Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

11. Piensa en la Biblia Verena, o mejor olvídate de ella.

11. Piensa en la Biblia Verena, o mejor olvídate de ella.


Verena.

Me despierto con mucho calor y sintiéndome totalmente fatigada. Como si una manada de elefantes me hubiera aplastado el cuerpo anoche. Siento mis músculos agarrotados y cansados.

Comienzo a ser consiente de mí alrededor, sintiendo un peso en mi cintura y calor en mi espalda.

Por favor dime que lo de anoche fue un sueño húmedo, y no que me volví a acostar con Ezra.

Me giro hacia la derecha, siento la respiración y el calor ahora en mi pecho. Con lentitud abro mis ojos, para encontrarme a Ezra dormido y completamente desnudo.

Miro hacia abajo, no hace falta ser una genia para saber que estoy desnuda al igual que él. Mis mejillas se sonrojan, lo cual es una estupidez. Considerando en todas las posiciones que Ezra me vio anoche.

¿Enserio otra vez? La última vez que nos acostamos, yo decidí que sería la última.

Pero veo que no es así. Me siento estafa y adolorida.

A mi cabeza llegan todos los recuerdos de anoche, luego de hacerle sexo oral. Pensé que el asunto terminaría allí, pero no fue el caso.

Ezra es un hombre tan apasionado y entregado en la cama, que me es imposible resistirme. Recordar lo que hicimos me excitaba, pensar en que su pobre sillón necesitara una limpieza profunda, me avergüenza.

Estoy excitada, enojada y avergonzada en partes iguales. Soy un completo desastre culpa de Ezra.

Piensa en la Biblia Verena...

Siento la respiración de Ezra pegarme en las pestañas, levanto la mirada para verlo dormir. Se lo ve muy tranquilo, voy a despertarlo.

No merece dormir tranquilo, mientras yo soy un manojo de sentimientos sin control.

— Vamos arriba — grite haciendo que frunza los ojos. — Dale amorcito, arriba que llegamos tarde al trabajo.

Suelta un gruñido al mismo tiempo que me aprieta contra su cuerpo. Dejándome como única opción, pasar mis brazos por encima de su cuello. Lo que creo yo toma como invitación para esconder su cabeza en mi cuello.

Su respiración tranquila, le hacía cosquillas a mi cuerpo. Estaba demasiado cómoda en esta posición, me deje llevar por el momento. Comencé a hacerle mimos en el cuero cabelludo, mientras él se afianzaba más a mi cuerpo.

Éramos un enredo de piernas y brazos, con respiraciones pausas y lentas.

Podía sentir su calor mezclándose con el mío, la piel contra piel. Un momento tan íntimo, tan nuestro. En este momento siento mi mente calmada y mis pensamientos están callados y mi corazón latiendo desembocado en mi pecho. Me siento tan complacida, pero al mismo tiempo asustada.

Es momento de alejarme, de irme antes... Antes de que me confunda.

Soy consciente que no soy de palo, que siento y en este caso. Sentir es un completo error y completa equivocación.

O quizás se deba a la cantidad de endorfina segregada por mi cerebro, que me tiene así. En cualquier caso debo irme.

Justo cuando estaba por moverme, sentí sus manos recorrer mis espalda desnuda con toques delicados y atrevidos. Alcanzado mi trasero, para empujarme hacia adelante. Chocando con su entrepierna desnuda.

La sensación de placer se extendió desde mi cabeza hasta las puntas de los dedos del pie. Beso mi cuello con delicadeza al mismo tiempo, que nos refregábamos el uno contra el otro.

Casi parecía que era un reflejo de nuestros cuerpos, como si fuéramos imanes que no podían estar separados.

— Ezra — gemí con la cabeza hacia atrás, dándole espacio para que me siguiera besando.

— Verena, creo que me volví loco — aseguro.

Sentí su miembro rozar mí, muy mojada, vagina lo que me hizo gemir y apretarme aún más contra él. Se sentía tan bien, tan placentero. No me preocupe por que su pene sin condón entrara en mí, ya que me estoy protegida por mi inyección anticonceptiva.

— ¿Por qué? — alcance a preguntar, cuando sentí su pene entrar por completo en mí.

Vi estrellas en ese momento, no vi un jodido universo. La boca de Ezra, sus besos, sus jadeos y sus embestidas, eran la gloria. Sentirlo, tenerlo y poseerlo sensaciones que no creí que pudieran darse en el sexo.

— Porque no importa cuántas veces, te haya hecho mía anoche — gimió en mi boca segundos antes de devorarla —. No me canso de tú sabor, tus besos, tus gemidos — me ferre con las uñas en su espaldas, mientras lo sentía completo adentro mío — No dejo de tener ganas de ti— su boca siguió un camino de besos hasta mi mentón y me mordisqueo con ansia —. No dejo de desearte — dijo mirándome a los ojos.

No sabía si eran sus palabras, su mirada codiciosa y lujuriosa. O la pasión con la que me estaba embistiendo. Pero me tenía loca y totalmente adicta a él.

Como si mi cuerpo pidiera a gritos que me reclamara, que me hiciera suya cuantas veces quisiera. Que yo lo recibiría con gusto, creo que eh perdido la razón.

Pero ahora, en este momento.

No me importa, no me importa para nada.

Quiero seguir siendo tomada por sus brazos anchos, ser enredadas en sus piernas largas y anchas. Quiero seguir perdiendo la razón con Ezra, quiero seguir en este descontrol tan vibrante, tan abrazador.

— Entonces, muéstrame cuanto me deseas. Quiero seguir sintiéndote — dije atrevida y sin ningún tipo de pudor.

Tomándolo por sorpresa, lo hice dar vuelta quedando arriba de él. Saliendo de él por completo, con rapidez me senté sobre su pene de nuevo, sintiendo su grosor completamente. Sus manos no tardaron en ir hasta mis caderas, para marcar un ritmo rápido y duro. Arqueo mi espalda por el placer, haciéndolo sonreír con satisfacción.

Me sentía como si fuera fuego, completamente en llamas. Cada parte de mi ardía y se consumía por sus toques, sus besos y mordidas.

Por este momento, y solo este momento. Me entregaría él.

Si total, solo es sexo. Solo es un contrato, con cláusulas especiales.

***

De vuelta el fin de semana.

De vuelta a pedir comida italiana a mi apartamento. Pero esta vez, con una mascarilla en la cara y buen Kadrama coreano. Este es mi plan para el viernes en la noche.

— ¡Eso es mujer! Muéstrale lo que vales a ese tarado — le grito al televisor. Mientras la protagonista le dice a su tonto ex, que la deje tranquila y que ya no lo ama.

Tomo un poco de mi agua, mientras hinco con el tenedor unos cinco ravioles y me los meto a la boca. Cuando estoy sola, se vale no tener buenos modales.

Sigo mirando la televisión, ahora apareció el protagonista masculino a salvarla y se dan un beso de amor. Aunque es un beso tierno y podría decir casto, me hizo chillar de la felicidad.

— ¡Que viva el amor!

Veo que la pantalla de mi celular se enciende. Por fin deje de recibir llamadas de mi familia y de Jeremías, creo que este entendió al fin el mensaje. Luca a quien no veo desde el incidente, le dejo en claro que se alejara después de golpearlo.

Todavía recuerdo las cosas que me grito. Pero mando esos pensamientos al fondo de mi cabeza en un rincón lejano y oscuro.

Miro la notificación, un mensaje de Ezra. Por alguna razón se me acelera el pulso y me pongo nerviosa con la anticipación de leer lo que dice ese mensaje.

Pasaron tres días desde que me desperté en su casa, y me hizo tener unos tres orgasmos, no hace falta aclarar que llegamos tarde a trabajar. Pero él es el jefe no sufrió ningún problema, en cambio yo tuve que reanudar sus citas de la mañana para el siguiente día y las de ese día, para el siguiente...Esa mañana fue un caos.

¡Maldito jefe calenturiento!

Miro el mensaje en la parte de notificaciones. Sin entrar al chat.

Ezra Jefe: Hola, estas? Que pregunta, seguro estas comiendo algo italiano.

Bueno, te paso a buscar en diez minutos. ¿Queres?

¿Qué? ¡Diez minutos! Miro mi atuendo, un remerón fucsia combinados con unos short mom azules. Lo peor de todo, es que tengo una mascarilla en la cara.

Antes de poder contestarle, el timbre suena al mismo tiempo que la pantalla de mi celular se vuelve a iluminar.

Ezra Jefe: Estoy afuera.

— ¿Qué mierda hace aquí?

Dejo el plato sobre la mesa, me dirijo hacia el baño para limpiarme la cara. Pero insiste con el timbre, tocándolo una y otra vez.

— Jodido niño inmaduro.

No me da tiempo de ir al baño, así que camino hacia la puerta. La cual abro con más fuerza de la que debería.

— ¡Que te paso! Tienes la cara verde.

— Es una mascarilla tonto, cuando dices en diez minutos. Esperas hasta que te responda.

— Pero ya estaba subiendo en el acensar, además quería ver como vivías en tu casa. Pero hasta adentro de tu casa estas vestida para salir.

— ¿Qué? — pregunto confundida.

¿Acaso esta drogado?

— Eso, hasta con esa mascarilla en la cara, estas completamente arreglada. Jeans, remera limpia y a la moda. Y hasta estas peinadas.

Toco la trenza cocida en mi cabeza, por instinto.

No estoy arreglada, soy un desastre — me quejo, me hago a un lado —. Adelante.

— Bueno, para mi estas hermosa. Quédate así, iremos a un bar con mis amigos.

— ¿Quieres que vea a tus amigos con estas pintas? No amigo.

— Auch, amigo me dolió.

— Bueno, no amorcito. No saldré vestida como una pordiosera.

— Así me gusta más — dice adentrándose al departamento. — Pero si te vez bien con esos shorts.

Se me acerco quedando frente a mí, su perfume me impregno. Me rodeo con sus brazos, pensé que me iba a abrazar, pero sus manos se dirigieron a mi trasero apretándome contra su cuerpo. Las palmas de mis manos, quedaron contra su torso.

Levanto la cabeza para mirarlo a los ojos, mientras yo lo miraba indignada por su osadía. Pero él tenía una sonrisa gatuna, sus ojos verdes brillaban emocionados.

— Mi trasero está bien, gracias.

Eso lo hace reír.

— Ya lo sé, está muy bien — lo apretó con más fuerza, este pervertido.

— Atrevido — me quejo seria. Pero la sonrisa que tiene Ezra, se me hace irresistible y termino riendo con él.

— Te dije que con esa carita verde, te ves hermosa.

— No, pero lo sé.

— Presumida.

— Siéntete cómodo de vagar por mi casa mientras, me doy una ducha y me arreglo.

— Pero si estás bien así — se queja, sabiendo que tiene que esperarme —. Pero si gustas, puedo enjabonarte así tardas menos.

— Ni si quiera lo pienses.

— Ya lo pensé, ahora es una fantasía sexual desbloqueada.

— Pervertido.

— Y de corazón, amor.

Ruedo los ojos, mientras voy al baño.

Dios mío, que voy a hacer con Ezra.

***

— ¿Y si no les caigo bien? — pregunto, justo antes de entrar al bar.

Es un bar baste grande, lo veo bastante vacío. Pero al ser tan temprano, ni si quiera en las once de la noche, la gente que está adentro solo viene a comer.

— Les caerás genial. Aunque Ciro, mi mejor amigo, es algo especial.

— ¿Especial?

— Si, ya me entenderás. Pero es un tipazo de igual forma, aunque todos los son.

Ezra abre la puerta con la mano izquierda, y con la derecha entrelaza mis dedos. El ambiente era cálido, la música estaba alta sin ser molesta y tenía un rico olor a comida. Odie a Ezra por no decirme antes, tengo la panza llena de ravioles.

— Allí están — señala una mesa en donde tres hombres, se encuentran riendo a carcajadas.

Con muchos nervios y ansiedad, me acerque a la mesa.

Todos al notar a Ezra se dieron vuelta con sonrisas en la cara, hasta que me vieron a mí. Sus miradas recayeron en mí, fue algo chistoso. Ya que tenía tres hombres altos, de casi metro noventa, mirándome como si fuera algo nuevo e innovador. No entendía mucho su reacción.

Reconocí a uno de ellos, Katzu, es un socio de Ezra lo había visto en varias reuniones. Es pelinegro, alto y de ascendencia coreana.

— Chicos, ella es Verena. Mi novia — me presenta.

— Hola — dije con una sonrisa, saludando con mi mano.

Los tres dejan de verme absortos, y se levantan de sus asientos para saludarme.

Paolo se me acerco y me dio un beso, tengo que admitir que su colonia olía exquisita.

— Hola Verena, que gusto volver a verte. — Me saluda.

— Lo mismo digo, señor Azukai — le devuelvo el saludo.

— ¿Señor? Este pibe tiene de todo, menos señor — se me acerco un rubio de ojos verdes, se parece mucho al príncipe encantador de Sherk — un gusto soy Paolo.

— El gusto es mío, Paolo.

— Y con respecto a lo que dijo este idiota, puedes llamarme Katzu.

— De acuerdo — dije con una sonrisa.

El otro hombre, es una belleza. Ojos azules, cabello negro oscuro y una sonrisa ladina perfecta. Se me acerco y me dio dos besos en la mejilla.

— Yo soy Ciro — me mira de arriba abajo. Hace un gesto de aprobación a Ezra—, un gusto conocer a quien saco de ese horrible poso depresivo a mi mejor amigo.

Miro a Ezra, quien rueda los ojos. Y le resta importancia con la mano.

— Mejor nos sentemos — comenta.

Me hacen un lugar, quedando entremedio de Paolo y Ezra, al frente quedan Katzu y Ciro.

— Entonces... ¿Crees que nuestro amigo es leal? — se burló Ciro.

— Tierno, amoroso — comenzó Paolo con voz aniñada.

Mis mejillas se encendieron, estaban recitando lo que dije en la entrevista. Dios mío, por esa razón no soy cariñosa.

— Nunca dije amoroso y tierno — dije riendo. — Pero si es leal.

Los cuatro se rieron, sentí el brazo de Ezra pasar por mis hombros.

— Ya dejen de molestarla — comenta el pelirrojo.

— Esta bien, solo que nunca me esperes que seas vos. Quien lo haga verse menos triste — cometa Katzu serio —, es decir. Lo viste como estaba, es bueno verlo sonreír y juntándose con nosotros de vuelta.

Mire a Ezra, quien tenía la vista fija en la mesa. No sabía que no había vuelto a juntarse con sus amigos desde lo de la arpía.

— Eso es verdad, no era lo mismo sin el pelirrojo — se lamenta Paolo —. De parte del grupo Verena, te agradecemos que lo hayas traído de vuelta.

— No hay de que, aunque no se bien que fue lo que hice — comente.

— Nosotros lo sabemos y eso es lo que cuenta — asegura Katzu.

La conversación fluyo entre todos, me hacían preguntas las respondía a todas. Menos a las que me preguntaban sobre mi vida como lady, al parecer gracias a mí tranquilamente podríamos hacernos pasar por una reunión de la ONU. Ciro es español, Katzu es de coreano, Paolo es Estadounidense, Ezra Argentino y yo inglesa.

Luego trajeron la comida, y aunque las pizzas y las papas se veían deliciosas. Lamentablemente estaba súper llena para comer algo.

— ¿No comes? — Me pregunta Paolo a mi lado, me doy vuelta para mirarlo.

— No, no tengo hambre — respondí.

— Algo malo debías tener — comenta Ciro —, sos de las que no comen en público — afirmo más que preguntar.

— No es eso, es que el señor aquí — señalo con mi cabeza a Ezra —. No me aviso que íbamos a venir a comer. Yo estaba cenando cuando se apareció.

— Si, tus ravioles estaban muy ricos por cierto — comenta riendo.

Me doy vuelta, para mirarlo con los ojos entrecerrados.

— Así que no estoy loca, yo sabía que había dejado comida en mi plato — le reclamo —, te comiste todo mientras me bañaba,

— ¿Qué esperabas? Tardaste años — se defiende.

Lo pincho con el dedo en el hombro. Este se queja de dolor, es un exagerado.

— Mal educado. No podes ir por la vida comiéndote los ravioles de los demás.

— Vos sos una mezquina — me da un golpecito en la nariz con el dedo —, aparte se iban a enfriar.

Ruedo los ojos, eso lo hace reír. A mi también me hace reír, porque es un bobo.

— La próxima les voy a poner sal.

— La próxima le voy a poner sal — se burló, intentando imitar mi voz.

— Dios mío, — comento indignada —, ya no quedan caballeros.

Haciendo que todos se rían a carcajada. No era un chiste, pero que bueno que los hice reír,

— Me cae bien, es aprobada — comenta Ciro con una sonrisa hacia su amigo.

Ezra le sonríe de vuelta.

— Ven ¿Qué les dije muchachos?

— Tenias razón— comenta Paolo. Katzu asiente estando de acuerdo con los tres.

Por dentro estaba festejando, les caí bien a los amigos de mi falso novio.

La noche estaba saliendo bastante bien.


Hola, buenas noches, como va todo por ahi?

que les pareció el capitulo?

espero sus comentarios.

las amo, y gracias por leer. No se olviden darle mg, y comentar. me hacen re felices, aunque solo sea para que actualice. ejejeje

besos, nos leemos el viernes.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro