Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15. Solo los patéticos aman a la persona incorrecta.

Maratón 2/4

15. Solo los patéticos aman a la persona incorrecta.

Ezra.

— Entonces podríamos hacer un partido de tenis, luego del desayuno — afirma Lisandro, mi primo.

Él y su hermana habían llegado a la mañana, junto con su padre. Ambos habían sacado el cabello castaño de su madre, pero teníamos el mismo color de ojos verdes.

— Yo digo que sí, hermanos contra hermanos — lo alienta Luca. Luego me golpea con fuerza el hombro — ¿O estas oxidado hermanito?

Lo miro con cara de pocos amigos. Mientras termino lo que quedaba en la taza de café.

— No estoy oxidado, pero recuerda a quien le respiran los 30 en la nuca — me burlo.

— A tu señora — comenta divertido. — Aunque mi cuñadita, está más para ser la novia de Tadeo que tuya.

— ¡Que! — se exalta Lidia —. ¿Cuántos años tiene tu novia primito?

— Tiene 21 — respondí mirando con odio a mi hermano.

— Oh, no es tan chica — comenta Lidia.

— Claro, porque vos salís con chicos de 19. No significa que este bien — la reprende su hermano.

Lidia toma una tostada y se la estampa en la cara, haciéndonos reír a Luca y a mí.

— Oh cállate, son legales. —se defiende —. Aparte tengo 24 añitos, puedo salir con hombres más jóvenes.

—Pero espera que se desteten — se burla Luca.

— Lo dice el eterno soltero, que nadie quiere. Mira que sos millonario y heredero de una fortuna, no tener novia a tu edad. Sinónimo de dos cosas... — comenta seria la castaña. — Uno de que quizás sos medio pelotudo y por eso nadie te quiere. O dos, no te funciona la cosita de allí abajo.

— Primero rata de alcantarilla — comienza diciendo mi hermano —. Tenemos una familia demasiado chismosa y metida, sin mencionar primos que roban novias.

— Golpe bajo — me quejo.

— Sin ofender hermanito. — palmea mi hombro con delicadeza. — Segundo, no necesito usar mi dinero para tener a alguna chica detrás mío. Y tercero, no es una cosita y funciona de maravilla.

— Bueno, bueno. Era una broma Luca — comenta Lidia.

— Tarada — la insulta.

Comenzando así una pelea de insultos interminables. Aunque por fuera podría parecer que nos odiamos, con Lisandro y Lidia nos llevamos muy bien. Son nuestros primos favoritos, por eso nos escabullimos hacia una sala privada para desayunar en paz.

Porque si tenía que escuchar a Serena y a Dafne peleando otra vez por cualquier estupidez. Me terminaría tirando del tercer piso.

— Hola, buenos días — la voz de Verena nos silencia a todos.

Ella camina hacia mí con seguridad y confianza. Vestida con un jeans azul, y un suéter color blanco con cuello en V. Su cabello estaba atado en una trenza cocida, dejado descubierto su cuello.

— Hola Reni — la saludo haciendo que se sonroje.

— Perdón por interrumpir — dice mirando a mis primos y a Luca. — Un gusto.

— Hola, soy Lidia — saluda la castaña, quien se levanta y le da un efusivo abrazo. El cual deja a Verena quieta unos segundos, hasta que le devuelve el abrazo — eres aún más hermosa de lo que pensé.

— Hola. Muchas gracias, vos igual sos muy hermosa — dice ella con una sonrisa genuina.

— ¿Y yo que? ¿No soy hermoso también? — cuestiona Luca mirando a Verena.

— No, eres odioso — responde ella y Lidia al mismo tiempo. Ambas se sonríen.

— Mierda, se llevan bien — murmura Lisandro.

— Que Dios nos ayude — me lamento.

— Oigan, no sean giles — nos grita Lidia. — Ese de ahí, es mi hermano mayor. Su nombre no importa.

— Ignórala se golpeó la cabeza muchas veces, de pequeña y quedo así — se disculpa mi primo. Quien saluda con un beso en la mejilla Verena —. Soy Lisandro.

—Un gusto, me presentaría pero creo que saben quién soy. — Su mirada se cruza con la mía —, pero venia en calidad de secretaria — señala la Tablet en su mano —. Katzu mando un documento que debes leer, y es para hoy.

Me tiende la Tablet, en ella veo un pdf de 45 páginas.

¡Esto es larguísimo!

Como odio trabajar.

— Pero estoy de vacaciones...

— Lastima— se encoje de hombros. —Pero esto es muy importante y tienes que leerlo. Aparte es muy fácil de leer.

— ¿Lo leíste?

— Sí.

— Entonces decime de que trata, así veo que respondo.

Rueda los ojos, para luego regalarme una mirada de fastidio.

— Siento que esto es explotación laboral — se queja. Pero se acerca a mí.

Aprovecho la oportunidad para tomarla por la cintura, y sentándola en mis pierna. Ella se sonroja, pero no me dice nada.

—Pobre chica, déjala desayunar primero — se queja Lisandro.

— Ya desayune, ese es el segundo motivo por el cual también escape — comenta. Mientras la veo buscar una cosa en pdf — estas son las notas que hice. Sabiendo que no lo leerías.

Me da un resumen de dos páginas. Es maravillosa.

Beso su mejilla, y tomo la Tablet para leer lo que ella escribió.

— Adivino el otro motivo para escapar, es la pelea constante de ambas rubias. — dice Lidia.

— Exactamente, por mi salud mental decidí huir.

— Nadie te critica, bienvenida al club secreto — la voz de Lisandro sonaba completamente sincera.

Yo sabía que ambos le caería bien Verena.

Luego de leer el informe, redacto una respuesta y se lo doy a Verena. Quien cambia y mejora mi respuesta. Amo que sea un secretaria tan eficiente, eso me hace rodearla con mi brazo pegarla más a mi cuerpo.

— ¡Que empalagosos que son! — se queja Luca. Quien tironea de la trenza de Verena.

Haciendo que ella le pegue un manotazo, eso hace reír a Lisandro. Pero Lidiase queda pasmada mirándolos. Le presta especial atención a Luca.

Que extraño...

— Bueno, vamos a jugar al tenis — demanda Lisandro.

— Sí.

— ¿Tenis? — pregunta Verena, quien al fin dejo la Tablet en la mesa.

— Veras. Estos pesados tienen una tradición, peleas de hermanos — relata Lidia —. Siempre quedo en medio de estas locuras, pero estoy acostumbrada. Hacemos juegos y los que ganan, puede elegir lo que se hace a la noche. Es decir si ganamos los Díaz seguramente hacemos algo divertido. Si ganan los Ferraris, es algo aburrido y sin sentido.

— Eso es mentira — contraataco. — La última vez decidimos que sería genial nadar en lago.

— Aburrido.

— Suena interesante — comenta mi novia.

— Claro, esta vez será un torneo de tenis. Así que debes venir a vernos jugar, así ninguno de ellos — nos señala — hace trampa.

— Dale.

— Bueno, en marcha.

***

Nos fuimos a cambiar por ropa deportiva. Pero surgió un incidente relacionado con Verena.

Cuando entramos a la habitación, no pude evitar tomarla en mis brazos y llevarla hasta la cama. En donde nos demoramos unos buenos minutos. Me tome mi tiempo para besarla, quitarle esos jeans que hacen de sus piernas una real maravilla.

Llegamos media hora tarde de lo estipulado. Mis dos primos y mi hermano se encontraban en la cancha.

Lisandro se lleva a Verena hasta las gradas, para decirle como debe usar el marcador. Ya que el muy tonto insiste en que nosotros hacemos trampa.

Voy en busca de mi hermano y mi prima, encontrándolos de espalada a mi hablando.

— No seas tan obvio — se burla ella.

— No sé de qué estás hablando.

Hace té el tonto. Vi como la miraste a apenas entro, no hagas lo mismo que... — los ojos verdes de mi prima chocan con los míos — ¡Ezra! — chilla, algo inusual en ella.

— ¿De que hablaban pesados?

— De nada, tu prima que se mete drogas — se escusa Luca, quien huye hacia la cancha.

A este ¿Qué mosca le pico?

— Hombres, son todos raros — comenta Lidia. — Dale vamos a jugar.

Una hora y media después, Lidia y Lisandro fueron declarados ganadores. Lo cual me sigue sorprendiendo, Luca es buenísimo en tenis, pero sinceramente hoy no sé qué le sucedió.

No haca bien los saques, dejaba pasar todas las pelotas. Estaba como distraído.

¿Sera que el comentario de Lidia lo molesto? Puede ser, es decir si me hubieran dicho que mi cosita no funciona. También estaría molesto.

— ¿Sucede algo Luca? — le pregunto justo cuando tomaba agua.

— No Ezra, solo que estoy oxidado.

— Ya veo, tanto que alardeaste en el desayuno — se burla Verena, quien aparece de la nada.

Luca la mira con cara de pocos amigos. Luego le lanza su toalla transpirada hacia la cara.

— ¡Que asqueroso! — chilla dejando caer la toalla al suelo.

— Lo siento — se burla Luca. — Pensé que eras un perchero.

— Idiota.

En ese momento Lisandro nos alcanza. Me entrega una botella de agua a mí y otra a Luca.

— Luego de tan catastrófica derrota. Con mi hermana decidimos que esta noche haríamos una fiesta entre primos. Así que después de la cena aburrida, nos alocaremos.

— Lo que vos queres, es que Serena y Dafne, se golpeen alcoholizadas. — afirma Verena.

Lisandro le regala una sonrisa traviesa.

— Quizás ese sea un plus.

Niego con la cabeza. Este chico siempre busca caos.

— Apuesto a que no duran una hora, sin golpearse — digo.

— Yo apuesto a que no duran ni quince minutos — agrega Luca.

— Que va, en cuanto estemos solos esas dos se quitan las extensiones — comenta Lisandro.

— ¿Qué hacen? — pregunta Lidia, quien tiene la cara roja y las dos trenzas desarmadas.

— Ah, están apostando cuanto van a tardar Serena y Dafne en golpearse borrachas.

Los ojos de mi prima se iluminan con maldad.

— Apuesto a que en media hora, se agarran a las trompadas y encima todo lo va a empezar Dafne.

— Me asusta que seas tan específica — comenta con temor Verena.

— No temas, es una corazonada — afirma la castaña.

Verena la mira con una sonrisa.

— Ah, Lilia me dijo que en una hora esta la comida. Y nos quiere presentables a la hora de la comida — nos informa Verena.

— Odio el almuerzo del viernes santo — se queja Lisandro.

— ¿Por qué? — cuestiona Verena.

— Porque es paella. Y cuando éramos chicos Misael le puso un calamar pequeño adentro del zapato y quedo traumado — le explico.

— Que asco, no sé qué me repugna mas si el calamar o Misael.

— Yo digo que esa basura — responde Luca molesto.

— Si ese cretino. Por suerte no está invitado — comenta con desagrado el castaño.

Todos asentimos estando de acuerdo. Hablamos un par de cosas más, hasta que cada uno se divide para ir a hacer sus cosas.

Verena me acompaña hasta la habitación, entro al baño dándome una ducha rápida para quitarme la transpiración.

Al salir de la ducha. Me quedo unos segundos mirando la bañera antigua en el otro extremo del baño...

Se me ocurre una idea. Procedo a llenarla con agua tibia y jabón con burbujas.

Salgo del baño desnudo, doy gracias a que esta prendida la calefacción sino este no sería un buen espectáculo.

Reni estaba acostada en la cama leyendo un libro, no me noto. Así que la tome por sorpresa por las piernas haciéndola gritar.

— Tarado, me asústate — me grita enojada. Se da vuelta en mis brazos para mirarme, la veo bajar la vista por mis hombros hasta la parte baja de mi abdomen. Soltó un chillido — ¿Por qué estas desnuda?

— La pregunta sería ¿Por qué no estas vos desnuda?

— Porque no soy una exhibicionista.

— Podrías serlo... — murmuro mirándola a los ojos. Ella sonríe, no quita la mirada de la mía.

Le pido permiso para quitarle el suéter, dejándola con un sostén de encaje negro. Meto mi cabeza en su cuello aspirando su delicioso aroma, mientras con mis manos le quito el jeans. Ella me ayuda a deslizarlo por sus piernas.

Con un rápido movimiento, la levanto en el aire. Haciéndola reír por lo torpe del movimiento. Por inercia ella enreda sus piernas en mi cintura, no pierde tiempo y me besa los labios. Con una pasión tan desmedida, que me tiene completamente absorbido en sus besos.

Me encamino hasta el baño. Cuando entramos la dejo en el suelo con cuidado, le quito el sostén.

— ¿Qué hacemos aquí? — pregunta mirando la bañera.

— Nos daremos un baño, juntos.

Con delicadeza le quito las bragas, me inclino ante ella. Para sacárselas por los pies con cuidado.

Con mi dedo subo por el interior de sus muslos delicados, hasta su centro. Rozando su zona sensible, haciéndola gemir.

Ella instintivamente abre sus piernas, dejo un beso por debajo de su ombligo.

— Ven.

Me meto primero a la bañera, sentándome. Ella hace lo mismo solo que sentándose encima de mis piernas, tan cerca de mi entrepierna, ella lo nota así que se refriega contra mí. La detengo tomándola por las caderas, sentándola en la bañera entre medio de mis piernas.

— Hora de relajarse — le digo con la voz ronca, paso mis manos por sus delicados hombros. Haciéndole masajes. — Fueron dos días duros, seguramente mis tías te cansaron.

Ella acomoda su cuello en mi clavícula al mismo tiempo que siento sus manos acariciando mis piernas. Suelto un suspiro cuando la siento frotarse contra mi miembro duro.

— No tanto. Ya no me adulan como si fuera la mismísima reina de Inglaterra.

— ¿Eso es bueno? — pregunto.

— Si, me molesta que me traen diferente por el origen de mi familia. Y lo peor, es que ni siquiera sé si sigo siendo parte — se burla.

— ¿Patricia no te molesto?

— Mas los mismo comentarios sobre su pobre hijo — murmura molesta —. Pobre las pelotas.

— ¿Te dije que me gusta cuando insultas?

— No, pero no me sorprende — cometa riendo.

— Hable con tu mamá — dijo ella.

Eso me sorprendió. No porque hablara con ella, ya que mi mamá la aprecia muchísimo. Sino por su tono de voz cauteloso.

— ¿De que hablaron?

— De ti, aparentemente no sos muy disimulado con tus sentimientos por Cloe.

Eso me tenso, y ella lo noto porque se dio vuelta. Haciendo que un poco de agua salga de la bañera. Sus ojos marrones me miran con una preocupación latente.

— Tranquilo, no fue un reproche ni nada malo. Sino que ella notaba que te seguía doliendo.

Mi corazón aun duele cuando la recuerdo. Cuando la nombran o cuando ella está ausente por mi culpa.

— ¿Cómo no va a dolerme? —pregunte indignado —. Es una puta ironía del destino, seguir amando a alguien que te hirió.

Verena entrelaza su mano con la mía, dándome confort. Ojala pudiera abrazar mi corazón para que este también se arreglara.

— Claro que te va a doler Ezra. Es normal que sigas sintiendo un ardor en el pecho cada vez que la recuerdas. Estoy segura de que cuando te duele, no es por lo del engaño. Sino por las cosas buenas que te hicieron enamorarte de ella.

— Quizás tengas razón.

No sé porque, pero de alguna forma me permito sentir todo lo que tengo adentro. Dejando que ese ardor asqueroso que me carcome todos los días se expanda por mi pecho, hasta mis hombros de mis hombros a mis brazos, y hasta los dedos de la mano.

Dejo que el dolor se disperse, para que así se pueda diluir y no tenerlo encapsulado para siempre en mi corazón.

Es como un dolor sordo, que no sabía que tenía guardado hasta que Verena me lo dijo.

— Hay veces que solo recuerdo su amor, y quisiera que me quiera como antes. También hay veces que quisiera enfrentarme a ella y preguntarle ¿En qué momento perdió todo ese amor que sentía por mí?...

Verena cambia de posición para sentarse a horcajadas encima de mí. Me mira a los ojos, no sabía que estaba llorando hasta que ella limpio mis lágrimas con sus dedos.

— Es horrible que vivas con este dolor adentro tuyo — murmura con la voz rota, sus ojos están rojos. Apoya una de sus manos en mi pecho, a la altura del corazón. — Con un dolor que ni siquiera es tuyo. Mira, no sé si soy la persona correcta para decirlo. Porque sigo intentando superar el engaño de mi ex y sigo intentando sanar mi corazón. Pero algo entendí de todo este sufrimiento, es que soy una patética de mierda por llorar por un amor que me abandono.

— Entonces también soy un patético de mierda — comento sin un poco de gracia.

Ella me da una sonrisa triste.

— Así es como me llamaste cuando me encontraste llorando a la salida del baño.

— Éramos dos patéticos.

— Lo somos — afirma —, dos idiotas patéticos que seguimos llorando por personas que dejaron de amarnos hace mucho. — Eso dolió, y dolió muchísimo. Creo que dolor se reflejó en mi cara, porque Verena me dio un beso fugaz en los labios antes de continuar. — Sé que fui dura y hasta cruel. Pero es la realidad y tenemos que aceptarla.

— Duele aceptarla.

— Pero es la única forma de avanzar.

— Es tan difícil — me queje. Me sentía un niño pequeño, uno indefenso y vulnerable.

— Estamos juntos en esto ¿Lo recuerdas? — pregunta sonriéndome, esa sonrisa tan cálida y tan triste a la vez.

No lo pienso, y la beso. La beso con ímpetu, con necesidad de ella. De su calidez, de su dulzura, de su bondad, de ese corazón tan hermoso que me permite ser vulnerable y no me hace sentir débil por serlo.

— Lo recuerdo... ayúdame a borrar este amargo dolor. —hable con la voz temblorosa. — Por favor ayúdame amor.

Sentía mi corazón martillando en mis costillas. Sentía que mis sentimientos, unos que no había tenido tiempo de procesar y mucho menos de analizar. Habían salido a la superficie, habían sido expulsados para ser dichos y escuchados.

— Te voy a ayudar siempre cariño. Solo permíteme hacerlo — dijo en el mismo tono que yo.

Ninguno de los dos lo dudo, antes de que pudiera procesarlo, nos estábamos besando con fiereza. Con una locura casi desesperada por consumirnos.

Porque así eran las cosas con Verena. No había término medio con ella. Es todo o nada, somos todo o nada. Somos un caos que no tiene fin y tampoco tiene un control.

Cuando ella se removió encima de mi pene, no tarde en embestirla con fuerza, pero lento. Lento para saborearnos, para volvernos locos de placer a medida que las embestidas subían de intensidad. Ella se movía en círculos encima mío dejándome entre las nubes.

Era así como se sentía dos guerras internar colisionando. Así como se debía sentir dos tempestades topándose.

Desbastador, arrasador y totalmente desenfrenado.

Habíamos hecho un desastre en el baño, todo estaba lleno de agua. Pero nosotros seguíamos en nuestro frenesí. Buscando una liberación que no tardamos encontrar, entre jadeos, besos y movimientos frenéticos. Llegando casi al mismo tiempo.

— Te sostengo amor.

— Te sostengo cariño.

***

Bajamos las escaleras entre besos y risas. No entendía bien que había pasado en el baño, pero si sabía que algo había cambiado.

Que los besos hace mucho dejaron de ser parte de un contrato.

Y ahora mientras la sostenía por la cintura y le plantaba un sonoro beso en la mejilla, haciéndola reír a carcajadas. Su mano se puso en mi mentón con claras intenciones de intensificar el beso.

— Siempre podemos volver a la habitación.

— No, tengo hambre — se queja ella contra mis labios.

— Comemos y luego escapamos...

— ¿Qué voy a hacer contigo? — se queja riendo.

— Besarme, besarme y sobre todo besarme — respondo con una sonrisa.

Ella ríe achinado los ojos, mostrando todos sus dientes. Se ve hermosa riendo.

De alguna forma Reni me convence de ir al comedor, en donde estaban casi todos. Pero noto algo raro, como una tensión pesada en el ambiente. Cruzo miradas con Lisandro, la cual me pone los vellos de punta.

¿Qué ocurre?

— Mierda — maldice Verena. Mirando hacia la izquierda, sigo su mirada hasta encontrarme con una pelinegra de ojosos grises.

Todos se quedan callados cuando entramos. Siento la mirada de todos encima de nosotros.

Pero mis ojos solo están enfocados en mujer pelinegra de ojos grises.

— Primito querido — saluda Misael desde la mesa.

Si o si, necesito saber que opinan de este capítulo. porque casi me dio un infarto cuando lo escribí.

besitos.

no se olviden de votar y comentar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro