24. Quizás, quizás y tal vez quizás.
24. Quizás, quizás y tal vez quizás.
Ezra.
Yo si te quiero y es real lo que siento
Mire a Verena, como si fuera la primera vez que la veía. Como si fuera una obra de arte que no pudiera entender, o un problema matemático imposible de resolver.
¿Acaba de decir que me quiere? ¿Me quiere enserio?
No lo puedo creer.
¿Cómo podría ella quererme a mí?
Cuando ella es tan decidida, tan sincera y no está rota. No al menos como yo.
Ella me había visto en mi peor momento, estuvo para mí en los momentos más grises. Y ¿Aun así me quiere?
A alguien que no es capaz de superar el pasado, ni tampoco prestarle atención al presente.
¿Cuándo sucedió todo esto?
Me di cuenta que llevaba mucho tiempo callado y perdido en mis pensamientos.
Verena arrugo la nariz, e hizo el amague de alejarse. La tome por la cintura fijándola en el lugar, sus manos se posaron en mis brazos.
Sus ojos cálidos me sostenían la mirada, mi corazón latía con fuerza.
— ¿Cómo puedes quererme? — pregunte en un susurro.
En mi cabeza se reproducía la voz de Ciro, diciéndome que no siguiera con esto. Que le dijera la verdad a Verena, que no soy alguien capaz de amar otra vez.
Era un cobarde sino se lo decía, pero cuando la mire. Cuando note en la forma la que sus ojos me veía, algo en mi interior tembló.
— ¿Cómo no hacerlo? Si me enseñante lo que era el calor, cuando toda mi vida había pensado que no existía nada más, que el frio. — su cálida mano se posó en mi mejilla, sus ojos transmitían tanto que estaba tentando a apartar la mirada.
Su confesión me desequilibro por completo.
— ¿Cuándo empezaste a hacerlo?
Siento que mi corazón me late en las orejas, como si estuviera a punto de salir disparado de mi pecho. Las manos me temblaban, y los ojos me ardían.
— No sé. — respondió. — Solo paso, y entiendo que sientas que es falso o que solo es parte del contrato. Pero nunca dijimos que no podíamos querernos enserio...— ella suspiro, una lagrima rodo por su mejilla. — Te quiero, podría decir que hasta te amo. Y nunca me sentí tan vulnerable como ahora...
Ella se alejó, aun podía sentir su calor.
Ella se llevó la mano a la cara, para secarse las lágrimas. Respiro hondo antes de seguir hablado.
— Siento que no sea una confesión romántica, como esperaba hacer. Pero es la verdad, algo que tenía atorado hace mucho tiempo y no podía seguir negándolo. Te quiero Ezra.
Yo no podía respirar, sentía que el aire se ástaco en mis pulmones.
¿Amarme a mí? Ella jodidamente lo hacía. Y es tan valiente como para decirlo sin titubear.
Algo en mi pecho se agito, mis manos me temblaban y la seguía mirando como algo imposible de definir.
— ¡Di algo! Lo que sea —demanda exasperada. — ¡No solo me mires así! Con esa cara de idiota.
Eso me hizo reaccionar, di un paso hacia adelante para volver a tomarla por la cintura. Dejo su cara a centímetros de la mía, sostener su mirada esta vez no se me dificulto.
— No puedo creer que alguien tan etérea, pueda amarme. — mi voz apenas era un susurro. — siento que no estoy a tu altura. Que me ames aun cuando me viste en mi peor momento, solo confirma lo que ya se. Que eres la mujer más increíble del mundo y que no te merezco.
Dije la verdad, no la merecía. Pero soy demasiado egoísta para dejarla ir. Quiero que ella me ame, sin importarle lo roto que este.
Baje la mirada, ella me miraba con los ojos brillosos.
— Te quiero muchísimo Reni— baje la cabeza, para poder encontrarme con sus labios, suaves y rosados.
Ella me correspondió el beso con vehemencia, estaba cargado de sentimientos. De una necesidad tan feroz, que amenazaba con consumirme.
Sentía las advertencias de Ciro en mi cabeza, pero decidí ignorarlas. Porque quizás ahora las podrían ser diferentes.
Quizás lo que necesito para sanar definitivamente sea a ella, quizás me equivoque antes y si puedo enamorarme de ella.
Quizás necesitaba estar en los pasillos de una clínica de rehabilitación para entender, que Verena Williams era lo que necesitaba para sanar.
Con ella encontraría el amor. Ese amor del que ella habla el cual es cálido, quizás esa calidez sea la paz que ella me da y que siento cuando estamos juntos.
***
Sentados en la mesa del comedor, nos encontrábamos Luca, mi madre, Lisandro, Lidia, Reni y mi tío Cornelio, el padre de mis primos.
Papá había salido de viaje esta mañana, no puede volver hasta dentro de dos días y la verdad no podríamos darnos el lujo de perder el tiempo esperándolo. La situación con Dafne es crítica.
— Yo creo que lo mejor es que vuelva a casa, pondremos a una enfermera a su cuidado. — hablo mi madre.
— Pero tiene que ser alguien especializado en el área — intervino Luca. — Además necesita ayuda psicológica.
— Hable con el doctor de ella — comienza diciendo Lisandro. Quien conocía al doctor de Dafne, habían compartido algunas clases de ética en la universidad. — Dijo que tener una rutina, en su lugar habitual y en su normalidad es lo óptimo. Ella necesita su casa, su familia y ayuda especializada.
— Lo tendrá — hable unos segundos después. — Conseguiremos psicólogos especializados en gestantes drogodependientes, a enfermeras y hasta un obstetra que la vigile.
Sentí como la mano de Verena se apoyaba en mi rodilla dándome fuerzas. Tuve que reprimir mi impulso de saltar sobre ella y besarla, si mantengo la calma es gracias a ella.
— Esta bien, podemos hablar con Federico y pedirle que nos pase contactos — responde Lisando.
— Lo peor será cuando nazca el bebé, ella debe volver a rehabilitación. — dijo con frialdad Lidia, llevándose una mirada de odio de mi madre y de sorpresa por parte de Verena.
— ¿Separarla del bebé? — pregunto mi novia.
Lidia asintió.
— ¡Eso es inhumano! — chillo mamá.
— Es lo correcto, ella es propensa a recaer y tener depresión post parto y todos sabemos que si Esteban no aparece. Ella volverá a drogarse y a mentirnos. Podría perjudicar al bebé.
Mi prima tenía razón, aunque me duela es una posibilidad a la que tenemos que estar atentos e intentar prevenirlo.
— Me adelante a eso. — dije, todos en la mesa se giraron para verme. —Paolo, mi amigo, dijo que lo vio en una conferencia en Francia, y por lo que averiguo se quedara toda la semana. —miro a Verena. — Partiré a la media noche.
— Iré contigo — afirmo Luca.
— No, si tu hermano se va alguien debe hacerse cargo de la empresa — intervine Cornelio.
Casi le digo que se vaya a la mierda, él y la empresa. Pero me mordí la lengua.
— No creo que sea lo más importante ahora.
— Esta semana abriremos un trato con los ingleses y es necesario que estés presente.
— Podría reprogramarla — Interviene Verena. — Es la segunda reunión y ellos todavía no están interesados en vender.
— Por eso, atrasarla sería perjudicial. — acota el inútil de mi tío.
Molesto me acomodo para decirle de la forma más tranquila que se vaya al carajo.
— Papá, no es lo más importante ahora. — lo reprende Lidia. — Y Ezra, eres demasiado temperamental para hablar solo con Estefan. Lisandro debería ir contigo, es perfecto para ser un intermediador. — señalo a su hermano. Y luego miro a Luca. — Y vos deberías ayudar a Verena, por lo menos estos días en lo que Ezra no este. El trato no es necesario ahora, no perderán nada — su voz suena fría y analítica. Ella siempre es así, piensa y calcula todo como si fuera un juego y nosotros piezas del mismo. — No quiero sonar mala, pero si sale a luz lo de Dafne dañaría la imagen de la compañía, y el trato con los ingleses, aunque nos beneficie monetariamente. No tenemos nada asegurado, así que retrasar esto una semana o dos, no supondría ningún riesgo.
Todos nos quedamos callados, mirándola. Era cierto, tenía toda la razón.
Necesitamos prestarle atención a Dafne por lo menos, hasta que ella vuelva estar instalada en la casa y Esteban acepte ayudarla.
No es el mejor plan, pero algo es algo.
— Si están todos de acuerdo, yo acepto — dice Luca al final.
Miro a Lisandro, quien asiente.
— Estaré aquí a las ocho y media, espero tengas tus maletas y pasaporte listo.
— Si capitán — se burla.
Lidia lo mira como si fuera estúpido pero no dice. Pasea su mirada por todos nosotros, suelta un suspiro cargado de cansancio.
— Solo espero que ella acepte lo que planeamos. No quiero tener que ser la mala siempre, pero lo primordial es que ella se cure, sino quien sufrirá las consecuencias es el bebé.
Sabía que lo decía, por la mirada que mi madre le estaba dando. Pero deberían entender que Lidia, nunca fue alguien que pensara con el corazón o emociones.
Sino que analizaba todo de forma cuantitativa, veía riesgos y complicaciones. Aunque la solución que dio parecía sacada de la galera, estaba segurísimo de que lo había pensado y comparado con otras opciones antes de decirlo.
Así que si ella pensaba que esta era una solución viable, entonces tiene razón.
— Lo sabemos — digo, haciendo que me mire, sus ojos verdes brillaron con agradecimiento.
Luca asintió y le dio las gracias.
—Era necesario que alguien nos callara y nos diera una dirección.
— De nada, para eso está la familia. — responde ella con una sonrisa, que no le llega a los ojos.
— Entonces, iré a ver si está el almuerzo — dijo mamá. Sé que necesita estar sola, no debe ser fácil para ella.
Luca va detrás de ella, creo que es lo mejor. Siempre sabe cómo tranquilizarla.
***
Luego de almorzar me despedí de toda mi familia, volvería a la noche para buscar a Lisandro, y partir juntos a Francia.
Pero antes, tenía que ir a mi casa a buscar todo lo necesario, le pedí a Verena que me acompañara. Ella venia parloteando de las cosas que tenía para esta semana en la agencia, me decía cuales iba a atender Luca con ella y cuáles serían las que requerían mi presencia.
Se veía demasiado tierna, cuando arrugaba la nariz y se mordía el labio mientras pensaba y acomodaba mi vida en su Tablet. Había elegido bien a mi secretaria.
Pero mi cabeza estaba en otro lado, mejor dicho en la conversación que habíamos tenido esta mañana. En la cual ella confesaba quererme, aunque yo no dije exactamente lo mismo. Si confesé que la quería, por qué negarlo sería mentira.
La quiero, y la quiero muchísimo. Pero siento culpa, por saber que quizás nunca pueda amarla como ella se merece.
¿Debería decirle como me siento? Sé que la respuesta es sí, pero corro el riesgo de que ella me diga que no quiere nada más conmigo.
Pero un riesgo que debo correr, porque si no le dijera la verdad. Sería igual de mierda que ex, y no quiero herirla.
Al estacionar en la cochera. Me quedo unos segundo apretando el volante, siento un nudo en el estómago como si estuviera a punto de dar un examen y no supiera nada.
— ¿Te encuentras bien Ezra? — pregunta con preocupación Verena.
— Si, solo vamos adentro me hace frio — dije sin mirarla.
Caminamos en silencio por la casa, me acompaño a mi habitación.
— ¿Dónde tienes tus valijas? — pregunto.
Me quede mirándola por unos segundos. Debo parecer un idiota.
— En el armario del costado. — digo señalando el objeto. Ella asiente.
Voy a buscar mi ropa, por lo que me dijo Paolo es una conferencia de impacto ambiental y no sé qué más. Asique seguramente tengo usar traje.
— ¡Tierra llamado a Ezra! ¡Hola! — Verena aparece a mi lado gritando.
— ¿Qué paso?
— Eso quiero saber, hace cinco minutos que te estoy hablando y no me respondes.
Me giro para verla, tenía el ceño fruncido.
— Es que tengo la cabeza en todas partes, y al mismo tiempo en ningún lado. — respondo.
Ella se acerca a mí. La miro ponerse en puntillas para alcanzar mis labios y besarme.
Sonrió como estúpido, mirándola.
Paso un brazo por su cintura, y la pego a mí.
— ¿Esa es tu estrategia para conectarme a tierra?
— Algo así — me miro los labios, luego fijo su vista en la mía. — ¿Funciona?
— Un poco, quizás necesito más conexión.
Incline mi cabeza para poder besarla. Mis dedos tocaron la suavidad de su rostro, sus manos se perdieron en mi cabello.
Eran tan sencillos perderse en ella, en su sabor, en su olor. Besarla me hacía olvidarme del mundo que me rodeaba, de todos mis problemas.
Pero un pellizco de culpa, me azoto la conciencia.
— Tengo algo que decirte — dije sin rodeos. Separándome de ella, sus labios estaban rosados e hinchados.
— ¿Qué sucede? — pregunto con inocencia, mirándome con esos hermosos ojos cafés.
— No fui del todo sincero esta mañana.
Ella levanto una ceja, luego se alejó un poco. Siento el corazón en los oídos.
No podía seguir besándola, sin primero decirle como me siento. Ella fue valiente al decir lo que sentía, yo le debo lo mismo.
— ¿De qué hablas?
— Seré sincero — me senté en la cama, palmee el lugar a mi lado. Verena se sienta a mi lado. — Yo te quiero, y te quiero muchísimo. — tomo su mano, no soy capaz de mirarla a los ojos. — pero soy un idiota que no es capaz de soltar el pasado.
— No pretendo que olvides tu pasado ahora, que te confesé lo que siento — responde compasiva. — Yo también estoy dejando atrás el pasado — puso su delicada y cálida mano contra mi mejilla. — Y sé que no es fácil, no tienes que insultarte... Yo te entiendo.
¡Dios santo! ¿Cómo puede ser tan perfecta? ¿Cómo carajos sabe que decir para no hacerme sentir como una basura?
Miro a Reni, como si fuera un ser superior el cual está por encima de todo saber humano.
— ¿Enserio me entiendes? — pregunte anonadado.
— Claro, que sí. Aunque no te voy a decir que es sencillo, es complejo.
Al decir eso, me hizo sentir más liviano y cómodo. Solté el aire que tenía retenido y comencé a hablar.
— Es una mierda, no complejo. O mejor dicho es una mierda compleja — digo riendo sin una pizca de gracia. — Es decir, odio no poder olvidarla por completo. Siento que hay días en los que estoy completamente bien, en que ya no duele o no me importa... — dejo de mirarla, para perder mi vista en algún punto en la habitación. — pero son recuerdos o alguna cosa, cualquiera por más mínima que sea. Me hace pensar en ella.
Me quedo callado un segundo, la voz me tiembla. Pero esta vez lejos de sentirme débil, me siento contenido. La mano de Verena no abandona la mía, es más, me aprieta con fuerza. Como ese día en la boda de Dafne, cuando ella apareció del brazo de Misael.
— No sé cuánto tiempo me tome dejar de amarla... siendo sincero, no sé si pueda hacerlo. — Giro la cabeza para mirarla, esperando ver odio o enojo en su mirada.
Pero en cambio, encuentro que su mirada cálida, no cambio. Es más me anima a continuar.
— No sé si algún día pueda dejar de amarla —confesé con dolor.
Verena.
En ese momento mi corazón se partió un poquito. Pero no importaba, él necesitaba decirlo y ser sincero.
Yo había prometido escucharlo, aunque eso me destruyera por dentro.
Ezra.
— Tampoco se, si algún día pueda amarte por completo — hable. Vi un destello de dolor en sus ojos, me sentí culpable por decirle esto.
Pero no podía dejar que esto avanzara sin ser honesto. ¿Qué clase de persona seria si lo hiciera?
— Soy un maldito egoísta, no quería decirte como me sentía — admití, dejándola pasmada. — Porque no quería perderme el privilegio de que me ames.
Eso la hizo llorar, unas lágrimas escaparon de sus ojos, esta vez no hizo ningún movimiento por secarlas con rapidez. Como lo hace usualmente.
— No quiero que reprimas lo que sentís... — solté su mano para tomarla por las mejillas. La mire a los ojos, viendo tanto de ella y dejando que ella vea todo de mí. — Quiero que lo sientas, quiero que me quieras así de roto, quiero que seas capaz de amar a alguien que está luchando por ser mejor y por dejar atrás el dolor y abrirse paso a esto.
— Yo...— comenzó diciendo, pero su voz se quebró.
— No te pido que aceptes lo que te pido. — dije. — ¿Quién lo haría? No soy alguien emocionalmente estable, pero lo que si soy. Es un hombre que quiere intentar de todo, con tal de sentir este calor, esta paz que me brindas. Quiero merecer tu amor y quiero saber si después de todo esto que te dije. ¿Me permitirías tenerlo?
Había dejado mi pecho abierto, el corazón expuesto ante ella. Le había confesado como me sentía, como mi corazón y mi mente no eran los lugares más estables.
Pero que si ella me lo permitía, intentaría ser todo lo que ella necesita.
Porque yo sé que ella, es lo que necesito para sanar.
Verena.
Amar a una persona, y que esa persona te amé de la misma forma. No te asegura nada, di por sentado un amor. Di por sentado que jeremías me elegiría por todas las cosas, como yo lo elegí por encima de mi familia. '
Pero no fue así, que una persona diga amarte no es sinónimo de un feliz para siempre. No es ni siquiera una promesa de algo duradero.
Ahora tenía frente a mí, a alguien que estoy empezando a amar. Pero que no está enamorado de mí y quizás... Quizás nunca este enamorado por completo de mí.
Pero la diferencia entre Ezra y Jeremías, es que Ezra es sincero. Me está dejando todas las cartas en la mesa, me confeso lo que sentía con sinceridad.
Podría haberse callado y disfrutado de lo que yo tenía para ofrecerle. Tal y como había pensado en hacer, pero no lo hizo. Eso demuestra que le importo, que me quiere y que no importa la medida. Sea inmensa o ínfima, él me quiere y está dispuesto a intertanto.
Esta dispuesto a ser mi calor, en medio de tanto frio.
Y yo estoy dispuesta a aceptarlo... quien sabe... quizás este es el comienzo de un felices para siempre.
— ¿Me prometes una cosa? — pregunte, puse mi mano sobre la suya.
— Lo que sea.
— No me lastimes, no me rompas el corazón como lo hizo él. Si algún día sientes que no puedes quererme o no quieres seguir con esto. ¿Me prometes que me lo dirás?
Deje que las lágrimas corrieran libres, no me importaba llorar. No si era frente a él, mucho menos si era en este momento.
— Te prometo que nunca te lastimare, ni te hare daño. — beso mis labios con delicadeza. — Eres tan importante para mí, yo te necesito y te quiero mucho.
Mi corazón salto en mi pecho, al escucharlo decir eso.
Tal vez, me esté conformando con poco. Quizás debería pedir más que un amor a medias. Pero yo lo quería a él, quiero sus promesas de cuidarme y quererme.
— Entonces te permito tener mi sincero amor, aunque esto haya sonado demasiado cursi. — dije entre lágrimas, y risas, mientras lo volvía besar.
El me devolvió el beso, un beso que me erizo la piel, me acelero el corazón y me lleno de calor.
!Primer capitulo de la súper maratón!
No se ustedes pero yo , estoy llorando. Mi querida Verena, entiendo lo que sientes. me paso igual ¿A ustedes les paso algo similar?
¿Que les pareció este capitulo? y la canción pega muy bien.
espero sus comentarios y votos, los amo y sigan leyendo.
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