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– Que nos invitaron a una fiesta.
– Sí, te oí la primera vez —aclaró Efel— ¿Por qué me invitaron a mí? A eso me refiero.
– Max dijo que te conoce, que antes te veía seguido en ellas.
Efel frunció el ceño, comenzó a pensar en esos tiempos, ese periodo de su vida en el que sólo buscaba enojar a su padre y llamar la atención de su madre, aunque no era exactamente algo que hiciera a propósito. Fueron dos o tres años en los que probó muchas cosas, sustancias para ser más precisos, por un tiempo no podía alejarse del alcohol e iba a fiestas para encontrarse con él.
– Espera. Max... ¿Max Ortega? —exclamó— ¿Cómo conoces a ese imbécil?
Tempel adaptó una expresión de sorpresa y le preguntó por qué se alteraba a lo que Efel respondió que el sujeto le había hecho la vida imposible en secundaria. Lo cual tenía sentido, actualmente medía 1.90 y podría deducirse que iba seguido al gimnasio, era mulato y bastante apuesto. En ese entonces, era popular con las chicas y seguro lo era ahora también.
– Es el novio de Sophie, me sorprende que no te lo hayas topado todavía.
– Ugh. Compadezco a Sophie.
– Parece un buen chico...
El más bajo le propinó una mirada amenazante, haciendo que Tempel alargarse la "o" y cortase la oración ahí.
– Voy a ir —dijo a secas— Sólo para ver su estúpido rostro.
Tempel sonrió, de verdad quería ir a una fiesta con Efel, había estado deseando probar alcohol desde que vio el video musical "Last Friday Night" de Katy Perry.
– Es esta noche en casa de Max. Nos vamos con Sophie.
Sophie vivía a una puerta de ellos, por cierto, la pelirroja estaba convencida de que ambos eran pareja y Efel seguía sin comprender como una chica tan dulce como ella podía estar saliendo con alguien tan insoportable como Max Ortega.
– Bien, hay cosas que debo advertirte.
– Okay.
– Voy a hacer un esfuerzo por alejarme del gin y el vodka, pero si no lo consigo, tráeme a casa. Suelo hacer cosas de las que me arrepiento luego.
Tempel rió.
– Va a ser divertido.
El humano lo miró de reojo, pero finalmente sonrió y asintió. "Lo será" pensó, esperando que Tempel disfrutara de su primera fiesta, y él, deseaba que la música fuera buena.
El resto de la tarde fue algo estresante, el cometa corría de aquí para allá buscando algo que ponerse, mientras tanto, Efel intentaba dormir una siesta para mantenerse en pie toda la noche y no lo estaba consiguiendo con el alboroto.
– El, ayúdame, no sé que ponerme.
El le arrojó un cojín a la cara.
– Nadie se fija en eso.
– Pero yo sí —hizo un puchero.
– El jean negro y la camisa roja de botones y mangas cortas, la que usas para ir a la playa. (*)
– Perfecto, me lo pruebo y me dices qué te parece.
– Como sea —bufó.
Tempel comenzó a desvestirse frente al humano, que levantó un poco su antebrazo que cubría sus ojos, echó un vistazo levemente lascivo a los abdominales del castaño, con un poco de envidia y a la vez, secretas intenciones. Le atraían las pequeñas marcas plateadas que salpicadas poblaban aquella piel y eran un recuerdo de su procedencia.
Siguió con la discreta mirada las ímprobas manos del cometa mientras este se abotonaba la camisa, roja como las cerezas, la sangre y las mejillas del pelinegro, algo lo llenaba de sensaciones que no había experimentado antes, con nadie y que no podría definir con palabras por un tiempo.
– ¿Qué tal?
– Sí. Bien. Me gusta —tartamudeó, Efel.
El más alto sonrió ampliamente y saltó sobre él para abrazarlo, Efel se retorció un poco debajo de él hasta que cedió y rodeó tímidamente el torso del cometa. Frío, como siempre, le erizaba la piel. Escondió la cabeza en su cuello y sintió como el aire escapaba de sus pulmones. Tempel sintió el cosquilleo de la respiración de Efel en su cuello y se sobresaltó, sacudiéndolos a ambos.
– Muévete, Tem-
No pudo terminar de pronunciar aquel nombre cuando el semi-nombrado tomó su rostro y lo giró hacia el suyo, apartó un mechón de cabello azabache de la frente del más bajo y acarició su mejilla. Acercando el rostro al otro, mientras le colocaba una mano en la nuca. Efel cerró los ojos con fuerza y esperó.
– Báñate —susurró Tempel en su oído y luego aplastó la cara de su amigo con la almohada más cercana, riendo a carcajadas.
El corazón de Efel se encogió, latiendo ferozmente al ritmo de música sorda como en las películas de terror. ¿Qué estaba esperando? ¿Que lo besara? , se preguntó, de ser así... ¿Por qué? No era estúpido, reconocía que algo había cambiado entre los dos desde hacia un tiempo, pero se negaba a creer que lo que lloraba su corazón a gritos era amor.
– ¡Ugh! ¡Vete a la mierda! —gritó, arrojándole puñetazos, aunque Tempel los esquivara abrazándose a su torso—. ¡Estúpida roca!
– En serio, apestas —rió, molestándolo aún más.
El pianista se olió las axilas, en verdad olía un poco mal, empujó al ser extraterrestre a un lado y se puso de pie. Comenzó a buscar las prendas que vestiría en un par de horas, unos blue jeans claros fueron su primera opción, dudó mucho con respecto a qué se pondría arriba, así que caminó hacia el baño únicamente con los jeans y unos calzoncillos blancos.
– Ni se te ocurra interrumpirme —amenazó, logrando que Tempel asintiera intimidado.
Presionó el botón de play en su celular y Breezeblocks de Alt-j comenzó a sonar, la tarareó mientras masajeaba su cabello con shampoo en círculos.
Cuando acabó de bañarse y estaba casi vestido, tenía la confianza suficiente para caminar sin camiseta hasta su habitación donde Tempel lo esperaba tendido en la cama de sábanas blancas. De cierta manera, Efel deseaba ser visto, incluso, de la misma forma en que él había deslizado sus pupilas sobre el cuerpo de Tempel.
Y lo consiguió, porque el cometa no pudo apartar la vista de los oblicuos del pelinegro, y las gotas de agua que descendían por su espalda mientras buscaba algo para completar su outfit.
Se decidió por un suéter oversized de color negro con un estampado divertido. Tenía varios de esos.(#)
– Me encanta.
– No te pregunté tu opinión.
– Me encanta.
Y Efel se sintió inexplicablemente feliz.
.
.
.
"¿Qué significa el amor, cuando se acerca el final?
Déjalo ir, déjalo quedarse.
¿Podemos amarnos unos a otros?"
Joji. Ew
(*)
(#)
Próximamente, mis personajes bien pedos.
Nos leemos pronto, espero que sus días estén siendo hermosos, y si no, pues pueden escribirme, voy a estar ahí,
Nanebi.
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