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Capítulo 12

Por fin había llegado la última clase del semestre. Por fin había terminado la primera mitad de ese año (terrible año). Por fin podría dormir hasta tarde y olvidarse de la cara de sus alumnos por unos meses.

Bale no hizo más que mirarlos mientras dejaban el aula, ansioso, casi con ganas de empujarlos para que se fueran más rápido, y luego solo tomó sus cosas para correr escalera abajo.

Tenía que alcanzar a Min antes de que se fuera, tenía que hablarle sobre sus cambios de planes y disculparse, decirle que luego se lo compensaría.

En realidad, no era como si hubiesen planeado algo grande para el fin de semana. Habían dicho que podían juntarse a comer el sábado (de hecho, Brennan lo había sugerido), pero Jim le había escrito un par de horas después preguntándole por Cam.

No era como si hubiese ignorado al chico hasta ese momento, ¡por el contrario! Desde que algo cambió en su semblante, lo había llevado a todas sus clases vespertinas e incluso lo había ido a buscar, distrayéndolo de lo que sea que lo tuviera así.

Fue inútil. Aun si había hecho un esfuerzo extra, no había podido cambiar su ánimo, su evasión, esa forma medio apagada en que lo veía los sábados y se subía a su auto sin decirle ni una sola palabra. Ya no discutía ni tampoco renegaba su compañía. Simplemente se quedaba ahí, en silencio, esperando que el viaje terminara.

No quiso bombardearlo con preguntas. Aunque una parte de él estaba casi segura de que había terminado su "relación", conocía lo suficiente a Cam para saber que, si no quería contarle lo que sentía, no lo haría, así que ni siquiera trató de conversar al respecto.

El problema era que Jim necesitaba que lo hiciera y eso lo frustraba tanto. No porque estuviera usándolo ni nada parecido, sino porque estaba pasando a llevar la confianza del menor y no... Brennan no quería estar en esa posición.

Suspiró, ya en el primer piso, y caminó directo hacia el salón de música.

Min no estaba ahí, ni tampoco en los pasillos. Min no estaba dentro del colegio y, cuando corrió al estacionamiento, no creyó que lo encontraría ahí. Hace días que no se despedía de Kit delante de su auto. Hace días que no le daba ni un simple saludo.

Esa tarde fue distinta. El rubio estaba de pie frente al castaño, hablándole, y el intercambio fue tan educado que él no siguió caminando. No podía interrumpirlos, no cuando al fin estaban dispuestos a solucionar lo que sea que había ocurrido entre ambos. Por más que sus pies quisieran acercarse otro poco, Bale esperó con tanta paciencia como pudo, atento a cualquier malentendido que surgiera.

Fue un alivio cuando Kit abrió la puerta de su auto y se subió, dejando el estacionamiento justo cuando Min también empezó a caminar.

Brennan corrió hacia él.

—¿Te vas sin despedirte, gatito?

Hart no se sobresaltó. Solo alzó la vista, apenas un poco sorprendido, y sonrió casi al instante.

—Bale. —Fue todo lo que dijo, envolviendo ambos tirantes de su mochila. Era algo tan sencillo y tan tierno a la vez. Era el tipo más adorable que había conocido.

—Vengo a disculparme contigo —admitió, mordiendo el interior de su labio.

—¿Por qué?

—Porque te dije que mañana almorzáramos juntos, pero creo que Cam me necesita más. Lleva varios días decaído y no sé si debería estar tan solo, así que yo... tal vez debería almorzar con él.

—Claro. No hay problema. —Le dio una sonrisa forzada y bastante incómoda.

—¿Seguro? —Alargó la palabra y levantó sus cejas, logrando que su colega asintiera otra vez—. Aún puedo ir a tu casa cuando termine, ¿qué opinas? Podemos hacer una tarde de cine con palomitas y todo eso. Tú escoges la película.

—Está bien. Nos vemos mañana, entonces.

—Nos vemos. —Le dio una sonrisa y se giró, buscando su automóvil con la mirada. Si al menos recordara en dónde lo había estacionado.

—¿Bale? —Sin embargo, el rubio lo detuvo con un ligero temblor en su voz.

—¿Sí? —Se volteó enseguida, buscando sus ojos ansiosos y preocupados.

—¿Qué harías si un amigo te contara que se enamoró de una persona que es... que no te gusta para él? —preguntó, soltando las palabras rápido, una encima de otra.

—¿No te gusta porque estás celoso o porque en serio piensas que no es bueno?

Su colega no le respondió, mirando más allá de él. Tal vez estaba pensando en lo que de verdad le molestaba o tal vez... tal vez estaba demasiado nervioso para observarlo.

—¿Hay alguna diferencia? —habló justo cuando pensó que ya no lo haría, dando un paso hacia el costado. Literalmente.

—Si solo estuvieras celoso, no tendrías por qué entrometerte. Kit puede salir con quién quiera, al fin y al cabo. —Alzó los hombros y le sonrió con cierta compasión—. Sin embargo, si en serio piensas que está metiéndose en problemas, yo se lo diría. No creo que haya algo mal con decirle que desconfías de una persona.

Min asintió, aceptando su respuesta de inmediato, y estaba listo para avanzar cuando Brennan agregó:

—¿Estás celoso o de verdad crees que Kit está cometiendo un error?

—Es un error. Es decir... no creo que sea la persona indicada. No ahora, al menos.

—¿Por qué?

—Porque... es un chico inmaduro, tal vez incluso manipulador y... no creo que sea el momento. Quizá en unos años más, cuando ambos aprendan a mantener una relación.

Fue sorprendente lo rápido que pensó en Cam. No sabía por qué, pero ahí estaba el muchacho, entristeciéndose al mismo tiempo en el que Hart se alejaba de su amigo. ¿Y si Marcy no estaba afligido por la discusión, sino porque había terminado lo que sea que tenía con Grind?

Era una locura. Por donde lo viera, era mucho más que una locura, pero él sabía que su alumno era capaz de hacerlo.

«Oh, Dios». Por supuesto que era capaz.

—¿Por qué siento que estás refiriéndote a Cam? —indagó con una carcajada nerviosa, ansiosa, temiendo la respuesta.

—Porque estás preocupado por él, ¿tal vez? —Sin embargo, la risa de Min fue bastante sincera, casi divertida. ¿En serio le parecía una estupidez o solo estaba tratando de evadir su pregunta? Porque no le había contestado, ¿verdad? Aun si le costó darse cuenta, su colega ni siquiera le había contestado.

Lo dejó pasar. Aun si quería saber un poco más, Min no era la persona indicada para eso. Él no le daría la información que necesitaba, para empezar, ni tampoco le correspondía hacerlo, así que solo lo dejó pasar.

—Tal vez. —Alargó su propia carcajada hasta convertirla en un simple suspiro—. Si de verdad quieres mi opinión, habla con él. No creo que haya algo malo con decirle lo que sientes. Kit es un chico grande, ¿no? Él debería ser capaz de tomar sus propias decisiones, suyas, independiente de lo que sea que le digas. Que le cuentes cómo te sientes no significa que tenga que complacerte, ¿verdad?

—Supongo.

—Recuerda que expresar tus emociones es sano, no egoísta. —Le dio una sonrisa y una caricia en el hombro, extendiéndola hasta llegar a su codo. Recién entonces lo soltó—. Además, es importante que se equivoque. Si su relación en serio es un error, es necesario que él mismo se dé cuenta. Después de todo, aún es joven y le queda mucho que aprender.

—¿Dices que lo deje ser feliz?

—O infeliz. —Asintió y volvió a sonreírle, cruzándose de brazos—. Deja que pase lo que tenga que pasar, gatito. Deja que le rompan el corazón o que él mismo se lo rompa con sus estupideces. Deja que él escoja su destino.

—¿Incluso si las consecuencias fueran... malas?

Cam. Solo podía pensar en Cam.

—Hiciste lo que más pudiste. —En realidad, esa era la verdad. Aun si se trataba de sus amigos, el resultado no dependía de ellos—. Solo... dile que te parece una mala idea, pero no te culpes por algo que está fuera de tus manos. Deja que él se haga cargo de sus errores.

Los ojos de Min lo observaron como si hubiese dado justo en el clavo, abriéndose un poco más, brillando de un modo distinto. ¿En serio llevaba tantos años haciéndose responsable de las decisiones ajenas? ¿Cómo? ¿Por qué?

—Recuerda que eres su amigo, no su papá. —Fue lo último que soltó al respecto, casi molesto, dando un paso hacia el frente cuando algo le dijo que Min lo necesitaba.

Por eso lo rodeó, con fuerza y sinceridad, tomando su cabeza por la nuca. Por eso lo dejó esconderse en su pecho y suspirar, larga y temblorosamente, ahogando el llanto que sabía que no soltaría ahí. Por eso lo sostuvo como si fuera la criatura más frágil del universo, acariciando su pelo y su espalda.

Aun si estaban rodeados de profesores y estudiantes. Aun si no era el mejor lugar para hacerlo. Aun si una vocecita le dijo que no eran tan amigos como para llegar a eso.

Min lo necesitaba y eso era suficiente para Bale.

—¿Quieres que te lleve? —Le murmuró mientras se alejaban, observando sus ojos sin siquiera pestañear. Estaban rojos y húmedos, aunque no parecía haber llorado. No se lo había permitido—. Tu departamento me queda de camino.

Era mentira. En realidad, su departamento le quedaba en dirección opuesta, pero su colega no tenía por qué saberlo. No era como si estuviera muy ocupado, tampoco.

—Puede ser, pero... solo llevarme. —A veces le divertía cuando Hart le recalcaba esos detalles, como dejándole en claro sus límites. Le parecía maravilloso, en realidad—. Es decir, no te odio ni nada parecido, pero... ya sabes.

—Tienes clases en la tarde y solo quieres dormir un rato. —Asintió, riéndose casi al instante—. Ya sabes que respeto mucho el sueño de los demás.

—Lo sé. —Min también sacudió la cabeza, siguiendo los pasos que Bale recién había empezado a dar—. Solo por eso me agradas.

—Como digas. —Bale soltó otra carcajada y sacó sus llaves, mirando a todas partes. ¿En dónde mierda se había estacionado?

—Está en la otra punta. —Su colega se giró y señaló el lugar, rodando los ojos al mismo tiempo en que tomaba su brazo y lo jalaba hacia allá—. Si no tuvieras la cabeza pegada...

—Lo sé, lo sé. —De nuevo se rio, negando con la cabeza en todo momento.

Al menos el rubio lo entendía.


⁎⁺◦✳︎


Levantarse era más complicado cuando sabía que no había ningún alumno esperándolo. Odiaba dar clases, sí, pero conducir todo el camino hasta el colegio para sentarse a mirar a sus colegas era peor que los últimos ensayos que tuvo que entregar en la universidad. Al menos esa mañana Kit se veía más resuelto y Min no estaba huyendo de él, pero igual había cierta distancia que se podía percibir solo cuando estaba con los dos. Desde lejos, las cosas parecían haberse solucionado, pero desde cerca había un silencio cargado.

Decidió quedarse con el rubio. Lo había decidido hace semanas, en realidad, pero ese día hizo su elección definitiva cuando Marcy volvió a concentrarse en su teléfono aun si él intentó incluirlo en su charla. El castaño no hizo más que disociarse o enfocarse en su celular, así que terminó ignorándolo de vuelta.

El rubio se veía mucho más relajado cuando llegó el horario de salida, casi aliviado, aunque su gesto se desvaneció un poco cuando su amigo se despidió y corrió a su auto, feliz, subiéndose al mismo tiempo en el que ellos llegaban al estacionamiento.

—¿Quieres que te lleve? —Bale no hizo más que sonreírle a su colega, deseando animarlo.

—No es necesario. Ahora que terminaron las clases en la academia, me da tiempo de caminar. Así respiro un poco.

—¿Entonces te molestaría mucho si voy a tu departamento? Es decir, no iré si tú no quieres, así que la verdadera pregunta es: ¿puedo ir a verte más tarde?

Su colega lo miró por varios segundos, analizando su cara con ojos inquietos. ¿Estaba tratando de buscar alguna respuesta o solo se sorprendió con su pregunta?

—Nos vimos el sábado. —Era la segunda opción. Definitivamente era la segunda.

—Lo sé, y la pasé muy bien, por eso quiero volver. —Fue tan sincero como pudo, viéndolo con otra sonrisa—. De hecho, quizá debería cambiar mi pregunta, porque no solo quiero visitarte hoy día, sino que también durante las vacaciones. Es decir, el viernes ya es el último día en el que tendrás que soportarme en el trabajo, pero ¿tal vez podríamos juntarnos de vez en cuando? No todo el tiempo, por supuesto, y solo si quieres. No tengo planeado mucho para las siguientes siete semanas, así que pensé ¿por qué no voy donde mi rubio favorito? Quizá terminemos haciéndonos más cercanos, ¿qué opinas? Y ya sabes que puedes negarte o echarme cuando quieras.

Los ojos de Hart seguían fijos en los suyos, atentos, apenas pestañeando. Casi parecía que iba a negarse, en realidad, pero entonces asintió y siguió caminando como si nada.

A veces le sorprendía lo inexpresivo que era.

—Me vendría bien un poco de compañía —contestó varios segundos después, su vista aún en el suelo. Eso no evitó que caminara directo a su vehículo—. De hecho, ahora suena mejor el aventón.

—¿Eso significa que puedo quedarme? —Agudizó la voz, emocionado, y el rubio simplemente volvió a asentir—. ¡Yay! ¿Quieres que pasemos a comprar alguna cosa?

—Luego pedimos algo. No soy muy fan de las multitudes.

—Está bien. Jim es igual —habló sin pensar, agitando su cabeza poco después. Por suerte, Min todavía no lo miraba—. Tú escoges la comida. Yo me adapto a lo que sea.

—Bueno, pero luego no te quejes si pido algo demasiado específico. —Al fin se volteó hacia él, apuntándolo con un dedo, y enseguida se rio con suavidad, suspirando—. Si quieres pasar más tiempo conmigo, hay algunas cosas que deberías saber. Mis opciones de comida son limitadas, por ejemplo, y a veces me irrito con mucha facilidad.

—Está bien. Si quiero pasar más tiempo contigo, soy yo el que tiene que hacer un esfuerzo, no tú. —Esa era su filosofía. Si iba a invadir el espacio de otra persona, no podía exigirle que se adaptara a él—. Ya te lo dije: puedes echarme cada vez que te canses de mí. No voy a molestarme por eso. Es tu casa, después de todo.

Hart no respondió. Solo asintió, volviendo a mirar hacia delante, y Bale abrió las puertas de su vehículo apenas llegaron junto a él, invitándolo a subirse.

Cuando ambos tuvieron el cinturón puesto, encendió el motor, mirando el espejo retrovisor mientras intentaba salir de ahí.

Estaba emocionado. Incluso si no había tenido muchas expectativas al sugerirle esa idea, en el fondo siempre había esperado que su colega aceptara. Con un amigo que aún estaba en la universidad y otro que estaba a más de cuatrocientos kilómetros de Valden, sus alternativas se limitaban a seguir soportando a Cam y ver la televisión. Eso era todo.

Ahora, no solo tenía a alguien para compartir en el trabajo, sino que incluso en las vacaciones, partiendo un par de días antes de que terminara esa semana extra que ya no soportaba.

—No entiendo por qué tenemos que seguir viniendo al colegio. —Bale empezó a quejarse en voz alta, mirando de reojo a su colega—. Siento que solo estamos perdiendo el tiempo.

—Se supone que tienes que planificar tus clases para el próximo semestre —soltó con cierta molestia, o tal vez así era su voz—. ¿Siquiera planificas tus clases?

—Nunca me enseñaron a hacerlo. —Agitó su cabeza, aunque sin girarse, viendo el auto que lo antecedía—. No soy maestro, ¿recuerdas? No de profesión. Ni siquiera sabía que teníamos que seguir yendo al colegio después de que terminaban las clases.

—Aún puedo prestarte mis libros y mis cuadernos.

—¿Para estudiar en vacaciones? No, gracias. Quizá a principios de agosto vuelva a conectarme con mi super yo.

—Podrías aprovechar esta semana. Si no vas a planificar, tal vez podrías aprender a hacerlo.

—No creo que pueda concentrarme en el colegio. —Sacudió la cabeza y giró todo el manubrio, preguntándose si realmente tenía que doblar ahí. Tal vez tendría que preguntarle al rubio—. Necesito música, como mínimo, además de buena comida.

—Puedes usar audífonos. —Se encogió de hombros, apuntando hacia el frente con un dedo—. Tienes que doblar en esa, a la izquierda, y luego tienes que seguir recto.

—Gracias. —Le sonrió, todavía sin poder mirarlo, siguiendo cada indicación.

El tema de sus estudios murió ahí, en parte porque le costó recordar de qué estaban hablando, pero también porque otra idea invadió su cabeza, haciendo que toda su atención se centrara en eso.

—¿Qué harás este fin de semana? —indagó entonces, aprovechando un semáforo en rojo para girarse hacia el rubio.

—Descansar. Es mi primer fin de semana libre en meses.

—¡Qué envidia! A mí me invitaron a un cumpleaños, aunque no será la gran cosa. Luca sigue muy ocupado con la universidad, así que solo es un almuerzo familiar. Eso me recuerda: ¿cuándo es tu cumpleaños? Creo que nunca me lo has dicho.

Min soltó una risita, tal vez por lo rápido que había cambiado de una idea a otra.

Bale también sonrió.

—Nunca me lo habías preguntado. —Su colega contestó poco después, apuntando la siguiente intersección—. A la derecha y listo. Llegamos.

—¿Y bien? ¿Cuándo es? —insistió, disminuyendo la velocidad del automóvil.

—Ya pasó. —Hart le restó importancia, elevando sus hombros, y entonces se quitó el cinturón. Estaba a punto de bajarse del vehículo cuando Bale le dijo:

—¿Y qué importa? Por algo se llama cumpleaños y no cumpledécadas.

Su colega no hizo más que rodar los ojos, aunque entretenido, y luego entró al edificio con una risa que apenas alcanzó a oír. Sabía que había ido a pedir que le abrieran el portón, pero una parte de él sentía que en realidad estaba evadiendo el tema. ¿Había alguna razón por la cual no quería contarle cuándo estaba de cumpleaños? ¿Y si era ese día? Eso sería lo peor, no porque tuviera que pasarlo junto a él, sino porque Kit se había ido como si nada.

Quizá estaba exagerando. Sí, definitivamente estaba exagerando. Min ni siquiera tenía cara de géminis, ¿cierto? Aunque sería divertido que estuviera de cumpleaños tan cerca de Luca.

Para cuando terminó de estacionar su vehículo, Hart lo estaba esperando a pocos pasos de ahí, sonriente, casi más feliz que de costumbre.

Eso no hizo que olvidara su pregunta.

—¿Y bien? Todavía no me dices cuándo es tu cumpleaños. ¿Por qué tan secretivo?

—Reservado —corrigió, riéndose otra vez.

—¿Entonces?

—¿Por qué estás tan interesado? —Extendió su carcajada mientras se adentraba en el edificio, guiándolo en todo momento—. Ni siquiera nos conocíamos en ese entonces.

—¿Y eso qué? Aún podemos celebrar el próximo año.

—¿De verdad crees que seguiremos hablando por tanto tiempo? —No solo agudizó la voz, sino que también levantó una ceja, apretando el botón del ascensor.

—¿De verdad estás tan ansioso por deshacerte de mí? —Él igual alzó su tono, poniendo ambas manos en su pecho. En el fondo, sí estaba un poco ofendido por esa pregunta, en especial cuando Hart rodó los ojos.

—No seas dramático. Es solo que, ya sabes, nada es para siempre.

El elevador se abrió justo en ese momento, invitándolos a entrar.

—Yo siempre apunto al siempre. —Era verdad. Incluso si era consciente de que todo llegaba a un final, la realidad no hacía que soñara con menos fuerza.

—Eso es poco realista. —Min era todo lo contrario a Bale. Lógico, para empezar, pero también más temeroso, con menos ganas de ilusionarse. Podía entender por qué.

—No todo tiene que ser realista. Si apuntas al final, es más probable que termine. —Eso era lo que había pensado durante toda su vida. Si se enfocaba demasiado en el final, tal vez sería incapaz de disfrutar el presente—. No me cierres las puertas tan pronto.

—Pero tarde o temprano te aburrirás de mí, o viceversa.

—Puede que te consideres una persona complicada, pero yo soy un chico relajado y tolerante, además de flexible. —Las puertas del ascensor se abrieron de par en par, obligándolos a bajarse. Solo por eso hizo una pausa—. Estoy seguro de que ninguna de tus cualidades será demasiado para mí, ¡ya verás! Con mi ternura y gentileza, apuesto a que seremos amigos por otros veinte años más. Mínimo.

—¿Mínimo? —De nuevo agudizó la voz, poniendo su llave en el picaporte.

—Ya te dije que siempre apunto al siempre. —Se encogió de hombros con media sonrisa, sus ojos fijos en el hogar que tenía enfrente. Era sorprendente lo ordenado que estaba, cada maldita vez, aunque eso calzaba tan bien con la personalidad de Min.

El chico no hizo más que caminar directo a la cocina, sirviéndose un poco de jugo.

Tuvo que tomarse todo el vaso para volver a mirarlo, sonrojándose enseguida.

—¿Quieres? —ofreció, sacando otra copa.

—Me encantaría. —Asintió, guardando las bromas para más tarde, y es que era obvio que Min se pondría más ansioso si se burlaba de sus habilidades sociales.

Recibió el vaso con una sonrisa, siguiendo al rubio que solo se sentó en su sofá. Bale no esperó una invitación para imitarlo.

—¿Entonces? ¿En serio piensas seguir ocultándome tu cumpleaños?

Hart rodó los ojos, otra vez, dejando escapar un montón de aire.

—Veintiocho de febrero, y de un año bisiesto. Hubiese preferido nacer el veintinueve.

—Supongo que tu mamá no pensó lo mismo. —Entonces sí bromeó y se rio.

—Supongo. —Sin embargo, el rubio no lucía alegre. Parecía cansado, en realidad, cerrando los ojos por más tiempo del necesario.

Tuvo que culpar a su ansiedad cuando simplemente le preguntó:

—¿Quieres ir conmigo al cumpleaños de Luca?

Era una propuesta repentina, demasiado imprevista, pero le parecía una buena idea. Su colega era un tipo agradable y estaba seguro de que su amigo no se enojaría.

—Dijiste que era algo familiar. —Min negó con la cabeza tan pronto como pudo—. Además, no soy muy fanático de esas fiestas. Solo tolero los cumpleaños de mi familia porque no tengo buenas excusas, así que sigo buscando la forma de faltar al de mi mamá.

—¿Por qué?

—Porque Hegun me trae malos recuerdos y...

—No eso. —Bale agitó la cabeza y se rio, acomodándose un poco más cerca del rubio—. ¿Por qué odias los cumpleaños?

—¿Además de los globos, los ruidos y toda esa gente reunida? —Sonaba como una pregunta retórica, pero él igual asintió—. No es que los odie, es que... siento que solo es un recordatorio de que tarde o temprano todos se olvidan de ti.

—¿No es como lo contrario? Las personas siempre te saludan ese día.

—Exacto, solo ese día. Es decir, puede que te hagan sentir especial, sí, pero su cariño dura muy poco. Un día te hacen sentir la persona más importante del universo y al otro... al otro se acaba todo y, adiós, nos vemos el otro año. Es tan triste, tan solitario. Siento que darle tanta importancia a esa fecha hace que la vida pierda todo su color cuando se apagan las velas, si es que al menos tuviste velas.

No sabía qué decir. En el fondo, sabía que Hart tenía razón. El contraste de un día a otro podía ser deprimente para la gente más sensible, lo entendía, pero también podía ser un impulso, una clase de recordatorio de que en realidad sí había personas dispuestas a celebrarlo contigo.

«Excepto que no todos tienen familias amorosas o buenos amigos», porque su colega ya le había dicho que Kit era su único amigo y su familia... recién había mencionado a su familia, y lo había hecho precisamente para contarle que estaba viendo cómo evadir el cumpleaños de su madre. De su maldita madre. De la mujer que lo había dado a luz.

Bueno, tal vez tenía sus motivos.

—Quizá no se trata del cumpleaños en sí, sino de las personas que te rodean. —Trató de sonar comprensivo, su tono más suave y su sonrisa mucho más sincera.

Min no hizo más que mirarlo, fijo, asintiendo al cabo de unos segundos.

—Puede ser —dijo entonces, luciendo mucho más triste, sus ojos apagados.

—Supongo que, cuando encuentres a esa persona especial, cada día será igual de maravilloso que el anterior.

—Supongo, aunque no creo que tengamos que dejarle esa responsabilidad a una sola persona. No sería justo.

—Pienso lo mismo, pero la mayoría de las personas dejan todo su amor para su pareja, apenas preocupándose de los demás. Es decir, ¿cómo se te ocurre que los demás reciban las mismas muestras de afecto? Eso sería una locura. Infidelidad total.

—Siempre he pensado eso. —Min asintió, moviendo sus manos en el aire—. Yo sería capaz de darle el mundo entero a mis amigos, aunque tal vez no es tan sano. Tal vez por eso se aprovechan.

—Si la gente se aprovecha, es culpa de ellos, no tuya. —Brennan le rebatió, arrugando la frente con cierta frustración—. Yo creo que, si no estás dispuesto a dar el cien por ciento en una relación, así sea romántica o fraternal, ¿por qué la empezarías? Siento que es una falta de compromiso.

—Si vas a decir que somos amigos, entonces actúa como uno. —Estuvo de acuerdo, asintiendo con una sonrisa.

Eso fue suficiente para que Bale considerara la idea. Aun si en un comienzo había dicho que no quería algo tan profundo con Min, poco a poco se había ido encariñando con ese tierno muchacho. Por supuesto, la meta había cambiado cuando notó que el rubio era difícil de alcanzar, pero en el fondo no quería comprometerse demasiado. Cuando lo hacía, siempre daba más de la cuenta, en especial si Jim aparecía en la ecuación.

Esa vez sería distinto, lo presentía. Aun si amaba a Jim con toda su alma, su colega parecía más sincero que él, más directo, más capaz de comunicarse. Aun si a veces le costaba un poco, Hart parecía dispuesto a intentarlo, al menos.

Eso era suficiente para él.

—Entonces... —Bale alargó la palabra, girando todo su cuerpo hacia Min—. Si no te gustan las fiestas de cumpleaños y todo eso, ¿qué te gustaría hacer ese día? Si tuvieras todo el dinero del mundo y blablablá.

—Siempre he querido escaparme a una cabaña en medio de la nada. —Sonrió de lado a lado, removiéndose en su lugar—. Me gustaría comer en algún lugar cercano, eso sí, y levantarme a la hora que quiera, salir a caminar, ¡o a nadar!, a relajarme entre los árboles. Me gustaría sentir que la vida no es tan pesada por al menos un fin de semana. Como dijo la princesa Anneliese: mi gran sueño siempre ha sido todo un día para mí, nada que hacer ni dónde estar por una vez —cantó a partir del "nada", mirando hacia abajo cuando sus orejas se tornaron rojas.

—¿Quién es Anneliese? —Fue lo único que pudo decir, logrando que Hart lo viera otra vez.

—¿Estás seguro de que eres gay? —Alzó una ceja y tomó su celular, levantándose del sofá para caminar directo a la tele—. Creo que ya sé lo que veremos hoy: Barbie as the Princess and the Pauper.

—Tiene que ser una broma. —En realidad, no le disgustaba, pero molestar a su colega se había convertido en uno de sus pasatiempos favoritos.

—Sé que te gustará. —Casi parecía que estaba alardeando, así que Brennan se rio, girando su cuerpo hacia delante. Incluso se atrevió a tomar una mantita que el rubio tenía a un costado.

—Si tú lo dices. —Eso no evitó que siguiera burlándose, girando los ojos también.

—Eso sí, no puedes reírte de mí por cantar todas las canciones.

Y sí que lo hizo, repitiendo algunos diálogos con las entonaciones exactas, a veces incluso con los movimientos y los quejidos correspondientes. Fue incluso más divertido que la misma película.

Cuando Min se dio cuenta de que Bale estaba mirándolo fijamente, solo dijo:

—Tenía el DVD. —Como si eso explicara por qué lo había visto tantas veces.

Era divertido. Todo en ese chico le parecía divertido, en especial cuando le explicaba las cosas que se había perdido con cierta frustración, pausando la película de mala gana.

Tal vez sus vacaciones sí serían entretenidas, después de todo.



[ 4703 palabras ]
[ 31.01.2025 ]

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