Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CHAPTER FIFTY-FOUR


════════════════════════
ˏˋ°•*⁀➷CHAPTER FIFTY-FOUR-ೄྀ࿐

*ૢ✧.Oh darling, don't you ever grow up, don't you ever grow up, just stay this little˚ ⚘ ˏ'

════════════════════════

El sol comenzaba a ponerse sobre Beacon Hills, bañando la casa de los Stilinski con una cálida luz dorada. En la sala de estar, sin embargo, el ambiente no era tan pacífico como el atardecer. Libros volaban de un lado a otro, cojines se lanzaban al aire como si tuvieran vida propia, y el sofá parecía estar decidido a cambiar de lugar.

Marie Jeanne corría de un lado a otro, intentando mantener el orden mientras su hija, Anniebeth, se reía a carcajadas desde su cuna, sus pequeños ojos brillando con una energía que desbordaba.

—¡Anniebeth, basta! —exclamó Marie Jeanne con la voz cargada de exasperación, mientras trataba de atrapar un libro que flotaba en el aire.

Taylor, entró en la sala en ese momento, deteniéndose en seco al ver el caos que se desarrollaba ante sus ojos.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Taylor, aunque la respuesta era más que evidente.

—Es Anniebeth —respondió Marie Jeanne mientras lograba agarrar uno de los cojines en el aire—. Sus poderes... están fuera de control.

Taylor sonrió, sabiendo que esto no era inusual para una bruja tan joven, aunque el nivel de poder de Anniebeth era ciertamente sorprendente para su edad. Se acercó a la cuna, donde la niña seguía riendo, disfrutando de su propio espectáculo.

—Vamos a calmarla juntas —sugirió Taylor, sacando un pequeño amuleto de su bolsillo—. Esto debería ayudar a canalizar su energía por ahora.

Marie Jeanne asintió, agradecida. Ambas se acercaron a Anniebeth, quienes las miraba con ojos grandes y curiosos, aparentemente ajena al caos que había causado.

—Shh, tranquila, pequeña —dijo Taylor con voz suave, mientras movía el amuleto frente a Anniebeth, susurrando palabras en un antiguo idioma.

Marie Jeanne se arrodilló junto a la cuna, acariciando la mejilla de su hija mientras Taylor continuaba con el encantamiento. Poco a poco, los objetos en la sala empezaron a caer suavemente al suelo, y la risa de Anniebeth se fue apagando, reemplazada por una mirada somnolienta.

Finalmente, el último libro cayó sobre la mesa, y la sala quedó en silencio. Anniebeth bostezó, y Marie Jeanne la levantó en brazos, acunándola mientras la niña cerraba los ojos, agotada por su pequeña travesura mágica.

—Es impresionante lo poderosa que es a tan temprana edad —murmuró Taylor, guardando el amuleto.

—Lo sé —asintió Marie Jeanne, con una mezcla de preocupación y orgullo—. Pero debemos enseñarle a controlar esto antes de que cause un daño mayor.

Taylor puso una mano en el hombro de Marie Jeanne, ofreciéndole apoyo.

—No te preocupes, lo lograremos. Tiene un gran futuro por delante, pero también tiene a su madre, a su abuela y a mí para guiarla.

Marie Jeanne sonrió, agradecida por la presencia de Taylor. Miró a su hija dormida en sus brazos, sabiendo que aunque el camino sería difícil, juntas podrían enseñarle a Anniebeth a controlar su poder.

—Gracias, Taylor —susurró, llevando a Anniebeth hacia su habitación para acostarla.

Mientras Marie Jeanne se alejaba, Taylor observó la sala aún desordenada y suspiró con una sonrisa divertida. Sería un desafío, pero no había duda de que lo lograrían juntas.

Marie Jeanne estaba en la sala, recogiendo los últimos libros del suelo y acomodando los cojines en su lugar. Había un aire de tranquilidad en la casa, ahora que Anniebeth estaba dormida. Sin embargo, el cansancio se notaba en sus movimientos; el día había sido largo, y la energía incontrolable de su hija la había dejado exhausta.

La puerta principal se abrió lentamente, y Stiles entró en la casa. Traía una expresión de alivio, contento de estar de regreso. Al ver a Marie Jeanne en medio del desorden, su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una mirada preocupada.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó Stiles, avanzando hacia ella mientras dejaba sus llaves sobre la mesa de entrada.

Marie Jeanne se enderezó y le dirigió una sonrisa cansada.

—Tu hija pasó aquí, eso fue lo que pasó —dijo con un tono entre divertido y exasperado.

Stiles se acercó más, mirando alrededor. Los libros estaban desparramados, y los muebles no parecían estar en sus lugares habituales. Todo en la sala daba la impresión de que una pequeña tormenta había pasado.

—¿Anniebeth? —preguntó, levantando una ceja incrédulo—. Pero ella apenas tiene 9 meses… ¿cómo es que…?

—Eso mismo me pregunto yo —suspiró Marie Jeanne, acomodando un último cojín—. Sus poderes están empezando a manifestarse, y parece que tiene más fuerza de la que imaginábamos.

Stiles dejó escapar una risa incrédula, pero había un atisbo de preocupación en sus ojos. Se acercó a Marie Jeanne, envolviendo sus brazos alrededor de su cintura y apoyando su barbilla en su hombro.

—Lo siento. Debí estar aquí para ayudarte —murmuró, besando suavemente su cuello.

Marie Jeanne se relajó en su abrazo, cerrando los ojos por un momento.

—No te preocupes, Taylor estaba aquí y me ayudó a calmarla. Pero creo que vamos a necesitar mucha más ayuda si esto sigue así.

Stiles asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Anniebeth era especial, eso lo sabían desde el principio, pero no se había dado cuenta de cuán pronto tendrían que enfrentarse a los desafíos que vendrían con sus poderes.

—Sabes que estamos juntos en esto, ¿verdad? —dijo Stiles, girándola suavemente para que lo mirara a los ojos—. No importa cuán locos se pongan las cosas, estoy aquí para ti… para las dos.

Marie Jeanne sonrió y acarició suavemente la mejilla de Stiles, apreciando sus palabras.

—Lo sé —respondió en voz baja—. Y eso es lo único que me mantiene cuerda.

Stiles sonrió y la besó con ternura. Después, miró a su alrededor con una expresión pensativa.

—Creo que deberíamos considerar poner un poco de seguridad mágica en la casa… o al menos en la cuna de Anniebeth —bromeó, tratando de aligerar el ambiente.

Marie Jeanne rió suavemente, asintiendo.

—Podría ser una buena idea.

Ambos compartieron una sonrisa antes de que Marie Jeanne se separara ligeramente de él.

—Voy a terminar de recoger esto —dijo—. ¿Por qué no vas a ver a Anniebeth? Seguro que te extraña.

Stiles asintió y se dirigió hacia la habitación de su hija. Mientras lo hacía, no pudo evitar sentirse asombrado por todo lo que había cambiado en su vida en tan poco tiempo. Tenía una hija bruja, una novia a la que adoraba, y un caos constante al que se estaba acostumbrando rápidamente.

Cuando llegó a la cuna de Anniebeth, la encontró durmiendo plácidamente, una sonrisa angelical en su rostro. Stiles sonrió, sintiendo una oleada de amor y responsabilidad. Se inclinó y le dio un suave beso en la frente, susurrando:

—Duerme bien, pequeña. Papá está aquí.

Mientras se alejaba en silencio para no despertarla, Stiles se sintió más decidido que nunca a ser el padre y el compañero que Marie Jeanne y Anniebeth necesitaban, listo para enfrentar cualquier reto que les deparara el futuro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro