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Capítulo 27. Demasiado Tarde

TEEN TITANS

THE
SINNERS

Por
Wingzemon X

CAPITULO 27
"Demasiado Tarde"

Habían pasado ya un par de años desde la última vez que Robin vio a Batgirl. Fue durante aquella discusión final en la Cueva, la que puso punto final al dúo dinámico de Batman y Robin, y ella tuvo que presenciarlo todo como mera espectadora, incapaz de intervenir. Y ahora la veía justo y como la recordaba de aquel día. El mismo traje negro y morado, los mismos labios pintados con el mismo tono de rojo, y el mismo cabello rojizo asomándose por la parte de atrás de su máscara. Incluso su voz era la misma. Todo justo y como recordaba a su antigua compañera de aventuras...

Pero no era ella.

Rápidamente, el chico de antifaz reaccionó y se apartó tras un largo salto, colocándose al acto en posición defensiva.

—¡Esto es un truco! —Exclamó de forma agresiva—. ¡Tú no eres Batgirl!

Batgirl, o quién fuera que fuese, se alzó lentamente del suelo con naturalidad una vez que él se alejó.

—¿Por qué dices eso? —Preguntó con un tono juguetón, mientras se limpiaba la parte posterior de su traje de cualquier rastro de polvo que hubiera quedado tras caer al suelo—. ¿En qué te basas? Tengo la máscara, la capa, el murciélago...

Colocó en ese momento sus manos sobre su pecho, haciendo que éstas enmarcaran el murciélago amarillo en él; ese acto hizo que Robin desviara rápidamente la mirada hacia otro lado, algo ruborizado.

—¿No me veo bien, acaso?

Batgirl comenzó a caminar hacia él con pasos lentos, meciéndose un poco de lado a lado. Robin se puso nervioso, y retrocedió un poco de forma instintiva; su presencia y su voz lo incomodaban. Cuando menos lo pensó, ella ya estaba justo delante de él, lo suficientemente cerca para rodear su cuello con los brazos, y dejarlo congelado en su lugar.

—Te extrañé tanto, Dick —susurró despacio, cerca de su rostro—. ¿Por qué tardaste tanto en venir a visitarme? ¿Es que ya te olvidaste de mí...?

Batgirl acercó poco a poco su rostro al del perplejo Robin, y aunque al inicio éste se quedó inmóvil sin poder reaccionar, al último momento logró reanimarse, apartando los brazos que lo rodeaban rápidamente.

—¡Suéltame!

La hizo a un lado con algo de violencia, y la figura de su antigua compañera volvió a caer al suelo, ahora de sentón. Sin voltear a verla ni un instante después de eso, comenzó a correr despavorido por el túnel en la dirección en la que Terra le había señalado. Corrió y corrió, sin mirar atrás ni siquiera una vez.

Intentaba no pensar en nada, y aunque lo hiciera no sentía que fuera capaz de enfocarse en ninguna idea específica o clara, salvo una: Raven. Ella estaba ahí adelante, y tenía que encontrarla de inmediato. Era lo único que debía importarle, lo único por lo que sus amigos le habían abierto el camino hasta ese punto. Era su misión... No, era más que una misión. Era su deseo, el deseo ferviente de llegar a dónde ella lo esperaba. Y los trucos que le pusieran en el camino, no iban a detenerlo por nada.

O eso creyó.

Por más que corría, era incapaz de visualizar siquiera el final del túnel, lo que no tenía sentido. Debía de ser algún tipo de ilusión, algo que estaba confundiendo su orientación de alguna forma.

Y entonces, tras dar un paso, el escenario a su alrededor cambió ligeramente. Primero fue el aroma; un aroma dulce y embriagante, que cubrió el aire. Luego fue la luz, una luz blanca que iluminó la cueva, casi como si estuviera al aire libre en una tarde despejada. Y luego fueron las flores, cientos de flores blancas, de pétalos grandes, que cubrieron todo el suelo, desde su posición, hasta donde se perdía su vista en el túnel. De sus pétalos, surgían pequeños destellos dorados como chispas, que se elevaban por el aire como por arte de magia.

Confundido ante tal paisaje, el chico maravilla redujo su avance poco a poco. Eso definitivamente tenía que ser algún tipo de truco mentail. Alguien estaba jugando con su cabeza; Jared, o algún otro de sus hermanos. Intentó pensar rápidamente en un siguiente acto, pero a medio avance su pie se tropezó con algo oculto entre las flores, y terminó cayendo de bruces contra éstas. El perfume de las flores se impregnó en su nariz, haciéndolo sentirse mareado, y aún más confundido. Era un aroma que nunca había percibido antes, pero que por alguna razón lo hacía sentirse muy relajado y tranquilo, como si estuviera en el regazo de su propia madre.

—¿Te lastimaste, amigo Robin? —Escuchó una voz familiar pronunciar al frente, y antes de que pudiera reaccionar, unas suaves manos tomaron su rostro, y lo alzaron.

¿Era otra vez Batgirl? No, no esa vez, pero igualmente lo que vio le dejó con la misma incertidumbre. De piel anaranjada y cabello largo y rojo, Starfire se encontraba ahora ante él, de rodillas entre las flores, y le sonreía con la mayor dulzura e inocencia que cualquier rostro humano o alienígeno sería capaz de transmitir.

—¿Star... fire...? —Murmuró con debilidad—. ¿Qué haces...? —Sus palabras se cortaron al entenderlo—. No... tú tampoco eres real...

Se apartó de ella como le fue posible, e intentó alzarse, sólo logrando caer de sentón en las flores. Se sentía bastante confundido y mareado. ¿Lo habían drogado? ¿Era el aroma de esas flores? ¿O era el propio efecto del truco mental que le estaban aplicando?

—¿Sabes? —Pronunció Starfire, gateando entre las flores hacia él, como un animal acechando. La sonrisa en su rostro, ya no era la sonrisa inocente de hace unos instantes, o incluso la que siempre le veía. Ahora había algo seductor, pero a la vez aterrador, en ella—. No me dijiste qué fue lo que sentiste tras nuestro beso.

—¿Qué?

Antes de que pudiera levantar los ojos una vez más, sintió los brazos de Starfire rodeándolo, y su rostro se colocó a apenas unos cuantos centímetros del suyo, mirándolo intensamente con sus brillantes ojos verdes.

—Dime, ¿pudiste averiguar si en realidad te gusto o no? ¿Necesitas que lo intentemos de nuevo?

Starfire hizo el ademán de querer volver a besarlo, justo como lo había hecho unas horas atrás. Sin embargo, esa aproximación, y el recuerdo de aquel momento, lo hicieron reaccionar.

—¡No!

La hizo a un lado rápidamente, tirándola contra las flores. De inmediato intentó lanzarse al frente, pero de nuevo no fue capaz de levantarse, y una vez más terminó boca abajo. En su desesperación, comenzó a arrastrarse entre las flores, intentando avanzar con sus manos y pies.

Quizás, si lograba alejarse de esas flores, podría aclarar su mente, pensar o hacer algo. Si tan sólo...

—¿Cuál es la prisa, Robin? —Escuchó que le preguntaban a sus espaldas, pero no era la voz de Starfire; esa sí era la voz de Batgirl—. ¿A dónde vas?

No volteó hacia atrás; sólo se siguió arrastrando para avanazar.

—Raven... necesito salvar a Raven... —Pronunció en voz baja, más para sí mismo.

—Raven está bien —comentó la voz de Starfire a continuación—. ¿Cierto, Raven?

Mientras se seguía arrastrando, fue detenido al encontrarse con los pies de una persona, parada delante de él; unos pies, usando botines azules.

"No, ella no", pensó, algo aterrado para su sorpresa.

Alzó su mirada débilmente, y se encontró de frente con lo que se temía: el rostro de Raven, iluminado por esa intensa, y casi sobrenatural, luz blanca que los rodeaba,

—¿Raven...?

La figura de la hechicera le sonrió levemente, y lentamente se agachó hacia él. Tomó su rostro con dulzura entre sus manos, haciendo que la viera fijamente a los ojos, aunque él no quisiera hacerlo.

—Mi héroe enmascarado, siempre dispuesto a ayudarme. —Susurró—. Pero sé cuidarme sola, ¿no lo sabes?

—¿Qué es todo esto...? —Murmuró, perplejo, no muy seguro si esperaba realmente recibir respuesta o no.

—¿Qué me respondes, Robin? —Cuestionó esa imagen de Raven.

—¿Qué?

—Te dije lo que sentía por ti, ¿o no? Pero tú no me has respondido nada todavía. Dime, ¿acaso no te gusto como tú a mí?

La lengua de Robin se quedó trabada, incapaz de responderle algo. Pero... ¿acaso quería responderle? Ni siquiera era su amiga Raven, eso lo sabía bien. O, al menos, su cerebro lo sabía. El resto de su cuerpo, parecía bastante indeciso.

—¿Quién diría que terminarías fijándote en una chica como ella? —Comentó Batgirl, colocándose a su lado derecho de pronto—. Siempre creí que te gustaban más las pelirrojas.

—Yo igual —agregó Starfire, colocándose a su izquierda. En un abrir y cerrar de ojos, se vio rodeado por todos lados.

—Pero no hay porque ser celosas —comentó Raven, con tono jocoso.

—Todas podemos compartir a Robin, si así él lo desea —añadió Starfire con el mismo sentimiento.

—No... Suéltenme.

Robin intentó zafarse de su agarre, seguir avanzando, pero sus fuerzas estaban mermadas. Las tres lo abrazaron al mismo tiempo y lo sostuvieron para que no se moviera.

—¿Por qué te quieres ir? —Le cuestionó Starfire.

—Si apenas empieza lo divertido. —Le siguió Raven.

—No te resistas, Dickie —comentó por último Batgirl.

Las tres lo abrazaron, se tiraron al suelo con él, y se pegaron contra su cuerpo, inmovilizándolo por completo. Reían y pasaban sus rostros y manos por su cuerpo. Poco a poco, sus fuerza lo abandonaron, y su mente se puso totalmente en blanco.

Parado entre las sombras de la cueva, en un rincón en el que esa luz blanca no lo alcanzaba, alguien vigilaba todo aquello, con los brazos cruzados y una amplia sonrisa maliciosa en el rostro.

—Vaya, vaya, qué divertida imagen es la que estás proyectando, amigo mío —comentó con un tono divertido, comenzando a caminar hacia él, saliendo de las sombras y pisando algunas de las flores.

Robin, aparentemente, no era capaz de ver o escuchar a aquel chico de cabellos azules en peinado de pico, piel gris, y aquel chaleco abrigador azul y blanco. Jacob, el hermano que faltaba de aparecer, y el único del que Terra no tenía conocimiento de sus poderes, hacía su acto de presencia.

—Siempre es interesante ver qué es lo que se oculta en los recónditos más profundos y prohibidos de la gente —añadió a su discurso, aunque nadie lo estuviera escuchando en realidad—. Ira, ambición, envidia... dicen que todos esos sentimientos son los principales motores de los humanos. Pero yo sé cuál es el verdadero sentimiento que define por completo a esta especie, querido héroe, y en el que se basa cada acto bueno o malo que hacen. —Se puso entonces de cuclillas delante de él, mirando fijamente el rostro ido del chico maravilla y sus ojos vacíos—. La lujuria... Está en todos, en diferentes formas, con diferentes nombres y fines, pero siempre ahí. Nadie escapa de ella, y los tipos como tú que reprimen sus emociones para hacerse los fuertes, son los peores.

Se agachó aún más, acercando su rostro más al suyo para poder contemplarlo mejor.

—Todo ese deseo acumulado, es malo para el cuerpo. Pero descuida, deja que el Dr. Jacob te ayude a liberarte. Y yo disfruto del espectáculo.

Se relamió entonces los labios, con una larga y delgada lengua casi de reptil, orgulloso de tener al gran Robin a su completa merced.

— — — —

Cyborg tenía razón en una cosa: la velocidad aumentada de Supergirl, la hacía potencialmente una adversaria más capacitada contra alguien cuya mayor cualidad era ralentizar a la persona que veía fijamente. Sin embargo, al parecer ambos subestimaron la capacidad de Jack, pues aún con su velocidad, en cuanto éste ponía su mirada en ella mientras volaba en el aire en su dirección, lograba detenerla. No tanto como los detenía a ellos, dejándolos prácticamente inmovilizados, incapaces de dar siquiera un paso. Pero en su caso, en lugar de lanzársele encima con una velocidad superior a una bala... era como si estuviera flotando tranquilamente en el aire como un globo empujado por la brisa.

Y él sólo se quedaba sentado, ahí en el suelo, mirándola fijamente mientras se le acercaba despacio... muy despacio. Y justo cuando ya se estaba acercando lo suficiente para poder alcanzarlo, simplemente se paraba, avanzaba unos metros, sin quitarle los ojos de encima, y se sentaba en otro rincón, obviamente quedando bastante lejos del alance de su puño, y obligándola de nuevo a intentar alcanzarlo de la misma forma. No era tampoco que lo hubiera logrado intentar mucho en ese tiempo que llevaban "peleando".

Probó incluso disparando sus rayos de calor, pero se sorprendió a ver que estos también se ralentizaban, y terminaban siendo fácilmente esquivados por su enemigo.

—Sólo inmo... vili... zándome, no... podrás... vencer.... me —comentó la súper heroína, frustrada. Gracias a su misma velocidad, lograba hablar un poco mejor que sus compañeros al estar bajo sus efectos—. Ni... siquiera... inten... tas... atacarme...

—Vencer, atacar... esas son cosas que me dan demasiada pereza —le contestó aquél extraño chico, con un tono adormilado—. No necesito hacer nada de eso, además. Nuestra misión es sólo detenerlos el tiempo debido. Así que, no tengo ninguna prisa.

En verdad esos sujetos no eran precisamente tan poderosos y destructivos individualmente, pero ciertamente eran molestos. Lo que sí le preocupaba era tener que volver a enfrentarse a la Raven enloquecida de hace unas horas atrás. Sin más somnífero para dormirla, no estaba segura de poder detenerla. Y aunque lo tuvieran, igual era poco probable que pudiera hacer algo con él de forma sencilla.

Pero debía concentrarse primero en este enemigo, antes de pasar a otro. Debía de intentar salir de su rango de visión aunque fuera un instante. Pero eso no era tan sencillo, si ahora se había convertido en súper tortuga... O más bien una tortuga normal, con velocidad normal.

Kara no era la única que la llevaba difícil. El combate de Cyborg y John los había llevado a otra parte de la cueva, tras atravesar una de las paredes, luego de que el mitad demonio se le lanzará encima como una gran bala, e hiciera que el cuerpo de ambos rompiera la roca. Cyborg había intentado atravesar su piel con su rayo sónico, pero no le había logrado hacer nada. Tal y como Terra les había dicho, su piel era bastante gruesa.

Sólo tenía una alternativa, que se le había ocurrido desde antes de comenzar la pelea. Sin embargo, debía pensar en una forma de poder usarla. No podía ser descuidado, pues sólo tenía una oportunidad...

Por su lado, el combate entre Starfire y Jesse no había comenzado de manera oficial aún. En esos momentos, la Titán y la chica rubia se encontraban frente a frente, y ninguna se movía. Starfire estaba en posición defensiva, con sus puños cubiertos de energía verde y lista para atacar, pero no lo hacía. En lugar de eso, sólo se miraban la una a otra. Starfire con cautela y aprensión, mientras que Jesse transmitía un aire de más confianza y prepotencia, con una mano en su cintura, y recargada de forma relajada sobre su pie izquierdo; ni siquiera parecía estar a la defensiva.

—¿Qué estás esperando? —Le cuestionó Starfire, extremadamente seria.

Una pequeña risilla surgió de los labios de su enemiga.

—¿Yo? ¿Qué estás esperando tú? —Le respondió con soberbia en su tono, pero Starfire no reaccionó, ni hizo ademán de querer acercarse ni un centímetro—. Por mi lado, yo estoy intentando descubrir exactamente porqué quisiste pelear conmigo en un inicio.

Comenzó a caminar a su alrededor, y Starfire se movió lentamente, sin apartarle la mirada ni un segundo, girando su cuerpo en su dirección en todo momento.

—Sí, hay mucha confusión en tu cabeza, rojita. ¿De quién sientes envidia? ¿De quién sientes celos? —Guardó silencio unos momentos—. ¿De Raven, quizás? —Ese comentario hizo que Starfire sintiera un respingo—. No, eso sería demasiado fácil. Raven quería ser cómo tú, ¿lo sabías? Claro que sí. Pensaba que no era tan bonita y alegre como la hermosa Starfire; ¿cómo Robin podría fijarse en ella teniendo a una mujer cómo tú a su lado?, eso pensaba ella.

Se detuvo, y una vez más quedaron frente a frente.

—Pero tú no quieres ser como Raven en realidad; no directamente, no en este momento. Eres más lista de lo que aparentas. Hay muchas cosas que admiras de ella, pero sabes bien que no podrías ser como ella, que ambas son demasiado diferentes. Entonces, ¿cómo quién quieres ser realmente? ¿Cómo quién te hubiera gustado ser en este instante...?

Sus ojos se achicaron un poco, y brillaron ligeramente con un fulgor rojizo que resaltaba en el escenario casi a oscuras.

Su sonrisa se ensanchó aún más.

—Oh, ya veo...

De pronto, luego de un pequeño pestañeo del que Starfire ni siquiera fue consciente, ya no miró más a la chica rubia, sino a una mujer bastante parecida a ella en estatura, complexión y rasgos faciales. Pero ella tenía el cabello negro, lacio y largo, y sus ropas eran negras y plateadas. Y sus ojoso... sus ojos morados, llenos de confianza, llenos de indiferencia, llenos de...

Starfire se sobresaltó, asustada y atónita ante la imagen... de su hermana Blackfire.

—Te gustaría ser cómo yo, hermanita —murmuró con el mismo tono de voz exacto de su hermana mayor, y tomando una postura aún más relajada—. ¿No es así?; claro que sí. Siempre has sabido que soy una versión mucho mejor de ti misma. —Empezó a caminar hacia ella, con sus manos en su cintura, haciendo que Starfire retrocediera por mero reflejo, sin que fuera consciente de que lo que estaba haciendo en realidad—. Más fuerte, más segura de sí misma, más asertiva, más inteligente... más todo, y punto. A diferencia de ti, yo nunca hubiera dejado que nadie me quitara a Robin. A la primera señal de peligro, no hubiera agachado la cabeza como la gallina cobarde que siempre has sido.

—Yo no... dejé... —Intentaba decir algo, pero su lengua le fallaba.

—Excusas, siempre excusas contigo. Al menos ya te has dado cuenta de la única verdad: eres débil, tonta, y das lástima. Hasta tú misma lo sabes.

Starfire poco a poco intentó recuperarse de ese primer shock inicial. Estaba preparada para enfrentarse a Raven, pero no contaba con que esa chica le tuviera algo más preparado. ¿Blackfire? ¿Sentía celos de Blackfire? ¿Quería ser como Blackfire? No era consciente en lo absoluto de ello, pero ahora que lo pensaba... tenía bastante sentido.

Ambas habían sido criadas en las mismas circunstancias, miembros de la misma raza, con las mismas ventajas y problemas. Y, sin embargo, habían terminado siendo tan, pero tan diferentes. ¿Qué hubiera sido de ella si hubiera sido un poco más como su hermana mayor? ¿Habría sido una mejor o una peor heroína? Quién sabe...

Sí, quería ser como Blackfire, aunque fuera un poco... pero eso no la detenía en lo absoluto.

La miró de nuevo con detenimiento, y sus ojos se iluminaron de un fuerte verde.

—¡Sí!, envidio a mi hermana por lo fuerte y hábil que es. Pero cometiste un error: ¡No le tengo miedo! ¡Y ya la he derrotado antes muchas veces!

Separó sus pies del suelo, y se le lanzó de golpe con total disposición de atacarla directamente en la cara si era necesario. Sin embargo, esa Blackfire seguía bastante tranquila. No hizo ademán alguno de querer esquivarla.

—Tienes razón —murmuró la voz orgullosa de Blackfire—. No me tienes miedo. Después de todo, sólo hay que temer...

De pronto, su imagen cambió de golpe una vez más, de Blackfire, a una que había visto quizás menos, pero que igual le resultó bastante familiar: una imagen de ella misma, exactamente como ella, pero con la piel blanca, el cabello gris oscuro, y los ojos grandes, rojos y brillantes.

Starfire la reconoció: era la Starfire malvada creada por Trigon.

—A uno mismo...

Ese cambio repentino desconcentró tanto a Starfire, que la otra aprovechó para jalar sus brazos hacia atrás, y luego hacia adelante, lanzado un rayo de energía roja que la golpeó directo en el abdomen y la sacó volando hasta el otro extremo de la cueva, y hasta chocar contra la pared.

Starfire golpeó la roca, y luego cayó de rodillas al suelo. El golpe en otro momento no hubiera sido la gran cosa... pero ese sólo impacto fue suficiente para que todo su cuerpo le volviera a doler de golpe, de nuevo debido al ataque que había recibido el día anterior.

Volteó a verla lentamente. Aquella Nega Starfire, se le acercaba a paso tranquilo. En aquel entonces había pensado que su manera de comportarse le resultaba demasiado parecida a Blackfire... Ahora se daba cuenta de que tan cierto era aquello.

—¿Por qué Robin se fijaría en una muñequita boba, débil y cobarde como tú que no es capaz de pelear por lo quiere? —Exclamó la otra Starfire, recargando sus manos, lista para volver a atacar—. Das lástima. Ni siquiera eres capaz de ayudar a tus amigos.

—¡Cállate! —Exclamó con fuerza, y una vez más se le lanzó como la vez anterior.

¿Sentía envidia de Blackfire? ¿Quería ser como su otro yo que era más parecida a ella? ¿Deseaba ser más como Raven? No lo sabía, no sabía nada. Sólo que no podía quedarse para siempre ahí, esperando averiguarlo. Tenía que salvar a su amiga; tenía que ayudar a Robin.

— — — —

El combate de Chico Bestia y Jacqueline, los había llevado a introducirse cada vez más entre la red de túneles. De hecho, llamarlo "combate" era quizás darles demasiado crédito a los dos titanes, ya que en realidad se la habían pasado en su mayoría intentando huir de ella, pues con tan sólo acercársele un poco, caían por completo en la influencia de sus poderes.

Ahora los tenía casi contra las cuerdas, huyendo como ratas cobardes; incluso Chico Bestia corría en efecto como una rata, mientras Terra se elevaba sobre una plataforma de roca.

¿Cómo enfrentar a alguien así? La única que posiblemente podría tener algo de armas para hacerlo, sería la propia Raven. Entre sus múltiples hechizos, era casi seguro que tendría alguno que le permitiría hacerle frente con el tiempo y la oportunidad correcta. Pero ella no estaba ahí, así que tenían que arreglárselas de alguna forma... sólo que aún no descubrían cuál.

Cuando parecía que ya habían logrado suficiente distancia entre ellos y su oponente, la cual por suerte seguía usando tacones por lo que les facilitaba un poco su huida, ambos saltaron justo detrás de unas rocas altas, que los escondía por completo si se quedaban sentados. Chico Bestia volvió a su forma normal, y ambos se quedaron sentados el uno al lado otro, respirando agitadamente, intentado recuperar su aliento.

—¿De qué sirve que nos escondamos aquí? —Masculló Chico Bestia entre respiros—. Ella puede sentir nuestra cercanía, ¿o no?

Terra siguió inhalando y exhalando con fuerza, hasta que poco a poco se fue calmando. Con una mano se retiró sus mechones rubios del rostro, y se asomó discretamente por encima de la roca tras la que se ocultaban. No se veía rastro alguno de ella en la oscuridad.

—Creo que sólo puede hacerlo si nos movemos demasiado —murmuró despacio, aunque algo dudosa.

—¿Crees? —Espetó Chico Bestia, incrédulo—. ¿No que conocías sus poderes?

—No por completo, no me presiones. Intento hacer todo lo que puedo.

—No te estoy presionando, sólo...

El sonido de los tacones de Jacqueline resonando contra las rocas del suelo, se hizo presente en el agudo eco. Rápidamente ambos pegaron sus espaladas contra la roca, y agacharon sus cuerpos lo más posible.

—Guarda silencio, y no te muevas —le susurró Terra, lo más despacio que pudo.

El sonido de sus pasos se volvía cada vez más cercano. Era constante, como el tic tac de un reloj.

No era propio de ninguno de los dos el esconderse de esa forma de un contrincante. Ellos eran Jóvenes Titanes, ellos hacían que los villanos se escondieran... la mayoría del tiempo. Y ahora ahí estaban, intentando ni siquiera respirar, petrificados, sintiéndose acechados como presas de un depredador; totalmente indefensos.

Podían sentir en sus nucas y en la parte superior de sus cabezas su cercanía. Estaba parada justo del otro lado de la roca, justo detrás de ellos, lo que los hizo quedarse aún más quietos que antes.

—No... te... muevas... —Murmuró Terra entre dientes, arrepintiéndose de inmediato de haberlo dicho. Por suerte, parecía que aún no los había notado.

—¿Dónde están? No se escondan —escucharon como murmuraba Jacqueline con un tono juguetón—. El gato sólo quiere jugar un poco. No importa en dónde estén, tarde o temprano los encontraré... Y me las pagarán...

Su voz se fue sintiendo poco a poco más alejada, al igual que el resonar de sus tacones. Unos minutos después, todo volvió a estar en silencio, y sólo entonces ambos lograron respirar aunque fuera un poco. Sin embargo, aún no podían confiarse.

—No sirve de nada escondernos —concluyó Chico Bestia con frustración—. No podremos burlarla lo suficiente para alcanzar a Robin y a Raven. Y no podemos enfrentarla de frente y derrotarla, no los dos solos.

Terra guardó silencio unos momentos. Tenía su cabeza agachada, con los ojos puestos en sus zapatos cafés. Eran uno de los tres pares que usaba para ir a la escuela; tan comunes, tan sencillos. Durante toda esa travesía, desde la aparición de Slade en la puerta de la escuela, hasta estar ahí en ese túnel, se habían rayado y manchado. Necesitarían más que una limpieza y una boleada; quizás tendría que comprar otros.

De inmediato desechó ese pensamiento tan inútil. Esos zapatos, ese uniforme que usaba, nada de eso le pertenecía realmente. Su escuela ya no existía siquiera, y para ese entonces de seguro ya no sólo su abuela, sino también su abuelo, Mary y Sarah... De seguro todos ya habían comenzado a cuestionarse si lo que creían recordar de ella había sido cierto o no. Poco a poco, lo que empezaría con sólo dudas o agujeros en sus memorias, se volvería mucho más tangible. Y con el tiempo, cuando dejaran de verla todos los días, cuando dejaran de tener su presencia como prueba viviente de su existencia, entonces Tammy Hawk dejaría de existir por completo. Aunque, en realidad, nunca había existido realmente.

—Quizás yo sí pueda hacerlo —soltó de pronto, tomando por sorpresa al chico verde—. Hacer algo contra ella, digo.

—¿A qué te refieres?

—Tú también lo notaste hace un momento, ¿no? Puedo usar mis poderes, aún si ella me inmoviliza. No por completo, ya que al estar en dicha posición me es difícil concentrarme. Pero creo que si aplico la fuerza suficiente, podría hacerle el daño adecuado para dejarla fuera de combate.

—¡¿Y por qué no lo has hecho?! —Exclamó el Titán en voz alta, aunque de inmediato se tapó a sí mismo la boca al darse cuenta de lo que había hecho.

—¡No es tan simple! Mira en dónde estamos. Si me desconcentro aunque sea un poco... si pierdo el control de nuevo sólo un segundo... —Su rostro se llenó de una profunda melancolía y preocupación—. Podría hacer que toda la cueva nos caiga encima, a ti, a mí, y a los otros también.

—¿Por qué eso te asusta ahora? Cuando te enfrentamos ayer y hoy en la tarde, parecías poder controlar tus poderes muy bien.

—Eso fue gracias a la separación —recalcó con pesar—. Al separar todas las emociones inestables y sensibles de mí, lograba enfocarme mucho mejor. Pero ahora que he vuelto a ser una...

Calló de golpe, a sabiendas de la gran Caja de Pandora que representaba hablar de ese tema. Sin embargo, ya era un poco tarde. El semblante de Chico Bestia volvió a ponerse serio, y lentamente se volteó hacia un lado.

—Sí, debió haber sido genial separarse de todo lo que sentías —señaló—. Yo quisiera poder hacer eso justo ahora.

Terra se mordió su labio inferior, a modo de tic nervioso.

—¿Enserio crees que fue genial? Yo no sabía lo que pasaría conmigo exactamente. De haberlo sabido, no lo hubiera hecho.

De pronto, se armó de valor para alzar su mirada, y verlo fijamente, aunque él no la mirara a ella.

—Y aun así, seguí sintiendo algo por ti, en mis dos formas. —Chico Bestia fue incapaz de ocultar su sorpresa al oírla decir eso, y sin proponérselo la miró de nuevo. El rostro de Terra reflejaba una sinceridad bastante evidente y tangible... como la de Tammy—. Aunque fuera poco... pero seguía ahí. Tanto que me ponía celosa de verte a ti y a Tammy juntos; ¿no es algo tonto? Quizás... pero sea como sea, eso no pudieron quitármelo. Por eso lamento haberte decepcionado de nuevo, Chico Bestia. No merezco llamarme Titán, ni tu amiga... ni nada más. —Ahora fue ella quien se volteó a otro lado—. Sólo causo dolor a todo el que tiene contacto conmigo. Así que, en cuanto esto termine y salvemos a Raven... me iré, te lo prometo. Y no volverán a saber de mí.

—¿Te irás otra vez? —Se le escapó a Chico Bestia de golpe, sin darse cuenta. Sin embargo, una vez que lo dijo, decidió ya no dar vuelta atrás—. ¿Qué pasó con todo lo que dijiste de ya no escapar? ¿Qué pasó con hacer todo lo que fuera necesario para recuperar mi confianza?

Terra apretó sus labios y sus puños con fuerza. No sabía cómo reaccionar a esos cuestionamientos, o siquiera si debía reaccionar de alguna forma.

—Yo...

—No quería interrumpir —escucharon abruptamente resonar la voz de Jaqueline, justo sobre sus cabezas—, pero la cosa se estaba poniendo demasiado cursi para mi gusto, así que...

Ambos saltaron de sus lugares, y miraron casi con horror la figura de su enemiga, de pie justo sobre la roca tras la que se ocultaban. Su primer instinto fue correr, incluso Chico Bestia tomó la forma de un chita. Sin embargo, la iniciativa resultó inútil, pues recién acababan de dar el primer paso, sus cuerpos se desplomaron al suelo, inmóviles.

El cabello de Jacqueline era un desastre, uno de los tirantes de su vestido se había rasgado, y en general sus ropas y rostro estaban cubiertos de polvo... y nada de eso la tenía muy contenta.

—Yo en verdad quería sólo matar el tiempo mientras Jared terminaba con Raven —exclamó aún con molestia en su voz, bajando de la roca de un salto—. Pero no, tuvieron que hacerse los valientes, y usar sus sucios trucos para arruinar mi vestido, mi peinado, mi rostro...

Se paró justo a un lado de Terra, y presionó la punta de su tacón derecho entra su espalda, infligiéndole un agudo dolor.

—Debería hacerles lo mismo, pero multiplicado por diez. No, mejor haré que se rompan sus huesos uno por uno... O que sus órganos internos estallen... o presionaré tanto sus cabezas que sus ojos se les saldrán. O, ¿por qué no mejor todo junto? De todas formas, creo que aún tenemos algo de tiempo para divertirnos.

Encajó aún más su tacón contra su espalda, provocando que la rubia soltara un breve alarido de dolor, algo que Jacqueline pareció disfrutar.

—Terra... tú puedes detenerla... ¡hazlo! —Escuchó que Chico Bestia intentaba decirle desde su posición.

—No... no puedo... —se lamentó Terra, aún con dolor en su voz.

—Por supuesto que no —añadió Jacqueline, complacida—. Nunca has podido hacer nada tú sola. Si no tienes a alguien que te lleve de la mano y te mime, no eres capaz de hacer nada.

—¡No la escuches! —Exclamó Garfield con más fuerza—. ¡Yo sé que puedes hacerlo!, ¡Terra! ¡Hazlo! Sé que lo lograrás, ¡confío en ti! ¡Así como tú confiaste en mí para sacarte cuando estábamos encerrados!

Esas palabras la hicieron reaccionar. Le acababa de decir lo mismo que Tammy le había dicho cuando se encontraban encerrados en la esfera de roca. ¿Era cierto lo que le decía? ¿En verdad confiaba en ella? No, de seguro sólo lo decía por decir... ¿o no? Su mente estaba completamente enredada, y el dolor que le provocaba el tacón contra su espalda y la presión de su cuerpo contra el suelo, no le ayudaba.

—Pierdes tu tiempo, verdito —masculló Jacqueline, divertida—. Terra no puede hacer nada, y ella lo sabe. Tiene miedo de todo y de todos; siempre lo ha tenido. Por eso no puedes ser una princesa, o una heroína, ni siquiera una villana. No puedes ser nada...

—¡Cállate! —Espetó la rubia, y sus ojos se iluminaron de dorado abruptamente—. ¡No me digas qué puedo o no puedo hacer!

El suelo debajo de ellos comenzó a temblar, destanteando un poco a Jacqueline. Fragmentos de tierra comenzaron a elevarse a su alrededor, varios de ellos cerca de golpearla. Aplicó aún más presión, tanto en Terra como en Chico Bestia, y el suelo se desquebrajo. Terra perdió la concentración unos segundos, pero de nuevo volvió a enfocarse, a enfocar todo su poder, agitar el suelo, a abrirlo y liberar toda su furia, y así lo hizo... demasiado bien.

El suelo comenzó a abrirse, y parte del techo comenzó a desprenderse. Fue consciente de inmediato de que estaba perdiendo el control, justo lo que temía que pasara. Intentó calmarse, pero sólo lograba ponerse más y más nerviosa. El piso se desplomó de golpe debajo de los tres, y de la nada comenzaron a caer a un espacio vacío, con todo y los escombros.

Al estar cayendo, Jacqueline fue incapaz de mantener su magia, por lo que Chico Bestia fue libre. Intentó tomar la forma de una enorme águila y aproximarse hacia Terra para agarrarla; ésta estiró su mano hacia él, intentando alcanzarlo para agarrarla, pero una pesada roca golpeó al chico verde en el lomo, haciendo que luego chocara contra otra roca en el aire, y comenzara a caer, aparentemente inconsciente.

—¡No! —Exclamó Terra, llena de terror—. ¡Chico Bestia!

Lo perdió de vista en un parpadeo. Los tres cayeron en caída libre hacia la completa oscuridad, y al absoluto silencio.

— — — —

Robin hacía ya rato que había dejado de dar señales de lucha, o incluso de consciencia. Ahora parecía sólo un muñeco inerte, sin alma y sin fuerzas. Las tres mujeres falsas que lo rodeaban, mantenían sus cuerpos pegados al suyo. Pasaban sus manos por su rostro, su cabello, su espalda, torso, brazos... Le susurraban palabras al oído o cerca de sus labios, pero éste no respondía.

—Parece que Robin se ha quedado dormido —comentó una de ellas.

—No, no está dormido —explicó otra—. Sólo está encantado por tanta belleza.

—Está tan encantado que no puede reaccionar.

—Es tan adorable.

—Quizás debamos de darle más de nuestro calor.

—Todo por el hombre que amamos.

—Robin.

—Robin.

—Robin...

Jacob había tomado asiento justo delante de él, contemplando con detenimiento toda la escena. Le extrañaba un poco el extraño casi letargo en el que el Chico Maravilla había caído. ¿Acaso había sido demasiado para él? Si era así, se sentía algo decepcionado.

—Enserio creí que me darías un mejor espectáculo, amigo —mencionó Jacob, algo molesto—. Pero ahora es como ver a un aburrido zombie rodeado de hermosas ninfas. Aunque eso sería una buena película, pero de momento se torna aburrido.

Un agudo suspiro de decepción se escapó de sus labios.

—Quizás deba hacer que te abracen, estrujen y besen tanto, que quiten hasta el mínimo rastro de aliento de tu cuerpo, y termines ahora realmente siendo un cadáver de verdad. Pero, ¡hey!, definitivamente hay peores formas de morir. Quizás mejor haga que mis chicas sacien por completo sus necesidades contigo, hasta que tu cuerpo no pueda más —una aguda sonrisa burlona se escapó de sus labios—. Sí, eso sí que sería una muerte feliz. No podrás decir en el otro mundo que el gran Jacob no es misericordioso.

Jacob rio con fuerza, y Batgirl, Starfire y Raven rieron con él al unísono. Las risas fueron tan sonoras, que sólo hasta que las cuatro se fueron apagando poco a poco, fue consciente de una quinta voz, sonando muy despacio en silencio.

—...etrion... Zinthos... —escuchó que pronunciaba justo la voz de Robin, aunque demasiado despacio.

—¿Qué dijiste? —Murmuró Jacob confundido, inclinando aún más su rostro hacia él.

En primera instancia sonaba como meros susurros. Sin embargo, poco a poco las palabras se volvieron más y más claras, pues su tono de voz iba en aumento.

—Azarath... Metrion... ¡Zinthos! —Exclamó de golpe, poniendo mucho hincapié en la última palabra—. Azarath, Metrion, Zinthos. Azarath, Metrion, Zinthos. Azarath, Metrion, Zinthos...

Jacob lo miró extrañado. ¿Qué estaba diciendo?, no entendía ninguna de esas palabras. ¿Acaso había perdido el juicio? Sin embargo, ante sus atónitos ojos, el Titán poco a poco comenzó a alzarse, apoyándose en sus manos, y luego en sus rodillas, poco a poco, aunque las tres chicas lo seguían sosteniendo, intentando mantenerlo abajo.

—¿Qué? —Murmuró confundido el mitad demonio, haciendo su cuerpo para atrás por reflejo—. ¿Cómo puedes hacer eso?

Robin sólo siguió repitiendo la misma frase, mientras se seguía levantando. En unos cuantos segundos, ya estaba casi de pie, aunque Batgirl, Starfire y Raven lo jalaban hacia abajo.

—Azarath, Metrion, Zinthos. Azarath, Metrion, Zinthos. Azarath, Metrion, Zinthos...

—¡Deja de repetir eso! —Le gritó Jacob, nervioso, y rápidamente se levantó y se alejó varios pasos de él—. ¡¿Qué demonios significa?!

El significado real ni él mismo lo conocía. La magia no era su área de pericia, pero no necesitaba que lo fuera. "Azarath, Metrion, Zinthos", era ese mantra que Raven siempre repetía, el que le ayudaba a enfocarse, el que la ayudaba a meditar, a despejar su mente y relajarse. Posiblemente no se significaba nada concreto, más allá de algo a lo que Raven podía aludir en busca de claridad mental. Y él, en esos momentos, realmente necesitaba eso.

Repitiendo esas palabras una y otra vez, logró liberar su mente de cualquier pensamiento no deseado, y enfocarse en lo único que le importaba.

Ya de pie, comenzó a avanzar al frente, a paso corto, pues las tres mujeres seguían sujetándolo. Jacob, por su lado, se veía realmente nervioso.

—¡Deténgalo! —Gritó casi con miedo—. ¡No dejen que se me acerque!

A pesar de sus órdenes, las tres ilusiones poco o nada pudieron hacer. Él seguía avanzando hacia él, cada vez con más constancia.

—¡Azarath! ¡Metrion! ¡Zinthos!

Alzó su puño hacia atrás, y al jalarlo al frente con todas sus fuerzas, las tres mujeres se desvanecieron a su alrededor, como polvos de colores arrastrados por el viento. Su puño, sin embargo, siguió su camino recto hasta estrellarse directo en la cara de Jacob, más específico en su nariz.

El chico de piel gris fue empujado hacia atrás luego de tal golpe. Se tambaleó, y cayó sentado al suelo, con su nariz y boca sangrando. Se llevó instintivamente su mano al área golpeada, mientras sollozaba adolorido.

—¿Cómo... pudiste escapar de mi ilusión...? —Cuestionó, aún sin poder creerlo—. ¡Nadie tiene tanta fuerza de voluntad para resistir su lujuria! ¡¿Cómo lo hiciste?!

Robin respiraba agitado, no por cansancio, sino más bien por furia. Lo miraba a través de su antifaz, totalmente lleno de odio. Se le aproximó a paso veloz, y lo tomó de su traje, levantándolo de un jalón para encararlo de frente.

—¡Estás totalmente errado si crees que lujuria es todo lo que siento por ellas! —Le gritó extremadamente furioso—. ¡No vuelvas a ensuciar la imagen de ninguna de las tres! ¡Nunca más!

Alzó su puño una vez más, y le dio un segundo puñetazo en la cara, pero ahora mucho más fuerte que el anterior. Jacob dio un giro de ciento ochenta grados y luego cayó de hocico, quedándose totalmente quieto en el piso. Casi al instante, las flores, los destellos dorados, y toda la luz blanca que los envolvía, se desvaneció de golpe.

La ilusión estaba rota.

Pero no fue sólo eso. Todo el túnel comenzó a distorsionarse y a cambiar de forma. Poco a poco, ese largo camino que se veía interminable, se volvió mucho más corto, mucho más entendible. Ante él, a menos de diez metros, se materializó el arco de piedra de una entrada, por la que se escapaba la luz de las velas, y un brillante fulgor rojizo. Su destino había estado justo frente a él, y ese tipo quizás lo había tenido dando vueltas en el mismo pedazo sin que se diera cuenta.

Dio un paso en esa dirección, y luego otro, pero al tercero sus piernas le temblaron, su cabeza le dio vueltas, y tuvo que sostenerse de la pared de la cueva para no caer. Pensar en Raven le había ayudar a enfocarse y salir de ese malicioso transe, pero los efectos que había tenido en su cuerpo no habían desaparecido.

Su frente sudaba, su corazón latía a mil por hora, y su respiración se encontraba realmente agitada.

Miró con atención a la puerta delante de él. Tres de estos sujetos estaban peleando con Starfire, Cyborg y Supergirl. Una más se quedó con Chico Bestia y Terra, y el quinto ahora yacía inconsciente a sus pies. Sólo quedaba uno, y era casi seguro que ese uno era quien lo esperaba en ese sitio. ¿Podría enfrentarse a él en tal estado?

Comenzó a avanzar de nuevo, apoyándose primero en la pared para no volver a caer, pero ya los últimos pasos los dio con más seguridad. Al atravesar aquel umbral, se encontró con una cámara amplia y de techos altos, que asemejaba a algún tipo de iglesia subterránea, pero con símbolos e imágenes muy apartadas de eso. Había cientos de velas por todas partes, pero la fuente de luz principal parecía ser otra.

Se talló sus ojos, intentando enfocar mejor la mirada.

—Vaya, pero si es Robin —escuchó murmurar de forma burlona, la reconocible voz de Jared. Al azar de nuevo su mirada al frente y poder enfocarla, logró verlo, de pie casi en el centro del lugar, dándole la espalda, mientras miraba fijamente hacia arriba—. Bienvenido, Chico Maravilla; al fin llegas.

Se giró levemente hacia él, sólo lo suficiente para poder verlo sobre su hombro con sus brillantes ojos rojizos, que resaltaban entre la sombra que proyectaba la capucha que usaba sobre la cabeza.

—Pero me temo que es demasiado tarde. Casi está hecho.

Volvió a mirar hacia arriba, a la misma dirección de hace unos momentos. Robin siguió su mirada, intentando detectar qué era lo que veía; no tardó mucho en notarlo.

La fuente de luz rojiza que alumbraba todo ese sitio, era ni más ni menos que su amiga Raven, cuyo cuerpo flotaba sobre sus cabezas, sujeta a una gruesa cadena. Su cuerpo resplandecía de rojo, y en su piel se habían dibujado runas que resplandecían como si fueran carbones encendidos. Parecía inconsciente, con sus ojos cerrados, y su rostro calmado. Sin embargo, esa energía que la rodeaba parecía todo, menos calmada. Se movía alrededor de ella, agitándose como animal salvaje.

En cuanto vio tal imagen, Robin lo supo, y lo sintió: el poder Trigon la estaba consumiendo.

—Raven...

FIN DEL CAPITULO 27

Notas del Autor:

Si nos remontamos a los comics, Dick Grayson siempre ha sido algo... pues... digamos que suele acostarse con todo lo que se le insinúe. Por ello, quizás de haber sido los cómics, sus escenas en este capítulo hubieran sido diferentes... Si saben a qué me refiero. Pero para bien o para mal, el Dick Grayson de la serie siempre pareció algo más centrado y serio. Además, aunque me he tomado un poco de libertades con algunas cosas, esto sigue estando basado en una serie para niños... por ahora.

Esto avanza lento pero seguro. Algunos quizás lo sepan, otros no, pero el mayo pasado acabo de contraer matrimonio, así que, ¡felicítenme y denme regalos! Jejeje, no se crean. Lo que intento decir que es que anduve los meses previos atorado con los preparativos y demás, y los siguientes con la mudanza y preparación de la casa. Además de lo habitual, trabajo y otros proyectos, y por ello había tardado en publicar este capítulo. Pero bueno, espero que les haya gustado. Como van la pelea final va algo lenta, pero espero que no por ello aburrida. Quédense al pendiente a los siguientes capítulos, en espera del inminente final.

¡Nos vemos!

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