— Si dormía. — se acomodo para mirarme mejor. — No tenía mucha vida social, lo único que hiciste es hacerme salir los sábados con los otros pesados.
Lo miré sorprendida, no soy quien para juzgar. Porque mi vida social se basaba en Ezra, así que no puedo juzgarlo.
— ¿No tienes más amigos? — dije sin pensar. — Perdón, perdón.
— Está bien, pero antes tenía amigos... — comentó taciturno. — Y una esposa.
—¿Qué? ¿Como que esposa?
— Es que me gusta mantener mi vida personal, privada.
— Eso lo entiendo, pero ¿Cómo es que nadie habla de eso? Es decir tu familia es de sacar los trapos sucios, en cada almuerzo familiar.
— Por esa razón, no asistía a ninguna cena familiar que involucra a todos. Luego pasó lo de Misael, Ezra y Cloe... y bueno vos. — intentó bromear, pero evidentemente no le salió.
— ¿Qué pasó?
— Las cosas no funcionaron, como te dije. A mi me obligaban a juntarme con las "personas correctas".Lo malo es que a veces esas personas no son las correctas para mi.
Estaba siendo evasivo, era claro que no quería hablar del tema.
— Entiendo... — sentía su mirada sobre mí, así que me giré para mirarlo. — No es necesario que me lo cuentes ahora, después de todo tenemos mucho tiempo.
— ¿Te quedarás más tiempo?
— Creo que sí, es decir ¿Me puedo quedar más tiempo?
— Claro que sí, puedes quedarte todo el tiempo que quieras. — aseguró. — Y algún día te contaré lo que sucedió.
— Está bien, lo acepto. Además nada puede ser peor que estar embarazada y desempleada.
— Pero al menos no eres el centro de cuchicheos de toda la familia.
— Por ahora. — hablando de eso. — ¿Lidia habló con Petunia?
— Todavía no, dijo que iría en estos días.
Wendy decidió que el suelo ya no era cómodo. Asi que subió al sillón, y se acostó entre medio de nosotros.
— Tengo nervios por como se lo tomen tus padres.
— Mis padres estarán felices de tener un nieto que sea tuyo. Pero seguramente alguno se muera cuando se enteren que Ezra no está en el país y que encima está... — se quedó callado. Había notado que evitaba nombrarla cuando yo estaba presente.
— No es voldemort, solo es una perra. No me duele que la nombres. — dije sin ánimo, mientras acariciaba las orejas de Wendy.
— Pero no se siente correcto, nada de esto lo es.
— Ya lo sé, pero es lo que hay.
— Siento mucho que sea así.
— Yo también...
Holis, feliz domingo. Lo sé un poco corto, pero estoy en épocas de practicas así que cuando no duermo escribo.
¿Cómo que Luca tiene esposa?
pam pam pam....
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