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Capítulo 64

¿Cómo asistir al colegio donde todos estaban en una guerra civil y no morir en el intento?

Después del fin de semana largo y del cumpleaños de Felix, los encuentros en el pasillo fueron un tanto incómodos para el grupo.

Primeramente cuando Yeji entró y vio frente a la puerta del colegio el auto de Bang estacionado con el despidiéndose de Jeongin. Bang menor solo la miró de mala manera cuando pasó a su lado y Chan se metió a su auto, ignorándola totalmente.

Luego cuando Felix estaba yendo a su clase y Hyunjin fue quien lo ignoró para irse con Dahyun. Changbin se acercó a el y se quedaron hablando un buen rato hasta que tenían que irse a sus salones.

Los únicos sin problemas eran Lia, Changbin y Felix. Chaeryeong por alguna razón se veía molesta y los pequeños Jeongin y Seungmin se veían como todos los días.

Felix se fue a su clase. Los demás fueron a las suyas. En la clase del australiano, el notó que Dahyun y Chaeryeong estaban en bancos separados. Kim estaba con su antiguo grupo de amigas hablando y echando algunas miraditas y Chaeryeong estaba con otra chica mirando al frente.

En la clase de último año, Hyunjin y Yeji se sentaron juntos, Lia y Changbin también estaban juntos mientras murmuraban sobre el extraño ambiente que se había formado.

—Rompieron...— murmuró Choi cuando vio a Seo mirar "disimuladamente" a los Hwang.

—¿Qué?— murmuró con sus ojos muy abiertos.

Lia tomó un papel y escribió Chan rompió con ella por haberse visto con Yugyeom. Seo llevó sus manos inconscientemente a su boca.

—¿Está bueno el chisme?— preguntó enojado Hyunjin al escuchar el murmuro de Choi.

Ambos lo ignoraron. Yeji solo le dijo que dejara la cosa como estaba. Hyunjin volvió a echar una mirada amenazadora a Seo.
La clase dio inicio y todos debían centrarse en física.

Por otro de los salones, como todos los santos días, los descontrolados de segundo año estaban gritando y tirándose papeles entre ellos. Su profesora tardaba en llegar y aquel salón se convirtió en un campo de batalla con bolitas de papel y alguna que otra utilería, como carpetas, cartucheras, mochilas, incluso zapatos.

La puerta fue abierta e ingresó la profesora. Detrás de ella, el director ingresaba con un semblante serio.

—Buenos días...— saludó un poco seco.

—Buenos días, director Park.— secundó el grupo escolar.

—Tenemos una charla muy seria ahora mismo.— su expresión era tan seria que denotaba que sus estudiantes serían reprendidos.

Se adentró del todo al salón y se cruzó de brazos, poniéndose en el centro del salón.

—Estudiantes, tenemos que hablar de esta seria situación.— miró con furia a sus estudiantes.— Hablé con la compañera Yuna y sus padres, hice un registro de todas las cosas que le hicieron. Todos aquí sabían lo mal que ella la estuvo pasando ¿Verdad?— hubo un silencio donde ningún estudiante se había movido siquiera.— ¡¿Me equivoco o no?!

—No...— murmuraron y movieron sus cabezas gachas.

—Su compañera estuvo internada por posible suicidio y anorexia grave. Todos sabían lo que ella sufría. También los escritos en la mesa que luego ustedes van a limpiar.— hizo una pausa.— La lista es muy larga, pero ¿Qué hubieran hecho ustedes si ella llegaba a quitarse la vida como casi lo hacía?— gritó enojado totalmente.— ¡¿Qué hubieran hecho?!

El salón quedó en silencio total. Jihyo miraba hacia todos lados preocupada mientras que Seungmin y Jeongin solo miraban al suelo con pesar.

—Quiero los cuadernos de todos ustedes en esta mesa. Se irán con dos sanciones, no una, dos.— recalcó.— Y luego de clase se quedarán los chicos a limpiar la mesa de Yuna y borrar los escritos y las chicas en el baño a quitar todo lo que escribieron. ¡Es suficiente!— terminó por exclamar. Se mantuvo esperando a tener todos los cuadernos de comunicados en el escritorio y luego se fue con todos ellos.

El salón quedó en silencio y ningún alma habló. Nuevamente la puerta fue abierta y una delgada y alta chica entró al salón. Jeongin abrió su boca grandemente, Seungmin se mantuvo serio y Jihyo le sonrió, corriendo su asiento. Mientras tanto, el resto de los estudiantes miraba fijamente y hacían sonidos de sorpresa.

—Bienvenida Yuna.— le dijo amable su profesora.— Siéntate, ya haremos un repaso de lo que hicimos en clase.

Kim asintió completamente seria. Se sentó y saludó a sus amigos. El resto del salón solo se mantuvo en silencio.

—Bienvenida.— sonrió Park, compartiendo su cuaderno de inglés para trabajar juntas.

—¿Qué pasó con Miyeon y Soojin?— preguntó en un susurro al ver que no estaban allí.

—Las echaron. El director se está poniendo al tanto con todos los que hacen bullying.— le contestó del mismo modo.

La hora de inglés pasó y luego llegó el recreo. Los cuatro amigos estaban sentados en sus bancos hablando lo tanto que extrañaron a Yuna y lo que había pasado en ese tiempo.

Uno de los compañeros de clase, Bomin, se acercó a la mesa y le habló a Kim, tomándola del brazo bruscamente.

—Eres muy lista para venir con tu papel de víctima cuando tu te la buscaste.— dijo con un mal tono.— No dejaré que por tu culpa tenga una sanción en mi maldito cuaderno.

—Bomin no seas ridículo, tendrás dos.— corrigió sarcástico, Bang.

—Cállate.— le gritó.— Más vale que te disculpes y digas que todo es mentira, porque sino...

Sus palabras fueron cortadas cuando el director entró con los cuadernos al salón y vio el acto. Choi soltó su brazo y Kim solo lo sobó delicadamente.

—A mi oficina, hablaré con tus padres luego de que limpies su banco.— lo esperó en la puerta.

El chico salió furioso del salón hacia la dirección. Jihyo puso su mano en su hombro inconscientemente.

—Yuna, tranquila. Estaremos contigo.— le tranquilizó.

Kim se mantenía seria. Es decir, agradecía tener a sus amigos para ella y que la ayudaran en todo momento, pero ¿como vivir tranquila cuando el daño ya estaba hecho y todo el instituto estaba rodeado de muy malos recuerdos?

Con solo volver al lugar donde todo comenzó, aun así sus agresores no estuvieran allí, para ella seguía siendo una vil tortura.

Podía tener apoyo, ayuda, gente que la cuidara a capa y espada, pero el dolor seguía allí y cada vez que recordara aquel suelo y aquellas paredes, solo sufriría.

Jihyo se mantuvo hablándole hasta que tuvo que ir al baño. A Jeongin le encargaron la tarea de repartir cuadernos, lo cual hizo mientras le echaba una miradita a las sanciones, notando que en su cuaderno, el de Lee y el de Park no tenían sanciones.

Seungmin se puso frente a ella y le habló.

—Realmente estaba preocupado por ti. Y no es solo porque me gustas, eres especial para mi y una de mis mejores amigas. No quiero que sufras mas daños.— le mencionó delicadamente regalándole una sonrisa.— Realmente me gustas, aunque no te puedo forzar a que sientas algo por mi, pero al menos puedo ser un muy buen amigo y cuidarte o ayudarte cuando lo necesites.

—Seungmin...— suspiró y sonrió de costado sin saber que decir.— Gracias.

Lee sonrió nuevamente y se hizo más pequeño en su asiento.

—Oigan, miren.— rio Bang.— No tenemos sanciones.— señaló en el cuaderno.

Yuna y Seungmin rieron con el. Jihyo entró al salón y se sentó, viendo su cuaderno y escuchando las quejas de sus compañeros.

Al final del día, ya en la última hora del colegio, Yuna fue a su casillero a buscar sus libros de ecología. Mientras sacaba los libros y guardaba lo demás, Yeji apareció con su bolso de educación física.

Yuna solo evitó mirarla, sintiendo su corazón latir fuertemente al estar cerca de ella. Yeji carraspeó y suspiró.

—Yuna...— le llamó suavemente. Kim no la miró y siguió con lo suyo.— Yo solo quería pedirte perdón.

Kim pausó sus actividades y lentamente llevó su vista hacia sus ojos.

—Te hicimos muchos daños, especialmente yo. Y no merecías sufrir por nuestra culpa. Perdóname...— se lamentó con un tono apagado.— No te hagas daño y no cambies lo que eres... eres perfecta a tu modo.

Yuna solo se mantuvo seria. No le respondió, no hizo siquiera una mueca. Solo cerró su casillero y se fue nuevamente a su salón, dejando a Hwang sola frente a los casilleros.

Una vez que terminó el día escolar, todos se iban retirando felices de acabar un pesado lunes.

Changbin se encontró a Felix en el camino y se acercó a el con una linda sonrisa.

—Bin, ¿en que te vas hoy?— preguntó el pecoso comiendo una galleta.

—En autobus, como siempre.— respondió simple.

—Ven conmigo. Mamá me busca y podemos llevarte más rápido.— le ofreció.

—No hace falta, gracias.— se negó.

—Binnie...— sonrió y se acercó demasiado a su rostro.— Vives literalmente a la vuelta de mi casa.— picó su nariz.— Ven conmigo, no es problema.

Seo rió y terminó por aceptar. Lee era conpletamente insistente.

Mientras los alumnos se iban, los chicos se quedaron esperando a la señora Lee mientras hablaban un poco.

—... Pero no te preocupes, mamá es abierta a este tema. Mi prima Chaewon es lesbiana y ella se emocionó más que cuando yo iba a nacer.— dijo un poco divertido mientras tomaba una coca cola.— Además, ella sabe que es lo que soy.— sonrió. Changbin le miró sorprendido y emocionado.— Lo hablamos hace unos días.

—Tienes suerte de que ella sea abierta a esto y te apoye. Pero, ¿es conveniente hablarlo hoy? ¿Y si no le agrado?— preguntó con temor.

—Bin, tranquilo. Ella lo va a entender. Y si no quieres que le diga que tu y yo somos algo, está bien.— le tranquilizó con una sonrisa. Seo asintió lentamente.

La mamá de Felix llegó. El menor se acercó al vidrio y le pidió a su madre llevarlo hasta la casa. Lucy se cambió de asiento ao frente y los chicos se sentaron en la parte de atrás.

Felix era una máquina para hablar, desde que subió al auto hablaba y hablaba. Lucy miraba al frente sin soportar a su hermano, su madre hacía gestos y Changbin le respondía cortante con tal que dejara de hablar un momento.

—Ma, ¿Changbin puede quedarse a almorzar?— preguntó sin rodeos. Seo le miró fijamente con sus ojos inmensamente abiertos.

—No hay problema. Justo estaba cocinando hoy.— le contestó su madre.

—No hace falta, enserio.— se negó nuevamente un tanto nervioso.

—Si hace falta. Eres mi "amigo"...— dijo entre comillas y guiñando un ojo.— Y nunca te quedaste a almorzar. Además dijiste que tu abuela no iba a estar.

Changbin mordió su labio. Felix podía llegar a ser de más insistente a alguien insoportable.

Llegaron a la casa un tiempo luego. Dejaron sus cosas en el cuarto del pecoso y se quedaron allí a hablar hasta que la comida estuviera hecha.

—Hace unos días hablé sobre mi orientación. Luego le diré que estoy contigo, cuando te sientas listo. A ella le agradas.— dijo con un tono suave mientras le tomaba las manos y se posicionaba entre sus piernas.

—Tienes tanta suerte de tener a alguien que te apoya en esto. No como yo que me odian por ser gay.— soltó con molestia.

—Aun no entiendo como pudieron echarte por solo amar a alguien.— murmuró apenado.

—Ni yo... ellos son tan religiosos pero su amor al prójimo lo pasan por la mierda.— rodó sus ojos.

Felix apretó sus labios y tomó mas fuerte sus manos para darle apoyo.

—Déjalos, no los necesitas. Estoy aquí para ti, aunque rompamos igual te apoyaré. Y tienes a Lia también. No estás solo.

—Fue la mejor decisión haberme ido. No soportaría estar con tantas personas falsas como ellos.— dijo relajado mientras sonreía.

—Wow, Changbin... tu si que eres fuerte y valiente.— rió apenas.— ¿No has hablado con ellos desde entonces?

—No, por suerte.— negó.— Ellos no soportarían tener un hijo que es completamente diferente a ellos.

—¿Diferente? ¿A que te refieres?

Seo hizo una pausa y le miró con una tierna expresión.

—Además de ser gay y tener mis propias ideologías, también soy ateo.— confesó.

Lee abrió su boca apenas y asintió lentamente.

—¿Tienes alguna religión?— preguntó Seo.

—Creo que no...— dudó el pecoso.— Soy un poco creyente pero jamás practiqué la religión o le presté atención.

Ambos se quedaron sin charla. Desde la planta baja pudieron escuchar la chillona voz de Lucy gritando que bajen a comer.

Soltaron una leve risa por la menor y se fueron a almorzar.

Seo la pasó demasiado bien. Fue un agradable almuerzo con la familia de su pareja.

Carcajadas, caras graciosas, escenas actuadas y cosas así. Además de muchas charlas triviales y tonteras divertidas.

Changbin pudo sentirse cómodo en el hogar y como si estuviera con una verdadera familia. Una la cual hace más de tres años no recordaba como era.

Hyunjin y Jeongin caminaban por la acera mientras hablaban sobre lo mal que se sentía por la rota relación de sus hermanos.

—Lamento mucho por tu hermano. Jamás imaginé que Yeji lo engañaría.— lamentó Hwang.

—No te preocupes. No es nuestra culpa después de todo.

Pararon en una esquina frente a un local cerrado y se miraron fijamente.

—Hyung...

Jeongin no terminó de decir su frase que los labios de Hwang lo atacaron bruscamente.

Lo abrazó por la cintura y empezó a besarlo con suma velocidad y fuerza. Bang emitía algunos sonidos mientras abrazaba su espalda y la arañaba despacio.

—Hyunjin...— gimió el menor.

Hyunjin...

Hyunjin...

—¡Hyunjin!— gritó Yeji al ver a su hermano durmiendo en el sillón.

—¿Ah? ¿Qué?...— despertó de su sueño y vio hacia todos lados, encontrándose en la sala principal de su casa.— ¿Qué pasó?

—Papá quiere hablar contigo.— explicó brevemente y se fue de la sala a su cuarto.

Hyunjin miró a todos lados mientras llevaba inconscientemente sus dedos a sus labios, aun sintiendo los labios de Bang rozando con los suyos.

Tomó sus cabellos oscuros y suspiró, reclinándose en el sillón. Había tenido otro sueño con Bang Jeongin.

Un sueño demasiado real para su gusto.

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