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Capítulo 69

Jeongin estaba sentado en la cocina comiendo un yogur con cereales mientras hablaba con su mamá.

"Hablaba" el gran sinónimo de "exageraba" y "gritaba".

—¡¿Cómo que yo si tengo que ir y el no?!— escandalizó en un grito.

—Tu hermano nació en Australia y nos mudamos cuando tenía siete años. Yo ya estaba embarazada de ti cuando llegamos aquí. Obviamente tiene la nacionalidad australiana como yo. Tu tienes la coreana como tu padre.— explicó brevemente su madre.

Estaban hablando acerca del servicio militar obligatorio y una de las reglas era tener la nacionalidad coreana. Como anteriormente explicó su madre, Chan tenía la nacionalidad australiana, por lo que no podría hacerlo, en cambio Jeongin si por haber nacido y crecido en Corea, siendo nacionalizado como coreano.

—Mami, me siento cansado con solo pensarlo.— hizo una expresión de tristeza y frustración.

—Vas a cumplir quince años en poco, preocúpate por eso cuando tengas veintiuno.— se quejó.

Jeongin frunció el ceño y siguió comiendo su yogur. Tomó su teléfono y le envió un mensaje a Seungmin por si estaba libre el sábado por la tarde y noche.

Seungmin-ah

Oye Minnie

Estás libre el sábado?

Es el cumpleaños de Chan y
quería que te quedaras a dormir

15:49 pm

Por otro lado Seungmin estaba hablando con su madre mientras ella terminaba de llenar unas fichas y el le hacía compañía mirando la novela favorita de la mujer.

—Mami, ¿Puedo invitar a Jeongin a casa el sábado a dormir?— preguntó inocentemente, temiendo de la reacción de su madre.

—Por supuesto. De todos los años que han sido amigos jamás lo trajiste a casa.— mencionó.— ¿Algún problema con el?

—No...— negó con su cabeza.— Solo que... no lo se...

Minyoung rió y negó con su cabeza.

—¿Te da miedo o te incomoda?— le miró dulcemente, sabiendo que algo ocurría. Seungmin volvió a verla fijamente y negó nuevamente.

—No es eso... es que... no se. Agh, ¿Puedo o no puedo?— preguntó ya harto del asunto.

—Si amor.— acarició su cabello soltando una leve risa.

Seungmin se levantó y se fue a la oficina de su mamá donde tenía cargando el teléfono. Cuando lo prendió, vio los mensajes de Jeongin.

Innie
Justo le pregunté a mamá
si podía invitarte ese día.

15:54 pm

Jeongin

Es enserio hyung?
15:54 pm

Lo siento

Te invitaré el próximo sábado
15:55 pm

  Jeongin

Y si voy el viernes contigo
luego de clases?
15:55 pm

Seungmin dejó el teléfono y volvió su vista hacia donde su mamá estaba sentada. Se acercó a ella y se arrastró por el sillón para recostarse sobre su hombro y pensar en como darle aquella propuesta.

—¿Me vas a pedir invitar a Jeongin luego del colegio?— se adelantó, remarcando algo en la ficha sin siquiera ver a su hijo a los ojos.

—¿Cómo te diste cuenta?— exclamó y levantó una ceja confundido y sorprendido.

—No se como no te das cuenta pero tu hablas alto cuando lees y escribes mensajes, bebé.— llevó su vista a el con una expresión neutra.

Seungmin hizo una expresión de molestia nuevamente, frunciendo el ceño y apretando sus labios.

—¿Entonces puedo?

—Si hijo.

—Gracias.— cerró sus ojos y se fue exageradamente marcando el paso, chocándose la puerta de camino.— Mierda...

—El vocabulario...— regañó su madre, sin dejar de ver las fichas.

—Rayos.— se corrigió en mal tono, sobando su frente y alejándose del living.

Una vez que Seungmin volvió a la oficina, Minyoung estalló en risas silenciosas, cubriendo su rostro colorado con una mano y tratando de no ser escuchada por su hijo.

¿Cuántas horas implicaba que un bebé llorara durante el día y la noche sin dormir un poco? ¿Una? ¿Dos? ¿Diez? ¿Veinticuatro?

Desde las cuatro y media de la mañana, Ryujin estaba despierta cargando y acostando a su bebé que solo lloraba y lloraba sin razón. Habían pasado doce horas donde ella daba vueltas para dormir a la pequeña Jiwoo y solo lograba que durmiera mínimo una hora, cosa que Shin lograba dormir diez minutos por miedo a lo que podía pasarle.

La doctora de maternidad le enseñó como cargarla y dormirla. Ryujin pensó que era fácil...

Claro que no.

Desde que la doctora le explicó los posibles paros cardíacos en bebés muy pequeños, ella tenía terror a que le pasara algo mientras dormía, y con solo pensar que podía ocurrir mientras la cuidaba solo sería un gran cargo de conciencia que jamás en su corta vida perdonaría.

Jiwoo parecía ser algo hiperactiva. Pasaba todo el día despierta mirando el techo o llorando para estar con su madre mientras babeaba sus manitas o las sacudía. Pataleaba, se acostaba en raras posiciones y dormía mientras se movía constantemente. Obviamente como todos los bebés, ella exploraba cada pequeña parte de su cuerpo y observaba el nuevo mundo, moviéndose constantemente o llorando en modo de respuesta o asombro.

Una vez que la acostó nuevamente, Shin se sentó en la cama mientras bostezaba y abría su cuaderno de geografía para hacer una tarea que debía entregar por computadora en unos días.

Había quedado en ir el último mes de clases para recuperar los exámenes finales antes de terminar la secundaria. Tenía suerte en que Minho no fuera al colegio para que cuidara de Jiwoo en esas horas y ella pueda terminar la secundaria para luego inscribirse en la universidad de decoración de interiores que ella soñaba con ir.

Hablando de Minho, ¿Dónde estaba?

Hace unos días fue la cesárea, le mandaba mensajes todos los días pero ¿donde estaba físicamente?

Día y noche donde ella se desvelaba para corroborar que Jiwoo durmiera bien, aguantando sus llantos y constantes cambios de pañales, la alimentación de la bebé. ¿Y Minho? ¿Cuidaba de su padre? ¿Buscaba trabajo?

Ni siquiera se aparecía por su casa. No le decía te amo. Quería creer que era por la pesada vida que llevaba al tener que llevar dinero a su hija o cuidar de su padre enfermo cuando su madre trabajaba todo el día.

Ella ya sabía que estaba pasando. Sabía que Minho dejó de interesarse en ella cuando le dio una enorme responsabilidad que no quiere cargar.

Entendía, no era fácil dejar esas divertidas noches de fiestas, su sexualidad o salir de paseo. Esas noches donde ambos dormían juntos luego de afrontar la terrible situación con sus padres y se daban apoyo mutuo, se sentaban hasta tarde a ver películas y comer algo mientras se daban mimos y caían profundamente dormidos. Ir al colegio juntos, salir fuera de la ciudad, su vida divertida.

¿Y ahora qué? Tampoco es que considerada aburrido o una desgracia traer un hijo al mundo. Fue inesperado, pero era un desafío maravilloso que creyó que llegaría más tarde. Tener a Jiwoo era un juego de la vida, era muy difícil pero bello para su gusto.

Solo que el único detalle era que Minho faltaba desde el primer día que Jiwoo estaba dentro del vientre de Ryujin. Renunció desde el primer día.

La bebé se quejó una vez más y empezó a moverse en su cuna, cerrando de a poco sus ojitos. Ryujin sonrió tiernamente y siguió con su tarea.

Su teléfono se prendió, dando señal de que le entraba una llamada de Yeji.

—Hola...— saludó con un tono cansado.

Te escuchas mal...— rió Hwang.— ¿Estás muy ocupada? Quería ir a tu casa a ver a mi ahijada.

—Estaba haciendo la tarea de geografía y la pequeña plaga me distrajo.— sonrió débilmente. Hwang le devolvió otra risa suave.

Espérame, en unos minutos estoy allí y te ayudaré.— le aseguró.

—Bien, te espero.— colgó el teléfono.

En lo que Hwang llegaba, Ryujin se estiró y se acercó a la pequeña cuna al lado de su cama. Miró a Jiwoo, quien estaba despierta, abriendo y cerrando sus ojitos mientras apretaba sus pequeños puños.

—¿Dónde está tu papá ahora?— hizo una mueca de disgusto.

Revisó a la bebé y fue a buscar su chupete al ver los movimientos de sus labios. Lo limpió y se lo colocó.

A unos veinte minutos, llegó Hwang. Ella llegaba con una bolsa con galletas y un jugo de frutas, además de ir con un tierno peluche de oso para Jiwoo.

—Gracias por venir...— bostezó Shin.

—Solo fueron unos días de que nació y bastó para destruirte así...— se sorprendió la mayor al ver las ojeras notorias de su amiga.— ¿No te deja dormir?

—Ni dormir, ni comer, ir al baño, hacer tarea, salir de mi cuarto, nada.— sonrió sarcásticamente.

—Por Dios... a este paso deberías descansar un poco.— le aconsejó.

—Ten un bebé y compruébalo tu misma.— suspiró.

—¿Y Minho? ¿No se turnan para dormir y cuidar a la bebé?— preguntó dudosa.

—Desde que nació no ha venido aquí.— le dijo sincera.— Ni siquiera me responde el teléfono. Debe estar en el hospital con su papá...— pasó una mano por su cara.

—Hyunjin me dijo que saldría con el ahora...— arqueó una ceja.

Ryujin se quedó viendo fijamente a su amiga. Yeji hizo una mueca de incomodidad. Es decir, acaban de tener una hija, ella apenas se recuperaba de la cirugía ¿Y el solo salía con sus amigos, excusándose con que debía cuidar a su papá y buscar empleo?

—¿Quieres que lo llame?— ofreció Hwang un poco incómoda por tener la pesada vista de su amiga en ella.

—No... esto debo hablarlo en persona con el...— mordió su labio un tanto molesta y enojada.

Yeji se quedó unas horas más ayudándola con la tarea y haciendo que la bebé durmiera tranquila. Hablaron un poco más sobre la ausencia de Minho y algunos otros chismes de sus amigos o compañeros del colegio.

Cuando Hwang se fue, Shin se tumbó contra su cama mirando el techo. Giró su cabeza lentamente hacia su bebé durmiendo y dejó caer una leve lágrima.

A su mente llegaron todos los recuerdos se sus tres años de relación. Cuando ella pasaba días en su casa para no escuchar las peleas de sus padres y como la tomaban de tonta o la peor hija, la forma en que Lee siempre le sacaba una sonrisa, como la cuidó en su primera vez, o cuando la acompañaba y consolaba en sus días más difíciles.

Días, noches, semanas, meses, risas, llantos, abrazos, palabras. En todas las situaciones se tenían el uno al otro, se acompañaban totalmente, excepto en un punto muy importante: la familia.

Minho estuvo para ella en todo, es real. La acompañó, ayudó y le dio dinero para su hija y para ella, pero ¿el dinero era lo único? ¿acaso ese trozo de papel compraba el amor? ¿la compañía solo en un embarazo no planeado? ¿realmente lo hacía por amor o solo para quedar bien?

Ryujin no se dio cuenta de como estaba llorando hasta que sintió su almohada muy húmeda. Vio una vez más a la bebé y se recostó mejor en la cama para seguir llorando.

Lo sabía, todos lo sabían y era de más notorio. Minho solo estaba allí físicamente pero estaba ausente en realidad.

Shin se acercó a la bebé y le susurró mientras tocaba sus deditos.

—No quiero hacer esto... pero tristemente la historia se repite...— sorbió su nariz y tiró su cabello hacia atrás.— No te mereces esto, bebé.

Desde el día uno, Ryujin pensó en dejar a Minho. Así como sus padres se habían separado, con la diferencia de que ella había nacido y crecido, no quería que su hija viviera lo mismo que ella. Si sería así, cortaría enseguida con Minho y lo vería cuando ambos lo desearan.

¿Y por qué dejarlo? El amor no era el mismo de antes. No era amor en si. Sin compañía en las ecografías, salidas del quirófano en plena cesárea, salir cuando ella pasaba todo el día en su casa cuidando a la bebé y sin dormir, considerar a la niña un error por venir en un accidente.

Lo mismo que Shin Ryujin vivió. La historia se repetía, solo que ella prometió ser la madre que jamás tuvo y darle la familia que de verdad merecía, aun así fueran solo ellas dos en el mundo.

Además, hace tiempo que Ryujin notaba que Minho se había vuelto distante con ella...

Y sabía cual era la causa.

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