Tempestad - Parte 1
Tempestad - Parte 1 (por Celino)
Qué extraña es la juventud, la época dorada de nuestras vidas. Uno lo posee todo durante esos años. Fuerza, motivación, sueños, libertad, falta de temor, e incluso la inocencia como para creer que nuestros anhelos pueden ser alcanzados con tan sólo enlistarnos en la tripulación de un barco y hacernos a la mar.
La arrogancia de creer que con intentarlo lo suficientemente fuerte podemos dejar nuestra huella para al futuro. En este preciso momento frente a mí tengo a un joven arrogante. No, no es arrogante, pero tiene en sí la inocencia de pensar que podrá conseguir una rebaja en el precio que le he puesto a mi nave.
-"No puedes pedir tanto por esa pila de basura."- dijo al recibir un no al pedido de descuento.
-"Esa pila de basura es mía, y puedo pedir lo que yo quiera."- contesté molesto, por cómo se había referido al navío.
-"¿Cuántas personas se han interesado en tu barco? Soy el primero, ¿no es así?"- no se dio por vencido, pero retomó un tono más conciliador para hablar. -"Soy tu primer cliente, y quieres aprovecharte de mí con ese ridículo precio."- oh, la juventud. Creen que con bonitas y racionales palabras pueden superar a la experiencia.
-"¿Cuántos barcos has intentado comprar desde que empezaste con esta empresa que quieres hacer? Supongo que fuiste a Muras, con cara de niño ilusionado e intentaste comprar un barco allí, ¿no? Luego recorriste cada una de las diecinueve islas de Agograr buscando algo más accesible, y mira dónde has terminado. En Faro, tratando de regatearle al viejo Celino para llevarte su pila de basura. Dime Aican, ¿cuánto costaban los barcos que no eran una pila de basura?"-
-"El más barato, después del tuyo, casi el doble. Los de Muras tenían valores definitivamente fuera de mi alcance."-
-"¡Por supuesto que sí!"- respondí con una carcajada. -"Los astilleros de Muras producen los mejores barcos de Agograr en la actualidad. Pero ambos sabemos, que esa pila de basura de ahí, fue construida en una era anterior."- el muchacho quiso decir algo más, pero lo interrumpí. -"Aican, sé que precisarás ponerle un par de maderas y clavos por aquí y por allá."-
-"Algo más que eso."- comentó.
-"Sí, tal vez algo más que eso. Pero ese es mi precio, al igual que las veces anteriores que has venido. Así que la próxima vez que vengas, ven con el dinero, y no a pedir descuentos."- asintió, dándose por vencido, al menos por esta ocasión. -"No te preocupes, una vez que esa pila de basura sea tuya puedo recomendarte a alguien para que te ayude en la reparación."-
-"¡Perdón por llamar pila de basura a esa pila de basura que solía ser un barco!"- gritó mientras se marchaba. "Ese muchacho no ha cambiado en nada."- pensé al oír sus gritos, pero la verdad es que ya era todo un hombre, un par de años más e ingresaría en la tercera década.
Su sueño sigue alimentando sus ojos con un brillo especial. ¿Esperanza? No. Es algo diferente, una emoción distinta, parecida a la que sentía cuando navegaba junto a Juan de la Cosa, hace una vida entera. Cierta nostalgia me invade al recordar aquello y me pregunto si en verdad debería vender mi navío.
"Un último viaje, una última travesía."- murmuro. Supongo que eso es mejor a morir olvidado en un puerto de la isla de Faro. El viaje de Aican tendrá sólo un destino, el fondo del mar. Él tiene intenciones de enfrentarse a las mayores tormentas que nuestro mundo conoce. -"Si ha de perecer, que sea ante un digno rival. Si ha de hundirse, que sea en un campo de batalla de ensueño."- recordé las palabras de mi mentor.
Los ideales de toda una generación moldearon la historia de las islas, trayendo la destrucción y caos por doquier, que condujeron a la tranquilidad y prosperidad en los años que les sobrevivieron. ¿Será acaso que una nueva camada está despertando?
Mi mente divagaba, pensando en la carta que había recibido días atrás. Quería volver a leerla como tantas veces ya había hecho, así que la busqué en uno de mis muebles. El sello indicaba que fue enviada desde la isla Muras con un servicio normal. Me senté y comencé a leerla.
"Señor Celino,
Es un honor poder escribirle, y lamento tener que molestarlo, especialmente porque el motivo de estas líneas no es otro que pedirle un favor, insignificante para usted tal vez, sin embargo de gran importancia para quien escribe.
Mi nombre es Piris, y mi solicitud está relacionada con una persona que si no tengo malentendido usted conoce, su nombre es Aican..."
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