Capítulo 42
La fiesta en la casa Hwang daba inicio. Era más bien una reunión familiar entre parientes solo de la parte de Minhyun. Algunos amigos y compañeros del trabajo asistirían y también Jackson junto a su familia.
Yeji obtuvo el permiso de invitar a Ryujin, pero ella dijo que no iría porque algo le había surgido. Eso la inquietó un poco pero terminó por desistir.
Por otro lado, Hyunjin solo se reuniría con sus primos, los cuales se llevaban demasiado bien y tenían la misma edad.
Yeji vestía un hermoso vestido gris con mangas largas y unos zapatos de tacón bajo del mismo color. Su cabello largo y ahora rubio con algunos mechones de colores le pasaban por detrás de la oreja y caían sobre su hombro. Estaba algo maquillada y demasiado coqueta.
Salió de su cuarto y bajó hasta el living, escuchando ahí mismo el timbre sonar. Al ver que nadie iría a abrir, porque estaban ocupados arreglándose, fue a atender.
-Hola.- saludó intentando ser amable, regalando una sonrisa.
-Hola linda.- saludó su tío ingresando a la casa junto a su esposa y sus dos hijos.
Por otro lado, Sejeong ingresaba al hall colocándose unos aretes y saludó a los invitados.
Poco a poco iban llegando y a medida que llegaban, solo pasaban de largo sin saludar a todos y se instalaban en el living o en la cocina, eran muchas personas para saludar a todas.
Estaba un poco fresco para que fueran al patio, por lo que la velada se haría en una sala.
Una hora luego, llegó Jackson junto a su esposa e hijos. Él llevaba un pantalón de vestir negro y una camisa blanca. Su esposa, Hani, tenía un hermoso vestido largo de color azul. Luego estaban sus hijos, Eunwoo, un adorable niño de nueve años con un lindo pantalón de jean azul y una camisa a cuadros amarronada, y Eunseo, quien tenía quince años y traía ropa que era considerada de su estilo.
Yeji se quedó viéndola de arriba abajo. Traía el cabello rapado en sus costados y demasiado corto, un top negro con mangas y unas tiras cayéndole hasta su abdomen descubierto, dejando ver un piercing en su ombligo, una falda de jeans color negro, un cancan de red y unas botas negras de cuerina. Estaba apegada a su teléfono mientras mascaba un chicle, sin prestar atención a su alrededor.
-Buenas noches familia.- saludó de un apretón de manos, Wang.- Feliz cumpleaños Minhyun.- sonrió.
-Se lo agradezco mucho.- devolvió el gesto.- Bienvenidos a la casa.
-Muchas gracias.- sonrió Hani, saludando a Sejeong.
-Niños saluden.- ordenó Jackson.
-Hola.- saludó Eunwoo mientras sonreía.
-¿Qué tal?- sonrió Sejeong ante el encanto del lindo niño.
Hubo unos segundos de silencio donde Hani le estaba golpeando levemente por detrás a su hija para que salude, sin dejar de sonreír. La chica solo saludó con su mano con desgano.
Los señores Hwang se quedaron sin reacción alguna pero le dijeron un leve hola.
-Vengan, pasen. Siéntanse cómodos.- invitó Sejeong.
La familia Wang se adentró aún más a la casa, topándose con los invitados.
Por un segundo, Hyunjin desvió su mirada y dejó a sus primos de lado para abrazar a Jackson.
-¡Si viniste!- sonrió alegre de verlo.
-No podía faltar.- le revolvió el cabello sonriendo grandemente.
Eunseo miraba con asco al chico frente a él, no lo conocía pero odiaba a la familia Hwang ya que sabía que su padre al trabajar ahí jamás estaba en la casa solo para estar con ellos.
Así daba inicio a la reunión.
Ƹ̴Ӂ̴Ʒ
Unas horas antes
Ryujin estaba de lo más cómoda mirando televisión mientras comía un plato de cereales y fruta. Estaba tranquila mirando El origen de los guardianes mientras se encontraba sola ya que Minho estaba trabajando.
El timbre sonó y, aunque no debía hacerlo, fue a atender.
Su expresión facial no tenía precio, estaba de lo más sorprendida por ver a aquella persona otra vez allí.
-Ryujin...- dijo en tono neutral.
-¿Mamá?- enarcó una ceja mientras a su vez demostraba sorpresa.- ¿Qué haces aquí?
Su voz temblaba. ¿Qué hacía su madre ahí? Ryujin y su familia jamás se llevaron bien, por algo abandonó la casa. Y así de la nada, luego de seis meses, aparecía.
Shin no se dejaba ver del todo. Evitaba que su madre entrara a la casa y se mantenía escondida detrás de la puerta tratando de no mostrar su vientre de ya cuatro meses.
-Quiero hablarte...- dijo con el tono que jamás usó con ella: uno cariñoso.
-Bien... yo no.- intentó cerrar la puerta, pero su madre aplicó fuerza.
-Hija espera...- intentó detenerla.
Ryujin, con sus hormonas al tope, sintió su sangre hervir, pero se contuvo.
-Ahora soy tu hija...- rió sarcástica mirando hacia otro lado.
-Ryujin, eres mi hija, quieras o no. Se que tu y yo no nos llevamos bien, pero somos familia...- intentó convencerla.
-Claro, seis meses tarde recordaste que tenías una hija.- chasqueó su lengua.- Vete, estaba demasiado bien hasta que llegaste.
Su madre se negaba a irse. Ella de verdad quería hablar con Shin, pero la adolescente no se lo iba a conceder.
-Ryujin, por favor, dame la oportunidad.- suplicó.
La chica sabía que ella no pararía hasta obtener lo que quisiera, por lo que la dejó hablar para que se fuera aún más rápido.
-Escucha... Quería saber como estabas... se siente tan vacío estando sola...
-¿Y vienes aquí para pedirme que me vaya contigo solo porque estás sola? pff.- resopló.- Olvídalo, ya formé mi vida con Minho, lo que menos necesito es de tu compañía o la de papá.
Ambas se quedaron mirándose un momento, Ryujin tenía una fuerte expresión de odio hacia ella. Era obvio, la odiaba, jamás se preocupó por ella, junto a su padre le decían todos los días que era un completo error y una basura, no estaban para ella jamás, ni en la primera pelea con Minho, ni en su primer periodo, en la primera vez que tuvo relaciones sexuales, nada.
Por otro lado su mamá estaba mirándola con arrepentimiento. No era apegada a su hija y nunca le ayudó, pero si se sentía mal. El estar sola la hizo pensar en como la trató, y aunque fuera difícil, muy por dentro, amaba a su hija y quería enmendar las cosas. Al menos trataría.
-Ryujin... intentemos esto de nuevo. Estuve pensando en la poca atención que te puse desde niña pero... eres mi hija.- sus ojos se llenaban de lágrimas.- Ya lo se... soy una mierda y todo lo que pienses, pero... aquí estoy.
Shin la miraba con desconfianza. Vamos, ¿Esas palabras le iban a llegar a su frío corazón? Le decía que era su hija, pero hasta hace unos meses solo era una mierda en su vida. Estaba loca.
Miró al suelo y se dispuso a pensar en tirar su última carta, esto comprobaría si ella de verdad la apoyaría o solo mentía.
-Di algo...- comenzó a desesperarse. La adolescente solo se mantenía seria sin decir nada.- Lo que sea, solo quiero que estés bien, que podamos estar bien... y... que vuelvas a casa...
-No quiero volver.
La mujer suspiró. No quería soportar un drama adolescente, pero era obvio que no tendría un beso y un abrazo de su parte.
-Ryu... al menos inténtalo. No digas que no. Mira donde vives, esto parece una villa.- comenzó a levantar la voz, un tanto irritada.- Y vives sola con Minho y... y quien sabe, tal vez no te cuidas o te puede hacer daño...
-¡Mamá basta!
-¿Cómo defiendes vivir aquí? No es un buen lugar para ti y...- suspiró.-... Estás loca, ¿Qué te pasa...?
-Mamá, estoy embarazada.- terminó por decir, cortando las palabras de su progenitora.
Ella se quedó con su boca abierta ante aquellas palabras.
-¿Qué...? Ryujin, dime que no es enserio...- su tono pasó a ser uno muy duro e intimidante.
La chica salió de atrás de la puerta y mostró su pequeño vientre ya algo notorio. Su mamá se quedó con la boca abierta mirándola con suma sorpresa y algo de molestia.
-No puedo creerlo...
-¿Qué?- gritó con furia.- ¿Qué no puedes creer?
-¡Que vayas a tener un hijo!- le gritó furiosa.- ¡Tienes unos malditos diecisiete años! ¡¿Qué no sabes cuidarte?!
-¡¿Y qué es lo que quieres que haga?! ¡¿Qué te pida perdón?!- le gritó también.- ¡Ya ocurrió mamá! ¡Ya está!
La mujer se agarró de los pelos y comenzó a hiperventilar. Fue hasta allá para hablar con su hija y disculparse y se encontraba con la noticia que sería abuela.
No mentía al decir que estaba furiosa. Ella era una menor de edad, una adolescente y estaba en sus manos otra vida. Pero por otro lado lamentaba la falta de atención en ella y que tuviera que estar pasando por esta situación sola.
Mientras Ryujin lloraba, la madre entró a la casa.
Tenían mucho de que hablar.
Ƹ̴Ӂ̴Ʒ
Hyunjin se encontraba en el living de la casa junto a sus primos mientras los adultos estaban en la sala haciendo espacio para que entraran las veintiún personas allí.
Eunbi, Sejeong y Hani estaban terminando de preparar la comida, los demás iban y venían de un lado a otro. Los hombres estaban hablando sobre autos y la empresa, mientras las pocas mujeres allí hablaban sobre sus hijos y armaban la mesa.
Yeji se encontraba en la otra sala debido a que su madre no permitía que fuera a su cuarto. Tristemente sus primas no eran parte de la familia Hwang, sino que eran de la familia Kim, por lo que no estarían allí. Agradecía que al menos estaba Eunbi, su tía favorita, y única tía.
Ella estaba sentada con su teléfono hablando con Ryujin acerca de la sorpresiva llegada de su madre a la casa. A su lado, en el sillón doble, Eunseo estaba recostada con su pierna apoyada en la cabecera del sillón mientras mensajeaba a quien sabe quien.
De la nada, Hani aparecía para buscar a sus hijos, vio a Eunwoo junto a uno de los primos Hwang, quien también tenía nueve años, y luego encontró a Eunseo en aquella posición.
Se acercó un poco molesta y la regañó.
-Hija, baja ya las piernas de ahí. Estás en una casa ajena, compórtate mocosa.- regañó con su ceño fruncido. La menor solo rodó sus ojos e hizo caso omiso.- Bien la verás con tu padre.
Dicho y hecho, Hani fue a buscar a Jackson. Un minuto luego, Wang ingresaba para regañar a su hija.
-Dame ese maldito teléfono.- pidió pero la chica solo se rió en su cara.
Sin paciencia, le arrebató el teléfono.
-¡Oye, deja!- gritó una vez se lo sacaron.
-Escúchame, estamos en una casa ajena. Al menos se educada.- le gritó en voz baja.- Siéntate bien y compórtate como una señorita.- guardó el teléfono en su bolsillo.
-¿Desde cuándo te importa lo que yo hago?- gritó, llamando la atención de algunos presentes.
Tuvo suerte de no recibir una bofetada allí mismo, de no ser porque estaban mirando, le hubieran dado el golpe.
-Escucha, apenas lleguemos a casa estarás castigada. Sin fiestas, sin teléfono, ni citas. Me llevaré esta porquería y lo tienes prohibido.- su hija rió sarcásticamente.- Nos harás quedar mal frente a todos aquí.
-Es lo único que te importa.- rodó sus ojos, cruzándose de brazos.
-Eunseo...- dijo en tono demandante su madre. La menor solo frunció el ceño, cruzando brazos y piernas.
-Ahora ve a comportarte y socializa.
Terminado el regaño, los padres se fueron de allí mientras hablaban. La menor al ver que se fueron solo levantó su dedo del medio. Desvió su mirada y se encontró con la chica Hwang quien observaba entretenida todo, pero desvió su mirada una vez que se cruzaron.
La menor suspiró y se fue lejos. No tenía su teléfono y nada, por lo que salió de aquella sala y se sentó en la escalera a juguetear con las tiras de su remera a esperar que esa maldita noche terminara.
Yeji la vio y comprendió la situación. Jackson vivía en la casa Hwang, desde que ellos eran niños él estaba todo el día allí a excepción de navidad, año nuevo y en ocasiones, los cumpleaños de sus hijos.
Analizó un poco el actuar de Eunseo y pudo determinar que ella era una niña con falta de atención en su casa.
Vamos, lo había vivido también. Más bien, lo vive. Y suele pasar, los hijos necesitan la mayor atención en sus primeros veinte años de vida. Aunque con el tiempo sus perspectivas cambian, al ser dependientes de sus familia, los hijos necesitan atención y el acompañamiento de ambos durante los años y esto le influye en su comportamiento y carácter.
Eunseo no lo tenía, podía vivir con su madre y de vez en cuando ver a su padre, él siempre llegaba a la noche tarde o incluso pasaba días sin estar en la casa. Ella no quería admitirlo, pero estaba dolida, todo esto porque jamás tuvo una buena relación con su padre. Quería llamar su atención y recibía un regaño, o también ver si él se interesaba en ella pero lo único que conseguía era un simple me voy a trabajar.
Gracias a la falta de atención, ella solo se convirtió en alguien imposible de controlar, y esa relación inocente que tenía de niña se vio opacada por una brecha de gran magnitud entre ella y su familia, especialmente con su padre.
Y Yeji estaba en el límite de pasar a aquella zona.
Ƹ̴Ӂ̴Ʒ
-Cuando tu padre y yo nos separamos me enteré que él estaba con otra mujer durante estos años.- le miraba fijo a sus ojos.- Tu eras muy pequeña y te hemos tratado horrible. Entre las peleas, la separación y la agresión que él imponía, me era muy difícil prestarte atención.
Ryujin estaba sentada junto a su madre en el sofá. Tenía sus piernas flexionadas y su cabeza apoyada en su brazo recargado en el respaldo mientras que con el otro brazo tocaba apenas su vientre.
-Y luego él se fue, yo me quedé sola tres meses y me puse a reflexionar sobre los tratos que te dimos.- mencionó con un tono triste.- Lo siento mucho...
-Mamá... no se que decir...- dijo con voz rota.- ¿Y ahora? ¿El idiota solo se esfumó?
-Me alegra decir que al fin nos divorciamos.- sonrió.- Fue una tortura vivir con él.- ambas rieron apenas.
-No lo entiendo, si no te llevabas bien con él, ¿Por qué seguiste ahí?
-No es fácil escapar de una situación así hija.- dijo con cierta obviedad.- No podía ir a trabajar como debía y ¿Dónde me iría a vivir? No tenía suficiente dinero.
Ryujin asintió ante aquello, entendiendo el punto de su madre.
-¿Y vas a volver a trabajar?- preguntó unos segundos después.
-Si.- asintió feliz.- No se cuando volveré, debo llamar a mi jefa y explicarle la situación.
Ryujin asintió con desánimo. Todo lo que su madre había vivido y ella la odió junto a su padre. Lamentaba nunca haber prestado atención a la situación y haber averiguado que ocurría de verdad, solo se quedó con las palabras malas que le hirieron cuando era una niña.
Ahora entendía la situación, entendía el porque de tanta mala vida. Porque siempre ocurre así, cuando alguien trata mal a alguien, sea quien sea, es porque también la está pasando mal.
La mujer frente a ella suspiró y la vio fijamente a sus ojos.
-No puedo creer que vayas a tener un bebé.
-No... ni yo.- negó formando apenas una sonrisa.
-¿Minho te ayuda?- la señora Jung no tenía mucha confianza en Lee. Conocía un poco de su historia y lo ocurrido con su padre, por esto mismo no le daba buenas vibras.
-Si...- asintió comiendo un poco de los cereales que le quedaron.- Está trabajando ahora mismo.
Hyeri estaba sorprendida por aquello. Debía admitir que le llegó de sorpresa que un Lee de esa familia estuviera trabajando y que Minho fuera diferente a ellos.
-Eso... es un buen gesto de su parte.- mencionó con un tono raro.
Ryujin rió apenas por su expresión.
-¿Sabes que sexo es?
-Una niña.- sus ojos formaban sonrisas al mencionar la llegada de su niña.
-En esta familia abundarán las mujeres.- rió emocionada tocando el vientre de la chica, y ambas se fundieron en un abrazo.
Pasaron tormentas y huracanes en sus vidas, años de odio y soledad, pero al final salió el arcoíris y se dieron la oportunidad de cambiar sus mundos.
Ryujin lloró de la emoción al poder decir aquella frase que tanto esperó decir en muchos años.
-Gracias mamá.
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