27. Las vueltas de la vida.
27. Las vueltas de la vida.
Ezra.
Verena dormía plácidamente a mi lado. Su cabello castaño estaba por todos lados, era lunes y deberíamos estar en camino a la oficina. Pero no quería abandonar esta habitación, no quería salirme de esta burbuja. En donde solo somos ella y yo.
Habían sido tres semanas estresantes, complicadas pero al mismo tiempo ligeras gracias a ella. Verena es como la gravedad me mantiene sobre el suelo y al mismo tiempo me ancla a la realidad.
Paso mi mano por su espalda, uniendo con líneas imaginarias los cinco lunares que tiene sobre su omóplato derecho.
Tome mi celular, para avisarle al vicepresidente que no estaría en todo el día. Y que por obvias razones, Verena tampoco estaría disponible.
Luego de apagar la alarma en el celular de Verena, me escondí entre las sábanas para poder seguir disfrutando de nuestra burbuja.
***
— ¿Te gusta este? — me pregunta Dafne. Vuelvo mi vista hacia ella, en sus manos sostenía un conjunto para bebes color amarillo. Era demasiado pequeño.
— Me encanta. ¿Pero no le has comprado muchas cosas? — preguntó mirando sus manos repletas de prendas para bebés.
— Nunca es suficiente, aparte quiero que mi bebe nunca repita conjuntos.
Eso me hizo soltar una carcajada, haciendo que ella ría de la misma forma. De a poco está volviendo a ser la misma chica alegre, malcriada y adorable.
Seis semanas habían pasado desde que le había dicho a mi hermana que su esposo no iba a volver, o mejor dicho su casi ex esposo. Parecía poco tiempo, pero habían cambiando muchas cosas en estas semanas, una de esas es mi relación con mi hermana menor.
— ¿Has pensado en algún nombre?
Ella me mira sonriendo, pasando su mano por su aun plano vientre. Aunque está entrando en el tercer mes de embarazo, su vientre sigue igual de plano.Según el doctor es normal, aunque sigo algo inquieto.
— Si, Gino si es niño.
— ¿Si es niña?
— No lo sé, quizás Mia.
— Me gustan ambos, Mia Ferrari suena hermoso. — dije dando a entender que me encantaría que fuera una niña.
— O Gino Ferrari, también es un nombre hermoso y poderoso. Creo que quiero que sea niño. Aunque la verdad me da igual, mientras nazca sanito.
Me acerqué a ella tomando la ropa que tenía en sus manos, para que no cargara tanto. Ella me sonrió, luego comenzó a caminar hacia el área de ropa maternal.
La veía mucho mejor, sé que este es el inicio y no ha pasado tanto tiempo desde que pasó todo. Pero las cosas están saliendo bien para ella. El embarazo le sienta muy bien, creo que era lo que ella necesitaba para salir de ese pozo depresivo en el que se encontraba.
Aunque todavía falta mucho por recorrer, lleva semanas limpia, sin consumir. Y eso es lo importante.
— La parte buena. Es que va a tener con quien jugar. Octavio será papá de un niño, creo que se llamará Aron. — comente recordando lo que dijo mi tía Marie hace unos días.
— Ay, no quiero que mi bebe se junte con el sobrino de esa perra. — comenta asqueada.
— Esa perra es tu prima.
— Ya lo sé, por eso sé que es una perra.
Ruedo los ojos, es imposible hablar de Serena, mi prima, con Dafne ambas se odian desde pequeñas. Y ahora que saben que Daf, tendrá un bebe, inventó un rumor de que solo quedó embarazada para seguir siendo el centro de atención. Lo cual es ridículo dada la situación en la que ella se encuentra
A raíz de eso, se armó otro hermoso lío familiar y por esa razón no fuimos invitados a un almuerzo con los Ferraris, hace una semana atrás. Pero la verdad, no me pudo importar menos. Es más, no tuve que ver a personas indeseables.
— Que raro que mi cuñadita. — el tono con él que dijo cuñada, me hizo poner los ojos en blanco. — No está por aquí. ¿La mandaste de nuevo a su castillo?
— Eres un poco perra, a veces.
— !Oye! estoy embarazada no deberías decirme cosas como esas.
— Por eso dije a veces, y no siempre. — comente con obviedad. Ganándome una mirada furibunda de mi hermana. — Pero si tanto te interesa saber, ella está con Luca arreglando unos asuntos.
— ¿Y no te molesta?
—¿Qué cosa? — pregunté entrecerrando los ojos.
— ¿Que luca y Verena estén juntos? — pregunta con obviedad.
— Claro que no. ¿Por qué debería importarme?
Dafne me dedicó una mirada que no logro comprender. Antes de suspirar con indignación.
—La verdad, no importa. Es indiferente que te lo diga,él nunca haría nada.
—¿Qué?¿Quién no haría nada?
Mire confundido a Dafne, que no dejaba de mirarme como si fuera un idiota. Justo cuando abrió su boca, mi celular comenzó a sonar.
Lo sacó de mi bolsillo, pidiéndole que me espere un segundo a mi hermana. Noto que es un número desconocido, pero seguramente es alguien de la empresa. Así que me apresuro a responder.
— Hola, habla Ezra Ferrari — dije con monotonía. Dafne, a mi lado hacía caras y gestos burlándose de mí.
Como hermano mayor que soy, le enseñé mi dedo medio.El cual hacía juego con mi sonrisa falsa.
— Hola, Ezra soy yo, Cloe. — En el instante que escuche su voz, mi corazón se paró,por unos segundos dejé de respirar. — ¿Podemos hablar?
Verena.
— ¿Entonces no hay nada que puedas hacer? — pregunte totalmente desilusionada.
Vine con muchas esperanzas de tener una buena noticia. Ya qué, Luca dijo que tenía noticias, pero nunca dijo que serían buenas.
— Lo siento, al ser de la realeza tienen demasiados vacíos legales que los protegen. — en su voz se notaba el disgusto. — Pero nadie puede obligarla a que no te vea, y tampoco te hable. Ya que por ahora, ella es quien decide en la familia.
— Eso es verdad, el título de duquesa sigue siendo de ella. Pero seguramente harán cualquier cosa para evitar que la vea.
Estoy tan cansada de ellos. Si pudiera me borraría este apellido y me desligaría por completo de esta familia. Lo único que me mantiene unida a ellos es mi abuela.
— Lamento no poder hacer más, que conseguirte llamadas y correos electrónicos. — se disculpa. Levantó la vista, Luca miraba hacia cualquier lado menos a mi. Se sentía culpable.
Puse mi mano sobre la suya, atrayendo su atención hacia mi.
— No lo lamentes, conseguiste mucho más de lo que hubiera podido yo sola. Sabía de primera mano que no sería sencillo. — apreté su mano en un gesto de gratitud. — Gracias.
Su mirada se suavizó en cuanto escuchó esas palabras, me regaló una sonrisa de oreja a oreja.
— De nada, perdón por tan poco.
— No digas eso. — lo regañé quitando mi mano.— Al final no eras tan idiota como pense.
Eso lo hizo reír, haciéndome reír en el proceso.
— Al final tampoco sos tan snob y estirada, princesa.
No puede evitar reirme, ya me había acostumbrado a su estupido apodo. Además mi abuela lo ama por todo lo que hizo por nosotras.
— ¿Ezra está con Dafne? — pregunta él.
— Creo que si, hace una hora me mandó fotos de que estaban comprando cosas para bebés. — Le enseño la foto de Ezra con cara de cansado y detrás de él, aparecía Dafne sosteniendo un pequeño vestido rosa. — A ella le sentó muy bien el embarazo.
Luca sonrió mirando la fotografía. A él se lo veía más relajado estas semanas, ya no tenía tanta carga en sus hombros.
Al final todos estábamos llegando al final del túnel. Lo malo no dura para siempre, y el tiempo siempre deja todo en su lugar.
— Si ella está mucho mejor. — comenta feliz.— A veces me quedo pensando en lo raro que es esto, mi hermana pequeña será mamá, se siente como algo surreal.
— Lo entiendo, Dafne es apenas unos meses mayor que yo. Y la verdad, sigo pensando que es un embarazo adolescente. — agregó riéndome.
— ¿A qué edad tendrías hijos? — me pregunta sin borrar su sonrisa.
— No lo sé, ¿30? — dije indiferente. — Nunca lo pensé. ¿Vos tendrías hijos?
— La verdad es que sí. Aunque primero quiero enamorarme, y de ahí los hijos.
Una punzada de curiosidad, me obligó a hacer una pregunta para nada indiscreta.
—¿Por qué no tienes novia? o ¿Novio?
Las cejas de Luca, se alzaron por la sorpresa. Haciendome reir.
— ¡Qué chismosa! — se quejó, haciéndome sonrojar por la vergüenza. Justo cuando estaba por disculparme Luca volvió a hablar.— Pero no tengo novia, ni novio. Solo soy un millonario, sexy, atractivo, carismático y soltero. — presume.
Pongo los ojos en blanco, pero no puedo evitar reírme a carcajadas.
— ¡Cuidado! Quizás tu ego choque con mis cuernos. — bromeé, haciendo que Luca suelte una carcajada.
— Eso fue cruel, para ti misma. — dijo medio en broma y medio en serio.
Me encogí de hombros.
— Es que la mejor terapia a veces es reírse de las desgracias de uno mismo. — dije con seriedad.— Pero el chiste estuvo bueno. ¿O no?
— La verdad que sí. — pasó su mano por su mandíbula.— ¿Lo sigues amando?
Una pregunta que me hago constantemente, que Ezra me hace a veces y que la terapeuta hizo varias veces. Y que yo todavía no sabía a ciencia cierta cómo responder.
— No lo amo. Pero eso no tiene nada que ver con lo que siento por Ezra, — dije anticipandome a lo que Luca, diría a continuación.El gesto que hizo con su cara, dio a entender que diría algo de eso. — La terapeuta me lo hizo ver de esta forma. Yo ame de una forma bonita, quizás algo desesperada por recibir calor cuando me faltó toda mi vida. Pero ame, y eso nadie me lo va a quitar. Ni siquiera el hecho de que Jeremias me diga que nunca me amó o su engaño con la que fue mi mejor amiga. — No se de donde saque la confianza para decirle esto a Luca, ya que solo se lo había dicho a Ezra y a mi terapeuta. — Porque los sentimientos están para vivirlos, experimentarlos y dependiendo de como salga eso para aprender. No creo haber aprendido mucho, pero si se que no merecía lo que me hizo, me hicieron. Así que en resumen no lo amo, no podría hacerlo.
El pelirrojo se me quedó viendo por largos segundos, que se tornaron minutos. Me sentía algo cohibida luego de soltar tanto. Algo contradictorio después de decirle tantas cosas a Luca.
— Ahora entiendo porque mi hermano está tan maravillado contigo. — sus ojos transmitían algo que no podía entender.
—¿Por qué lo dices?
— Yo si estuviera en tu lugar, no diría el nombre de la persona que me hirió sin decir alguna grosería en el medio.
— Eso es, porque eres un maleducado y grosero — bromeó haciéndolo sonreír. Esa sonrisa típica suya.
— Es verdad. Pero lo que intentaba decir , es que pocos entienden las acciones de los demás tan profundamente como lo haces vos. Nadie aceptaría el dolor, y lo convertiría en fuerza como lo estás haciendo.. Verena, no conozco a nadie que sea así de resiliente.
Sus palabras entraron en lo más profundo de mi corazón. Las acepté con gratitud, totalmente conmovida y agradecida.
— ¿Enserio crees eso de mi? — pregunte con la voz temblorosa.
— Si, antes lo sospechaba ahora lo sé. Eres realmente fuerte, y sigues siendo cálida a pesar de con quienes te criaste y con las personas que te topaste a lo largo de tu vida. — las palabras de Luca están cargadas de familiaridad y dulzura, me hablaba igual que lo hace con Dafne. — Nunca perdiste tu corazón de oro.
—¿Corazón de oro? — pregunte confundida.
— Un corazón que es un tesoro, uno que ama y aunque se rompa sigue brillando y latiendo y dando amor. Así es como te veo yo.
Sus palabras enternecieron mi corazón, había pasado toda mi vida reprimiendo mis sentimientos, mi forma de ser, mis ataques de "emociones" porque no eran correctos o no era lo que se esperaba de mí.
Siempre tuve que ser la hija perfecta, que nunca llegó a la perfección. La estudiante perfecta que nunca llegaría a ejercer, la hija que abandonó todo por un amor que no fue. La secretaria que se enamoró de su jefe, el cual no puede corresponderle por completo.
Muchas veces en mi vida, tuve que frenar mis sentimientos, mis emociones...Mi calidez o mi dolor, por no molestar o incomodar a los demás. Dejando encerrado una parte de mi, una parte que se volvió gigante y que de a poco estoy sacando a la luz.
Y que Luca reconociera eso, algo que para él debe ser insignificante, para mi tiene una magnitud enorme. Porque quiere decir que sentir no es malo, y que mis sentimientos sean los que sean, son válidos.
— Gracias, Luca.— me expresé emotiva. — No creo que llegues a entender, lo que tus palabras significan para mi. — Me levanté de mi asiento, rodeando el escritorio, para pararme frente a él.
Luca hizo lo mismo, tuve que dar un paso atrás, ya que es demasiado alto y quería verlo a los ojos.
— No tienes que agradecerme por decir la verdad, tienes un corazón de oro y debes estar orgullosa de tenerlo.
Lo abrace, sin previo aviso, solo lo abrace. Pasando mis brazos por debajo de los suyos y enterrando mi cuello en su pecho. Un abrazo amistoso y cariñoso, uno que espero muestre toda mi gratitud. Los brazos de Luca me rodearon segundos después.
— No tengo que agradecerte, pero quiero hacerlo. — susurre contra su pecho. Luca me rodeó con fuerza.
— A veces un gracias, es todo lo que necesito. — dijo en un tono bajito, apenas perceptible.
— Gracias Luca.
— De nada, Verena.
Holis, espero que les guste este capitulo. Hecho con mucho amor, se viene lo ultimo....
Espero no me llamen cruel, luego de terminar con el libro. Pero recuerden que tenemos segunda parte....
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro