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Capítulo 7

Ese sería un gran día. Lo sabía, o al menos lo esperaba desde que Cam se subió a su auto sin discutirle demasiado. Sí, tal vez se negó al comienzo, pero no porque no necesitara su lástima o ese montón de mierda que soltaba cada vez que intentaba darle una mano. Se negó porque tenía planes, así que Bren le ofreció un aventón y el chico, luego de dudarlo un poco, aceptó, aunque eso no evitó que evadiera la pregunta más importante de todas. ¿Con quién se iba a juntar?

Daba igual. Si el mocoso estaba feliz, ¿quién era él para exigirle una respuesta?

El viaje duró menos de cinco minutos. Luego de estacionarse frente a unos edificios, Cam soltó un extraño "Pásalo bonito" y se bajó de su automóvil, caminando directo a su destino.

Eso fue incluso más raro que todo lo anterior, pero, de nuevo, ¿quién era él para juzgarlo? Solo se limitó a conducir otro poco, dándole su privacidad, y recién entonces tomó su teléfono.


Gatito ♡
últ. vez hoy a las 10:49

HOY

Hola, gatito. Podrías enviarme tu
dirección? Ya voy en camino ;))

📍 Ubicación

No me digas que estás escribiendo
mientras conduces, Bale.

Claro que no, tontito! Voy en camino,
pero no literalmente. Me detuve solo
para escribirte. Deberías apreciarlo!

¿Eso significa que llegarás pronto?

Más pronto de lo que esperas ;)


Sonrió, pinchando la dirección, y siguió conduciendo con la misma alegría.

Ocho minutos después, ahí estaba, estacionándose delante de otro edificio.

Brennan nunca se había considerado una persona demasiado exigente o quisquillosa, pero no soportaba los departamentos. Entendía su encanto: era un espacio más que suficiente para vivir solo y casi siempre estaban cerca del centro, pero no valían la pena. En la época universitaria, tal vez, pero cuando ya había conseguido un trabajo estable...

Suspiró. No podía quedarse todo el día criticando las decisiones de Min, mucho menos cuando apenas lo conocía. Quizá estaba ahorrando para una casa más grande o solo quería darse alguna clase de gusto, así que pensó que le preguntaría más tarde mientras se bajaba de su auto.

Tuvo que estar enfrente del edificio para recordarlo: no le había preguntado por el número de su cuarto y Min tampoco se lo había dado, así que volvió a sacar su teléfono para marcarle.

Uno, dos... seis tonos pasaron antes de que le contestara, soltando un simple "¿Qué pasó?" que lo irritó un poco, en parte por el tono indiferente, pero también por su falta de cordialidad. ¿En dónde había quedado su saludo?

—Buenos días, Min —pronunció cada palabra con una sonrisa irónica y demasiada lentitud—. Tanto tiempo sin saber de ti.

—Nos vimos ayer y acabas de enviarme varios mensajes. —Sin embargo, Hart fue tan cortante como antes, aunque un poco más sarcástico. Había enfatizado sus palabras como si de verdad pensara que Brennan no lo recordaba.

—¿Y qué? ¿Eso evita que saludes?

Aún estaba parado delante del edificio, mirándolo, pero le habría gustado tanto estar sentado. Así habría disfrutado un poco más el suspiro de su colega.

—Hola, Bale, ¿cómo estás? —Hizo una pausa entre cada palabra, usando su tono más neutro y monótono. Estaba burlándose de él.

—Bien, ¿y tú? —Lo imitó, recordando sus primeras conversaciones en inglés. Era un diálogo casi robotizado.

—Amanecí un poco enfermo, pero estoy bien. —Por fin soltó una oración fluida, tosiendo poco después—. Supongo que solo es un resfrío.

—¿Quieres que te lleve alguna cosa?

—En realidad, estaba pensando que tal vez...

—Oh no, eso sí que no. —Lo interrumpió de inmediato, reconociendo la duda en su voz. Había convivido con suficientes introvertidos para saber a dónde iba eso—. Entiendo si ya no quieres salir conmigo, pero no tienes que inventar excusas tontas para que me vaya. Puedes ser sincero y ya.

—Sería una buena excusa incluso si fuera mentira, pero no lo es. De verdad estoy enfermo.

Era cierto. Su voz sonaba tan nasal que no podía tratarse de un pretexto.

—Entonces subiré y te cuidaré.

—No es necesario que hagas eso. —Parecía estresado, o tal vez un poco avergonzado.

—Pero quiero hacerlo, así que dime: ¿cuál es el número de tu departamento?

—Bale...

—Ya estoy abajo, Min. No hay mucho que puedas hacer para detenerme.

—Puedo decirle al conserje que no te deje subir.

—Inténtalo.

El suspiro ajeno fue largo y pesado, extendiéndose por lo que pareció un minuto entero.

—504. —Su compañero al fin cedió, exhalando otro poco—. No tardes.

—Ahí estaré, gatito. —Alargó ese apodo y sonrió, sabiendo que Hart terminaría la llamada tan pronto como lo escuchara.

No se equivocó. Apenas puso un pie dentro del recinto, el rubio cortó, casi como si supiera que necesitaba apreciar el lugar.

A decir verdad, Bale nunca había estado dentro de un edificio. Tal vez por eso era un detractor de ese tipo de vivienda. Es más, siempre había imaginado que eran sitios fríos y rodeados de concreto, pero el vestíbulo de este era más parecido al lobby de un hotel que a lo que sea que había pensado.

Era un lugar acogedor, aunque estaba seguro de que las luces cálidas se llevaban el crédito. Si bien los ventanales eran lo suficientemente grandes para que entrara la luz natural, aún faltaba cierto brillo que las lámparas compensaban.

—¿Se le ofrece algo?

Brennan se giró con una sonrisa, acercándose de inmediato al hombre de recepción.

El conserje era tan cordial como simpático. Luego de haberle pedido todos sus datos y de, por supuesto, haberse contactado con Min para preguntarle si reconocía su visita; Bale extendió la charla, hablándole desde su trabajo hasta su vida personal.

—A mí también me gustaría tener varios hijos. —Bale asintió después de un rato, notando que su teléfono estaba sonando solo porque el muchacho se lo mencionó.

Eran mensajes de su colega. Estaba ahí para ver a su colega.

—Bueno, Matt. El deber me llama. —Sonrió, logrando que el sujeto lo imitara—. Supongo que nos veremos pronto —agregó, alzando la voz mientras caminaba hacia el ascensor.

Llegó al quinto piso casi de inmediato, avanzando a través del largo pasillo.

Apenas dio un golpecito en la puerta cuando Min la abrió. Lucía un poco molesto, o tal vez solo eran sus marcadas ojeras y su enrojecida nariz.

—¿Ya fuiste al hospital? —Bren lo interrumpió justo cuando separaba los labios, dando tantos pasos hacia el frente que puede que haya invadido su espacio personal un poco demasiado, aunque no con malas intenciones. Quería verlo mejor. Quería analizar su estado.

Sus ojos también estaban rojos y desgastados, incluso un poco hinchados.

—Claro que sí. Incluso fui a comprar mientras esperaba a que subieras.

—Hablo en serio, Min. —Tomó su barbilla y lo examinó, retrocediendo apenas vio que estaba a punto de estornudar—. ¿Es contagioso?

—Solo estoy congestionado. —Rodó los ojos y se alejó, cerrando la puerta detrás de ambos—. Supongo que eso es lo que pasa cuando te quedas dormido con toda la ropa mojada.

—¿Qué? ¿Por qué hiciste eso?

—Tuve un problema con las cañerías. —Se encogió de hombros y no agregó más, caminando directo hacia el sillón.

—Creo que te saltaste varios detalles.

—Ayer se me rompió la llave de la cocina, o tal vez solo fue alguno de los tubitos que tiene por abajo —comenzó, apuntando el lugar a su izquierda—. La cosa es que no me di cuenta hasta que volví del trabajo, mi segundo trabajo, así que intenté arreglarla por mi cuenta y, ya sabes... Me mojé más de la cuenta.

—¿Y qué? ¿Acaso no tienen plomeros en este edificio?

—Claro que tienen, pero no quería molestarlos.

—Es su trabajo, Min. No estás molestando a nadie.

—Eran como las diez de la noche. —Se defendió, luciendo casi molesto—. Incluso si lo hubiese informado para que lo arreglaran hoy, acabo de llegar del trabajo y no me gusta que entren en mi casa si yo no estoy presente.

—Pudiste decirles que vinieran en la tarde, ¿no?

—Eso suena como algo que debí hacer. —Asintió con la cabeza y ya, eso fue todo. No se movió de su sitio ni tampoco lo miró por mucho tiempo. Solo desvió la vista hacia el techo y siguió pensando, cruzándose de brazos al cabo de unos segundos.

Brennan suspiró, caminando hacia el frente, y enseguida entró en la cocina.

A simple vista, no parecía haber un problema, pero entonces giró la llave y nada, el agua nunca salió.

—No me digas que tu solución fue cerrar las cañerías. —Giró la cabeza hacia Min y él solo alzó los hombros, otra vez, mordiendo su labio inferior.

—No soy plomero —agregó después, luciendo algo así como avergonzado.

—Claro que no. —Fue todo lo que dijo, caminando de regreso hacia la puerta.

—Bale, no...

—Ya vuelvo. —Ni siquiera lo dejó terminar, cruzando el umbral y todo el pasillo.

Cuando por fin estuvo en el ascensor, soltó varios suspiros, cerrando los ojos por un momento. Tal vez había sido muy duro con su colega. ¿Qué tal si de verdad era tan ansioso que no podía llamar a recepción? ¿Qué tal si tenía alguna clase de fobia social?

Informó el problema tan pronto como pudo, esta vez sin extender su conversación, y entonces decidió subir por las escaleras de emergencia, tratando de soltar un poco de energía.

Para el segundo en que volvió a tocar la puerta de Min, ya estaba mejor, más relajado, centrado únicamente en disfrutar con su compañero.

—Matt enviará a una persona. —Fue lo primero que dijo, entrando de vuelta en la vivienda.

—¿Matt? —Min lo siguió por detrás, sonando bastante confundido.

—¿El conserje?

—Oh. —Alargó el sonido y asintió, esbozando una sonrisa casi encantadora. Casi demasiado—. El señor Parra.

—¿Señor? Tiene como cinco años más que nosotros, Min. Dile por su nombre.

—Sí sabes que su nombre no es Matt, ¿verdad? Se llama Matías.

—¿Acaso no puedo darle un apodo? Él es como la única persona en todo el país que tiene un nombre de más de cuatro letras.

Eso de calmarse no había funcionado tan bien como pensaba, o al menos esa fue su conclusión cuando notó que su cuerpo seguía tenso y que su voz había dejado de ser tan suave.

—Hace años conocí a una Evelyn. —Sin embargo, su colega soltó esas palabras de una manera tan inocente que rayaba en lo absurdo—. Su hermana se llamaba Marilyn, creo.

No necesitó más. Apenas escuchó esa explicación, Bale empezó a reírse, negando con la cabeza solo porque no podía creer que se necesitara tan poco para que su cuerpo al fin se relajara y él mismo se dejara caer en el sofá, cubriéndose la cara con las manos.

—Es en serio. —Su colega continuó, viéndolo desde arriba—. Igual tuve unos compañeros que se llamaban Luca y Nico, aunque esos nombres no son tan largos. Ellos también eran hermanos.

—Uno de mis mejores amigos se llama Luca. —Brennan comentó, limpiándose las lágrimas—. Aunque su hermano se llama Gian, no Nico.

—Me gusta ese nombre. De hecho, hay un estudiante que se llama así.

—Gian Benza. —De nuevo meneó la cabeza, esbozando una sonrisa más suave y sincera—. Lo conozco desde que tenía uno o dos años. Luca y yo somos amigos desde kínder.

—Yo conocía a Kit a los ocho, pero me hice su amigo a los nueve. No era como si estuviera muy interesado en hablarle, tampoco.

—¿Alguna vez has estado interesado en hablarle a alguien?

—No. Creo que no.

La sonrisa de Bale se desvaneció, aunque no lo suficiente para desaparecer.

En el fondo, eso era justo lo que había temido.

—Kit es tu único amigo, ¿no? —Si de verdad lo era, eso explicaba por qué seguía con él incluso después de sus últimas discusiones. Tal vez no tenía a quién más recurrir.

—Sí. —Hart asintió con una sonrisa y se dejó caer en el extremo opuesto del sofá, mirando sus manos antes de continuar—. No soy bueno dando el primer paso y, aunque estar con Kit me ha hecho conocer a varias personas, ninguna es...

Min se detuvo de golpe, apretando sus labios entre sí.

—¿Qué? ¿Agradable? —preguntó, logrando que el rubio arrastrara los ojos hasta él. ¿Estaba a punto de llorar?

—Suficiente —respondió, sonriendo solo para ocultar su conmoción.

—¿Suficiente para qué? ¿Llenar los vacíos de tu corazón? —Trató de bromear. Quizás no era su mejor estrategia, pero siempre ayudaba a que Min terminara su oración.

—Suficiente para mis ridículos estándares.


⁎⁺◦❅


No sabía por qué había soltado eso. Aun si era verdad, Brennan no tenía por qué enterarse de que sus estándares eran inalcanzables porque había leído demasiados libros o porque hubo una época en que se obsesionó con los dramas coreanos.

Por supuesto, Hart no había dicho eso, pero se conocía lo suficiente para saber que, si confiaba un poco más en su colega, sería capaz de escupir toda esa información.

—¿Qué hay de mí? ¿Crees que algún día seré suficiente? —Sin embargo, el pelinegro desvió el tema de conversación hacia sí mismo, sonando tan arrogante como preocupado—. ¿Crees que pueda seguir hablando contigo hasta que descubras si valgo la pena?

Min sonrió, pensando demasiado tiempo en ello. Bajo su criterio, esa era la respuesta perfecta, casi con un tono seductor. De hecho, todo sobre Bale parecía salido de una película, aunque de seguro había una gran cuota de idealización. Estaba tan poco acostumbrado a toparse con hombres decentes que, apenas aparecía uno, ya era la cosa más fascinante del mundo, así que tampoco podía darle todo el crédito.

Desde que tenía consciencia, siempre había idealizado demasiado a las personas.

—Hasta donde sé, aún podrías ser un violador —bromeó, recordando sus antiguos temores.

El tipo se rio, suave, como en un suspiro.

—A veces actúas igual que las mujeres.

Eso fue suficiente para que lo bajara del pedestal en que lo había puesto.

Fue más que suficiente, en realidad.

—¿Estás diciendo que todas las mujeres actúan igual?

Brennan abrió la boca, la cerró y la abrió otra vez. Asombro y frustración en toda su cara.

—N-no. Claro que no.

—¿Cómo dirías que actúa una mujer, entonces? ¿Lloran de más, siempre se ofenden, reclaman por todo? ¿Eres el tipo de hombre que piensa que las mujeres son exageradas, o solo eres del tipo que dice que not all men?

—Yo no... no me refería a eso.

—¿Ah no? ¿Entonces a qué te referías? —insistió, hablando cada vez más rápido, más enojado. No podía controlarse—. Que sea más sensible a esos temas no significa que sea una mujer. Si estás tan interesado, en realidad me considero una persona no binaria, pero eso no significa que voy a dejar de llorar o reclamar si algo me parece injusto, porque mis sentimientos no tienen mucho que ver con mis genitales, ¿o sí? Da igual si nací con pene, vagina o algo en medio. Si tengo que defenderme porque, de hecho, hiciste un comentario muy estúpido, lo haré, te guste o no, porque soy libre de sentir la mierda que yo quiera sentir, y eso no está ligado a un sexo en específico. Es humano. De hecho, no. Es animal.

«Dios. Santo Cielo».

Había dos cosas que Min siempre había tenido claras sobre sí mismo, incluso en su niñez. Rara vez hablaba, contestando lo justo y lo necesario, lo preciso, esa oración que respondía a lo que sea que le habían preguntado. Era conciso, en el mejor de los casos. Era concreto.

Eso nunca evitó que el resto de las veces escupiera lo primero que pasaba por su cabeza, una palabra tras otra, alargando el discurso que, en otras circunstancias, ni siquiera habría dicho. Después de todo, no era muy fan de las interacciones sociales y, aun así, a veces hablaba de más, profundizando en los temas que de verdad le interesaban.

El problema siempre venía después. Luego de cada vómito verbal, venía el arrepentimiento, la vergüenza, esa necesidad de escapar, de ocultarse, de disculparse, de explicar que había algunas cosas que despertaban su lado más sensible y, por ende, más autodefensivo, cayendo directo en el ataque.

Por eso, cuando terminó de hablar, ya no estaba enojado con el pelinegro por haber bromeado sobre la inseguridad que muchas personas AFAB¹ sentían hacia los hombres, sino que estaba enojado consigo mismo, con su cerebro, con su boca, con esa necesidad de defenderse aun si, muy en el fondo, sabía que Bale no había intentado lastimarlo.

Tal vez sí era demasiado sensible.

—Tienes razón. —Sin embargo, su colega asintió, esbozando una sonrisa mucho más tímida—. No puedo asumir el género de alguien basándome en estereotipos estúpidos que solo minimizan el valor de los demás. Las mujeres- Las personas de sexo femenino suelen ser más sensibles porque han sido obligadas a asumir la responsabilidad de todo desde que son pequeñas y, además, su miedo a los hombres nunca es irracional. Por el contrario, casi siempre está relacionado con hechos concretos, así que de verdad lo siento por haberme reído de eso. Tienes toda la razón de sentirte mal al respecto, así que yo... te prometo que nunca volverá a pasar.

Min pestañeó un par de veces, tratando de enfocar su mirada. Ni siquiera había notado en qué momento se empañó su vista, pero no quería llorar, no quería verse tan débil. Aun si antes había dicho que era un sentimiento válido y que lo expresaría cuando fuera necesario, quizá había mentido, quizá había olvidado que estaba más acostumbrado a reprimir sus emociones que a dejarlas salir.

—¿Quieres un abrazo? —Bale preguntó, buscando sus ojos incluso si era consciente de que no podía verlo por completo.

«Sí», por supuesto que quería un abrazo. Lo necesitaba, en realidad, pero su colega estaba más cerca de ser un desconocido que un amigo. Aun si anhelaba que Brennan lo envolviera con fuerza, no sentía que fuera lo mejor, no sentía que fuera lo que él mismo esperaba de sí.

Eso no evitó que empezara a llorar y que, incluso si no había respondido su pregunta, Bale se le acercara, rápido, rodeando su cuerpo con tanta calidez como pudo. El tipo apenas lo conocía, apenas sabía por qué había reaccionado de ese modo y, sin embargo, igual lo contuvo.

Min se deshizo en el agarre, sollozando, rompiéndose.

Muy en el fondo, él sabía que no se debía a la broma de su compañero ni tampoco a lo que eso despertó. Era por sus heridas, por todas esas emociones que estaba acumulando. Era por la discusión que había tenido con Kit, o por todas las dudas que habían surgido después de eso. Era por el miedo a encariñarse demasiado con un hombre que recién estaba conociendo y por la posible separación que venía después. Era porque no podía llorar hace meses y por fin lo estaba haciendo, ocultándose en ese pecho que aún se sentía tan incómodo. Era porque no entendía sus emociones, ninguna de ellas, pero incluso así lo irritaban, incluso así le hacían tanto daño.

Tuvieron que pasar varios minutos para que sus lágrimas se detuvieran, cayendo cada vez con más lentitud. Tuvieron que pasar tantos quejidos, tantos hipidos, tantos sollozos, tantos apretones en la ropa ajena. Tuvieron que pasar tantas caricias de Bale, tantos roces en su espalda, tantos susurros en su oído, tantos tipos de consuelo. Tuvieron que pasar tantas ideas para que se alejara por completo de su colega, tantos pensamientos, tantos remordimientos.

Fue un alivio cuando por fin lo hizo, aunque ni siquiera se atrevió a levantar la mirada. Solo se quedó ahí, secándose las lágrimas, fingiendo que le ardían demasiado los ojos.

—¿Mejor? —La voz de Bale era agradable, casi como si estuviera sonriendo.

—Mejor —contestó, limpiándose la cara con la manga de su suéter.

—Me alegra escucharlo. —Sí, seguramente sonrió, porque entonces se paró y caminó directo a la cocina—. ¿Quieres agua, jugo, té o café?

—Lo que sea más fácil para ti.

—Eso no fue lo que pregunté. —Esta vez sonó más firme, pero no molesto. Había algo en ese hombre que le impedía estar molesto—. ¿Qué quieres ?

Min alzó la vista por pura curiosidad, encontrando el mismo gesto bondadoso de siempre.

—Té, por favor. —Le sonrió de regreso, bajando la mirada hacia sus dedos. Estaban más rojos de lo usual, llenos de heridas que ni siquiera sabía cuándo se había hecho.

—Tenemos un problema, gatito. —Caminó de vuelta hacia él, soltando algo así como una risa. Era más parecido a un suspiro alegre, en realidad—. No hay agua.

—Buen punto. —No lo miró enseguida, aunque una parte de él se moría por hacerlo. Era como si hubiese algo en los ojos de su colega que lo obligaban a buscarlos.

Entonces hubo casi todo un minuto de silencio. De hecho, estaba a punto de empezar a contar los segundos cuando sonó el timbre.

—Justo a tiempo. —Brennan asumió de quién se trataba incluso antes de llegar a la puerta, abriéndola con tanto entusiasmo como siempre—. Por favor, dígame que sabe arreglar las cañerías.

—Ese es mi trabajo. —El hombre respondió con la misma energía, entrando solo cuando su compañero se lo permitió—. ¿Cuál es el problema?

Solo él podía responder esa pregunta. Tenía que responder esa pregunta.

—Primero... primero había una fuga pequeña, un simple goteo, pero después... Puede que lo haya empeorado, señor. En serio lo lamento.

—No se preocupe, joven. Lo dejaré como nuevo.

Y eso fue todo lo que hablaron. Ni una palabra más, ni una palabra menos.

Bale se encargó de todo el resto, guiando al hombre, acompañándolo, incluso entreteniéndolo con un par de preguntas sobre cuántas llamadas recibía al día o sobre cómo lo hacía para trasladarse de un lugar a otro. Era sorprendente lo fácil que hacía ver las conversaciones.

Casi veinte minutos después, el plomero terminó. Tal parece que el primer goteo sí había sido una simple fuga, algo sobre reemplazar la llave oxidada, e incluso dijo que Min no lo había empeorado tanto como pensó.

—Solo agrandó la fisura —explicó, levantando sus herramientas del suelo.

Brennan lo acompañó hasta la puerta, todavía intercambiando algunas palabras con él, y Hart no se movió del sofá, nunca, aún con las rodillas en el pecho y los brazos alrededor de sus piernas.

Para cuando volvieron a estar solos, no sabía qué decir. Si bien podía agradecerle al pelinegro por recibir al hombre que había ido a su departamento, le daba vergüenza. A decir verdad, era mucho más que eso, pero la mayoría se sostenía en que, si admitía que eso no debió pasar, también tenía que explicar el motivo por el que sucedió.

No hizo falta. Incluso antes de que separara los labios, Bale lo detuvo, adelantándose con una pregunta que resumía bastante bien lo que sentía.

—¿Tienes fobia social o algo así?

—Algo así —respondió al instante, ahorrándose los detalles sobre cómo no podía estar seguro de un trastorno en específico cuando ningún psicólogo había hallado el motivo exacto de su ansiedad.

—¿Por eso no hablas con tanta gente? —extendió su pregunta, sentándose por cuatro o cinco segundos antes de recordar que tenía que calentar el agua. Él tampoco se había acordado, en realidad, pero entonces lo vio caminar hacia la cocina y abrir el grifo recién instalado.

—Algo así. —Min repitió, apretando un poco más sus piernas.

Brennan asintió, llenando la tetera eléctrica, y enseguida la conectó, soltando un largo suspiro antes de girarse nuevamente hacia él.

—Lamento mucho todo lo que has tenido que soportar hoy —empezó, retrocediendo un paso. Quería apoyarse en el mueble más cercano—. Debes estar cansado. No me imagino lo complicado que debe ser interactuar con tantas personas, en especial cuando llevas toda la mañana trabajando, y más encima resfriado. Ahora entiendo por qué no querías que viniera.

—Está bien. Si no hubieras venido, tal vez nunca hubiese llamado al plomero.

—Sé que no me consideras tu amigo ni nada parecido, pero puedes confiar en mí, en serio. Es decir, no sirve de mucho cuando te lo digo yo, pero de verdad puedes pedirme ayuda cuando quieras. Casi siempre estoy solo y aburrido en mi casa, así que podría llegar en cosa de minutos.

—Gracias, Bale, pero no... no es como si necesitara ayuda para todo, ¿sabes?

—Pero, si la necesitas, ya tienes mi número —insistió, esbozando una sonrisa.

—Gracias. —Min también le regaló una sonrisa, aunque la suya fue mucho más tímida. Apenas podía ver a su compañero a los ojos sin sentirse cohibido—. Aun así, no quiero que creas que siempre tengo problemas para hablar con los demás. Este fue un caso particular que no se repetirá y... Sí. Eso.

—No tienes que darme excusas, Min. No voy a juzgarte.

—No son excusas, es... es la verdad. Ayer estaba tan cansado cuando llegué del trabajo que esa gotera... literalmente fue la gota que rebasó el vaso. Solo quería que dejara de sonar y yo... tal vez tiré la llave con mucha fuerza y el ruido empeoró, y luego me mojé, y luego... Bueno, luego solo me puse a llorar y a llorar hasta que me dormí.

«Cállate, cállate, cállate, cállate, cállate».

—Es decir, no es como si llorara todo el tiempo, pero... quizá tengo muchas cosas encima. Esto de tener dos trabajos fue una pésima idea y yo... supongo que no debí hacerlo.

«Cállate, cállate, cállate, cállate, cállate».

—Tampoco puedo renunciar, en realidad. —«Cállate»—. Siempre me he tomado muy en serio lo que hago y esta... esta no puede ser la excepción.

—¿Incluso si hace que tu salud mental empeore? —Bren alzó una ceja y Min de nuevo lo miró, encontrando ese gesto criticón en todo su rostro—. Es decir, no estoy juzgándote, pero quizá deberías priorizar tu bienestar, ¿no crees?

—Supongo. —Fue todo lo que respondió, para nada convencido de sus palabras. Es decir, claro que estaba de acuerdo con que no podía arriesgar su salud mental con tal de cumplir las exigencias de unas personas que ni siquiera se sabían su nombre, pero era tan complejo—. Aun así, no es necesario que pienses que soy incapaz de hacer una llamada. Trato de no hacerlo, es verdad, pero casi siempre lo consigo cuando me lo propongo.

—Voy a ignorar lo mal que suenan tus excusas porque has tenido un largo día, pero nada de lo que digas hará que cambie de opinión. Si necesitas ayuda, estaré encantado de venir hasta acá.

—Es que... no quiero depender del resto, Bale, mucho menos de ti.

—¿Auch?

—No te lo tomes personal, es solo que... no te conozco. No lo suficiente, al menos. —Sabía que, mientras más hablaba, más empeoraba la situación. Sonaba como un desquiciado, seguramente—. Sin embargo, creo que eres una gran persona. Me agradas bastante, de hecho.

—Por fin dices algo coherente —bromeó, quitándole sus ojos de encima porque el agua estaba hirviendo—. Ahora, sería mucho mejor si me mostraras en dónde están las tazas.

—Lo siento. —Se puso de pie enseguida, dando largas zancadas hacia su colega—. No soy muy bueno con las visitas.

—Está bien, gatito. —Brennan sonrió, dejándolo pasar hacia los muebles—. Si te sirve de algo, tú también me agradas bastante.

Le servía, aunque no sabía por qué.

Hasta donde recordaba, tener otro amigo era una pésima idea.



[ 4519 palabras ]
[ 25.01.2025 ]

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¹ Assigned female at birth o Asignada mujer al nacer.

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