Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 28. Yo soy Terra...

TEEN TITANS

THE
SINNERS

Por
Wingzemon X

CAPITULO 28
"Yo soy Terra..."

Los efectos de la magia de Jacob sobre Robin aún no se habían desvanecidos del todo cuando ingresó en la capilla y contempló la extraña escena que ahí suscitaba. Raven se veía realmente tranquila y apacible, como si simplemente flotara sobre sus cabezas en un profundo y hermoso sueño. Incluso ese fulgor rojizo antinatural que la rodeaba tenía cierto encanto, casi hipnótico, en él. Por unos instantes se vio a sí mismo preguntándose si siempre había sido de esa forma; si siempre había sido como una luz brillante y hermosa, pero lejana e intocable, como una estrella.

Apretó sus ojos con fuerza e intentó poner su mente en blanco con tal de alejar todos esos pensamientos de su mente, que no tenían cabida en ese sitio o en ese momento. Necesitaba tener muy claro porqué estaba ahí, y no distraerse con nada más. Una vez que sintió seguro de ello, abrió de nuevo los ojos y los clavó fijamente en el último oponente que se interponía entre él y Raven.

—Detén esto, ¡ahora! —gritó el Titán con gran fuerza, dando un paso firme hacia Jared. Éste seguía de pie justo debajo de Raven.

—¿Es una orden, acaso? —respondió el chico de piel gris, sonriendo de forma burlona. Ocultó sus manos en sus bolsillos de su sudadera negra, y se apoyó por completo en un pie de forma bastante relajada—. Aunque quisiera, no habría forma de hacer tal cosa. Mi participación en esto ya concluyó. —Miró entonces sobre su hombro a la chica colgada a unos metros sobre su cabeza—. Raven es ahora la que se está encargando del resto. Ya ha de faltar muy poco...

Robin miró de nuevo unos instantes en dirección a Raven, pero casi de inmediato volvió hacia Jared, temeroso de que su imagen volviera a tener algún tipo de efecto distractor en él.

—Sé cuál es tu plan, lo sé todo –sentenció con su voz transmitiendo mucha más seguridad, pero ésta no pareció perturbar al chico ante él ni un poco.

—¿Enserio? ¿Tu amigo Slade te lo dijo, acaso? —Soltó entonces Jared, seguido de una pequeña risilla—. Eso ya no importa, en realidad. Aunque es una pena que ese anciano se nos haya escapado sin haber recibido su merecido por su traición.

Robin agudizó sus sentidos. Tomó su báculo y lo giró con una mano, para luego tomarlo con firmeza con las dos y señalarlo directamente con él.

—Y también sé que puede evitarse —declaró con fiereza en chico de antifaz, haciendo que la sonrisa de Jared se borrara. El pelirrojo guardó silencio y lo contempló fijamente. Su expresión ya no era tan tranquila y confiada como siempre, sino más bien se veía algo confundido. Sus palabras evidentemente, lo habían afectado un poco—. Y si te importa Raven realmente aunque sea un poco, me dejarás hacerlo.

—¿No has entendido que es por Raven por la que hago todo esto? —Respondió Jared, con seriedad—. Por la verdadera Raven, aquella que no tiene que reprimir sus emociones o pensamientos, quien puede ser ella misma sin atadura alguna. Yo la liberaré, mientras tú solo quieres seguirla apresando.

Robin permaneció en silencio. ¿Realmente era eso lo que pensaba? ¿Qué lo que hacía lo hacía por el bien de Raven? Era probable que, en algún lugar de su mente, eso tuviera sentido. Secuestrar a su hermana, colgarla en una oscura capilla con gruesas cadenas, y someterla contra su voluntad a ese horrible ritual que sacaría aquello que ella había luchado toda su vida por evitar.

Jared prosiguió con su declaración.

—Así que si a ti te importa Raven aunque sea un poco, te quedarás justo en dónde estás... Porque si no...

Extendió entonces ambas manos hacia los lados, y sus palmas se cubrieron de una brillante e intensa llama danzante. Robin comprendió de inmediato sus intenciones, y como era propio de él, en lugar de rehuir a ellas las aceptó gustoso. Jaló su báculo hacia atrás sujetándolo con su mano derecha, y luego extendió la izquierda hacia un lado, sujetando entre sus dedos dos bumerangs listos para ser lanzados a la menor oportunidad.

Jared volvió sonreír, divertido.

—Piénsalo bien, Chico Maravilla. No eres más que un simple humano con muy elaborados movimientos de Karate y juguetes caros. Tú no podrás vencerme.

Para su sorpresa, Robin también sonrió, con bastante confianza en su gesto.

—He vencido a enemigos mucho más peligrosos que tú con mis movimientos de karate y mis juguetes. Y con mucha menos motivación...

—Qué peligros —exclamó Jared, sarcástico—. ¡Vamos a ver de qué eres capaz, achichicle de Batman!

Con sus manos cubiertas de fuego, y sus ojos igualmente encendidos, se lanzó en contra él como fiera al acecho. Robin, por su lado, igualmente se fue directo hacia él, listo para su encuentro.

— — — —

Cuando Terra abrió al fin sus ojos, lo único que vio fue oscuridad; no era oscuridad absoluta, pero sí bastante densa. Igualmente todo estaba muy callado, salvo el eco lejano de agua filtrándose. Se encontraba bocarriba sobre el suelo duro y firme, y una roca se encajaba dolosamente contra la parte trasera su cintura. Se giró sobre su cuerpo para voltearse y liberar el dolor de su espalda. Al quedar con su pecho a tierra, se quedó unos segundos intentando reposar, pero no tenía el lujo de tomarse demasiado tiempo en ello. Se sentó como le fue posible, y miró a su alrededor cautelosa. Seguían sin dudarlo en el interior de una cueva, pero ya no parecían estar en los túneles debajo de la iglesia, sino en algún sitio mucho más profundo.

—¿Chico Bestia? —masculló en voz baja mientras seguía mirando alrededor en busca del Titán. Sin embargo, no había rastro alguno de él cerca de ella—. ¡Chico Bestia!

Se paró rápidamente asustada y preocupada. Sintió un poco de dolor en un costado al levantarse, y rápidamente llevó sus manos a esa área. Se dio cuenta que su blusa se había rasgado, y en su piel expuesta se había hecho un muy incómodo raspón que le ardía; no era el único raspón que tenía en el cuerpo, pero ése definitivamente era el más doloroso. No le dio sin embargo mucha importancia y comenzó a avanzar, lentamente, intentando ver algo entre todas las sombras que la rodeaban. Sus ojos ya se habían acostumbrado, pero aún no era capaz de distinguir nada más allá de rocas. Sus manos se aferraban a su costado, en un intento de amortiguar el dolor de su raspón.

Una vez más lo había arruinado al no saber controlar sus poderes. En un intento de detener a Jacqueline, terminó haciendo que los tres cayeran en ese sitio, y de puro milagro no habían terminado sepultados en rocas... o al menos, ella no. Las solas posibilidades de qué le había ocurrido a Chico Bestia la atormentaban; una vez más, sus poderes terminarían por dañar a alguien que quería, como siempre ocurría...

Quizás todos habrían estado mucho mejor si ella no hubiera ido con ellos. Quizás sólo debió de haberse ido en cuanto les dijo en dónde podrían encontrar a Jared; haberse ido lejos, muy lejos... como siempre lo hacía.

—Ya, no sigas —escuchó de pronto una vocecilla aguda pronunciando a un lado. Rápidamente se sobresaltó y alejó de un salto. Cuando miró en dicha dirección, sin embargo, se quedó estupefacta.

Era una niña pequeña de cabellos rubios, ojos grandes y azules, vistiendo un vestido elegante y largo color lila, y una pequeña corona en forma de diadema en su cabeza. Terra reconoció de inmediato a esa pequeña niña. Era una princesa que había tenido que huir de su país natal cuando aún era muy pequeña separándose de sus padres y su hermano, ocultándose en un país extranjero con otra identidad. Ella la conocía muy bien; su nombre era Tara... Tara Markov.

—Esto es demasiado peligroso —prosiguió Tara con notoria consternación, mientras agitaba sus manos de abajo hacia arriba—. No la puedes vencer, y si lo intentas terminarás muerta, o convertida de nuevo en piedra. Tienes que huir, ¡vamos!

—¿Huir? —Susurró Terra, muy despacio—. No... no puedo seguir huyendo...

—¿Por qué no? —Escuchó de pronto que alguien más intervenía desde sus espaldas.

Terra se giró lentamente sobre su hombro, y ahí se encontraba una chica rubia, de largos cabellos, y ojos grandes y azules. Usaba unos pantalones cortos de mezclilla azules, una camiseta de manga larga blanca, y sobre ésta una camiseta pequeña color gris oscuro, además de guante cafés que cubrían sus manos. Estaba de pie con sus brazos cruzados, volteada de medio cuerpo sin mirarla. Era una versión más grande de aquella niña, y una versión un poco más joven de quien era ella en esos momentos.

—¿Qué ganarás con seguir con esto? —Pronunció la Otra Terra de forma seca y cortante—. ¿Crees que Chico Bestia y los otros volverán a confiar en ti? ¿Después de todo lo que hiciste? ¿Crees que alguien volverá a considerarte una heroína? Ésta es una lucha absurda —Se giró entonces hacia ella con firmeza—. ¡Te arriesgas por nada! Tienes que irte, lejos de aquí, a dónde nadie te conozca, donde puedas volver a ser una chica normal y feliz.

—Es lo que tus padres y tu hermano querían para ti —añadió Tara a dicha proposición.

Terra bajó su mirada, pensativa, y se apoyó contra un muro de la cueva con su hombro. ¿Qué era todo eso? ¿Algún truco hecho por Jared o alguno de los otros? No podía descartarlo por completo, pero en realidad lo dudaba. Eso era algo más complicado que ello...

Quizás era cierto; quizás lo mejor era huir y ponerse a salvo. ¿Qué quería lograr realmente en ese sitio? ¿A quién intentaba demostrarle algo? ¿A ella misma? ¿A los Titanes? ¿A Chico Bestia? ¿Y demostrar qué, después de todo? ¿Qué aún era buena?, ¿Qué aún podía ser una heroína? Daba igual, ¿por qué le importaba tanto? Huir era lo que mejor sabía hacer; huir era pare de quién siempre había sido...

—¡No!, no puedes irte —añadió alguien más, ahora al frente. Por un segundo fue como verse directamente en un espejo, pues esta otra chica rubia y de ojos azules usaba el mismo uniforme que ella tenía puesto. Sin embargo, el de ella no estaba rasgado ni sucio; por el contrario, estaba limpio e impecable como nuevo.

—¿Tammy? —exclamó Terra entre confundida y asombrada—. ¿Eres tú?

La nueva visión se le aproximó con cautela, mirándola fijamente con apuro.

—¿Vas a abandonar a Chico Bestia otra vez? ¿Luego de todo lo que hizo por ti? Le prometiste que ya no lo harías. Dijiste que harías lo que fuera para recuperar su confianza.

—Él no ha hecho nada por ti —intervino la Otra Terra a sus espaldas, antes de que pudiera pensar siquiera en alguna respuesta que dar—. Incluso te ha tratado como basura desde que se volvieron a ver.

—Está molesto y dolido, y eso es normal —Añadió Tammy, casi como suplica.

—Él nunca volverá a confiar en ti. Nunca volverá a sentir lo mismo que sintió por ti antes.

—Aunque él no lo haga, eso no importa porque tú todavía... —Tammy guardó silencio, y agachó el torso lo suficiente para poder ver a Terra a los ojos—. Tú todavía sigues enamorada de él. Es por eso que no puedes abandonarlo.

—¿Enamo... rada...? —Masculló Terra muy despacio, volviendo a alzar su rostro al frente—. ¿Estoy enamorada... de Chico Bestia?

¿Lo había acaso alguna vez pronunciado con palabras? ¿O había siquiera estructurado de forma clara tal idea en su cabeza? Tal vez no, pero aún así en esos momentos le parecía totalmente lógico, y con todo el sentido. Estaba enamorada Chico Bestia... No sabía en qué momento ese sentimiento por él había florecido hasta tal punto, pero no tenía duda alguna de que era así. ¿Fue desde que lo conoció? ¿Durante su tiempo como Titán? ¿En sus últimos momentos antes de entrar en ese estado de petrificación? ¿Cuándo estuvo separada en dos entidades? ¿U ocurrió justo en ese momento?, justo en ese instante y en ese lugar al cuestionárselo a sí misma.

—¿Y eso de qué sirve? —Soltó la Otra Terra abruptamente—. ¿De qué sirve morir y sacrificarte sólo por... amor?

—Es por lo único por lo que vale la pena morir y sacrificarse... —Respondió Tammy con firmeza.

—Yo no entiendo nada de eso —murmuró Tara en voz baja y algo quebrada—. Sólo sé que todo esto da mucho miedo, y tienes que irte de aquí.

—No puedes dejar que el miedo te paralice todo el tiempo. Debes seguir, Terra. Sigue adelante...

Seguir adelante... era lo único que quedaba por hacer ante casi cualquier problema, ¿no? Sólo seguir adelante, un poco más, un paso a la vez.

Se separó del muro en el que se recargaba y comenzó a andar despacio en la misma dirección en la que iba. El dolor, el cansancio, y el miedo la inundaban y hacían que sus pies se sintieran como plomo. Pero había otro sentimiento más que podía más, y la empujaba a dar un paso detrás del otro.

Avanzó un par de metros, antes de reconocer entre las sombras un bulto verdoso y morado, cubierto con algunas rocas.

—¿Chico Bestia? —Espetó intentando llamar su atención, pero la persona ahí tirada no le respondió—. ¡Chico Bestia!

Dejó a un lado todo aquello que la detenía y corrió apresurada hacia él. Con sus poderes retiró de inmediato todas las rocas que lo sepultaban, arrojándolas a un lado con violencia. Se arrodilló a su lado, y lo giró para que quedara bocarriba. Tenía sus ojos cerrados, pero aún respiraba.

—Despierta, por favor —comenzó a murmurar despacio, mientras lo agitaba un poco y le daba un par de toques en su mejilla con la yema de sus dedos—. Vamos, Chico Bestia; reacciona, por favor.

Llegó a pensar que realmente no despertaría, pero luego de unos eternos segundos de insistencia, los ojos del chico se abrieron con algo de pesar. Terra logró suspirar aliviada al ver esto.

—¿Terra? —Cuestionó el chico de piel verde con algo de debilidad—. ¿Qué ocurrió...? ¡Ah!

A intentar sentarse, un intenso dolor en su pierna lo hizo encogerse en sí mismo y soltar un pequeño quejido de dolor.

—¿Tu pierna? —Soltó Terra, sobresaltada al escuchar su reacción—. Permíteme...

Acercó sus manos a su tobillo, y cientos de pequeños pedazos de roca comenzaron a aglomerarse en torno a él, hasta crear algo similar a un yeso y así mantenerlo inmóvil. Él presionó un poco su pie contra el suelo, y aunque le seguía provocándole molestia, ya fue más soportable.

—¿Estás bien? —preguntó Terra, sin disminuir su preocupación.

—Sí, no creo que esté rota. Sólo...

Hizo el intento e alzarse de pie, pero todo le dio vueltas y se desmoronó de nuevo al suelo.

—¡Cuidado! —Terra se apresuró a atraparlo y evitar que se golpeara. Ambos terminaron sentados en la tierra, estando él en sus brazos.

Chico Bestia se sostuvo la cabeza con ambas manos, y sintió lamentosamente una parte húmeda a un costado. Al mirar sus dedos, se encontró que su guante estaba ligeramente manchado de sangre. Parecía que era una herida resultante de su caída, o de las rocas que lo golpearon durante ella.

Permaneció ahí un rato, intentando recuperarse. Se volvió un poco tarde consciente de la posición en la que estaban, y como Terra seguía con sus brazos a su alrededor, sin soltarlo ni siquiera un poco. Un ligero rubor se formó en sus mejillas verdosas, e intentó inconscientemente poner un poco de distancia entre ambos. Prefirió entonces mirar a su alrededor parra reconocer el terreno.

—¿Dónde estamos?

—Caímos más hondo en la cueva —le informó Terra, sin oponer resistencia a que él se apartara.

—¿Dónde está la chica del vestido?

—No lo sé... pero no creo que esté muerta.

Chico Bestia comenzaba a sentirse un poco mejor, pero definitivamente no se encontraba ni cerca de toda su capacidad.

—Debemos salir de aquí... y ayudar a Robin...

—No, espera —se apresuró Terra a tomarlo de sus hombros, antes de que intentara pararse de nuevo—. Estás débil y adolorido. No hay nada que puedas hacer así.

—¡No podemos quedarnos aquí sin hacer nada!

"¿Por qué no?", pensó para sí misma, incapaz de pronunciarlo en voz alta. "¿Por qué no podemos quedarnos aquí, a salvo? ¿Por qué no podemos irnos los dos lejos, muy lejos? ¿Por qué no podemos olvidarnos de todo esto y sólo pensar en nosotros dos?" Todo eso y mucho más cruzaba por la cabeza la rubia, pero no decía ninguna. Porque en el fondo sabía muy bien cuál era la respuesta a todo eso. Sabía qué era lo correcto, aunque no le agradara.

—Tú puedes salir de aquí —escuchó que Chico Bestia pronunció de golpe, sacándola de todos sus pensamientos—. Déjame aquí, y ve a ayudar a Robin antes de que esa chica nos encuentre.

Terra negó alarmada y frenética con su cabeza.

—No, no voy a dejarte aquí, y mucho menos con Jaqueline.

—¡Tienes que hacerlo! Si no detenemos a Jared, Raven se volverá nuestra enemiga, tan temible como el propio Trigon, y ninguno de nosotros podrá detenerla. Los Jóvenes Titanes pueden sobrevivir sin Chico Bestia, pero no sin Robin y Raven.

Terra seguía negando enérgicamente.

—¡Terra! Si quieres ser una Titán de verdad, tienes que enfocarte y cumplir la misión...

—¡Olvida la misión! —Le gritó de golpe con todas sus fuerzas, incluso asustándolo un poco. De inmediato, ella se lanzó hacía él, y lo rodeó de nuevo con sus brazos, pegándolo contra ella. Su rostro se ocultó pegado contra el cuello del Titán, ahogando un par de sollozos en él. Chico Bestia se quedó totalmente atónito, incapaz de reaccionar—. ¿Por qué crees que algo de eso me importaría más que tú? No me importa si los Jóvenes Titanes puedes o no sobrevivir sin ti, ¡yo simplemente no podría hacerlo! Ya no más... no luego de entender lo que siento por ti...

Chico Bestia perdió por completo el aliento. Terra siguió sollozando contra su cuello.

—Aunque en estos momentos tú me odies, tú sigues siendo lo más importante para mí —murmuró despacio—. Lamento haberte decepcionado tantas veces; incluso ahora te sigo decepcionando... No merezco ser una Titán, ni siquiera tu amiga...

Y siguió el silencio, un profundo silencio interrumpido por el sonido lejano del agua y los pequeños sollozos de la rubia.

—Yo no te odio... —pronunció Chico Bestia de golpe, tomándola por sorpresa y haciendo que se apartar un poco de él, pero sin mirarlo aún a los ojos. En su voz ya no se percibía enojo, sino algo más—. Quisiera poder hacerlo, pero no puedo. Incluso luego de todo lo que hemos pasado, me es imposible...

La tomó gentilmente de los hombros, y la aparto lentamente para poder verla de frente. Terra apartó su mira, apenada porque de seguro tenía sus ojos enrojecidos y cubiertos de lágrimas. Sin embargo, al final no pudo evitar mirarlo. No le sonreía precisamente, pero no lo necesita. Su mirada era lo suficientemente cándida y profunda como para hacer que su corazón se inquietara.

—Ya sea como Tammy o como Terra... Tú también sigues siendo demasiado importante para mí —susurró cauteloso, con pesar, pero también con alegría combinada. Una pequeña sonrisa se asomó al fin en sus labios, y aunque fuera apenas perceptible por ella, fue bastante significativa—. Y estoy... demasiado contento de tenerte de vuelta conmigo. Aunque haya sido de esa forma... esperé mucho el que ocurriera...

—Chico... —Cortó sus propias palabras, y respiró profundamente, intentando recobrar el aliento—. Garfield...

Su mano derecha se posó con la que él tenía sobre su hombro. No supo en qué momento pasó, o cuánto duró, pero ambos se quedaron viendo el uno al otro a los ojos, sin decir palabra alguna. Y realmente Terra no necesitó que él le dijera algo en especial. Ese sólo y perfecto instante, era suficiente.

—De nuevo su cursilería es totalmente imposible de ignorar —espetó la reconocible voz de Jaqueline, resonando en el eco de la cueva—. ¿Entonces ya son amigos otra vez? ¿Qué se necesita hacer para que se den por vencidos con esta perdedora?

Terra se puso en alerta de inmediato. Se giró rápidamente, colocándose delante de Chico Bestia de forma protectora. Una figura comenzó a materializarse entre la oscuridad, avanzando hacia ellos. Ya no se oía el sonido de sus tacones; sujetaba uno de ellos en una mano, y ni idea de en dónde había terminado el otro. Si antes su vestido y su cabello eran un desastre, era difícil encontrar otro adjetivo más acorde con su estado en ese momento. El vestido negro estaba totalmente rasgado, dejando la mitad de su torso únicamente cubierto con su sostén negro sin tirantes. Caminaba descalza, con su cabello hecho una maraña sin forma indefinida. Su maquillaje se había corrido, y tenía un par de raspones por su cara y brazos. Evidentemente no había caído mucho mejor que ellos. Aún así, caminaba como si nada; erguida, segura, sin ninguna seña de dolor en ella. Al parecer era mucho más dura de lo que parecía a simple vista.

Sus ojos se habían tornado rojizos, brillantes y llenos de ira, como solía ocurrirle a Raven, Jared y los otros, y normalmente no eran una buena señal.

—Ya me tienen... harta... —masculló, con el enojo en su garganta casi ahogándola—. Ya no más juegos... Acabemos con esto de una buena vez...

Terra permaneció quieta en su lugar, casi paralizada. No había podido hacer nada útil contra ella, y cuando lo intentó de verdad terminaron ahí abajo, heridos y en la oscuridad. ¿Qué alternativas tenía?, evidentemente sólo morir a manos de su oponente, o morir a manos de sus propios poderes incontrolable. Pero, aún había una tercera opción...

—Huye, vamos —escuchó que pronunciaba suplicante la voz de Tara. Y al mirar de reojo a un lado, ahí se encontraba la pequeña princesa, con sus ojos llenos de miedo—. Debes irte. Usa tus poderes para escapar por la tierra, no podrá alcanzarte por ahí.

Huir, claro. Esa seguía siendo aún una opción que considerar.

—No, no puedes huir —añadió a continuación Tammy, proveniente del lado contrario—. No puedes abandonarlo, mucho menos ahora.

—Entonces llévatelo contigo, sácalo de aquí —intervino ahora la otra Terra desde sus espaldas; no tuvo que voltear para estar segura de que ahí estaba—. Muere él, mueren ambos, o se salvan ambos escapando de aquí. La decisión es fácil, si me lo preguntas.

—Tú sabes qué es lo correcto —pronunció Tammy de nuevo—. Tú sabes lo que debes hacer, ¡lo que quieres hacer! No dejes que el miedo te paralice otra vez...

—¡No la escuches! Ella no sabe por todo lo que has pasado, todas las cosas horribles que has hecho, apropósito o por accidente. El juego se terminó. No eres una heroína, no eres una princesa, y no eres una simple estudiante. Eres sólo una sobreviviente, es lo único que siempre has sido.

Terra cerró sus ojos unos momentos y respiró lentamente. Sí, era una sobreviviente. Desde niña se las había arreglado para sobrevivir a cualquier costo. Eso era lo único que conocía, el único modo de vivir que había seguido fielmente y sin falta. Pero ya no tenía porque seguir así... sobrevivir no era lo único que conocía ahora. Ahora había conocido mucho más por lo que valía la pena quedarse y no huir.

Abrió sus ojos de nuevo, fijando su mirada en el oponente que se erguía ante ella.

Chico Bestia intentó ponerse de nuevo de pie ante el inminente peligro. Sin embargo, Terra lo hizo primero, alzándose delante de él, y extendiendo sus brazos a los lados, defensora.

—Yo me encargo de ella —murmuró despacio, y luego lo miró de reojo sobre su hombro—. Confía en mí...

Chico Bestia notó algo extraño en su mirada y en su voz, algo que no supo interpretar con seguridad. Sonaba en parte parecida a Tammy, pero... también a Terra, pero no a la Terra que vio esa tarde en la escuela, o el día anterior, o antes de ser convertida en piedra, o siquiera cuando era una Titán; por alguna razón, la hizo pensar en la anterior a esa, en aquella que conoció por primera vez.

La rubia se viró de nuevo hacia Jaqueline, y comenzó a avanzar lentamente hacia ella. Jaqueline sonrió divertida al ver su aparente decisión, como si realmente pudiera significar algo.

—¿Qué piensas hacer? ¿Quieres darle tiempo a tu noviecito de escapar? Pues no lo lograrás...

Alzó su pie descalzo, y entonces Terra se lanzó apresurada contra ella para teclearla, pero fue tarde pues se quedó a medio metro de distancia cuando su pie chocó contra la tierra y tanto cuerpo como el de Chico Bestia cayeron al suelo, quedando estampados e inmóviles en su sitio.

—Mucho mejor —masculló Jaqueline con malicia en su tono—. Así es como todos ustedes, humanos rastreros y cobardes, deben de estar. Con sus cabezas agachadas, arrastrándose como insectos a mis pies...

—¡¿Por qué... no te callas?! —Gritó Terra con fuerza, y sus ojos brillaron con intensidad.

La tierra debajo del pie derecho de Jaqueline se elevó de pronto, haciéndola perder el equilibrio, y su cuerpo se desplomó hacia atrás. Pero incluso antes de que tocara el suelo, un denso fragmento de roca se elevó unos metros sobre su vista y luego cayó contra ella como una bala, directo en su abdomen, y haciendo que ahora ella fuera estampada contra el suelo.

Libre del efecto de su magia, Terra se puso rápidamente de pie y corrió hacia la demonio, abarcando en un segundo la distancia que las separaba. Jaqueline alzó la roca que la aplastaba, haciendo que se dirigiera contra ella como una bala. Terra la desvió hacia un lado sin embargo con sus propios poderes y siguió con su camino, propinándole un golpe directo en su cara cuando hacía el intento de pararse, y tirándola de nuevo al piso. De inmediato se colocó sobre ella, empujándola contra el piso con una mano y golpeándola con fuerza con la otra. Logró darle tres puñetazos certeros en la cara, pero cuando alzaba su puño para propinar el cuarto, su cuerpo se elevó sin control por el aire, cerca de cinco metros, y un segundo después comenzó a caer de golpe, precipitándose al suelo y cayendo contra éste con gran fuerza. Luego volvió elevarse y caer, elevarse y caer, repetidas veces estrellándose contra la dura tierra. Su rostro comenzó a sangrar por los repetidos golpes, y manos y rodillas se rasparon. Luego de varias sacudidas, se quedó tirada en el piso inmóvil, y aparentemente inconsciente.

—¡No!, ¡Terra! —Soltó Chico Bestia, horrorizado por tal imagen. Sin dudarlo, se paró, ignorando su dolor y se convirtió en un gran toro desbocado que se lanzó contra Jacqueline para embestirla, pero a medio camino ésta lo puso contra el suelo de nuevo.

La chica de piel gris escupió algo de sangre que le había quedado en la boca tras todos los golpes que había recibido. Tenía la cara enrojecida, y con varias pequeñas cortadas. Y si fuera posible verse más enojada de lo que ya estaba, definitivamente se vería.

—No puedo creer que dos idiotas como ustedes me causen tantos problemas... —cayó de rodillas al piso, algo mareada por los golpes—. Me harán quedar mal con mi hermano Jared... Van a hacer que deje de verme con tan buenos ojos... van a hacer que deje de quererme por ser tan inútil...

—Tú cariño por Jared es enfermizo... —Escuchó como Terra susurraba despacio, y para su sorpresa notó como comenzaba a levantarse con debilidad a pesar de todo el daño que había recibido—. Es tu medio hermano, maldita enferma... pero te expresas de él como si quisieras que fuera otra cosa...

Jaqueline se puso roja de coraje, y rápidamente se alzó y se dirigió a ella con una marcada actitud de ataque.

—¡Cállate! ¡No te atrevas a ensuciar de esa manera lo que hay entre mi hermano y yo!

—¿Yo lo ensucio? —Ironizó Terra, seguida de una pequeña carcajada. La volteó a ver con una sonrisa burlona en los labios. Su rostro estaba lleno de heridas, en un estado peor que el de ella—. Tú lo ensucias sola, degenerada... de seguro debiste haberte puesto muy celosa al ver toda la atención que le ponía a Raven, ¿no? Debe ser frustrante darte cuenta e que por más que te esfuerces, siempre serás inferior a ella ante sus ojos, sin importar si nosotros te hacemos ver mal o no...

—¡Cállate! —Espetó furiosa, y el cuerpo de Terra volvió a desplomarse al suelo—. ¡Cállate!, ¡cállate!, ¡cállate!

Azotó su pie una y otra vez en el suelo, y cada vez que lo hacía Terra se elevaba unos centímetros, y luego se volvía a estrellar contra la tierra.

—¡¿Quién eres tú para hablarme así?! ¡¿Quién eres tú para entender, aunque sea un poco, lo que yo siento?! ¡No eres nadie!, ¡eres nada!, ¡eres menos que nada! ¡Basura inmunda patética que no mereces vivir en este mundo!

El cuerpo de Terra fue literalmente zarandeado de arriba abajo un sinnúmero de veces, como simple muñeca de trapo sin vida ni fuerzas. Sin embargo, de pronto, la rubia interpuso sus manos y sus pies, plantándolos en el suelo y evitando que su cuerpo chocara. A pesar de que se veía que necesitaba imponer una gran fuerza para hacerlo, igualmente Jaqueline se quedó atónita.

—Soy mucho, mucho más que tú... —murmuró despacio, sin el temblor en su voz.

Pedazos de roca comenzaron a desprenderse de suelo, y rodear sus manos y pies, y luego sus muñecas y tobillos. La roca que rodeaba sus extremidades comenzó a levantarlas, haciendo que éstas se elevaran con más libertad, aun bajo la influencia de Jaqueline, e incluso pudiera dar un par de pasos pesados hacia ella.

Jaqueline la miró estupefacta, e incluso inconscientemente dio un paso hacia atrás... ¿cómo si le temiera? No, no era posible. ¿Tenerle miedo a ella? Era inconcebible tal cosa. Volvió a aplicar su magia contra ella, con aún más fuerza, toda la necesaria. Terra se tambaleó, estuvo apunto de caer, pero la roca alrededor de ella la contuvo. Poco a poco sus brazos y piernas comenzaron a cubrirse de más roca, y comenzó a avanzar sin detenerse hacia ella. Por más que Jaqueline la seguía presionando, y por más que Terra se tambaleaba y parecía a punto de caer, seguía avanzando; lento, pero avanzaba.

—No puede ser... —exclamó Jaqueline, temblorosa.

A pesar de la intensa influencia que aplicaba en la gravedad a su alrededor, ella aún era capaz de usar sus poderes. Por más que la propia gravedad del planeta jalaba la roca o la tierra, ella lograba alzarla a su voluntad. Quizás necesitaba aplicar más fuerza, más energía, más concentración. Pero nadie en ese sito dominaría la tierra por encima de ella. Al mover con sus poderes la tierra alrededor de sus extremidades, era capaz de moverse, aunque el suelo a sus pies se desquebrajara y sus huesos le dolieran. Esa bruja no la detendría...

—Soy Tara Markov... Princesa de Markovia... —Pronunció con ímpetu, sin detenerse; Jaqueline siguió retrocediendo, ya incapaz de ocultar su miedo—. Soy Tammy Hawk... Una simple estudiante que vive con sus abuelos y va a la escuela... Pero lo más importante... es que... soy... Terra...

Se lanzó de un salto al frente, y le propino un golpe directo en la cara a Jaqueline con su puño de piedra. El cuerpo de la mitad demonio se tambaleó hacia atrás, y parte de la influencia de su magia se desvaneció.

—¡Soy una Joven Titán! —Añadió justo después con energía, dándole otro golpe más—. ¡Soy una Superheroína! —Otro golpe—, ¡una guerrera! —Uno más—, ¡y su maldita perdición! —y remató con un último golpe con ambos puños contra su cabeza al mismo tiempo, tan fuerte que sus guantes de roca se rompieron, y el cuerpo entero de la mitad demonio se propino contra el suelo, casi revotando contra éste.

—¡Yo... soy... Terra!

Como acto final, alzó su pierna derecha y la dejó caer contra su espalda. Jaqueline soltó un último e intenso alarido de dolor, y justo después sus ojos volvieron a ser los de un ser humano normal, y luego se cerraron. Ya no opuso resistencia alguna, quedando totalmente inconsciente en el piso; desmayada, herida, mallugada, débil, posiblemente con infinidad de huesos rotos y heridas internas... pero, evidentemente, viva. Era evidente que el cuerpo de los demonios, incluso aunque fueran sólo mitad, era bastante resistente.

El de Terra no lo era tanto, sin embargo. Una vez que el peligro desapareció, toda su armadura de roca se desmoronó en pedazos hacia el suelo, y ella le siguió poco después. Le dolía casi cada rincón del cuerpo; y aquellas que no le dolían, era posible que se debía a que ni siquiera las podía sentir más. Antes de rendirse por completo, alzó su mano como le fue posible en dirección al cuerpo inerte de Jaqueline, e hizo que fuera rodeada por fuertes aros de roca para que la aprisionaran. Aunque fuera capaz de despertar y usar sus poderes aún en esa circunstancia, tendría que hacerlo contra sí misma si quería hacerlo, y eso de seguro no sería agradable.

Se dejó caer entonces contra la tierra, carente de todas energías. Había ganado, y aun así se sentía como si hubiera perdido.

—Terra... —escuchó la voz de Chico Bestia llamándola, y eso fue lo único que evitó que cayera en la completa inconsciencia.

Alzó su vista con debilidad, y pudo ver como el Titán de piel verde se arrastraba hacia ella con bastante apuro, hasta colocarse justo delante de ella. Él se sentó, y luego tomó con mucha delicadeza su cabeza, para colocarla recostada sobre sus piernas. En esos momentos, a Terra eso le pareció lo más cómodo del mundo.

—Lo logré... —Soltó la rubia, apenas con un pequeño hilo de voz, y lentamente se giró sobre sí misma para quedar boca arriba—. Lo logré... Garfield...

Una sonrisa feliz, aunque no por ello menos dolorosa, se dibujó en sus ensangrentados labios. Chico Bestia sonrió también.

—Lo lograste... sabía que lo harías. Por qué eres una verdadera Titán...

Terra no respondió nada; sólo siguió sonriendo, disfrutando entre todo su dolor y cansancio ese momento de pequeña paz.

—¿Tú cómo te sigues? —Murmuró tras unos momentos, volviendo a abrir sus ojos—. ¿Crees poder alcanzar a Robin?

Chico Bestia alzó su mirada hacia el techo sobre sus cabezas.

—No lo sé... pero debemos intentarlo...

—Déjame, no hay forma de que pueda enfrentar a Jared y a los otros así; sólo sería una carga... yo estaré bien...

—Nada de eso —exclamó el Titán con tajante fuerza—. Nos sacaré a ambos de aquí, aunque me cueste mis últimas energías.

Terra lo volteó a ver de reojo como le fue posible, sorprendida y confundida.

—Pero... dijiste que la misión...

—Al demonio con eso —respondió entre bromeando y enserio. Terra no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, que la hizo encogerse de dolor.

Luego de tomarse un minuto para descansar y tomar aire, Chico Bestia se las arregló para colocársela sobre su espalda, e inmediatamente después tomó la forma de una enorme águila de suave plumaje verde. Terra recostó su cabeza sobre las plumas, y no pudo evitar sentir ganas de dormir, pero temía que al despertar todo eso no fuera más que alguna mala broma.

Miró de reojo hacia abajo mientras se elevaban, y logró divisar en el fondo a esas tres visiones que había tenido de sí misma. No lograba divisar con claridad sus rostros debido a la distancia, pero presentía que Tara y Tammy le sonreían; la Otra Terra no directamente, pero igual de seguro estaba conforme con el resultado.

Sonrió por dentro, y se permitió cerrar un instante los ojos. Chico Bestia voló por toda el área hasta encontrar el agujero por el que habían caído, y así volver al túnel.

FIN DEL CAPITULO 28

Notas del Autor:

Y luego de un largo tiempo de espera, aquí se encuentra el Capítulo 28, el primero de los últimos 5 Capítulos de esta historia. Este capítulo como pudieron ver, fue 95% dedicado a Terra. Es curioso que siendo un Fanfic que nació como una historia de la pareja Robin y Raven, Chico Bestia y Terra resultaron tener más desarrollo y progreso. Si no son mu fans de esta pareja, o si no son fans del personaje de Terra en general, quizás este capítulo no les fue tan agradable. Pero bueno, piensen que con éste se cierran algunos temas con respecto a ella, y claro conforme avancen estos últimos cinco capítulos se irán cerrando muchos más.

Déjenme todos sus comentarios, y síganme en mi página para estar al pendiente de todas las actualizaciones y demás cosas que iré publicando alusivo a este momento.

¡Nos vemos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro