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— GAME ON —







TEMPESTAD GIMIÓ EN EL OÍDO DE PAUL AL SENTIR UNA OLEADA DE PLACER EN SU CUERPO. El muchacho la penetraba sin parar, apretando su cuerpo con sus manos tratando de controlarse al tener la mirada fija en los senos de Tempestad moverse sincronizada con sus embestidas.

El gemido de la morena hizo que Paul se encienda aún más, comenzando a mover su cuerpo sobre el de ella más rápido y firme.
Tempestad se removió un poco incomoda al sentir una pequeña punzada dentro de ella, haciendo que busque empujar un poco a Paul para que se detenga, pero el moreno siguió.

—Paul, espera me está doliendo— mustio la muchacha bajando la mirada a la fricción de sus cuerpos.

Paul no contestó, se limitó a agarrar las dos muñecas de Tempestad y a penetrarla a un con más fuerza haciendo que ella se comience a remover ante su agarre.

—Ya en serio, Paul. Me duele.

Los ruegos de la muchacha para que pare no parecía afectarlo en lo absoluto, Tempestad comenzó a luchar con más fuerza y a insistir para que salga al sentir como el dolor se hacía cada vez más intenso tanto dentro como afuera.

—Paul, sal. Me esta doliendo. Quiero que pares.

Los gemidos de placer comenzaron a ser unos de dolor. Podía percibir como su vagina pedía por favor que pare, pero a pesar de sus insistencias Paul seguía como si nada. Lucho aún más fuerte para liberarse, miró desesperada hacia su costado, clavando la mirada en la puerta.

Esto se le había ido de las manos. No quería seguir teniendo sexo con Paul.

—¡Déjame! ¡Me está doliendo! ¡Sal!

Los chillidos de la muchacha hicieron que Paul en un rápido movimiento agarre ambas muñecas y las coloqué sobre la cabeza de la muchacha, observando como las lágrimas comenzaban a salir de sus ojos. Con su mano libre le tapó la boca buscando amortiguar toda queja o sonido que salga de ella.

Tempestad no dejó de chillar y removerse para sacar al muchacho sobre ella, pero claro estaba que el era aún más fuerte en todo sentido.

—¡Jake!— chilló Tempestad al ver a su hermano furioso.

Paul salió disparado hacia atrás, donde fue tomado del cuello por Jake mientras que lo apretaba contra la pared, mientras que Tempestad tomaba rápidamente la remera del chico para colocársela, impidiendo que su hermano la vea desnuda aunque a este poco le importaba en ese momento.

—¡¿A caso no entendiste que dijo que pares?!— le grito Jacob en el rostro del moreno, el cual estaba rojo ante la falta de oxígeno.

Su hermano se llevó a Paul desnudó y a rastras hasta afuera de la casa, Tempestad amagó a levantarse para seguirlos y detener a su hermano pero el punzante dolor en la parte baja de todo su organismo la hizo gemir de dolor.

Billy Black entró a su habitación rápidamente, girando las ruedas con toda la fuerza y velocidad que le permitía.

Tempestad comenzó a lloriquear ante el dolor, colocando una mano en su abdomen bajo, haciendo que su padre se alarme ante su llanto.

—Papá, me duele.

Billy Black no supo que hacer. Su hija lloraba del dolor y su otro hijo estaba moliendo a golpes a un muchacho desnudo en el patio delantero de su hogar. ¿En que momento se fue todo tan a la mierda?

Observo la remera verde militar que tenia puesta su hija, donde en la parte baja iba manchándose con sangre poco a poco, sangre que venía de dentro de ella.
Giró su silla de ruedas y fue a buscar rápidamente a su hijo.

Tempestad poco a poco fue quedando acostada a medida que sollozaba, no era la primera vez que Paul hacía eso. No lloraba por el hecho, lloraba del dolor.

Jake entro a la casa rápidamente al escuchar como su padre le había dicho que Tempestad sangraba. Corrió hasta la habitación de su hermana y se le encogió el corazón al verla tan vulnerable y llorosa. Su hermana estaba en posición fetal aun sollozando, encogiéndose ante la mirada de él.

Iba a arrancarle la cabeza a Paul Lahote.

Se acercó lentamente a su hermana, agachándose a la altura de su cabeza, observando como ella no lo miraba mientras seguía sollozando.

—¿Puedo tocarte?— inquirió Jake en voz baja, pero ella negó con su cabeza. —Tempestad tenemos que llevarte al médico.

Negó aún más con rapidez. —Ningún médico.

—Tempestad, estas sangrando— pronunció su hermano tratando de razonar con ella.

—No me importa.

—Tempestad— mustio entre dientes. —Estas sangrando, quieras o no te llevare al médico y luego iremos con la policía...— dejo de hablar viendo como su hermana negaba.

—Si me llevas con la policía te hago la vida imposible, Jacob— murmuro mirándolo a los ojos.

—Tempestad— trato de razonar su padre haciendo que ella lo mire fulminándolo.

—Tenemos que llevarte al médico y hacer la denuncia— insistió su hermano.

—No.

Tempestad se movió dispuesta a girar pero el dolor se expandió por su cuerpo haciendo que gima y siga llorando.

—Te llevaremos a la casa del doctor Cullen, ¿lo recuerdas? El té ayudo cuando quemaste tu mano— aconsejo Jake insistiéndole a su hermana.

—Jake— advirtió con su voz Billy, pero el recién nombrado giró la cabeza hacia su padre.

—Deja la rivalidad para otro momento, Tempestad está sangrando, maldita sea papá.

Giró nuevamente a ver a su hermana, quien muy a su pesar terminó asintiendo, permitiéndole a su hermano tomarla en brazos dispuesto a llevarla a la casa Cullen.
Gimió de dolor ante el agarre torpe de Jacob, haciendo que ella se aferre con sus uñas a la nuca y hombro de su hermano.

Tempestad no supo mucho en esos instantes, sólo podía escuchar sus propios jadeos y gemidos de dolor al sentir como la metían en un auto acostada en la parte trasera.
No supo cuánto estuvo, ni tampoco recordaba dónde la estaba llevando, solo se limitaba a analizar en qué momento su relación con Paul se había vuelto eso.

Sintió como el auto se detuvo sacándola de sus pensamientos.

—Los estábamos esperando, ya esta todo listo. Entren, rápido— escuchó la única voz que Tempestad era capaz de reconocer de todos los Cullen.

Alice.

—Alice— lloriquieo mientras sentía que su hermano trataba de sacarla del auto, fallando en el intento haciendo que su cuerpo se contraiga de dolor.

—Déjame a mi.

Se sobresaltó al sentir una gran mano fría en su muslo, pero rápidamente la quitó al observar como Tempestad reaccionaba.

—Tempestad, déjame llevarte dentro, estás aquí para que mi padre te ayude. 

—Emmett— sollozo la muchacha, el recién nombrado entró la mitad de su cuerpo al auto, colocando nuevamente su mano en su muslo dejando suaves caricias.

—Vas a estar bien, bebita.

El alarido de dolor resonó por todo el radar Cullen en el momento que Emmett la movió.






•••




Tempestad observo sus piernas levantadas junto a una manta celeste descartable en los muslos, sin permitirle ver mas allá de lo que el doctor Cullen estaba haciendo.

Miró hacia su costado, encontrándose con Rosalie sentada en un sofá individual alejada de la situación, concentrada en la revista que tenía en manos, como si fuera lo más interesante del mundo.

Carlisle Cullen había insistido en que uno de sus familiares la acompañe dentro del consultorio mientras que el la revisaba, ya que era tanto ilegal como incomodo ellos solos en una habitación. Pero ella se negó a que su hermano o padre le vean su vulva; por lo tanto, Rosalie se metió en la habitación sin pedirle permiso.

Agradecía que la rubia esté en sus propios problemas, simplemente haciendo presencia.

—¿Ahí te duele?— preguntó el doctor Cullen palpando una zona vaginal de Tempestad.

—Tu eres el que tiene los dedos en mi vagina.

Escuchó la leve risa del doctor Cullen ante lo dicho por ella, limitándose a seguir revisándola.

—Auch.

—Tienes un desgarro vaginal, nada de que preocuparse siempre y cuando sigas mis indicaciones— concluyó el doctor Cullen a medida que se levantaba de la silla y la observaba mientras se quitaba los guantes. —Trataré de convencer a tu padre para que te quedes unos días en observación, tu hermano se puede quedar conti-— Tempestad lo interrumpió.

—No pienso quedarme.

—No te estoy preguntando, Tempestad— contestó Carlisle haciendo que Rose despegue la mirada de la revista ante el tono que utilizó el doctor. —Sufriste un abuso sexual que te dejo cicatrices, debes quedarte en observación.

Dicho esto el doctor dejó de discutir con la muchacha saliendo del consultorio. Rose se levantó del pequeño sofá dejando la revista allí, y se acercó a la muchacha para colocar una mano en su hombro, haciendo que ella gire su cabeza de mala gana hacia la rubia.

—La persona que te hizo esto, créeme, no te ama.

—¿Y quien mierda eres tu para venir a hablarme como si nos conociéramos de toda la vida?






•••






Tempestad suspiró con los ojos cerrados al escuchar la puerta del consultorio Cullen abrir y cerrarse, junto a unos pasos cautelosos acercándose.

—Jake, vete. No quiero escuchar tus sermones.

—Hasta ahora soy pálido y de pelo corto...— Tempestad abrió sus ojos observando al muchacho parado a unos metros de ella. —Pero si quieres decirme Jake al menos espera a que me broncee.

Tempestad bufo ante las palabras de Emmett Cullen. El muchacho sonrió gloriosamente al observar la reacción de la muchacha en la camilla de su casa, se acercó lentamente a ella con sus brazos cruzados, haciendo que sus músculos inconscientemente se tensen.

—¿No tienes cosas de pálidos que hacer?— inquirió Tempestad utilizando el apodo de los Quileutes para las personas de Forks.

—¿Y perderme la belleza vecina? Ni en sueños— coqueteo indirectamente sin quitar la sonrisa de su rostro.

—Puedes hacerlo mejor que eso.

Ambos se fundieron en el silencio.
Carlisle le había aplicado un ungüento tanto dentro como afuera de su vagina, su padre había aceptado a regañadientes a dejar su hija allí y en ese momento Jake tendría que estar buscando ropa para quedarse en la casa del enemigo a cuidar a su hermana.

Emmett apretó sus labios y se acercó un poco más a la camilla donde estaba Tempestad, haciendo que ella lo mire analizándolo con sus orbes marrones casi negros.

—Dime el nombre y lo mato, Tempestad— mustio Emmett lo suficientemente bajo para que ella sola lo escuche por mas que nadie estaba en la habitación.

La muchacha no contestó, solo se quedó observando esos orbes dorados que la hacían poner los pelos de punta, siendo por primera vez que realmente se diera cuenta de la suma belleza que poseía el musculoso de la familia.

—Di una palabra y lo mato, no me importa.

Tempestad se permitió sonreír ante las palabras del muchacho y la seriedad de su rostro, estaba segura que lo decía en serio.

—¿Matarías por mi?

—Te traigo la oreja si quieres— volvió a hablar seriamente haciendo que Tempestad sonría aún más.

—Dulce— respondió Tempestad. —Pero jodidamente enfermo por alguien que no conoces.

Emmett Cullen sonrió de lado. —Entonces déjame conocerte y luego lo mato.

Tempestad le sonrió al pálido con su mirada fija en sus ojos, haciendo que el muchacho la imite. Juego comenzado.

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