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E P Í L O G O 💍


«Allá donde pisara Olivia Lara lo cubría de oro. Por eso todos la necesitábamos viva, aunque cada uno quería algo distinto de ella. Yo sabía su verdadero pasado y la buscaría aunque me costase la vida en ello»

Stefan Valkov.

2 días después. Bulgaria;

Los elegantes tacones de la mujer resonaban en el frío suelo a cada paso que daba. Rubia, de facciones serbias y un escultural cuerpo enfundado en un ceñido traje negro. Su belleza cautivaba a los mafiosos de lugar, que no podían evitar mirarla lascivamente.

Aparentaba serenidad, pero bajo la tela se escondían armas en los sitios más insospechados. Su mirada podía helar la sangre del hombre más rudo si se atrevía a faltarle el respeto.

Dos fornidos guardaespaldas custodiaban la puerta impidiéndole el paso. Ella, impasible, posó una mano en su cintura mirando a ambos hombres.

—Necesito hablar con Valkov; les guste o no —sentenció con voz firme.

Los hombres intercambiaron una mirada y finalmente uno accedió a franquearle la entrada, conscientes que era mejor no hacer enfadar a la señora Malković.

Dentro se encontraba él, de unos 35 años como ella. Amigos de la infancia y ahora rivales al mando de clanes enemistados. La vida los había puesto en sitios opuestos.

De cabello rubio, recogido en un moño y mirada intensa, la recorrió sin disimulo. Sonriendo, preguntó;

—¿Viene a pagarme por salvarle la vida, señora Malković?

Ella, impasible, metió la mano bajo la ceñida falda y extrajo un arma oculta en su muslo. La colocó delicadamente sobre la mesa, significando que sacaba la bandera blanca... Por ahora.

Él amplió su sonrisa.

—Siéntate. —La tuteó, sabiendo que a su padre no le agradaban esos encuentros.

Ella se cruzó de piernas con gesto provocador, exhibiendo su perfecta anatomía.

—Estás invadiendo mi territorio. No me gusta que un hombre me diga que tengo que hacer —advirtió desafiante.

—La zona sur fue idea de mi padre. Reclámale a él y no me molestes ahora —contestó indiferente hojeando el periódico.

Reclinó las piernas sobre el escritorio, ignorándola. Sabía que eso la enfurecía.

Delia se levantó y caminó hasta pararse tras él, masajeando sus hombros y descendiendo hasta el firme torso, susurrándole al oído:

—Sabes que detesto los cambios repentinos.

Él sonrió.

—Abra su mente, Delia —ronroneó, pronunciando su nombre.

Ella apretó el cuello con rudeza, pero Nikola ni se inmutó. Estaba habituado a sus arrebatos, incluso a puñaladas y balazos suyos. Era una relación tormentosa pero sin intención real de dañarse.

—Eso no funcionará —dijo, tocando la cicatriz que le había dejado ella en la oreja. —Todavía no oigo bien por su regalito de cumpleaños.

Se levantó y la empujó contra la pared, rozando sus labios y susurrándole:

—Sé que le gusta que se arrodillen ante usted, pero eso no lo haré, cariño.

Ella sonrió maliciosa y lo apartó suavemente para recoger su arma.

—No quiero que reduzcan mi territorio o tendremos un grave problema —amenazó.

Un hombre de una edad más adulta, de unos 70, entró con el bastón y, mirando superficialmente a la joven Delia, colocó una hoja sobre la mesa de roble de su hijo y dijo;

—Mira esta noticia. Acaba de salir de un chivatazo en la mafia italiana de Chicago —contestó el hombre con las manos temblorosas por su párkinson.

El joven tomó la hoja, acercándose su enemiga para mirarlo y ambos se quedaron boquiabiertos.

Había una foto de una joven, de cabello rizado, hermosa y ojos verdes. Ponía "Olivia Lara" y llevaba desaparecida desde hacía 2 días. Pero la alarma era por quien era ella, aquella hija que creyeron que jamás había nacido y llevaba 23 años viva.

Ambos jóvenes estaban asombrados por ello.

—¿Está viva? —dijeron al unísono.

El hombre de 70 años, Stefan Valkov, el mayor jefe de la mafia en Europa, sonrió por ello.

Delia se alejó de ambos y dijo;

—Esa joven... No sabía que Niels Dupont había tenido una hija. ¿Que tendrá? ¿23? —preguntó Delia.

El hombre mucho más mayor que ambos negó ante la respuesta de su hijo y su enemiga de la familia rival y dijo;

—No entendéis la gravedad del asunto, ¿verdad? —Ambos jóvenes tan solo observaron a Stefan hablar mientras caminaba por el despacho. —Alguien la ha secuestrado, lo más probable que sería una de las familias de Chicago sin ser conscientes de quien es realmente... Esto será un terremoto en todas las demás familias y esa joven correrá peligro. Es la mujer más preciada que existe ahora mismo.

Delia, sin comprenderlo, dijo;

—¿Por que es tan importante la hija de un...?

—¿No lo entiendes, Malković? Olivia no es solo la hija de Niels Dupont. —Le interrumpió Stefan—. Es la mujer más poderosa y rica que existe, ¿y sabéis lo mejor?

Nikola se cruzó de brazos mientras Delia colocó sus manos sobre sus caderas para escuchar a ese hombre.

Stefan caminó hacia la ventana, donde se veía la ciudad en aquella tarde tan fría. La lluvia mojaba todo a su paso y todo estaba más oscuro por las nubes tan negras que amenazaban con traer tormenta. Al girarse, contestó;

—Que ella no tiene ni la más remota idea de quien es. Lo cual no ayuda en nada a encontrar ese poder que Niels Dupont escondió.

Nikola, echándose su cabello hacia atrás, un mechón de pelo que se le salió fuera de su cabello recogido y preguntó;

—¿Por que nos importa Olivia Lara? Está secuestrada por una de las mafias, nosotros tenemos más problemas que buscar quien la ha secuestrado.

Stefan negó.

—No lo entiendes... Esa joven debe estar viva. Porque como le ocurra algo, Dupont nos hará pagarlo muy caro a todos nosotros desde la tumba. —Dejando asombrados a ambos jóvenes, continuó—. Habrá que unirse en contra de nuestras leyes, pero esa joven tiene que salir viva de allí y continuar que siga con su lazo matrimonial con Zev Grimaldi.

—¿Los Grimaldi saben el poder que tiene Olivia? —cuestionó Delia.

—No lo sé. Giulio Grimaldi es un hombre del que nunca hay que darle la mano. Jamás. —Stefan continuó, dándole la espaldas a ambos para mirar el mal tiempo que empezaba a hacer y que empeoraría con el paso del tiempo—. Lo peor es la ignorancia de las familias mafiosas de Chicago sobre esa joven... Si tan solo supieran un poco de su identidad, se arrodillarían ante ella y besarían el suelo por el que pisa.

Ninguno habló, ni siquiera Delia Malković que siempre tenía la última palabra en la boca.

El sonido de reloj sonaba más fuerte que nunca, la lluvia era más intensa y el viento solo parecía ser el inicio de algo peor. El tiempo parecía mostrar lo que realmente vendría en el futuro sobre cada familia. Todo iba a caer en desgracia si esa joven le ocurría algo malo y ambas familias rivales, tanto los Malković como los Valkov eran conscientes de ello.

—Solo esperemos que no lleguemos tarde. Porque a partir de ahora todo irá a peor y más cuando descubran quien es el padre de Olivia Lara —murmuró Stefan.

Y ninguno dijo nada más en aquella reunión en algún lugar del sur de Bulgaria.

«Continúa la historia en SHADOWS...»

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