22. Al mundo le sobra gente rota.
22. Al mundo le sobra gente rota.
Dos días, eran los días que habían pasado desde que no hablo con Verena.
Dos días, en lo que no me mando ningún mensaje. Y claramente yo tampoco le envié ninguno.
Sé que me estoy comportando como un idiota, que no debería haberle dicho lo que le dije. Cuando se me paso el enojo y la ira, repase nuestra charla y me sentí terrible.
¿Cómo pude decirle eso?
Aunque si entiendo porque se lo dije, la quise herir. Para que sintiera lo mismo que yo sentí, cuando me entere que le conto a Luca sobre nuestro trato.
Miro mi celular, por decime vez. Ningún mensaje de ella o de Luca.
— No importa cuánto mires el celular, ella no te va a hablar — dice sin mucho interés Ciro.
Estamos en mi casa, tomando el Bourbon más costoso de mi licorería.
— ¿Sabes que tampoco fue a trabajar hoy?
— Y es obvio, que tu novio falso te gritara patética es razón suficiente para sentirte mal. — Ciro toma un trago de su vaso, luego sus ojos castaños me miran con su usual frialdad. — Pero que el cabron, que te dice eso sea tu jefe. Es motivo suficiente para tomar un compensatorio.
Ruedo los ojos, mientras bufo molesto.
— Es muy infantil de su parte.
— Ella tiene 21, es parte de la edad. — comenta. — Pero vos, tenés 27 años y te cuelgan las bolas por el suelo. Podrías llamarla y dejar de comportarte como un niñato inmaduro.
Lo miro con odio.
— ¿Vos también me vas a decir mierdas?
— Decirte la verdad, no es decir mierda. Si te ofendes, es porque muy en el fondo sabes que es verdad.
Me quede callado por un momento. Procesando todo lo que dijo, quizás si estoy actuando como un completo inmaduro e idiota.
— No sé qué hacer, creo que lo arruine. — comente abatido. La situación había comenzado a sobrepasarme, lo que comenzó como un enojo, se está convirtiendo en una brecha gigante entre ella y yo.
— ¿Tú crees?
— No lo creo, lo sé.
Tomo de mi vaso, miro hacia la nada. Mientras pienso en todo y a la vez en nada.
Tengo la cabeza hecha un desastre. Por lado estoy preocupado por el tema de Dafne, ya que me quise contactar con Esteban pero el cretino no me responde las llamadas. No sé cómo hare, para que vaya a visitarla.
Al igual que mi pelea con Luca, aunque me dijo un montón de cosas horribles, que no son ciertas. Yo fui un idiota con él, también debería llamarlo para disculparme.
— ¿Te puedo hacer una pregunta? — habla Ciro interrumpiendo mis pensamientos.
— Si, ¿Qué pasa?
— Presentaste a Verena en tu familia, ella te presento a su abuela. Quien me has comentado, es la persona más importante para ella...
— Si, ve al grano Ciro.
— ¿Qué tan falsa es su relación?
Me gire para verlo. Su pregunta es hecha por pura curiosidad, pero veo en sus ojos que hay algo más.
— No es algo totalmente falso, tenemos una conexión física y también emocional. — me encojo de hombros. — No es algo que simplemente pueda suceder por un contrato, no se puede actuar aunque este pactado.
Lo veo asentir, luego me mira entrecerrando los ojos. Me está analizando.
Eso me inquieto ¿Qué sucede? Su forma de mirar me da nervios, siempre que lo hace descubre alguna cosa de mí mismo, que me irrita y casi siempre trato de ignorar.
— ¿Estás enamorado de ella?
Su pregunta fue directa, clara y concisa. Y mi respuesta fue igual.
— No, no estoy enamorado de Verena — respondí con cierto pesar. — Me gusta pasar tiempo con ella, me hace sentir muchísima paz. Pero...
Me quede callado, no podía completar esa oración en voz alta. Me hace sentir débil, idiota y totalmente patético.
— Sabes que no te voy a juzgar, solo dilo. Sé que lo necesitas decir. — su voz ya no era fría, sentía su preocupación. Ciro sabía exactamente que decir en estos momentos, por eso es mi mejor amigo.
— Pero mi corazón sigue siendo de ella. — mi voz se quebró, sin Verena la única persona con la que me sentía en confianza, además de Luca, es Ciro. — Quisiera poder arrancarla de mi vida de un tirón. ¿Pero cómo podría hacerlo?
— Sé que no es fácil, apenas van cinco meses desde que se separaron.
— No es eso Ciro, es verla en cada puta cena familiar. Es hacer un trato con mi secretaria, para no sentirme mal conmigo mismo. Es despertarme todos los días pensando que lo paso, es un sueño y que ella me sigue amando, que sigue a mi lado y que nunca me engaño....
Suelto un profundo suspiro, contengo las ganas de llorar. Porque no sirve de nada, porque llore mucho por ella y lo mismo la sigo teniendo en mi corazón.
— Me da miedo, miedo de no poder amar de nuevo. De no poder superarla nunca, de no dejar de verla a ella como mi todo. Cuando ya no soy parte de su vida. Encima, no entiendo sus provocaciones hacia Verena o hacia mí.
—Eso es porque es una arpía. Porque sabe que te tenía en su mano, y Verena te da el valor para morderla cada vez que se te acerca. Por eso los provoca.
Verena te da valor. Una simple frase que me dejo helado. Por lo que significa eso, ella me dio valor cada vez que Cloe aparecía a querer derrumbar lo que ya estaba destruido.
Y yo la trate muy mal, soy una basura.
¿Por qué siempre descargo mi frustración con quien no lo merece? El foco de mi enojo debería estar en Cloe, quien me dejo en ruinas y cada vez que puede viene a demoler lo poco que queda. Pero no, soy un gran imbécil. Que dejo toda su ira en la única persona que se preocupó por levantarlo cada vez que se desmoronaba.
— ¿Sabes que es lo peor? Que si ella estuviera aquí y me rogara por que la perdonara. Yo lo haría, sin dudarlo. — esta vez mi voz se rompió y deje que una lagrima traicionera recorriera mi mejilla.
Ciro se movió, lo sentí pasar su brazo por mis hombros y relleno mi copa.
— Suelta eso que tienes adentro. Tienes el espacio y es el momento.
Tome mi trago de golpe. Ciro volvió a rellenarlo.
— Me enoja muchísimo eso. Saber que ella me destroza el alma aunque estemos separados. Quizás soy adicto a ella ¿Se puede ser adicto a una persona? — solté una risa carente de gracia, era seca y me raspo la garganta. — Porque si no puedo explicar lo que me pasa.
— Te enamoraste amigo. Pero en algún punto podrías odiarla y dejarías de amarla...
— No Ciro. — niego con la cabeza. Tengo mi vista clavada en el vaso. — El odio no es más que el disfraz del amor. — digo recordando la charla que tuve con Verena hace tiempo. — y yo la odio, pero con la misma intensidad con la que la amo. Y me odio a mí mismo, por saber que nunca voy a poder odiar a alguien con la misma fuerza con la que la amo a ella.
No creo que me haya entendido. Pero yo si lo hacía.
Odiaba amarla, odio no poder sacarla de mi corazón. Odio no poder enamorarme de Verena, de la misma forma en la que me enamore de Cloe.
— Amar a Reni sería tan fácil como respirar. Tan cómodo como caminar descalzo por la arena fina, o tan tranquilo como observar un atardecer. — trague lo último que quedaba en el vaso. No sé, si mi garganta ardía por el alcohol o por lo que iba a decir a continuación. — Pero nunca sería tan salvaje, tan apasionado o tan vivo. Como era lo mío con Cloe.
Escuche el suspiro largo y cansado de Ciro.
— Creo que deberías decírselo a ella, a Verena...
—Sí, cuando le pida perdón por haberle hablado así. Le voy a decir lo que me sucede, ella también va a entenderme.
— No me refería eso Ezra, lo digo porque lo que Verena siente por ti.
Lo mire confuso, mi cabeza era un lio. Creo que no logro entender lo que él me quiere decir.
— ¿A qué te refieres? — pregunte confundido. — A la atracción física y al deseo. No creo que contarle como me siento con respecto a Cloe, cambie eso.
— A veces creo que eres muy imbécil.
— ¿Qué dije ahora? — pregunte mirándolo con enojo. Ciro se encogió de hombros y recargo su vaso con la bebida ambarina. Hizo lo mismo con el mío.
— Eres muy imbécil, si no te diste cuenta que a ella le gustas enserio y no sé si estoy exagerando. Pero ella te quiere y no solo como amigo con derechos.
Sus palabras me dejaron helado. ¿Verena me quiere? Sé que sentimos algo, que es una atracción, pero no creo que sea algo que trascienda la amistad o lo físico.
No, ella sigue sufriendo por ese hijo de puta. No puede quererme.
Pienso en cada beso, en cada caricia... pienso en ella, es su forma de ser y en su manera de vivir. Ella es tan valiente, tan fuerte y tan llena de vida. No creo que ella pueda enamorarse de mí o quererme más allá de lo físico. Las mujeres como ellas, no están con personas así de dañadas.
— Creo que estas muy ebrio. Y no sabes lo que dices.
— No, creo que vos estas evitando la realidad. Como dicen por ahí, estas fingiendo demencia.
Estaba a punto de reclamarle y decirle, lo que pensaba. Pero unos pasos apresurados me hicieron girar la cabeza hacia la puerta.
— ¡Ezra! — el grito de Luca, me hizo levantarme de golpe.
Con Ciro nos encaminamos hasta el recibidor. En donde se encontraba mi hermano, estaba desarreglado, no tenía puesto ningún atuendo formal o elegante. Traía ropa deportiva, y parecía que hubiera venido corriendo.
— ¿Qué sucede? — pregunte preocupado.
—Es Dafne, me acaban de llamar de la clínica.
— ¿Qué sucedió?
— Algo muy malo, vamos.
Verena.
Estaba hecha un bollito en mi cama, mi cama real, en donde había dormido mi abuela días atrás. Aún conservaba su olor, gardenias con un toque de lavanda.
Abrace mi almohada con mucha fuerza. No pude evitar llorar, no pare de llorar en los últimos tres días. Tampoco había comido, ni siquiera me había duchado.
"Eres fuerte, tan fuerte como yo mi niña." Recordar sus palabras me dolía, no era fuerte.
Soy una tonta, una tonta que no pudo evitar que se llevaran a su abuela. Una tonta que llora porque peleo con su novio falso, una tonta que no deja de querer que su novio falso este aquí para abrazarla.
No había recibido ningún mensaje suyo, ni siquiera me pregunto porque no fui a trabajar hoy. Pero lo conozco, su orgullo de mierda no se lo permite.
Después de llorar por mucho tiempo, me quede dormida.
Como a las cinco de la mañana sentí que golpeaban mi puerta con fuerza. Me levante de la cama con rapidez. Inmediatamente me volví a acostar, porque el mundo se me dio vuelta.
No comer y no levantarse en varios días, pasan factura. Me senté sobre la cama hasta que se me paso el mareo. Volvieron a tocar mi puerta.
— ¿Quién es? — pregunte con la voz ronca.
— Soy yo, Jeremías.
La piel se me helo, mi corazón dio un vuelco en mi pecho.
— ¿Qué quieres? ¡Vete de aquí!
— Quiero hablar contigo. — grito, por la puerta no podía saber si estaba o no borracho.
— Son las cinco de la mañana, vete a tu casa. No tenemos nada de qué hablar.
— Si tenemos de que hablar. — escuche como golpeo su mano en la puerta, un golpe seco. — Tenemos que hablar de muchas cosas.
—Ven a un horario decente.
— Deja de ser tan correcta, por una puta vez.
Sus palabras me dolieron y ofendieron, más de lo que deberían. Quizás fue porque estaba cansada de no poder gritar, y de siempre ser "correcta" o tal vez ya estoy harta de todo. Pero abrí la puerta de golpe.
— Bien ¿Qué quieres decirme? — pregunte sin ningún tipo de emoción. Deje que mi mascara de frialdad me cubriera de nuevo.
— ¿Tan poco te importe para irte con ese riquillo?
Su pregunta me dejo sorprendida. El paso por mi lado, no apestaba alcohol. Es más parecía más consciente de lo que lo rodeaba que yo. Seguramente sigo tonta por el sueño y falta de comida.
Cerré la puerta, me gire encontrándome a Jeremías de frente. Muy cerca de mí. Extendí mis brazos para hacer espacio para ambos.
Eso pareció molestarle, pero viéndome como me encontraba no dijo nada. Solo me observo.
— Te ves y hueles como la mierda.
— Quizás, es porque estoy cerca de ti.
— Amaba cuando sacabas tu lado mordaz, te hacia parecer más viva.
— ¿Eso querías decirme? Porque si es así, puedes irte. Quiero seguir durmiendo.
Estaba cansada, no quería escuchar las cosas que le gustaban de mí. Cuando él había sido quien me engaño.
— Quiero que respondas mi pregunta.
— No, no me importaste tan poco. Nunca te engañe, a diferencia de vos. — mis ojos se tomaron con los suyos. — ¿Crees que soy igual de basura que vos y Marie? ¡Seis meses! Seis meses fueron los que se burlaron de mí.
Deje la máscara de frialdad atrás, quería que él notara como me había roto. Como me había lastimado.
— No lo entiendes...
— ¿Qué no entiendo? ¿Qué me engañaras o que nunca me pediste perdón? — balbuce al borde de la histérica. Mis lágrimas se demarraban por mi cara, como si nada.
Allí estaba, la herida que no logro sanar.
Bajo la cabeza avergonzado.
— Yo... en serio lo siento.
— Si hubiera sido una vez, te creería. Pero fueron seis putos meses — reclame dolida. — No puedo dormir en el que fue nuestro cuarto. Porque me da asco. ¿Sabes cómo fueron los primeros días? Sentía su olor, sus risas y el sonido que seguramente hacían sus besos. No creo que entiendas, lo que me dolió.
— ¡Lo lamento! — grito exasperado. — Nunca quise lastimarte así, es que empezaste a hacerme sentir menos hombre. ¿Sabes cómo sentía cuando veía como mirabas joyas o cosas caras? Cosas que jamás podría comprarte, pero a que asegurabas que no necesitabas.
— ¡Es que nunca necesite nada de eso! Te quería a ti, a nuestra vida feliz... pero por lo que veo, solo yo era feliz.
— ¿Feliz? Crees que no te escuchan llorar todas las noches, por esa familia tuya. O que no sabía que te quejabas con Marie sobre cómo te gustaría verlos de nuevo. — se me acerco, por insisto de un paso hacia atrás. — No podía competir contra ese mundo. Y sabes cuándo comenzó lo de Marie, cuando conseguiste esa pasantía en una empresa y ganabas más que yo. Que era un contratado, me hiciste sentir tan poco.
— No era mi intención. — me di cuenta que me estaba disculpando, por darle motivos para serme infiel. Casi me golpeo a mí misma por inepta. — pero no tengo la culpa. Te elegí a vos, antes que a mi familia porque te amaba y pensaba que era mutuo. Pero ¿Esa es tu patética escusa? Me engañaste porque ganaba más que vos.
— No lo entenderías. No sabes lo mal que me hacías sentir, y Marie no. Ella aceptaba mis salidas sencillas, mi mundo sin tantos lujos....
—Entonces si ella era tan perfecta... ¿Por qué no me dejaste? — pregunte derrotada.
— Porque no quería perder mi comodidad. Eras algo a lo que podía volver, tan ingenua que nunca te dabas cuenta de que había estado con ella, incluso estando en la misma casa.
Eso me hizo querer vomitar. No podía creer su cinismo y su caradurez. Decirme todo esto, como si fuera algo tan normal y no fuera la cosa más repulsiva del mundo.
— Sabes, me lastimaste enserio. Pero con lo que me acabas de decir, solo me confirma lo que ya sabia. Que hace tiempo dejaste de ser el hombre del que alguna vez me enamore, que hace tiempo dejaste de ser quien me mostraba las estrellas del cielo en la madrugada. Y pasaste a ser quien las apaga. — suspire tragándome las lágrimas. Pase la manga de mi buzo por mi nariz. — gracias, por cerrar este capítulo de mi pasado. Ojala seas feliz con ella, ojala nunca vuelvas a sentirte así y nunca dañes a alguien como lo hiciste conmigo.
Decía todo eso con sinceridad, no quería gritarle más. ¿De qué me serviría? Si ya no lo amo, y todo el cariño que le podría haber tenido por los buenos momentos. Quedaron en el olvido, cuando me dijo todo esto.
— ¿Eso es todo? Me deseas felicidad luego de decirte que me cogí a tu amiga en la sala. Mientras vos cocinabas. ¿Enserio no me vas a insultar?
Me trague la rabia, de nada servía. Además mi indiferencia y tranquilidad, parecían irritarlo más.
— ¿Enserio piensas que vales eso? Que vales mis lágrimas, mis gritos o hasta mis insultos. Te equivocas Jeremías, no lo vales. — lo señale con el dedo. — Me dejaste en claro lo que sentías, y sé que en la vida todo vuelve. Yo fui buena novia, buena amiga, tengo la conciencia tranquila ¿Pero vos? Me das pena, viniste a decirme estas cosas y buscar una reacción de mi parte. La cual no tendrás, no te grito porque eso no va a juntar todas lagrimas que me hiciste llorar. No te insulto porque eso no va a borrar, todas las veces que te dije te amo y mucho menos voy a desearte la misma mierda que me hiciste. Porque soy mejor persona que vos, y te pido que te vayas.
— Yo...
— No digas nada, nada de lo que me digas me importa. Solo vete — me hice a un lado, y abrí la puerta. — vete de mi casa, de mi vida y no me busques. No necesito verte y recordar, que fuiste el peor error de mi vida.
Otra vez se quedó sin palabras, mudo. Seguramente no esperaba esa repuesta de mi parte. Yo sabía bien que los insultos pasivos agresivos, servían mucho más que gritarlos directamente a la cara. Sabía como dar en el blanco, sin tener que levantar un dedo.
El dolor, el enojo y la tristeza que vi en su rostro. No me impacto, no me hizo nada.
Jeremías pasó por mi lado, sin decir nada. Sabía que estaba recalculado todo lo que le dije, que pensaba en cada cosa que había dicho y quizás se arrepentía en el fondo de haber sido un imbécil.
Pero cuando lo vi marcharse, cerré la puerta. Me apoye contra esta y me senté en el suelo.
En menos de cinco días, había echado de mi casa a dos personas que fueron sumamente importantes para mí. Y que me habían hecho demasiado daño, ya no soportaba más el que ellos vivan como si nada y yo siga pudriéndome en mi miseria.
Se acabó, se acabó esto de estar terriblemente mal por otras personas.
Yo no vine a este mundo a llorarle al pasado.
Me levante del piso decidida, fui hasta mi cuarto y mire la cama. Mire todo el lugar, ya no sería el lugar en donde ellos me engañaron.
Lo primero sería deshacerme de la cama y de muchas cosas, podría donarlas o no sé bien.
Tomo la almohada para quitarle la funda, cuando veo caer un papel.
Dejo todo de lado y agarro ese papel. Cuando lo abrí, mis piernas temblaron y mi corazón di un brinco. Era la letra de mi abuela.
Mi querida nieta, sé que mi letra no es la mejor. Estoy vieja y estoy escondida en el baño, fue lo mejor que me salió.
Sé que cuando leas esto, seguramente tu padre y tu hermano me habrán llevado de nuevo a Bedford. No te preocupes, encontrare la forma de hablarte.
Sabes que la abuela, siempre vuelve a ti.
No quiero que llores, ni que sufras por mi ausencia. Estoy en todos lados, en el centro comercial en donde corrimos o en el helado que comimos. Y hasta me encuentro en esa rara comida italiana que siempre pides. No llores por mí princesita, tu abuela te ama y sabe que algún día estaremos las dos juntitas.
Ahora te toca ser fuerte, no puedo pelear con todos los Williams sola. Necesito a mi nieta, mi Verena, a mi lado. Pelea desde allí y yo lo hare desde aquí, cumple tus sueño se feliz. Y no llores por lo que no pudo ser, aprovecha lo que tienes ahora.
Por favor, se feliz mi pequeña. Es lo único que desea tu abuela.
Con amor, Maggi tu abuela preferida.
Abrace su carta a mi pecho, estoy conmocionada, feliz y triste al mismo tiempo. Maggi, ella solo dejaba que su madre la llamara si, nunca usaba ese nombre. Eso me hizo llorar aún más.
Ella sabía que necesitaría esas palabras, saber que ahora ninguna de las dos pararía hasta estar juntas de nuevo.
Su carta me dio el impulso que necesitaba, para tomar una decisión. Sería feliz, no volvería a llorar por cosas como esta y sobre todo lucharía.
Nunca más, volveré a sentir que no merezco ser feliz.
Ezra.
El camino hacia la clínica fue tenso. Luca no habla Ciro manejaba y yo, estaba mirando por la ventana.
Luca me dijo, lo que el doctor le había dicho por la llamada. Dafne vomitaba y se desmayaba, pero que no era únicamente por la abstinencia. Sino que había algo más. Lo cual nos comentaría en cuanto llegáramos.
Debe ser algo muy malo, porque no eran ni las cuatro de la mañana. Y nos dijeron que viniéramos cuanto antes. No tuvimos tiempo de decirles a nuestros padres.
Mi mano me picaba, por la necesidad de llamar a Verena o mandarle un mensaje. Necesito su consuelo, pero estamos peleados y no creo que sea lo mejor en este momento.
Al llegar a la clínica, Ciro dijo que nos esperaría aquí.
— ¿Qué crees que sucedió? —le pregunto a Luca, quien no había dicho nada. Caminábamos juntos hasta la recepción.
— No lo sé, pero creo que tenemos muchas cosas malas ahora y si es lo que estoy pensando. Todo se va a agravar un poco más.
— ¿Qué piensas?
Justo cuando Luca estaba por hablarme. La recepcionista nos vio.
— ¿Son los familiares de Dafne Ferrari?
— sí, somos sus hermanos.
— Ahora vuelvo, el doctor Herrera quiere hablar con ustedes. Pasen a la sala de espera, allí los vera.
— Está bien, muchas gracias.
Fuimos hasta donde nos indicó. Me quede sentado mirándome los pies, esperando que no sea nada grave y en el mejor de los casos que sea un virus estomacal.
— Siento lo que te dije — hable sin pensar.
— ¿Qué? — la voz de Luca salió rasposa.
— Que siento haber sido un pésimo hermano y cagarla. No quise decirte las cosas que te dije, no quise pelearme contigo y tampoco quería mentirle a Dafne.
Luca me miro, sus ojos son idénticos a los míos, su mirada era cansada y hasta podría decirse que agotada. Su usual chispa de diversión, no estaba allí.
— No creo que sea el momento, para tener esta conversación.
— Yo creo que sí.
— Pues no, ¿Quieres hablar de lo terrible que fuiste como hermano? Adelante, pero no quiero escucharte si vas a decirme que tenías razón en lo Dafne o en que yo estaba equivocado con lo que te dije.
Me quede mudo.
— Lo sabía, solo nos preocupemos por ella. Lo otro se verá. — dijo sin mucho ánimo.
Estaba por decir algo más. Cuando el doctor se nos apareció, era joven podría decirse que de nuestra edad. Su cabello era negro y sus ojos de un inusual color gris.
— ¿Señor Lucas Ferrari? — pregunto a mi hermano.
— Sí, soy yo. ¿Qué le sucede a mi hermana?
— Un gusto, no hay forma fácil de decirlo. — paseo su mirada por ambos. — la paciente Dafne Ferrari, está embarazada tiene cuatro semanas.
Por un momento, la sala quedo en completo silencio.
Dafne esta embarazada...
Holis, volvi despues de un tiempo. la facultad me tiene secuestrada, lo sientoooo. pero me tome un tiempo para subirles este capitulo.
un beso enorme, las espero en los comentarios.
quedan pocos capitulos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro