12. Buenos días, Excalibur
Este dibujo fue un regalo de @AikaLovesDeath, una de las mejores amigas que podría pedirle a la vida. Aika, mil veces gracias por un detallazo tan bonito y tan sensualóooooon... Y vosotros no olvidéis seguirla en twitter ( su usuario es ARandomGoat5) y en Instagram (AikaLovesDeath)
El día acababa apenas de despuntar cuando Deathmask, ya recuperado, se desperezó en la gran cama de sábanas oscuras con un suspiro de satisfacción. A su alrededor, la ropa de los tres, esparcida en un caótico remolino, se mezclaba con los juguetes del baúl de Shura, evidenciando la intensidad de lo que había sucedido unas horas antes. Incorporándose sobre los codos, localizó a Kyrene sentada en el butacón de cuero, tan desnuda como él, abstraída en averiguar cómo pedir el desayuno a través de la tablet del servicio de habitaciones.
—Gatita, buenos días... —murmuró, levantándose para besarle la mejilla con ternura— ¿Has dormido bien?
—De maravilla, mi amor —respondió ella—. ¿Quieres un café y algo sólido?
—Claro, pide lo que te apetezca y vuelve a la cama con nosotros hasta que lo traigan... —la tomó de la mano y se echó junto a ella, sin molestar a Shura, que yacía bocarriba con la mitad inferior del cuerpo cubierta por la sábana.
Kyrene se dejó abrazar y suspiró como si fuese a adormecerse de nuevo, pero enseguida su mirada se dirigió hacia el panorama que ofrecía el amigo de su novio, llena de curiosidad.
—Espera, ¿crees que está...? —inquirió, con una risita traviesa, señalando la entrepierna del español.
—¿Empalmado? ¡Seguro! Siempre se despierta blandiendo la legendaria Excalibur que le cuelga, desde que recuerdo...
—Eso es lo que yo llamo información interesante —agarró una esquina del tejido con dos dedos y sonrió al corroborar que Deathmask tenía razón—. ¿Y si jugamos un ratito con él? ¿Crees que se enfadará?
—Si le enfada que una mujer arrebatadoramente guapa le dé los buenos días con sexo, es que es un gilipollas... Pero yo te ayudo, ¿de acuerdo?
Asintiendo con picardía, Kyrene adhirió su cuerpo al del caballero de Capricornio y comenzó a acariciarle el pecho, percibiendo en el acre aroma de su cuello una mezcla de loción para el afeitado y sudor que le resultaba enloquecedora. Detrás de ella, Deathmask la enlazaba por la cintura, besándole el hombro y susurrando en su oído, como un demonio tentador:
—No seas tímida a estas alturas, gatita... Agárrale la polla, lo estás deseando... —ordenó, tomando su muñeca para dirigirla por el abdomen de su compañero hasta la erección todavía oculta por la tela.
Ella cerró los ojos un instante y se mordió el labio, presa de un súbito escalofrío morboso: a veces tenía la sensación de que ese hombre podía leerle el pensamiento. Él retiró la sábana y contempló cómo los dedos de Kyrene rodeaban con codicia aquel mástil e iniciaban un sensual e hipnótico movimiento, arriba y abajo.
—Dioses, me pone tan cachondo verte hacerle esto que podría metértela ahora mismo —aseguró, separándole los glúteos para insertar entre ellos su pene, que comenzaba a endurecerse.
—No presumas tanto, todavía no estás listo...
—Dame treinta segundos y te haré un agujero nuevo, gatita —se jactó él.
Un suave "ahá" fue la única respuesta de Kyrene, ocupada ahora en besar la viril mandíbula de Shura hasta llegar a su garganta, sobre la cual trazó pequeños círculos con la lengua mientras Deathmask rodeaba su mano, marcándole el ritmo con el que ahora ambos le estimulaban.
—Shura tiene el sueño muy pesado, nena. Es posible que necesite algo más para despertar...
—Me dan ganas de ser mala con él...
—A mí también, ¿por qué no?
Deathmask se apartó de Kyrene y, con un gesto hábil, se sentó en la cadera de Shura, de modo que sus miembros quedaban uno sobre el otro. Conteniendo un jadeo de excitación al contemplar aquella estampa, ella se arrodilló junto al italiano, le rodeó los hombros con un brazo y usó la mano libre para masturbarles a los dos a la vez, ofrendándole su boca hambrienta de besos.
—Ahora entiendo por qué insistías en que querías vernos juntos... Anoche, cuando nos besamos, yo... —trató de explicar, soltando algunos gemidos provocados por los certeros toques de Deathmask en sus pechos.
—Fue algo espontáneo... Ah, por Zeus, aprieta un poco más... Más rápido, nena...
—Joder, ese momento en que estábamos los tres en la piscina, morreándonos...
—Lo sé... Este cabrón está muy bueno, ¿verdad?
—¿A quién llamas cabrón, so cabrón?
La pareja interrumpió su beso para mirar a Shura, que por fin había recuperado la consciencia y les observaba, con los brazos cruzados bajo la cabeza y una sonrisa de satisfacción en el rostro.
—Buenos días, sexy —Kyrene fue la primera en hablar, inclinándose sobre él para morderle la boca con suavidad—. Queríamos darte un despertar agradable...
—Es una idea muy buena...
—Kyrene y yo somos especialistas en el sexo matinal, ¿verdad, gatita?
Ella, que continuaba devorando los labios del décimo guardián, asintió:
—Y tú lo estabas pidiendo a gritos... Nos has destapado a todos de tanto levantar la sábana con el sable...
Los caballeros se echaron a reír ante la inesperada salida de tono de la joven, que aprovechó la distracción para descender por el torso de Shura hasta su vientre, sacar la lengua y pasarla por ambos glandes, ensalivándolos y exhalando su cálido aliento sobre ellos.
—Sois míos, los dos... Y me encanta... —proclamó, tomándolos de nuevo en su mano y aplicando la boca sobre uno y otro alternativamente, decidida a devolverles todo el placer que ellos le habían brindado la noche anterior... y a cobrarse todos los azotes y maldades.
La noche del domingo solía ser tranquila en la taberna y esta no era una excepción: apenas media docena de clientes bebía y charlaba a la pobre luz de las bombillas, lo cual implicaba que una sola persona podía sacar adelante el trabajo sin ayuda.
—Por las barbas de Zeus, gatita, te juro que tengo agujetas en zonas del cuerpo que no sabía que podían dolerme... —comentó Deathmask, acodado en un rincón de la barra.
Kyrene escuchó la queja de su novio mientras decoraba con fresas dos copas de balón rellenas de un líquido rojizo y se acercó con un cómico contoneo y la sonrisa bailando en los labios.
—No te esperabas ser el siguiente en terminar atado, pero es que solo faltabas tú... —susurró, dando un trago a una de las bebidas y besándole a continuación.
—¡Nunca dejas de inventar nuevas pociones! ¿Qué lleva esto?
—Es una variante de la "muerte roja", pero sin alcohol.
—Pues está muy bien, gatita. Casi tan rica como la que creaste en mi honor —la halagó él, relamiéndose.
—Voy a hacer de ti un hombre decente y abstemio—rio ella—. ¿Estás muy dolorido, entonces?
El caballero deslizó un dedo por el cuello de Kyrene, recorriendo el camino de marcas violáceas que habían dibujado entre Shura y él unas horas antes y que la camiseta de cuello perkins no lograba ocultar por completo. Su propia muñeca lucía una pequeña laceración producto del entusiasmo de la joven al cerrarle las esposas.
—Lo justo para ponerme más cachondo que un adolescente cada vez que recuerdo todo lo que hicimos... —confesó, en voz baja.
—No esperaba que Shura y tú os lo montaseis... —dijo ella, pasando el índice por el borde de la copa y colándolo entre los labios del italiano, que lo succionó con suavidad sin dejar de mirarla a los ojos.
—No finjas ser un ángel, estabas deseando verlo... Fuiste tú quien me lubricó la polla a lengüetazos y me la agarró para metérsela...
—Joder, me encanta tu forma tan sucia de hablar.
—A mí me encanta todo de ti, gatita pervertida.
—Lo sé.
—Me volví loco cuando le hiciste chuparte mientras yo le daba por detrás... —rememoró él, con los labios tan cerca del oído de Kyrene que ella no pudo reprimir un escalofrío.
Sus mejillas enrojecieron de vergüenza y excitación ante aquella imagen mental. El juego con los dos caballeros había hecho aflorar sus fantasías más delirantes y ellos no se habían quedado atrás a la hora de proponer sus ideas y entregarse a las del resto; lo que en principio iba a ser solo una noche se había alargado durante todo el domingo hasta que hubieron de regresar a Rodorio, en un trayecto que Shura hizo en el asiento de atrás del coche alquilado por Kyrene, dormido con los brazos cruzados sobre el pecho y sin inmutarse siquiera cuando Deathmask decidió que el rock duro era la banda sonora adecuada para el viaje.
—Me daba morbo ver su cara de placer y tus manos marcando unas caderas que no eran las mías... Y entonces, tú le agarraste del pelo y le amenazaste con parar si no se esmeraba con la lengua...
—Ese tipo de comentarios amorosos siempre funciona con Shura —sonrió Deathmask, con una chispa de malicia en los ojos.
—¿Tú y él soléis...? —preguntó ella, dubitativa.
—Solíamos. Alguna que otra vez, hace tiempo. Ya te lo dije: después de una buena pelea, el cuerpo pide más. Y ya ves que Shura es todo un hombre de acción... Pero hacía mucho que no estábamos juntos. Nunca era premeditado —Kyrene asintió y se llevó la copa a los labios— ¿Por? ¿Te molesta?
—Para nada, mi amor. Es pura curiosidad. ¿Y Afrodita?
—¿Afrodita...?
—Ah, vamos, no te hagas el tonto... ¿lo has hecho con él?
Deathmask elevó una comisura hasta dibujar una mueca perversa y bajó aún más el tono.
—Ahí donde le ves, en la cama no tiene nada de delicado ni de dulce... Es un íncubo, no sabe parar una vez que empieza.
Kyrene estalló en una carcajada ante aquella confesión y se limpió la boca con el pulgar, oteando a ambos lados para asegurarse de que nadie les prestaba atención.
—¿En serio? Parece tan cariñoso...
—No te dejes confundir por su apariencia. Está hecho de pura lujuria —insistió el italiano—. ¿Es que quieres algo con él?
—¡Eh, eh! ¡Modera tu entusiasmo, caballero! Aún estoy conmocionada por lo de este fin de semana, ¿no crees que es un poco pronto para pensar en esas cosas?
—Bueno, hablando de "esas cosas", Kyrene... —dijo él, repentinamente serio— No me malinterpretes, pero espero que sepas que, a pesar de la imagen que doy, no soy un tío posesivo ni un puto enfermo. A mí no me molesta que otras personas te gusten y que quieras acostarte con ellas; eso no significa que no te quiera, al contrario... Necesito verte feliz. Me preocupa pensar que, para contentarme, dejes de hacer las cosas que deseas.
La camarera le observó con una ceja levantada.
—Me ha quedado bastante claro, mi amor. ¿Por qué sacas el tema de nuevo?
—No querría que pensaras que esto solo aplica cuando a mí me conviene. Es verdad que me moría de ganas de verte con Shura y que me gustó tanto que no conseguí cumplir mi parte de la apuesta, pero escúchame: no tengo problema en que lo hagas más veces... con quien tú quieras, es decir, sin mí.
—¿De qué estás...?
—No necesito estar presente. O sea, me gustaría verlo, no te voy a mentir, pero entiendo que acabas de cumplir veintitrés años y tienes una vida por delante... eres muy joven, no quiero que desaproveches oportunidades por mí. No sé si me explico.
Kyrene reflexionó durante unos segundos. Su índice jugaba con la fresa de su copa, hundiéndola una y otra vez como si fuese un barquito en una tempestad.
—Te explicas y te lo agradezco, Death, pero si te soy sincera, tú eres la persona con quien más disfruto del sexo. Lo de Shura ha estado bien... muy bien; pero te prefiero a ti y eso no va a cambiar. Lo que siento por ti convierte en especial cualquier cosa que hagamos, en la cama o fuera de ella.
El caballero sonrió, lisonjeado.
—Bueno, por mucho que puedas cenar este solomillo cada noche, quizá a veces te apetezca algo de comida basura. Yo solo digo que te des el capricho si el cuerpo te lo pide, gatita.
—Está bien. Pero promete que tú harás lo mismo.
—¿Y tener que aprenderme los gustos de otra persona? ¡Dioses, qué pereza! Yo me quedo con mi jugosa pechuga tesalonicense... —aseguró, estirando el brazo para agarrarle un pecho con aire bromista.
Ambos rompieron a reír, atrayendo durante unos segundos las miradas del resto de los presentes.
—Va, promételo. No sería justo que solo yo me divierta. Al fin y al cabo, tú también eres muy joven... y guapo, mírate —dijo Kyrene, acariciándole la mejilla—. Es más, creo que deberíamos contarnos estas cosas. Los dos disfrutamos con una buena historia, ¿no?
—Tienes razón, gatita. Entonces, ya que estás conforme, me gustaría que me avisaras si te vas con alguien, por tener la tranquilidad de que estás bien. ¿Es mucho pedir?
—No lo es. Yo también preferiría saber qué pasa para no estar preocupada.
—Bien, pues parece que tenemos un acuerdo —sonrió él, con el meñique extendido—. ¿Trato?
—Trato —concordó ella, enlazando el dedo con el suyo—. Por cierto, ¿sales de misión?
—Sí, en cuanto te deje bien satisfecha esta noche agarro la armadura y me marcho. Ya he gastado mis días libres dándoos duro a ti y a ese español sádico —Deathmask acompañó su respuesta subiéndose ligeramente la camiseta para exhibir su abdomen surcado de arañazos y mordiscos.
Ella sumergió la fresa una vez más en el líquido y la introdujo en la boca del italiano, besándole a continuación.
—Te echaré mucho de menos, pero tengo una bolsa llena de ropa interior para ti.
—Mmmh, ¿un recuerdo para que lleve tu delicioso aroma conmigo mientras salvo el mundo, gatita? No sé si debo, ¿y si mis compañeros lo ven y se enamoran de tus feromonas? Podría ser peligroso, piensa que voy con Aldebarán y, de verdad, no creo que tu cuerpecito soporte su enorme...
—¡Idiota! —le increpó ella, sin poder contener la risa— ¡Está limpia! ¡Es para que vayas cumpliendo tu parte de la apuesta!
—Ah, ¿en serio? ¡Tienes el novio más sexy, fogoso y liberal del planeta y te distraes con una minucia como el resultado de una estúpida apuesta...! —exclamó él, teatral.
—Sí. Vas a ser un hombre de palabra y te pondrás mis bragas. Quién sabe, quizá me guste y te las haga llevar siempre.
—Quién sabe, quizá me guste y te las robe todas para que vayas a culo suelto...
Y hasta aquí el primer gran lemon del fanfic. Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo escribiéndolo, desde la planificación hasta las confesiones de Deathmask. Prometo que ahora comienza otra etapa diferente, que no solo de sexo vive una autora. Si te está gustando, por favor, déjame una estrellita, comenta cuanto quieras y compártelo por ahí. Escribo por placer y para mí misma, pero no está de más un poquito de masaje al ego...
Gracias por el apoyo. ¡Mañana, siguiente capítulo! Se titula "No subestimes a una bravucona" y en él recuperamos a la Kyrene más genuina y malhumorada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro