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JongIn está un tanto inquieto en lo que revuelve su café una y otra vez. Cuanto odia esa bebida, pero en ese instante es su único consuelo, incluso podría afirmar que es su ancla, lo que le queda, el vestigio de lo que fue su amor.

Han pasado ya cinco años desde que se enamoró por primera y única vez; No es que JongIn se queje, de hecho han sido los mejores años de su vida, ha disfrutado cada minuto, cada instante junto a su Hyung, su...

Deja de mover la cuchara y mira atentamente la espuma ya casi disuelta con la esperanza de alguna señal que le indique qué debe hacer, cómo actuar o tan siquiera qué decir. Para él, un inexperto en el amor, todo es tan nuevo tan maravilloso, pero tan doloroso al mismo tiempo.

Sabe muy bien porqué está ahí sentado frente a una taza de café ya sin espuma y otra que se enfría un poco más cada que alguien entra al local.

El vidrio que da a la calle le devuelve la mirada, aquel extraño tan conocido que es su reflejo lo mira curioso y expectante, porque sabe que ha cometido un error, porque es un estupido sin remedio y porque lo acusa de haber arruinado todo.

Se siente pender de un hilo, su vida depende de un hilo que sin darse cuenta ha ido desgastando, pero lo peor, es que no se ha dado cuenta del hecho hasta que lo vio tomar sus cosas y salir por la puerta sin dar explicación alguna, claro que ahora que lo piensa, qué le tendría que decir después de lo ocurrido, ni siquiera sabe cómo llegó.

Mira sus manos, algo cenicientas, todo él luce así, ya ha pasado bastante tiempo desde que no tiene la tonalidad que usó de iman para atraer a su...

Suspira pesadamente, está tentado entre recostarse sobre la mesa o irse al baño, ambas opciones son tan apetecibles, pero al mismo tiempo lo hacen sentir culpable.

Recuerda la noche que lo encontró lloroso y estupefacto con esas cosas entre sus manos. JongIn sabía perfectamente en qué se metió la primera vez, pero siendo un inexperto no midió la consecuencia de sus actos, al fin y al cabo era un adulto responsable.

También recuerda la vez que se atrevió a besarlo en aquella vereda junto a la carretera, el acto de proeza que implicó después de pasar la peor cita de la historia. Sus tripas aún re revuelven recordando la sensación tan satisfactoria y placentera de rozar sus labios con los de su...

La puerta de la entrada vuelve a hacer sonar la campanilla y anuncia la llegada de alguien que JongIn ha estado esperando, ha estado sentado aguardando por él ya casi dos horas, aunque no fue tanto tiempo como cuando citó por primera vez a su... Bueno, JongIn no sabe que son ahora, pero en aquel entonces podía describirlo como su todo. Porque aquel chico parado en la entrada buscándolo con la mirada algo asustado, hace unos años, era el universo de un moreno no tan moreno de ahora piel cenicienta y cabello desgastado.

JongIn siente que las piernas le tiemblan, comienza a rascarse el brazo con impaciencia y disimulo, porque aquel chico de ojos grandes y expresivos se está acercando dubitativamente, no quiere, pero al mismo tiempo desea estar cerca de él.

Dos corazón que fueron uno han sido separados, pero todavía desean mantenerse unidos.

- Dime qué hacer... - le dice el chico de cabello negro sentado ahora frente a él bebiendo del café frío.

JongIn lo observa atentamente, sabe a lo que se refiere, sabe que tiene que responder y sabe lo que quiere hacer, pero se abstiene, se abstiene porque sabe que otro error, tan siquiera uno muy mínimo puede alejarlo definitivamente del muchacho de labios rojos y cordiformes sentado frente a él con una cafarena negra con cuello de tortuga, la cual hace juego con el resto de su vestimenta de igual color.

JongIn pasa saliva con dificultad y bebe de su café demasiado dulce y frío, ya sin espuma y que no le ha dado respuesta de cómo solucionar su situación, porque está orillado, sin salida, mirando la mano que se acerca para tomar la suya.

Tan fácil es hablar de cosas sin sentido, tan fácil es herir a quien te ama por un momento de locura. JongIn quisiera haber engañado a KyungSoo, su Hyung, su antiguo mundo, su vida, pero lo ha arruinado y tiene miedo de ponerse de pie para solucionar las cosas.

Aún siente un sabor amargo en la boca y se extiende hasta convertirse en un nudo que no lo deja respirar, que hace que sus ojos se llenen de aquellas gotitas saladas que no habían dejado de aparecer desde la vez que el chico de piel nívea frente a él lo vio y oyó hacer y decirle tantas barbaridades.

Cinco años de relación perfecta para el resto y para una de las partes se ha desmoronado.

- Dime qué hacer - responde con la voz entre cortada, sintiendo como una de las dichosas gotitas resbala libremente por su mejilla y por si fuera poco se asoma a sus labios secos.

No lo ha besado en tanto tiempo, pero cómo podría, ¿Tan siquiera sería digno?

Suspira entrecortadamente y por fin toma la mano de su, no sabe que son, pero alguna relación tienen.

KyungSoo lo mira con ojos preocupados, ansiosos y protectores, porque JongIn sabe lo que hay en su mirada y KyungSoo sabe que JongIn lo sabe. Ambos son almas gemelas, de esas que son unidas por la leyenda del hilo rojo, solo que uno ha tirado demasiado en un despiste del otro, ha desgastado la conexión en cuestión de meses por un absurdo impulso y no es que haya terceros, aunque es algo bastante parecido.

JongIn quiere estrechar nuevamente entre sus brazos al hombre frente a él, porque ha sido su todo y su vida por tanto tiempo que le duele, le hace falta, necesita volver a su lado.

Han sido semanas sin él, ni siquiera sabe cómo ha acabado arreglado, vestido y consciente en esa cafetería en la que se conocieron, no sabe qué lo ha impulsado o quizá sí, quizá ha aprovechado la distracción de las tijeras que han estado maltrechando su hijo rojo, su relación, y ha decidido salir de su agujero a ver la luz del sol, a ver a ese hombre que también está llorando al verlo confundido, porque aún está reciente su pelea.

Lo que JongIn le gritó a KyungSoo es algo que no quiere que vuelva a repetirse, lo que KyungSoo sintió cuando descubrió el secreto de JongIn no quiere que vuelva a sentirse, porque si quieren salvar su relación, rescatar esos besos en la plaza, en la playa, en el campo, en la terraza, en la piscina, en esa vereda, en esa cafetería, en su casa, en su auto y en tantos lugares más, saben muy bien qué debe hacer, pero es tan difícil.

- Dime qué tengo que hacer, Hyung - vuelve a formular JongIn con voz ahogada, a punto de derrumbarse sobre la mesa.

KyungSoo solo lo mira medio presente medio ausente pensando y planteándose opciones diferentes a la que ya tiene, porque ya sabe qué debe hacer para rescatar su amor, sabe qué necesita y sabe qué debe decir.

- Tengo que internarte, JongIn - dice por fin con un poco de nervios, porque teme que se vuelva a repetir la noche de hace unas semana.

KyungSoo había llegado a su casa antes del trabajo, por lo que decidió limpiar, después de todo, JongIn era el que se encargaba de su hogar en la semana puesto que su trabajo ocupaba las noches de los fines de semana.

KyungSoo estaba orgulloso de poder presumir que había encontrado al hombre de su vida a tan temprana edad, porque tan sólo tenía 17 años cuando lo conoció en su cafetería favorita, pero que después de un par de meses de insistencia, obtuvo cinco bellos años de relación amorosa.

KyungSoo ama a JongIn con locura, tanto que intenta darle todo de él siempre que puede y sabe que el sentimiento es recíproco, porque JongIn se ha dedicado a remarcárselo cada que puede, siempre con los brazos abiertos, sonrisas llenas de sentimientos puros, porque KyungSoo adoraba cómo era JongIn, tan delicado, tan emotivo, tan fuera de este mundo.

Para KyungSoo, JongIn era la perfección hecha persona.

Comenzó con las cosas simples, a arreglar un poco de ropa que había dejado su pareja tirada en las escaleras, le pareció raro, normalmente no había nada de eso cuando regresaba, pero había decidido darle una sorpresa. Desde hace un par de meses que su trabajo le ha robado algunas horas con su novio, pero quería recompensarlo.

Prosiguió con su labor, acomodó los libros que sacó de su pequeña biblioteca la otra noche, pero que no pudo terminar de leer porque JongIn lo ha estado esperando ansioso y quién era él para negarle el placer que ambos sentían cuando se fusionaban y eran un todo, sin embargo, algo llama su atención mientras recordaba las escenas subidas de tono.

Se arrodilló frente al baúl que está del lado de la cama de JongIn, donde guarda sus cosas personales, de las cuales KyungSoo tiene conocimiento, pero que no ha echado un vistazo en meses.

JongIn era amante de la música clásica, al igual que la literatura del mismo tiempo, no había libro que no haya leído, pero algo le dijo a KyungSoo que "Crimen y Castigo" ya había sido leído unas buenas docenas de veces, por lo que quiso ver qué le llamaba tanto la atención a su pareja, podría empezar a leerlo, después de todo KyungSoo no había terminado de leer los recientes.

Al tomar la pieza, notó que no tenía la misma proporción que los libros de la misma medida, además que se sentía hueco y extraño.

Con algo de inquietud, abrió la tapa del ejemplar, esperando ver una dedicatoria, pero ocurrió todo lo contrario a sus suposiciones, encontró su peor pesadilla.

Oyó la puerta del patio cerrarse, seguido de pasos lentos que indicaban que el otro dueño había regresado de donde fuese que se hubiese ido. KyungSoo confiaba ciegamente en JongIn, pero esa noche dejó de hacerlo. Cada paso que JongIn daba en dirección a su habitación, provocaba una fractura en el corazón de KyungSoo.

- Pero sería lo mismo que ahora, no te vería y te extraño, te necesito, Hyung... - dijo el JongIn del presente deslizando sus huesudos dedos por la piel blanquecina del mayor, provocando que un mareo lo azotara, como cada vez que lo tomaba de improvisto y le pedía que lo hiciera suyo, pero debía ser fuerte.

- ¿Qué es esto? - preguntó KyungSoo tomando lo que había dentro del libro hueco y que nada tenía que ver con letras y hojas.

- Deja eso - le respondió de manera mordaz acercándose a su pareja que no quería ponerse de pie por la sensación de desmoronamiento en su interior. Su pecho vibraba con intensidad y provocaba que las lágrimas indiscretas brotaran sin permiso y con más intensidad.

- JongIn, explícame qué es esto - volvió a insistir el pelinegro, ahora mirando a los ojos de su pareja, pero se llevó una gran sorpresa al no encontrarse con la típica mirada del menor, porque siempre había calidez, más en ese momento solo estaban inyectados de sangre, con las mangas de su camiseta subida hasta los codos y el cabello desarreglado.

¿Cuándo había tomado tal apariencia? ¿En qué momento había dejado de ser inocente y tierno? ¿Cuándo su belleza se había tornado opaca?

No puede evitar cubrirse la boca por el asombro, el amor de su vida...

- No hagas esto, JongIn, estás enfermo, necesitas recuperarte para volver a mi lado, para volver a estar juntos - KyungSoo intenta que su voz sea suave, tiene miedo de que la reacción sea la misma que aquella noche.

Las jeringuillas y pastillas son arrancadas de sus manos en cuestión de segundos, haciendo que cayera de culo al suelo al ver cómo JongIn las metía en un cajón que lleva mucho tiempo sin haber abierto. Prácticamente desconoce su propia habitación, ¿De qué cosas no ha sido testigo?

- ¿En qué momento? - dijo algo ido ante la escena, estaba anonadado de ver aquellos acontecimientos - ¿Por cuánto tiempo te has estado drogando a mis espaldas? - su corazón latió rápido y duro, golpeando su pecho con fuerza y rudeza.

JongIn se tornaba, ante sus ojos, como una imagen borrosa, sin forma y que albergaba dolor y pesar.

- No te importa, imbécil - le respondió JongIn con voz ácida e hiriente -. Ahora levántate, déjame solo, ¿Qué haces aquí? ¡Largo! - gritó y eso a KyungSoo lo destruyó, JongIn jamás le había gritado más que para preguntarle si podía pasarle la toalla o si quería beber jugo en lugar de café recién filtrado. Todo fue diferente.

KyungSoo solo atinó a ponerse de pie muy desorientado y dando tumbos se acercó a las escaleras para ir a su sala y reflexionar, por desgracia no llegó a dar más de un par de pasos cuando la puerta de su habitación a sus espaldas se cerró de un portazo y él cayó de rodillas llorando amargamente.

Se sentía culpable, muy culpable de su descuido, porque el hombre encerrado en su habitación removiendo cosas y gritando no era el hombre con el que había decidido permanecer por toda la eternidad o como mínimo, cuanto duraran sus vidas. ¿Cómo había llegado a eso?


- Dime qué hago para que me ames de nuevo - volvió a decir el JongIn lucido de ahora, que ha huido de la anfetamina escondida en una de las macetas de su casa.

- Todavía te amo - le respondió KyungSoo uniendo sus manos sobre la mesa, intentando sonreír, pero obteniendo más que una mueca, porque quiere a su novio de hace cuatro años, el que lo hacía sentir bien, el que lo mimaba y le dio los mejores años de su vida, regrese.

KyungSoo quiere a su amor de vuelta a pesar de que era un drogadicto, porque un error podía cometerlo cualquiera, pero dejarlo subsistir es casi un pecado.

- Te amo, JongIn - dice sacando su celular y llamando a la clínica donde ya ha separado un cupo para su pareja.

- Te amo, KyungSoo - le responde JongIn dejándose caer sobre la mesa, porque siente el cuerpo pesado por la abstinencia, porque como dicen, la mente controla el cuerpo y en la mente de JongIn, KyungSoo es el que gobierna, incluso después de haber dejado que el clásico "por una sola vez no te harás adicto" lo transformara en alguien completamente diferente.

Tomó la mano de su pareja con fuerza y se dejó cubrir por el sueño, sabiendo que al despertar, las cosas empezarían a mejorar.

- Dime qué hago - susurró JongIn contra la mano de KyungSoo.

- No llores, no más - obtuvo por respuesta.


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Si llegaron hasta acá, gracias por leer🙆🏼💜

Rivers22S 💎🍃

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