Capítulo 58
-Estoy harto de vivir...- dijo el rubio mientras se tiraba en su cama y miraba el techo.
Chan volvió a su casa luego de un tremendo día. Fue tremendo porque literal, lo fue. ¿Por dónde empezar? Primero, porque no pagó las cuentas de la luz, ahora estaba bajo la oscuridad con todas sus cosas desparramadas porque no había ordenado nada. Por otro lado, empezaba a hacer un poco de calor y Bang lo odiaba.
Entre varias cosas más, como pagar la rueda pinchada de su auto, no haber pagado el seguro, el estrés de terminar la universidad en dos días y que todo el mundo lo estuviera ignorando. Se quedaba sin dinero, aunque tuviera trabajo, sus ahorros lo separó para cada cuenta y tenía menos de ₩50000 para gastar en él. Por suerte, su padre se había ido de la casa por un tiempo y su madre lo invitaba a cenar o almorzar, incluso le preparaba algo para la semana entera, asi que hambre no pasaría.
Ese era otro de sus problemas. Él iba a su casa y Jeongin solía evitarlo. Y era raro, porque desde hace rato venía así y Bang no sabía por que su hermano lo ignoraba cuando siempre fueron muy unidos y hablaban de todo.
Se levantó de la cama y se fue al baño con la linterna del celular para irse a bañar. Al abrir la llave, no salió ninguna gota. El rubio gritó.
-¡¿Puede haber algo mucho peor?!- exclamó. Afuera escuchó un trueno y el techo golpearse por las gotas de lluvia.- ¿Para qué hablé?- se quejó frustrado.
Salió del baño e intentó comunicarse con su hermano. Por suerte tenía crédito para todo el mes, algo bueno, tendría wifi tranquilamente.
Chat con Jeongin
Innie
Puedes preguntarle a mamá si
tiene agua en casa?
11:34 am
Esperó unos minutos hasta que la tilde azul hizo presencia en el chat. Jeongin empezó a escribir.
Jeongin
si hay
Por qué preguntas?
11:36 am
Puedo ir a bañarme?
Me voy en un momento
a la universidad.
11:36 am
Jeongin
Como quieras
11:37 am
Bang dejó el teléfono un segundo y guardó sus cosas en una bolsa junto a su mochila. Agarró las llaves y se fue casi corriendo al auto y abriendo las puertas, metiéndose en él y tratando de no mojarse.
Condujo lentamente, las calles estaban resbaladizas y la lluvia era algo fuerte, por lo que era un riesgo para él si llegaba a chocar y lastimarse.
Mientras conducía, ya casi llegando a su casa, en una avenida un auto pasó rápidamente a su izquierda justo cuando él iba a doblar por ese lado.
—¡Imbécil!— gritó furioso mientras seguía conduciendo.— La puta madre...
Llegó a su casa y seguía con la mandíbula apretada. Bajó del auto rápidamente y llegó al lugar, tocando el timbre y siendo atendido por su hermano.
—Llegaste, mamá quería que te quedaras a comer.— sonrió el menor.
—¿Cuando dejarás de faltar tu?— preguntó riendo y golpeando apenas el hombro de su hermano.
—Salí temprano hoy.— se encogió de hombros.
Chan hizo una mueca y dejó sus cosas en un sillón. Tomó su ropa y se fue a bañar rápido, en una hora tenía que estar en la universidad para rendir un último examen de una materia que no había podido sacar.
Se bañó, se arregló y bajó a la sala donde el menor seguía con su ropa de colegio, a excepción de su chaqueta. Mientras él arreglaba sus cosas en su mochila, su madre entró a la casa, cerrando el paraguas.
—Channie, bebé, viniste temprano.— saludó su madre pasando una mano por su rostro.
—Solo vine a bañarme. No tengo agua... ni luz.— rodó sus ojos.
—¿Comiste algo? ¿Quieres que te prepare algo rápido?— le ofreció.
—¿Qué cocinarás?
—Prepararé un guiso.— dijo mientras se adentraba a la cocina. La boca del rubio se hizo agua, amaba la comida de su mamá.
—Está bien.— dijo sentándose en el sillón y volviendo a repasar otro poco.
Mientras su madre cocinaba y Bang mayor repasaba otro poco, Jeongin solo se fue a su cuarto. Estaría con su teléfono o computadora hasta que sea hora de comer.
Jeongin se recostó en su cama a mirar videos con su computadora. De paso, hablaba por el chat grupal con sus amigos, esperando que Yuna responda algún mensaje. Hace días que no iba a la escuela y no hablaba con sus amigos. Era preocupante, la habían intentado llamar pero no respondía. Al menos sabían que seguía viva, Yugyeom le habló a Chan y le dijo que estaba yendo constantemente a la psicóloga y al psiquiatra, además de ir a un grupo de apoyo.
En unos cuantos minutos, el almuerzo estaba listo. Chan comió gustosamente y rápido. Tenía entre veinte a quince minutos para llegar a la universidad. Comió un plato de guiso y fue corriendo a cepillarse los dientes, así también despidiéndose de su familia y agradeciendo la comida.
Fue a su auto y lo arrancó, empezando a conducir un poco rápido. Por suerte la lluvia había parado un poco y no era tan riesgoso conducir.
En diez minutos llegó. Estacionó, salió del auto y puso alarma. Fue corriendo a la universidad y corrió hasta su aula para tener su examen. Y bien que tuvo suerte, apenas entró, su profesor ya estaba por entregar las hojas.
Bang se sentó y le entregaron las suyas. Empezó a escribir todo lo que sabía, echándole a la suerte que todo le salga bien.
El tiempo pasó y su profesor retiró las hojas. En unos días entregaría las notas finales y Bang vería si se iba a graduar o no. Por lo que tendría el corazón en la garganta al no saber cual era su nota.
Al terminar su examen, salió y empezó a caminar tranquilo por el pasillo en busca de Yugyeom. Todos los alumnos iban y venían, chocándose unos a otros sin cuidado.
Mientras él iba caminando, cerca de él una chica un poco más baja iba caminando mientras hablaba por teléfono. Pudo escuchar apenas su conversación.
—¿Ahora? Pero tengo un examen importante...— su voz denotaba preocupación y descontento.— Por favor, deme una hora y...— suspiró.— Está bien, ya iré allá. Iré. Adiós...
Colgó. Mientras apagaba su celular, alguien la chocó y tiró todas sus hojas al suelo.
—¡¿Podrías tener un poco más de cuidado?!— gritó furiosa al ver sus cosas caerse. Ese chico solo la miró y se rió. La chica gruñó y juntó sus hojas bajo la atenta mirada de todos. Bang se acercó y ayudó a juntar sus cosas.
—Aquí tienes...— le tendió sus hojas.
—Muchas gracias.— dijo con un leve tono seco por el accidente. Tomó las hojas y le sonrió al rubio, haciéndole una reverencia.
La chica salió del instituto y se quedó bajo el techo para evitar mojarse. Tendría que esperar a que dejara de llover para tomar el autobus en una parada un poco más alejada de allí. Bang, luego de mandarle un mensaje a Yugyeom diciéndole si quería salir, se fue del lugar y se iba a ir a su auto, hasta que vio a esa chica de cabello anaranjado allí abrazándose a si misma por el frío.
—Disculpa... ¿Esperas a alguien?— preguntó el rubio.
—No... solo espero a que deje de llover.
—¿Te tomas el autobus?— preguntó. La chica asintió.— ¿Quieres que te alcance a tu casa?
La pelinaranja le miró con ojos muy abiertos mientras sentía sus mejillas arder. Negó con la cabeza lentamente.
—No voy a mi casa...— murmuró.
—Puedo alcanzarte a donde sea, no es problema.
Bang empezó a caminar hasta su auto quitándole la alarma. La chica lo seguía con la vista sin moverse.
—¡Ven!— hizo un gesto con su mano mientras abría la puerta del copiloto. La chica caminó hacia donde él estaba y se adentró al auto, un tanto incómoda.— Tranquila, es algo peligroso que vayas en bus con lluvia. Dime donde te dejo.
—En la escuela de modelos en avenida Seongsang.— tartamudeó. Bang asintió y empezó a conducir.
Al inicio fue un poco incómoda la situación. Si bien más de una vez se cruzaron en la universidad, nunca cruzaron palabra. Solo eran rostros conocidos.
Empezaron a hablar un poco, Chan se enteró que ella era japonesa y vivía desde hace diez años en Corea, era estudiante de modelo y estudiaba psicología.
—Y le dije que me dejara hacer mi examen primero. Era el último antes de graduarme pero tenemos ensayo antes de la próxima pasarela.— suspiró y rodó sus ojos, recargándose en el asiento.— Ni que fuera tan importante como mi futuro.
—Wow... ¿Y no se lo has podido explicar?
—Lo hice, pero no me escucha y no le importa.— se quejó en alto.— Ojalá nunca me hubieran obligado a ser modelo...
Chan asintió apenado sin dejar de conducir. La chica le contó sobre la situación que él había escuchado en el pasillo del colegio. Luego de aquello, hubo un corto silencio en el auto.
—Es aquí...— señaló por la ventana. Bang estacionó y le prestó su paraguas a su acompañante. La chica le miró fijamente sin entender.
—Quédatelo, puedes devolvermelo luego. Ahora solo no te mojes ni te resfríes.— sonrió mostrando sus hoyuelos. La chica rio tímida.
—Muchas gracias... disculpa, no se tu nombre.
—Soy Chan.
—Un gusto Chan. Soy Sana.— le sonrió.
—El gusto es mío, Sana.— devolvió el gesto.
La chica abrió la puerta y el paraguas. Salió tomando sus cosas y agradeciéndole a Bang por su atención. Se despidió de él y salió corriendo hasta el lugar donde la estaban esperando.
Chan la miró por última vez y su sonrisa no se borró en todo el camino.
♡
Jisung y Felix estaban en el cuarto del pecoso mientras comían algo y miraban sus teléfonos en aquella tarde nublada e inestable.
—En una semana cumpliremos diecisiete, ¿Harás algo para tu cumpleaños?— preguntó emocionado el menor. Han negó.
—Odio mi cumpleaños.— le contestó simple.
—Oh... pero podemos hacer algo juntos, compartir fiesta o pastel y hacer algo entre amigos.— le insistió el australiano. Jisung rió.
—Ya veré.— volvió a reir desanimado.— ¿Y tu harás algo?
—Quiero hacer una reunión aquí.
La mente de Felix le empezó a gritar que era mala idea. Primero, porque invitaría a Jisung y a los demás chicos sabiendo que se llevaban mal e incomodaría a Han. Segundo, luego del cumpleaños de Changbin, ni modo que hiciera un cumpleaños aburrido, tal vez no sea similar pero ¿Cómo entretener a un par de adolescentes en una reunión? No conocía mucho lo que les entretenía aunque hayan hecho fiestas anteriormente.
—Que bien...
—Aunque tal vez sea mala idea. Ya se...— exclamó feliz. Han le miró.— Haremos una pijamada juntos.— sonrió.
—Lix, de veras no debes hacer nada conmigo. Festeja tu cumpleaños y se libre de hacerlo como quieras.
—¡Pero es nuestro primer cumpleaños juntos! Debemos hacer algo grande y emocionante.— volvió a exclamar insistiendo.
Jisung desvió su vista. Ojalá pudiera quitar ese día del calendario, el maldito día donde llegó al mundo.
Lee volvió a verle y comió un pastelito de arroz, guardando silencio al ver que su mayor evitaba el tema.
Jisung se centró a ver su teléfono bajo la atenta mirada de su amigo, tratando de ignorar la charla sobre el peor día del mundo.
♡
Minho estaba con Ryujin en el parque caminando un rato mientras se abrazaban por la cintura. Durante todo el camino, Lee se mantuvo serio y callado, algo que no hacía cuando estaban juntos.
—Y ¿cómo te fue con tu papá el otro día?— preguntó con dulce tono mientras comía una paleta de frutilla, intentando sacar charla.
—¿Enserio quieres saber?— dijo con cierto tono demostrando que no le fue muy bien.
—Por algo te pregunté.— rió sin gracia.
Lee suspiró. Shin fijó sus ojos en él y esperó por una respuesta.
—Min...
—Agh... mi mamá le hizo un escándalo de que ya estaba cansada de él. Y él solo se puso peor y lloró. Luego me echaron por gritarle a mamá y... todo un caos.— se quejó. Ryujin lo abrazó por escuchar aquello.
—Lo lamento mucho, Min...
—Está bien. A decir verdad, la entiendo. Está todo el dia trabajando y vuelve cansada, además de que se queda cuidándolo hasta la noche tarde. Y mi papá se niega a seguir las terapias y tomar sus pastillas. Debe estar siendo vigilado constantemente para que no se haga daño.— explicó con su voz frustrada mientras soltaba suspiros seguidos.
Ambos se sentaron en una banca frente a una pequeña plaza. Minho cerró sus ojos intentando respirar bien y calmarse. Hace un par de años que venía lidiando con la situación y cuando su padre estaba a punto de salir del hospital psiquiátrico volvía a recaer en la depresión.
Era su madre quien más estaba al pendiente de él, y más ahora que Minho debía centrarse en trabajar y estar bien para cuando nazca su bebé. Estaban a dos meses y medio de ser padres, lo que necesitaba ahora es estar económicamente estable y mentalmente lúcido.
—¿Quieres quedarte esta noche en casa? Mamá no va a tener problema, tiene una reunión con sus amigas.— le dijo delicadamente mientras besaba su mejilla.
—Lo que sea, solo quiero dormir tranquilo y abrazarte.— le respondió meloso. La chica solo le golpeó el hombro haciéndole reir, seguido de un abrazo mirando a la nada.
Y así siguió su día donde Lee estaba libre. Fueron a comprar un poco de helado y algo para cocinar en la noche.
Al rato se largó a llover y solo les quedaba por quedarse mirando una película hasta que el sueño les ganara.
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