10:Tensión.
La noche cae de nuevo.
Los duelistas se encuentran de nuevo en su habitación, a excepción de dos que aún ni se veían después de su último encuentro, era como si algo los estuviera separando o ¿era ese sentimiento tan desconocido que Florencia dentro suyo que los alejaba?, ¿será miedo?, ¿será incertidumbre?.
Yugi sigue caminando entre los pasillos, pensando en lo que le dijo aquel ente que lo protegía de Atem, pensaba en sí podía hacer algo con respecto a Yami y hacer que el verdadero Atem regresará, pero, ¿qué diferencia habría?, eran el mismo ser.
¿O no?.
Finalmente, y sin darse cuenta, llegó a la puerta de su habitación, ¿Yami estará adentro ya?, ¿debería de dormir en otra parte?, ¿le volvería hacer daño o algo más como la última vez?.
Por el bebé no se preocupaba por esa noche, ya que Joey y Kaiba se ocupaban de ello, eso significaban que solamente Yami y él estarían solos y al pendiente del otro.
Con la mano temblorosa sostuvo el pomo de la puerta.
No era momento para acobardarse, era momento de enfrentarlo de nuevo y exigir explicaciones.
Llenándose de valor, gira el pomo y se adentra para luego darse cuenta que la habitación se encuentra vacía.
Yugi suspira lleno de alivio y tal vez un poco decepcionado.
Creía que, tal vez, Yami le esperaría despierto, pero no.
Yugi sacudió su cabeza, ¿en que estaba pensando?, debía de quitarse esa imagen de su cabeza y plantarse la idea de que ellos ya no eran nada más que simples conocidos, aún qué últimamente Yami lo estaba confundiendo un poco.
¿Acaso estaba jugando con él?.
Su mirada se lleno de dolor y las lágrimas se acumularon en sus ojos, su corazón dolió y el presentimiento de que eso era así le embargo la mente.
Era lo más probable, ya que, la parte oscura de Atem siempre a sido así; traviesa, juguetona, fría, además de que no le imporía lastimar a los otros, con tal de obtener siempre la victoria intacta, solo, para, y únicamente para él, no le importara herir a los que estén a su alrededor.
Con esos pensamientos avanzó hacia su cama, fue quitándose su chaqueta y la dejó en la esquina de su cama, volteo por un momento hacia la ventana la cual estaba abierta y mostraba una luna blanca y brillante.
Parecía ser una noche calmada y tranquila. Yugi quisiera sentirse así, tranquilo, sin lidiar con esa situación de peligro constante y sin tratar de protegerse las espaldas de lo que una vez fue su mejor amigo, pareja de duelo y novio, ahora vuelto su enemigo.
Se acercó a la ventana dispuesto a cerrarla, cuando tocó la madera de ventana, sintió como unas manos se colocaban en su cintura, al mismo tiempo sintio la cercanía de un cuerpo detrás suyo.
—¿Me estabas esperando?. — Preguntó Yami a la par de la oreja de Yami, en un susurro suave que hizo que le recorrierán escalofríos al menor, sin embargo también un fuerte dolor le albergó, aquel ahora alojándose en su pecho y la respiración entre cortandose de repente.
Yami gruñó lleno de molestia y enseguida se separó de Yugi, tomando su distancia.
“Estúpido hechizo”
Pensaron ambos reincorporandose, cada quien en su lugar.
— Iba a dormir. — Dijo apenas audible Yugi mientras regulaba su respiración y el dolor desaparecía de a poco.
Pero Yami no dijo nada, solo se quedó observando a Yugi como es que se recuperaba.
De una u otra manera debía de conseguir romper ese hechizo que los separaba. Si seguían así, ambos se iban a lastimar, más Yugi y sí el menor salía mayormente lastimado, era obvio que terminaría odiandolo y él odiandose así mismo, pues necesitaba a Yugi para sus propios planes, que para nada se frustrarian.
— ¿Por qué estas aquí?. —
—¿Acaso no puedo venir a dormir también?, ¿tengo que pedirte permiso, acaso?. — Dijo toscamente Yami mientras le daba la espalda a Yugi mientras esté le observaba tan atento pero con esa mirada de ciervo herido.
Yami se quito su chaqueta y Yugi no dijo nada solo se volvio a su cama, no iba a discutir con aquella sombra, solamente quería descansar y no pensar nada más, solo por esa noche quería paz y calma.
— ¿Acaso no piensas contestarme?. —
No le respondería, se limitaría a ignorarle, ya se cansaría en su momento.
Yugi fue quitándose sus zapatos, su cinturón de su pantalón, ¿debería quitarse también la camisa, el pantalón también?, quería dormir cómodo, pero Yami lo consideraría un pervertido.
— Sí no vas a darme un buen espectáculo de desnudo, pues yo si lo haré. — Comento aquel tricolor mayor quitándose las prendas: camisa, cinturón, zapatos y finalmente el pantalón se deslizó por aquellas piernas fuertes y tonificadas dejándolo solo con bóxer.
Yugi se puso nervioso y se sonrojo fuertemente, agradeció en lo más profundo de su ser que las luces estaban apagadas, así ocultara su enorme sonrojo y su vergüenza a parte de las enormes ganas de voltear y verlo.
—¿Quieres dormirte de una maldita vez?. — Se quejo Yugi mientras soportaba las ganas de gritar y de salir corriendo, porque eso solo le costaría lo que quería escuchar. —Dime una cosa. — Dijo Yugi. —¿Por qué volviste?. —
—¿Por qué no hacerlo?. — Contestó Yami de vuelta con una ligera risa traviesa y malvada. — ¿Acaso no me extrañabas?. —
—Absolutamente no. — Contestó Yugi decidido... Pero...
—Eres un mentiroso. —Le dijo el otro, dándose cuenta de la gran mentira de Yugi. Aún que el menor quisiera negarlo y ocultarlo, sabía de sobra, que una parte suya, tan siquiera una pequeña mínima parte de él, lo extrañaba.
Después de todo, ¿cómo puedes olvidar al ser que te protegió toda tu niñez?, al aquel ente oscuro que te priorizó primero?, ¿aquel que lo defendió de sus abusores? Y también, ese lado que Yami negaba, se preocupaba por ese pequeño chico.
Sí , Yami, ni se podía mentir él mismo, quería a Yugi. Le tenía cariño. Pero luego todo, y conforme pasaba el tiempo, las cosas fueron cambiando.
—¿Crees que puedes mentirme, Yugi? ¿O mentirte a ti mismo?, tú me quieres . — Aseguro Yami con voz seria y gruesa, oh cuántas ganas tenía Yami de acorralar a Yugi, intimidarlo, verle directamente a los ojos y dicirles mil cosas, como por ejemplo: Que Yugi era un completo masoquista, pues gustaba del dolor en pequeñas cantidades que lograban despertarlo y excitarlo en ciertos niveles.
Pero no podía decirlo por ciertas razones.
—¿O me equivoco?. — Prosiguió Yami con su cuestionamiento a Yugi, Yami pensaba que no diría nada que todo se quedaría en silencio, pero no.
Yugi se quito su camisa, revelando su piel blanquecina la cual se hacía notar incluso por la luz de la luna que traspasa a la ventana, Yami admiro esto con devoción y se deileto con la deliciosa imagen de Yugi quitándose los pantalones, dejándose con solo el bóxer.
— Sí, te esquivocas. — Dijo Yugi, volteandose para mirar a Yami. — ¿Por qué piensas que te eligiria a ti?, no tienes nada que me atraiga. —
Yami alargó su sonrisa.
—¿Qué no tengo nada que te atraiga?, ¡ja!, dejame reírme por tu buen chiste, aibou. — Yami no lo dudo y comenzó acercarse a Yugi, el cual retrocedió hasta caerse en su cama boca arriba, Yami aprovecho y acorralo a Yugi sin tocarlo, coloco sus manos a ambos lados de la cabeza de Yugi, el menor se sintió intimidado y el sonrojo apareció en sus mejillas al instante, al igual que de apoco el dolor en pecho iba apareciendo y la dificultad por respirar también, pero era soportable.
Mientras Yami no le tocará, sus síntomas no iban a empeorar.
— Te gusta que te trate de esta manera. Te excita que ponga mi única atención en ti, a pesar de cómo soy contigo actualmente, puedo ser brusco, puedo ser cruel y frío, pero debes de admitir que eso te encanta, porque sabes que puedes lidiar con ello, porque sabes que puedes soportarlo y porque sabes que puedes controlarme a tu antojo a pesar de cómo soy contigo. —
Odiaba admitirlo, pero el que tenía las riendas en esta situación era...
—¿No entiendes que tu posees el control de todo esto?. — Le confesó Yami y por primer vez, Yugi vio a Yami sonrojarse ligeramente. — Actualmente tu me tienes como tú esclavo. — Sé alejo del menor, haciendo que Yugi respirara de nuevo y que su pecho dejara de doler. — Pero eso cambiará. Te lo juro. — Dijo Yami. — Te quítare lo que me arrebataste. —
Yugi lo miró confundido.
—Mi libertad. —
*Continuará...
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