16. Oops!... Did it Again.
Maraton 3/4.
16. Oops!... Did it Again.
Verena.
¿Qué hace este desperdicio de oxigeno acá?
Lo miro con indiferencia pasando por su lado. Llevando de la mano a Ezra, quien no es tan disimulado como yo. Ya que lo mira con odio puro.
Tan bien que estábamos. Para que estas basuras vengan a arruinar nuestra paz.
Con la mirada de todos encima, decido ir hasta la mesa. Hago una examinación rápida para ver qué lugar está más lejos, de la pareja de infelices.
Me siento al lado de Luca, haciendo que Ezra quede al lado de Lisandro. A su lado esta su hermana, quienes a decir verdad me agradan muchísimo. Sobre todo la castaña.
— Que tensión — murmuro a mi cuñado.
— Y porque no prestaste atención. Mira la acompañante de tío Petro.
Con disimulo me fijo en la otra punta de la mesa. Al lado de Analia la tímida chica Pelirroja, estaba una rubia de ojos marrones. La cual tenía un vestido que dejaba ver su prominente busto. Pero eso no era lo que te dejaba impactado. Sino que era muy chica, no podía tener más de 23 años.
— Tiene 19 años — murmura.
Creo que mi cara de sorpresa es muy notoria, porque se comienza a reír a carcajadas. Lo cual atrae la atención de varias personas en la mesa.
— ¿Qué es tan gracioso? — pregunta Patricia. Quien por desgracia está sentada al frente mío.
Me costó un esfuerzo enorme no rodar los ojos y poner una cara de fastidio.
— Que su hijo, el cual no estaba invitado está aquí — habla con hastío Ezra.
Sorprendiéndonos a Luca y a mí. Lo dijo en un tono tan seco y cortante, que hasta mí me puso incomoda.
Petunia se guardó su comentario y se puso a hablar con su esposo.
— El almuerzo esta por servirse — comienza diciendo Lilia. Quien me sonríe en cuanto me ve. Los meseros entran con los platos y los colocan con cuidado en la mesa.
La verdad la paella no es mi comida predilecta. Pero bueno estaba muerta de hambre. La sesión de esta mañana y la ducha, me dejo famélica.
La conversación fluía, Lidia me preguntaba un par de cosas. Ezra estaba callado, pero opinaba cuando Lisandro o Luca decían un par de cosas molestas.
Entre los cinco ignorábamos categóricamente a la parejita, que no dejaba de hablar de su futura hija.
— ¡Pero que mesa de lo más peculiar! — comenta Dafne. Luego toma un sorbo de su vino.
Su comentario hizo que todos hagamos silencio para verla.
Tenía una sonrisa bobalicona en la cara, y sus mejillas estaban sonrojadas. Su cabello rubio estaba algo crispado.
— ¿A qué te refieres hijita? — pregunta Lilia en dirección a su hija.
Ella se toma un solo sorbo lo que queda en la copa.
— Que mírenos aquí, una mezcla de rubios, pelirrojos y castaños...— ella le sonrió a su tía Petunia. — Tenemos mujeres divorciadas, hijos sin padre. — Luego me mira — a mi querida cuñada de la realeza. También tenemos una niña que está saliendo con mi querido tío cincuentón — comenta con burla. La chica rubia se sonroja.
— ¡Dafne! — la reprende su padre.
— Y no olvidemos del primo Misael, que nadie lo invito. Porque embarazo a la novia de mi querido hermanito— chilla, parecía borracha. Me equivoco está completamente borracha.
— Dafne Valentina Ferrari — grita su madre. Haciendo la rubia deje de sonreír —. Haznos el favor y cierra la boca, estamos comiendo. No seas vulgar.
—Pero tía Lilia, ¿Cómo no quieres que sea vulgar? — pregunta Serena, con un tono venenoso. — Si su marido, prefiere estar en otro lugar que aquí. Porque no la soporta.
— ¡Maldita zorra! — la insulto Dafne, antes de lazarle el plato sin tocar de paella.
El cual estrello de lleno contra la cara de Serena. Quedando llena de arroz y mariscos.
Me lleve las manos a la boca. No podía creer lo que acababa de pasar.
— ¡No puede ser! — escuche a alguien decir.
— ¡Pendejas de mierda! — se queja Luca, levantándose de su asiento para ir por su hermana. Quien comenzó a llorar. — Vamos Daf.
— Serena, que te dije de molestarla — la reprende su madre.
El padre, Rubén un hombre rubio igual que sus dos hijos, se levantó molesto y miro con enojo a Vicenzo.
— Podrías controlar a la drogadicta de tu hija — lo reprendió con odio.
El silencio en la mesa fue absoluto y denso.
Abrí los ojos ante la sorpresa. Sentí a Ezra tensarse mi lado, algo que debo preguntar después.
— Creo que deberías medir tus palabras. Rubén — gruño Vicenzo.
— Yo digo que deberías controlar a esa mocosa.
— No permitiré que hables así de mi hija, la tuya se pasó con lo que dijo — intervine Lilia. Quien rápidamente es reprendida por la mirada de su marido. Haciendo que se encoja de hombros y se quede callada en su asiento.
— En realidad, todo lo empezó Dafne. Decir esas cosas de mí y mi esposo — masculla Cloe ofendida.
O sea, se ofende el chancho y es comida.
Me muerdo la lengua con fuerza, para no decir lo que pienso.
Mientras sigo comiendo, esto esta buenísimo y tengo hambre.
— Se dice de mi esposo y de mí, bruta ignorante — informa Lidia a Cloe.
— ¿Cómo me dijiste? — pregunto ofendida. Poniendo la mano sobre la mesa, haciendo saltar las copas.
— Amor mejor cálmate...
— ¡Cállate Misael! — grito colérica, miro a su prometido enojada. Luego su mirada se dirigió a Lidia, quien la miraba con soberbia —. Estoy cansada de que no me inviten a las reuniones, o me miren mal o me digan cosas hirientes. Soy un ser humano y merezco respeto.
— El respeto lo perdiste cuando te acóstate con Misael, siendo novia de Ezra — le responde Tadeo. Quien no despega la vista de su celular.
Yo termine mi plato de comida. Pero seguía teniendo hambre, miro el plato de Luca. Seguro no va a volver, así que me robe su plato sigilosamente.
Ya que todos miraban y le prestaban atención a la riña entre Cloe, Lidia y ahora Tadeo.
— Mira rarito, nadie pidió tu opinión.
— No le digas rarito a mi hermano, culera — la insulta Belén.
— Y si no te invitamos a las reuniones, es porque haces estos escándalos de una persona sin clase. — agrega Lilia —. Sinceramente arruinaron el almuerzo. Me retiro a ver como esta mi hija, y los veo a los demás en el jardín para el postre.
Lilia se va, seguida de su marido.
El resto nos quedamos en la mesa. Yo sigo comiendo, intentando ser invisible y que nadie me diga nada.
— Lilia ahora se hace la importante, porque la noviecita esa es de la realeza. Pero mi nuera no vale menos que ella.
El comentario venenoso de Patricia, me hizo levantar la cabeza. Todos me estaban mirando.
Limpio mi boca con la servilleta, para luego tomar un trago de agua.
— No hables de mi novia, tía Patricia — me defiende Ezra.
— Si es por su culpa que mi hijo es víctima de calumnias y chismes mal intencionados.
Es todo, no puedo con esto.
— La verdad señora me molesta mucho su hipocresía. Sé que es su hijo y es su nieto el que espera ella — señalo la barriga de Cloe. — pero sea decente y no tire la poca dignidad que le queda. — digo con desdén — Diciendo que su hijo es una víctima, cuando todos sabemos que no lo es. Es bastante grandecito para saber en dónde se metida y ahora uno tengo que aguantar que me señale y me meta en una pelea, en la cual yo no participe. Me parece un descaro total.
— Pero, muchacha insolente....
— Yo creo que deberías dejar de hablar, hermanita — la interrumpe Petro. Quien la mira de una forma, que hace que Cruella trague en seco y se siente. Su esposo no dice, y al igual que yo sigue comiendo.
Ezra toma mi mano por debajo de la mesa.
— Bueno, creo que será mal momento para decir que embarace a mi novia — dice Octavio. El hermano de Serena.
Dejándome con la boca abierta.
¡Ay por todo los libros del mundo!
—Puta madre — dice Lisandro.
— Y yo deje la universidad — agrega Tadeo.
— ¡Pero hijo! ¿Cuándo la dejaste? Si estás en tu tercer año — pregunta confundida Petunia.
—Hace dos años.
— ¡Que! — exclamaron todos en la mesa.
Petunia obligo a su hijo a levantarse y seguirla hasta no sé dónde. Marlene y Rubén, se llevaron a Octavio y Serena los siguió.
Quedamos en la mesa Petro, su hija y su "Novia", Patricia, Misael y Cloe, Belén, Pablo, Lidia, Lisandro, Ezra y yo.
— Nada más lindo que almorzar en familia. — comenta la castaña en tono bajo, haciéndome reír.
***
— Estoy seguro de que yo había dejado mi plato casi intacto — me reclama Luca.
Yo me hago la desinteresada, mientras camino.
— No sé qué me hablas.
Me miro al espejo mientras me aplico lápiz labial color mate. A través del reflejo miro a Luca, quien me sonríe burlón.
— Yo sé, que cuando me levante tenía mi plato intacto de comida. Y cuando volví solo diez minutos después estaba vacío.
Me encojo de hombros con indiferencia.
— Quizás fue un duende — me excuso. Haciéndolo reír —, bueno. Quizás si fui yo.
— Malvada, me debes una cena — dice. Me doy vuelta para mirarlo, lo veo mirarme de arriba abajo.
Lo miro encarnado una ceja.
— Mis ojos están aquí — señalo mi cara, cuando lo veo detenerse en mi escote.
— Lo sé, pero creo que vas a hacer que Cloe tenga al crio ahora. Cuando te vea así — comenta.
Me giro para verme en el espejo. Decidí ponerme un vestido negro corto, de una tela brillosa. El cual tiene un escote en V ligeramente pronunciado, cubierto por una tela transparente. La misma tela cubre mis brazos. Los combine con mis bucaneras negras.
— ¿Qué tengo? ¿Es mucho? — pregunto insegura.
La fiesta de primos tenía una única consigan, ropa de fiesta. Y la verdad no tengo mucha experiencia con fiestas.
Me doy vuelta para ver a Luca. Él va vestido con una camisa azul petróleo, con los primeros cuatro botones desabrochados. Lleva puesto un pantalón negro a juego con sus zapatos carísimos. En su muñeca tiene un Rolex, y en su cuello una cadenita de plata sin ningún dije.
— Nunca es mucho Vere, vestirse bien es parte de uno mismo. — Se mira en el espejo y acomoda su cabello. — Entonces nunca hay que dejar de hacerlo, solo porque el resto no se vista así. Y para mi estas perfecta, así que tranquila.
El pantalón es estrecho en su cintura, y la camisa esta tan bien acomodada. Desprendiendo un aire de elegancia y superioridad que siempre lo hacen destacar, hasta cuando no quiere. Su actitud logra eso, además de su ropa cara y ese rostro atractivo.
— okey, eso me pone menos nerviosa. ¿Dafne ira a la fiesta?
— No lo creo, mamá le dio un tranquilizante así duerme.
— Lo que dijo Rubén...
— No es mentira, pero no es algo de lo que quiera hablar.
— Esta bien, no voy a insistir.
Nos quedamos mirándonos unos segundos. Veo como se pone tenso para luego mirar su reloj.
— Como que mi hermanito está tardando.
Miro hacia la puerta del baño, Ezra lleva metido allí como una hora. No quería molestarlo, sé que lo del almuerzo fue mucho para él.
— Si, pero no hay que presionarlo. Ver a Cloe no es fácil para él, mucho menos cuando no la esperaba.
Los ojos de Luca me escanean con curiosidad.
— ¿Así que no te molesta que tu novio este dolido por su ex?
— Si fuera una relación verdadera, claro que sí.
Al decir eso, me llevo las manos a la boca ahogando un grito de sorpresa.
— ¿Relación falsa? — interroga Luca, tiene las cejas levantadas en una clara señal de sorpresa.
¡Mierda! ¡Mierda!
Oh, oh, oh.
¿Qué pasará ahora?
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